Partida Rol por web

Tirada de dados genérica:

Motivos: Sigüenza; Cantidad 2; Caras D20; Modificador 0; Desglosar Sí; Marcar como oculta

Motivos: Xadraque; Cantidad 1; Caras D20; Modificador +1; Desglosar Sí; Marcar como oculta

Tirada correspondiente a don Rodrigo.

El camino tuvo dos partes muy bien diferenciadas. La primera transcurrió por una senda estrecha entre monte bajo y vegetación espesa. Una vez que llegaron a Sigüenza todo cambió. Cogieron el gran camino de Zaragoza y viraron rumbo suroeste.

El animado don Rodrigo se mostró cortés pero más reservado. Parecía como si don Nuño lo imponiese o, muy probablemente, no supiese qué tipo de relación había entre él y doña Leonor. Sea como fuere, su cordialidad y servilismo eran impolutamente caballerescos.

Un crío que se cree un hombre solo porque viste una cota carísima, pensó Leonor.

Llegaron sin contratiempos a Xadraque, donde su imponente castillo se recortaba en lo alto de un cerro piramidal. Serpentearon por las afueras del pueblo y se encaminaron hacia la puerta principal del castillo, donde dos guardias, al ver el pendón de los Guardianes que portaba don Nuño, los hicieron pasar de inmediato.

Llegaron a la barbacana del castillo y de la puerta de la torre menor salió un anciano sonriente y una decena de pajes imberbes que se ocuparon de los caballos.

-Bienvenida sea doña Leonor de Ucero -dijo al anciano-, mi nombre es Flaño Pérez, Sirviente de la Casa y consejero mayor del castellano don Álvaro Núñez de Xadraque. Mi señora Amal llegó anoche, y la estará esperando en la sala superior.

El anciaño Flaño miró profundamente a don Nuño y a don Rodrigo.

-A don Nuño lo conozco bien, pero al joven aguerrido no creo haberlo visto jamás.

-Soy Rodrigo Pérez de Osorno, caballero del rey Alfonso, y he puesto mi espada al servicio y protección de mi señora Leonor hasta que ella tenga a bien.

-Me alegro al comprobar que hoy en día hay muchos jóvenes caballeros los que ponen a su disposición su... espada... a las órdenes de una señora hermosa como vos -dijo don Flaño sonriente y muy irónico-. Mi señora Leonor, este enclave está bajo estricto domino de la Casa de las Sombras. Por ende, solo los Abrazados, los Sirvientes o los que vayan a serlo pueden traspasar estos muros y gozar de su protección. ¿Está vuestro galante caballero don Rodrigo familiarizado con la Sangre?

- Mi señor, no he tenido tiempo de familiarizar al caballero Don Rodrigo con nuestro mundo. cosa que, sin duda me gustaría hacer. Creo firmemente que podría ser muy útil. Sin embargo , no quisiera oponerme a las normas que rigen en este lugar.Asi que me temo que poco puedo hacer a parte de declarar mi firme intención de convertir a Don Rodrigo en uno de mis más fieles seguidores. Hizo una pequeña pausa mientras miró a Don Rodrigo de arriba a abajo, sin duda sería una lástima que la privasen de la posibilidad de adquirir un nuevo sirviente, y , además de portar armadura y escudo castellanos ( cosa que facilitaba mucho las relaciones con los desconocidos) asabía luchar, o al menos eso esperaba Leonor.

-Entonces Don Flaño, decís que ya está aquí la persona con la debo reunirme.Si no es mucha molestia me gustaría encontrarme con ella, comentó educada mientras comenzaba a caminar hacia el interior del castillo, por cierto,¿Sería posible escribir desde aquí a mi padre?Sin duda agradecerá saber que hemos llegado hasta aquí sin mayores contratiempos. Eso era lo que debía decir, pero nada estaba más lejos de la realidad, su padre había dicho que no confiase en nadie y eso era precisamente lo que estaba haciendo, desconfiar. Si algo extraño pasaba, o alguien les traicionaba de aquí en adelante quería dejarle pistas a su padre sobre lo que estaba ocurriendo.

5 de agosto de 1138. Castillo de Xadraque.

Don Flaño abrió la puerta del salón de la torre menor. Dentro estaba sentada una mujer joven de clara ascendencia musulmana, con el pelo recogido y vestida de encaje andalusí negro.

Junto con el anciano Flaño entró una mujer castellana de ojos penetrantes y capucha calada.

-Os dejo a solas, señoras -dijo don Flaño retrocediendo hasta el pasillo-. Si necesitáis algo, como mandar algún correo... o cualquier otra cosa, pedídselo al paje que custodia esta puerta.

El anciano cerró tras de sí.

-Buenas noches, comentó escrutando el rostro de la otra mujer, -Soy Leonor Ramírez de Ucero, mi estimado padre, Don Álvar Fañez, me ha encomendado que comparta mi viaje hasta Toledo con vos.Espero que el camino hasta aquí os haya resultado tranquilo.

Se acercó al presentarse, pero no retiró la capucha que le cubría la cabeza y escondía parte de su rostro.-Viaja conmigo Don Nuño de Liébana, del clan de los lobos, hombre de confianza de mi padre y por lo tanto también de la mía.

  - Buenas noches, mi nombre es Amal bent Karim al- Warda. Seré su acompañante en este viaje con sumo placer. Al igual que vos, yo también gozo de compañía, me acompaña Fonseca ibn Rashid y un grupo de jinetes a su cargo. Estos hombres me han sido de gran ayuda en el camino hasta aquí por lo que gozan de mi confianza- la joven hizo una pausa y miró el rostro medio tapado de su compañera. - Bueno, ¿cuál será nuestra ruta y cuándo partiremos?

¿Y quién me ha nombrado a mi jefa de todo esto?, Bueno, tal vez sea mejor así podré demostrar a mi padre y al resto de los cainitas que soy muy digna del don que se me concedió...

- Durante el camino hemos detectado la presencia de esos perros bastardos, al referirse a los hombres-lobo un claro deje de desprecio asomó en su voz, - lo cual me hace pensar en parar solo en enclaves lo bastante grandes, aunque dudo que se atrevan a atacar a un grupo tan grande. Si salimos cerca de las vísperas podríamos incluso llegar a Alcalá, a trote, sin cansar a los caballos y sin necesidad de hacer uso de nuestro más preciado bien. Si os parece bien me gustaría escribir unas palabras y luego tal vez podríais presentarme a don Fonseca y yo haré lo propio con el caballero  Nuño.

- De eso estoy bien informada...- pensó para sí- me parece bien el plan, cuanto menos tiempo estemos merodeando por la floresta menos peligro correremos- hizo una pequeña pausa y prosiguió- Adelante, atienda sus asuntos, yo iré a buscar a Fonseca.

Leonor se dirigió al paje que custodiaba la puerta tal y como don Flaño había dicho,- necesito enviar una carta a Toledo. Ordenó de forma escueta,le dirigió una leve inclinación de cabeza a su interlocutora al volver a cruzarse con ella en su regreso al centro de la estancia. Se sentó cautelosa y pensativa, si padre había mencionado que podrían estar vigilando sus misivas lo cual le preocupaba, pero bueno, solo era cuestión de pensar un poco lo que iba a escribir.A fin de cuentas el suyo era ahora un mundo lleno de engaños, traiciones y peligros por doquier. Leonor debía aprender a valerse por si misma y estaba totalmente dispuesta a demostrarle a su padre que era una digna guardiana.

El paje entró al rato con un montón de pergamino largo y estrecho, dos tinteros, cuatro plumas y dos cuchillos. Los dejó en medio de la mesa y salió de la sala, cerrando tras de sí.

   La joven Amal se acercó a la mesa y comenzó a escribir una carta para su padre: " Querido padre, le mando esta misiva desde el castillo de Xadraque. Ya he conocido a la mujer que me esperaba. Partiremos pronto, recibirá noticias cuando llegue a Toledo. Tu amada hija."

    Tras escribir esto se lo guardó y fue en busca de Fonseca. 

Amal esempezó a escribir y, cuando terminó, abandonó la sala, dejando a solas a doña Leonor.

Después de la reunión entre las dos Guardianas, Amal buscó por el castillo a Fonseca hasta que lo encontró. Estaba cenando en la sala común junto con sus hombres y unos cuantos sirvientes de Xadraque.

Leonor tomó el pergamino y comenzó a escribir,

Querido padre,

es el día de nuestra señora de las nieves y me agrada comunicaros que me encuentro a salvo en Xadraque.

Recibí con agrado vuestra sorpresa y parece que pueda serme de gran utilidad.Me he encontrado ya con quién debía asi que nuestra comitiva partirá pronto hacia Toledo.

Espero que podamos reencontrarnos muy pronto,

con toda mi estima:

Leonor.

Lamentaba que la misiva a su padre tuviera que ser tan escueta, pero era mejor eso que dar información que su padre ya tenía y que podía caer en manos de cualquiera.

Cerró la carta con mucho esmero se recolocó las vestiduras y salió, una vez fuera de la estancia le entregó la carta sellada al paje, que llegue a don Álvar Fañez, en Toledo.  dijo de forma escueta.¿El caballero Don Nuño?... Esperó a las indicaciones del paje y se dirigió en busca de su acompañante, deseaba contrastar con él la ruta que tomarían hacia Toledo y otros detalles.

Leonor encontró a don Nuño entrenando con el joven caballero don Rodrigo. A su alrededor se había congregado todo el servicio del castillo y, a buen seguro por sus atuendos, alguna que otra joven doncella de alguna casa menor de la zona. Las mujeres se cogían entre ellas por los brazos, sonriendo y estremeciéndose ante las florituras de don Rodrigo. Los hombres, sobre todo los jóvenes, observaban con una mezcla de envidia y fascinación.

La voz cantante la llevaba el mortal, vestido solo con cuero endurecido. Don Nuño llevaba una camisola de algodón tan apretada que se le notaban los músculos al tensarse. Leonor comprendió al instante que la camisola no era pequeña, es que el que la llevaba era gigante. Don Rodrigo luchaba bien, con estocadas altas y fintas de maestro. Don Nuño abusaba de la guardia baja y sus movimientos eran más lentos que su joven contrincante... al principio. Cuanto más hinchaban las miradas de las doncellas su mortal orgullo, más descuidado era don Rodrigo, y más rápido se volvía el veterano guerrero. La trenza de la barba de don Nuño relampageaba al son de la canción del acero, haciendo retroceder al castellano, que se defendía a duras penas.

-Esto es lo que obtendrá, don Rodrigo, si deja que doña Leonor le deja ingresar en nuestra Casa -dijo don Nuño serio-. Rapidez extrema y fuerza sin fin.

Don Rodrigo repelió un rápido ataque y volvió a la carga. Con tres espadazos elegantes hizo retroceder a don Nuño y lo desarmó. Cuando el joven fue a marcar la victoria, don Nuño desapareció durante un parpadeo y apareció tras su contrincante, dislocándole un hombro y poniéndole una daga sobre el gaznate de don Rodrigo.

La mirada del joven castellano era de incomprensión. Las doncellas aplaudían, los hombres sonreían a y los jóvenes se les caía la baba.

-Doña Leonor te ofrece victoria sobre cualquier mortal -le murmuró don Nuño al oído.

Leonor no dijo nada, esperó a que acabara el combate de práctica observando los movimientos de Don Rodrigo, se estaba arriesgando mucho al ofrecerle el conocimiento de la sangre sin haberlo consultado con su padre, pero pensaba que podría hacer de él un gran sirviente. Era un caballero formado, y podría serles muy útil durante el día hasta que decidieran si era apto para fomar parte de la familia; esa era una decision que Leonor no podía tomar por su cuenta, su padre tendria la última palabra al respecto.

Al término del combate Leonor se acercó a Don Rodrigo para tenderle un pañuelo con el que secarse el sudor,-Lo habéis hecho bien, pero Don Nuño tiene razón,yo podría ofreceros mucho a cambio de vuestra compañía y lealtad.

    - Por fin le encuentro. Cuando terminéis de cenar me acompañaréis a conocer a nuestra anfitriona. Tenemos que planear el viaje.