Partida Rol por web

Will te acompaño a tu nuevo hogar. Era un apartamento justo en frente del edicifio Stark. Tu nuevo hogar tenia una amplia cocina, un baño completo con una ducha llena de chorros que daban masajes con la presion del agua, una cama de matrimonio, armarios empotrados y suelos de madera. Era un lugar precioso que contaba con todo lo que pudieras necesitar. Will dejo las llaves sobre la mesa.

- Tiene un coche en el garaje pero le recomiendo que primero tome algunas clases, las normas de circulacion no son iguales a hace 60 años.- dijo el hombre.- ¿Necesita algo mas? Tiene una semana para acostumbrarse a su nuevo hogar. Le he dejado unos manuales en el cajon de la cocina, explicaciones sencillas para usar los electrodomesticos.

Negué con la cabeza.

- A partir de aquí creo que podré apañarme yo... - Dije en voz baja. En una semana tendría que acostumbrarme al mundo real, y prepararme para estar cualificada para algún empleo. Miré a mi alrededor... El mundo había cambiado demasiado.

- No se agobie.- dijo Will.- En el aparador tiene unos libros de secretariado, puede echarles un vistazo pero no tiene de que preocuparse. Ya esta contratada.- añadio con una sonrisa antes de irse y añadio.- Suerte con su nueva vida.

Me quedaba una semana por delante. Traté de ponerme al día de lo que era el mundo en la actualidad. Me mantuve ante a las noticias para ver a Stark tanto como fuera posible, y me decidí a hacer visitas esporádicas a mi nueva zona de trabajo. Necesitaba saber todo lo posible sobre Stark y su situación... parecía esperar que cualquier día saliera en los noticiarios la noticia de un cáncer inesperado. No tenía mucho tiempo.
 

En tu apartamento encontraste unos discos pequeños y brillantes. Los manuales explicaron que eran CDs y podian insertarse en reproductores para ver su contenido. En ellos habia un resumen de lo que habia sido la historia en esos años perdidos, los acontecimientos mas importantes, los artistas mas destacados, la moda, la sociedad... era demasiada informacion, todo nuevo y cambiado.

No tuviste problema para encontrar informacion sobre Stark, tanto padre como el hijo. El padre parecia haberse reformado al casarse con una mujer de nombre Maria, pero ambos estaban ya fallecidos hacia tiempo. Stark era un don Juan como su padre pero la prensa estaba atacandole duramente en la actualidad, se rumoreaba que tenia una relacion con una mujer hasta el momento desconocida.

Una divorciada rubia, madre de dos hijos, llamada Alexandra Schneider, a la que Stark estaba apoyando financieramente con unas sumas desorbitadas para que montara una fundacion de ayuda a los niños. Los periodistas veian en aquello de todo menos amor y que tuviera un apellido aleman no era algo tranquilizador.

En tu entorno veias las tareas de rescate mientras las aguas volvian a su caudal normal dejando al descubierto la destruccion causada por un mutante, Magneto, al mover a la tierra de sus ejes.

Los dias pasaron y llego el momento de tu primer dia de trabajo. Industrias Stark habia tenido muchas bajas, como toda la ciudad, habia decenas de miles de muertos pero la vida seguia y se debia continuar. Tu ibas a suplir una de esas plazas.

Me puse ropa acorde al trabajo, por lo que había leído una americana y una falda no demasiado corta eran un buen atuendo para un primer día labora. Al principio creí que había muchas cosas por descubrir, pero luego me enseñaron que existía Internet, y pensé que definitivamente, era demasiada información para una semana. Todo había cambiado.

Suspiré, cogí un bolso con lo necesario, y me dispuse a ir a trabajar. Tenía dinero para pedir un taxi, y sería un buen modo de llegar hasta esa torre que al parecer poseía mi hijo. Por el momento no sabía nada de su cáncer, o al menos los medios no se habían enterado. Tenía mucho que hacer hoy, y seguramente lo último que tenía que hacer era trabajar.

Los ultimos dias habian sido muy duros para Stark.

Verdaderamente se habia ganado el titulo de heroe y como prueba la armadura destrozada, resultado de su enfrentamiento con magneto y del que habia sobrevivido milagrosamente.

Aun aquejado de sus heridas y hasta las cejas de farmacos para poder dar dos pasos sin gritar de dolor tenia una empresa que reconstruir, cientos de empleados dependian de el. Los inversores querian saber hasta que punto el stunami habia causado daños en sus empresas mientras se ultimaba el recuento de empleados heridos o muertos, que no volverian a su puesto de trabajo o tardarian meses en hacerlo.

Decir que la situacion era caotica era quedarse bastante corto.

Por si no tuviera suficiente, el gobierno estaba cerrando su mano en sus metalicas pelotas pero no solo Magneto habia causado que todo su mundo de fiestas y orgias se viera tambaleado.

Habia conocido a alguien, una mujer diferente a los demas que le sacaba una sonrisa con solo pensar en ella.

Sentado en su despacho, despues de una dura reunion, vio de reojo una montaña de papeles por revisar y firmar antes de la siguiente reunion.

La voz de su secretaria le aviso de algo mas.

- Señor Stark, la señorita Hoover esta aqui.

Casi lo habias olvidado. Tu secretaria habitual estaba sobrepasada por el trabajo y te ofreciste a contratar una ayundante de secretaria para ella.

Te parecio curioso como el general Fury en persona te recomendo su contratacion sin darte demasiadas explicaciones y la unica pega al respecto fue que exigiste una entrevista en persona antes de contratarla.

No sabias muy bien que esperar de Rachel Hoover. Era curioso que no existiera ningun registro de ella en ninguna parte por lo que pensaste que podia pertenecer a algun programa de proteccion de textigos o algo similar. En todo caso no sabias que esperar, podia ser una mutante de tres brazos o una anciana vieja y deforme.

El taxi te llevo al edificio Stark.

Un edificio asombroso, que habia resistido el desastre del stunami. En la puerta habia periodistas apostados, como chacales esperando una presa.

Entraste sin problemas, nadie te reconocio como a una persona interesante de fotografiar, querian a Stark y hacian preguntas impertinentes a los miembros de seguridad cuando trataban de contenerlos o sacarlos del edificio.

La gente del interior, los trabajadores, no daban a basto. Se movian rapido de un lado a otro. Una mujer se acerco a ti con una sonrisa pero se notaba que habia llorado. Mucha gente en esa ciudad habia muerto por la crecida de las aguas y todo el mundo parecia odiar al responsable, un mutante llamado Magneto.

Aun asi la mujer te indico donde estaba el despacho de Stark y su secretaria te recibio, detras de una pila de informes por procesar.

Al escuchar tu nombre sonrio, ya te esperaban y se alegraba de que pronto fuera a recibir ayuda.

Señor Stark, la señorita Hoover esta aqui.- dijo anunciando tu llegada a un aparato rectangular que habia en su mesa.

Me sentí agobiada por tanta gente yendo y viniendo. Los coches, los aparatos electrónicos y toda esa tecnología que era tan ajena para mí me desconcertaron un poco. Pero traté de mantener el porte, y al oír hablar a la secretaria me esforcé por no mover mis pies delatando mis nervios. Al fin iba a conocerle, me costaba creerlo y no podía parar de preguntarme si habría algo en él que le delatara como mi sangre. Sentí un ligero temblor en las rodillas y fui capaz de escuchar mi corazón latiendo con fuerza, pero me esforcé en mantener la concentración. Esperé pacientemente a que el señor Stark me recibiera.

Vale, era cierto que todo dolía y que la Mark III estaba lista para ser desguazada y que hicieran con ella unos cuantos pisapapeles de un millón de pavos cada uno. Pegué un trago a la copa sin atisbo de culpabilidad y traté de pensar de forma positiva, aquello era en parte algo bueno, tenía decenas de ideas para trabajar en nuevos sistemas de la Mark IV y quizá incluso de la VI pero por desgracia antes de dedicarse a encerrarse en su laboratorio tenía un mundo que poner otra vez en marcha. 

Si los jodidos burócratas simplemente se sentaran detrás de sus preciosas mesas de despachos y se dedicaran a colorear preciosos libros en blanco y negro de Disney dejando que la gente como yo -las verdaderamente inteligente- tomara las riendas el mundo probablemente saldría de aquella época de oscurantismo en la que se había metido desde que el jodido australopitecus cogió un hueso para abrirle el cráneo al mono más cercano. Fury le iba a tener que pagar mucho por todos los destrozos si no quería que la próxima remesa de equipo estuviera hecha con clips y folios reciclados. Chasqueé los dedos, me olvidaba de aquella tal Hoover.

Sin duda una niña espía de Fury, apuré la copa y me pregunté como lo había olvidado. Probablemente porque estaba en la cosa número 47620 que tenía en mente y ahora que había conocido a Alexandra... Bueno lo mejor era alejarse de cualquier cosa que sonara a femenino por el momento. 

-Jarvis por favor busca todo lo que tengas de esa Hoover, no te conformes con bases de datos oficiales, cruza su cara con sistemas de identificación por la imagen y periódicos institutos y todo el material civil que encuentres y de paso piratea los datos de SHIELD a ver que encuentras. Oh... y dile a mi secretaria que le diga a su secretaria que puede pasar.- Me acomodé tras la mesa de su despacho donde descansaba el destrozado yelmo del Mark III. Abría puesto las piernas sobre la mesa pero me dolía demasiado el desgarro muscular de la derecha así que obté por coger el ejemplar de la revista People en la que creía salía muy favorecido en la portada.

Jarvis habia cambiado desde que Taylor metiera sus manos en los sistemas de tu IA pero seguia siendo igual de eficiente para ti, aunque tenias la sensacion de que ahora era porque queria voluntariamente ayudarte, de algun modo, y no solo por estar programado para ello.

... o podian ser imaginaciones tuyas, resultado de mezclar alcohol con calmantes....

- Muy bien señor.- dijo Jarvis

La secretaria permitio el paso de la joven aspirante al puesto y abrio la puerta del despacho del señor Stark para dejar pasar a Rachel.

Todo lo que la joven habia visto de Tony Stark, el gran heroe salvador del mundo no tenia nada que ver con aquello. El joven millonario estaba sentado con las piernas cruzadas sobre la mesa y una copa en la mano, de modo despreocupado. Sobre su escritorio el casco de su armadura, lo unico que habia podido salvar de ella, hacia ahora de decorativo pisapapeles en una mesa repleta de expedientes por clasificar, carpetas desordenadas y una montaña de folios impresos que se suponia debian ser revisados.

La joven vestia con un americana y una falda, ropa muy seria y profesional. Tenia una elegancia y un porte que recordaba a las actrices de los años 30.

La secretaria salio del despacho recordando a su jefe que tenia otra reunion de 15 minutos y cerro la puerta, posiblemente demasiado acostumbrada a que algunas de esas reuniones con mujeres bellas terminaran de forma poco profesional.

Curiosamente aquella mujer tan bella desperto una sensacion diferente a las demas. Tenias la impresion de conocerla, aunque estabas completamente seguro de que nunca la habias visto. Te resultaba familiar y la forma en la que ella te miraba te decia que era una mutua sensacion.

Tímida, conteniendo el aliento como si fuera una chica que busca su primer trabajo crucé las manos frente a mí, y comencé a mover mis dedos con nerviosismo. No sabía qué decir, y el silencio que se hizo una vez salió la secretaria me despistó.

- Señor... Señor Stark. - Dije con un hilillo de voz. Me costaba mantener la compostura mientras pensaba que estaba diciéndole las primeras palabras a mi hijo. - Soy Rachel Hoover. Es un... verdadero placer.

Me acerqué y le tendí mi mano, esperando recibir nuestro primer contacto.

Stark no dijo nada, se limitó por un segundo a mirar de arriba a abajo a la mujer que tenía delante mientras instintivamente se llevaba un a la boca un vaso de cristal ancho con un líquido marrón oscuro en su interior.

No apartó la vista de la joven que tenía delante, algo no encajaba como debía. Su mente le decía que había una incógnita en la variable que no había despejado, y que su cerebro no lo recordara era algo realmente frustrante. Podía olvidar la cara de cientos de empresarios, doctores y gente que se auto proclamaba importante pero una cara bonita como aquella nunca a menos que estuviese muy bebido y últimamente no había tenido oportunidad.

Se levantó con esfuerzo, una de las piernas doloridas y mirando el pisapapeles más caro del mundo murmuró que la próxima armadura iba  a ser de polieuretano. Suspicaz dio la mano a la mujer.

-¿Nos conocemos?- Preguntó –Creo que nos hemos visto antes… Veamos… ¿La fiesta de fin de año del 2011 en Shangai?-

Torció el gesto porque no, no era allí. -Veamos señorita Hoover, no está aquí con las mejores referencias. Viene de parte de SHIELD y eso implica que trabaja directamente para el Director Fury, ya sabe. Negro, tuerto y malo como el demonio con todo eso de yo soy del nivel diez y confíe en el sistema Stark y todo esto. ¿Qué quiere esta vez? Meter una cara bonita en la oficina para sea lo que sea no funcionará, ya se lo dije la última media docena de veces.-

Discretamente sono un aviso de un correo en la bandeja de entrada de tu ordenador.

Jarvis se habia dado prisa haciendo los deberes.

Habia muy poco en los archivos legales.

Aparecia una Rachel Hoover, hija del general Hoover, nombre que recordaste haber leido en otra parte. Hiciste un poco de memoria, era uno de los tipos que habia metido las narices en el suero del supersoldado despues de que el creador hubiera muerto.

La chica se habia casado y enviudado muy joven, poco despues habia desaparecido misteriosamente... durante la segunda guerra mundial.

No podia ser la misma mujer, tal vez una descendiente con el mismo nombre... Empezar a especular con las aficiones del viejo general sobre los supersueros era algo inevitable.

Al final del mensaje Jarvis avisaba de que tardaria un poco en lograr informacion restrigida ya que todo lo que referia a aquella mujer estaba codificado de un modo muy complejo.

Sonreí. La manera en la que hablaba y se desenvolvía me resultaba tan natural, tan conocida... familiar. Negué con la cabeza. Por supuesto no fue en Shangai, y pude percibir la frustración del joven. Me sentí idiota notando que en apariencia nuestra edad era cercana, y la sola idea me confundió unos instantes. Asentí finalmente a sus palabras y le dejé acabar, me pareció disfrutaba con todo el tema de dar discursos y hablar con ese aire de orgullo tan característico. Finalmente retomé el control de mi misma y me paré a pensar unos instantes antes de decir nada tratando de trazar un plan de acción.

- Soy una persona que busca un trabajo... y ha tirado de contactos para llegar hasta aquí. Supongo que intuirá que no he tenido una historia demasiado buena, y que tengo algún tipo de interés por usted. ¿Le preocupan las razones por las que quiero trabajar aquí?

-Alto un momento… Se ha disparado mi alarma de… ¿Sinceridad? Al menos de medias verdades- La interrumpió Stark entre sorprendido y sarcástico- Eso es nuevo, supongo que la han incluido en nuevo semestre del curso de super espías de SHIELD o algo así. Y si claro que me preocupa señorita Hoover. Ya tengo suficientes problemas intentando que el gobierno no me desplume con triquiñuelas legales como para tener de secretaria alguien que me encasqueta mi Vampiro particular…-

-Por no añadir que su expediente está más blindado que mi trasero y que no logro recordar de que la conozco señorita Hoover lo que aún lo hace más frustrante porque yo me acuerdo de todo.-

Stark se levantó y se sirvió una copa. -¿Desea algo? ¿Un bourbon, jerez, champagne? En otro momento le ofrecería otras cosas pero ahora mismo resulta imposible. Además aún no me ha dicho cual es ese interés que tiene en mí. Si quiere un autógrafo el dispensador está a mano derecha a la salida de Stark Enterprises a 3’99$. Si su interés es romántico en estos momentos no puedo atenderla, si forma parte de algún complot del gobierno o de otras organizaciones para robar mi tecnología las obras benéficas son en el edificio de enfrente.- 

Sonreí de nuevo. Era avaricioso, y se parecía muchísimo a su padre. Respiré hondo.

- Aceptaré una copa de cualquier alcohol que tenga, siempre que sea solo. - En otras circunstancias habría pedido una marca específica pero me sentí estúpida al pensar que cualquier nombre que viniera mi mente posiblemente no existiría ya. Cuando tuve mi copa la apure de un solo trago y sentí como el calor quemaba mi garganta. No quería decirle la verdad. Temía hacerlo y que me separara de él. Pero una parte de mí deseaba contárselo. Debía contárselo. Cerré los ojos un segundo haciendo una cuenta rápida mientras me tambaleaba un momento con un movimiento un tanto excéntrico. Finalmente abrí muchos los ojos, sonreí y centré mi mirada en aquel hombre. 

- Estoy convencida de que seré una fantástica secretaria. No tengo relación con SHIELD, y si le digo la verdad, a día de hoy les conozco muy poco. Mi interés romántico por usted es nulo, incluso desagradable. Si quisiera un autógrafo ya se lo habría pedido. Y no... No pretendo espiarle, de ser así esta conversación estaría tomando otro rumbo, pero dudo que sea capaz de asumir la realidad de mi interés por usted. Comprendo que como hombre adinerado y orgulloso querrá tener siempre todas las respuestas, y lo que acabo de decir será para usted un anzuelo más que otra cosa, así que trataré de ser concisa. Me preocupa usted mucho, señor Stark. - Dije con calma - Y estoy aquí porque temo lo que pueda ocurrir en días venideros. Pretendo velar por su seguridad.

Supuse que todo esto le parecerían tonterías. Busqué un taburete, una silla o una butaca, y me senté echando la silla para atrás, con firmeza y cruce las piernas con ligereza. Apoyé mi brazo en mi rodilla y mi cabeza en mi mano buscando la mirada del Stark, mirándole fijamente, analizando cada mínimo gesto.

- ¿Me cree? Y sino me cree... ¿Cómo espera sinceridad por mi parte? Tengo muchas cosas que decirle, pero me conoce demasiado poco como para creer una sola palabra de mi boca. Por ahora, solo puedo aspirar a ser su secretaria, pero confío en que con el tiempo gane usted suficiente confianza en mí como para creerme.

Que no tuviera ninguna relación con SHIELD no pareció que tuviera mucha veracidad teniendo en cuenta lo enrevesado de su expediente y que el gran mandamás le había encontrado el puesto. El que no tuviera ningún interés romántico para con él era un alivio -no más rubias por una temporada- y a la par un duro golpe para su ego que hizo que se detuviera decantando la copa. Luego siguió como si nada de aquello le importara pero era claro que su mente ya estaba funcionando a marchas forzadas.

-¿Eso es lo que me propone? ¿Un acertijo... un reto? Bueno... Tengo que reconocer señorita Hoover que me han venido con peores propuestas laborales y peores currículums. Muy bien trabajará para mi... Así la tendré cerca para vigilarla, por supuesto que no va a llevar mi agenda pero estoy seguro de que aprenderá pronto a usar la máquina de café- dijo en un intento de ver el carácter de la señorita Hoover- estoy seguro que cuando aprenda a sacar la crema al capuccino podremos empezar a trabajar en eso de mi seguridad... Porque... si me permite la pregunta... ¿Como piensa protegerme?-.