Partida Rol por web

¿Quien es ese tal Jutori? y por que ahora atacabais a ese samurai.

19 puntos de daño (Chemo esos dados, ni por probabilidad pueden salir en mis tiradas tantos números por debajo de cinco) menos mal el aumento

-Jutori... nuestro jefe. Y el otro samurai nos ordenó atacar a este.- dicen señalando la puerta por donde huyó hace unos momentos uno de los bandidos.

¡Sorprendente! El fluído movimiento de Takeo parece ir a ser sin remedio el primero... pero Yukio, con una técnica potente, sencilla y dura como el mordisco de un tejón, consigue golpear primero. El latigazo del arma es muy severo, máxime cuando acierta cerca del lugar donde Saiko ya hubiera clavado antes su tanto.

El impacto lanza a Takeo hacia atrás. Aunque consigue caer de rodillas y apoyar la punta de su espada en el suelo, sus ojos vidriosos, la sangre que mana de su boca y el temblor de sus brazos al apoyarse no os hacen tener apenas dudas de que difícilmente el joven samurai podría seguir con la lucha. En lugar de ello, desclava su espada, realiza un giro ritual y la apunta hacia su vientre mientras susurra "Namu Shinsei Butsu".

Las palabras, los gestos... La vergüenza del deshonor parece embargar a Takeo.
Takuro no puede inmiscuirse. No debe hacerlo, es el código del samurai.

Algo le dice que con el seppuku no terminará toda esta conspiración, pues el Yasuki, en apariencia, no es más que una pieza de la misma. Puede que Yukio y Saiko hayan averiguado algo más. Sobre lo que no alberga dudas, es que el dolor que este acto provocará, terminará de hundir el que debería ser el día más feliz de su protegida.

Pero no puede hacer nada más que asistir con solemnidad.

Saiko duda, duda profundamente. No durante tiempo, sólo en su interior. Pero aunque esa duda no consume ni una mínima fracción de tiempo, sí que se despliega en su consciencia con un peso abrumador.

Por un lado, si interviene, si impide al samurai realizar su acto de descargo, incurrirá en una falta de Honor como nunca antes había ni llegado a imaginar que podía afrontar. Por otro, si no lo hace, aquello a lo que sirve, su familia, su Clan, y con ellos al Imperio, pueden perder una pieza clave para solucionar un enigma que puede representar un peligro en el equilibrio político, equilibrio al que ella, como cualquier escorpión se debe por completo.

¿Es ella y su persona, su Honor, tan importante que pueda permitirse el lujo de no sacrificarse para un bien mayor? ¿Cómo sirve mejor a su Clan? ¿Puede permitirse el Escorpión que ella lo haga, que se anule a sí misma de esa forma sin obtener nada seguro a cambio...?

Saiko cerró los ojos, concentrándose por una mínima fracción de tiempo. Pareció dudar en este corto lapso de tiempo, el tiempo de un pestañeo. Finalmente los abrió de nuevo, y se irguió. Se enfrentó a lo que era inevitable, y respetó la decisión del joven.

Murmuró algo extraño:

-Vuela sin obstáculos, Cangrejo con alma de Bayushi...

La espada susurra al deslizarse al interior del samurai, pidiéndoos silencio. Los labios se le crispan de dolor, pero no habla, no gime. Sólo susurra unas palabras apenas audibles.

"Hoja de arce".

Como si pensase que su honor no puede permitirse un padrino que le corte la cabeza si llegase a expresar dolor, aguanta. Gira la muñeca e inicia el corte lateral. Sólo se escapa un varonil soplido entre sus dientes. Gira de nuevo, quiere iniciar el camino hacia arriba. Más arriba de lo que parece. Si pudiera, cortaría su alma sin duda. Con impresionante fuerza de voluntad, termina el trabajo y queda allí, quieto, inmóvil, con los ojos abiertos como un hombre y el cuerpo recto como un samurai. La sangre forma un río perfecto naciendo de su centro. Su regalo para vosotros.

Saiko ni parpadeó. Presenció en silencio y con respeto el corte ritual, perfecto en lo que mandaba la tradición, elevando el filo incluso, perfilando un Jumonji-giri impecable. No le asistió segundo, pero Takeo aguantó con valentía y entereza, no se deshonró.

Cuando hubo acabado quedó erguido, sin ladearse, y su sangre dibujó su partida con pincel firme.

La Soshuro se inclinó profundamente, aún en silencio, y le reverenció en su último acto de hombría.

Después se irguió de nuevo, y miró a sus compañeros, el bayushi recién llegado, y Yukio.

-Murió con dignidad, a pesar de los interrogantes que ha dejado atrás en su vida. Yo no puedo, pero uno de vosotros, samuráis, debería cercenar la cabeza, y regresar ya con ella. Su padre querrá recibirla en su seno, para las ceremonias.

Hoja de arce...Hoja de arce... - a él, esas palabras no le dicen nada.- ¿Será el nombre de la aldea donde Shigeru le encontró?

Ante las palabras de la menuda y bella cortesana, Takuro mira a Yukio, como si le rogara que fuese él quien terminase lo empezado.

No encontraba el momento de romper el sepulcral y respetuoso silencio reinante, pero Saiko abrió el camino y el Bayushi lanza la pregunta que le corroe las entrañas.

-Si sabeis algo sobre lo que está ocurriendo, decídmelo, os lo ruego. Necesito saber por que tanta sangre ha sido derramada.- suplica a los otros dos samurais con una profunda tristeza.

Con una tensa frialdad mis labios recitan unos versos:

Sopla si quieres
viento de otoño.
Todas las hojas se han marchitado.

Embaino mi katana con un movimiento automático y miro a la joven cortesana:

-Ahora la tormenta a amainado honorable Shosuro Saiko, nada me queda por hacer en este lugar...

Takuro interrumpe mis pensamientos, pasando a su lado y sin alzar la mirada digo:

Takuro san, pues debería su persona perseguir a los que con vida han quedado, tal vez logres paliar así vuestra ansia de concimiento.

¿Que otro samurai?-Digo empezando a perder la paciencia.

-El otro, el del mon del pez. Salió detrás de la escorpión.- y vuelve a señalar la puerta que da a la calle.

¿El mon del pez? ¿Un Yasuki? piensas.

Takuro calla ante las palabras de Yukio y deja que se marche sin más preguntas.

-Saiko-san, Matsu Mariko está ahí dentro - señala con la mirada al viejo almacén - con dos de los atacantes. Debemos ponerlos a buen recaudo. Haremos que los criados recojan el cuerpo de Takeo y lo preparen para un funeral digno. Habrá que pensar como darle la noticia a su padre. Le va a costar mucho entender lo que ha pasado.

Ni yo mismo lo tengo claro...-piensa.

Parece confuso pero, finalmente, levanta la mirada como si hubiese caido en la cuenta de algo.

-Desde luego.

El momento ha pasado. Puede que Yukío se vaya, quien sabe hacia qué nueva encrucijada. Pero Saiko permanece junto a Takuro, y asiente a sus palabras.

-Sea como dices, Takuro-san. Vayamos de nuevo al Palacio Doji, y busquemos mutuas explicaciones. Aunque por mi parte poco podré aclarar, me temo. Quizá vosotros pongais luz a mis dudas... ¿Cómo habéis tú y Mariko-san llegado hasta aquí...?

Ve entonces la expresión del Escorpión, y le mira con gesto intrigado.

-¿Ocurre algo... más...?

-Seguimos a los supervivientes que huyeron.- aclara - Su rastro nos llevó hasta un pasaje subterráneo que desemboca en el almacén. A quien no esperábamos encontrar aquí es a Takeo.

-En cuanto a lo otro...Acabo de darme cuenta de que Kaede significa "hoja de arce", lo último que salió de su boca antes de morir. - dejando de lado la expresión de tristeza, su rostro refleja ahora resolución - Hasta ahora me le limitado a velar por la novia, pero va siendo hora de mantener una conversación con ella y tratar de desvelar lo que sabe.