Partida Rol por web

Fátima Yijifil sonríe mientras da la bienvenida a los pasajeros que van embarcando, pero en realidad hoy no se encuentra demasiado animada. Lo cierto es que no tiene grandes expectativas acerca del vuelo 333 de United Airlines. Ha realizado el trayecto Denver – O´Hare más veces de las que puede recordar: al fin y al cabo no es más que un trabajo.

Hoy es 11 de Septiembre, y Fátima trata de ignorar ese hecho por difícil que resulte. Recuerda bien los meses posteriores a los atentados. Fueron momentos duros para la gente cuyo aspecto y color de piel, como el de Fátima, recordaba al americano medio (y con eso quiere decir al americano blanco) al Terrorismo. Afortunadamente diez años después la situación ha mejorado mucho, pero un día como hoy no puede evitar sentirse algo incómoda, como si se sintiese culpable de algo de lo que nunca ha sido responsable.

La fecha de hoy también es la razón del retraso que llevan acumulado. Retraso que les ha servido para hacer el recuento tranquilamente de los pasajeros (hoy el vuelo va medio vacío) y dedicar su tiempo a asegurarse que cada uno tiene lo que necesita para soportar la espera hasta el despegue.

Fátima contempla el final del pasillo cuando llega a la altura de las alas: parece un camino largo, muy largo. Ve entonces a un hombre con gafas de sol que está mirando por la ventanilla con aspecto malhumorado.
¿Puedo ofrecerle algo?
El hombre se gira hacia ella y Fátima se fija en un moratón en su mejilla, medio oculto por las gafas oscuras.
Claro. Whisky con hielo.
Evidentemente el hombre está de mal humor, pero le da las gracias cortésmente cuando le dice que le llevará la bebida en cuanto pasen con el carro.

Poco antes de la cortina de primera clase ve a una mujer sentada junto al pasillo y sonríe. Hay un niño pequeño sentado en el asiento junto a ella.
¿Puedo ofrecerles algo?
Ahora mismo no, gracias. Responde la mujer, que a pesar de su aspecto cansado, le sonríe. Quizás más tarde le pediré café.
Muy bien. Fátima señala al niño. Parece estar realmente cómodo.
La mujer acaricia el pelo de su hijo. A veces pienso que estos asientos están construidos para los niños.
Fátima sonrie a su vez, continuando su camino.

Al otro lado de la cortina de primera clase hay un hombre trajeado consultando su móvil. El tipo tiene un aspecto triste, pero cuando la ve, le guiña el ojo y le dedica una encantadora sonrisa. Fátima le recita la letanía de siempre:
¿Puedo ofrecerle algo?
Él sacude la cabeza y señala a su lado un vaso medio lleno. Parece ser que Kate ya le ha servido una copa.
La gente se quejará de la comida de los aviones, pero hacéis unos cubatas decentes. Dice el hombre. ¿Qué tal si después me traes otra copa?
Aún no hemos despegado y usted ya estará volando. Responde Fátima.
El hombre la mira divertido. Mientras no tenga un aterrizaje forzoso...

Fátima deja al pasajero de primera clase y sigue su camino hacia la cabina cuando
los altavoces del interior del avión resuenan con la voz del comandante.

Buenos días señores pasajeros, les hablo desde la cabina de mando. Soy Jason Gates, su comandante durante este vuelo. Me acompaña el primer oficial Gary Benford, y los dos juntos vamos a llevarles hasta Chicago.

La duración del vuelo será de aproximadamente dos horas y media por lo que llegaremos a Chicago un poco después de las cuatro de la tarde. Llevamos un retraso acumulado de veinte minutos debido a temas de seguridad, pero despegaremos por fin en breves momentos. Hoy hace un día magnífico para volar y el tiempo en el resto del  país es similar al de aquí.

Dentro de unos momentos nuestro personal de cabina les hará unas demostraciones de seguridad muy importantes. Tanto si vuelan con frecuencia como si es su primer vuelo les ruego que presten atención a esta importante información.

Gracias y bienvenidos a bordo del United Airlines 333.

Dos horas después...

Kate no ha dejado de hablar desde hace un rato, cuando repartísteis los bombones de promoción al pasaje. Estáis en la zona para azafatas de clase preferente, un lugar tan estrecho, que no puedes más que asentir a lo que dice. No tienes escapatoria.
Kate es la nueva, ha sustituido a Luisa, que normalmente te acompañaría en este vuelo y el de vuelta desde Chicago, pero no ha podido venir porque no se encontraba bien. Tienes que recordar llamarla cuando llegues para ver cómo se encuentra. Y mientras tanto, tienes que aguantar a Kate y su luminosa sonrisa, mientras te habla y te habla, sobre todo de su novio y de lo maravilloso que es. Como ahora no tienes novio, desde que rompiste con el imbécil de Richard hace ya tres meses, cada vez que Kate te cuenta lo feliz que es sientes ganas de abofetearla, pero en lugar de eso aprietas los puños, asientes y sonríes. Sólo queda media hora para aterrizar en O´Hare.

La luz de aviso empieza a parpadear de pronto y te levantas dispuesta a aceptar ese salvavidas. Pero no es el aviso de alguno de los pasajeros de clase preferente, aunque en estos momentos preferirías tener que recoger algo del suelo mientras esos ejecutivos te miran el culo que seguir un minuto más aguantando a Kate. No, es el telefonillo que conecta con la parte trasera. Lo coges y oyes la voz de Lorraine al otro lado.

Fátima, ven aquí enseguida por favor.

Cuelga inmediatamente, y te quedas mirando el auricular, sorprendida por el tono de alarma que Lorraine tenía. Pero reaccionas al momento.

Kate, quédate a cargo de Preferente. Voy atrás.

Con estas palabras, dejas a tu compañera y sales de tu zona, atravesando la clase preferente y sus amplios asientos para atravesar la cortina azul que os separa de la clase económica. En cuanto lo haces, escuchas el escándalo. Una mujer al fondo. Junto a ella está Lorraine.

Respiras hondo y compones el gesto amable de una auxiliar de vuelo de experiencia mientras avanzas con paso firme hacia tu compañera, evitando que tu rostro refleje cualquier rastro de preocupación.

En cuanto te acercas puedes ver a la histérica mujer sobre el que parece ser su marido, aparentemente inconsciente. ¿Le ha dado un ataque? Lorraine está junto a ellos, pero en cuanto llegas te agarra del hombro con fuerza y el miedo que reflejan sus ojos hace que tu corazón se pare por un segundo.

Mary... Dice ella en voz baja. ¿Mary? ¿Tu compañera? Lorraine señala hacia el fondo del avión, hacia el habitáculo de azafatas de clase económica.

Tienes que ayudar a Mary...
 

¿A Mary? ¿Qué ocurre Lorraine?...¿Y que le ha pasado a este hombre?

Fátima espero a que su compañera contestase, aunque esta parecía terriblemente asustada...¿Y Mary? No era propio de ella encerrarse en la incómoda cabina de las azafatas...¿Qué demonios esaba pasando?

La joven árabe finalmente se levantó del lado de su compañera y con el rostro sereno para no preocupar a la tripulación se dirigió en busca de Mary mientras intentando tranquilizar a los pasajeros cercanos que observaban la situación con preocupación indicaba

Por favor, permanezcan en sus asientos y no se preocupen, estamos a punto de llegar a tierra

Tratando de aparentar tranquilidad, te mueves hacia la parte trasera del Boeing, temiendo lo peor. Lorraine no ha sido capaz de explicarte lo que le ha sucedido a Mary, o quizás es que no se ha atrevido. Una creciente sensación de angustia te invade mientras te acercas al final del pasillo, al pequeño habitáculo para los auxiliares de vuelo de la parte trasera.

¿Y el resto de los pasajeros? Por suerte la mayoría están dormidos. No se despiertan por el escándalo. Excepto unos pocos que en sus asientos se levantan para ver qué ocurre con la mujer, el resto permanecen quietos en sus asientos.
Algunas personas tratan de llamar tu atención mientras avanzas, preguntándote qué ocurre, pero las despachas rápidamente con un par de frases tranquilizadoras. Finalmente llegas atrás del todo y corres la cortina.

Das un respingo al ver a Mary tumbada en el suelo, sobre la moqueta azul...

Pero antes de que puedas hacer nada, una brusca sacudida agita el avión y una sensación horrible de caida llena todo tu ser cuando la fuerza de la gravedad se multiplica y el suelo se inclina bajo tus pies.

Apenas eres capaz de pensar, pero comprendes que el 757 está cayendo...

El avión esta cayendo...Nos estrellamos

Por un momento el pánico se apoderó de Fátima y el brusco movimiento del avión la hizo caer al suelo violentamente junto a Mary, que parecía...¡oh!¡Por el amor de Alá! Parecía muerta.

La joven azafata se levantó con dificultad y volvió a caer al suelo. Asustada, miró a Mary

¿Mary?Mary?- la llamó comprobandola el pulso, finalmente la joven árabe salió gateando del habitaculo. Afuera podría ayudarse de alguno de los asientos para ponerse en pié e ir a la cabina. No sabía que la había pasado a Mary, pero tenía que ir a ver que les había ocurrido a los pilotos o todos morirían. Pero no...aquello no tenía sentido...No podían haberse desmayado los dos...¿Y Mary?¿Que demonios pasaba en aquel avión?

¿United 333? Repite el controlador aéreo al micrófono mientras se ajusta mejor el auricular en la oreja, tratando de escuchar algo. Repita, por favor.

La sala del  Centro de Control de Tráfico Aéreo de Chicago es como siempre, una locura, está repleta de controladores frente a sus cónsolas, de supervisores de un lado a otro, todo el mundo transmitiendo órdenes y mensajes sin cesar. Pero uno de ellos se ha quedado mudo y un sudor frío le cubre la frente cuando ve en su pantalla iluminada por decenas de líneas y puntos luminosos como la altitud del avión desciende bruscamente.

Dios... Están cayendo a plomo...

Caminas prácticamente a gatas con los dientes apretados mientras tratas de avanzar por el pasillo central, que ahora mismo tendrá una inclinación de treinta grados hacia abajo. En tu cabeza piensas en que Mary, a la que conoces desde hace años, podría estar muerta, piensas en que algo les está sucediendo a los pilotos, piensas en que seguramente todos vais a morir. Tu corazón, sin embargo, está inundado por el miedo a la muerte. ¡No quieres morir!

Quizás esa sea la razón por la que avanzas con pies y manos hacia delante, aunque la lógica dicte que nunca llegarás a la cabina de pilotos, ya que te encuentras en el otro extremo de la aeronave. Pero ¿y si llegarás? ¿Serías capaz de ponerte a los mandos y aterrizar este avión?

Y de pronto parece que la presión cede poco a poco. La nave está decelerando, estabilizandose. Lentamente, pero sin duda lo está haciendo. Una súbita alegría mezclada con oleadas de alivio recorren tu cuerpo y casi te hacen sollozar. Sientes que el peligro va pasando y tu confianza se recupera. Con un esfuerzo te sujetas a un reposabrazos y te aúpas, poniéndote de nuevo en pie. La nave vuelve a la normalidad, y tú también, como si ambos fueráis un mismo organismo. Incluso puedes ver a Lorraine a lo lejos, todavía en el pasillo, pero caída en el suelo, junto al asiento del hombre inconsciente.

Pero algo no cuadra. Ahora por fin lo ves. No ha habido apenas gritos. Miras a tu alrededor. A los pasajeros. La mayoría permanecen dormidos... no, dormidos no. Están inconscientes, como el marido de la mujer histérica, como Mary. Derrumbados la mayoría en sus asientos. ¿Están muertos? No sabrías decirlo, pero apenas oyes unos cuantos sollozos y maldiciones de pasajeros que permanecen conscientes, que quizás correspondan a una mínima parte del pasaje.

Tratas de buscarle una explicación lógica a lo que sucede, pero nada tiene lógica, sólo sientes la responsabilidad sobre tus hombros. Es tu vuelo. Son tus pasajeros. Tu deber es velar por ellos.

Repíteme de nuevo lo que ha pasado. Dice el supervisor al controlador que permanece sentado frente a su pantalla. Alrededor suyo, varias personas más están presentes, todas con rostros marcados por la preocupación y la incredulidad.

El controlador suspira. Escuché algo extraño en la cabina. Gritos que no entendí. Después un ruido fuerte, como un disparo. Después el avión comenzó a perder altura a toda velocidad. Cayó aproximadamente mil pies antes de que la altitud se estabilizase.

El hombre mira al supervisor mientras mueve la cabeza, su rostro sigue cubierto de sudor y muy colorado. Desde entonces continúa su rumbo previsto, hacia O´Hare, y no responde a ninguna de mis llamadas.

Otro de los hombres reunidos asiente con gravedad y se dirige al supervisor. Parece tratarse de un secuestro. Tienes que llamar a las Fuerzas Aéreas.

El supervisor traga saliva ruidosamente y mueve la cabeza con gesto afirmativo mientras vuelve a su oficina donde coge el teléfono de sobremesa para hacer la llamada más difícil de su vida.
Avisar a las Fuerzas Aéreas que tienen un posible secuestro de un Boeing que llegará a Chicago en una media hora escasa. Hoy, diez años después del 11-S.

Sin duda eligió una mal día para dejar de fumar.

Fátima, finalmente había logrado incorporarse. La sonriente mirada que siempre dedicaba a sus pasajeros había desaparecido y se había convertido en una expresión decidida. No sabía muy bien lo que estaba pasando ni porque. Sólo sabía que tenía que hacer algo para ayudar al pasaje, y lo primero que tenía que hacer era saber que había pasado a los pilotos.

¿Tal vez algo ambiental que les dejase inconscientes momentaneamente? Tranquiilzate, no les dejes ver que estas asustada o entraran en pánico. No puedes permitirte eso.

A pesar de que intentaba convencerse con la teoría del desmayo, el 11 de Septiembre permanecía en su cabeza. No creía que tuviese nada que ver, pero no podía dejar de pensar en ello. Con paso firme y la mirada -al contrario que el corazón- desprovista de miedo, la azafata se dirigió a la cabina tratando de tranquilizar a los pasajeros que estaban despiertos. Primeramente se fijó en la madre de aquel niño que parecía estar inclinada sobre Lorraine.

-Señora, por favor tome asiento. No se preocupe...Lorraine, prepara una tila o algo calmante para tí y otra para ellos. -dijo señalando a las dos mujeres y al niño.-Ayudará a dormir al pequeño. Y usted señora, tranquilicese, su marido no parece estar muerto y pronto aterrizaremos y pasará todo. Se lo prometo-mintió intentando tranquilizarla. Fátima no creía que lo que estaba ocurriendo, fuese lo que fuese, terminase pronto.

La joven se levantó y continuó su camino hacia la cabina de los pilotos, allí un hombre sentado junto a un obeso mórbido parecía especialmente estresado.

-Tranquilicese caballero. Ahora le traeré un whisky con hielo...No se preocupe

La joven se levantó y continuó su camino hacia la cabina de los pilotos...

Intentas por todos los medios calmar a los pasajeros, al menos a los que permanecen conscientes. Tienes que llegar hasta la cabina de los pilotos y comprobar que la situación está controlada. Asegurarte que lo que quiera que está afectando a la mayoría del pasaje no haya dejado inconscientes al comandante y al primer oficial.

Sin embargo, en mitad del pasillo está Lorraine, ayudada por la mujer que viaja con el niño pequeño. Y si no controlas la situación los pocos pasajeros que quedan despiertos no harán más que interponerse en tu camino. Lo mejor que pueden hacer por su propio bien es permanecer en su asiento y esperar. En algo más de veinte minutos estaréis aterrizando en O´Hare, pero si es necesario el Boeing podría tratar de aterrizar antes en algún aeródromo cercano a Chicago. Y mientras tanto, debes tratar de controlar la situación. Empezando por asegurarte que los pilotos están bien.

La madre parece que te hace caso y retrocede hacia su asiento, pero en ese momento llega por el pasillo otro pasajero al que no identificas al bloquearte la vista las dos mujeres.

El hombre golpea a la madre en la cara. La joven mujer cae derrumbada en el pasillo. Lleva una pistola automática en la mano que ha usado como arma contundente contra la mujer

La breve sensación de mantener el control queda rota en mil pedazos. Sólo puedes permanecer paralizada, estupefacta, mientras el hombre agarra del pelo a una gimoteante Lorraine, la atrae hacia sí y le planta el cañón del arma en la cabeza.

La azafata con aspecto de matrona solloza cuando el hombre la sujeta con un brazo alrededor del cuello y le planta el cañón de una automática contra la cabeza. El Terrorista muestra una sonrisa radiante, blanca. Sus ojos están muy abiertos. Su expresión es la de alguien iluminado, alguien que está en éxtasis, o la de alguien que está seriamente transtornado.

¡Todos quietos, cerdos! Grita con una voz que rebosa alegría, como si hacer esto fuera la culminación de su vida.

¡Estoy dispuesto a matar en nombre de Alá!

En el mismo momento en el que el hombre golpeó a aquella mujer, Fátima sintió una punzada en su cabeza. Con expresión enfadada se dirigió hacia el hombre con un firme "¡Eh, Oiga!"

Entonces vió su pistola y vió cómo apuntaba a Lorraine en la cabeza mientras esta lloraba incontroladamente. Miles de sentimientos y pensamientos pasaron por la mente de Fátima mientras, como un ciervo cegado por los faros de un coche permanecía paralizada ante lo que podía ser su muerte. Miedo a aquel hombre y su pistola, alivio por el hecho de que Luisa no estuviese allí, impotencia por saberse inutil ante esas situaciones, odio a aquel hombre y a todo lo que representaba y que la había hecho pasar una niñez triste y solitaria...

Abrumada por todos esos sentimientos la joven azafata no era capaz de reaccionar. Aquellos hombres la consideraban probablemente una traidora a la causa y su intento de mantener la tranquilidad podría ser percibido ante los pasajeros como que era parte de aquellos hombres.

Podría haber estado quieta, sin moverse durante horas debido al pánico pero algo dentro de ella la instó a suplicar suavemente:

Por favor...No la haga daño...Se...se lo ruego... murmuró en árabe antes de darse cuenta de lo que hacía.

Fátima permanecia con las manos a la vista, tensa y sin moverse, tal y como habia pedido el terrorista. El unico movimiento que había hecho era desviarse a los asientos que tenía más cerca, como inutil pero instintivo método de protección.

El Terrorista reacciona cuando le hablas, dejando de apuntar a Lorraine y apuntando hacia delante. Directamente hacia ti.
Totalmente congelada, sin lugar al que huir, observas la expresión del hombre. Puedes ver cómo duda, y eres dolorosamente consciente de que está decidiendo si dispararte o no.

De pronto, su rostro cambia de nuevo a la amplia sonrisa, mientras ladea la cabeza.

Tú me serás útil, zorra infiel. Dice ahora en voz no tan alta con ese marcado acento árabe, y a ti el insulto se te clava como si se tratase de una afilada aguja. Deja de apuntarte a ti y vuelve a dirigir la pistola hacia Lorraine.

Sientes una mezcla de alivio y de vergüenza por lo sucedido. Pero también te has dado cuenta de algo que te golpea como una revelación, una situación que, como auxiliar de vuelo has vivido cada vez que tratas con personas que hablan otros idiomas: la expresión de no entender lo que dices.

Era la misma que se ha dibujado en el rostro del Terrorista. No ha entendido tus palabras.

Este tipo habla inglés con un marcado acento árabe… pero estas dispuesta a jugarte la vida a que no sabe una palabra de árabe…

El Terrorista lleva a la azafata casi a rastras hasta la zona de separación entre la clase económica y la preferente. Entonces retrocede un paso y clava el arma en la espalda de la mujer que, con el rostro bañado de lágrimas, suelta un corto grito que se transforma en sollozo.

¡¡Atención todos, escoria americana!! Brama ahora a gritos el árabe. ¡¡Que se ponga en pie el agente de seguridad que viaja en este vuelo!! ¡¡Tiene cinco putos segundos!!

Levanta la automática hasta situarla en la nuca de Lorraine, que continúa sollozando.

¡¡Uno!!
¡¡Dos!!
¡¡Tres!!

Este hijodeputa no es quien dice ser...se está aprovechando del miedo y de los prejuicios que hay hacia mi gente....Ni siquiera sabe árabe...seguro que ni es musulman

Fátima no podía evitar sentirse furiosa, de buena gana se hubiese arrojado encima suyo y le hubiese hecho tragarse sus amenazas. Pero la joven árabe sabía perfectamente que eso solo ocurría en las peliculas. Aquello era la realidad y todo se acababa con un BANG. Trato de canalizar su rabia, especialmente ante el insulto de aquel maldito impostor.

Además estaba Lorreine...si el maldito agente de seguridad no se levantaba la mataría...claro que si se levantaba el agente de seguridad le meterían un balazo y la única oportunidad de sobrevivir se iría al traste. Pero era Lorraine. Lorraine, la misma con la que Luisa y ella habían compartido algún que otro chupito ilegal en el espacio reservado a las azafatas. La misma que la había enseñado a ignorar las palmadas en el culo de los hombres de negocios borrachos... Y la iban a matar...delante suyo

Lorraine...no...-unicamente pudo articular su nombre con una lágrima resbalando por su mejilla

Por favor que no la mate...que no la mate

¡¡Cuatro!!

Entonces resuena el disparo. Es un sonido terrible, que te hace creer por un momento que te va a desgarrar los tímpanos, pero lo que te desgarra de verdad es el alma. Lorraine cae a plomo hacia adelante. Detrás se yergue el Terrorista, con la automática levantada y el cañón echando humo. Su sonrisa extasiada permanece en su rostro.

Caes de rodillas con los ojos inundados de lágrimas. Tus piernas se niegan a sostenerte. Apenas eres consciente de los gritos a tu alrededor. Sólo puedes pensar en que le has fallado a Lorraine.

Sollozando, avanzas poco a poco hasta tu amiga, derrumbada en el suelo en mitad del pasillo central. La moqueta se empapa con la sangre, que forma un charco alrededor de su cabeza. Alargas entre temblores tu brazo y sujetas su mano inerte con la tuya, tratando de conseguir algún tipo de reacción, sin éxito.

En tu interior la sensación de ahogo y tristeza infinita comienza a ser reemplazada por una rabia creciente.
No llegó a contar cinco... Piensas. No llegó a contar cinco... Nunca tuvo intención de llegar a cinco... Iba a matar a Lorraine de todas maneras...

Con el dorso de la mano, manchado de la sangre de tu amiga, te limpias las lágrimas para enfrentarte al asesino, pero cuando enfocas la mirada ves que no se encuentra frente a tí.

¿Dónde se ha metido?

Fátima, con su oscura tez manchada de sangre levantó la vista, totalmente enfurecida y dispuesta a saltar sobre el hombre que había matado a su amiga. La ira bullía en su interior. Afortunadamente para ella, el hombre había desaparecido.

El muy hijodeputa...

En nombre de Alá dice-murmuró sin importar que hubiese oidos atentos a sus palabras-ni siquiera eres árabe maldito cabrón...lo sé...no eres árabe ni musulmán...eres escoria - Fátima no habia dicho en toda su vida una sola palabra malsonante, pero en esos momentos la daba igual. No sabía quien era aquel hombre, solo sabía que no estaba matando en nombre de ningún dios...o al menos no de Alá ¿Qué grupo integrista islámico hubiese aceptado a alguien que era incapaz de entender el Corán en su idioam original?

El hombre ya no estaba y el estado anímico de la joven azafata pasaba de la tristeza a la ira. Ya no se preocupaba de tranquilizar a los pasajeros. ¿De que serviría? Acababan de matar a una azafata y probablemente a los pilotos...pero ¿Cómo? ¿Cómo habían entrado en la cabina? Allí solo tenían acceso los pilotos y las azafatas...Fátima, aún con el rostro sucio de sangre y lagrimas, abrazó el inerte cuerpo de Lorraine sin importarla la sangre que comenzaba a ensuciar su uniforme ni el grotesco aspecto que tenía la cabeza de su amiga. Por otra parte, la azafata trataba de controlar su ira consciente de que, probablemente era la única que podía intentar aterrizar ese avión. La esperanza de todo el pasaje...No podía permitir que la matasen.

Centro de operaciones militares Northeast Air Defense (NEADS).

Estado de Nueva York.

¿Tienen nuestros cazas actualizado el plan de vuelo?

Si, señor. Responde el asistente militar a través del micrófono.

Adelante entonces. Ordena el comandante del centro de operaciones militares del Northeast Air Defence, mientras mira las enormes pantallas de la gran sala que muestran tanto los despliegues civiles como militares de esta área de los Estados Unidos.

El comandante recuerda con claridad el haber presenciado aquí mismo la misma situación hace diez años. Recuerda haberse sentido impotente. Pero ahora están preparados. La comunicación entre el centro de control aéreo de Chicago, la FAA y el NORAD ha sido prácticamente inmediata. Si realmente alguien ha secuestrado el United Airlines 333, ha elegido sin duda el día equivocado para hacerlo. Normalmente los cazas hubiesen tenido que despegar desde la base más cercana, pero al ser esta fecha en concreto, el 11 de Septiembre, ya tenían en vuelo a dos interceptores armados en el área de Chicago.

Se calcula que el tiempo hasta que el 757 sea interceptado será de entre 10 y 15 minutos, unos 5 o 10 minutos antes de que el avión llegue a las inmediaciones de la ciudad.

En ese momento los cazas estarán preparados para ejecutar la orden. Una orden que sólo puede tomar una persona: el Comandante en Jefe y Presidente de los Estados Unidos: Barack Obama.