Partida Rol por web

Has escuchado rumores acerca de las ruinas llamadas "Torrealta"  y de los tesoros que alberga. Así que tomas tu equipo de viaje y te pones en marcha. Te han dado indicaciones algo escuetas de cómo encontrar el lugar, el camino te lleva por un gran paramo y desde ahí puedes ver la colina donde se yerguen las ruinas de una torre.
Durante el día las nubes se han tornado más y más obscuras y ahora hay un olor a lluvia en el ambiente.

Finalmente empieza a caer la lluvia acompañada de truenos. El sol de la tarde se oculta tras pesadas nubes de tormenta y un aire frio corre desde el norte y agita tus ropas y cabellos. Relámpagos caen desde las nubes y castigan el suelo mientras el granizo empieza a golpear la tierra.

Te encuentras en camino a "Oakhurst", vas en busca de un viejo amigo, Talgen Hucrele. Tal, como solías llamarle era un muchacho inquieto y solía salir de aventuras con su hermana Sharwyn Hucrele, lo conociste un día que llegaron a las tierras de La casa de Éreon atraídos por rumores de antiguos tesoros mentados en leyendas. Tal pasó algún tiempo en el cual entablaron amistad. Sharwyn siempre te pareció atractiva pero dada la amistad con Tal nunca te atreviste a dar señales de tus sentimientos. Ellos dos pertenecen a una familia de comerciantes su madre se llama Kerowyn Hucrele.

Ahora el camino te lleva por un páramo y el cielo se ha oscureciendo lentamente durante todo el día, el olor de la lluvia se siente en el aire. Ahora por fin ha comenzado a caer, acompañado por fuertes truenos que parecen rodar a través del paraje. El sol se oculta detrás de nubes de tormenta, y un frío viento sopla desde el norte. Relámpagos comienzan a caer y trozos de granizo comienzan a golpear la tierra, la necesidad de refugio se hace evidente.
En la distancia, se ve una colina coronada con lo que parece ser una torre en ruinas....

Ha vivido solo en el bosque desde que murió Derek que le recogió siendo un bebe abandonado en el bosque y el cual le ha enseñado el oficio de explorador. Normalmente cuando veía a alguien en el bosque le intentaba ayudar, pero cuando esta aburrido solía hacer que se pierdan para distraerse un rato hasta que ocurrió aquel incidente...
Un par de trasgos merodeaban el bosque a los cuales diste muerte con tu arco, cuando te acercaste a buscar en los cuerpos algo de valor lo único que encontraste aparte de sus sucias y toscas herramientas de pelea fue ese mapa.
Un mapa que marcaba un punto de referencia en un camino viejo que rodeaba un desierto, en el mapa se podía ver algo como una torre. Al hacer memoria y tratar de ubicar la posición que marcaba el mapa recuerdas que es un camino que va rumbo a "Oakhurst" pero no recuerdas ninguna torre salvo unas ruinas sobre una colina. Tal vez... - te dices pensativo, tomas tus cosas y decides ir a investigar.

Ahora el camino te lleva por un páramo y el cielo se ha oscureciendo lentamente durante todo el día, el olor de la lluvia se siente en el aire. Ahora por fin ha comenzado a caer, acompañado por fuertes truenos que parecen rodar a través del paraje. El sol se oculta detrás de nubes de tormenta, y un frío viento sopla desde el norte. Relámpagos comienzan a caer y trozos de granizo comienzan a golpear la tierra, la necesidad de refugio se hace evidente.
En la distancia, se ve una colina coronada con lo que parece ser una torre en ruinas....

Ludovico llega caminando por el páramo, agotado, con una mano apoyada en el costado y el sudor resbalándole por la frente (el cual retira con un fino pañuelo de seda). Ante él se alzan por fin las ruinas. Deja escapar un hondo suspiro, pero le interrumpen las primeras gotas de lluvia. Le devuelve al cielo una mirada de disgusto.

Durante el trayecto a Oakhurst, lugar al que me dirigía ahora mismo a buscar a mis viejos amigos los Hucrele, me sorprendió una tormenta. Aquel fenómeno natural había salido de la nada, cosa no muy extraña en esta región del mundo, donde las tormentas iban y venían incluso en días soleados como este. La lluvia empezaba ya a caer y yo aún me encontraba en el páramo, de camino y lejos de cualquier pueblo o aldea. Al menos demasiado lejos como para refugiarme ante la violenta y repentina tormenta.

Sin embargo, en la distancia, se otea una torre en ruinas, parece antigua aunque seguramente podría ser útil como refugio bajo la tormenta. Levantándome la capucha y resguardándome lo máximo posible bajo mi capa de viaje, me pongo de inmediato de camino hacia ella, pues la lluvia ya empezaba a mojarme y no quería terminar empapado en el camino. Comencé a subir la colina tratando de recordar la historia de dicha torre, al menos para saber de qué se trataba y qué cosas podrían esperarme allí dentro.

Sin embargo según me acercaba me di cuenta de que ni siquiera sabía que en este camino hubiera una torre, ciertamente era la primera noticia que tenía de la misma, al menos que yo recordase. De todas formas era el mejor refugio a la vista, así que continué caminando hacia ella la torre, mientras pongo mis sentidos alerta para tratar de divisar algún signo de vida, alguna marca o muesca o signo relevante como luz proveniente del interior o escuchar algún ruido que saliera de la torre.

Te detienes a meditar un momento y como la miel que escurre lenta de la cuchara hasta la taza de te que exige ser endulsada, del mismo modo, un recuerdo sobre las historias del lugar que leiste hace mucho tiempo en un libro regresa a ti y te endulza la memoria:
Hace mucho tiempo, un pequeño pero poderoso reino humanoide existía en lo que hoy es el desierto local. Bugbears y guerreros ogro lucharon guerras brutales de expansión, obteniendo gran fama y amasaron considerables fortunas de sus depredaciones. Los que murieron en la batalla fueron enterrados en grandes complejos de tumbas excavadas en las laderas y honrado como patrón de los vivos. Entre estas tumbas fue la gran torre conocida como “Torrealta”. A pesar de que no era ni la más grande ni la más famosa de las tumbas del reino, “Torrealta” representa un típico ejemplo de este tipo de estructura.
Como sucede con todas las naciones, el cruel reino humanoide finalmente cayó ante un enemigo más poderoso que arrasó todas las ciudades y periféricas fortificaciones. De las tumbas, sólo “Torrealta” escapo de la destrucción, en gran parte porque se trataba de un monumento poco importante en una ubicación remota.
Algunas tribus de humanoides que sobrevivieron a la devastación trató de utilizarlo como una fortaleza, pero esos seres humanos con los que se enfrentaron los exterminaron y sellaron la entrada con una enorme, piedra redonda para garantizar que la torre ya no fuese a ser utilizada como una base. Desde entonces, “Torrealta” ha servido como un punto de referencia para los viajeros.
Hasta que un rayo que cae muy cerca de donde estas te saca bruscamente de tus cavilaciones......CORRE - te dice tu sentido común
Al oeste frente a ti se extiende el camino que lleva muy cerca de la torre, pero de ahí queda una ligera pendiente que llega hasta lo que parece una pequeña cueva formada por una saliente en la colina coronada por los restos derruidos de la torre. Al sur se extiende el páramo que a la lejanía se va transformando en un desierto, al este y al norte se extiende un horizonte montañoso continuo.

Ludovico, instintivamente, se aprieta el gorro hasta taparse las orejas oír el trueno y corre hacia la cueva para resguardarse, sujetándose los faldones de la túnica para no caerse.

No recuerdas nada sobre la torre.
Al oeste frente a ti se extiende el camino que lleva muy cerca de la torre, pero de ahí queda una ligera pendiente que llega hasta lo que parece una pequeña cueva formada por una saliente en la colina coronada por los restos derruidos de la torre. Al sur se extiende el páramo que a la lejanía se va transformando en un desierto, al este y al norte se extiende un horizonte montañoso continuo.
Puedes ver a lo que parecen ser dos personas encapuchadas que se han resguardado en la pequeña cueva y a una tercera persona vestida de rojo que se apresura a llegar a la misma cueva para resguardarse, un rayo cae cerca de la persona de rojo que aprieta el paso por el camino.

No recuerdas nada mas sobre la torre.
Al oeste frente a ti se extiende el camino que lleva muy cerca de la torre, pero de ahí queda una ligera pendiente que llega hasta lo que parece una pequeña cueva formada por una saliente en la colina coronada por los restos derruidos de la torre. Al sur se extiende el páramo que a la lejanía se va transformando en un desierto, al este y al norte se extiende un horizonte montañoso continuo.
Puedes ver a lo que parecen ser dos personas encapuchadas que se han resguardado en la pequeña cueva y a una tercera persona vestida de rojo que se apresura a llegar a la misma cueva para resguardarse, un rayo cae cerca de la persona de rojo que aprieta el paso por el camino.
Hay alguien mas en el camino un poco mas a tras del tipo de rojo un viajero empieza a correr tras los pasos del colorado de enfrente.

Aún estoy lejos de la torre y la tormenta se me echa encima. Empiezo a acelerar el paso y me doy cuenta de que en la distancia se ven ciertas partes de la torre que están semiderruidas y que cubren una concavidad en la roca que le da forma de cueva, un lugar donde alguien podría resguardarse sin entrar en la torre. Cosa que al parecer ya estaban haciendo al menos dos personas más, pues podía distinguir allí abajo sus figuras resguardándose de la tormenta.

Mi capucha empezaba a calar y la capa también, mientras tanto los rayos se acercaban. Aceleré para subir la pendiente que conducía hasta la cueva. Aunque ya estuviera ocupada no me quedaba más opción, era eso o la torre y tratar de entrar ahora mismo podía llegar a ser peligroso. Aceleré y avancé a la carrera por la colina en dirección a la hendidura que formaba aquella concavidad. Debía darme prisa pues los rayos cada vez estaban más cerca, ya le había caído justo al lado uno a alguien que parecía tener por delante y que iba en la misma dirección que yo.

Al llegar a la cueva, cuando me encontrara con aquellos desconocidos, entonaría el tradicional saludo regional en estos casos. - ¿Paz de tormenta? -

Me muevo sigilosamente (15) mientras estoy escondido (9) y les intento escuchar (9)

La lluvia pesa sobre mi, así que decido vigilar a las personas que se dirigen hacia la cueva para saber si me mataran nada mas aparecer, sabia que no estaba en mis bosques, por tanto no me podía fiar tanto de mi instinto. Me acerco sigilosamente hasta estar cerca de ellos escondido, espero hasta que pase el ultimo rezagado e intento escuchar algo que me diga que puedo fiarme de ellos, al menos comprobar que no son sucios trasgos... noto ya mucha pesadez en mi cuerpo asi que si no consigo nada en claro en poco tiempo tendré que presentarme ante ellos si o si ya que la lucha directa no es una via factible por la descompensación de número

Me acerco deprisa a la cueva, pero cuando estaba a punto de llegar algo llama mi atención. Ahí en la espesura, detrás de unos arbustos detecto algo de movimiento. Trato de observar con más tino en la oscuridad de la tormenta y un rayo que ilumina el cielo nuboso me permite ver por unos instantes una figura escondida detrás, tratando de ocultarse y pasar desapercibida. ¿Trataría de realizar una emboscada? ¿Sería un cazador? ¿Cuales eran sus intenciones? No las tenía muy claras pues la tradición de la "Paz de Tormenta" estaba muy arraigada en la región y desde luego parecía algo descortes ocultarse en los caminos en ese caso. Podría tratarse de un salteador.

Me detengo frente a la figura oculta y rápidamente llevo la mano diestra al mango de mi espada, entonando una advertencia en alto. - En estas regiones existe la tradición de la paz de tormentas. Cuando cualquiera pregunta por la paz de tormenta, puede demandar asilo incluso en casa de su peor enemigo hasta que pase el peligro, y luego, si quiere, retomar la guerra. Así que dime por qué tú andas ahí escondido, oculto y espiando ¿Eres un salteador de caminos o escondes algo? Sal y muéstrate - Hablé bravío y tenaz, dispuesto a defender la tradición de la paz de tormenta y la seguridad de esta región, incluso si para ello era necesario desenvainar mi acero.

Al oír las palabras de esa persona me sobresalte, ¿la paz de la tormenta? nunca había oído hablar de ella, pero si procuran asilo y no tenia motivos para atacar por que no usarla, salgo con las manos arriba y con voz segura digo - Mi nombre es Hansel, he venido desde lejos y estoy cansado, me encantaría poder acatar la paz de la tormenta, mis intenciones no eran malas, solo de alguien desconfiado últimamente por los peligros que acechan, siento haberle importunado - en estos momentos me encontraba inseguro, no era mi territorio habitual y no sabia como me responderían.

Al llegar a lo que parecía una pequeña caverna a la distancia es más bien una saliente que apenas protege un poco contra las inclemencias. En la pared del fondo hay una gran entrada bloqueada por una roca redonda de por lo menos 6 metros de diámetro. El agua escurre desde la saliente y los rayos siguen cayendo por los alrededores.
Hay dos mujeres resguardándose de la lluvia, cuando llegas te miran de pies a cabeza….
Ambas llevan capas de viajero algo mojadas, se han descubierto la cabesa y parecen tener frío.

Ambos toman dirección hacia la cueva...
Al llegar a lo que parecía una pequeña caverna a la distancia es más bien una saliente que apenas protege un poco contra las inclemencias. En la pared del fondo hay una gran entrada bloqueada por una roca redonda de por lo menos 6 metros de diámetro. El agua escurre desde la saliente y los rayos siguen cayendo por los alrededores.
Ahí pueden ver al tipo de rojo y a dos mujeres refugiándose de la tormenta.

Justo detras tuyo llegan dos hombres mas ambos enfundados en cuero tachonado. y con ropas de viajero empapadas.

¿Paz de tormenta? - pregunta la mujer con vos un poco temblorosa. se abraza a si misma con su capa y se coloca detras de la otra mujer.