Partida Rol por web

La azafata os mira alternativamente, echa un vistazo atrás para asegurarse que la pelirroja no la está mirando y comienza a hablaros:

-Escuchadme. Tengo que llegar a la cabina de los pilotos como sea. Allí hay un arma y podriamos librarnos de ese par de locos.-

Fátima hablaba con decisión y con seguridad. Sabía que tenía que demostrar un gran aplomo para que confiasen en ella ya que lo que iba a decir sonaba a completa locura.

-Además...Yo puedo aterrizar este avión. Si no recuperamos el control pronto no serán los terroristas los que nos maten. El propio gobierno nos derribará. Parece que Kate se ha olvidado de mí, supongo que pueda seguir "atando" pasajeros en primera clase pero necesitaré que alguien atraiga al pseudo-arabe ese aquí y le entretenga unos minutos para poder acceder a la cabina y coger el arma.

El tipo de las gafas de sol interviene para deciros en voz baja:

-Necesitamos que los terroristas estén separados el uno del otro, y en diferentes partes del avión, sin contacto visual.

Hace una pequeña pausa.

-Y a ser posible, que estén por delante nuestro, no por detrás. A ver si puedes ayudarnos en eso. En cuanto caiga uno, el otro ya estará casi que eliminado. Su poder se basa en que son dos, si sólo fuese uno, no podría hacer nada.

Demasiado arriesgado-insistió la azafata- De verdad, con ese TASSER en nuestro poder estarán reducidos. Solo necesito unos minutos a solas en primera clase.

Jeanette escucho con atención lo que decían. Sus planes, pese a ser una locura eran mejor que nada. Se le ocurrió una idea, incluso le serviría para alejar al pequeño de los disparos. Miro a Fátima y asintió con la cabeza.

-Tengo una idea-susurro con precaución. No le dio tiempo a decir nada mas pero si funcionaba podría separar a los secuestradores.

Miró de nuevo a los lados para asegurarse de que nadie los vería. Le corría un sudor frío por la frente y tragó saliva antes de hablar:

-Voy...-les miró antes de continuar, asustada- voy a decirle a esa chica, ¿Kate?, que nos lleve a mi hijo y a mi a la parte de atrás. Así mi hijo estará lejos de... bueno, de los disparos...-les miró de nuevo a los ojos. Aquello era los mas importante, la seguridad de su hijo y todo lo que hacía era por él- Eso la obligará a llevarnos a la parte de atrás con lo que quedará separada de su compañero...

No dijo mas. No hacía falta. Ellos tendrían que ocuparse del resto, aunque intentó pensar alguna forma de ayudar a retener en la parte de atrás a la terrorista pero ella no sería capaz de reducirla, no se le ocurría como. Se sintió impotente por no poder hacer nada mas, pero era lo mejor para el pequeño y aquello bastaba.

Fátima se pone en pie, pero entre susrros, el hombre de al lado te sigue hablando.

-Bueno, sólo veo un pequeño fallo en tu plan, y es que si tu estás ahí detrás con el crío, ¿quién arrebatará el arma a los terroristas?, si estamos tan desperdigados los unos de los otros, me parece mas peligroso. Ya lo dice el refrán, divide y vencerás, pero no nos hemos de dividir nosotros. Eso si, yo no te puedo obligar a nada, y si crees que es lo mas seguro para tu hijo y tu, puedes hacerlo, ya veré lo que hago yo luego.

Si me llevo a la mujer atrás, os doy tiempo a vosotros para coger el arma que hay en la cabina o desarmar al otro terrorista-dijo sin dudar- no se que mas puedo hacer pero desde luego no dejaré que le hagan nada a mi hijo.

Le pasó una mano por el pelo, notaba a su hijo temblar aunque aguantaba las lagrimas. Una punzada de orgullo sintió Jean, que rápidamente fue sustituida por temor. ¿Como podía ser aquello?¿Por que su hijo tenía que demostrar valor y anteponerse a la muerte con tan pocos años?

¡Fátima!

El grito proviene desde atrás, de la azafata pelirroja, la chica que Fátima ha llamado Kate. Desde tu posición agachada puedes ver cómo la chica se aleja por el pasillo y desaparece de tu campo de visión. Una sensación de ahogo, como de amenaza te embarga: no te ha gustado nada el tono de ese grito.

¿Pero qué puedes hacer? Tienes que armarte de valor para incorporarte y pedirle a esa loca que os acompañe a ti y a tu hijo hacia atrás, pero parece que se ha alejado bastante de ti, quizás deberías darle un par de minutos antes de intentarlo. Recuerdas la ruda respuesta del Terrorista hacia su cómplice, a ti te ha puesto los pelos de punta, por lo que sin duda debe haber alterado todavía más a esa chica armada con una pistola.

Tienes que… alargas la mano para acariciar la cabeza de David pero sólo encuentras aire. Te giras de inmediato, alarmada, para ver que tu hijo se ha incorporado de rodillas en su asiento y mira a través de la ventanilla.
El niño vuelve la cabeza para mirarte con sus grandes ojos marrones muy abiertos, reflejando miedo, pero también sorpresa y emoción.

Mamá, mamá, ¡hay un avión ahí fuera!

Jean agachó su cuerpo sobre el de su hijo para mirar hacia fuera. ¡Tenía razón! El corazón de la mujer se acelero, aquel avión probablemente sería de Defensa Aérea y los... El corazón se le aceleró aún más. Aquello no era una película. No se lanzarían un montón de soldados al avión y les rescatarían. Si no quedaba mas remedio los derribarían. Sabía que el gobierno no quería otro 11-S.

Se giró hacia el hombre que estaba en la otra fila y le hizo un gesto para que se fijase. Debían darse prisa o los derribarían y ahí acabaría todo.
Jeanette le paso la mano por el pelo a su hijo y, silenciosamente, pidió a quien los estuviera viendo desde lo alto que los salvase.

El caza vuela muy cerca del Boeing. Puedes verlo perfectamente, apreciando cada uno de los pequeños detalles de esa máquina de guerra. Incluso distingues al piloto en la cabina, e interiormente, lo maldices, porque no quieres que David escuche palabrotas, y menos de su madre.

Pensar que el riesgo más inmediato provenga de ese avión militar en lugar de los terroristas que han secuestrado el vuelo hace que una indignación y una rabia honda bullan en tu interior, superando con creces el miedo que sientes por la seguridad de tu hijo. Los matarías a todos, con tus propias manos, para poner a salvo a David. Será el efecto de la adrenalina, pero tienes la sensación de ser capaz de alargar la mano y aplastar ese caza como si fuera de juguete.
La parte racional de tu mente te advierte que tengas cuidado, que no cedas a esos impulsos, ya que sólo conseguiras que te maten. Pero la furia que crece en ti pugna por liberarse.

Echas un vistazo adelante. El Terrorista continúa en primera clase, al otro lado de la cortina. Después miras atrás. La loca pelirroja se ha llevado a Fátima hasta el final del pasillo. Desde allí está demasiado lejos como para vigilarte. Con un gesto brusco te liberas de las ataduras de la cinta. Ahora mismo nadie está pendiente de vosotros. Tenéis que preparar algo. Si Dios no va a intervenir para salvaros, que se vaya al Infierno. No lo necesitas.

Barack Obama había pensado que las horas más tensas que jamás viviría durante su mandato serían las que pasó durante la operación que acabó en el asesinato de Osama bin Laden.

Qué equivocado estaba…

La sala de reuniones cuenta con un monitor de televisión, varios teléfonos fijos y dos ordenadores portátiles. Junto a él están varios de sus asesores, así como dos altos cargos del Estado Mayor, el director de Inteligencia Nacional y la Secretaria de Estado. El vicepresidente está presente mediante videoconferencia.

Debe saber, señor Presidente… le susurra al oido su jefe de comunicaciones. Que nuestras valoraciones indican que la opinión pública está de su parte en estos momentos. Hace una pausa y prosigue, en voz todavía más baja. Nadie le culpará si se ve obligado a tomar la decisión de derribar el avión.
Obama cierra los ojos con fuerza, como si le doliese la cabeza y hace un gesto con la mano a su asesor para indicarle que le ha comprendido. Después sigue atendiendo a las explicaciones que está dando el general frente al televisor, que muestra la ruta del United Airlines 333 sobre un mapa de los alrededores de la ciudad de Chicago.

…por lo que si el UA 333 continúa volando con el piloto automático, en menos de diez minutos se encontrará sobre el aeropuerto O´Hare, donde describirá una ruta circular de aproximación que es la que se puede ver aquí, y que continuará mientras tenga combustible. El general carraspea. Sin embargo, en el momento en que el avión se aparte de la ruta que marca el piloto automático, podría llegar al centro de la ciudad en dos o tres minutos. Nuestros cazas están preparados para derribarlo en ese caso, señor Presidente, en cuanto usted lo autorize.

La sala se queda repentinamente silenciosa. Obama respira hondo antes de hablar.
¿Estamos absolutamente seguros que realmente se trata de un acto terrorista?

A su alrededor los demás asistentes a este gabinete de crisis se miran entre sí hasta que el director de Inteligencia toma la palabra.
El anuncio del secuestro fue filtrado por un correo electrónico a Al Jazeera quince minutos antes de que el controlador aéreo diera la primera señal de alarma, por lo que debemos darlo por cierto. Y aunque es verdad que desde que se iniciara la crisis no hemos tenido ninguna comunicación con el vuelo, nuestro deber es contemplar la peor de las situaciones y estar preparados para ella.

Pero… es el jefe de gabinete quien toma ahora la palabra. ¿No es cierto que existen grandes diferencias respecto a los atentados del 11-S? Por ejemplo, hasta ahora el avión sigue con la ruta programada, y además el “secuestro” ha tenido lugar cerca del final del trayecto, cuando los depósitos de combustible están más vacíos y por tanto usarlo en un ataque suicida causaría menos daños…

Eso es cierto. Replica el general. Pero no podemos prever qué puede suceder en esta situación. Se trata de un acto terrorista, dirigido a causar daños que pueden ser más devastadores para la moral de la nación que el simple siniestro de un avión de pasajeros.

Si me disculpan. Interviene ahora el jefe de comunicaciones. Ahora mismo la atención mundial está sobre nosotros. Todos los medios del globo examinarán con lupa nuestras decisiones. Cada minuto se emiten más de diez mil tweets sobre el tema, por el amor de Dios… El hombre suspira y se pasa la mano por el cabello. Lo que quiero decir es que si nos precipitamos…

La sala vuelve a quedarse en silencio.

No nos precipitaremos. Asegura el general. Pero, señor Presidente, necesitamos su autorización en caso de que… Hace una pausa. Necesitamos la autorización del comandante en jefe.

Barack Obama se lleva las manos al rostro.

¿Señor Presidente? Insiste el general.

Eh-dice susurrando al hombre que con el que había hablado antes- la azafata ha conseguido hacer lo que yo me proponía. Debemos hacer algo ya. Dijo que había un arma en la cabina del piloto, ¿se te ocurre como podemos llegar hasta ella? Sea lo que sea piensa rapido, pero tenemos que hacer algo ya.

Tras decir aquello volvió a mirar por la ventana y a su hijo que miraba emocionado el avión. Si supiera lo que ese avión pensaba hacer con ellos... pero era mejor asi. Mientras su hijo no tuviera miedo Jean tampoco lo tendría.

Escuchas entonces unas voces delante, procedentes de la zona de primera clase. En concreto se trata de la voz del Terrorista. Sí, es esa voz con marcado acento árabe, pero no oyes ninguna más. ¿Es que acaso está hablando sólo?

Aguzas el oido y llegas a escuchar incluso un nombre. Apu o Abu Nazir. No te dice nada, pero mientras esté gritando por lo menos no está disparando a nadie. Hasta ahora habéis tenido suerte, pero has visto suficientes películas como para saber que un agujero en el fuselaje o en una ventanilla causaría una despresurización explosiva. Cada vez que el Terrorista o su cómplice pelirroja aprietan el gatillo están arriesgando la vida de todos vosotros.

Junto a la ventanilla, David está saludando con la mano al caza que lleváis pegado al lado. Con firmeza le apartas y le ajustas el cinturón de seguridad de nuevo, mientras arriesgas otro vistazo hacia atrás. Fátima y la otra azafata están al final del avión. No ves lo que están haciendo.

Miras hacia delante después. Te preguntas qué estará sucediendo al otro lado de la cortina. Te preguntas qué significarán los gritos que oyes.

Discúlpenme. Anuncia la presentadora del informativo especial de la BBC, mientras se lleva la mano al oido. Me están informando que disponemos de imágenes… sí, de imágenes del interior del Boeing 757 secuestrado…

La presentadora asiente con la cabeza. Parece ser que están siendo grabadas por los mismos terroristas y se están emitiendo prácticamente a tiempo real a través de varias páginas web.

Mirando a ambos lados, como buscando confirmación, la presentadora continúa: En estos momentos estamos conectando con una de ellas para poder ofrecerles las imágenes. Me… me piden advertirles que su contenido puede herir su sensibilidad, pero el innegable valor como documento periodístico nos obligan a ofrecérselas sin editar.

Conectamos en directo.

Dejas a David mirando a través de la ventanilla, y tratas de concentrarte en lo que debes hacer. Sientes palpitar el pómulo y el ojo por el golpe que has recibido antes, pero recibes el dolor como algo bueno. Te mantiene más despierta y es un recordatorio de que conseguir escapar a esta situación puede que te cause todavía más daño. Pero estás preparada para ello.

Si ninguno de los terroristas pasa a vuestro lado entonces lo único que os quedará es ir a por ellos, pero para hacerlo necesitáis más gente.

Sin embargo, la mayoría del pasaje, ya de por sí escaso en este vuelo, permanece inconsciente debido a alguna droga que han introducido en esos dulces que os ofrecieron antes.

Miras hacia delante. Ahí estaba el doctor, pero el Terrorista se lo ha llevado a punta de pistola a primera clase. Después se oyó ese disparo, por lo que temes por la vida de ese hombre amable que cubrió el cuerpo de la azafata que yace tendida a unos pasos de tí. Miras hacia detrás, donde a dos filas de donde David y tu estáis se sienta un hombre mayor, y en la misma fila, al otro lado, la mujer cuyos histéricos sollozos por su marido dieron comienzo a esta pesadilla. Más atrás debe haber otros pasajeros, pero están demasiado alejados.

Comprendes de pronto que sois demasiado pocos y, sobre todo, estáis demasiado dispersos como para intentar algo. Y lo que es más, sientes el miedo que llena el avión, como si fuera una sensación física, real. Como si estuviese en el aire y se pudiera respirar. Los pocos pasajeros que quedan no actuarán por su cuenta si no son liderados por alguien.

Alguien como tú.

¡Yo soy la espada de Alá, y mi nombre es Abu Nazir!

Estas palabras, este mensaje, acompañado de las imágenes del hombre que ha secuestrado el vuelo 333 de United Airlines, son repetidas a lo largo y ancho de todo el mundo, a través de la red, de los informativos, y llegando a la vez a millones de personas. Para unos se trata de un terrorista, un fanático, para otros es un rebelde, un luchador por la libertad.

No importa, el Terrorista se ha dado a si mismo el nombre inventado de Abu Nazir y de pronto esa pasa a ser la realidad, y lo que es más importante, siempre lo ha sido.