Partida Rol por web

El tiempo, ente étereo, omnipresente, sabio, caprichoso, inexorable… siempre fluyendo, una veces avanzando rápido, otras despacio y muy pocas veces detenido, tan preciado como temido. Tan fascinante como imposible de capturar… incluso para un señor del tiempo.

No son pocas las veces que me han preguntado ¿Qué es el tiempo? Y no son pocas las veces que he necesitado pensarlo, a pesar de todas las vidas que he vivido, de todas las caras que he tenido, yo sólo soy el loco de la caja azul, viajo por el tiempo y por el espacio, siempre corriendo, siempre aprendiendo o tal vez desaprendiendo, aunque he podido llegar a una conclusión para responder a esa pregunta, el tiempo es un montón de Wibbly-Wobbely Timey-Wimey Stuff y ese montón de Wibbly es el que se lleva arremolinando en torno a mi abrigo, me susurra y me revolotea el pelo para obligarme a prestar atención, parece inquieto o tal vez expectante, aunque a decir verdad siempre suele estarlo cuando viajo con la TARDIS, pero nunca deja de susurrarme y en esta ocasión su susurro se ha convertido en una pequeña ventisca, como un aviso, que me obliga a ser prudente.

Está bien, te he escuchado, he entendido el mensaje... voy a observar, no intervendré a no ser que sea necesario, en el fondo te gusta jugar conmigo y si no retienes a este loco, no habrá más loco con el que poder jugar.

La TARDIS giró sobre sí, como si hubiera entrado en frenesí quizás debido a que la nave había desarrollado la capacidad de conectarse con los sentimientos y emociones del doctor... ¡Y en aquel instante había 5! y encima uno de ellos acababa de ser besado y requetebesado por una especie de Mary Poppins siniestra, que sólo el doctor número 12 conocía su verdadera personalidad, lo que haría que el resto lo flipara en pepinillos cuando se enterara... pero esto lo dejaríamos para cuando comenzasen a hablar entre ellos o a hacer cábalas.

- Admítelo- le dijo la mujer al doceavo doctor dejándole un poco de aire- soy tu tipo

Aquella manifestación de "amor" produjo un cierto sentimiento de repulsión entre el resto de doctores y hasta pena por el que todos consideraban su último "yo", no sabían por qué pero a ninguno de ellos le gustaba aquella mujer, e incluso había algo que les resultaba tremendamente familiar, tan familiar como peligroso... lo que si parecían haber llegado todos a la conclusión, es que se trataba de un señor del tiempo, bueno... en aquel caso una señora del tiempo, aquello era odbio pues todos los señores del tiempo se reconocían entre sí, daba igual lo que cambiaran sus caras o se disfrazaran al final todos terminaban por saber quienes eran, lo que resultó aún más desconcertante a los doctores 10 y 11, que se pensaban los únicos señores del tiempo vivos, tras la destrucción de Gallifrey en el final de la Guerra del Tiempo. En cualquier caso el tiempo de las preguntas había comenzado ¡Y ellos tenían muchas!

–Bueno, bueno, señora ¿o señorita? Sí que han cambiado nuestros "gustos" con las mujeres, o con nuestros mejores amigos porque... ¡¡Es una auténtica señora del tiempo!! ¿Quién lo iba a decir? – dijo quitándose el sombrero y haciendo una reverencia. El cuarto Doctor aprovechó para sacudir el polvo del sombrero y rascarse el cabello. Sorprendido, sacó algo de entre aquellos rizos cuasi imposibles. Era una gominola. Además, de sus favoritas. ¿Cómo había llegado allí? Poco importaba. Segundos después, estaba en su boca. Asquerosa. Con cierta prisa y cara de asco, comenzó a buscar un pañuelo en los bolsillos. Tras unos segundos que le parecieron años, consiguió sacar uno, donde escupió aquella gominola rancia, que fue sustituida por una fresca  para quitar el mal sabor de boca. De nuevo, miró a Missy, que por algún motivo le parecía tan desagradable como una gominola rancia–. O eso o no eres amiga-amiga, sino conocida. Vaya, vaya. ¡Qué interesante!

- Son sentimientos encontrados lo que me origina observar esta escena amigos míos - dije mirando a los otros doctores.

- Por un lado me da ternura y por otra animadversión por no saber de quién se trata exactamente - al margen de saber que se trataba de otro Señor del Tiempo.

Caminé de un lado a otro pensativo, evaluando sí realmente se trataba de una amenaza o una aliada. Pero estaba claro que igual quien tenía todas las respuestas era "12".

- Igual va siendo un momento espléndido para saber qué ocurre ¿verdad? recibiremos con los brazos abiertos cualquier atisbo de información - una cosa estaba clara, no me sentía tan excitado como mi compañero, si tomamos el término como exaltación  y no como otro concepto de horarios más inadecuados.

El décimo observó a la señora del tiempo con la boca abierta. Tan tan abierta que la punta de su afilada barbilla parecía un reflejo perfecto de su imposible flequillo. Tanto que una nave espacial xeritaniana podía colarse en ella sin rozarle los carrillos. Tanto que... Bueno, importaba poco. Estaba boquiabierto. Sorprendido, muy sorprendido. Porque, tras la guerra, sólo quedaba él. ¿Cómo era posible, cómo podía estar ella alli? ¿QUIÉN ERA?

- Nonononononono, algo falla algo falla.- se apresuró a farfullar cuando consiguió cerrar la boca y de manera inconsciente empezó a pasear con largas zancadas por la sala, sólo deteniendose de vez en cuando para mirar a la recien llegada.- Nonononono ¿Quién? ¿Cómo? Yo nunca NUNCA he tenido tan mal justo. ¿Morenas? Nononono, ni por todo el kestrel de la galaxia. Además, señorita.... "Señorita" ¿sabe lo que es el consentimiento? No se propase con mi nuevo-viejo yo, mírelo, tan viejo, tan decrepito, con tantas canas, tan idiota y a la vez tan gagá. No señorita, un respeto, la gerontofilia no está bien vista en la mayoría de las culturas y le aseguro que ese... "Ése" es viejo. - exclamó cuando se acercó a la pareja señalando con ambas manos al desastre con patas que era su duodecima encarnación, exasperadamente. 

Cuando sus ojos se posaron en los oscuros orbes de la recien llegada, un escalofrío le recorrió la espala de arriba a abajo. Sin poder evitarlo, el décimo tragó saliva y desvió la mirada a sus zapatillas, bailoteó unos segundos sobre sus pies, indeciso entre seguir con su inquieto paseo o enfrentarse a la señora del tiempo y, finalmente optó por continuar moviendose mirando al resto de sus encarnaciones, a aquellas.... menos enredadas en los brazos de una recien llegada que obviamente no tenía ningún interes en ocultar sus pasiones.

Su rostro no lo mostró, histrionico e hiperactivo, con esa expresión pensativa que le caracterizaba, pero una punzada de dolor le atravesó ambos corazones, pensando en esa mujer que amo pero no pudo amar. En esas últimas lágrimas en sus ojos, en como el universo y sus propias reticencias se interpusieron entre ellos. 

No. No. No era el momento. No podía. Había un problema que resolver y debía hacerlo, aunque tuviese que  colaborar con sus versiones menos pulidas... y con las desastrosas reencarnaciones que vendrían tras él.

El undécimo doctor había aprovechado el leve minuto de calma para ponerse su botín, que le había devuelto el doctor del pelo canoso, en su sitio... Que era su pie, así las cosas parecían estar mejor, o al menos para su pie. Sin embargo cuando se incorporó y vio a la Mary Poppins siniestra besar con lengua incluida a Ese doctor, sus dedos se pusieron a moverse solos mientras sus cejas se arqueaban y sus labios se contraían en un claro gesto de asco, disgusto y confusión... Pero sobretodo asco porque según el orden lógico de las cosas le tocaría a él sentir ese beso, cuando dejara de ser él y fuese el de la cabeza canosa y cara de vinagre... ¡Por favor! ¿en que estaría pensando? o más bien, ¿en que pensará para regenerarse de esa manera?

¡Tú, el de las playeras! -Le dijo al décimo-¿Eso de los besos no te pasaba sólo a tí? -señaló a la pareja del nuevo viejo yo y la siniestra, muy indignado- ¿Qué no ha tenido tan mal gusto? - hizo otro guiño como de maruja moviendo las manos-entonces lo de la Zigon disfrazada de Isabel I es mucho mejor... Yo sólo digo que la culpa es tuya-dicho aquello el doctor de la pajarita se acercó a los "amantes" como olisqueando, con un semblante más serio, le disgustada enormemente la señora, era como si tuviese su identidad en la punta de la lengua, pero aún no podía verlo... O quizás no quería.

- Pe-pero... ¿Qué has hecho? - Pregunté confuso a Missy. Y es que un torbellino de emociones se formaron en mi interior. Una parte de mí quería más, entiendo que aquello era parte del tiempo que llevaba sin estar con una mujer. Otra, o más bien otras, mis corazones concretamente, me hacían sentir que la quería. Otra parte de mí, mi estómago en este caso, quería vomitar. Por fortuna mi cabeza tenía respuesta, sobre todo para mis corazones y mi estómago. Claro que la quería. ¿Cómo no hacerlo? Al igual que sentir esas ganas de vomitar. Era algo natural. De alguna manera sabía que había besado a un hombre o al menos a alguien que en otra vida lo fue. - ¡Fuiste mi mejor amigo! ¿Cómo te atreves a besarme así? No... ¿no podías saludar como todo el mundo?

Miré al resto de doctores, todos con sus miradas fijas en mí y en Missy. Sabía lo que veían, pero no tenía tan claro que supieran quien era.- ¡Oh, vamos Doctor! ¡Ya sabemos que no te gusta nada, no necesitamos que des tu opinión a cada paso que demos! ¡Todo es imperfecto menos tú! ¡Pues adivina! ¡No lo eres! ¡No eres perfecto!- Me giré ante el décimo Doctor y le grité, haciedo gala de mi gran humor, me sentía tan confuso que tenía para todos sin venir a cuento. O quizás si que venía... - Además, soy yo quien decide quien puede propasarse conmigo, no tú. Tú ya tuviste tu tiempo de escoger... o lo tuve yo... - Aquello era relamente extraño. Mis yos pasados... y Missy. ¿Quién si no iba a estar tras esto?

- Y vosotros... No... vosotros no... ¡Tú! - Me giré hacia Missy, tras desechar discutir con mis otros yos y tratar de ignorar al undécimo olisqueándonos como si de un perro se tratase. - ¿Cómo has entrado aquí? O mejor aún... ¿Por qué estamos todos nosotros aquí?

¿Amigo? ¿Habían escuchado bien? El yo último había dicho que esa mujer había sido su mejor amigo y… y que él… ellos supieran, sólo había tenido un mejor amigo, que no fuera humano… concretamente que fuera Señor del Tiempo y ese… ese amigo…. Era, era….

El tercer doctor reconoció al hombre que se había convertido en su archienemigo, que lo mismo montaba un arma de destrucción masiva para matarlo y luego se ponía a salvarlo cuando el doctor se sentía indispuesto porque el doctor se había pasado de listo y no le había dado tiempo a pulsar el botón que detenía el arma en cuestión….

El cuarto doctor no sólo reconoció al hombre con barba de chivo que le había complicado la vida cuando le había dado por llevar camisas con chorreras y llevar el pelo blanco… sino que además reconoció al ser quemado y hecho polvo que quiso cambiarse el cuerpo con él… y no es que no estimara su buen gusto al elegirlo, pero aquello no podía ser, el cuerpo del doctor sólo podía ser para el doctor...

Por eso, al final el Master se las ingenió para hacerse con otro cuerpo y seguir con su vida, adoptando otra cara pero con el mismo gusto de llevar barba, aunque en aquella ocasión tipo mosquetero... Entonces el cuarto doctor se dio cuenta de un detalle... ¿aquello del master había pasado o estaba por pasar? aquello le vino como un fogonazo repentino de lo que tenía que venirle pero que sin embargo lo supo *

Otras regeneraciones del Master tuvieron lugar después del quinto, sexto y séptimo doctor, teniendo que sufrilo el octavo...

El décimo doctor reconoció no sólo a las anteriores versiones de aquel señor del tiempo al que tanto le gustaba presentarse de vez en cuando para complicarle la vida, sino que además visionó a un loco de remate con más mala leche que una madre que acaba de fregar el suelo y vas y le pisas el fregado…

Mientras que el undécimo doctor los reconoció a todos y como por su parte no había tenido el “gusto” de conocer a otra de las versiones masculinas de su ex amigo, fue el primero en reaccionar… destornillador sónico en mano apuntando a Missy con evidente sorpresa, visiblemente alarmado.

- ¡EL MASTER! ¡ERES EL MASTER!... o al menos en su versión femenina- dijo señalándola con el dedo, confirmando con palabras lo que todos habían tratado de no mencionar.

- Oh... vamos querido, baja eso vas a sacar un ojo a alguien- dijo tranquila sacando pecho- sí... soy el Master... en este caso Missy, os ha costado reconocerme- rió para sí misma entre burlona y divertida- ¿Qué os parece mi nuevo aspecto? he ganado en atractivo ¿verdad?- les guiño un ojo echándose a reir descaradamente.

 - ¿Cómo has entrado aquí? O mejor aún... ¿Por qué estamos todos nosotros aquí?

Al escuchar 12 se volvió hacia él con la sonrisa dibujada en sus bien pintados labios para ponerse a andar a su alrededor en circulo, le encantaba mosquear al doctor y observarlo desde todas las perspectivas.

- Efectivamente os he traído yo... Si te dijera que ha sido para recordar viejos tiempos ¿me creerías? ¿no?- hizo una mueca simulando inocencia- vaya... supongo que tendré que decirte la verdad- sonrió una vez más para en aquella ocasión detenerse justo delante de 12, darle la espalda mirar al resto de doctores y hacerse un lado para que todos la pudieran ver bien- os he reunido por Gallifrey... corre peligro y yo sola no puedo hacer nada, os necesito. 

—¡¡TÚ!!– El cuarto doctor pegó un salto atrás cuando reconoció a aquel que había estado a punto de arrebatarle su cuerpo (aunque no su bufanda). Ý hablando de la bufanda, el salto hizo que esta se enredase entre las piernas y cayese hacia atrás contra la pared. Los problemas de tenerla larga. Con todo, era difícil discernir si el doctor estaba enfadado o asustado.

Tardó unos larguísimos segundos en incorporarse de nuevo y ponerse tieso, desafiante.

–Sigues teniendo el mismo gusto para las barbas....pero si crees que vas a poder robar mi cuerpo, cualquiera de mis cuerpos estás muy equivocado–  El Doctor clavó la mirada en el... en la terrible Master y, antes de que pudiese decir "esta boca es mía" agarrando la mandíbula de su encarnación más joven comenzó a tirarle todo lo que iba encontrando en sus bolsillos.

Un montón de objetos aleatorios salieron volando contra Missy: papel higiénico, pudding metido en paquetitos, soldaditos de plomo en diferentes estados de conservación e incluso algo que parecía una bola de nieve. Cuando se cansó de lanzar cosas, pareció darse cuenta de la petición de Missy

–¿Gallifrey?– el tono sonaba algo despectivo, pero parecía más dispuesto a escuchar...aunque una mano permanecía metida en el bolsillo, por si tenía que volver a lanzar algo. Y no serían gominolas.

Maldecía no haber notado aquel imprevisto giro.

¿Era él de verdad? ¿Por qué escogió una mujer?

- Volvemos a vernos - dije ahora en un tono más serio. Se sorprendió al ver la reacción de su "4º yo"

- Master solo merece ser retado con clase, con elegancia. No olvidemos que todos somos caballeros... o bueno.. caballeros y una dama - en ese mismo instante echaba en falta mi estoque, un combate de esgrima ensalzaría mi alma.

- Pero lo que comentas sobre nuestro planeta... me espanta - me acerqué, sin temor.

- ¿Qué sucede? ¿Por qué me... nos necesitas? - una cosa estaba clara, si pedía ayuda es que realmente algo grave estaba sucediendo.

Me mantuve serio, en silencio continuaba saboreando aquel beso recibido por parte de Missy, aunque mi aspecto dijese que no me había gustado, la realidad era otra. Pero aquello no podía ser. ¿Cómo confiar en ella? ¿En él? De ser mi mejor amigo pasó a ser mi mayor enemigo, quiso matarme en varias ocasiones, robarme mi cuerpo... aunque debía reconocer que más de una vez llegó a salvarme la vida, pero no podía fiarme de él... de ella.

 Entonces mis ojos se centraron en aquella mujer, mientras que mi mente se llenaba de preguntas, de las cuales trataba de desechar un posible "nosotros". Pero Missy comenzó a caminar a mi alrededor, contrariándome y haciéndome ponerme a la defensiva. Capaz era de besarme  de nuevo y eso me dejaría fuera de juego por completo. Pero no fue así y me dio la espalda para anunciar a todos porqué estábamos allí. En aquel momento y juro que fue sin pensar si quiera que hacía, mi vista descendió por las curvas de su espalda y se enfocó en aquella falda que llevaba, hasta que comenzaron las reacciones de los doctores. Momento en el cual "desperté".

Las reacciones de los demás doctores no se hicieron esperar, mientras que yo trataba de mantener la compostura. Quizás para ellos Missy fuese un horror, pero de alguna retorcida manera la encontraba seductora y adorable... tanto como su maldad la permitía ser. Estaba claro que no podía ser, jamás podría haber nada entre nosotros. - Nunca. - Me dije mirando las reacciones de mis yos pasados ante el efecto de que ella fuese el Master. Aunque ver al cuarto doctor lanzando aquellas ridiculeces de sus bolsillos a Missy me resultó un tanto incómodo, ridículo y divertido, también me resultó molesto, aunque no tanto como que el undécimo doctor apuntase de aquella manera a Missy, quien supo encargarse de la situación. - ¿Qué me está pasando?

Pero todos los doctores pasados se serenaron al escuchar que nuestro planeta, que Gallifrey, nos necesitaba. Pero... - No puede ser. - Dije con voz tosca y seca. - Gallifrey quedó aislado y a salvo de todo. ¿Qué demonios ha pasado? - Pregunté con cierta dureza a Missy, casi culpándola de que nuestro planeta estuviese nuevamente en peligro.

–¿Aislado? Es imposible aislar a esos pretenciosos. El Máster está intentando confundirnos. Como ha hecho siempre– el cuarto Doctor iba hablando mientras se acercaba de nuevo poco a poco, como un felino a punto de saltar sobre su objetivo y fracasar estrepitosamente– Las cosas han tenido que cambiar mucho si se han retirado y dejan de colgarnos el muerto.

Cuatro estaba ya cerca de su objetivo, con la mano metida en un bolsillo, los músculos preparados, la bufanda bien hacia atrás para no tropezarse...y entonces se movió rápido. Pero no contra Missy, sino contra el la última de sus encarnaciones. Cuatro no sería el más joven ni ágil de los doctores pero es que el último...bueno, el último ya estaba más tullidito.

Antes de que nadie pudiese evitarlo, había metido a su otro yo una bola gelatinosa en la boca. Era un enjuague bucal de menta extrafuerte y matabactemicrovirusiano metido en uno de esos envases biodegradables que empezaron a fabricarse en el siglo XXI. Solo que este se deshacía nada más entrar en contacto con la saliva.

–Rápido, enjuagate. ¿Quién sabe lo que te puede haber metido ese...esa...desgraciado?

Mientras el resto de los doctores reaccionaban de manera distinta, uno arrojando cosas a Missy y lavándole la boca al último de ellos, otros quedándose parados... como el caso del undécimo, el de apariencia más juvenil pero de los más ancianos en su interior, pues a pesar de su aparente vanalidad su pensamiento era bien distinto... por eso se quedó pensativo, quizás embargado por sentimientos negativos mientras una sola palabra salió de su boca. 

- Gallifrey...- lo último que recordaba de su planeta natal era que había ido destruido y que él... o más bien el guerrero había sido el artífice, sin embargo parecía que habían conseguido salvarlo, pero no saber como y en que momento le disgustaba. Aquello podría derivar en paradoja temporal o algo peor... sin saber por qué sus ojos se posaron en su anterior encarnación, la décima para después volver a mirar a doce y a Missy- Aún no tengo claro como se salvó Gallifrey y no voy a pedir una redacción extensa... pues supongo que se podría producir una especie colapso o que simplemente ya no sucedieran las cosas como deberían, o quizás cuando esto termine se nos haga un borrado de memoria... algo que particularmente no me gusta, pero vas a tener que explicarte mejor. 

En mi foro interno seguía degustando el beso de Missy, pensando si había sido al real o simplemente para captar mi atención. En el fondo sabía la respuesta, pero bien era cierto que, tras aquel acto, empezaba a verla de manera distinta. De hecho, me sentía incapaz de apartar mi mirada de ella, observando, para bien o para mal, cada uno de sus movimientos.

Eso fue lo que me hizo no llegar a ver al cuarto doctor, mi distracción con aquella mujer. -Oh vamos... tu-mejor-amigo. - Me recriminé tratando de dejar de pensar en algo con ella. - El Máster. - Y entonces me di cuenta de la cercanía del cuarto doctor hacia Missy, de su mirada hacia ella y de que algo llevaba en su mano.

- ¡No! - Exclamé al tiempo que estiraba mi mano para apartar a Missy de lo que aquel loco que una vez fui, quisiera hacerla... pero el ataque no fue contra ella. Si no contra mí. Aprovechando mi exclamación, cuatro me metió algo en la boca. El contacto con mi saliva hizo que aquello se activase y el fortísimo sabor a menta se apoderase de mis papilas gustativas.

Rápidamente, escupí aquel enjuague bucal al suelo de mi amada TARDIS, acompañando a aquella sustancia con un par de escupitajos más. Con la cercana presencia del cuarto doctor, aún a mi lado, tiré y giré de su bufanda, apoderándome de ella. Un extremo llegó al suelo, mientras que otro continuaba en mi mano. Aprovechando el que estaba en el suelo y usando mi pie para ello, limpié lo que había manchado gracias a cuatro. Para luego recoger la bufanda con cuidado de no mancharme y lanzársela a la cara.

- Gracias. Pero se cuidarme yo solito. - Le recriminé con un tono áspero y duro, mientras que mi mirada, con el ceño fruncido, terminaba de decirlo todo.

Mientras todos los demás hablaban, se tiraban cosas, daban caramelos a los demás y pisaban bufandas de colores, uno de ellos... el décimo pareció quedarse paralizado, no sabía bien que podía ser quizás el sobresalto de descubrir que el master había regenerado en mujer... o más bien el hecho de que el master... le había soltado un beso a su yo del futuro y encima a este parecía que le había gustado... ¿En que demonios se iba a convertir?

–Sigues teniendo el mismo gusto para las barbas....pero si crees que vas a poder robar mi cuerpo, cualquiera de mis cuerpos estás muy equivocado–

¿Robar tu cuerpo? ¡ay! No, querido- se puso mejor su "escote" al tiempo que hacia un ligero contoneo- estoy muy bien con el que tengo ahora

- Master solo merece ser retado con clase, con elegancia. No olvidemos que todos somos caballeros... o bueno.. caballeros y una dama - en ese mismo instante echaba en falta mi estoque, un combate de esgrima ensalzaría mi alma.

- Pero lo que comentas sobre nuestro planeta... me espanta - me acerqué, sin temor.

- ¿Qué sucede? ¿Por qué me... nos necesitas? - una cosa estaba clara, si pedía ayuda es que realmente algo grave estaba sucediendo.

- Mi querido dandy...- le habló con cariño- que lástima que el resto de tus sucesores no hayan compartido tu elegancia- responderé en el momento en que el de la bufanda deje de tirarme cosas...- dijo esquivando con una especie de paraguas varios objetos para después ponerse más seria tras el pequeño encuentro entre el cuarto doctor y el último de ellos.

- ¿Habéis terminado de jugar?- comentó mirándose las uñas... comentó mirando a once en primer lugar- es mejor no dar excesivos detalles de como Gallifrey fue salvado, en especial porque tu... al igual que el resto de tus yos, estaréis implicados y en este punto no me interesa que pueda ser alterado, soy una señora del tiempo no quiero que mi planeta desaparezca... ¡Para una cosa bien que haces! no seré yo quien lo desarregle... Bien, ahora que parece que estáis más tranquilos os diré que está pasando...

- A groso modo, diré para aquellos doctores que no saben lo que ha pasado con nuestro planeta... es que en su momento ocurrió una guerra con los Daleks y para evitar que el planeta fuera destruido se consiguió aislarlo en una brecha del tiempo, de esa manera Gallifrey desapareció de ese espacio tiempo mientras los Daleks se destruían a sí mismos pensando que además lo habían hecho con nosotros... mientras que el planeta se mantendría a salvo en unas coordenadas desconocidas por el resto del universo... sin embargo para que algunos señores del tiempo pudieran volver al universo alfa, el Alto Consejo consiguió mandar las coordenadas diseminadas en distintas esferas del tiempo y el espacio para poder ir y volver... el problema es que los Daleks se han dado cuenta del engaño y se han puesto a buscar las coordenadas, parece ser que hay un traidor que los está ayudando, pero no se quien es... he intentado hacer yo sola el trabajo pero son demasiados frentes por eso he llamado amablemente a la puerta de vuestras TARDIS... ¿Y bien? ¿Dejamos de jugar y nos ponemos serios?

- ¿Un traidor y no eres tú, Señora del Tiempo? Eso si que es difícil de creer. - Increpé a Missy tras su explicación, con voz y gesto duro. - Y ¿cómo sabemos que no nos has reunido, precisamente para encontrar a Gallifrey? No es que no me fíe de tí... es que no me fío para nada de tí. - La dije en mi tono serio habitual al darme cuenta de que venía del futuro y que estaba varios pasos por delante mía... a kilómetros de distancia de los demás en cuanto a información se refería.

Al menos parecía que la niebla que nublaba mi buen jucio se esfumaba. Neblina causada sin duda por aquel dulce beso a traición por parte de Missy.- Dulce beso...- Volví a pensar. - ¿Por qué lo hizo? ¿Acaso en el futuro llegábamos a entendernos de verdad y había algo especial entre ambos? ¿Podría ser...? - No, no podía ser. Era malvada, cruel... y lo peor de todo es que estaba loca de remate. Pero aquello me llevó a otra duda. - ¿Por qué intenté protegerla del ataque del cuarto doctor?

Miraba al infinito, pensativo. Tratando de analizar todos aquellos pensamientos que me invadían, sobre todo el último de ellos. - ¿Por qué quise protegerte? - Miraba fijamente a Missy cuando se me escapó aquella pregunta en un leve susurro, sin darme cuenta de haberlo hecho. - No lo entiendo. - Susurré de nuevo, mirando esta vez al suelo, pensativo nuevamente.

Suspiré sin querer quedar demasiado grosero.

- Lo que comentas es bastante desalentador. Me alivia saber que nuestro amado planeta está "a salvo", aunque dicha condición quede tambaleante en el equilibrio de la suerte... pero está claro que estamos en una situación que exige urgencia y determinación - carraspee y miré a todos mis compañeros.

- La teoría de que pueda haber un traidor... o traidora es fuerte, pero no vamos a conseguir nada señalando con el dedo. Debemos contar con que de no haber tenido la información por parte de Missy, seguramente perderíamos nuestro planeta por no haber actuado a tiempo al ser ignorantes de la búsqueda de esas coordenadas - después se acercó a su otro yo, a Peter y puso la manos sobre su hombro.

- Lo que deberíamos hacer ahora es una tormenta de ideas sobre como actuar, ¿se conoce algo sobre los últimos movimientos de los Daleks? -

–No lo parece– respondió dando un golpecito en la nariz de su jovenviejisima reencarnación antes de alejarse. El Cuarto Doctor lanzó una mirada torva a Missy. Vale, era cierto que tenía un nuevo cuerpo, pero también era cierto que era mucho menos atractivo que el suyo. Y encima mujer. Y encima besándolo. La extraña obsesión de el Amo con el Doctor era  perturbadora, y la reencarnación más permanentada del Doctor estaba convencido de que había cogido un cuerpo femenino para acercarse a él.

Ante el comentario de los Dalek, Cuatro se removió incómodo. Habría podido destruirlos, pero había decidido que era mejor no hacerlo, y seguía sin arrepentirse de esa decisión.

–¿Y por qué tiene que ser un traidor? Mi "querido amigo",–dijo haciendo el gesto de las comillas– eres tan arrogante como el resto de nuestra gente. Quizás simplemente cometieron un error estúpido. Bueno, eso ya lo hicieron cuando ignoraron el plan que dices que preparé para ellos. Quizás prefeieren pensar que hay un traidor a que son unos incompetentes.

Tanto el décimo como undécimo doctor permanecieron nuevamente callados en aquella ocasión, el décimo parecía que no terminaba de asimilar nada, mientras su sucesor trataba de tomar nota mental de todo a tenor por lo fruncido de sus cejas, donde se apreciaba que su cerebro estaba trabajando.

Por su parte Missy tras poner los ojos en blanco ante las respuestas y sugerencias de los otros doctores, terminó por poner los brazos en jarras y armándose de paciencia se dispuso a explicarse.

- ¿Un traidor y no eres tú, Señora del Tiempo? Eso si que es difícil de creer. - Increpé a Missy tras su explicación, con voz y gesto duro. - Y ¿cómo sabemos que no nos has reunido, precisamente para encontrar a Gallifrey? No es que no me fíe de tí... es que no me fío para nada de tí. 

 - ¿Traidor? me temo que soy la más leal de todos los Señores del Tiempo, siempre he sido fiel a mí misma... a mi verdadera naturaleza y soy tan Señor del Tiempo como tú, ¿Por qué iba a ser partícipe del genocidio de mi pueblo? sabes que nunca he hecho nada en contra de nuestro planeta... sólo he incumplido sus leyes... de vez en cuando y he tratado de matarte... para después no hacerlo- puso cara de buena- ¿eso me convierte en traidor?...- a continuación dio un giro como si de una modelo se tratara alrededor de duodécimo doctor y añadió.

- Sabes quien soy... haces bien en no confiar en mí. Yo tampoco lo haría... pero tengo mis límites, al igual que no he sido capaz de matarte en todas las ocasiones que he tenido... y sabes que han sido muchas... no soy yo la que quiere destruir Gallifrey, en todo caso dominarlo... no voy a mentirte, pero ahora no me interesa hacerlo, lo que jamás haría, sería entregarlo a los Daleks.

- La teoría de que pueda haber un traidor... o traidora es fuerte, pero no vamos a conseguir nada señalando con el dedo. Debemos contar con que de no haber tenido la información por parte de Missy, seguramente perderíamos nuestro planeta por no haber actuado a tiempo al ser ignorantes de la búsqueda de esas coordenadas - después se acercó a su otro yo, a Peter y puso la manos sobre su hombro.

- Lo que deberíamos hacer ahora es una tormenta de ideas sobre como actuar, ¿se conoce algo sobre los últimos movimientos de los Daleks? -

- ¡¡Siiiiiiii...!! ¡La primera muestra de inteligencia por vuestra parte!... queridos- exclamó Missy haciendo un aspaviento con las manos para después revolotear al lado del tercer doctor y juguetear con los volantes de la camisa de chorreras que lucía el dandy de pelo canoso- ves... por esas cosas siempre has sido uno de mis preferidos- le guiñó un ojo al tiempo que de otro rápido movimiento con giro incluido se ponía enfrente de todos y todas- la actividad de los Daleks se centra en la Tierra, puesto que es ahí donde se encuentran ocultas las coordenadas... si no me creéis podéis consultarlo con la TARDIS- a continuación sacó una especie de espejo de mano y lo miró unos segundos mientras se arreglaba el pelo- si no me equivoco las coordenadas debe de conducir a un periodo histórico de la Tierra, que es donde deberíamos empezar nosotros... 1875... una ciudad andaluza, en España- tras decir aquello miró a todos para que comprobasen lo que acababa de decir

–¿Y por qué tiene que ser un traidor? Mi "querido amigo",–dijo haciendo el gesto de las comillas– eres tan arrogante como el resto de nuestra gente. Quizás simplemente cometieron un error estúpido. Bueno, eso ya lo hicieron cuando ignoraron el plan que dices que preparé para ellos. Quizás prefeieren pensar que hay un traidor a que son unos incompetentes.

- ¿Y por qué no ambas cosas? Hay un traidor... y son unos incompetentes- se encogió de hombros para con el mismo espejo retocarse los labios con carmín.

Mientras Missy daba toda la información y esperaba que el doctor en cualquiera de sus yos, hiciera algo, el resto de acompañantes, que hasta ese momento habían visto todo como si de un partido de tenis se tratase comenzaron a manifestarse.

Jo, la más inocente de las tres se acercó con un aparato entre las manos al su doctor, el tercero. 

-Mientras hablábais... creo que he conseguido reparar el controlador cuántico de la TARDIS... sólo había que apretar esta tuerca...- le informó al dandy tendiéndoselo, era el artefacto que habían estado tratando de arreglar antes de todo ocurriera- de ser nuestra TARDIS sabría donde ponerlo... pero aquí estoy un poco perdida.

Sarah, por su lado recogió la bufanda del suelo y la limpió para tendérsela al cuarto.

- Nunca he estado en España... lo mismo es divertido. Pero me temo que en 1875 no me van a dejar usar mi bikini nuevo...

- Missy es una embustera doctor...- dijo Clara al duodécimo doctor su "actual" compañero- pero creo que en eso de los Daleks y Gallifrey no miente, no perdemos nada por comprobar lo que dice, al menos tenemos dos cosas claras, Missy puede mentir o en este caso decir parte de verdad y ocultar cosas... pero la TARDIS no.