Partida Rol por web

Bartan y Yan D avistan por fin la Posada El bosque Verde en la zona de los muelles de la ciudad. La posada parece ser famosa por el gentío que se avista en su exterior.. la mayor parte marineros y prostitutas. Las camareras pasean con jarras repletas de espumosa cerveza y se sirven platos con muslos de pollo asados cuyo olor llega perturbante a vuestras fosas nasales.. numerosas risotadas acompañan a la animada música que se desborda por sus ventanales..

Según entráis en la posada se acerca un hombre patizambo restregándose las manos en una especie de trapo de color dudoso..

"..pasar señores.. ..bienvenidos a la posada "el arbol verde", sentaros aquí (señalando la única mesa libre, la nº 1, en la que se encuentra una chica con aspecto de viajera).."

"..seguro que venís de muy lejos, deseáis alojamiento, comer, beber, ..quizá mujeres?"

LA POSADA

Aparte del entusiasmado posadero observáis:

-MESA 2. En esta mesa se encuentran varios habituales del bar tomando cerveza y jugando a las cartas.

-MESA 3. Aquí se encuentran varios hombres mal afeitados..

-MESA 4. En esta mesa, hay varias personas de edad avanzada cenando..

-MESA 5. Aquí se encuentra un hombre con la nariz roja de tanto beber y que parece el típico borracho de bar..

-MESA 6. En este lugar, se encuentra un hombre con un aspecto de campesino..

Léonore, estás de paso por Corvis en busca de fama y fortuna. Has oído que ésta posada es una de las mejores de la ciudad en calidad-precios y como lugar para encontrar misiones y dinero.

El posadero te ha sentado en la única mesa libre y tras unos minutos sienta a varios personajes en tu mesa -debido a que no hay más espacio-. A partir de aquí puedes pensar que dirás.

De todas formas tengo pensado que seas un poco tosca con ellos o que apenas hables y te dediques a beber (tu estableces tu forma de comportarte) y que veas a un hombre robando a maese bartan. En ese caso sacarás tu arma y lo descubrirás. Iniciando así vuestra presentación.

Léonore había llegado a Corvis, realmente había deseado llegar lo antes posible a un lugar en donde sentarse y relajarse. Casi sentía que la ropa se le pagaba a la piel por lo sucia que estaba y por razones obvias no iba a cambiarse en mitad del camino. No sabía que tipo de pervertido se encontraría, aunque en la necesidad igualmente lo haría.

La chica de cabellos larguísimos y ondulados, atados a la altura de sus omoplatos con un listón rojo; iba tarareando una canción que había escuchado justo antes de salir de la última ciudad a la cual había visitado. Nuevamente no había encontrado pistas sobre su origen pero por lo menos había logrado aprender un nuevo truco, el crear agua para beber y no correr el riesgo de terminar con una diarrea de proporciones colosales y posiblemente la muerte.

Tarareando la canción miraba a su alrededor, su mochila al hombro con sus cosas, y su mirada alegre pero vacía, miraba a todo a su alrededor, saludando a unos hombres, que parecían ser músicos callejeros o marinos, no supo ralmente; que quedaron algo impresionados por su belleza pero sobre todo por la liviandad de sus movimientos. Parecía una andrajosa, con sus ropas sucias, la capa café sobre todo y su carita llena de manchas de lodo. Desgraciadamente la noche anterior había llovido y ella no había conseguido un lugar para refugiarse sino luego de un rato de correr bajo la lluvia y sobre el barro.

Campante y desenfada, comenzó a hablar con los hombres, que entusiasmados la escuchaban y le dijeron que podría ir a una de sus casas, una humilde casa, no lejos de ahí, en donde poder bañarse y comer algo. Leonore caminó hacia el lugar indicado, en donde una de las esposas de los hombres la recibió y le ayudó a lavarse. Sólo tomó el baño regalado.  Ya presentable, agradeció a la mujer, y le dio una pequeña Bendición. De ahí, siguió caminando, le habían informado de una posada en donde podría descansar apareció nuevamente en la posada. Estaba vestida con un vestido de confección sencilla y de un color crema casi blanco. Inadecuado para los viajes, pero que ella siempre usaba cubierto por una capa de lanilla color púrpura oscuro. Llamó la atención, más por su largo cabello que seguía atado por el listón rojo

Se sentó en la barra, luego de haberse deslizado entre las mesas  y cruzando el  salón de  la posada "El Árbol Verde". El tabernero la atendió, y la chica sólo le sonreía,  y la llevaron a una de las mesas, en donde estaría sola, por mientras.

Mesa 1

- umm.. deseo... deseo...- llevaba su dedo índice a sus labios para presionarlos un poco, sin reparar en la cara del mesero que no le quitaba los ojos de encima, impacientado por la indecisión de la joven.- um poco de hidromiel... y el plato de la casa... por favor- le pidió al final y le regaló una sonrisa al muchacho que debía tener su edad, aunque  la fuerza y el rigor del trabajo lo hacían parecer mayor, más con ese cuerpo formado y esa barba a medio cortar. Tenía un aspecto desgarbado pero interesante. EL muchacho tras la sonrisa de la chica,  no pudo enojarse con ella. De ahí, miró a su alrededor, sin notar nada en especial, de hecho estaba tan distraída por los sonidos de su estómago que resonaban. Traía hambre.

Repasó mentalmente sus objetivos en la ciudad, enrolarse en alguna misión, obtener algo de dinero que le estaba escaseando, y visitar nuevas ciudades, en busca de alguna pista de su pasado. Suspiró, entrelazando sus dedos delante de ella, en un gesto pensativo.

Así la encontraron los personajes que llegaron que ni perturbaron las meditaciones de la joven. Ni una  mirada les dedicó, sólo una sonrisa de monalisa al mesero cuando le trajo el pedido. Ahí, recién, se dio cuenta de la presencia de los hombres. Los observó, haciendo un veloz  barrido con sus ojos, pero no le causaron mayor impresión, por lo menos no la suficiente como para hacer que su atención se colocara en ellos.

Comió alegre, como si se tratase de un banquete el escuálido guiso de carne con un poco de arroz algo reseco, pero era suficiente como para calmar su hambre.

Muy bien leonor, la verdad es que es una introducción muy buena.

 Mesero, si fuese tan amable de traernos un gran plato de ese suculento pollo, y una gran jarra de agua para mí. Supongo que un cubo de cerveza para mi amigo. 

 Bartan, una vez hayamos descansado, deberíamos volver a esos pasadizos donde los gobos. Podría ser interesante y no está demasiado lejos.

Asiento al pedido de Yan, echandome en la silla para esperar la comida, sin dedicarle mas que un vistazo a la humana. Mas bien miro a los demas, anticipando a quienes pueden dar problemas, una vieja costumbre de los fondos. Antes que el mesero se retire, acoto en tono rudo.

- Y de la buena, no la aguada, muchacho.

Escucho a Yan moviendo la cabeza, haciendome cargo, y despues contesto sabiamente:

-Si, podria haber algo o podria no haberlo... pero estan a 2 dias de camino en carreta y ya estamos a pie. No veo el motivo de molestar mas a los gobos...por ahora. Ademas, ese sacerdote dijo que podria tener un trabajo para nosotros, asi que mientras tanto aprovechemos el momento y la comida gratis, jaja. Sino... Corvis no es pequeño y se ve animado. Seguro algun trabajo se presentara aqui tambien.

 Cierto, no lo recordaba, estoy demasiado cansado para pensar con claridad, lo siento. Aunque deberíamos preguntarle, quizá conozca algún clérigo dispuesto a embarcarse en nuestra aventura. 

 Todo esto, mientras delicadamente tomo buena cuenta del pollo y del agua. 

 Bartan, siento ser tan brusco, pero tengo que acostarme ahora. Ve tú a ver lo de tu armadura si quieres, pero yo no puedo dar ni un paso más.

 Tras esto, me levanto, y busco al posadero con intención de que me lleve a una de las habitaciones. 

- Si.. tal vez algun aprendiz de el..ñam

Al contrario de los modales de Yan, yo como el pollo con las manos, sin preocuparme por la salsa, y limpiandome en la ropa. Asi mismo bebo abundandemente la floja cerveza humana, pero solo para saciarme la sed.

-Entiendo, entiendo. Vete. Yo me hare a cargo. Ah por cierto, si viene Donovan que valla contigo a dormir, humano con humano digo yo, jaja!

Sigo comiendo y bebiendo hasta estar plenamente satisfecho

La joven, que aún no atisbaba en el lugar en donde estaba metida que distaba mucho de ser el adecuado para una jovencita y clériga además. Así que era un sujeto extraño, más por sus ropas claras y el aura pacífica que la envolvía. Tan distinta a las personas que ahí estaban

Una mujer se paseaba de lado a lado, siendo toqueteada por los hombres, sirviéndoles  las cervezas que pedían y las comidas. La miró, desde la distancia asolapada, y envidió la jovialidad y la inexistencia de su ser, tan lejana a la inmundicia de la posada.

Léonore  sólo comía, y bebía el dulce líquido, aunque era un sólo un poco, para poder espantar el frío y  reanimar el espíritu. La verdad es que no tomó en cuenta la conversación del enano con el humano, de hecho para ella no fueron importantes en ningún momento, sólo cuando miraba al hombre, con sus ojos verdes que ahora parecían castaños por la ausencia casi total de luz. Le pareció atractivo, en muchos sentidos, pero no lo suficiente como para poder dejar de comer y sonrojarse como un semáforo. No ha nacido hombre que la deje así, no aún por lo menos, pero este si esta muy cercano.

La conversación siguió, y la palabra "clérigo", resonó en medio  la comida de la chica. ¿un oportunidad? No lo pensó dos veces, bueno, si lo pensó tres veces, cuando vió que el chico atractivo se iba y dejaba sólo al enano, una versión pequeña de un humano.

A pesar de su barba crecida, su aspecto algo tosco y unos ojos altivos que demostraban la fuerza de su espíritu, sin dejar de lado lo musculoso que era; en Leonore causó una dulce impresión,  la enterneció completamente, al verlo, ahora más detenidamente y colocando su atención en el enano, sonriéndole y mirándolo persistentemente hasta el punto de que seguro lo incomodaría

El enano diría algo antes que ella, pero se le adelantó simplemente.

- ¿necesitan a un clérigo?... ¿para qué?... ¿los puedo ayudar?- ahora hablaba, con una vocesita delgada y cantarina. Había terminado de comer y su vaso estaba a medio beber, quedaba tres cuatros del brebaje y no bebería nada más.

Miro a la humana entrometida, levantando la vista del plato y bebiendo mientras la examino.

Se ve muy flaca e ingenua, pero el jarro oculta mi mueca desdeñosa...los humanos son todos iguales y las mujeres aun peores, muy fragiles. Cuando hablo, lo hago en tono fuerte y serio.

- Y tu quien eres, niña? No te enseño papa a no meterte en las conversaciones de tus mayores?

La chica pareció ni inmutarse por los modos toscos del enano, ni por la forma en que le habló, sólo le causó algo de tristeza por no saber quien era su padre. Rodó los ojos, miró hacia un costado,  en donde ahora una pareja los estaba observando, a ella y al enano alternadamente. La chica, resopló y movió su flequillo, tomándose su tiempo para responder al enano, quizás lo hacia para exasperarlo, aunque eso podría hacer pensar al enano que había algo mal en ella.

 - no conocí a mi padre….- le repondió de la misma forma en que le hablara antes, sin molestarse ni emitir frase alguna que no fuera una gran sonrisa al finalizar una frase que la hacía catalogar de bastarda.

 - es que… los he oído… necesitan un clérigo… y creo que son lo que necesitan… hola.. soy Leonore Baudelaire… y soy clérigo…- sin más preámbulos se presentó, y extendió su mano sobre los trastos vacíos, su mano era delgada y tenía una textura suave, la chica no era una campesina o algo que se le pareciera. En su dedo derecho anular portaba una hermosa alianza de plata, con flores talladas.

 - así.. que me podría unir a uds… si quieren…- ladeo su cabeza, en un ángulo lo suficientemente inclinado para hacer que sus cabellos  se mecieran quedando sobre su hombro, esos rizos peinados  y de un color castaño como la miel derretida.

-Bartan... +ladro practicamente, ignorando sus palabras y el gesto, pero si mirando su mano+

- no mucha experiencia con armas ni en trabajar de verdad, veo... +gruño despues de examinarla unos instantes+ que sabes tu de tratar heridas y curar, muchacha?

sigo bebiendo y comiendo, terminando mi racion...

..de repente la chica joven que habla tímidamente con el enano parece entrecejar su ojo mirando al grupo de hombres sentados en la mesa 3, algo no marcha bien, esos hombres observan desde hace tiempo al campesino del fondo en la mesa 6 y sus bebidas están sin probar.. tal vez sea sus lazerados pantalones y su raída camisa, tiene las botas llenas de barro y se encuentra sucio como si hubiera estado corriendo durante horas..

el posadero da un par de palmadas y un músico que hasta ahora se había mantenido oculto empieza a entonar una bella melodía de una increible historia de amor entre una elfa y un enano. El ambiente se hace agradable y hasta el terrible guerrero enano recién llegado parece esbozar una sonrisa

una vez iniciada la música el posadero se acerca y se dirige a vosotros..

"..caballeros, disculpadme. Queria preguntarles si les ha gustado la comida. Hoy para cenar tenemos un guiso de Carne de Jabalí delicioso acompañado por una Pinta de Cerveza y un filete de delicioso lobo negro, cortesía de la casa para los nuevos visitantes enviados por el Padre Dumas.."

La chica, bajó su mano, la que se apoyó en la mesa. No tenía mucha experiencia con armas, por lo menos no la suficiente como para marcar sus manos, aunque las cuidaba para que no parecieran manos de pordiosera. Con un gesto candoroso, lo miró, sin molestarse para nada por sus tratos toscos. Aún era muy lindo y tierno, era un humano en miniatura y daban ganas de abrazarlo, pero un poco de sentido común le indicaba que al enano no le gustaría para nada eso.

- si… sé algo de curar heridas… así como diplomacia…- habló de sus habilidades, aunque las demás las olvidó en ese momento, y con el tiempo saldrían a relucir.

- entonces…¿ puedo ir?...- les pregunta, sin siquiera preguntar a que iban y que harían o que ganarían. AL parecer esas cosas mundanas no le importaban.

El aire se tensó de pronto, la sensación de esos hombres de la mesa tres le hicieron sentir un escalofrío por la nunca, su voz se calló de pronto así como sus movimientos, que se tensaron. Cada uno de sus músculos se templaron ante la mirada de esos hombres que estaban a una distancia no tan lejana. Levantó la vista, e intentó atisbar a las personas que estaban, Sintió miedo. Luego, sus ojos intentaron  buscar a la persona a la que miraba, un campesino sentado al fondo. Sólo fue una mirada, lo suficiente como para buscar algo distinto. Sólo estaba sucio. ¿prejuicioso? No. Algo debía estar mal porque se sentía con un helado halo que la envolvía.

Sus labios dibujaron una línea recta mostrando la tensión de su mandíbula, sin saber que hacer. Tenía una sensación de que debía salir corriendo, aunque eso sería muy extraño.

- uff.. que incómodo..- murmuró con una mueca de desagrado, y colocó su mirada en los ojos en el enano, que aún se encontraba delante de ella.  En eso, La música llena el lugar, haciendo que el ambiente se armonice, pero no deja de ser terriblemente tenso para la clériga. Ahora, el posadero les ofrecía algo de comer, por parte del Padre  Dumas.

Padre Dumas, intentó memorizar ese nombre.

El posadero ofrece comida al enano, casi le responde que no tenía hambre, pero sólo ese quedó callada, más tímida y apagada de lo que se había mostrado antes, porque la desconfianza y el miedo aun no se iban. No podía castear, y maldijo por eso, porque hacerlo, alertaría a todos. ¿qué haría? Sólo debería estar atenta.

Sonrrio levemente ante la cancion... como si un enano que se precie se meteria con una elfa flacucha. Luego presto atencion a las palabras del posadero

-Me parece bien, en la noche comeremos eso con mi compañero... +le indico al tipo, apartando de mi el plato y jarra ya vacios+ Dejelo descansar. Es probable que venga otro humano, llamado Donovan. si pregunta por Yan o Bartan, mandelo a la habitacion donde esta el...

Luego vuelvo a prestar atencion a la muchacha. Probablemente sea una molestia, pero si puede mantener vivos a los otros...

-mmm.. eso puede servir, tal vez. Veremos. Si sigues por aqui, hablaremos cuando vuelvas.

Me levanto de la silla, sin prestar atencion a sus murmuraciones.

- Nos vemos, niña...

Sin mas, salgo de la posada a paso rudo, ya mas repuesto, bien comido y bebido a buscar la armeria...

Donovan, tras buscar un rato la posada, perdido en sus pensamientos, llega al fin.

...jodido clérigo bastardo... se quedó mi pergamino... parezco imbecil... y ¡que poco me fío de la Iglesia! ¡no piensan más que en sí mismos!... estoy tan perdido y me tienen tan agarrado de los huevos como un ratón en la trampa... ¡y sin queso!...

Donovan abre la puerta... o eso intenta, porque justo cuando intenta agarrar el picaporte la puerta se abre por sí sola y por ella aparece un enano que le resulta familiar...

- Buenas noches Bartan. ¿te vas?. Si no te importa me gustaría que te quedaras unos minutos, tengo cosas importantes que comunicaros... o advertiros. Quizá sean solo mis propias percepciones, pero esto no me gusta nada. Si tienes a bien en quedarte, estaré encantado de invitarte a una cerveza

...a ver que opinan ellos... espero que no le den menos importancia de la que tiene... o quizá todos pasemos a ampliar el número de fosas en el cementerio...

muerte natural, que lo llaman... porque es natural morirse cuando te clavan una daga en la espalda...