Partida Rol por web

Tributo de Sangre (V)

Heraldos de Paz

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16/01/2009, 20:23
Capitán Neomen

Neomén comenzó a guiarlos por los pasillos recorriendo el camino inverso al que recorrido para llegar hasta el comedor. Al pasar junto a las cocinas la decepción pintada en la cara de dos de las camareras y sus suspiros de resignación dejaban claro que esperaban que el barbaro se hubiera quedado rondando por allí un rato.

El paso del capitán era vivo, obligando a los aventureros a no demorarse en observar nada a su paso, pero respondió a la pregunta de Alfren sin perder el compás de la respiración.

- Me temo que ese mapa que solicitas no existe ya que los caminos del pantano cambian de una semana para otra. Y nadie se adentra en el pantano ni se acerca a la torre para llevar suministros ni vender nada. La bruja envía a sus secuaces a buscar todo lo necesario. De todas formas el mapa no es necesario para aquellos cuyo destino es la Torre Negra porque su imponente mole se ve desde todo el pantano. Incluso si hubiera un punto en el que los árboles os taparan completamente la visión de la torre lo único que tendríais que hacer es dirigiros hacia el norte hasta volver a verla. Lo que sí que os recomiendo es que sigáis los caminos que encontréis, las pozas son peligrosas y las arenas movedizas abundan por doquier. -

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17/01/2009, 00:15
Merkus

Caballos. A Merkus no le gustó oír la palabra, no porque los caballos le desagradaran sino porque la experiencia que tenía con ellos ya de adulto no era muy buena. De niño no hubo problema, de hecho se le consideraba un muy buen jinete, pero a medida que Merkus fue creciendo tanto en porte como en volumen los caballos parecieron ir encogiendo, a tal punto que llegó un momento en que ver al bárbaro montando uno se transformó en un espectáculo bufonesco. El bárbaro era demasiado grande y la raza de los caballos de la tribu demasiado pequeños. ¿Resultado? Un gigante arriba de un poni y para colmo el poni que se encabrita y Merkus que va a parar al suelo. Al pobre le resultaba bochornoso incluso recordarlo.

-¡CABALLOS NO! -bramó el grandulón apenas su mente lo trajo otra vez al presente y temiendo que Alfren siguiera adelante con su idea y le propusiera al capitán que les diera unos caballos- Si duendes poner trampas caballos poder activarlas, nosotros usar palos para tantear suelo antes de pisar...

Sin embargo no era sólo eso en lo que Merkus pensaba, se le pasaban muchas cosas por la cabeza pero no conseguía ordenarlas todas para poder decir a sus compañeros algo con pies y cabeza, de haberlo conseguido hubiera podido decirles que consideraba mejor y más seguro ir a pie, ya que era menos llamativo ver a un grupo de seis maloliente y sucio dirigiéndose hacia el norte que al mismo grupo de seis, igual de sucio y maloliente, montando caballos de buena cepa.

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17/01/2009, 09:06
Antor PielGris

Antor casi había maldecido cuando el capitán Neomen había entrado por la puerta. Esperaba haber tenido más tiempo, estaba convencido que hubiera podido sacar datos mas que jugosos a las camareras, y justo cuando había entrado esperaba las respuestas de sus compañeros para intentar sacarle datos de interés. Tal como había salido la jugada no podía sin embargo hacer otra cosa que seguir al oficial mientras le daba vueltas a la misma idea.

- Entonces, capitán - dijo mientras seguí el paso vivo- Si no he entendido mal los peligros que podemos encontrarnos son de un lado nobles rivales hasta llegar al pantano, y de otro, ya en el señalado pantano, los duendes con los que Sarcess no mantiene buena relación. Mi duda es saber si debemos temer peligros de los secuaces y seres de la propia Sarcess. No me ha quedado claro hasta qué punto el retraso en el tributo le ha molestado, y tampoco cuanto ha sido exactamente ese retraso.

 

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17/01/2009, 15:01
Alfren Niubar

¡Mierda!, pensó para sí Alfren ante la respuesta del capitán que la dejaba frente a un callejón sin salida. Una vez más, deberían confiar en sus propias habilidades y en esa tan esquiva Diosa Fortuna.  La voz de Antor le llegó clara cuando preguntó al militar y le quedó bien claro que aun cuando su cuerpo hubiera envejecido, y nada mal pensó para sus adentros, su mente seguía siendo aguda.

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19/01/2009, 10:15
Capitán Neomen

Casi sin darse cuenta los aventureros estaban a punto de llegar al patio de armas del castillo. Antes de subir por unas empinadas escaleras que daban al exterior el capitán se detuvo para responder a las preguntas de Antor.

- No sé de cuestiones de política... - comentó encogiéndose de hombros. Lanzó una rápida mirada a su alrededor y bajó un poco la voz antes de añadir - ... pero me imagino que el retraso del tributo no le habrá sentado bien a alguien de la calaña de Sarcess. - volviendo a un tono normal de conversación continuó - Pero lo que sí que te puedo aclarar es que los secuaces de la bruja vinieron a por el tributo hará algo así como un mes y no parecieron irse muy contentos. -

El capitán reanudó la marcha ascendiendo con brío por las escaleras mientras continuaba respondiendo a Antor - Los pantanos son un lugar peligroso. Se dice que están plagados de extraños seres resultados de los perversos hechizos de la bruja. Los que se han aventurado en esos parajes regresan contando que han visto desde demonios portando espadas llameantes hasta repulsivos y patéticos seres deformes que se limitan a arrastrarse alimentándose de la podredumbre. Pero lo más temible de los pantanos son sin duda las huestes de Sarcess. Se dice que los engendra ella misma en ritos de magia negra consistentes en interminables orgías de sexo y sangre con seres de otros planos. ¿Quién sabe qué puede rondar por la cabeza de esos seres? Si yo fuera vosotros tendría cuidado si os encontráis con ellos, estoy seguro que la bruja está muy interesada en el dinero y sus secuaces no se atreverán en despertar su ira perdiendo el tributo, pero seguro que a la bruja le dará totalmente igual lo que le pase a los mensajeros. -

Las lóbregas palabras del capitán parecían estar en consonancia con la oscuridad de la empinada escalera. Por suerte esta terminó y el grupo salió a un luminoso patio de armas rebosante de actividad. Escuderos, criados y trabajadores de diferentes profesiones iban de un lado para otro haciendo mil tareas destinadas tanto a la preparación de la partida como a diversas tareas del castillo. Al margen de esto un grupo de seis soldados armados estaba perfectamente formado alrededor de una lustrosa mula de carga que portaba un rico cofre delicadamente tallado y con refuerzos metálicos dorados. En el otro extremo había dos jamelgos con aspecto piojoso cuyas herraduras estaban siendo revisadas y arregladas a última hora por un herrero. Uno de ellos transportaba unas raídas alforjas, el otro un cajón medio podrido de goznes y cerradura oxidados cuyo barniz no era más que una ilusión descascarillada de otros tiempos.

El capitán avanzó hasta el centro del patio seguido de los compañeros. Allí se giró y les informó señalando hacia el lustroso cofre: - Yo partiré con el señuelo un poco antes. Si no tenemos ningún problema deberíamos mantenernos siempre por delante de vosotros. De esa forma atraeremos a posibles atacantes y os despejaremos el paso. ¿Estáis listos? -

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19/01/2009, 15:55
Alfren Niubar

El rostro de Alfren era serio cuando escuchaba al Capitán Neomen. Aquel viaje prometía más peligros que los que les habían augurado y sobre los que nada les habían advertido. Pozas, arenas movedizas y hordas de seres malignos. Pero, ¿cuánto era verdad y cuánto se debía a la fértil imaginación de los lugareños, y por ende de los guardias del Castillo incluido el capitán, que seguro entretenían sus noches con incontables historias sobre la bruja y sus criaturas? No dudaba de la buena voluntad del militar, pero le parecía que exageraba.

- Capitán Neomen, la pregunta tal vez os suene absurda pero, ¿por qué no han venido en esta ocasión, cómo los llamastéis, ah sí, los secuaces de Sarcess a recoger el tributo?

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19/01/2009, 16:22
Capitán Neomen

El capitán se encogió de hombros.

- No lo sé. A nosotros no nos explican esas cosas. Supongo que será por orgullo de la bruja. -

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19/01/2009, 18:15
Antor PielGris

La respuesta del capitán Neomen, por su parte, no satisfizo en absoluto a Antor, pero este disimuló con pericia sus sentimientos, sonriendo con educada cortesía al oficial. Sin embargo nada en claro parecía poder sacarse por ese lado. Al menos ya estaba claro que había sobrados motivos por los que mandaban a agentes independientes. No querían correr el riesgo de perder a sus hombres en algo así. Antor estaba preocupado. Ni Sarcess ni tampoco el conde tenían el menor aprecio por ellos. A nadie le importaba si vivían o morían.

- Pero a mi si me importan - se dijo mentalmente mientras se atusaba el bigote- Me importan todos y cada uno, qué jóvenes son... hasta el elfo. Qué lejos están todos de la muerte.

- Gracias por los consejos capitán - replicó Antor mientras inventaba con pericia una sonrisa- Supongo que la respuesta es negativa pero... ¿hay algún aliado del conde al que podamos acudir en los pantanos? Tal vez exista algún informador o agente que en ocasiones tenga pactos con esta tierra, y al que llegado el caso podríamos acudir si fuera necesario mandar un mensaje  

 

 

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19/01/2009, 21:29
Merkus

Merkus frunció el ceño, las palabras del capitán no le estaban gustando, las cosas que contaba le hacían recordar a las veces que él y su gente salían de cacería, actividad que al bárbaro disfrutaba en demasía, en especial cuando la cacería ponía a prueba sus capacidades físicas. Sin embargo ésto era diferente, la sensación seguía siendo excitante, al bárbaro le gustaba experimentar la sensación de peligro y mucho más el sabor de la victoria. Ganar significaba ser el mejor, y ser el mejor le haría ser alguien importante entre los suyos, no uno más del montón, pero las cosas a las que estaban diciendo debían enfrentarse en el pantano ciertamente lo intimidaban, aunque él jamás iba a reconocer eso.

 
Merkus sentía que en ese pantano las posibilidades de convertirse en presa era infinitamente mayores a las de convertirse en cazador.
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19/01/2009, 21:48
Ailara Sotobosque

Ailara no estaba tan sorprendida ante la nueva información que ofrecía el capitán como lo estaban algunos de sus compañeros. Para ella, el que no les contasen todos los posibles peligros era algo más que obvio, ya que si no nadie iba a aceptar el trabajo; pero claro para ella sus compañeros habían aceptado el encargo como medio de entretenimiento y no por necesidad, siempre podían acudir al seno del bosque para recibir los dones de la naturaleza y vivir plácidamente, al menos por un tiempo. No, la druida no consideraba realmente los peligros del pantano, lo cual podía ser peligroso.

Feliz ahora con el aire fresco, prestaba atención a las palabras del guardia y las preguntas de sus compañeros.
- O tal vez alguien que conozca los caminos del pantano y no se declare ni enemigo ni aliado del conde- acotó al comentario de Antor. En el bosque solía haber personajes solitarios que conocían cada recodo y cada senda de la zona en que vivían, tal vez hubiese alguno de ellos en el pantano y pudiesen pedir su ayuda.

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19/01/2009, 21:41
Moravius

Moravius movió la cabeza negativamente, ahora estaba mucho más seguro que antes de que a quien más debían temer era a Sarcess; no dudaba que pudieran contra cualquier de sus secuaces pues eran todos inteligentes, bravíos y fuertes pero había algunas magias que eran casi imposibles de repeler. Los gnomos no serían más que molestas criaturillas intentando molestarle, quedarse con lo que llevaban pero Sarcess era otra cosa, en especial porque no consentía los retrasos y esta vez no era la primera vez que lo hacía. Dudaba mucho que la dignidad fuera una de las cualidades de Sarcess; se pasó la mano por el cabello y se acercó un poco más al grupo pues se había quedado algo rezagado, aunque lo suficiente para escuchar lo que se decía. Cada cosa parecía más absurda que la otra, no entendía cómo sus amigos estaban así, tan preocupados por los gnomos pero tan envalentonados contra Sarcess, quizás había algo en esas criaturas que él desconocía. Y también estaba la falta de respuestas en algunas preguntas hechas al capitán y que este, muy gentilmente había contestado evasivamente o simplemente las había ignorado.

-Una última cosa, capitán Neomen: ¿Cómo es que logran que Sarcess les dé tiempo? Porque según entendí, no es la primera vez que se retrasa... ¿Qué hay de la compañía que fue a entregar el pago la última vez?

A Moravius no le importaba contar con caballos, estaba acostumbrado a caminar mucho y al esfuerzo fisíco, tampoco le importaba. Pero había algo en aquella misión que no le estaba gustando, parecía una trampa en algún momento y se estaba poniendo bastante de malas aunque debía confiar en el olfato de los demás, tenían al elfo, a la druida, los magos... No, las cosas no podían ir mal si tenían todo aquello de su parte. Se acercó a Alfren lentamente mientras esperaba la contestación del capitán y dijo en voz baja junto a su oído.

-Creo que esa mujer no da prórrogas y no veo por qué esta gente va a tener su venia para demorar un poco más que los demás. Hay algo que no me gusta y te aseguro que no son los gnomos. Piensa: ¿Quién más interesada que Sarcess, en que el pago desaparezca?

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19/01/2009, 23:56
Bathalias de Emdelis

El elfo se había mantenido callado mientras el Capitán daba más datos acerca del trayecto.

¿Más enemigos? Perfecto, lo que faltaba...

La mente de Bathalias bullía en un sinfín de pensamientos, una terrible espiral que le estaba taladrando la mente desde dentro, a pesar de que nunca había tenido ese problema, esta vez era realmente duro pensar como iba a poder cuidar de todos ellos en unas circunstancias tan adeversas.

Pero las preguntas continuaron.

Me encantan mis compañeros, a veces me sorprende lo inteligentes que pueden llegar a ser...

Y tras esto siguió atento, no se le ocurría ninguna pregunta útil que ellos no hubieran lanzado ya.

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20/01/2009, 03:52
Alfren Niubar

Alfren se detuvo cuando así lo hizo el Capitán para contestar a Antor. A estas alturas, su respuesta no la sorprendió y aunque las nuevas preguntas del viejo y de Ailara le pudieron parecer oportunas, no le cabía duda que, o los dados jugaban de su lado, o seguirían igual que hasta ahora. Es decir, sabiendo poco o nada.

Lo cierto era que empezaba a sentirse impaciente. Tenía ganas de partir y de acabar con aquel trabajo cuanto antes. A fin de cuentas, ¿qué tenía de distinto de otros muchos? Poco o nada para ser sinceros, salvo por los cuentos de vieja con que les habían regalado los oídos. La cosa consistía en llevar una mercancía de un sitio a otro, a cambio de un pago. Pago que si tenía lugar no era porque los caminos fueran tranquilos precisamente. Innumerables criaturas de distinto pelaje y color se sentían tentadas por lo ajeno y era misión de ellos impedir que algo cayera en sus garras. Era lógico ser precavido e intentar recabar la máxima  información posible pero, ¿no era también cierto que  se estaban mostrando algo  exagerados?  Probablemente, el encuentro con el secretario y sus críticas a los guardias del castillo habían despertado sus suspicacias. Pero lo que era Alfren, no sentía duda alguna acerca de la sinceridad de quienes les habían contratado. En caso contrario, ella no se encontraría aquí, por muy necesitados que estuvieran.

Sumida en sus pensamientos, el susurro de Moravius la sobresaltó.

-Creo que esa mujer no da prórrogas y no veo por qué esta gente va a tener su venia para demorar un poco más que los demás. Hay algo que no me gusta y te aseguro que no son los gnomos. Piensa: ¿Quién más interesada que Sarcess, en que el pago desaparezca?

- Moravius, por los dioses, no me pegues estos sustos. Hay gente que por menos se ha llevado un buen mamporro - dijo y se tomó unos segundos antes de responderle -. Verás peliblanco, yo en estos chanchullos de política no estoy muy ducha pero, ¿qué ganaría la bruja con todo esto? Ella exige su diezmo y punto. Tres mil monedas de oro al año. Una barbaridad si lo pensamos con frialdad, pero nadie parece protestar y es lo que aquí consideran de justicia así que mi opinión poco importa. Y  por lo que hemos oído, cuando alguien no paga, es castigado en forma de maldición, plaga o enfermedad. El Conde, para evitar eso, se cura en salud y, aunque tarde, paga. En resumen, que ella es la dueña del cotarro. Y me da igual que sea bruja, condesa o baronesa. Todos funcionan de un modo similar. Si lo piensas bien, así es como se rige nuestro mundo. Uno manda y los demás obedecen. O pagan para que les dejen en paz, que viene a ser lo mismo. Tal vez haya un sistema mejor, pero es el único que conocemos - comentó resignada -. En definitiva Moravius, que si no le pagan, ¿qué iba a hacer ella? ¿Matarlos? Para qué. ¿Conquistar su territorio? No tiene sentido. No soy mujer que tenga una visión de lo grande pero no se me escapa que Sarcess ya es dueña de todo. No me parece tan distinta de cualquier rey de los que pueblan este mundo. Salvo por el hecho de ser una mujer.

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20/01/2009, 10:25
Capitán Neomen

El hombre que había estado herrando la montura de los compañeros se acercó al capitán y le comunicó que estaba todo listo. Luego alzó la vista hacia algún punto de una torre y su tono de voz pasó a ser apremiante.

- Efectivamente no hay nadie que yo sepa. Pocos aparte de los habitantes de los pantanos se dedica a rondar por ellos. - respondió escuetamente a Antor y Ailara - Nadie en su sano juicio se entretendría a explorar la zona - añadió en voz baja. - En cuanto a cómo han conseguido más tiempo. Eso no me compete a mí ni a la guardia. -

La alusión a lo ocurrido el año pasado no pareció gustarle demasiado al capitán: - El año pasado, para mi vergüenza, algunos hombres de la guardia en los que creía que podía confiar traicionaron al conde. Yo mismo me encargué de ajusticiar a algunos de ellos cuando por fin les dimos caza. Así que recurrimos a un grupo a sueldo como el vuestro. Creo que realizaron el pago y regresaron porque me pareció ver a algunos de ellos rondando por la ciudad algunas semanas después, luego les perdí la pista. Supongo que se irían a otro lugar a buscar a alguien que contratara sus espadas y libros de hechizos. -

Recogiendo su capa dedicó un saludo marcial a los compañeros y se despidió:

- Que los dioses os guíen en vuestro cometido. -

Se dio la vuelta dejando a Alfren y a Moravius conversando y se situó al frente del grupo de soldados. Tras examinar con ojo crítico a su grupo por unos instantes dio la orden de partir y salieron por la puerta del patio de armas. Tan pronto como el capitán se había alejado de ellos los aventureros sintieron un molesto cosquilleo en la nuca, como si alguien en algún lugar tuviera los ojos clavados en ellos apremiándoles a partir.

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20/01/2009, 11:58
Ailara Sotobosque

- Bueno, pues en marcha, ¿no?- comentó Ailara en tanto ella y su loba tomaban su posición natural en la vanguardia del grupo. Era cierto que la joven no era muy buena combatiendo, e incluso que su magia no era de las más poderosas pero era atenta y conocía la naturaleza mejor que el resto, así que era buena a la hora de detectar posibles peligros.

- Según parece tendremos que caminar mucho trecho hoy, Mazgul.- le susurró tras haber acabado de realizar los preparativos para emprender la marcha. No parece que vaya a hacer mal día, aunque tal vez pueda llover.

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20/01/2009, 17:12
Moravius

Moravius movió la cabeza negativamente, decididamente y luego de escuchar al capitán, se dio cuenta que había un hueco en esa historia y no le gustaba pero sus compañeros creían que aquello era vil avaricia, demasiado sencillo si se lo miraba bien pero no sería él quien intentara hacerlos cambiar de opinión; sólo estaría atento en caso de ser necesario. Se acomodó los ropajes, apretó la mano en el bastón y haciendo un gesto amable a Alfren, se alejó para ponerse al frente, junto a Ailara. Su compañía le agradaba y se sentía poco más tranquilo a su lado o quizás debería decir, poco menos intranquilo. Volvió la vista a sus compañeros, estaban listos o eso parecía; ya nada debía retrasarlos, al menos en salir de aquel lugar. Si terminaban aquel trabajo con bien, esperaba nunca tener que ver de nuevo a ese secretario o al propio conde, incluso el tal Neomen era un soberbio, matando así como así.

-Sarcess les cobra cada año en puerta, cada año... Sin embargo Neomen me dice que aquel año se retrasaron porque los que llevarían el pago, lo robaron. No tiene sentido, no lo tiene; al menos para mí no.

Le sonrió a Ailara como si estuviera pensando en algo agradable, como si no estuviera preocupado. Como fuera, estaba convencido de que volverían con bien, confiaba en cada hombre, elfo, mujer, druida que estaba con él en aquella misión y daría su vida por cualquiera de ellos: nada podía salir mal. Si se mantenían unidos, las cosas terminarían en un abrir y cerrar de ojos y para el día de mañana a esa misma hora, el asunto estaría más que finiquitado. De pronto se sintió inundado de una paz interior, de una seguridad casi apabullante y no era sólo por la cercanía con Ailara, no, era porque estaba seguro de que se conducirían por buen camino, a través de ciénagas y por encima de gnomos, bestias aladas, emplumadas o peludas y aunque no le gustaba la idea, por encima de esa maldita bruja.

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20/01/2009, 20:17
Alfren Niubar

La perorata de Alfren no obtuvo más respuesta del hechicero que un simple gesto antes de dejarla e ir donde Ailara. Encogiéndose de hombros y sin darle mayor importancia al hecho, grito un saludo de despedida al Capitán Neomen, deseándole suerte también, cuando este ya estaba saliendo del Patio de Armas. Un buen hombre y valiente, murmuró para sí. Sí, el capitán le había agradado. Parecía serio y si bien era cierto que no llegaría donde ellos, no había que olvidar que iba a exponerse haciendo de cebo.

Volvió la vista a su grupo. Moravius y la druida parecían haber decidido que avanzarían juntos. De hecho, Ailara parecía tener una prisa especial por salir. Sin duda el castillo de piedra debía pesarle como una losa en su ánimo. Resignada, se acercó a los caballos y se aseguró que las alforjas y el cofre estuvieran bien sujetos. Después, ató firmemente las riendas de uno de ellos a la grupa del otro.

- Bueno, jamelgos. Vamos a llevarnos bien, ¿eh? Nada de mordiscos, coces, ni tirones. Si os portáis bien, Alfren será vuestra amiga y os dará una manzana. Pero si decidís amargarme el viaje, le diré a Merkus que os coma. Y él tiene suficiente estómago como para poder con los dos.

Y tomando las riendas del primer caballo, esperó a que Antor, Bathalias y Merkus se pusieran en marcha.

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21/01/2009, 10:00
Director

Finalmente se pusieron en marcha, adentrándose en el bosque por el sendero de leñadores que partía lateralmente del castillo. Enseguida fueron ganando altura y el camino les llevó a través de colinas y valles cubiertos por una manta verde de abedules y fresnos.

El día había amanecido claro y despejado, pero con el paso de las horas unas nubes grises se adueñaron del cielo, dando como resultado un techo encapotado que impedía el paso de los rayos del sol. No obstante no hacía demasiado frío, con lo que mientras el cielo no se decidiera a descargar agua la marcha no se haría más incómoda de la cuenta. El canto de los pájaros les acompañaba en su avance como única nota discordante con el sonido de las pesadas botas del bárbaro y el tintineo de la armadura de la paladina. Hasta el momento las mulas se comportaban con bastante decoro.

En diversos momentos el sendero se acercaba lo suficiente al camino principal como para que pudiesen observar desde las alturas al contingente del Capitán Néomen que avanzaba paralelos a ellos, en formación cerrada. Fue precisamente en uno de esos momentos cuando percibieron que algo no iba bien. Les llegaron de forma nítida el sonido del caballo allá abajo en el camino principal, las conversaciones de los soldados, las órdenes de los oficiales. Pudieron escucharlo todo con tanta claridad porque el bosque se había sumido en un silencio absoluto. La calma era total, únicamente rota por aquella columna que avanzaba por la serpenteante línea amarilla de tierra.

¡Y de repente lo vieron! Desde su posición elevada lograron descubrir un gran grupo de personas ocultos en un claro del bosque adyacente al camino principal. Se trataba de un grupo bastante más numeroso que el del Capitán Néomen y estaban completamente equipados para la batalla. No portaban estandartes que les identificaran, pero aún en la distancia, podía descifrarse por sus ropajes y armaduras que no se trataban de simples asaltantes de caminos. Eran caballeros y soldados regulares, y estaban a punto de lanzarse sobre la columna que avanzaba con el señuelo.

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21/01/2009, 10:10
Director

Los agudos ojos de Bathalias descubrieron algo más. Al otro lado del camino en el cual se encontraban los soldados y caballero preparados para la emboscada, había una fila de ballesteros ocultos entre la espesura y en las copas de los árboles, con las armas cargadas y apuntando a las primeras unidades de la columna.

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21/01/2009, 16:49
Moravius

La primera reacción de Moravius fue ir en ayuda de aquellos hombres porque las injusticias no le gustaban en absoluto pero se contuvo, había que tomar una decisión entre todos pero a estas alturas del camino, él seguía sospechando de todo y se pensó que incluso aquello podía ser una trampa. Se volvió hacia sus compañeros y los miró con cierto desconcierto imposible de ocultar por más que hubiera querido. Luego volvió la vista a Ailara, la verdad es que estaba deseoso de ir a allí y darle una lección a los atracadores, después de todo si se unían, podían contra ellos pero volvió a caer en la cuenta de que aquella decisión no era suya. Sin embargo, esperó que sus compañeros reaccionaran ante aquello.

-Parece que tenemos un espía en la corte del conde. En teoría nadie sabía cuándo y a qué hora salía el contingente y esos hombres no están allí fortuitamente-habló para todos.-Yo voto porque les demos una paliza pero...

Claro que era un arma de doble filo, era probable que si había un espía, aquello no fuera más que una escenificación para ir a por ellos, así que el mago recapacitó sobando un poco su bastón; tenían que ponerse a salvo cuanto antes y entre más lejos estuvieran de allí, sería mucho mejor.

-Amigos, creo que he cambiado de opinión, podría ser una trampa para hacernos bajar la guardia pero ya lo saben, se hará lo que decidan; aunque lo más prudente sería alejarnos prontamente.

Negó sutilmente, no le agradaba nada tener que dejar al capitán y a los demás así pero se debatía pensando en una posible solución, en el grupo había un hombre sabio, quizás él pudiera ayudarle con ello.