Partida Rol por web

Antes de entrar echas un vistazo rápido, tus agudos ojos de elfo te permiten ver con claridad
La cámara de piedra más mide por lo menos 25 metros cuadrados. Pinturas descascaradas y dibujos rotos sugiere que una vez fue decorado con un poco de cuidado, pero ahora sólo queda polvo. Hay tres puertas de piedra maciza, una a la izquierda, una a la derecha y una justo enfrente de la entrada.
Hay tres varones en la habitación.

Uno con una espada en la diestra y una lámpara en la zurda lleva una armadura de cuero tachonado y ropas de viajero algo mojadas.
Otro de ellos lleva un arco largo en las manos con armadura de cuero y ropa de viajero. El ultimo es un tipo con una túnica y gorro rojos, lo escuchas parlotear y lleva un búho en su brazo derecho mientras que con la otra mano sostiene una linterna.

-Oh cielos Alexander... te he dicho que solo comas coles, estás empezando a desprender un hedor a cadáver que se me hace insoportable, no necesito otro repulsivo olor más a mi alrededor- lo escuchas decir

También puedes ver a una mujer con ropas de viaje y con coraza, lleva grebas, escuchas sus pasos claramente, así también la escuchas decir:

-Creo que el clima nos ha hecho olvidar los buenos modales, yo soy Thurid clériga y sanadora por la gracia del señor Pelor-
-Parece un lugar seguro-
-Venimos de Oakhurst y nos dirigimos a La casa de Ereon-

La roca exterior había cedido finalmente ante los esfuerzos combinados del viajero, la dama resuelta y yo. La roca se había partido al moverse y había librado la entrada de su bloqueo. En el muro exterior de la Torre se abría ahora un orificio suficientemente grande como para entrar. Sin duda aquí estaríamos más seguros que allá fuera, pero no sabíamos si algo más se ocultaba aquí. Penetré en la Torre liderando la marcha. Por suerte, y por previsión, había portado mi lámpara, la cual había encendido antes de entrar. En la otra mano portaba a mi fiel espada. Normalmente demasiado pesada para que un hombre pudiera esgrimirla bien a una sola mano, pero años de entrenamiento me habían hecho lo suficientemente diestro en el manejo de la misma como para enorgullecerme de portarla.

Alcé mi zurda con la lámpara en ella para iluminar bien el camino, esperando a quien quisiera seguirme. Me paré en la entrada dejando espacio para los que vinieran detrás, y antes de dar un paso más adelante traté de observar con atención lo que ante mí se mostraba, tratando de no perderme ni el más mínimo detalle. Todo podía ser crucial, y no podía hacer peligrar la seguridad de los que me acompañasen. Traté de mover la lámpara para iluminar todo a mi alrededor, y poder iluminar cada recoveco de aquel lugar.

-Si... que el señor Pelor nos proteja con su luz dorada... tan dorada como las túnicas bordadas en oro que portan sus clérigos, financiadas con los onerosos impuestos de los granjeros, tan necesarios para fortalecer sus bendiciones...-cuando recita las palabras "fortalece sus bendiciones" pone los ojos en blanco. Al ver al hombre sacar la yesca e inmiscuirse en la engorrosa y mundana tarea de hacer fuego, saca rápidamente su ramita yesquera sujetándola delicadamente (con el dedo meñique levantado, como quien toma una copa de vino), la agita dos veces en el aire y grácilmente prende con ella su lámparita de aceite. Se dispone a dar un paso hacia adelante cuando el hombre empieza a recitar su perorata postrado, por lo que se detiene, y cuando este pro fin termina y se adentra, Ludovico murmura _{-...cuando un hombre bueno va a la guerra, los demonios aprovechan que dejó a su mujer y a sus hijos solos e indefensos en casa...-} Justo antes de internarse en la oscuridad, una lechuza entra en la cueva y se posa en el brazo de Ludovico.

De su pico asoma una cola de ratón que está terminando de comer -Oh cielos Alexander... te he dicho que solo comas coles, estás empezando a desprender un hedor a cadáver que se me hace insoportable, no necesito otro repulsivo olor más a mi alrededor- tras esto cierra la marcha con Alexander terminando de sorber la cola del ratón posado en su brazo derecho y la lámpara de aceite en su mano izquierda.

Los tres personajes entran y tras de ellos las dos mujeres no tardan en seguirlos en la obscura pero seca cámara mientras afuera sigue lloviendo, los rayos siguen centelleando y los truenos retumbando.
La cámara de piedra más mide por lo menos 25 metros cuadrados. Pinturas descascaradas y dibujos rotos sugiere que una vez fue decorado con un poco de cuidado, pero ahora sólo queda polvo. Hay tres puertas de piedra maciza, una a la izquierda, una a la derecha y una justo enfrente de la entrada.

La mujer se acerca a el hombre de la espada
Creo que el clima nos ha hecho olvidar los buenos modales, yo soy Thurid clériga y sanadora por la gracia del señor Pelor- le dice acercándose y dándole la mano enfundada en suave cuero de cabra.
Parece un lugar seguro – dice mirando alrededor – Venimos de Oakhurst y nos dirigimos a La casa de Ereon.

La mujer parece intimidada por el de rojo y guarda su distancia, mas cada vez que él abre la boca para hablar esta le mira con desprecio, mas no se atreve a hablar. Después que entran esta se queda entre la entrada y una de las esquinas del salón.

-¿Qué lugar es este?- final mente abre la boca y su vos resuena en reberverancias por el cuarto

Escuchas otra vos femenina
-¿Qué lugar es este?-

Hansel piensa que es mejor no separarse -Parece una antigua entrada ¿Vamos todos juntos por una puerta? podriamos echar un vistazo a cada una e ir por la mejor

Penetré en la estancia haciendo caso omiso de los refunfuñeos de aquel tipo extraño totalmente vestido de rojo. Le había visto encender fuego con una especia de varita, quizá fuera un mago o algo parecido. Sin duda era alguien cascarrabias. Al entrar se iluminó una cámara más o menos espaciosa, con pinturas y frescos fiejos que sugieren que esta cámara tuvo importancia antaño. En cada punto cardinal se encuentra otra puerta, salvo por el que acabamos de entrar. Observo la puerta de la izquierda, derecha y del centro, sin saber cuál sería mejor.

Escucho entonces a la dama, pues al parecer han entrado todos los demás detrás de mi. Envaino la espada pues al parecer no había ningún peligro aparente en esta cámara, pero mantengo la lámpara en alto. - Lamento mi falta de modales, buena dama. Yo soy César de Éreon, heredero de la casa, podréis encontrar a mi padre en nuestra hacienda. Pero decidme ¿Qué queréis de nuestra casa, mi buena dama? Tal vez pueda seros de ayuda y ahorraros parte del viaje, yo me dirigía hacia Oakhurst precisamente, a visitar a unos viejos amigos. -Expliqué a Thurid la clériga, interesado sinceramente en ayudar a aquella buena y resuelta mujer. 

Me giro entonces al viajero perdido que parecía centrado en las puertas. - Desde luego separarnos no es la mejor idea, podríamos tratar de abrirlas a ver qué hay al otro lado de cada una de ellas. Pero mi buen señor ¿Podríais presentaros? Me parece descortés por mi parte seguir llamandoos viajero. Yo soy César de Éreon, a su servicio. - Saludo con un movimiento de mano y una inclinación del tronco. 

Me acerco entonces a la puerta de la izquierda. Primero pego la oreja a la misma intentando escuchar algo al otro lado y después trato de abrirla empujando la misma. En caso de no funcionar con un empujón normal tendría que hacer acopio una vez más de fuerza para tratar de entrar, siempre podríamos volver a abrirla entre todos, o eso esperaba. Si no, tendríamos que buscar otra opción.

Oh si mi nombre es Hansel encantado - hago una reverencia agachando el tronco - no soy muy iniciado en formalismos es lo que tiene vivir toda la vida en el bosque, si abrimos una puerta y hay camino largo podríamos abrir las demás por si hay una armería o despensa - 

Escuchas como siguen hablando

-Parece una antigua entrada ¿Vamos todos juntos por una puerta? podriamos echar un vistazo a cada una e ir por la mejor – dice uno

Lamento mi falta de modales, buena dama. Yo soy César de Éreon, heredero de la casa, podréis encontrar a mi padre en nuestra hacienda. Pero decidme ¿Qué queréis de nuestra casa, mi buena dama? Tal vez pueda seros de ayuda y ahorraros parte del viaje, yo me dirigía hacia Oakhurst precisamente, a visitar a unos viejos amigos- dice otro

¿Cesar, de la casa de Éreon? – te pregunta incrédula la clériga….

Entonces tu debiste haber conocido a mis hijos..- dice acercándose hasta donde esta Cesar y se para frente a él, hace una pausa y añade - Talgen y Sharwyn Hucrele…
Permítame presentarme yo soy Kerowyn Hucrele- dice con una reverencia – justamente la razón de nuestro viaje era encontrarle a usted mi señor, nuestro señor Pelor nos ha puesto en su camino y la buena fortuna nos vuelve a sonreír.

Sigues escuchando:

Voz varon 1-Desde luego separarnos no es la mejor idea, podríamos tratar de abrirlas a ver qué hay al otro lado de cada una de ellas. Pero mi buen señor ¿Podríais presentaros? Me parece descortés por mi parte seguir llamandoos viajero. Yo soy César de Éreon, a su servicio.

Voz varon 2 -Oh si mi nombre es Hansel encantado, no soy muy iniciado en formalismos es lo que tiene vivir toda la vida en el bosque, si abrimos una puerta y hay camino largo podríamos abrir las demás por si hay una armería o despensa -

Vos mujer 1- ¿Cesar, de la casa de Éreon?

Voz mujer 2 - Entonces tu debiste haber conocido a mis hijos Talgen y Sharwyn Hucrele…
Permítame presentarme yo soy Kerowyn Hucrele, justamente la razón de nuestro viaje era encontrarle a usted mi señor, nuestro señor Pelor nos ha puesto en su camino y la buena fortuna nos vuelve a sonreír.

Estas escondido serca de la entrada y escuchas lo que pasa adentro pero tratas de no asomarte.

- El mismo mi buena dama, César de la casa de Éreon. - Aseveré saludando de nuevo con una ligera inclinación de cabeza. Después la otra mujer, la de aspecto desconfiado, tomó la palabra por primera vez. Su voz parecía alterada, esperaba que nada malo hubiera ocurrido, nada irreparable. Escuché a la mujer y no pude menos que preocuparme. - Por supuesto que los conocí, mi señora Hucrele. Los tengo a ambos por buenos amigos y me dirigía a verlos ¿Les ha sucedido alguna cosa? - Pregunté con el ánimo algo turbado justo antes de empujar la puerta.

Las puertas están fuertemente cerradas, parecen inamovibles.

Tiene más de un mes que desaparecieron – dice agachando la cabeza – fueron a esas ruinas cerca de Oakhurst, y no hemos vuelto a saber de ellos, iban acompañados por dos amigos más.