Partida Rol por web

¡¡Ya te dije que no soy un hada!! Soy una niña. Vivo en las tierras verdes, en Ubeda, soy…, soy la hija del rey Jeremías. Estaba jugando y… no recuerdo nada más - Se frota la cabeza pensativa - Desperté estirada sobre aquellos campos de enormes setas. No sé cómo he llegado a este extraño lugar, ni porqué y encima me duele la espaldaaa.

Soren tampoco tenía muy claro cómo escaparían de allí, pero tenía mucha confianza en sí misma y esperaba agradar al gato con su plato. Parecía que ya estaba listo del todo, le indicó a Keen que cogiese un trapo para protegerse las manos y que sacara la empanada del horno. Ella cogió la salsera que había visto antes y vertió ligeramente un hilito de salsa formando un dibujo tribal sobre la superficie dándole el toque final al plato. La princesa prepara en la mesa un sitio para comer y coloca la fuente con la torta.

Aquí tiene su banquete
Esto es todo lo que he hecho
Espero que le sepa de rechupete
Y que tenga un buen provecho

Soren se retira a un lado, y empieza a sentirse nerviosa y a mirar al plato, a Kenn y al gato aleatoriamente esperando que todo sea del agrado de este y haya conseguido ocultar el sabor a verduras.

El olor se esparce por aquella entrañable cocina llena de pañuelos colgantes, el calor envuelve al espacio del felino y puede verse sus hombros relajarse cuando acerca el hocico y éste se llena del cálido vaho del plato, gato saca una de sus larguísimas y áureas zarpas, pasándola sobre el pescado lo corta en varios trocitos pequeños y uno a uno va devorando cada trozo del suculento plato, al parecer con muy buen gusto, tal como te dijo el ratón, no prueba apenas dos hojas de ensalada pero tampoco han parecido molestarle incluso ha lamido alguna en busca de la salsa.

¡¡ Oh que bien he comido !! Más de todos es sabido,
que en esta casa al cocinero, el gran premio concedido
Es ser postre para vuestro anfitrión comedido

Keen vuelve a sacar la espada - ¡¡ Te lo dije niña !! ¡Es un tramposo!

El gato vuelve a adoptar una postura poco... "humana", clava sus zarpas sobre la mesa y sube a ella acechandoos mirando especialmente a Keen

Oh lo siento mucho pequeño duende
Tú contaste la primera mentira
Y tu espada a mi pecho pretende

Casi simultáneamente el enorme gato rojo salta sobre vosotros, y Keen te da un empujón hacia la puerta antes de caer bajo sus garras, la espada aplastada bajo una zarpa y las uñas del gato inmovilizando ambos hombros mientras sonríe con la cara extrañamente aplanada

Keen- ¡Corre niña! ¡Llega al bosque!
 

La princesa empezó a suspirar medio aliviada, pues parecía que para ser la primera vez que cocinaba le había salido bueno, o eso parecía por la cara del gato, hasta que oyó las palabras que hicieron abrir su boca casi un palmo ¿¿Cómo?? ¡Me va a comeeer!

Las tornas se habían girado repentinamente y Soren que gustaba presumir de valentía y de no temer a nada, había entrado en pánico. El gato ya había apresado a Keen y aplastado su arma. Lo único que podía hacer ahora era seguir el consejo del duendecillo y correr. Y eso fue lo que hizo, agarró lo primero que encontró en la mesa que tenía justo delante y salió corriendo dejando atrás la bonita casa de cuento con el gato jugando con su nuevo ratón. Esperaba que no le pasara nada al pobre Keen, pero que al menos fuera distracción suficiente como para poder llegar al bosque a salvo.

Soren no dudó en parar de correr ni un instante, ni siquiera osó girarse para ver si el gato la perseguía o no. Siguió corriendo y corriendo, se adentró en el bosque y no paró de correr hasta que empezó a faltarle el aliento. Su cuerpo ya no podía más. Jadeando miró toda la vegetación que había a su alrededor. Se acercó a uno de los troncos que parecía que tenía un recoveco, y se encaramó a él escondiéndose para descansar. Estaba agotada y chorreando de sudor. Usó su mano para quitrse la gotas de sudor que chorreaban frente abajo y fue entonces cuando se dio cuenta de lo que había cogido en la cocina del gato. Quizás no le sirviera de mucho, pero a nadie dejaba indiferente un buen golpe con una buena mano de mortero.

Sales por la puerta, el grito de Keen y la risa de un gato poeta quedan rápidamente ahogados por la distancia. La casa del gato estaba prácticamente incrustada al tronco de unas setas rojas, has corrido a gran velocidad, saltando restos de un bosque muerto, un tronco caído y cubierto de un líquen verdoso, la senda de un arroyuelo que ahora una setas violáceas y diminutas cubrían, y un campo que debería estar cubierto de hierba y en vez de ello está lleno de algas, llegas hasta una zona donde las setas no son tan grandes, son azuladas y miden alrededor de un par de metros, una de ellas tiene a su vez varias setas enganchadas en un tronco resquebrajado, en su grieta puedes entrar y esconderte para recuperar el aliento.

El pecho sube y baja como el de un gorrión ¿Donde estás? ¿De donde han salido estos personajes? ¿Donde está Fisher? ¿Y el trol?

Asomas la cabeza, parece que no hay peligro, puedes ver el final de la linde de setas y entonces sí, el verde resplandeciente de la hierba, y lo que parece ser un bosque de árboles normales a unos doscientos metros.... escuchas un ruido, y te vuelves a agazapar, alguien pasea cerca tuyo, aunque no puedes verle puedes oírle, y sospechas que pasará cerca de tu escondrijo

Mientras la pequeña acaba de recuperar el aliento asoma la cabeza por la grieta del tronco en que se ha escondido y al fondo puede ver un bosque. Un bosque como los de sus tierras, un bosque con árboles, hierba y alguna flor y no con setas desproporcionadas ni caminos fangosos o recubiertos de líquenes. Keen le había dicho que huyera hacia al bosque, y de momento era lo único que había visto que le rememorara su casa. Al ver que no había nadie a su alrededor decide ir hacia allí pero cuando aún no había dado el primer paso escucha un ruido y se vuelve a esconder en el tronco.

Soren oye unos pasos acercarse y por la dirección que parece que siguen, no tardarán mucho en pasar por su lado. El corazón le late tan rápido que se le va a salir del pecho, solo quiere pensar en que no sea el malvado gato gigante, ni el trol... ahora recordaba que le había pasado a su espalda. ¿Estaría bien Fisher? ¿¿Por qué no había venido a rescatarla?? En ese breve instante pasaron miles de dudas y preguntas por la cabeza de la princesa. Soren cada vez estaba más confundida y asustada. No quería que se la comieran ni que le volvieran a hacer daño. Sólo quería estar con sus amigos, con su familia e incluso con la pesada de Sivir y lejos de todas esas extrañas criaturas.

Los pasos ya no se escuchan acercándose, sea quien sea ahora está pasando justo al lado del escondrijo. Soren contiene la respiración y procura no moverse lo más mínimo. Solo espera pase por su lado ni la oiga ni la huela y siga su camino y se aleje de allí.

Algo más pequeñas que el gato rojo, erguidas eran casi tan altas como Soren, medían un poco más de un metro, eran unos animales algo familiares para Soren creía haberlos visto cazados en su propia casa. Llevaban brillantes armaduras y peligrosas armas de acero. El tamaño de éstas era pequeño para Soren que desde su escondite miró con asombro y curiosidad el equipo de estos dos animalitos tan graciosos que andaban discutiendo sobre algo, entre el asombro se mezclaba la idea de forzarse a sí misma a reconocer el peligro que aquellas armas suponían para ella misma.

- Deberíamos tener un sindicato que velara por nuestros intereses, ¿Qué hay de los festivos? ¡Con un día a la semana no tengo para cuidar de mis siete hijos! Rafaela se pone hecha una loba cada vez que al volver de trabajar llego cansadísimo

- Bueno, ya sabes que al último sindicato se lo comieron, además ya se avecina un cambio, solo hay que esperar que la guerra termine, tal como están las cosas realmente no podemos permitirnos esto.

La discusión en un tono agudo y chillón podría pasar por un debate filosófico, a Soren se le escapó el aire y pudo ver como las orejas y bigotes de éstos se movían alerta, miraron enderredor, en silencio, como si se hubieran puesto de acuerdo para detener la conversación, y tras mirar detenidamente en tu dirección, uno de ellos te señaló y sus lanzas te apuntaron directamente, caminando hacia ti armas en ristre.

¡ Quieta donde estás ! ¡Suelta las armas! ¡Estás detenida!

Las pequeñas ratejas la habían visto, no estaba del todo segura de qué eran exactamente, pero estaba segura de haberlas visto sobre la mesa de palacio los días de cacería y seguramente debían de ser comadrejas, comadrejas gigantes. Pensó que sería mejor omitir la parte de la cecería, no quería más problemas.

Soren no se movió de dónde estaba siguiendo las órdenes de las comadrejas y aunque dudó momentánemente en soltar la mano de mortero, acabó haciéndolo. Por la conversación que estaban manteniendo antes de encontrarse con ella, parecían tan nobles y además… ¡¡eran monísimos!! Así que alzó sus brazos mostrando sus manos vacías a los bichejos y se atrevió a hablarles - ¿Por qué me detenéis? ¡No he hecho nada malo! Estoy perdida y solo quiero volver a casa, por favor ayudadme – No tenía muy claro si mencionar al gato sería buena idea, quizás estaban de su bando. ¡Ojalá no! Soren se mordió el labio, y antes de que la hicieran callar siguió preguntándoles – Os he escuchado hablar de una guerra… ¿qué ha pasado? Yo no quiero problemas, no soy el enemigo sólo quiero irme a mi casa – Soren miró nerviosa a los guardias y a su armamento mientras la detenían. Si intentaba huir seguro que sería peor, la haría parecer sospechosa de algo y no era así.

El bosque se veía mecerse al final del prado, ahora a ojos de Soren éste parecía alejarse y un revoltijo de hojas crugieron en el viento antes de quedarse enganchadas en esas setas limosas y pegajosas entre las que estábais, una sombra escondida tras un tronco pareció observar la escena desde la lejanía, más allá de donde la voz pudiera llegar, solo un instante y volvía a ocultarse para reaparecer al poco.

Mientras una comadreja mantenía aferrada su arma, la otra se adelantó sujetando a Soren desde la parte posterior del cuello, no era fácil para ellas por sus cortos bracitos, pero sus patas posteriores se erguían para permitírselo. Con mucha brusquedad dió un empujón a Soren sin soltar su cuello a fin de ponerla en el suelo

¡ De rodillas ! ¡Ahora! - Sus caras y suaves pelajes no se correspondían a su carácter, al igual que el gato, su apariencia engañaba

Se arrepentía horrores de haber soltado su única arma. Desarmada no podría librarse de los dos y huir. Parecía que sus palabras estaba siendo barridas por el viento. La ignoraron completamente y la detuvieron agarrándola. Estaba empezando a pensar que no eran tan monos como parecían. De hecho, cuando uno de ellos la empujó hacia el suelo empezó a odiarlos ¡Malditos roedores!

¡Aaau! - Se levantó del suelo, siendo guiada por la mano de la comadreja, si es que se le podía llamar mano y se puso de rodillas. Su duda sobre usar la fuerza para zafarse de las comadrejas se disipó al instante, definitivamente ella sola no podría, eran dos y fuertes. Esperaba que no fueran mucho más agresivos con ella, ni les entrara hambre, no tenían pinta de comer personas, pero tampoco el gato aparentaba ser lo que era. Recordar las últimas palabras del gato hicieron que sintiera escalofríos, pero debía intentar salir de allí de alguna forma. Así que se decidió a contarles todo lo que sabía y le había pasado.

Por favor, no me hagáis daño. Os haré caso, pero dejad que me explique – Miró a los ojos de la comadreja que la había empujado hacia el suelo y continuó con su explicación - Me llamo Soren, soy la princesa de Ubeda y sus bosques de robles y álamos, y estaba jugando en una cueva con mi amigo, nos separamos un momento y de repente un tr… un ser gigante me atacó y entonces aparecí aquí, bajo unas setas gigantescas. Me encontré a un duendecillo que escapaba de un gato. Corrí junto a él y luego el gato nos intentó comer. Yo conseguí escapar, pero Keen…no quiero pensar que le habrá pasado. Y entonces mientras me ocultaba del gato aparecisteis vosotros – Estaba desesperada y con voz suplicante acabó diciendo - Os he contado toda la verdad, no he hecho nada malo, ayudadme a volver a casa.

Cuando te pones de rodillas una de las comadrejas te da una patada en la espalda y se afana en atarte ambas manos a la espalda, hace un nudo fuerte, los dorsos de las manos se doblan entre ellos y duelen, como si estuvieran ya rotas las muñecas y aún las apretaran, te ponen en pie y empiezan a conducirte empujándo un hombro por un camino, las dos comadrejas siempre por detrás riendo entre dientes como hienas

-Hihiihihi una princesa dice hihihi ¿Como te va a atacar un gigante a ti?

-Oye Tim, ha dicho robles.... no recuerdo ya como es un roble

-Eso es porque los tienen todos en el bosque

-¿Entonces es una princesa del bosque?

-¡Claro que no! No sería tan estúpida para decirlo, deberíamos avisar al capitán

- Sí vamos, me temo que no verás el día de mañana hihihihi- La comadreja te da un nuevo empujón

La pequeña princesa hace un esfuerzo por contener un sollozo de dolor. Le duelen las manos, las rodillas y los constantes golpes en el hombro herido. Y encima las ratejas esas riéndose… se dice a ella misma que sea fuerte y que no llorará delante de esos malvados.

No sabía a dónde la llevaban pero cada vez veía más lejos la posibilidad de volver a casa a salvo. No la llevaban al bosque si no que iban por otro camino marcado ¿Acaso tenían miedo al bosque? No, no lo creía, pero quizás sí a sus criaturas, y más si todas tenían las mismas proporciones allí.

La comadreja le iba dando de vez en cuando un empujoncillo. Entre eso y sus burlas sobre su vida la estaban irritando. No quería saber cómo sería su capitán, seguro que era más despiadado y terrorífico que ellos – ¡¡AYUDAAADMEEE!! – Soren aprovechó sus risas para gritar, pues estando atada era lo único que se le ocurría hacer. Ojalá hubiera alguien decente y bueno por esos parajes que la oyera y acudiera en su ayuda.

Os adentrais en el bosque de setas y te llevan por lo que parece una senda de arena dura, caminais unos veinte minutos hasta llegar a una casa de piedra bastante larga, el tejado es de madera y paja, las ventanas están protegidas por rejas y hay un portón de madera abierto de par en par en el que descansa un conejo armado que os hace señales al acercaros para luego entrar y salir de nuevo acompañado de un tejón armado.

Junto a la puerta en la pared hay varios taburetes y algunas armas apoyadas en la pared, todas de tamaño similar a las de las comadrejas, parece que los pequeños animalitos del bosque hayan montado su propio ejército. Pero es raro, las comadrejas sin duda alguna comen conejos y si tienen oportunidad matan a las crías de tejón...

Os encontrais a unos pasos de la puerta y las comadrejas saludan de la forma militar habitual - Señor hemos encontrado a este ..... esta....

Princesa del bosque hihihi - Intercede su compañera

Sí eso, princesa del bosque dice ser hihihi
 

El tejón muestra sus colmillos y lanza un gruñido, te levanta el pelo y te huele detenidamente, mientras balbuceas alguna explicación él te da un par de vueltas sobre tí misma, comprueba las ataduras y sin miramientos ni ponerte de nuevo mirando hacia él, te empuja a las comadrejas, que te recogen y de nuevo te encaran mientras proclama

Es un hada, no hay duda

Ahora te mira fijamente - ¿Qué poder tienes hada?

Mira a ambas comadrejas - Si no tiene ningún poder, matadla

Cuando salieron de la casa vigilada por el conejo, Soren echó un vistazo de anhelo a las armas que sabía que no podría usar ni coger estando maniatada. Las comadrejas saludaron a su capitán y la princesa miró asombrada al tejón. La pequeña entendía cada vez menos lo que estaba pasando. Había demasiados animales parlantes que no se comportaban como les correspondía. ¿Las comadrejas estaban al servicio del tejón? Si era todo así de confuso quizás el gato no fuera el que mandara sobre las comadrejas, sino al revés. Por desgracia no habían mencionado nada respecto al gato cuando ella les contó su historia, probablemente no la creían.

Yo…yo no soy… - Empezó a balbucear sin acabar de decir que no era un hada, estaba harta de que le preguntaran todos lo mismo, pero la afirmación del tejón la estaba haciendo dudar. ¿Y si realmente era un hada y ella no lo sabía? Soren sopesó las opciones, o aceptaba que era un hada o moría. Estaba claro, ella era un hada. Soren no sabía dónde meterse, no sabía qué poderes tenían las hadas ni que podía hacer ella para mostrarles su poder. Entonces de repente tuvo una idea – Esperad, no me matéis. Os mostraré mi poder. Pero necesito usar mis manos para ello – dijo señalando con la mirada las ataduras.

El tejón desenvainó su espada, tus manos a tu espalda apenas te dejaban movimiento - Estás loca si crees que te vamos a dejar usar tus poderes. ¡¡ Jossen, Hez, Fizz !! - Un par de conejos y una comadreja aparecieron firmes para recibir las órdenes del capitán.  - Hez y Fizz os quedais hasta que regrese la primera patrulla, Jossen nos acompañas a Tim, Bolt y a mí, llevaremos al hada a palacio por si quieren algo de ella.

Uno de los conejos entró en busca de su arma y se unió al cuarteto que ahora escoltaba a Soren entre empujones y prisas a través del camino, el conejo abría la marcha frente a ti, a tu lado el tejón mantenía su espada desenvainada y ante algunos gestos tuyos levantaba el arma listo por si intentabas cualquier cosa. Te gruñía y mascullaba en tu contra

Mientras las comadrejas empujaban desde detrás, el bosque de setas tenía un rarísimo aspecto, aún con todo su colorido, el fango y la ausencia de vegetación , hacían de éste un lugar lúgubre y nauseabundo.

Caminais sin ningún descanso durante varias horas, no sabrías decir cuanto tiempo, tal vez una hora, tal vez cuatro. Comienzan a haber casas de piedra, aunque intentais evitar pasar por el centro de estas poblaciones, sino pasar por calles apartadas de la gente, puedes ver algunos "ciudadanos"  : ranas, cerdos, jabalís, cocodrilos y otros animales que tal vez no hayas ni oído hablar siquiera en la vida, miran con curiosidad tu paso y después corren a seguir con sus tareas o esconderse hasta que pasais de largo.

El bosque de setas se alza, hasta muy por encima de esta peculiar ciudad de piedra bien iluminada por la luz del sol, hasta llegar a una de las más enormes setas, acomodada al parecer, como un palacio, en la puerta del cual, un enorme rinoceronte armado (animal que tampoco has visto nunca) monta guardia deteniendoos el paso.

El tejón se adelanta, y proceden a tener algunas palabras

Por tu parte te mantienes escoltada por el conejo y las dos comadrejas, unos monos observan curiosos desde unas calles cercanas

Parece que no la iban a soltar. La tenían vigilada de forma extrema, tenían miedo de que usara sus “poderes” para escapar o atacarles. ¡Lástima! Su plan de coger alguna de las armas se había ido al garete. El traqueteo por el lúgubre camino estaba agotando a la pequeña princesa. Tras lo que había acontecido en ese territorio, la belleza que apreció horas antes en la flora y fauna habían desaparecido por completo. Ya no quería estar más allí, se sentía angustiada.

Las calles por las que evitaban pasar eran transitadas por algunos de los animales, algunos de ellos irreconocibles para la pequeña, estos animales parecían sentir respeto por los guardias, pues no se dignaron a ayudar a la niña en ningún momento, ni siquiera acercarse para ver qué sucedía.

Por fin se detuvieron. La ciudad estaba repleta de setas, pero esta, la que se suponía que era el palacio, era monstruosamente grande. Como también lo era el animal o monstruo que vigilaba la entrada, tenía unos cuernos terroríficos. Al menos, ella no tenía que acercarse a él, pues estaba a unos metros de distancia bajo la insistente mirada y vigilancia de las comadrejas y el conejo de antes. Soren solo esperaba que fuera quien fuera el rey, fuese alguien de carácter amable y le permitiera volver a casa a salvo.

Palacio hihi, este es el palacio del Rey, tal vez le conozcas, hihi, y cuidado con la noche, que es cuando viven los más peligrosos hihihi

Tras unas palabras con el rinoceronte, el capitán tejón pasa al interior, se demora otra hora más. El sol aún está poniendose pero ya está totalmente oscuro en el bosque de setas, unas setas con una luz violácea iluminan tenuemente algunos rincones. El Capitán tejón vuelve a salir y hace ademán a las comadrejas que no han parado de hacer comentarios acompañados de risitas sardónicas.

El interior no se corresponde en nada con el tamaño que deja adivinar el exterior, magia sin duda, todo está vagamente iluminado por candiles de aceite y vuestros pasos resuenan en eco. Unas volutas de incienso se pasean por todo el palacio trayendo un olor agridulce, como zumo de bellotas. Tras varias puertas bajais unas escaleras, hace ya rato que apenas ves nada entre los tramos de penumbra y oscuridad, pero las comadrejas y el tejón parecen saber bien por donde van y al final llegan a un calabozo, donde aún maniatada, te empujan al interior de una celda solitaria

Una de las comadrejas va hasta el final del pasillo y te tira dentro una manzana y un mendrugo de pan, aparentemente hecho ese mismo día. Cierran la puerta con el chirrido de las bisagras, y dando un último vistazo a Soren se marchan, una de las comadrejas aún sacude la mano en gesto de despedida  - Ha sido un gusto princesa hihihi

Por fin entraban. La tenue pero agradable iluminación del interior del palacio contrastaba con la oscuridad que acechaba el bosque de setas. Soren se quedó boquiabierta al contemplar las dimensiones para nada imaginables de la residencia del rey. Era tan grande que las risas de las comadrejas rebotaban entre las paredes multiplicándose creando un efecto sonoro espeluznante.

El afrutado olor que afloraba en los pasillos despertó el hambre en la princesa. No había comido nada en todo el día, ni siquiera mientras cocinaba para el gato. Esperaba que el rey le sirviera algo siendo su ¿huésped? Cuando pensaba que ya habían llegado al salón principal, se dio cuenta que estaban yendo a un lugar más oscuro. No, no podía ser cierto, ¿la iban a encerrar en una celda mohosa y fría? – ¡Esperad! Noo, no podéis encerrarme aquí – Sus palabras sonaron en vano. Le lanzaron algo a su lado al suelo, cerraron la oxidada y pesada puerta y se retiraron mofándose nuevamente de ella.

Soren se acercó a recoger lo que le habían tirado. Era comida. A la princesa le encantaban las manzanas, pero empezó a comerse el mendrugo de pan, no estaba muy duro. Se lo comió en un periquete y siguió con la manzana. Mordió i mordió hasta dejar a penas un hilillo con las semillas del centro. Recorrió las paredes en busca de una salida, pero con la escasa iluminación proveniente de la ventana del techo, allí abajo era prácticamente imposible vislumbrar algo. Decidió sentarse en una esquina, acurrucarse del frío y descansar. Ya la vendrían a buscar, o eso esperaba. Mientras pensaba en todo lo que le había pasado durante el día, se quedó completamente dormida.

El frío te despierta cada pocos momentos, la humedad es molesta y sigues terriblemente hambrienta. A ratos pareces escuchar sollozos de alguna celda lejana, pero suena lejos y hoy estás demasiado.... vuelven a cerrarse los párpados, vuelves a dormir, vuelves a despertarte para poder tener tus escalofríos y acostarte de nuevo tratando de refugiarte de un frío envolvente.

SsSsSs

En medio de la oscuridad te despierta un siseo repetido, una luz se enciende iluminando a una figura ofidia frente a los barrotes, parece que lleva escolta por el ruido de armaduras que hay en el pasillo, pero no puedes verles, no hay más luz que el de la lámpara que lleva el animal que te hace ademán de que te acerques.

SsSsSs

Buenas noches - Estás cansada, muy cansada para ver la figura con claridad, es un agotamiento físico y mental - Vengo a juzzzgarte, vengo a escuchar tu historia. Ssse te ve cansSsSsada, debesSs tener miedo, debesSs haberte explicado muchasss vecess

Por favor, hazzzme un esfuerzo másSs, exxxplícame quien eresSs, de donde vienesSs, ¿Como te llamasSs pequeña? - Habla entre susurros, tal vez el animal que mejor trato te ha dado, sin embargo puedes ver a la luz de la lámpara los terribles y desmesurados colmillos que esconde su sonrisa

Un intermitente y repetitivo siseo hacen que Soren se despierte. Se gira y ve a un animal en la puerta sosteniendo una lámpara. Tras un gran y silencioso bostezo, se acerca a los barrotes siguiendo la indicación de la serpiente y se para a escuchar lo que le tiene que decir.

Otra vez le pedían explicaciones, pero al menos esta vez parecía que por fin alguien tenía oídos para sus palabras. Pensó que el rey de ese lugar era el único amable, bueno y el pobre animalito de la casa de gato que la ayudó con el pastel, y quizás Keen, al menos no le habían hecho daño ni intentado cómersela.

La serpiente tenía razón, estaba agotada y tenía miedo. No sabía que podría pasarle ahora – Me…me llamo Soren. Soy la hija del rey Jeremías, de Ubeda. Estaba jugando con un amigo en una cueva y me separé de él. Una especie de monstruo peludo gigante me atacó y… no sé cómo acabé aquí. Tras el ataque no recuerdo nada y cuando desperté en el bosque de las setas, pasó corriendo un duendecillo y lo seguí, huíamos de un gato enorme de color rojizo – La princesa volvió a bostezar, estaba muy cansada – Mmm… ¿por dónde iba? Aah sí, fuimos a la casa del gato y le preparé la comida, se lo comió todo, pero después de eso en vez de ayudarme a volver a casa intentó devorarme. Cazó a Keen, el duendecillo. Afortunadamente yo  pude escapar. Y entonces la guardia de comadrejas armada me retuvo, me ató y me trajo ante vos, majestad – Soren hizo una leve inclinación de cabeza y dudó si decir algo más, finalmente no lo hizo y aguardó con temor la respuesta y las acciones que llevaría a cabo la serpiente de afilados colmillos.