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Tormenta Azul 2: En la oscuridad

Ambientación

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04/09/2008, 11:38
Director

En esta escena se presenta la estación espacial Tormenta Azul.

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04/09/2008, 11:38
Director

¿Qué es Tormenta Azul?

El Maestro Ingeniero Hamerdon miró por el enorme ventanal que le mostraba las estrellas cercanas. A lo lejos se distinguía el fulgor del Portal de Salto. Estaba a varios días de distancia en viaje espacial, pero los ojos biónicos de Hamerdon podían amplificar hasta 20 veces cualquier satélite, cuanto menos un enorme Portal de Salto. Una nueva nave de carga entraba en el sistema. Mientras se sentaba, descansando de una dura jornada de trabajo en la Estación, imaginaba también los protocolos de seguridad que en ese momento se sucederían. Los dos destructores situados junto al Portal se asegurarían de que el recién llegado contaba con la autorización del Emperador. De lo contrario sería destruido de inmediato. Harmerton suspiró. Tormenta Azul era para él su paraíso y su prisión. Pasarían varios años antes de que pudiera abandonar la estación y aún así nunca sería del todo libre. El gremio de Ingenieros vigilaría que los secretos de Tormenta Azul no fueran desvelados. Como también lo haría el Ojo Imperial. Hamerton conocía muchos secretos de la estación. Muchos. Y sin embargo eran una ínfima parte de los que el enorme complejo espacial ocultaba todavía.

Hacía diez años que Hamelton dirigía el compejo espacial de Tormenta Azul. Era el cuarto Maestro Ingeniero que llevaba las riendas de aquel lugar y el más joven. Había tomado el puesto como un honor y seguía pensando que valía la pena. O se obligaba a pensarlo. Los descubrimientos en Tormenta Azul eran casi diarios. Pese haber sido descubierta hacía más de veinte años todavía quedaban partes a las que no se había accedido. Los secretos de la Estación eran infinitos. Y sería maravilloso poder estudiarlos con calma. Pero aquel lugar era de todo menos un lugar tranquilo. A los problemas generados por el estado de Tormenta Azul - pese a su tecnología había estado muchos años inactiva - se tenían que sumar las continuas trifulcas entre las distintas facciones allí representadas. Desde los propios Ingenieros hasta los mismísmos inquisidores de la Iglesia tenían a alguien allí para asegurarse de que la Tecnología que ocultaba la estructura no desestabilizaba los Mundos Conocidos. Porque todos sabían que Tormenta Azul guardaba los mayores avances de la 2ª República. Si no hubiera sido por el Punto Negro... ¿Habría caído la segunda república? El Punto Negro. Que definición tan acertada.

El sonido del intercomunicador sacó a Hamelton de su ensimismamiento. Una voz femenina resonó en la habitación:

- Señor, el Inquisidor Kiros quiere hablar con usted. Dice que es referente al próximo relevo de personal que está programado para +2 días.

Hammelton pulsó el botón del intercomunicador:

- Hagalo pasar, srta. Clarisa. Gracias.

Mientras se recostaba en el sillón cerró los ojos y puso la calefacción a toda intensidad. Sabía que el sacerdote odiaba pasar calor.

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04/09/2008, 11:38
Director

¿Qué pinta la iglesia en Tormenta Azul?

Del diario del padre Kiros, Inquisidor de la Orden Ortodoxa de Rerum Machina.

Cada día que paso en esta aberración orbital me siento como si durmiese sobre una herida en la creación del Pancreator. Solo la disciplina a la que me veo sometido por jerarquía impiden que tome el primer vuelo que me saque de este amasijo de metal hediondo.

Todavía recuerdo el día de mi llegada, la extraña sensación que me embargó al ver recortarse contra el negro espacio la Estación Orbital de Tormenta Azul. Aunque he rezado pidiendo perdón por el pecado del Orgullo en ese momento no pude más que maravillarme pensando que habían sido seres humanos, pecadores, los que habían levantado de la nada la enorme estructura. No exagero cuando digo que he visto satélites más pequeños que esta enrevesada formación de túneles y cúpulas, que flota en el espacio merced de una tecnología que creo que incluso los Ingenieros no comprenden al 100%.

Siguiendo las órdenes de mis superiores intento contener mi ira y seguir de cerca los nuevos descubrimientos de la Orden de Ingenieros. Gracias al Pancreator el Emperador atinó al pensar que el impacto de los descubrimientos que se realizan en este lugar podría desestabilizar el equilibrio de los Mundos Conocidos y es por ello que pocas de las cosas que he visto - y condenado - no saldrán del interior de esta estación. Sin embargo creo que ni la promesa de la condenación eterna hará que el Emperador reniegue de esta Estación y cierre nuevamente el Portal. Los avances conseguidos para sus tropas son muchos e importantes. De cualquier modo aunque el Emperador sellase el Portal no dudo que el gremio de Aurigas o el de Ingenieros pronto se las arreglarían para reabrir el sistema. Y sin el control del Emperador creo que las cosas podrían ser peores.
En el próximo convoy espero que llegue mi nuevo secretario. La pérdida de Mihos ha sido dolorosa. Espero que el Pancreator lo acoja en su seno, pues demostró gran valor cuando aquello estuvo a punto de arrastrarnos todos a la perdición. Pese a los análisis del Maestro Hamerdon sigo pensando que el Punto Negro ha crecido levemente. Según todos los informes lleva estancado dos años, pero noto algo en el ambiente... Una sensación de maldad creciente. Espero que sean meras aprensiones.
Rezo cada noche para cumplir mi cometido y poder salir de esta Estación. Añoro la visión del hielo de mi planeta natal. Si al menos no hiciese tanto calor en esta maldita estructura...

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04/09/2008, 11:39
Director

Acceso restringido al sector Archios

El general Giovari miraba fijamente el Portal de Salto. Existían destinos peores, estaba de acuerdo, pero aquel era de los malos. Casi preferiría volver a la frontera Kurgana a lidiar con los invasores bárbaros. Al menos así podría dar órdenes. Desechando su malhumor revisó por enésima vez la consola de datos. Hasta dentro de dos días no se esperaba un nuevo convoy. Dos días de aburrimiento en el Destructor Galaica. Dos días jugando al Pakaz con el teniente Robrin. Dos días revisando viejos documentos y pensando en la familia que lo esperaba en Ligaheim. Tan lejos y tan cerca.

El trabajo era sencillo, casi insultante. Solo aquellas naves que contaban con el permiso del Emperador podían entrar en Archios. Las demás debían detenerse junto al Portal y realizar el salto activo de vuelta inmediatamente o en caso de no poder por motivos técnicos esperar a que el Portal se reactivase. Cualquier intento de acercarse a Tormenta Azul sin permiso estaba castigado con Código 6. Destrucción inmediata. Giovari recordaba un caso en el que se aplicó el Código 6, hacía casi un año. Una nave que decía pertenecer a un marqués de los Hazat. No hubo clemencia. No obedeció el alto y los cazas se lanzaron sobre ella como buitres hambrientos. Doce minutos después era chatarra espacial. Giovari nunca supo si la tripulación era realmente Hazat. Cubrió un informe rutinario y nadie le dió más detalles. Ni enhorabuenas ni castigos. Simplemente se aplicaron las órdenes.

Fue la única vez que Giovari tuvo siquiera que amenazar a una nave. En los informes constaban algunos intentos de acercamiento al principio de la apertura del sistema, pero la destrucción de cuatro naves - cinco si contamos con la de los Hazat - había disuadido a los curiosos de probar el sistema de seguridad. Kemlos, uno de los aurigas de los cazas, comentaba que su gremio tenía contadas las llaves que conducían a este sector. El propio Giovari tenía la suya a buen recaudo. Sus órdenes también eran claras a este nivel: antes de que cayesen en manos de desconocidos era preferible su destrucción. Y mejor sería que diera su propia vida por defender la llave. Hay peores destinos que vigilar un aburrido Portal de Salto.

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04/09/2008, 11:40
Director

¿Que saben en los Mundos Conocidos de Tormenta Azul?

Las palabras del viejo contrabandista espacial todavía resonaban en la cabeza de Mikos.

-¿Tormenta Azul? Chico, su solo nombre causa ruina. Conocí a un par de valientes que intentaron tan solo hacerse con las coordenadas del Portal de Salto. Ahora deben vagar en pelotas por las llanuras de Banocknhurn. No. No quiero saber nada de ese sitio. ¿Quién te ha dicho que me preguntaras? Que los krakens del espacio devoren a ese imbecil de Yamor. No sabe de lo que habla. Sí, yo piloté hace años una nave de carga hasta Tormenta Azul. No, no tenía las coordenadas de salto. Que me aspen si el Gremio de Aurigas las van dando por ahí. Había una epidemia y faltaban pilotos, así que enviaron conmigo a un Ingeniero. No me dejaron ni mirar la consola. Yo pilotaba antes y después del Salto. Ni de coña iría allí sin permiso. Hay destructores ¿entiendes? En plural. Y cazas. Tantos como si allí mismo tuviera su casa de verano el puto Alexius. No. No es para ir sin invitación. ¿Qué hay dentro? Joder. Lo primero que impresiona es lo que hay fuera. Su tamaño. Nunca has visto un satélite artificial tan grande. Es como un laberinto de túneles de metal y cristal enlazados por enormes bolas del tamaño de pequeñas ciudades. Y más armamento. Como si no llegasen los destructores. Amigo, allí las órdenes son claras. Cada nave es identificada en cuanto entra en el sistema y si se desvía un ápice, aunque sea por accidente, le dan un aviso. El segundo aviso viene en forma de descarga blaster. Yo aterricé donde me mandaron. Chico bueno. Estuve en el muelle poco más de dos horas. Tenían ogros haciendo la descarga. Sí, has oído bien. Autómatas enormes. ¿La Iglesia? Había un eclesiástico pululando por allí. No parecía complacido por la visión de los robots pero tampoco vi que dijera nada. Ni idea. Ya sabes como es la Iglesia. Por un lado da y por otro quita. Me sentí aliviado cuando pude despegar y volver a Ligaheim. Pagaron bien, sin duda. Pero curiosamente el Ojo Imperial me pidió que llevase un mensaje al otro lado de la Galaxia. Estuve dos años saltando lejos de Tormenta Azul. ¿Casualidad? No sé, dile tú que no a un encargo del Ojo Imperial. He oído historias de gente que ha saltado allí y regresado sin permiso. No me las creo. No sé que hay en Tormenta Azul, pero debe ser algo grande.