Partida Rol por web

Las energías del portal mágico transcurren por conductos y pliegues del espacio-tiempo cuya naturaleza es incomprensible para la mente humana. En un tiempo inconsciente que podrían haber sido segundos u horas, los aventureros aterrizan de vuelta no en otro lugar sino donde empezaron: las afueras de la aldea de Tristram... Pero su estado es muy diferente al que la hallaron.

Los cielos enrojecen como un par de ojos hinchados de lágrimas. El desastre azota las calles, los hogares y hasta los bosques: un frenético incendio se propaga insaciablemente, las llamas engullen todo lo que encuentran en su caprichoso y fatal andar. El fuego abrasa sin compasión y la humilde madera de las casas cruje y crepita como si todo el pueblo se hubiera convertido en antorcha: símbolo de pérdida, dolor e injusticia.

En el camino principal, a pocos pasos del grupo, hay el cadáver de otro muchacho adolescente que podría compartir edad con el difunto Albrecht, pero su aspecto es tan distinto... Las prendas del desdichado son extremadamente pobres, su complexión delgada y casi esquelética era soportada por una pata de palo, y sus facciones poco agraciadas las resaltan los restos de ceniza que las cubren como una mortaja sepulcral.

¿Es este el destino que le espera al resto de la humanidad?

Todo parece perdido, hasta que un grito de dolor se escucha provenir del centro de Tristram. El grito se prolonga hasta distinguirse en voz de mujer, desgarradora y plañidera: su sufrimiento atravesaría el corazón más frío... Mas donde hay lamento también hay vida, y donde hay vida, hay esperanza...

Roland se adentró en el portal mágico antes de que este se cerrara... pues Gharbad podía haberlo provocado debido a su traicionero ataque. Pero la muerte de aquel ser fue rápida y los ataques del grupo hicieron que probara el fin de este mundo, despidiéndose de él de la manera más lamentable.

- ¡Vamos compañeros!, antes de que se cierre... Comentó al grupo e internándose en el portal desapareció, después de un momento de incertidumbre y desorientación por un viaje que Roland nunca había sentido anteriormente por no ser mago. Se vio en el entorno de una aldea, que después de observarla se dio cuenta de que era Tristram pero en un estado lamentable, incendiada y con cuerpos muertos por los alrededores, entre ellos el cuerpo de un joven con una pata de palo, pero una voz hizo que saliera de su ensoñación. - ¡Vamos rápido!, alguien nos necesita. Urgió al grupo mirándolos y con un ademán de su espada adelantándose hacia aquella voz que parecía pedir ayuda. 

Finalmente acabaron con la vida del engendro y cruzaron todos el portal, apareciendo de nuevo en Tristam, pero esta vez siendo pasto de las llamas. Pocos metros más adelante del lugar donde aparecieron había un cadáver de un joven con una pata de palo. Sin embargo, lo importante no era eso, sino la voz femenina que gritaba a pleno pulmón. Roland avisó al grupo de que avanzaran, cosa que Garrohk ya estaba haciendo.

Prepara tu espada, paladín. Presiento que se nos avecinan problemas de tamaño colosal- comentó el bárbaro con una sonrisa macabra.

Había decidido olvidar. Pero los fantasmas del pasado parecían perseguirle. Siempre lo habían perseguido. Y siempre lo alcanzaban. Allí estaba aquel chico, yacía muerto. No era mucho mayor que su hijo. La tentación de acercarse a él era enorme, terrible como las llamas que devoraban Tristram. Caminó, dubitativo, sólo dos pasos más y...

Un grito desgarrador heló su sangre. Roland apremió al grupo a continuar, a ayudar a aquella mujer. Garrohk le seguía. Y él también lo haría.

Hazlo por ellos, se lo debes. Hazlo por ella...

Con decisión avanzó junto al grupo. Dejó atrás la muerte, al frente le esperaba la vida.

Tras una súbita caída del hombre cabra, todos cruzamos rápidamente el portal para encontrarnos con un escenario quizás peor, el pueblo en llamas y a la entrada el cadáver de un niño, Jowen no quiso mirar mucho el terrible hecho, y luego de ello un grito al fondo dentro del pueblo. Tras escuchar las palabras del paladin y el bárbaro arranco su caminar, no quería quedarse sin una porción del enemigo en sus manos.

El regreso a través del portal mágico llevó de regreso a los aventureros hacia Tristam, pero el pueblo estaba muy desmejorado, ardiendo los hogares como si en el mismo infierno se encontrasen, encontrándose más cadáveres al paso de Zhar, un loco que estaba haciendo demasiado daño

Un grito se escuchó a lo lejos, provocando que Ethiel mirara en la dirección del lamento -... Alguien nos necesita... - era irónico, la misma frase que había dicho Roland casi a la misma vez que ella.

Y no hubo dudas, todo el grupo sin dilación fueron a la zona de donde provenía la voz, las armas prestas, el corazón ardiendo por justicia y en el caso de Ethiel, ganas de vengar a todos aquellos inocentes que habían muerto por la sed de poder de unos pocos desgraciados.

Los aventureros avanzan al unísono, adentrándose en la decadente Tristram. Marcha lenta y angosta; si los túneles de la catacumba eran estrechos y agobiantes, el fuego encierra una claustrofobia mayor junto a la amenaza de arder en cualquier momento... Las llamas, lejos de saciarse en su afán destructor, no hacen más que aumentar... Como resarciéndose ante la hecatombe que protagonizan.

Ninguno de los aldeanos repara en su presencia: todos están demasiado ocupados intentando salvar lo poco que les queda. El grupo corre tan rápido como puede, sorteando los escombros y los peligros del incendio, hasta dar con un callejón sin salida... Prestamente dan la vuelta buscando otro acceso, las paredes de los edificios amenazan caerles encima en cualquier momento y sus despojos empiezan a conformar un verdadero laberinto.

...De nuevo, otro punto muerto. Las opciones se acaban: a la desesperada toman otro fútil giro, acabando irremediablemente en otra travesía que no lleva a ningún lado más que a destrozos insondables. Agotados, buscan otra esquina que les brinde una última oportunidad, pero no la hay. 

Roland entiende que el pueblo entero es un hervidero de trampas naturales, y su constante vigilia salva a los demás de la catástrofe: prediciendo el derrumbamiento de la estructura que tienen en frente, el paladín da la alerta y todos son capaces de anticiparse y retroceder a tiempo... Fallan las vigas y ruedan los cascotes: la construcción se desmorona fatalmente en cuestión de segundos, su estruendo ensordecedor levanta nubes de humo y polvo: los aventureros ciegan tratando de cubrirse y quedan encerrados.

Todos los accesos están bloqueados y no hay salida segura... El dilema del grupo ya no es salvar la vida de los demás, sino la suya propia. 

La ciudad está destrozada, y las ruinas rodean al grupo a medida que van avanzando. Gracias a la intervención del paladín, se salvan de resultar heridos en el derrumbamiento de un edificio, pero se quedan con pocas opciones de avance.

Debemos seguir por ahí- dijo Garrohk señalando un hueco entre las ruinas-. Es el único camino hacia el centro de la ciudad, y estoy seguro de que es ahí donde debemos estar si queremos acabar con... Bueno, con todo esto- añadió señalando a los edificios de alrededor.

Era curiosa la condición humana, la ciudad ardía y los aldeanos en vez de salvar su vida intentaban salvar sus posesiones, pero ellos no habían sido mucho más inteligentes adentrándose en medio del peligro, puesto que al avanzar llegó un momento en el que se encontraban atrapados, como si de un laberinto ardiente se tratase.

- ¡Debemos ir hacia la zona del humo!... - gritó Ethiel-... el humo asciende, si nos arrastramos por el suelo podremos respirar... - anuncia la joven mirando el resto de las posibilidades con desesperación

El bárbaro sin embargo deseaba ir al centro de la ciudad y aquello no tenía porqué estar mejor que el sitio donde se encontraban. De hecho su elección tampoco aseguraba el éxito, así que el resto del grupo debería dar su opinión.

- En el centro quizás haya una plaza...¿pero y si hay más calles como ésta?... Quizás lo más seguro sean las afueras.... - la joven dudaba, ella hubiera elegido afueras o el lugar donde el humo estaba.

- Ya no escucho la voz pidiendo ayuda, quizás lo más seguro es que haya muerto en el derrumbamiento. Tristam se desmorona por el fuego, no podemos ir hacia dentro, ¡es un suicidio!, debemos de salir afuera y esperar que las llamas consuman todo lo que pueden consumir, madera, árboles, plantas... después volveremos para cerciorarnos que el enemigo no ha sobrevivido. Es lo más sensato... Comentó Roland al grupo y afirmando ante la elección de Ethiel.

1. Escala la montaña de escombros. Al conquistar la cima resbala. Una barra de hierro lo atraviesa.

2. Entra en el edificio derrumbado. Una viga cede. Una barra de hierro lo atraviesa.

3. Coge carrerilla y atraviesa el muro de fuego. Detrás hay un acantilado. El mástil de un barco también lo atraviesa.

4. Atraviesa la humareda. Descubre a Roland y Ethiel haciendo una cosa. Una espada de hierro lo atraviesa.

Jowen ve el terrible escenario, hay fuego escombros y humo por todos lados, las probabilidades no juegan a favor definitivamente, Garrok sugiere seguir adelante, Ethiel retroceder y Roland salir, eran muchas ideas y todas muy buenas indudablemente, sin embargo, Jowen sabía que no tenía tiempo que perder y por su parte el quería saber que había pasado con Zhar y si era el responsable de todo esto, con algo de miedo pero más decisión se acerco hasta el edificio derrrumbado y el muro de fuego pensado que quizás podía encontrar un vértice por donde pasar.

Yo sigo adelante, dijo mientras caminaba en dirección a la zona más segura que encontrará.

Tras la caida del hombre cabra, que no le había producido ninguna simpatía desde el principio. Darna sigue al resto a través del portal para contemplar la inexorable destrucción de la ciudad a manos del fuego. - ¡Cielos!.

Pronto se determinan a seguir una voz que pide ayuda. Darna corta un borde de su capa y escupe repetidas veces sobre ella para colocarsela como un embozo. Están rodeados de la destrucción que cae casi sobre sus mismas cabezas.

El grupo se sumerge en el caos que plaga el mundo; esta vez no hay acuerdo claro. La temperatura aumenta: el calor del incendio es cada vez más difícil de soportar, heraldo de su avance imparable. Negándose a morir sofocados, los aventureros huyen del encierro por donde creen mejor, siguiendo cada uno su propio instinto de supervivencia:

- Garrohk al norte, a las ruinas del edificio caído, queriendo acabar con el mal de raíz.

- Jowen al noreste. El mago contempla la posibilidad de cruzar el muro de fuego, pero prefiriendo la opción más segura, termina siguiendo a Garrohk.

- Darna al norte, pues su intención es auxiliar a los demás, cree que puede llegar rápido al centro y también ayudar a Garrohk y Jowen.

- Kazhaj al oeste, hacia las montañas de escombros, siguiendo un capricho del azar.

- Ethiel al sur, a la humareda, creyéndola la opción más racional.

- Roland al sur, coincidiendo con Ethiel y siguiéndola.

~ Garrohk, Jowen y Darna ~ 

La estructura del edificio es de acero, pero su poco hábil construcción sumada a la acumulación de despojos la han forzado a vencerse: sus restos son un caótico amasijo de trampas y peligros: las vigas ceden, los techos se desploman y las paredes se precipitan donde la inercia las lleva.

Llueven guijarros de una planta superior; una escalera se desmorona. El bárbaro, el elementalista y la amazona esquivan las tablas de los travesaños y aceleran el paso conscientes de que, en cualquier momento, lo poco que queda puede hundirse y enterrarlos vivos...

~ Kazhaj ~

Tristram se ahoga en el desorden y la confusión mientras sus gentes tratan de huir. En su atropellado intento, los hombres de músculo se afanan en despejar los caminos de obstáculos y liberar las vías de escape. En el proceso, la zona oeste del pueblo se ha convertido en un verdadero laberinto de chatarra: guijarros y fragmentos del edificio derrumbado al norte, docenas de piezas y muebles de madera, incontables objetos de cerámica, plantas muertas y arbustos arrancados y toda clase de residuos imaginables...

Pronto, el solitario Kazhaj se ve sobrepasado. ¿Quién podría haber dicho que en un pueblo tan pobre podían encontrarse tantos trastos inútiles? Todas las salidas posibles están completamente obstruídas y el fuego avanza rápido desde el este, amenazando con hacerlo arder todo. No hay alternativa: el nigromante solo puede usar la fuerza que le queda en los brazos para destruir los bloqueos de basura y escapar antes de ser tragado por el incendio.

~ Ethiel y Roland ~

La situación es desesperada y las mentes más precavidas optan por tomar distancia y alejarse del peligro inmediato: siendo el este un suicidio y el noroeste intransitable, la intuición ordena replegarse de vuelta a las afueras. 

Ethiel y Roland se adentran apresurados en el camino al sur. La ausencia de obstáculos les permite avanzar con celeridad, pero su confianza pronto es sacudida: los nubarrones de humo asedian la calle y cuanto más queman las llamas, más abundantes son. Por si fuera poco, el edificio al norte sigue desmoronándose por momentos y el polvo en suspensión se suma a la opresiva humareda...

Corriendo agachados y con toda la presteza posible, la hechicera y el paladín sufren enormemente. Las toxinas del humo atacan sus pulmones y las partículas de polvo les ciegan los ojos: aun arrastrándose, sus cuerpos deben superar un último esfuerzo... O perecer asfixiados. 

Jowen va con Garrok y Darna, al final forzado por el fuego ineludible la única opción era atravesar el edificio derrumbado lo más rápido posible pues parecía que en cualquier momento se terminaría de precipitar sobre nosotros, armado de coraje pasa sin miedo y con la mayor agilidad que su cuerpo le permitía. 

Tomando la iniciativa guía el paso de sus compañeros encontrando gracias a su pericia el mejor recorrido para salir ileso!

Garrokh, Darna por aquí, vamos!!!