Partida Rol por web

Las luces rojas de emergencia parpadean, mientras a través de los altavoces de la ISS el ordenador repite una y otra vez una alerta de despresurización. A lo largo de toda la estación se puede oír un zumbido ensordecedor, producido por una rápida fuga de aire. Todo a vuestro alrededor adquiere un aire irreal, y cada vez os resulta más difícil discernir si lo que está sucediendo ahora mismo es real o fruto de vuestra mente.

Casi a la vez que suena un segundo disparo, Georgi y Saint se acercan por el otro lado de la compuerta del Nodo 3. Más de la mitad de la abertura está ya cerrada, y la sala se sellará completamente en cuestión de segundos.

Paolo, aferrado a los asideros de la pared, trata de salir cuanto antes de allí. Su cuerpo comienza a mostrar un color enrojecido, fruto de la despresurización a la que se está sometiendo. En mitad de la habitación, Wurst y Ford flotan, acercándose cada vez más a un agujero de casi medio metro en el cristal central de Cupola. El piloto americano tiene su traje espacial, lo que le protege de la falta de presión, pero Wurst muestra el mismo aspecto que Paolo, y está mucho más lejos de la puerta. El alemán lucha contra la succión, que le acerca demasiado deprisa hacia el exterior y su muerte. Se agarra con todas sus fuerzas al cable de seguridad del traje de Ford, que está anclado en el otro extremo de la habitación.

Tanto Saint como Georgi notan la fuerza de la succión, y tienen que mantenerse agarrados a la puerta para evitar ser arrastrados, igual que Wurst y Ford, hacia el exterior de la ISS.

Georgi mira alrededor con desesperación, buscando una cuerda, cadena, trozo de tela, plástico o lo que sea para arrojarle a Paolo y remolcarlo como hizo en su momento con Saint.

Por su mente pasaban muchas cosas, pero la más importante era que ni en sus peores pesadillas había podido imaginar una situación similar. ¿Cómo había sucedido todo aquello? ¿De dónde había salido el arma, y a quién se le había ocurrido disparar? La respuesta estaba clara, a Ford. Era el único que tenía el traje espacial puesto y quien había demostrado cierta inestabilidad como para hacer todo aquello.

La adrenalina recorría todo su cuerpo, impulsándole a abandonar esos pensamientos y centrarse en lo que tenía que hacer, aunque una parte de él le decía que se escondiera en un lugar oscuro y esperara a que todo acabara. Los rostros de Paolo y Wurst se superponían a los de decenas de jóvenes soldados que habían pasado a mejor vida mientras luchaban a su lado. No podía fallarles, no de esta manera.

Viendo como Georgi está ayudando a Ford, Saint se deja arrastrar por la succión para llegar hasta el cable que sujeta a Ford. La idea era intentar llegar hasta Wurst desde ahí, y de paso mirar a la cara a Ford para saber qué demonios le estaba pasando.

La situación era completamente desesperada, la tensión era plausible en el aire y hacía que las caras de preocupación de sus compañeros fuera reveladora. Paolo intento sacar fuerza de lo más profundo de su ser y asiéndose a todo lo que podía avanzaba hasta donde le esperaba Georgi.

Tenemos que salir de aquí, el cristal cederá en cualquier momento.

Viendo como Saint avanzaba hasta Ford, Paolo no pudo reprimir una advertencia.

Desarme a ese hombre señor, en cualquier momento puede volver a disparar!!!.

Ahora o nunca, Shauri...

Un impulso y el científico flotaba de nuevo en el espacio, bordeando la pared exterior de la Zvezda, bien pegado a ella. Se apresuró a llegar junto al mecanismo de anclaje de la Soyuz y se ocultó como pudo detrás de él.

Tenía la respiración agitada y el pecho le dolía fuertemente.

No mires, no mires...

Totalmente concentrado en su tarea, examinó la situación. Sus conocimientos mecánicos eran escasos, pero fueron suficientes para darse cuenta del problema. Una pieza doblada por el impacto impedía el correcto funcionamiento del sistema de desanclaje. La manipuló con cuidado hasta dejarla en una posición que liberaba en ese punto a la sonda.

Ahora debería funcionar...

Cuando creyó tenerlo todo listo, se dispuso a emprender el paseo de retorno.

El cubo debe llegar a la Tierra. -pensaba constantemente. Pero era como si realmente no lo estuviese pensando; más bien como si una voz se lo dictase en su interior.

Al ver a Paolo acercarse Georgi intentó cogerlo de un manotazo y traerlo hacia un sitio "seguro". Mientras dijo por la radio :

-Comandante. Si esta puerta se cierra tendrá que volver otra vez por la esclusa de entada-

Dentro de su traje espacial Ford sonreía - Por fin parece que empezáis a tomaros en serio la situación hijosdeputa - dijo entre dientes mientras permanecía inmóvil, quizás para parecer inofensivo, mientras examinaba la sala y planeaba su siguiente movimiento.

- Maldito traidor, parece que no te interesa tanto salvare el pellejo - pensó Ford tras ver como Paolo luchaba contra la succión del espacio exterior PERO sacaba tiempo para parapetarse contra una de las consolas y mandaba el mensaje por radio a toda la estación :

paolo: SEÑOR LOS DISPAROS SON EN LA CUPOLA, FORD ESTA LOCO!!!!

El comportamiento del Italiano había sido completamente irracional pero sin duda había sucedido - Sólo espero que esos 20 segundos que has perdido en hablar por Radio sean los 20 segundos que te falten para salvarte. - sonrió pensando en lo irónica que sería aquella situación si llegara a suceder.

Manipulas con cautela los mecanismos de anclaje de la Soyuz, hasta que consigues que cedan, liberando la presa que ejercían. La sonda está ahora casi libre, tan solo pendiente de la ligera sujección a la compuerta de Zvezda. Una vez te introduzcas dentro, deberías ser capaz de liberarla con los controles de la nave.

Giras tu cabeza, temiendo lo peor, pero la criatura no se encuentra por ninguna parte. Sin embargo, ves en la distancia que algo extraño ocurre. Desde el Nodo 3, pequeños fragmentos de cristal y objetos del interior de la estación se precipitan al espacio. No tienes idea de lo que puede estar acaeciendo en ese lugar, pero parece que se ha abierto una brecha, probablemente en el Cupola. Entonces es cuando ves una sombra moverse por detrás de la estación, acechante, hacia allí. Casi imposible de distinguir al principio, ahora se te hace clara. Esa figura negra... Esos ojos que observan hacia todas las direcciones posibles... Un escalofrío recorre tu columna, y te apresuras para volver a tu pequeño espacio cubierto, temiendo que ya te haya visto. Aferrándote a la estructura de la estación, avanzas con cautela pero sin detenerte, recorriendo los metros que te separan de la brecha en pocos segundos.

Una vez en la Zvezda, te sientes más seguro. Sin embargo, no puedes quitarte la imagen de la criatura de tu cabeza, mientras, casi sin pensarlo, vuelves hacia la nave y su valiosa carga.

El tiempo es algo maleable. Cuando nos sentimos felices pasa a una velocidad endiablada, y cuando no nos encontramos a gusto parece no moverse. Sin embargo, en determinadas situaciones eso se hace mucho más patente, y este es uno de esos casos. Tras el segundo disparo, todo a vuestro alrededor parece detenerse, y podéis observar la escena como si fuera una imagen fija.

Paolo, aterrado y al borde de un shock por descompresión, se aferra a los asideros del Nodo 3, avanzando poco a poco hacia la salida del módulo. Georgi extiende su brazo todo lo posible, y en cuanto roza al italiano lo aferra y tira de él para sacarle de allí. El ruso debe hacer uso de toda su fuerza, pues ahora sostiene el peso de dos cuerpos con una sola mano.

Wurst está completamente paralizado. El científico está utilizando todas las energías que le quedan para aferrarse al cable de seguridad de Ford, pero parece que eso no le va a salvar de precipitarse al espacio abierto. Su cuerpo muestra síntomas severos de descompresión, y sus manos, enrojecidas, parecen ateridas, inmóviles. Mira hacia Ford con súplica en su rostro, como si creyera que es el único que puede sacarle con vida de allí. Se encuentra tan ausente que ni siquiera se percata de la presencia de Saint, que en un movimiento heroico ha decidido soltarse de la entrada y lanzarse hacia su posición. La puerta, ajena a todo lo que sucede a su alrededor, continúa el proceso de cierre. En pocos segundos aislará el Nodo 3, evitando la pérdida masiva de aire en el resto de la estación.

Ford, completamente quieto, mira hacia el exterior, observando algo que sólo él parece ver. No centra su atención en nada de lo que a su alrededor sucede, y no parece hacer nada para ayudar a Wurst a alejarse del destrozado Cupola.

"Mierda.... se me va" pensó Georgi. Entonces se aferró lo mejor que pudo al marco de la puerta con una mano y a la muñeca de Paolo con la otra y tiró, tiró de un modo que le hizo oír como crujían las vértebras de su columna y sentir como sus músculos se tensaban y relajaban sucesivamente para permitirle moverse con fuerza.

Y al menos eso dió resultado.

La maniobra que iba a intentar era extremadamente complicada, pero no podía permitir que Wurst muriera de esa forma tan cruel. Se dejó atraer por la succión, esperando agarrar el cable de Ford en el momento justo. Mientras avanzaba (o caía, la sensación era tremendamente extraña y no se parecía a nada que hubiera sentido antes), pudo observar la expresión ausente de Ford. Absorto, mirando a la nada. ¿Qué le pasaría por la cabeza para provocar todo eso? Pero ya tendrían tiempo, ahora el alemán necesitaba su ayuda.

Una ayuda que, por el momento, no iba a llegar.

Cuando ya tenía el cable en su mano, uno de los objetos de análisis del nodo le golpeó en la mano, haciéndole perder el cable. El comandante abrió los ojos como platos, y su mente entró en estado de supervivencia. Rápidamente, empezó a barajar las opciones de supervivencia que tenía a mano. 

Quizás, en el último momento, si usaba el propulsor...

Casi bloqueado por el pánico producido por la visión de la criatura, pero con el objetivo fijo de refugiarse en la Soyuz, Raf gateó por las paredes del interior de la Zvezda temiendo que en cualquier momento esa repugnante mole negra apareciese por algún lado.

Cuando alcanzó la compuerta, pulsó el botón de apertura.

- ¡Dios, Dios,...! -suplicaba mientras ésta se abría, lentamente. Si conseguía entrar y ponerse a salvo, repetiría las maniobras, esperando que los problemas con el anclaje se hubiesen solventado.

Paolo abotargado por la situación mira con gesto de agradecimiento a Grechko, no puede más que abrir la boca como un pez fuera del agua intentando recuperar el resuello por la falta de aire de sus bocanadas.

Paralizado por la situación no hace más que permanecer quieto esperando recuperarse.

-Tranquilo. Mantén calma.- murmura el médico desde dentro del casco mientras se gira a aver que sucede con el comandante... y cómo están de cerradas las puertas.

Ford estaba preparado, había llegado el momento de, como tantas otras veces, hacer su mejor interpretación...