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Tras las lomas

Capítulo 3 - La cueva de la serpiente

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19/09/2014, 10:49
Director

Entraron nuestros cinco héroes en la gruta con paso firme, arma en mano, y ojo avizor. Sin lugar a dudas, no era el lugar como esperaban (salvo Gortnus, cuyos ojos ya lo habían inspeccionado con anterioridad), pues era esta estancia un lugar mucho más acogedor que la anterior. Su suelo era liso, y en él podían verse pieles de animales extendidas. Iluminábase la estancia con la luz de varios candiles estratégicamente dispuestos, y al fondo podía verse una cascada subterránea, que caía sobre un estanque que ocupaba por completo la mitad de la sala más alejada del lugar desde el que el grupo había accedido a la misma.
Nada más entrar los cinco visitantes, un sonido de roca deslizándose se oyó a sus espaldas, y vieron todos como la entrada que acababan de traspasar quedaba rápidamente bloqueada, sin que ninguno tuviese tiempo de alcanzar dicha entrada. Como si de una burla se tratara, comprobaron con gran exasperación cómo el número de barreras que se interponían entre ellos y el exterior aumentaba.

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19/09/2014, 10:55
Hombre con cuernos

Fue entonces cuando el sonido de una voz sobresaltó a todos los presentes. Se volvieron hacia el lugar del que procedía tal sonido, para ver a un hombre peludo, en cuya cabeza asomaban unos cuernos, y que vestía tan sólo con una prenda de ropa que le cubría las partes pudendas. Dirían el sabio confundido que era aquella bestia un sátiro, mas no lo era, ya que sus piernas eran humanas, pese al vello.

- Vaya vaya, ¡qué tenemos aquí! - rugió el cornudo - Una banda de humanos... y un enano. - dijo, bajando la mirada - Hacía tiempo que la vista no me regalaba una imagen tan colorida.

Sonreía, mirando al grupo con gran interés, y estaba claro que no temía en modo alguno sus armas.

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19/09/2014, 11:41
Fizban

Al entrar en aquella sala Fizban se quedo ensimismado, pensaba que estaba soñando. Pero una voz grave le despertó de su ensimismamiento. - Me parece que nos hemos metido en un lío - Pensó en voz baja.

Creo que por aquí no está en baño. - Dijo el mago con tono tembloroso y mirando para todos lados.

Por si acaso al hombre peludo no le sentaban bien las visitas, sacó su daga y la escondió en la espalda para que el cornudo no pudiera verla (no valla a ser que se vea amenazado y se ponga agresivo) y se preparó para cualquier ataque ofensivo.

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19/09/2014, 13:07
Cassim

El salto que dio Cassim al escuchar la atronadora voz de aquel hombre con cuernos fue cuanto menos llamativo. De hecho, muy a su pesar, terminó cayendo encima de Harpálice, daga curva en mano y mirando hacia todos lados, como si esperase lo peor de aquella cueva que parecía cada vez más poblada. Se desenvolvió rapidamente de la mujer-loba y medio agachado su expresión cambió a desesperada, torciéndose su bigote en una mueca diagonal, al comprobar que la única salida posible se cerraba como la losa de una tumba enana. ¡Clac!

— Viamos a morir aquí, amigo. — susurró a Fizban, que ahora estaba junto a él.

Ya llevaban demasiado tiempo encerrados como ratas y el visirtaní necesitaba aire fresco. La gruta le recordaba aquella en la que había sido quemado por su propio hermano traidor, Alí, y eso le ponía excesivamente tenso ¿Qué era aquella criatura? ¿Una cabra que hablaba? El mundo se había vuelto demasiado loco para un ladrón con aspiraciones a jefe de estado.

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19/09/2014, 15:43
Gortnus

Una maldición estaba a punto de salir de la boca del enano cuando una grave voz lo interrumpió. Su rostro se giró hacia el origen del sonido con una mezcla de sorpresa e indignación. Por muchos cuernos que tenga uno, no se puede dejar a un enano con un improperio en la boca. Pero dadas las circunstancias, el enano escupió al suelo hacia un lado en lugar de desatar su enfado contra su inesperado anfitrión.

También hizo un esfuerzo por ignorar las incoherencias de Fizban y los pesimistas augurios de Cassim. "Así no hay quien trate de dialogar un poco..." Pensó tragándose una vez más su mal humor, aunque en su rostro podía adivinarse los procesos mentales internos del comerciante. -Me alegra ver que te hayamos librado de tu monotonía.- Le dice con una fingida cortesía. -Pero, ¿podríamos saber a quién tenemos el gusto de complacer?- Continúa hablando hacia el hombre cornudo con un tono que no oculta demasiado bien la tensión a la que está sometida el enano en este momento. La mirada de Gortnus era más dura que la piedra que les rodeaba y en ningún momento bajaría su hacha hasta saber las intenciones de la extraña criatura que los había recibido.

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20/09/2014, 10:01
Harpálice

¡Oh, mierda!

Un encuentro con un desconocido era lo menos que esperaba Harpálice en aquellos momentos. Aunque era joven, sabía perfectamente cuáles eran sus puntos fuertes y, parlotear para llevara buen puerto una situación como esa no era uno de ellos. Se limitó a adoptar una posición menos agresiva, pues había entado en la sala como un gato erizado. Aún así se mantuvo alerta, sobre todo al ver cómo la puerta se cerraba tras ellos.

¡Brujería! 

Bajó la lanza y dejó que el enano, más ducho en charlatanería propia de un comerciante, llevara la voz cantante. Mientras tanto observaba extrañada al hombre con cuernos. Definitivamente parecía una de esas bestias fantásticas que su hermana le describía.

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20/09/2014, 12:58
Director

Sonrió el hombre con cuernos, paseando en torno a nuestros héroes al tiempo que los examinaba con gran curiosidad. Sólo el enano se había dignado a dirigirse a él directamente, mientras los demás barruntaban sus desgracias viéndose ya muertos. ¡Ah, la bravura! Siempre desaparece en los momentos más difíciles, y cuesta encontrarla de nuevo.

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20/09/2014, 13:00
Hombre con cuernos

- ¿Con quién habláis? - replicó el hombre con cuernos, como si la pregunta le divirtiera - No sabría deciros, realmente. - rió - Ella me llama Hombre, y tal nombre he adoptado por la fuerza de la costumbre.

Se detuvo muy cerca del enano, clavándole una mirada brillante que destilaba una inteligencia poco probable en una criatura como aquella.

- Pero por favor, mis huéspedes. ¡Sentaos! - pidió, haciendo un gesto con la diestra, con el cual señaló las pieles que reposaban en el suelo, donde seis vasos de plata esperaban, junto con una jarra que presumiblemente había de contener algún tipo de bebida.

Aunque el hombre cabra les despertaba cierto recelo, lo cierto es que estaban sedientos después de tantas horas allí atrapados, y las pieles parecían bastante mullidas.

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21/09/2014, 11:50
Cassim

¿Plata? ¿Algo para beber? ¡Por todas las lunas! Aquello parecía un burdel barato de los que tanto gustaban en occidente. Pero si de algo sabía Cassim era de no ofender a los hombres de buena voluntad. Hombres o lo que fuera aquello, por mucho que se denominase a sí mismo así. En Visirtán era de obligado cumplimiento sentarse cuando te lo decía un anciano, beber cuando te lo ofrecían y hablar cuando te daban permiso. 

El ladronzuelo empujó a Gortnus hacia delante:

— Viamos, Gortny. Bieber y sentiarse. Tú no querer ofender al Hombre este ¿no? ¡Aliegría!

Él mismo, agazapado, y aún con la jambiya plateada en la mano, se acercó a olisquear la jarra a ver que bebida contenía. De todos es sabido que aquel tipo delgado y huesudo no bebía alcohol, pero lo que trataba de averiguar era si la olía a plata de la buena o no. Porque si era buena ya estaba maquinando cómo meterla en su zurrón. Sin dejar de poner la mirada sobre el cabrito, se quitó las babuchas y se sentó sobre la piel haciéndole un gesto a Harpálice para que se pusiese a su lado. Era bueno tener a alguien fuerte y grande cerca si las cosas se ponían un poco más feas.

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21/09/2014, 19:20
Harpálice

- ¿Huéspedes?- Preguntó Harpálice con el ceño fruncido. Más bien le parecía que estaban encerrados allí contra su voluntad y a merced de su anfitrión.- ¿Y quien es Ella? ¿Tú también estás encerrado aquí? ¡Como pille a esa harpía me las va a pagar!- Ese extraño hombre debía ser su juguete. Harpálice se sentó junto a Cassim. No podía evitar proteger a quien ella consideraba el sexo débil pues así se lo habían inculcado desde pequeña. Dejó la lanza a su vera y colgó el escudo a su espalda. Por supuesto no iba a ser tan tonta de desprenderse de sus fieles hachas d emano, que llevaba tanto en la pierna como oculta bajo su capa. Harpálice tomó la jarra y se sirvió en uno de los vasos parte de su contenido. Recelosa tomó un sorbo, pequeñito. En su comunidad se consideraba un tremendo deshonor atacar a aquellos que habían comido o bebido de tu mesa. 

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22/09/2014, 01:49
Gortnus

La dura mirada de Gortnus pronto se suavizó en una expresión que mezclaba cierta sorpresa con algo de inquietud e incluso un poco de confusión. El enano enderezó su postura y bajó ligeramente su hacha mientras su cerebro trabajaba para ofrecer una elaborada respuesta. Pero enseguida su proceso mental se vio interrumpido por los apresurados empujones de su compañero visirtaní. -Ya voy, ya voy...- Gruñó al ver que también la guerrera se disponía a tomar asiento.

El comerciante, no sin mostrar cierto recelo, tomó asiento donde el Hombre les indicó. Se sirvió algo del brebaje que contenía la jarra en la copa que tenía delante suya. -A tu salud.- Levantó la copa hacia el cornudo hombre en señal de agradecimiento y, sin dejar de observarlo, dio un pequeño pero lento sorbo que apenas mojaron sus labios. Todavía no se fiaba lo suficiente como para beber sin precaución alguna. Saboreó con cuidado el líquido y dejó la copa de nuevo donde estaba. -Bien, hemos aceptado tu hospitalidad. Y no podía ser mejor momento, no te voy a engañar.- Comenzó a hablar el enano con un tono de voz algo más amigable. Puede que fuese el poder sentarse sobre una superficie más cómoda que la fría piedra o refrescar un poco el gaznate por exiguo que fuese el trago. -Mi nombre es Gortnus y soy un mercader.- Se presentó finalmente, respetando las normas de conducta. Aquel ser, por extraño que fuese, se había presentado de buena gana e incluso les había ofrecido un refrigerio. Por lo que lo mínimo era responder con cortesía. -Y ahora que ya nos conocemos, ¿podrías explicarnos en qué lugar estamos?- Acierta a preguntar sin dar más rodeos. Normalmente Gortnus se recrea en conversaciones en las que puede disfrutar de un buen regateo o en las que cuenta alguna de sus extraordinarias aventuras. Pero, por desgracia, la situación en las que estaba no se ajustaba a ninguno de estos requisitos. Por lo que no tuvo reparo alguno en ir al grano del asunto. Por la cabeza del enano se formaba un gran interrogante que lo inquietaba sobremanera sobre este lugar. Pero, siendo sinceros, ¿a quién no le parecería curioso una sala tallada en piedra oculta bajo tierra y custodiada por un hombre con cuernos? 

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22/09/2014, 20:23
Fizban

Fizban no se fiaba mucho del hombre con cuernos, pero al ver sus compañeros sentarse y aceptar su ofrecimientos hizo lo propio y se sentó al lado de Gortnus a la espera de ver que podría ofrecernos el extraño hombre.

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23/09/2014, 00:58
Director

Se sentaron nuestros héroes en las pieles que el tal Hombre les ofrecía, unos más a regañadientes que otros. Sirviéndose de la jarra de plata en los vasos, comenzaron a beber lentos sorbos del brebaje que ésta contenía. Sin duda la idea de que aquella criatura satiresca no les habría sacado de su encierro sólo para envenenarles (¡qué poco sabían nuestros jóvenes héroes de las tortuosas maldades que pueden verse en el mundo) bebieron confiados. Incluso Cassim, que al principio sólo olisqueó el mejunje (pues en el lejano Visirtán, beber alcohol es un pecado más que mortal) se dejó llevar por la sed al comprobar que aquel brebaje no era vino.

Por suerte para nuestros amigos, aquella criatura no deseaba envenenarles (al menos no de momento), y pronto sintieron un intenso calor recorriéndoles el cuerpo. Tosieron algunos por la fuerza de aquella bebida, que al inicio les supo dulce, como a miel, y luego intensa como a fuego. Pero cuando la sensación se disipó, sintieron todos los que habían bebido cómo su cuerpo se reconfortaba con un calor desconocido. Las energías les volvían poco a poco, e incluso las heridas les dolían menos. Claro estaba que aquella criatura, que algo ofrecía, algo había de buscar...

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23/09/2014, 01:04
Hombre con cuernos

A todo esto, nuestro Hombre con cuernos se sentó junto a los demás, ocupando una de las mullidas pieles, y sirviéndose, el último eso sí, en uno de los vasos de plata.

- Ah, preguntas, preguntas. - sonrió - Ya había olvidado el ímpetu juvenil que a uno le apremia, cuando su cuerpo aún responde sin titubeos a las órdenes del espíritu. - miró en primer lugar al enano - Este lugar es el hogar de una criatura muy antigua, con poder sobre las aguas, tanto, que con sólo su ayuda ha excavado esta estancia. - señaló en derredor con los brazos - Y muchas otras, pues, bajo nosotros, se extiende su hogar. Su ciencia no es como la vuestra, enano, sino más antigua, menos basada en el tesón, y más en la sabiduría del espíritu.

Miró entonces a Harpálice.

- Y sí, la criatura de la que hablo es la Arpía que mencionas, con la que tanto ansías encontrarte, guerrera, y contra la que nada podrías hacer. - sonrió - No dudo de tu voluntad, mas su poder supera con creces tu fuerza... la de todos vosotros juntos, incluso.

Una breve pausa precedió a la mirada que echó a Fizban a continuación.

- Por fortuna, esta criatura con aspecto de mujer tiene también apetitos... de mujer. Tales apetitos fueron mi perdición hace ya tanto tiempo que ni lo recuerdo, mas ahora han venido a brindarme una oportunidad. Y es que la voluntad de este mago, y vuestra cabezonería al acudir a socorrerle cuando ya sólo podía esperarle la muerte, me han brindado una ocasión de romper mis cadenas. - paseó entonces la mirada en torno al grupo - Vosotros me brindáis tal ocasión, desde luego. El yugo que Ella ha impuesto sobre mi es demasiado fuerte como para que yo pueda empuñar la daga que le de muerte, pero sobre vosotros no pesa hechizo alguno, pues Ella esperaba veros morir de inanición ahí dentro.

Se detuvo un instante, mirando en derredor, por si alguien tenía algo que decir.

Notas de juego

Todos recuperáis 1 punto de golpe y os sentís descansados, recuperando también los usos de aptitudes especiales y un conjuro (Fizban) memorizado.

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23/09/2014, 12:19
Harpálice

A Harpálice no le gustaba que pusieran en evidencia su debilidad. Frunció el ceño mientras daba otro trago a aquella reconfortante bebida.

Nos subestima. Ya la hemos visto sangrar...

Pensaba la salvaje mujer, sobreestimándose, como si lo de quedarse encerrados no hubiese pasado. Su ímpetu solía jugarle malas pasadas y ahora, más descansada, veía su error. Su arrogancia sólo la llevaría a cometer errores. Así que cerró el pico y se limitó a escuchar. 

Apetitos de mujer...

¿Les estaba diciendo que la Arpía quería tomar para sí a Fizban? No dejaba de ser gracioso. Se había cansad del hombre con cuernos. Una hembra no estaba hecha para un sólo macho, pro mucho que los hombres se empeñaran en ello.

- Juguemos entonces con esa ventaja. Que piense que estamos muriéndonos donde Ella nos ha encerrado. Hablas de que es demasiado poderosa para nosotros, pero a la vez, nos incitas a liberarte de tu yugo acabando con ella. Es hora de que vayas al grano y nos digas si sabes algo que pueda ayudarnos para lograr ese fin.- Si el Hombre había compartido largo tiempo con la Arpía, puede que conociese su punto débil. Siempre había un punto débil.

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23/09/2014, 12:51
Fizban

Al dirigirse el hombre cabra a Fizban, se sonrojo pensando que una mujer (pensando en la que había visto en el reflejo del agua) se había fijado en él de esa manera. Luego le vino a la cabeza la imagen de la mujer transformada en ese horripilante monstruo y un escalofrío recorrió su cuerpo. - Será mejor que me distraiga con otra cosa o me volveré loco - Y se puso a memorizar el primer conjuro que apareció cuando abrió su libro de conjuros.

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23/09/2014, 17:39
Cassim

El delgaducho ladrón se levantó como con un resorte, cuchillo en mano. No era un ataque, era tan sólo predisposición. Cada vez le agobiaba más encontrarse encerrado en aquella cueva así que las miradas constantes a Fizban mientras el cornudo hablaba indicaban que estaría más que dispuesto a entregarle si fuera necesario. Al fin y al cabo era un trato justo. Cuatro por uno.

Apoyándose en la pared y con el regusto entre amargo y dulce del brebaje de su anfitrión, sonrió de tal modo que su mueca se transformó en una alargada cicatriz bajo su bigote.

— Si hay qui cliavar una daga a esa hembra, yo hago. Nuistro mago puide hacer di ciebo. — y puso sus pupilas candentes sobre el hechicero, que ocultaba su rostro bajo el sombrero y sus papeles.

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24/09/2014, 10:35
Hombre con cuernos

Rió el Hombre, divertido ante la ocurrencia de Cassim, pero negó con la cabeza, y luego miró a Harpálice.

- No será necesario cebo alguno, pues Ella duerme ahora. - dijo - Ese es el motivo por el que he esperado tanto tiempo para sacaros de la otra estancia, y el motivo por el que tenéis una oportunidad, mis jóvenes y nuevos amigos.

Introdujo entonces una mano en las pieles que portaba, y de ellas extrajo una daga, cuya hoja se curvaba en un sinuoso zig-zag, rematada en una cabeza de serpiente que servía a modo de empuñadura. Se la tendió a Cassim.

- Esta daga ha de acabar con la bestia, y abrirnos las puertas de la libertad. Ya que te has ofrecido voluntario, será adecuado que te ocupes tú de portarla. Ese puñal es nuestra única esperanza, así que guardadlo como a vuestra vida.

Después, volvió su mirada a los valientes héroes a quienes confiaba su fuga de aquella prisión de roca.

- No disponemos de mucho tiempo. Habréis de ser cautelosos, pues la criatura tiene guardianes, serpientes y otros seres que la vigilan en su descanso, y aún dormida posee cierto poder sobre las aguas.

Se puso en pie.

- Liberadme, y os colmaré de tesoros. Fracasad, y todos nos pudriremos en esta cueva durante siglos y siglos.

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24/09/2014, 10:45
Director

Notas de juego

El que se quede la daga (a priori Cassim) que se la anote en su equipo ;).

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24/09/2014, 12:24
Harpálice

Harpálice ni se inmutó cuando el Hombre tendió la daga. Ella no iba a apuñalar vilmente a nadie, ni a la Harpía, mientras ésta dormía. Era un trabajo mucho más adecuado para Cassim, de eso no había duda.

- Guardianes...- Eso ya era otro cantar. Colmillo tenía sed de sangre.- Podemos ocuparnos de ellos mientras Cassim hace lo suyo con la daga.- Ya había visto cómo el Visirtaní se movía cuando era menester. Parecía silencioso como un gato y, cuando te querías dar cuenta, tenías su apestosa pero cálida respiración en tu cogote. No le parecía un mal plan, pero ella prefería tomar la iniciativa. Despejó sus mente de pensamientos poco apropiados para la situación en la que se encontraban.- Creo que Nehira, Gortnus y yo podemos formar un bloque bastante sólido, dejando así espacio para que Fizban y Cassim actúen.- El mago también necesitaba protección para poder centrarse en su magia. Si hacía falta, Harpálice podría ser su guardaespaldas personal.

Notas de juego

¿Algún plan? O entramos a saco los cuatro para que Cassim pase desapercibido y ...¡ZAS!