La distancia no es tan alta como me esperaba- piensa Magneus- aún así no es bueno que nos precipitemos.
Escuadra, buscad algo que pueda servirnos para descender- grita Magneus, a lo que sus soldados se disponen a investigar por el lugar.
La tropa de pielesverdes se acerca con cuidado al borde de la vitrina, observando todo a su alrededor, la maravillosa vista que ofrece la posición elevada les agrada, no saben porque, ni siquiera sabían que algo les agradaría. Por desgracia, Kor llega a distinguir entre todo el desorden del cuarto, unas virutas verdes muy finas en el suelo, que parecían hebras.
-Césped- piensa, emocionado, comienza a respirar bruscamente, para luego saltar desde la cornisa salta al vacio, directo a estrellarse contra el suelo en busca de su obsesión.
Nagash asoma la cabeza por la vitrina para ver la caida del líder orco. Espera a oir sus quejas para decidir cómo salir de allí.
no es el lider orco, es uno de los peones.
Estoy teniendo unos problemas con el tablero, pero bueno. A ver cuando los soluciono.
Vale, vale, entendido.. pero es que nagash os ve a todos verdes y iguales y cómo sus pupilas están algo desafinadas tras lo que sería el traspaso y posterior resucitamiento algunas cosas aún no las ha asumido.
Kor ha calculado mal. Sí, muy mal, la verdad, porque resulta que lo que había debajo de la vitrina era la mesa... y ha caído en el cestito del dinero de Max.
Por fin, solucionado. Para las medidas, el lado de la cuadrícula son 2 cm, como el de una peana.
La tropa observó detenidamente la trayectoria del orco. Se asomaron la abertura que dejaba el cristal y lo vieron introducirse en una cesta de un material amarillento.
Car gritó:
-¡Kor!... ¡¿Estás bien?!
¿Está bien?
La caído había sido dura. A decir verdad, Magneus dudaba de que se levantase. Sin embargo, era mejor esperar a ver si se levantaba el orko. Tal vez saltar fuese la única posibilidad para salir de allí.
Kor no está nada bien; todo lo contrario: ¡No hay cesped! Es bochornoso.
Pero está íntegro, eso sí.
-¡Eztoi rodeado de cozaz de metal!- grita desde su posición el orco.
¿Algo más aparte de eso?- pregunta Magneus- investiga un poco... Al fin y al cabo, no hay que ser muy listo para darse cuenta que estas rodeado de metal allí abajo
-Tenemos que bajar- sentencia el chamán orco, para luego volver a sentarse con las piernas cruzadas y entrar de nuevo en un aparente trance.
Lo que ve Kor es todo lo que hay en la mesa.
Una goma de borrar enorme, pintada a boli, se mueve entre las sombras. Ante todos, y para todos, se trata de Sniktch, el mayor asesino entre los skavens. Tal vez por eso halla despertado con tantos otros warhammer, aunque sólo sea porque los demás warhammers le consideran uno de los suyos.
La raíz de todo esto viene de las partidas en que los warhammer eran insuficientes y Max debía improvisar. Dibujó en la goma algo parecido a un hombre-rata, y en eso quedó.
De acuerdo con su personalidad, consideró una ventaja que nadie se fijara en él, y se escabulló entre las sombras. Sin embargo, ahora se ve obligado a revelarse.
No creeréis que todos vais a resistir esa caída. Sí, ya lo sé, "El Dios Emperador nos protegerá", "Nagash no iba a ser menos" y "Tendremoz que zubirle". Pero... por la Rata Cornuda, recuerdo una forma más difícil, pero también más segura, de bajar.
¿Y como es eso? - pregunta Magneus- y habla rápido, o la furia del Dios emperador caerá sobre ti.
-Car sabe como-dijo de repente Car, levantando la mano para que le vieran- Muy fácil, rompemos a esa goma en pedazos y la tiramos por la mesa, así cuando caigamos sobre ella no nos haremos daño...
No había acabado de hablar cuando el garrote del chamán caía violentamente sobre él.
-Continúa- dijo el chamán. Car se daba un masaje en donde el garrote había golpeado su cabeza.
Nagash, señor de los no-muertos agarraría esa rata immunda del gaznate y la usaría de cojín... maldito asesino de miga de pan. Así venga la rata cornuda y le arranque los bigotes de famélico explorador de subsuelos.
Tras los oscuros pensamientos del terrible nigromante, su aspecto muestra una afable (?) sonrisa a la espera de la resolución de Sniktch.
Ante las palabras del chamán otro pensamiento cruza su cerebro momificado.
Este tipo me empieza a caer bien...
Allí, al otro lado de esta pared de madera, hay una plataforma llena de objetos de propiedad del Coloso... de Max. Tras ese estante hay muchos otros objetos colgados de un cable, por los cuales se puede avanzar, uno a uno, hasta llegar al castillo. Sí, no me digáis que no os acordáis del castillo. De cuando los nobles imperiales dormían inquietos en sus entrañas, sabiendo que pronto surgirían las huestes skaven de cada alcantarilla, de cada pozo, de cada mina, de cada fosa... portadores de su enfermedad, de su miedo... de su muerte... Sniktch aspira el aire, ensimismado, buscando el hedor familiar de la podredumbre, sin encontrarlo.
A ver si consigo colgar fotos pronto.