Partida Rol por web

El viaje hacia el sub-mundo es como ver un descenso hacia el infierno. Es un mundo totalmente diferente, donde la luz es escasa y la maldad esta rondando por todos lados. Alli estaba la entrada hacia ese terrorifico lado de la ciudad, pero, debemos de arreglar esta situacion. Al llegar cerca del lugar con Kain y Agnis, me mantenia justo adelante de ella, como si la estuviera resguardando de frente, pero, lo que no me esperaba era que Agnis chocara conmigo despues de que esos maleducados le hayan lanzado palabras indecorosas, mire para atras hacia Agnis, y luego a Kain. — Ignoremoslos, no nos alteremos. — Dije con una sonrisa a Agnis, y mire seriamente a a Kain, haciendole disimuladamente una mueca, como si le dijera "dejame esto a mi." 

Al darme la vuelta y mirar con una sonrisa retorcida a los bravucones, espere a que tuvieran contacto visual conmigo, y activar los "recuerdos de mi pasado" y que se reflejara en todos ellos, para que se dispersen cual cucarachas debido a su falta de educacion ante Agnis. Activar esto no me da buen estado, pero, se lo merecen de castigo. Por esto mismo me habia posicionado adelante de estos dos... Para que sigan sin observar aquello que me atormentara por la eternidad. Asi que es mejor seguir...

Tras lo que Elías me contó empecé a seguirle. Al parecer no era más que una marioneta de ese tal Burax.
-Pues no parecía muy dispuesto a desprenderse de la espada, me sorprende que la robará para otra persona.
No tardamos en dejar atrás la cara bonita de Vectorial y llegar a los barrios de mala muerte. Y como en ellos había pervertidos fijándose demasiado en Agnis, cuando estaba a punto de ir a partirle los dientes a uno Elías me detuvo, queriendo hacerse cargo el solté un bufido y desvíe la mirada. Mientras Elías hacía lo suyo retrocedi un par de pasos hasta ponerme junto a Agnis y le puse un brazo por encima del hombro acercandola a mi.
-A partir de aquí será mejor que te mantengas más cerca nuestra.
Esos imbéciles solo eran unos bocazas cobardicas pero si más adelante nos encontrabamos a algún valiente quería estar más cerca de la inocente clérigo.
Sentí una extraña sensación parecida a la que surgió cuando peleaba contra el elfo, o más bien justo antes de que este escapara. Por lo que supe que no debía mirar a Elías, pasara lo que pasara.

Otra vez el grupo sintió aquella sensación extraña, una espécie de premonición, como si de repente todos supieran que algo muy malo estaba por ocurrir.

Tratando de no mantener contacto ocular con Elias, Agnis y Kain tan solo pudieron oír como los bravucones empezaban a gritar de horror, para poco después huir despavoridos por la calle sin mirar hacia atrás.

La calle ahora estaba completamente vacía, con excepción del grupo.

Me quedo pensativo intentando inventar algo que el tal Búrax pudiera creerse.

¿Qué te parece esto? Zordoelaram te quiere vivo. Tus habilidades en la manipulación de cuerpos y mi magia negra son claves para la construcción de un ejército de engendros. Además, necesita una última cosa para poder acabar de tejer su plan. Un amuleto que se encuentra en la Catedral  Invertida y necesita que yo se lo entregue.

Me quedo mirando al tendero para ver que opina de mi historia. No es una de las mejores, pero si tiene razón sobre la inteligencia del orc, quizás sea suficiente.

- Creo que eso será lo suficiente. Con mencionar Zordoelaran, dejará su guardia baja. - Respondió el nigromante. - Si eso no funciona, utiliza esto. - El nigromante sacó de dentro de su manto una botella de vidrio pequeña, parecía ser una especie de pócima. - Esto podrá sacarte de un apuro contra Búrax. - Belborme entregó la pócima para Threkor, para caminar de vuelta a la recepción. - Buena suerte. -

Asentí, tanto a uno como otro, bajando la mirada al suelo evitando mirar a nadie más, por precaución  en mis razones y sumando mi propio nerviosismo. Involuntariamente, sin embargo, no pude reprimir la misma sensación rara que me recorrió la piel igual que en el mercado, como un hormigueo desagradable y el presentimiento horrible de un terrible desenlace.

Agradecí el brazo de Kain sobre mis hombros y me arrime un poco más buscando el calor corporal que desprendía el pirata, con un suspiro, esperando que no hubieran más contrariedades y finalmente relajándome ahora que el frio no hería mi piel atravesando la fina túnica de la orden.

-Ustedes también. Murmuré finalmente cuando todo volvio a quedar en silencio, después que el grupo de hombres corriera alejándose presa del terror y agobiados por invisibles fantasmas. Un día le preguntaría a Elias, sobre su oscuro poder; era un tema fascinante y solo pensar que yo pudiera engrosar los libros del conocimiento de la madre indagando sobre  las habilidades de mis amigos me llenaba de orgullo de poder llamarles compañeros. Tal vez incluso los dos llegaran al nivel de los héroes y yo pudiera escribir sobre sus hazañas. Una sonrisa tonta me distrajo pensando en un posible futuro mientras disfrutaba del calorcillo que invadía mi cuerpo.  Tal vez debería invertir en una buena capa nocturna.

Nuevamente mi mente comenzaba a propagar pensamientos en mil y una direcciones, sacudí levemente la cabeza espantando planteamientos aleatorios para volver al presente.

-Ustedes también tengan cuidado por favor. Si llegase a suceder algo yo puedo esconderme pero no tomen riesgos innecesarios. Amoneste con la misma vocecilla tenue, que para nada reforzaba la seriedad de mi petición cuando se escuchaba como la voz de una niña pequeña. Aunque mi último planteamiento guardaba mucha sensatez cuando concluí.

-Apuremos el paso antes que los gritos de esos incautos atraigan a otros.

Volvía a estar de nuevo camino a las profundidades después de pasar por la tienda deTurmag, el enano cascarrabias. Esperaba que esta vez no me volviera a tocar hablarle con amabilidad y esas chorradas. Creía que con hacerlo la primera vez sería suficiente.

El camino a las entrañas de la ciudad, me pareció más corto esa vez y en lo que me pareció un momento, ya volvía a estar ante las puertas del foso de pelea donde se escondía Búrax.

Los guardias de la entrada volvieron a pararme.

Soy el nigromante. Vuelvo a ver a vuestro jefe.

La tienda "Joyas Brutas" claramente no debía recibir muchos clientes. Su interior revelava una sala pequeña y llena de polvo, con algunas estanterías en las paredes donde algunos productos - llenos de telarañas - reposaban. En el centro de la tienda, una había una mesa de madera con una vela que servía como única fuente de iluminación en la tienda. Detrás de esa mesa, un viejo enano se hallaba sentado, leyendo un libro viejo.

- Vale, ahora estoy seguro de que algún graciosillo anduvo tirando información sobre la tienda - Dijo el enano, claramente molesto - Estamos cerrados! C-E-R-R-A-D-O-S! - El enano golpeó la mesa con su libro, levantando una nube de polvo.

La arena del Foso de Fuego estaba vacía en aquel momento, aunque manchada de sangre. Los secuaces de Búrax abrieron paso para Threkor, permitiendo su entrada al camarote desde donde Búrax observaba todo. El viejo Orc sonrió al ver llegar a Threkor. - ¡Vaya, si que eres rápido! ¿Trajiste la prueba de tu misión, nigromante? -

No me moleste en mirar como huían simplemente seguí avanzando hasta llegar a la tienda a la que nos guiaba Elías y al comprobar que dentro solo había un enano me separe un poco de Agnis con esos andares tan supuestamente típicos de los piratas haciendo ruido con mis botas y mi espada a cada paso que daba observando la tienda y quitando alguna que otra telaraña.
-Tranquilo anciano, no somos clientes tenemos otros motivos para estar aquí. No te sonará de algo el nombre de Burax ¿verdad? -dije mientras observaba como si no fuera la gran cosa- Mi amigo y yo tenemos asuntos que tratar con el.

El enano puso sus ojos en blanco mientras escuchaba a Kain mencionar el submundo. Se preparaba para gruñir algo cuando escuchó el nombre de Búrax, entonces empalideció y abrió los ojos de par en par. - E-esto... Lo siento... Estais al mando del jefe... Por aqui, por favor. - Levantándose de su silla y sacándola de donde estaba, reveló una trampilla en el suelo, la cual levantó. - S-solo estaba un poco nervioso... Es que sóis el tercer grupo que baja al submundo hoy -

Paseo por delante de Búrax en actitud segura, sin dejar notar el inicio de temor que siento por si el truco no sale bien.

Cuando llegué a la tienda, estaba el tendero en ella, pero no estaba solo. Había alguien con él. Intenté esconderme para que no me viera, pero fue tarde.

Me detuve y le miré fijamente.

Se presentó como Zordoelaram y había ido a exigir los servicios del tendero. Se ve que es hábil con la manipulación de cuerpos. Al verme, me dijo que uniese mis artes nigrománticas a las habilidades del tendero. Deseaba crear un ejército de engendros y necesitaba a Belborme para crear los cuerpos y mi magia para darles vida.

Me encogí de hombros indicando que nada podía hacer.

Así que he vuelto para decírtelo. Además, le expliqué mi búsqueda de la Catedral Invertida y me dijo que hablara contigo para que me indicaras como llegar. Lo que descubra y aprenda allí le será útil.

La historia estaba explicada. Ahora solo faltaba averiguar si se la había tragado o no.

Despues de aquel acto, me habia mantenido justo como he venido en todo el viaje, tranquilo y paciente. Entramos sin ningun problema y de hecho, increiblemente, la pinta del pirata nos ha caido pero perfecto en el sub-mundo, pues se lo ha creido completamente. Me mantenia en silencio, pero, esta vez, mi semblante estaba mas oscuro. Miraba desde arriba al enano, cuando escuche lo del tercer grupo, enarque la ceja y esta vez hable de manera mas solemne y profunda. — ¿Tercer grupo? Solo deberian de ser dos. Dime quienes son y lo confirmaremos despues con Burax. Aparte de eso, no deberias tener preocupaciones. — Y esperaba viendolo fijamente a los ojos. 

- Bueno, había un grupo, el otro era uno solo. El primero que apareció hoy fue un humano todo de negro que no se le podía ver la cara, y luego aparecieron un tipo vestido de novia y un muchacho tuerto... El primero, el tipo de negro, ya a pasado por aqui tres veces. - Le respondió el viejo enano a Elias.

— Ya veo... Comprendo ahora. — Al empezar a hablar el, habia asentido mientras estaba con los ojos cerrados, analizandolo. De alli, los abro y miro de manera tenebrosa al enano, completamente serio. — Lo confirmare despues, en todo caso. Gracias por el informe, es hora de ir. Vamonos. — Dije, para no perder mas tiempo y entrar finalmente al inframundo. 

Me hizo gracia la reacción del enano, todo el mundo tiene tiene una palabra mágica y ya sabía cual era para muchos del su-mundo, me mantuve en silencio el resto del tiempo que conversaba Elías con el. ¿Que más daría cuantos han entrado antes nuestra? Evidentemente si era un líder criminal habría gente entrando y saliendo constantemente.
Espere hasta que Elías entrará y le seguí justo por detrás. Quería hablar con él sobre nuestros planes ahora y sobre la importancia de que pasarán tres grupos por el camino.

- Creo que mi trabajo termina por aquí. - Dijo Glong desde la puerta de la tienda. - Chico pirata, no te olvides de mi propina. Nos vemos por ahí. - Glong se despidió, mientras cerraba la puerta de la tienda, marchándose.

Debajo de la trampilla, existía un tramo de escaleras hechas de piedra que descendían hacia la mas perfecta oscuridad.

El enano esperó hasta que el ultimo miembro del grupo bajara, entonces cerró la trampilla, sumergiendo el grupo en la penumbra. No se podía escuchar nada allí, ni siquiera la cacofonía de las calles de Vectoria lograba alcanzar aquel túnel.

Mientras descendían, la temperatura empezaba a aumentar. No llamaban aquel sitio de submundo sin razón - ciertamente parecían estar bajando a lo más profundo de los siete infiernos.