Partida Rol por web

La taberna era el lugar donde los habían citado. Estaba llena de gente al atardecer, humanos prácticamente todos, comiendo charlando y emborrachándose antes de irse a dormir. Los hobbits habían sido citados allí por carta, y que carta, con sello real y todo. "El rey Elessar necesita de vuestros servicios como saqueadores habida cuenta de vuestras hazañas y profesionalidad...blablablá...dinero....misión...."

Al poco rato llego su contacto. Un hombre alto vestido con ricos ropajes.

Mientras hablais entra un personaje alto en la taberna. Va enfundado en una capa con capucha por debajo de la cual asoma una larga barba blanca. Se dirige al posadero e intercambian unas palabras. El posadero os señala y se dirige a vuestra mesa. Al llegar donde vosotros se saca la capucha y os habla.

-Bienvenidos a Fornost. Mi nombre es Valandur, mayordomo real.
Se sienta con vosotros y continua hablando.
-Desde el este al oeste del reino estamos reclutando hombres enanos y elfos.... y a todo hombre capaz para misiones peligrosas en territorio enemigo. Los eruditos llevan mucho tiempo rastreando objetos perdidos de los dias antiguos que han caido en manos de Sauron. Con el Enemigo muerto ha llegado el momento de recuperarlos. Los orcos estan desorganizados y los pocos que quedan huyen ante nosotros. Tenemos varias localizaciones que estamos preparados para entrar con una fuerza militar, pero necesitamos saqueadores expertos que lleguen donde los soldados no se atreven.

Llevábamos un puñado de días caminando y aquello no parecía tener fin. Menos mal que los hobbits tenemos muchas canciones del camino":

Los caminos siguen avanzando,
sobre rocas y bajo árboles,
por cuevas donde el sol no brilla,
por arroyos que el mar no encuentra,
sobre las nieves que el invierno siembra,...

Dí un trago a la cantimplora, mientras Angus continuaba la canción; ya apenas me quedaba cerveza, las otras dos cantimploras se habían quedado vacías; menos mal que Angus había sido previsor y había cogido seis más... pero nos estábamos quedando en las últimas y, como no encontráramos alguna posada, venta o algo, me vería obligado a rellenarlas con agua...

Por fin, llegamos a un poblado. Parecía grande, al menos mucho más a lo que estábamos acostumbrados en La Comarca, tenía una imponente muralla y mucha gente alborotaba alrededor. Por la cantidas de piedras y madera movilizada que parecía que lo estuviesen construyendo en ese momento. Era imponente pero demasiado sombrío y amenazador; no parecía un lugar en donde un hobbit pudiese relajarse.

Un poco intimidados, entramos por su ajetreada puerta y buscamos, en cada puerta, un cartel con la debida jarra, o lechón, dibujado en él y a sus no menos de tres parroquianos bebiendo en la entrada. La calidad de un dispensador  de bebidas se medía por el número de parroquianos en su entrada, eso era ley. 

Tomamos asiento y pedimos un par de cervezas mientras esperábamos a quien fuese que tenía que reunirse con nosotros. Mientras tanto, Angus y yo comentábamos:

-Han debido de equivocarse de hobbits. Nos deben haber tomado por los señores Frodo y Samsagaz... 

Mientras charlábamos, un señor nos interrumpió educadamente y tomó asiento. Parecía alguien importante a juzgar por su aspecto. Se parecía a uno de aquellos individuos que aparecían en las historias del señor Peregrín.

-jejejeje- reí, observando la cara del buen Angus cuando el señor Valandur dijo "peligroso" y "enemigo" y, peor todavía, "misiones", que era una forma de decir "aventuras"-. Ciertamente, señor Valandur, los hobbits somos famosos por nuestras dotes escurridizas y por nuestra habilidad para meternos en donde no nos llaman... ¡Cuente con nosotros, señor Valandur!- añadí, con entusiasmo- Y si encontramos algo interesante, quizás nos valga para volver a La Comarca, ¿no Angus?- dije ami compañero, esperanzado de poder cumplir así con nuestra apuesta.

-Por cierto, una pregunta: ¿Vamos por buen camino hasta el Bosque Negro? Quiero decir... Es que mi tía Clotis, cuando se enteró que marchábamos para allá, me dijo que ni muerta, que al señor Frodo casi le matan por tomar el camino de Bree y que er más seguro ir por el Norte... Y ahora no sabemos ni por donde vamos!

Podeis estar seguros de encontrar muchos objetos maravillosos, y monedas de oro. Sereis ricos cuando regreseis a vuestras casas, pero os lo advierto. Correreis peligros y debeis dejar vuestros viajes y compromisos aparte por un tiempo. Si superais las pruebas que os aguardan sereis heroes.

El largo viaje hacia aquel poblado había hecho a Angus tomar consciencia sobre la verdadera magnitud del mundo, y sobre su casi completa ignorancia acerca de las gentes y paisajes que lo poblaban.

Ya en la taberna, se preguntó —ciertamente no por primera vez— qué diablos estaban haciendo allí. Aquella absurda carta en la que les calificaban de saqueadores... ¡Saqueadores! Indudablemente, debía tratarse de alguna clase de error. Y sin embargo, ver el sello real estampado en una misiva dirigida a él de algún modo le había hecho sentir inesperadamente... importante.

Cuando el recién llegado se identificó como mayordomo real e inició su relato acerca de misiones peligrosas y heroicas allá a donde los soldados no se atrevían a ir, Angus tuvo que confrontar sus ganas de desmayarse con su deseo de expulsar la cerveza que estaba tomando en forma de dos fuertes chorros nasales. Y sin embargo, el horror que le causaron las palabras de Valandur fue rápidamente superado por la impresión de la respuesta de su camarada... ¡aceptando la misión!

“¿Es que te has vuelto rematadamente chiflado, Campoviejo desatinado?”, fue lo que le habría gustado decir. Sin embargo, únicamente fue capaz de articular un ahogado:

—Uh...

Perfecto. Disfrutad de la estancia mientras no llega el grueso del grupo al que os unireis. Teneis alojamiento y comida pagados en la taberna. Yo debo retirarme.

Confieso que, de no haberme cegado con las riquezas, que me hubiese cagado encima cuando habló de peligros... ¿Qué hace un hobbit jugándose el pellejo cuando puede estar tranquilamente fumando de su pipa mientras observa el atardecer? Pero la promesa de riquezas minimiza las consideraciones a su mínima expresión ¿Qué más da arriesgarse un poco si con ello evitaré volver a trabajar? No se confundan, a mi me gusta mi trabajo pero me gusta más contar chistes y bailar en la taberna mientras me tomo unas cervezas, y podríamos tener las 24h para llevar esta forma de vida, como hizo en su día el señor Bilbo Bolsón, sólo por ayudar a éste simpático anciano en sus requerimientos... 

- Ésto no es nada Angus- dije a mi cabizbajo compañero- lo tenemos hecho: un poco de ayudita al viejo a encontrar sus tesoros... ¡y no tendremos que volver a poner la mano en una azada o un molino nunca más!- añadí, un segundo antes de saborear la cerveza de aquel oscuro y bendito lugar.

—¿Que no es nada? —dijo con histeria apenas reprimida—. Si tan espantoso te parece el trabajo honrado como para arriesgar tu pellejo para evitarlo... Bueno, pues, pues... ¡adelante! ¡Pero es el mío el que has puesto en riesgo aquí también!

Angus se llevó las manos a la cabeza y adoptó un gesto pesaroso.

—¡Aceptar una misión! —pronunció esta última palabra como si estuviera luchando por expulsar una araña de su boca—. Sepa, mi buen señor Campoviejo, que los tesoros no le sirven de nada a los muertos. ¡Y así es cómo acabaremos! ¿Qué sabemos nosotros de afrontar peligros?

Hizo un gesto para acallar una posible respuesta y se dirigió a la barra en busca de ánimos líquidos. Allí el mundo le descubrió otra inesperada novedad: ¡servían pintas enteras! Pagó dos y regresó con ellas a la mesa (después de todo, que aquel bellaco le hubiera puesto en peligro no era motivo para perder las maneras).

—Una misión... —dio un largo trago—. Ir a lugares peligrosos y enfrentarse a amenazas sobrenaturales... —volvió a beber—. Y todo, ¿para qué? ¿Para tener enormes riquezas y la admiración de todo el mundo? —dio un último trago; la jarra estaba vacía— Bueno, dicho así no parece tan malo, pero, pero... El caso es que... Nomencuentrobiengh.

-¿Me estás diciendo que el señor Frodo Bolsón es más competente que nosotros? ¿O el patán de Peregrín Tuk?- repliqué exaltado, y con alguna pinta de más, a mi demasiado prudente compañero- en la vida he visto que el señor Bolsón haya agarrado un arado, un torno o siquiera un martillo y, mírale ¡volvió como un héroe! Al menos yo gané el torneo de pedradas que organizó la taberna por el cumpleaños de Camilodoc, El Flautas.

-Es más- me levanté, subiéndome de pies al taburete- soy el único hobbit en tener el honor de ganar un concurso de pedradas con ocho pintas en el cuerpo- declaré con orgullo, levantando la cabeza bien alta.

Tras el viaje de vuelta llegaron a Fornost los aventureros. Vareorn había quedado en el camino y lo habían enterrado, Lyanna y Lladorihn se separaron del grupo cada uno por su camino, movidos por sus propios intereses, de modo que solo quedaban Karel, Lenwe y Brendan.

Mientras Eneldar iba a informar a su superior les mandaron a la taberna donde tenían alojamiento comida y bebida pagadas por el mayordomo real.

Al llegar el posadero les indico una mesa donde dos Hobbits hacían el tonto mientras bebían cerveza diciéndoles que esperasen allí hasta que llegase Valandur el mayordomo.

—¡Baja de ese taburete! —dijo Angus a su exaltado compañero— ¿Es que no nos has metido ya en suficientes líos? Me resulta increíble la manera en la que... que...

El hobbit desvió la mirada de Migue y enmudeció, como asaltado por una gloriosa visión de otro mundo. ¡Aquella era la fuente de tocino, beicon y papas más grande que había visto nunca! Y como guarnición le acompañaba una jarra tan enorme que hasta el hobbit más recio y motivado habría tenido problemas para alzar. Observó cómo el tabernero la conducía hasta un grupo formado por un enano y dos elfos, y la maravilla se tornó en horror cuando contempló que el pintoresco grupo —sin duda aventureros— dirigía su atención hacia su mesa.

—Uh... —le dijo a Migue.

A Angus, como siempre, le preocupaban más las nimiedades del decoro que la aplastante verdad de mis palabras y eso, sin duda, era porque sabía que no me equivocaba y le había dejado sin ellas... pero me interrumpió, señalándome cómo se cruzaba frente a nosotros lo que parecía un banquete para los dioses, aunque fue a parar a un grupo de ruidosos desaliñados que habían parado a nuestra vera y que pronto dirigieron su atención a nosotros. ¿pretendían sentarse en nuestra mesa? 

Cuando los camareros pusieron la gran vianda y el jarrazo a un lado de nuestra mesa queme di cuenta que los recién llegados ni eran tan ruidosos ni tan desaliñados. Los pobres habrán sufrido las inclemencias del tiempo durante su viaje..., pensé comprensivo. 

Bajé del taburete y me acerqué a ellos. ¡Qué altos eran! Pero no era momento para dejarse intimidar; saqué pecho.

- ¡Bienvenidos a Fornost y a nuestra mesa! Me llamo Migueli Campoviejo, pero pueden llamarme Migue, y mi compañero, aquí presente, es Angus Colladoalto. Somos vec... aventureros ¡saqueadores! hobbits de la Comarca, y estamos al servicio de... ¿Cómo se llamaba el viejo, Angus?

¿Aventureros? ¿Saqueadores? ¿Pero qué clase de fantasías había infundado en la mente de Migue respirar el aire de fuera de la Comarca?

—Bien... ¡Bienvenidos! Estamos al servicio... al servicio de Valandur, el Mayordomo real. Sí.

¿Cómo iba a escapar de aquella encerrona demencial? Y sin embargo... al mencionar al Mayordomo le había vuelto a asaltar aquella sensación de importancia. ¡Lo de Migue debía ser contagioso!

—Y estooo... ¿Cómo les ha ido su última... aventura?

Después del arduo viaje de vuelta a la ciudad, Eneldar nos deja en la taberna para que podamos festejar la buena azaña que habíamos tenido. Entramos y el tabernero ya nos tenía una mesa asignada para relajarnos. Nos preguntaron que íbamos a bebé y come y le hizo señas así asistente para que se encargara mientras nos entrega las bebidas.

Llegando a la mesa veo un eufórico hobbit subido a un taburete  y su compañero también hobbit al lado regañandolo para que deje de hacer el ridículo. Luego de tal espectáculo uno de presenta como Migue Campoviejo y Angus Colladoalto, aventureros... Saqueadores, provenientes de la Comarca...

-Saludos Migueli y Angus de la Comarca! Mi Mombre es Brendan y soy un Bardo proveniente de las cuevas del rey Thranduil. Ellos son mis compañeros Karel Drum y Lenwë, pero dejaré que ellos mismos se presenten, siempre es un honor escuchar las presentaciones de cada uno.- Comento a los Hobbits y me hecho a reír por el estado de Migue ya un poco entonado.

-Por lo que veo, también fueron convocados por Valandur.. y veo que ya empezaron la fiesta sin nosotros...- Doy media vuelta, miro a mis compañeros y les digo.

-Salud mis camaradas, por una exitosa aventura! Y desde este día, recordaremos a Vareorn y su valentía, que en paz descanse!- 

Al poco rato se acerco a la mesa Valandur el mayordomo. Traia cara de enfadado:

Como ha sido posible??? Os envian a recoger un incunable y le pegais fuego a la torre!!!!! Pensais acaso en las consecuencias de vuestros actos???
Habeis destruido la biblioteca del Norte!!! No orcos, Vosotros!!! Los orcos fueron mas cuidadosos saqueando la ciudad!!!

Luego del gran festín y las risas que producía el pequeño hobbit sobre el taburete, las risas acallaron cuando llegó el mayordomo a reprocharnos el actuar y haber quemado el libro.

-Me responsabilizo por lo ocurrido, pero era el libro o nosotros, quizás para la próxima sería mejor que nos dijeran que nos tendríamos que enfrentar a demonios y arañas gigantes. Opté por salvar nuestras vidas, y no fue hasta que se quemó el nido de arañas que supimos que el libro estaba allí- Le contesto al mayordomo con un tono bastante molesto como nunca había hecho el Bardo.

La mención de valientes camaradas caídos, demoniosy arañas giganteshizo que Angus experimentara una sensación completamente nueva cuyo descubrimiento le aterró: perdió el apetito.

Con gesto de resignacion Valandur prosigue:
Por lo menos habeis espantado un mal que emponzoñaba la region lo que os engrandece. Si no fuesen ordenes del Rey no os hubiese enviado alli pero algo han debido ver en vosotros que teneis una nueva mision. El comandante Arador os dara los detalles mañana.

Después de despachar la bandeja de comida y pimplarme quince jarras de cerveza, me quedo a gusto. Aunque me pido alguna jarra más para brindar con mis compañeros por los caídos.

Se nos presentan dos hobbits bastante parlanchines.

-"Saludos Angus y Migue... ¿Qué os ha traído tan al este de la Comarca? Entrar al servicio de Valandur no es muy divertido, que digamos... Vosotros parecéis más dados a las fiestas que a las aventuras, ¡sin ofender! Jajajajajaja. Yo soy Karel Drum y vengo del reino de Aglarond."

En ese momento aparece Valandur con cara de pocos amigos. Nos increpa que destruyéramos el libro... mejor dicho, la biblioteca entera.

-"Tranquilo viejo... ¡shhhh!"  Con ese 'shhhh' intento que pare su verborrea. Miro a Brendan.

-"No te eches la culpa Brendan, la idea fue mía. Yo soy el único responsable. Cierto es que no sabíamos que estaban los libros en ese capullo de arañas." Vuelvo la mirada a Valandur.

-"Nos hemos enfrentado a numerosos peligros y no ha sido fácil. Nos hemos enfrentado a un demonio-vampiro. Han caído compañeros. Tu ayudante de pacotilla no ha movido ni un solo dedo por ayudarnos... a decir verdad... no se para qué vino porque ni siquiera entró en la torre para identificar el libro."

Me levanto de la silla despacio y con la cara empezando a ponerse colorada, morada, verde... El pelo de la barba se me encrespa. Mi mirada es bastante furiosa.

-"¡Y VAS A VENIR TÚ AQUÍ A ECHARNOS UNA REPRIMENDA COMO SI FUÉRAMOS ADOLESCENTES SIN DESTETAR! Si tanto querías el libro, ¡HABER IDO TÚ MISMO A POR ÉL!"

Sino fuera por los acuerdos comerciales que firmamos le enseñaría cuatro cosas a este estúpido mayordomo...

Salgo disparado hacia la barra para pedir otra jarra de cerveza. Eso debería calmarme un poco... o no...

Hemos escrito a la vez, pero ha salido después mi mensaje, jajajajaja