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Tormenta Azul 2: En la oscuridad

Epílogo

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22/12/2010, 20:56
Director

Sector Tormenta Azul. En la órbita de Limbo.

Todo empezó con las palabras de un sacerdote amalteano silenciadas por el ruido de una turbina. De repente, en la punta del arma conocida como Castigo Imperial, se iluminó un punto de luz azulada. La energía de la nave, conducida por relés de tecnología largo tiempo olvidados, se iba acumulando en este pequeño fragmento de realidad. La estática de la nave hacía que el cuerpo de sus ocupantes emitiese chispas. Al día siguiente lo recordarían con un terrible dolor de cabeza.

Y de pronto, como una supernova, el rayo se desplegó ante los ojos de los tripulantes de la Gilgamesh. Los prisioneros, en sus habitaciones, vieron la ráfaga de luz casi divina que caía, como su nombre indicaba, como un Castigo Imperial sobre una zona del planeta. La franja de energía se iba acrecentando hasta ocupar un espacio imposible. Atravesó la atmósfera provocando tormentas. E impactó en la tierra arrasando literalmente el lugar indicado. Un área concreta de veinte kilómetros cuadrados que fue extirpada con la precisión de un cirujano. Los árboles ardieron, la roca se derritió, las pirámides de piedra desaparecieron como si simplemente jamás hubieran estado allí. Durante decadas, quizas centurias, nada crecería en aquel área marcada... ese era el precio de desafiar a los Mundos Conocidos.

Al acabar el espectáculo de destrucción, realmente breve, los tres aventureros supervivientes tuvieron todavía un recuerdo de aquella dimensión maléfica que había quedado al otro lado. Aunque curiosamente no sintieron un alivio completo pese a la total destrucción.

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22/12/2010, 21:03
Director

A varios sectores de distancia. Malignatus. Ducado del Alba. Tres días después.

Se celebró la victoria sobre los Sin Nombre de forma frugal. El Duque Blanco reclutó nuevamente a su ejército y recorrió aldea por aldea, ciudad por ciudad, ejecutando a cualquier sospechoso de pertenecer a la facción maldita. Muchos vecinos aprovecharon la ocasión para librarse de sus enemigos y así murieron muchos inocentes, pero el terror que se sembró fue tal que décadas más tarde los Sin Nombre sólo serían recordados como una leyenda.

Vincent y Elgast fueron agasajados como invitados de honor. Mientras el Duque conducía su violenta purga su hijo, Drim el Albino, regía el ducado y preparaba la marcha de ambos hombres. Del viejo consejero, Paulus Kreezar, no volvió a saberse nada. Había desparecido la misma noche en la que Vincent huyera del palacio y nadie supo jamás de su paradero. ¿Qué tenía que ver con los atentados sobre el joven carroñero? ¿Qué otros secretos guardaba aquel avieso mastín de la religión?

Semanas más tarde una nave comercial emprendió su ruta hacia Bizantium Secundus llevándose consigo a los dos héroes de la batalla por la Cumbre Ventosa. En ese intervalo ninguno de los dos había dejado de preguntarse sobre la suerte de sus compañeros y de la propia Tormenta Azul. ¿Cómo habría acabado aquello? ¿Habrían logrado detener la invasión desde el Otro Lado? Todo apuntaba a que sí pero, sin saberlo y al igual que sus propios compañeros a miles de años luz de distancia, tanto Elgast como Vincent no pudieron evitar una sensación de desazón...

 

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22/12/2010, 21:09
Director

Seis meses estelares más tarde.

Los supervivientes del equipo de Tormenta Azul se reencontraron en Bizantium Secundus. El propio Emperador Alexus ordenó un día de fiesta y la salvación de los Mundos Conocidos de unas fuerzas siniestras de otra dimensión fue celebrada con alegría. Los héroes, por supuesto, fueron recibidos en audiencia por el propio Alexus, a quien contaron todo lo sucedido. Se lloró por los muertos y los desaparecidos, se maldijo a los traidores y finalmente todo fue recogido como otra hazaña más de la Humanidad por sobrevivir en las Estrellas. La Iglesia dijo que el Pancreator había guiado a la victoria y cada iglesia santificó a sus mártires, los tecnócratas que la ciencia había regido los acontecimientos.

Un año más tarde la hazaña quedaría en el imaginario universal y muchos dirían que había sido una treta de Alexus para mantener entretenido al pueblo.

Pero en otro sitio el resultado final tuvo consecuencias más palpables. La Estación de Tormenta Azul se estaba quedando sin energía. Los estudios preliminares constataban que aquella enorme estación recibía gran parte de su energía de la Zona Oscura. Al haber destruido el nexo con la otra dimensión esta energía menguo hasta obligar a ir desactivando zonas de la estación. Finalmente más del 80% de la estructura tuvo que ser evacuado y sus soportes vitales mínimos desactivados. Tormenta Azul llegaba a su ocaso pocos años después de haber sido descubierta.

Se buscaron soluciones alternativas, por supuesto, pero lo que no pudieron resolver los científicos de la Segunda República difícilmente lo resolverían los actuales habitantes de los Mundos Conocidos. Los Soles se apagaban y, junto con ellos, Tormenta Azul.

Finalmente sólo un pequeño baluarte quedó en funcionamiento, un área equivalente a poco más de dos sectores de los quinientos con los que contaba la estación, que era mantenida por una veintena de científicos y soldados en constante amenaza de evacuación. El resto de la estación se convirtió en un cementerio espacial lleno de secretos que los científicos de aquel pequeño bastión esperaban descifrar algún día...

Y un día, finalmente, se perdió la última señal de la base espacial. El último carguero que había acudido para hacer el reemplazo de personal mensual simplemente no regresó. Todas las alarmas se dispararon y hubo quien aconsejó sellar aquel Portal de Salto que tantas desgracias había estado a punto de traer a la humanidad y olvidarse de todo aquello.

Pero el Emperador se resistía a perder aquel bastión de conocimiento moribundo. Antes de cerrar definitivamente el Portal de Salto una última expedición de rescate intentaría averiguar que había pasado con los últimos supervivientes de Tormenta Azul...