Partida Rol por web

Con la sonrisa bien definida y con lentitud, Jon asintió a las palabras de sus compañeros.

—Veo que se han puesto todas las cartas sobre la mesa, se han revelado los ases y que el clímax de esta mano está a flor de piel —parecía que Jon se estaba divirtiendo con la situación.

—Como todos los aquí presentes podemos intuir, los cuatro somos especiales y encerramos más de un secreto, como esa mina de la que tanto sabes y tanto queremos saber —se centró de nuevo en su bebida, la cual había dejado abandonada en la barra.

—¿A quién pertenecen realmente esos dos corazones? —preguntó, yendo al grano. El hecho de que Erasmo fuese también especial agilizaba mucho las cosas, además que al estar toda la carne en el asador, ahora tan solo se recibirían respuestas.

—Si nos gusta tu respuesta puede que sea el inicio de una bonita amistad —a cada momento que pasaba, Jon estaba más intrigado por conocer más sobre aquel hombre. ¿Viene de otra época? ¿de otro sistema?

Fizban asintió a los doctores cogiendo un candelabro y guiándolos por lo que parecían infinitos pasillos de la casa, aquello parecía una especie de TARDIS, pues las dimensiones del interior eran mucho más grandes que las que se atisbaban en el exterior, además olía a espacio tiempo y magia por todos lados. Era algo tan familiar para el doctor que tuvo la sensación de estar en casa... sólo que no, aquel entramado de puertas era peligroso para alguien que no lo conociera, pues corría el riesgo de perderse entre las líneas del tiempo que conectaba, era una forma muy rudimentaria de viajar en el tiempo, puesto que las puertas no eran más que portales que conducían al mismo punto en concreto de la realidad tiempo, cuando los señores del tiempo tenían la capacidad de viajar hacia donde quisieran... por eso entendió que la casa tuviera que defenderse y en ella viviera un Guardián, aquel entramado de realidades no debía estar al alcance de nadie por las múltiples consecuencias.

Entonces en un momento determinado Fizban los condujo hacia unas escalera que bajaban al piso inferior, al hacerlo el olor a espacio tiempo pareció evaporarse y con ellos las dimensiones de la casa parecieron más normales, no obstante aquella casa por sí sola era grande y seguía oliendo a magia. 

El guardián les dijo que en aquella planta las cosas eran como parecían, como contestando a lo que al menos David estaba pensando para a continuación abrir una puerta y mostrarle un dormitorio bastante amplio y con buena iluminación a Peter.

- Puedes dejar descansando aquí a la dama, e incluso descansar tu también, como ves hay dispuestos varios divanes y asientos. Además hay un pequeño baño con agua limpia para asearse. Nosotros estaremos en el comedor que allí- señaló el fondo del pasillo que era visible desde allí, la zona en cuestión estaba completamente iluminada y se atisbaba un comedor con grandes ventanales, además en aquella planta, la mayoría de las habitaciones tenía las puertas abiertas y se escuchaba el ruido de la calle.

- Si tienes hambre te puedo ofrecer unas pastas buenísimas que me prepara la Leonarda... tengo pastas con frutas y con chocolate, además Ramona, mi cocinera prepara un café buenísimo y unos bizcochoooosss- le dijo a David mientras se enganchaba de su brazo invitándolo a ir con él al comedor, una sala ricamente adornada y amueblada con una mesa para el café y perfectamente iluminada por el cálido sol de Linares.

Erasmo amplió su sonrisa, el enigmático caballero pareció completamente complacido con las respuestas y las preguntas que le dieron los tres doctores, era odbio que a Erasmo le gustaban las cosas claras y no se andaba con rodeos, pues así de cristalinas fueron sus respuertas.

¿Qué quiere saber?- le preguntó con la misma jovialidad que había mantenido durante toda la conversación, una que contrastaba con la seriedad en sus ojos.

- ¿Qué es lo que queréis hacer exactamente? Habéis venido a llevaros el origen de los sonidos y la luz y quiero saber por qué.

—Sí, verá... Somos la misma persona, pero de distintas reencarnaciones. Cosa de los viajes en el tiempo, afición nuestra, ¿sabe usted? Nos gusta solucionar problemas en el universo, pero por norma general no vamos juntos. Demasiada genialidad junta puede anularse. Por eso traemos a este— dijo señalando a Matt, el decimoprimer doctor— Para compensar

En ese punto, Erasmo se inclinó hacia los tres y tras olisqueralos nuevamente asintió aún más complacido.

- Sois la misma persona pero de distintas épocas... tú... hueles más jovial- dijo señalando a Jon- debes ser el más joven y... el que parece más joven es el más viejo... es extraordinario... Fizban me comentó algo de vuestra gente... viajáis en el tiempo con invenciones fabricadas por vosotros- declaró tan emocionado como lo haría un niño con un juguete nuevo

—Como todos los aquí presentes podemos intuir, los cuatro somos especiales y encerramos más de un secreto, como esa mina de la que tanto sabes y tanto queremos saber —se centró de nuevo en su bebida, la cual había dejado abandonada en la barra.

—¿A quién pertenecen realmente esos dos corazones? —preguntó, yendo al grano. El hecho de que Erasmo fuese también especial agilizaba mucho las cosas, además que al estar toda la carne en el asador, ahora tan solo se recibirían respuestas.

—Si nos gusta tu respuesta puede que sea el inicio de una bonita amistad —a cada momento que pasaba, Jon estaba más intrigado por conocer más sobre aquel hombre. ¿Viene de otra época? ¿de otro sistema?

- ¡Por supuesto que vamos a ser amigos! además... no puedo a permitir que vayan a Nocturia sin que yo los acompañe, la ciudad de los vampiros no suele ser amable con los turistas. 

Entré en la habitación inmensa de lo que era una pequeña casa. Nadie adivinaría jamás que esa casa sería así por dentro. El dormitorio era verdaderamente bonito, ideal para Missy, de eso estaba seguro. Asentí a las palabras del hombre y llevé a la mujer a la cama, donde la dejé con cuidado. Luego me aseguré de que estuviese cómoda en ella, colocando bien su cabeza en la almohada y retirándola el calzado con suavidad.

Al dejarla a un lado, usé el resto de ropa de cama para cubrirla y que no tuviese frío. En mis gestos se notaba a la legua lo que sentía por ella y es que me mataba verla así aunque no lo dijese. Aunque no pronunciase palabra alguna, sufría por dentro. Menos que cuando la vi con la estaca en el pecho, muchísimo menos que cuando creí que la perdería, pero aún así me sentía mal viéndola tan débil y vulnerable.

¿Acaso me había enamorado realmente de ella? ¿Por eso los celos? Simplemente no podía ser. Yo amaba a mi mujer y ella...

Tenía hambre. Fui el único en el bar aquel que no comió nada, pero me importaba más ella. Miré los asientos y miré la cama. La verdad era que me tentaba acostarme a su lado y abrazarla, pero era ponerle todo demasiado fácil. No debía olvidar quien era y si descubría que me tenía comiendo de su mano haría conmigo lo que quisiera.

- Gracias. Descansaremos aquí los dos. Quiero estar a su lado cuando despierte.

Y no les dije más palabras ni a David ni a aquel hombre. Acerqué uno de los asientos a la cama y me acomodé en él, para luego tomar a Missy de la mano y acariciarla con mi pulgar, mientras trataba de relajarme y descansar algo. Me vendría bien y al menos podría por una vez, acariciarla sin temor a un rechazo o una escenita o una de sus malas salidas.

Además sabía que esa sería la última vez que estaríamos así, puesto que, salvo que volviese a ocurrir algo similar con ella, debía alejarme, alejar mis corazones de ella y volver a ser quien siempre fui y seré, ese viejo gruñón que siempre acabaría enfrentándose a Missy y sus maléficos planes, aunque esta vez fuese una excepción.

Esta vez, todo era un excepción.

Aquella casa era mucho más grande de lo que parecía, algo que desde luego no me sorprendió puesto que sus dimensiones interiores se agrandaban de la misma manera que en la TARDIS. Pero eso no hacía más fácil moverse por ella, sino todo lo contrario. Dependíamos de aquel hombre para no perdernos.

-Oiga, "Frizbie", tiene una casa de lo más acogedora. Supongo que no recibirá muchas visitas, ¿verdad? Bueno, espere. Mejor replanteo la pregunta. ¿Tiene un mapa para salir de aquí? De lo contrario, seguro que todo el que haya entrado todavía no ha encontrado la manera de salir. ¿Me equivoco?

Él, desde luego, parecía saber perfectamente hacia dónde ir y en algún momento llegamos a lo que era una parte de la casa normal, lejos del tiempo y el espacio.

-Oh, esto está mucho mejor -dije, sintiendo que el lugar había cambiado y que cualquiera podría sentirse muy cómodo en un lugar como aquel.

Por eso aquel dormitorio parecía un dormitorio, y el aseo parecía un aseo. Le señaló un lugar para dejar a Missy y otro al que podíamos dirigirnos él y yo, cogidos del brazo como si fuésemos inseparables.

-Ah, esto es lo que yo llamo ser un buen anfitrión -le dije, cogiendo un trozo de uno de esos bizcochos -. ¡¡¡Mmmmmmm!!! Señod. Se ha gadado usted toda mi sidpadia, sin lugad a dudad.

Aquel era el bizcocho más bueno que había probado en mi vida.

En algún momento en el que Peter estaba sosteniendo a Missy en sus brazos esta perdió el conocimiento, ya tenía su cuerpo demasiado trabajo recomponiendo células y haciendo funcionar órganos, como para tener que estar consciente y maquinando cosas, eso ya lo haría más adelante... o no... el caso es que en aquel momento daba igual, lo importante era descansar para hacer acopio de energía suficiente para ir poco a poco a volver en sí, durante ese tiempo el cerebro de la señora del tiempo estuvo entretenido rememorando recuerdos con el doctor, cuando ambos eran amigos y se contaban sus cosas, el momento en el que se enemistaron, cuando se convirtieron en antagonistas, cuando a pesar de todo se seguían respetando y encontrado en cada nueva regeneración... con sus últimas regeneraciones ambos habían establecido una conexión más profunda... que le inquietaba tanto como le atraía y aquello era desconcertante, ella al fin y al cabo era el Master... en versión femenina, pero Master... y él... el Doctor, no podía ser que Missy apreciase tanto su compañía que buscase cualquier excusa para estar a su lado y lo más importante de todo... que se estuviera planteando seriamente permanecer a su lado.

Entonces... mientras el sueño y la energía del doctor seguía haciendo su trabajo, comenzó a tener una pesadilla donde una fuerza extraña la atrapaba produciéndolo un dolor tan punzante y agudo que pensó que iba a partirse en dos, notaba que le costaba cada vez más respirar... como la oscuridad se tornaba tan oscura que en cualquier momento dejaría de pensar como ella para entrar en la espiral de la nada... pero entonces apareció una mano que sujetó la suya con fuerza, al aferrarse a ella la luz comenzó a rodearla, la silueta que la estaba llevando a la luz le resultaba familiar, se sujetó con fuerza a su salvador consiguiendo salir de aquel pozo sin fondo hacia la luz, aquel hombre sólo podía ser una persona...

- ¿Doctor?- pronunció su nombre al reconocer su rostro al tiempo que abría los ojos y un sentimiento de angustia, nerviosismo y debilidad le hizo desviar la mirada en busca de la mano salvadora que la había sacado de la oscuridad.

-Oiga, "Frizbie", tiene una casa de lo más acogedora. Supongo que no recibirá muchas visitas, ¿verdad? Bueno, espere. Mejor replanteo la pregunta. ¿Tiene un mapa para salir de aquí? De lo contrario, seguro que todo el que haya entrado todavía no ha encontrado la manera de salir. ¿Me equivoco?

Fizban que se encontraba con los carrillos llenos de dulce miró a David con los ojos abiertos de par en par mientras dejaba un trozo de pastel en su plato y se tocaba el pecho para tragar y poder responder.

- En feafidad fengo un cluf de fann... fienen lof viernef para tomaf café- respondió todo orgulloso terminando de tragar lo que tenía en la boca para añadir- aunque lo mismo lo que les gusta son los pasteles... el caso es que esta casa no presenta peligro para los humanos, más bien esta parte de la casa, la cosa se complica escaleras para arriba, sólo que ahí no sube nadie porque las escaleras suelen liarse para no dejar que nadie lo haga... los únicos que lo habéis hecho habéis sido vosotros porque habéis hecho trampa con vuestros cachibaches sónicos. Si quieres salir puedes hacerlo siguiendo el pasillo para alante y girando a la derecha... o si ves que no, usa el destornillador. Pero no te vayas sin haber probado las galletas de chocolate... 

Y sin más cogió un plato lleno de galletas y se las colocó delante con una amplia sonrisa y el brillo de un niño en los ojos, el viejo loco parecía querer agradar todo lo posible a David, como si no quisiera que se marchara pero tampoco quisiera retenerle en contra de su voluntad.

¿Nocturia? ¡Siempre he querido visitarla! Seguro que es un sitio fascinante… ¿tienen chocolate allí?- le preguntó el undécimo a Erasmo -¿Estará allí su amigo Fizban? No recuerdo haber conocido a nadie con ese nombre… aunque puede que él si que me haya conocido a mi- le dijo mientras comía otro trozo de morro embadurnado en chocolate -Ya sabe, cosas de los viajes en el tiempo- le explicó -O tal vez haya conocido a otro señor del tiempo… me pregunto a quien...- añadió pensativo.

Y en cuanto a su pregunta… bueno, en realidad no es que queramos llevarnos el origen de los sonidos y la luz- le respondió -O tal vez sí… la verdad, no estamos seguros- continuó -Lo cierto es que estamos buscando algo… pero no sabemos como es, ni su tamaño ni su forma ni nada de eso- le dijo, como si el buscar algo en esas condiciones fuese lo más normal del mundo para él… lo cual por otra parte tampoco iba demasiado desencaminado -Pero sabremos que es lo que buscamos cuando lo encontremos- añadió con seguridad.

¿Para qué servía ser un Señor del Tiempo si no podía acelerarlo para ver a Missy recuperarse? Me sentía tan impotente que solo era capaz de mantenerme aferrado a su mano, a la espera de que se recuperase al tiempo que sufría por dentro la angustia de perderla. No me explicaba ni como ni cuando habían surgido aquellos sentimientos hacia ella. Ella, mi mejor amigo, mi peor enemigo y ahora la mujer que amaba. Esa mujer que en el fondo sabía que jamás tendría, porque nuestra desconfianza era mutua. Quizás en otra reencarnación, si es que la había...

Si es que había un futuro entre ambos en este enorme Universo.

Y mientras mi mano agarraba la suya, aún inerte, pensaba en aquel posible futuro. Posible e improbable a la vez, puesto que desde que dejamos de ser amigos, todo lo que fuese compartir algo hermoso murió entre ambos. Además, ella no me amaba, solo jugaba conmigo y había logrado su propósito: tenerme para ella.

En ese momento abrió los ojos y nuestras miradas se cruzaron un momento. Su débil voz me llamó y apreté su mano al tiempo que la otra acariciaba su rostro con dulzura. - Missy, estoy aquí... ¿no pensarías de verdad que te iba a abandonar? - Me atreví a confesarle una parte de lo que sentía con aquellas palabras.

Estaba seguro de que cuando se recuperase las olvidaría por completo.

- Tranquila, estás a salvo. Aquí nadie va a hacerte daño. - La susurré con ternura en mi voz. Una ternura que jamás se había escuchado desde la muerte de mi esposa. - No te esfuerces, necesitas más reposo... regenerar un corazón no es tarea fácil y menos uno tan duro como el tuyo. - Y la sonreí levemente, sin soltar su mano.

Sin dejar de acariciar su cabello.

Fizban parecía más entusiasmado con sus propias galletas, o mostrando todo lo que tenía, que con todo lo demás. Parecía como si aquel lugar fuese su preciado niño y disfrutase exhibiéndolo, en este caso a mí. Si tenía un club de fans, como lo llamó, parecía evidente que así era.

-Ah, entonces será mejor no subir, desde luego -le dije, pensando que aquella casa tenía tanto de ser vivo como cualquiera de nosotros.

Entonces me colocó las galletas de chocolate delante de la boca y me miró esperando que las probara. 

-Bueno, la verdad es que nunca digo que no a un buen bocado, pero empezaré con un trozo de pastel, si le parece. En cuanto al café, creo que soy más de té. Mmmm, tiene un aspecto estupendo -le dije, cogiendo un trozo de pastel y llevándomelo a la boca.

La verdad es que estaba muy bueno. Peter se lo estaba perdiendo solo por estar con Missy. ¡Peor para él!

-Ha dicho que la salida edtá siguienddo el padillo y dedpued todo a la dedecha, ¿veddad? -le pregunté con la boca llena, intentando tragarme el trozo de pastel que daba la sensación de ser más grande dentro de mi boca de lo que era fuera.

La idea de marcharme me interesaba, pero no iba a hacerlo sin Peter y Missy, así que tendría que hacer tiempo mientras tanto. 

-La verdad es que lo que necesitamos es la Tardis. No estaría mal encontrarla y llevar una bandeja con pasteles y galletas. ¿Qué le parece? Seguro que a los demás también les encanta.

—Entiendo... Y usted no es turista en Nocturia, ¿verdad?— Tom miró con curiosidad. Había conocido algún que otro vampiro en sus viajes, y estaba empezando a pensar que aquel tipo era uno de aquellos elegantes seres.— Tiene muy buen olfato para ser un humano normal, me parece. De todos modos... no es las luces lo que queremos llevarnos, sino simplemente investigar. Es posible que esté relacionado con cierta persona con planes no muy agradables

Tom miró al hombrecillo y sonrió como si no fuese importante

—Concretamente destruir nuestro planeta. Si quiere, nos acompaña donde la amable señorita que antes era un no tan amable caballero que quería robar mi cuerpo y más tarde una no muy amable dama que quería matarnos. Ella nos acompañará también. Además de nuestra versión más vieja, tanto visual como olfativamente

Para Jon suponía un alivio dejar de lado aquella pequeña mascarada ante el enigmático Erasmo.

—Nocturnia... suena desde luego al nombre que le pondría a una mascota autóctona del planeta Skaros —sonrió mientras se aseguraba de dejar las cuentas pagadas en la tasca.

—Así que al final nos vemos envueltos en una aventura mezclada con vampiros... me pregunto de qué tipo serán. El folclore en este planeta es tan variopinto que hasta terminan contradiciéndose entre sí. ¿Son vampiros de los que brillan a la luz del sol o de los que arden en una muerte horripilante? ¿deberíamos haber tomado "gaspachou" para oler a ajo? —demostró un mínimo conocimiento sobre la gastronomía de aquella región.

—¿Cuánto tiempo haces que conoces a los autóctonos de Nocturnia? ¿Crees que serán amables con estos apuestos turistas —mientras hablaba, intentaba que todos se pusiesen en movimiento. Había que reunir al gran grupo y descubrir las maravillas que nos podía ofrecer aquel escondite subterráneo.

Por alguna extraña razón, al oír aquello, Tom empezó a tararear levemente mientras movía el pie al ritmo

—Serás mi amante vampiiiiiiro ¡vampiro! Cuajaron cuajaron diluido...

-La verdad es que lo que necesitamos es la Tardis. No estaría mal encontrarla y llevar una bandeja con pasteles y galletas. ¿Qué le parece? Seguro que a los demás también les encanta.

Fizban dejó de comer cuando David le volvió a preguntar sobre su máquina... ¿Cuantas veces se lo había preguntado? ya ni se acordaba... 

- Te he dicho varias veces que no se donde está tu TARDIS y que vuestros aparatos vuelven a aparecer cuando habéis completado lo que sea que hayáis venido a estropear... que a todo esto ya ni me acuerdo a lo que habéis venido a hacer aquí... ¿Era algo de colorines?- se encogió de hombros mientras sus ojos daban vueltas sobre sus cuencas para después volver a centrarse en el doctor- ¿O lo he soñado? si te sinceraras conmigo ganarías no sólo a un amigo sino a todo un guardián de impecable mostacho...- añadió para después suspirar y mirar al doctor mucho más serio- La TARDIS no va a poder ayudarte para aquello a lo que has venido, las líneas temporales son un galimatías de padre y muy señor mío, por eso os soltó en la plaza de toros y se marchó con vuestras compañeras a un lugar limpio donde esperar... le resultaba imposible aterrizar en el distrito, pero no se marchará sin vosotros... salta a la legua lo leal que es contigo... y todos tus yos... de manera que si quieres que yo te sea útil... pregúntame lo que quieras excepto donde está tu caja azul y te responderé encantado. 

Missy miraba al doctor totalmente emocionada, ahora que ambos estaban sólos y tenían su momento, la señora del tiempo se había quitado la máscara y dejó que sus verdaderos sentimientos saliesen a la luz, la forma en la que estaba mirando a Peter era totalmente distinta a cualquier forma de mirar que le hubiera dedicado con anterioridad.

- Tranquila, estás a salvo. Aquí nadie va a hacerte daño. - La susurré con ternura en mi voz. Una ternura que jamás se había escuchado desde la muerte de mi esposa. - No te esfuerces, necesitas más reposo... regenerar un corazón no es tarea fácil y menos uno tan duro como el tuyo. - Y la sonreí levemente, sin soltar su mano.

Entonces al escuchar sus palabras y sentir su ternura, se le inundaron los ojos mientras unas lágrimas traicioneras regaron su mejillas.

- Mi... mi corazón... ya no es lo que era- dijo recuperando poco a poco las fuerzas- le ha dado por latir por otra persona... ¿Crees que será la edad?- añadió acariciando el rostro del doctor, no había rastro de ningún tipo de juego en sus gestos... tan sólo un leve temblor que no se podía saber si era por debilidad o su miedo a mostrarse como realmente era... ese terror tan característico del Maestro que tan bien conocía el Doctor, era algo que sólo él sabía como su antiguo amigo... lo que más temía Missy y todas sus encarnaciones anteriores, era que sus sentimientos fuesen heridos, por ello no hacía más que construir corazas y jugar a ser el más malvado de los señores del tiempo, cuando en realidad en lo profundo de su ser sus sentimientos eran otros, no nació malvado, no nació vacío, su corazón era grande así como sus anhelos, ser querida era tan valioso para Missy como ser respetada y allí era donde residía su debilidad... una debilidad que estaba mostrando a la única persona en la que realmente confiaba.

Con mi dedo pulgar de la mano que acariciaba su rostro, recogí una de sus lágrimas. - No llores... ya ha pasado todo. - Y es que en ese momento creí que lloraba por miedo a lo ocurrido, pero sus siguientes palabras me hicieron ver cuan equivocado estaba. - Quizás sea la edad, porque a mí también me está pasando. Creí morir cuando te vi inerte, con esa estaca en el pecho y tu segundo corazón palpitando cada vez con menos fuerza. Creo que todos estos años jugando a ser el ratón y el gato, nos están pasando factura.

Y la miré a los ojos y luego a los labios. No podía creerme que ella sintiese lo mismo que yo. Eso me desconcertaba por completo y me dejaba en una extraña posición, pues no sabía que hacer con ella pero sí lo que mis corazones pedían a gritos.

Solté su mano y la puse en su rostro, limpiándola aquella otra lágrima al tiempo que me levantaba del butacón y me sentaba junto a ella en la cama. Una de mis manos se coló por su espalda y la otra en su nuca e hice que se sentase para mirarla a los ojos y finalmente a los labios. - Te estoy dando una ventaja enorme sobre mí con esto Missy, pero no hace falta que diga ya que mis dos corazones te pertenecen.

Tras estas palabras, me acerqué lentamente a sus labios y los besé cargados de ternuna y cariño. No había esa pasión que nos haría aprovechar aquella cama como salvajes. Solo el amor que sentía por ella en aquel momento al tiempo que notaba como mis dos corazones latían con fuerza y al unísono por ella. La dulzura de aquel beso no parecía tener fin para mí. De hecho no quería separarme de sus labios, porque algo me decía muy dentro que ella jamás sería mía al igual que yo nunca le pertenecería.

Y con aquel beso traté de acallar aquella voz que parecía empeñada en destruírlo todo. Pero esa voz tenía razón.

Separé mis labios de los suyos y me abracé a ella, sintiendo la calidez de su cuerpo. Cada uno era de una manera y estábamos allí por un propósito. Yo sabía que ella quería cambiar o eso decía. Pero no podríamos estar juntos hasta que lo lograse. Si lo hiciese ella se rendiría al cambio y seguiría siendo igual. Con suerte, todo aquello la daría el impulso que necesitaba para cambiar y demostrarle a aquella voz, cuan equivocada estaba. - Sabes que cuando salgamos por esa puerta, esta magia desaparecerá, ¿verdad?

La miraba a los ojos mientras hablaba. Esto era solo una pausa en el camino, una tregua donde nuestros corazones buscaban alienarse del todo. Tú volverás a ser tú misma y yo el viejo gruñón de siempre, pero por dentro te estaré esperando, Missy. Estaré esperando ese cambio que quieres dar y que nos hará estar juntos hasta nuestra siguiente reencarnación. - La susurré, no queriendo perder la esperanza de poder estar con ella como deberíamos, sin desconfianza y trucos de por medio.

Bueno, por seguridad le había vuelto a preguntar por la TARDIS porque al final, era lo único que nos interesaba. Encontrarla significaba acabar con nuestros problemas.

Pero "Frizbie" no se daba cuenta de eso. De todas maneras, no iba a dejar de comer aquel exquisito pastel por mucho que protestara. Seguía desconfiando de las galletas que me ofrecía, eso sí, sobre todo porque insistía en que le dijese cosas sobre nosotros, como si hubiese una parte en nuestro interior que no conociese.

-Sí, eso mismo. Muchos colores. Colores de todas clases -le dije, sintiendo que aquel hombrecillo parecía querer sonsacarme información. Eso me hizo mirarle como hasta entonces no había hecho.

Sin embargo, cuando empezó a decirme todo lo que nos había ocurrido demostró estar enterado de ello e incluso añadió algún detalle interesante. Se había ido, quizás no a un lugar sino a un tiempo determinado. Normal que no lo supiera. Pero sí que parecía conocer otras cosas.

-Está bien. Dice que nos soltó en la plaza de toros y se marchó pero no explica realmente las razones. ¿Por qué nos soltó exactamente? Y ya que estamos, ¿qué sabe del barrio ese en el que se detectan tantos ruidos y luces raras? Seguro que allí hay algo interesante. ¿Por qué no nos acompaña?

Mientras le preguntaba, seguía comiendo, porque la verdad era que todo estaba muy bueno, demasiado para dejarlo allí sin hacerle caso.

Cuando Erasmo escuchó la palabra vampiro un brillo extraño iluminó sus ojos al tiempo que una sonrisa lobuna dejó ver sus incisivos, afilados y blancos como el marfil. En ese mismo momento todos los parroquianos del café cantante movieron sus cabezas hacia los doctores y la música dejó de sonar, era como si toda la atenciónse hubiera desviado hacia Erasmo y los doctores, esperando que pasaba o quizás siguiendo órdenes.

- Lamento decepcionarte, pero no soy el guía de Nocturia sino su rey. Erasmo I, rey de los vampiros... ¿Con esto explico mi interés por su interés en entrar en la capital de mi reino, caballeros? Con respecto a que de clase somos... pues verá... creo que de los de toda la vida, ya sabe vivir por la noche, beber sangre humana hacerte más fuerte cuanto más mayor... ¿que es eso de brillar con el sol? Decís cosas muy extrañas... y por lo que parece hay más como vosotros ¿o me equivoco? Con respecto a Nocturia he de decir que es peligrosa para los turistas, pero dado que estáis buscando la cosa que nos tiene perturbados puede que os consiga pases... medianamente seguros.

El vampiro ensanchó su sonrisa mostrando su extraordinaria dentadura, mientras a su alrededor todo seguía congelado y en silencio.

Fizban ladeó la cabeza mientras escuchaba a Daniel, era la forma en la que el viejo profesor atendía lo mejor que podía, pues su mente con tantos años a cuestas era más bien de naturaleza dispersa...

- Si que hablas rápido muchacho... la próxima vez mandaré hacer té de boleboletus mentolado, va genial para los nervios... a ver... vayamos por partes... lo que vuestra TARDIS decida hacer es algo que un gyardian del tiempo como yo, no puede saber porque esa tecnología es vuestra y si los señores del tiempo no la entendéis pues yo menos... lo que si me he dado cuenta es que se ha producido una anomalía temporal de padre y muy señor mío, que hizo que vuestra TARDIS pillase de la Villadiego y no hiciera un aterrizaje normal... porque no podía, las maquinas del tiempo tienen su propia lógica y no puedes pedirle que se meta en un lío temporal como el que nos ocupa... dicho de paso... supongo que habréis venido a llevaros lo que se que está perfilando las líneas temporales, porque lleva un tufo a Galligrey que echa para atrás... que yo sepa, el objeto no está en un barrio sino en un distrito minero, que es distinto... además me temo que donde habido a caer no es donde viven personas... propiamente dichas... ¿Qué les acompañe? ¿Por qué no? Después de todo... van a necesitar ayuda si mis sospechas se confirman.

Bueno, yo no creía que hablase deprisa, pero también podía ser que todo lo que había ocurrido hubiese acelerado mi percepción del tiempo y aprovechase el máximo posible todo cuanto tuviese.

Sí, eso era, seguramente. O no, quizás se trataba de alguna otra cosa.

-Bueno... pues no lo he probado nunca pero seguro que está bastante bueno -le dije respecto al té. Lo anoté como otra de esas pequeñas cosas que eran tan importantes.

-Sí, sí, sé que la TARDIS tiene bastante genio y que de vez en cuanto hace como un niño pequeño y corre sin mirar atrás. Pero si pudiera acompañarnos la verdad es que nos haría un gran favor. Además, no creo que sea demasiado bueno dejar a mi compañero solo con la mujer. Podría... perder de vista el objetivo. Aunque por otro lado, nunca se sabe cuál es el objetivo si se viaja en una máquina del tiempo y se mezclan líneas temporales, ¿verdad?

Rápidamente agarré otro trozo de bizcocho y me lo llevé a la boca. Lo mastiqué como buenamente pude, teniendo en cuenta que apenas me cabía, y cuando acabé, me chupé todos los dedos de la mano.

-Estoy listo. Vayamos a buscarles y después, a ese barrio minero. Por cierto, es Gallifrey, no Galligrey. Supongo que eso se debe a que hablo demasiado deprisa. ¿De verdad hablo demasiado deprisa? No suelo darme cuenta pero me lo han dicho alguna vez. Peter en cambio es todo lo contrario. Siempre que abre la boca deseas que el tiempo transcurra a mayor velocidad. En su caso, en cambio, no es así. Teniendo todo esto que comer, me gustaría que todo marchase más despacio. Quiero decir, si no tuviésemos que encontrar a la TARDIS. Así que será mejor que nos vayamos.

Y me volví para ir en busca de Peter y de Missy. Solo esperaba no pillarles haciendo algo que prefiriese no ver... o sí, la verdad. A veces me podía la curiosidad.