Partida Rol por web

Estaba abatido, ahora comprobaba que sus desaires, que su interés en apartarlo le hacía tanto daño, pero si se quedaba podría matarlo. Rina  también estaba apunto de llorar, y se deshizo de la mochila, Makoto  tenía el marco de la fotos de ambos, y Rina sabía que aquella chica que estaba ahí, no era ella, ahora no era más que una oscura imagen que usurpaba a la chica que él amaba. Lo dejó arreglarse, y ella lo miró, tenía la ropa mojada, estaba cansada, hambrienta, con la cabeza que le daba vueltas, y él seguramente también, mas no era necesario prolongar aquella agonía, nunca iba a ser sencillo tenerlo cerca, pero siendo incapaz de tocarlo.

Makoto soltó unas lágrimas, ella lo notó, lo conocía o mejor dicho, sentía su emoción porque la compartia, cada vez se hacia más difícil  hablar, las palabras se atascaban en su boca, porque lo que iba a decir, no era sincero.

- Makoro - se sentó en la cama, y él se sentaría a su lado - ¿te das cuenta que aquella chica ya no soy yo? - claro que recordaba esos días, el amor que había entre los dos, un amor sin preocupaciones, - mejor dicho, ya no puedo ser esta chica - que ganas de abrazarlo, decirle que nada pasará que no esté preocupado, que no sufra, pero sufría, y Rina era la responsable.

- Makoto... yo quiero que te alejes de mí...- una frase demasiado dura, debió callar, su voz ya no sabía, su barbilla tembló, sus manos, quería que la abrazara - pero sufres con esa decisión, y yo.. aún creo que debe ser así, yo me quiero ir Makoto, soy demasiado peligrosa, lo que está en mí no tiene control, pero mi sensei, Beni, me ha dicho que debo quedarme, que soy necesaria, y que debo  aceptar lo que soy, amistarme con la Kitsune que habita en mí... pero ¿cómo hacerlo?... si estuvo apunto de matarte, yo estuve apunto de matarte, y maté a esas personas, no puedo... no soy quién debería estar contigo, soy un peligro, te amo...- si, lo amaba, había salido esa frase de manera natura, liberándola  - te amo... demasiado como para lastimarte así... ¿me comprendes porque quiero que te alejes?... no soporto la culpa de haberte lastimado tanto... ni soportaría si yo llegara a... a...- subió sus manos su cara, estaba llorando, ya no podía controlarse.

Entramos en la habitación y ambos dejamos las mochilas en el suelo al mismo tiempo mientras suspirábamos, lo que hizo que de inmediato mirara a Ben, dedicándole una sonrisa.

- Ha sido duro. - concluí, al ser patente el cansancio físico además del mental - Aunque algunos parece que han estado en un parque de atracciones... - comenté confusa mientras me quitaba los guantes y la bufanda.

Continué quitándome el abrigo, y finalmente el gorro, antes de acercarme a la cama y dejarme caer sentada sobre esta.

Al entrar en la habitación de Liz, que ya siento también como mía, dejo caer mi mochila en un lado de la puerta con cansancio. Liz me mira y sonríe, y yo le devuelvo la sonrisa aunque no esté demasiado contento. Se quita los guantes y la bufanda, y yo me despojo del pesado y molesto abrigo, mientras me habla de lo duro que ha sido para nosotros, aunque parezca que no para el resto.

¿Sabes? -Digo tras dejar escapar un corto suspiro- Es curioso que lo menciones. Esa especie de visión de mí mismo me dijo algo... -Me acerco a la cama, dejándome caer junto a ella- Que tú y yo seríamos muy poderosos, pero que se nos exigiría mucho a cambio. Puede que todo esto sea sólo el principio de lo que se nos va a exigir. Puede que todo esto vaya a ser muy diferente para nosotros de lo que es para los otros.

Sin embargo, este tema de conversación no es el que realmente me interesa. Lo que me dijo ese cabrón lo tengo asumido, y si tengo a Liz a mi lado se que puedo enfrentarme a lo que sea que me pongan delante. Y toda dificultad que ella se encuentre, pienso estar ahí para ayudarla a afrontarla.

Pero eso ya lo iremos viendo, no es lo que me preocupa. -Digo cogiéndola de la mano, mirándola a los ojos con indecisión- ¿Te pasa algo conmigo? Te has marchado sin mi y luego no me has hablado apenas...

Estaban ambos sentados cuando Rina empezó a hablar con decisión.

Intentaba convencerlo de que no era ella misma. Intentaba hacerle creer que era otra persona. Pero él siempre tuvo claro que si bien es cierto que algo había cambiado, también él era distinto; pues les había tocado vivir ciertas experiencias que harían enloquecer a cualquiera.

Rina intentó mantener sus sentimientos apartados de sus palabras, pero parecía que cuánto más hablaba, más empujaban hacia fuera esos sentimientos, hasta que terminó por exteriorizarlos y rompió a llorar.

A Makoto se le encogió el corazón en un puño. Nunca había soportado ver a Rina llorar, eso... le rompía el alma.

Levantó sus manos como para abrazarla y... volvió a bajar los brazos, su cara era un poema y las dudas le bombardeaban. Finalmente llegó a la conclusión de que peor... ya no podía ir, así que abrazó a Rina y sostuvo la cabeza de la chica contra su pecho, firme. De repente, como si de un mágico bálsamo se tratara, dejó de temblar y desaparecieron los temores.

Comprendía perfectamente el sentimiento que la atormentaba. Si en algún momento él hubiera causado algún daño a Rina... solo pensarlo le destrozaba.

- Dices que estuve a punto de morir - su tono era tierno y suave,y presionaba la cabeza de la chica contra su pecho - y en realidad es cuando siento perderte que desfallezco - besó el pelo de la chica y tomó fuerzas al sentir de nuevo el aroma de Rina tan cerca.

- Hemos cambiado, es cierto. Pero cuando te pienso y se me remueve el alma, cuando te veo y mi pulso se acelera, cuando siento tu aroma y me falta el aire, entonces... me doy cuenta de que por más que cambiemos tu esencia, como la mía, sigue intacta. Y que lo que yo siento por ti no podría deshacerlo ni el más obstinado de los Demonios.

Sujetó entonces a la chica por los hombros y la apartó apenas un palmo, esperando encontrar su mirada. Los ojos vidriosos de Makoto se perdían en ella.

- Si decides que lo mejor es mantenerme lejos de ti.. Yo.. - se veía en sus ojos que se esforzaba por no llorar. Pues él quería lo mejor para ella, y si estar cerca de Rina la perjudicaba, en esa situación él no podría más que aceptar la decisión que ella tomara.

- Pero tienes que saber que si algo me ayudó a superar lo de ahí abajo - recordaba su experiencia en la cueva - fue prometerme que nunca más iba a verte sufrir por ser tan incapaz de reaccionar cuando tú corrías peligro. Tú dolor es mi dolor, como el mio fue el tuyo. Y espero compartirlo y superarlo por siempre.

Entonces recortó la poca distancia que le separaba de ella y se acercó a sus labios. Sin siquiera ser consciente de ello, intentó besarla.

La reacción que ella tomara tras sus palabras y su gesto, probablemente, determinaría lo que entre ellos pasaría de entonces en adelante.

Cuando Ben comentó lo referido a nuestro potencial y se sentó junto a mí, me quedé pensando en ello. La verdad es que tenía sentido, podría tratarse de algo así, a fin de cuentas varios de nuestros compañeros habían salido de la cueva como si se tratase de una excursión del colegio; aunque quizás es que ellos ya eran lo suficientemente poderosos. En cualquier caso, lo que debíamos hacer era seguir esforzándonos y dando lo mejor de nosotros mismos.

Mi novio zanjó el tema justo antes de coger mi mano, comentando que algo le preocupaba. La forma en que me miraba no parecía que fuera a decirme nada bueno, y por unos instantes me temí lo peor.

-¿Pasarme algo contigo? No, no es eso, disculpa si lo ha parecido. – agaché la mirada unos segundos y volví a mirarle antes de continuar. – Es que, yo… Me sentí incómoda y preferí adelantarme. Todos parecíais tan seguros con el tema de las huellas, que me dio un poco de vergüenza. Supongo que me sentí un poco sola en ese momento. – me esforcé en sonreír, para quitarle hierro al asunto. – Entre todo lo de la cueva, anoche y ese momento incómodo… Necesito un baño y un café, eso es todo. – cogí su otra mano con la que tenía libre. – Y a ti, claro. – añadí ruborizada.

Escucho toda la explicación, pero el hecho de que diga que no es lo que yo estaba pensando no mitiga mi preocupación. Hay una sola palabra que pasa a preocuparme por encima de todo. Sola. Se sintió sola. Yo trataba de protegerla, pero olvidé que también necesita sentirse apoyada.

Yo... No era eso lo que pretendía, Liz. -Confieso, bajando la mirada- En realidad a mí también me preocupaba el tema de las huellas. Se que un lobo es un animal peligroso, y una manada aún más. Sólo quise quitarle hierro al asunto para que no te preocuparas, ni tú ni los demás, aunque ya he visto que a nadie parecía preocuparle en absoluto. Pensaba en Himiko, que es una niña, y en Rina, que podría alterarse y no nos conviene. Pero sobre todo en ti. -Levanto los ojos hacia ella, avergonzado- Sólo pensaba en que no tuvieras miedo, no me di cuenta de que también necesitabas que te apoyara. -Busco su rostro con mi mano libre, acariciando su mejilla- Pero no estás sola, Liz, lo siento si te lo ha parecido...

Me sorprendió al bajar la mirada y explicarme lo que había pretendido al respecto de todo el tema de las huellas, y no pude evitar derretirme cuando volvió a mirarme visiblemente avergonzado. Le miraba con ternura mientras terminaba de exponerme su postura y acariciaba mi mejilla; sólo se preocupaba por mí, no había nada que sentir.

-Lo sé, sé que no estoy sola. No lo sientas. Siempre estás ahí para lo importante, cosas como las de esta mañana no tienen tanta importancia, no puedes estar conmigo las 24 horas del día.  – sonreí, poniendo mi mano sobre la suya que acariciaba mi mejilla. – En realidad hace tiempo que acepté que no era como los demás, y dejé de buscar serlo, pero a veces mi confianza se tambalea un poco. – aparté su mano de mi mejilla para besarla. – Pero sólo un poco. – le saqué la lengua y posé su mano sobre su pierna.

Me puse en pie, y di algunos pasos hacia delante, dándole la espalda.

-Yo también quería comentarte una cosa, lo de anoche… Me ha dado mucho que pensar. – comencé nerviosa. – Todo lo de la cueva y después con Manuel. Me hicieron sentir como si fuera una cualquiera. – me sujeté los brazos, como en un abrazo. – Como si lo que hacemos tu y yo… Estuviese mal. – mi voz se percibía inevitablemente triste. – Dudé si estaba haciendo bien, si no me estaría precipitando, todo está yendo tan rápido… Siento haber dudado. – solté mis brazos y me giré para mirarle. – No voy a dejar que nadie interfiera en nuestra relación. – sonreí nerviosa, consciente de cómo sonaba aquello. – Sí, suena un poco peliculero, pero es así. – me sonrojé. – No quiero perder ni un segundo, así que… Te gustaría… - me puse más nerviosa de la cuenta, comenzando a jugar con uno de mis mechones mientras me acercaba a él, y atascándoseme las palabras. – Te gustaría venir… ¿Venirte aquí? ¿A nuestra habitación? - terminé poniéndome completamente roja.

La calma vuelve a mí cuando veo su sonrisa, y siento su mano en la mía, y sus labios besándola. Me explica lo que piensa al respecto, y eso me da confianza. Se que las cosas van a ir bien. Hasta que se pone en pie y me da la espalda.

¿Pensar? ¿Una... cualquiera? ¿Que lo que hacemos esté... mal?

No me gusta por donde va esta conversación. Pareciera que vaya a romper conmigo, joder, pero eso no puede ser, si acaba de mostrarse cariñosa conmigo, si no... No, no es eso, no puede serlo. Borra ese pensamiento de tu cabeza.

Entonces dice que siente haber dudado, y de repente mi corazón vuelve a latir. Se gira y la veo sonriente, decidida, y dispuesta a proponerme algo. ¿Qué será? Empiezo a ponerme nervioso...

¿Nuestra habitación?

Se me escapa una media sonrisa que me esfuerzo en disimular. La veo tan avergonzada, que quisiera sonreír ampliamente, reír de felicidad a carcajadas, saltar hacia ella y abrazarla. Pero me la quedo mirando, y se me ocurre algo.

Yo... no se... -Finjo una duda que no tengo, mirando a un costado mientras lucho por no echarme a reír- Es que es mucho lío, Liz, con eso de la mudanza, hacer copias de las llaves... Ufff... -Ya no puedo más, sonrío y me pongo en pie, acercándome a ella y pasando mis brazos por su cintura- Además, ¿este no era ya mi cuarto, también? No recuerdo haber dormido en ningún otro cuarto desde que llegué... -Me acerco a su oído y le susurro- Ni quiero...

Mi vergüenza se convirtió en miedo cuando le vi dudar, sin tan siquiera atreverse a mirarme. Solté mi pelo, dejando caer el mechón sobre los hombros, y agarré mis manos cabizbaja, hasta que empecé a escucharle hablar de llaves y mudanzas. Levanté súbitamente la cabeza, viendo como me sonreía y se acercaba a mí, para rodearme por la cintura una vez cerca.

-Te mereces un cojinazo en esa cabezota… - le dije, girándole la cara, sin poder ocultar mi sonrisa.

Comencé a mirarle de reojo cuando retomó la palabra, hasta volver a ponerme frente a él poco a poco; sin embargo, terminó siendo él quien desvió su mirada para susurrarme al oído.

No pude evitar cerrar los ojos, y me sujeté a su hombros, tratando de contener el impulso de besarle. Opté por separarle suavemente de mí, para volver a mirarle a la cara.

-C-claro, también es tu cuarto, n-no quería decir eso; pero… - no terminaba de arrancar, y cada vez me parecía más ridícula la situación, estaba claro que él no le daba la misma importancia que le daba yo. – No tendrías que estar yendo allí a buscar tus cosas, ¿No? – dije para salir del paso.

Compartir la habitación podía implicar muchas cosas, no sabía si Ben no se había parado a pensar en ello o simplemente no era algo que le preocupara.

-Puedes pensarlo si quieres, o probamos y vuelves cuando quieras a tu habitación. Como prefieras. – le dije y le sonreí antes de abrazarme a él.

Río cuando por su amenaza del cojinazo, pero se me pasaron las ganas cuando siguió insistiendo en la idea, como si yo me hubiera negado o no estuviera convencido de ello. Igual es ella la que no está convencido de mi respuesta. La verdad es que, por el modo en que me lo ha dicho, parece que se lo toma muy en serio, y a lo mejor mi broma ha estado un poco fuera de lugar. Debería tomármelo tan en serio como ella, que vea que para mí es importante. Que lo es, pero además tiene que parecerlo.

Como la frase esa de la mujer del César, o de Napoleón, o lo que fuera.

Liz, no seas tonta -Le digo restándole importancia a sus dudas, tratando de apartarlas del espacio entre nosotros- No tengo nada que pensar. Siento este cuarto como mío desde la primera noche, este y todos los cuartos donde tú estés. -Le explico mientras la estrecho entre mis brazos, un abrazo cariñoso que no quiero que termine, pero lo hace, porque me separo lo justo para mirarla a los ojos con decisión y ternura- Después de cenar traeré mis cosas, ¿vale? Y este será "nuestro cuarto".

Makoto la sostuvo de tal manera que derribó todas sus barreras,  y cuando esos labios fueron a su boca, luego de resignarse a aceptar lo que ella le pidiera, Rina no tuvo fuerzas en su determinación,  y aquel beso fue a dar a esos labios tibios, en un roce añorado y esperado,Rina perdió el aliento, y su boca se fue entreabriendo lentamente, muy lentamente, para acompañar aquel beso con la humedad de su boca,  subiendo lentamente su mano a la mejilla de él, sintiendo su barba a medio crecer, antes le hubiera dicho que le daba cosquillas, pero ahora, se daba cuenta que había extrañado demasiado  esas cosquillas.

El beso fue aumentando en pasión, Rina pegó más su cuerpo al pecho de Makoto, era un beso sentido, húmedo por sus lágrimas y  sus manos lo jalaban de las ropas, por si deseaba irse, no se lo permitiría. Apretó sus labios, contra los de él, y volvió a delinear su labio inferior con sus dientes, recorriéndolo con la punta de su lengua, hasta volver a perder el aliento.

- siento.. que debo.. ponerte a salvo... pero... no puedo resistirme...- murmuró aún en medio del beso, se fue recostando, llevándose a Mako sobre ella, son soltar las solapas de su abrigo, el mismo que ella tenía - dime... ¿qué hago?.. tenía una idea demasiada clara de lo que debía hacer, pero ahora ya no... - pone un gesto de aflicción, y  volvió a besarlo,  un roce más corto esta vez- te amo... - susurró, antes de volver a empezar un beso con tanta intensidad como el anterior.

Entré en mi habitación lanzando mi mochila a un lado y quitándome la ropa.

Me acerqué a mi ordenador y enseguida seleccioné toda la música y la puse a reproducir en aleatorio a todo volumen.

Me acerqué a la funda de mi bajo y lo saqué de esta, me senté en la cama, empecé a seguir la canción que estaba sonando pero no estuve mucho pues me di cuenta de una cosa, tanta caminata había hecho que sudase algo y era mejor pegarse una ducha. Dejé el bajo sobre la cama y me metí en la ducha, con el volumen de la música a toda ostia y cantando cada canción que sonaba.

Me tiré un largo rato en la ducha, pero finalmente salí, me sequé y dejé mi toalla enrollada en mi cintura y volví a la cama, me apoye sobre la pared y seguí tocando mi bajo y cantando. Me gustaba esa sensación, rodeado de música, tocando y cantando, me relajaba, me dejaba ausente del mundo exterior, solo existía mi habitación.

Lo primero que hago al entrar en la habitación, tras cerrar la puerta, es tirar la mochila al suelo y tumbarme un momento.-Bufff.-tengo las piernas más cansadas de lo que creía. Tras unos momentos tumbado, me levanto y, perezosamente, comienzo a sacar los bártulos de la mochila. Hay comida aquí que no me he comido. La dejaré en la habitación por si me entra hambre por la noche.

Tras un rato largo, consigo dejar todo corréctamente ordenado. Más o menos. Lo siguiente que hago es ir al baño, desvestirme, y pegarme una ducha.

El agua caliente ametrallando mi piel es lo más agradable que he sentido en las últimas 6 horas, así que aprovecho la estancia todo lo que puedo. Mientras me ducho, comienzo a divagar. Parece que todos han salido de allí algo cambiados. Pero para mí no ha sido nada. Creo que es un poco triste ser el único que no ha aprendido nada. Me da igual, tengo mis propias ideas sobre toda esta movida, y estoy seguro de que puedo avanzar en esto a mi manera.

Acabo de ducharme, me visto con ropa limpia, y me vuelvo a tumbar en la cama, estirándome. Joeeer, tengo cero ganas de salir al comedor. Pero mi estómago me urge, y mucho me temo que con las cuatro cochinadas que rapté para la excursión no va a bastar.

Haré caso al estómago. Si no, me dará por culo toda la noche y no podré dormir. Me levanto, y, sin muchas ganas, me dirijo al comedor.

Sus palabras me tranquilizaron y embelesaron al mismo tiempo, haciéndome cerrar los ojos mientras me estrechaba entre sus brazos, arrimando aún más mi rostro a su cuerpo. Sin embargo, no pude estar mucho tiempo de aquel modo, ya que nos separamos, y mirándome a los ojos reafirmó su decisión.

Sin mediar palabra sujeté su rostro, y de forma efusiva le di un fuerte beso en los labios.

-Vale, después de cenar. – asentí con una sonrisa en mi cara.

Estaba muy contenta, y lo último que quería era separarme de él, pero había cosas que no podían esperar más.

-Debería ducharme antes de ir a cenar. – dije tirando suavemente del jersey. – Bueno, deberíamos. ¿Quieres ir duchándote en tu… - rectifiqué – en la otra habitación? ¿O esperas a que termine?

Le pregunté y me dirigí a la cama, quitándome el jersey y la camiseta térmica de manga larga, quedándome con una camiseta interior de tirantes, y me desprendí de las botas antes de ir hasta el armario descalza. Cogí algo de ropa y me acerqué a Ben, dándole un beso en la mejilla.

-Tú decides, nos vemos ahora. – le dije antes de dirigirme al baño.

La intensidad de las emociones fue tan brutal como la fuerza de sus sentimientos. Hacer el amor con Rina hizo que todas las penas, dificultades, pruebas, muertes... absolutamente todo desapareciera. Solo existían ellos dos en el mundo.

Ya acostados, desnudos bajo las sábanas sentía la piel caliente de Rina. Cogió la mano de la chica y se la llevó al pecho, a la altura de su corazón.

- Todo lo malo que nos haya podido pasar ha hecho que hoy lata por ti más fuerte que nunca - dijo sosteniendo la suave mano de Rina sobre su pecho.

Ella le regaló un life motive por el que valía la pena luchar. Sentir su piel, su tacto, su aroma, su sabor... le hizo creer que no había dificultad en el mundo que no pudieran superar juntos.

- Sabes - sus ojos irradiaban felicidad - superé la prueba gracias a mis deseos de ganar poder para estar a tu lado - acarició la mejilla de la hermosa Kitsune con la palma de su mano... estaba tan hermosa... - pero ahora entiendo que juntos es como nos hacemos fuertes, juntos es como superaremos todas las adversidades y sobretodo - pegó su rostro al de Rina - junto a ti es como quiero y necesito permanecer por siempre. Te amo Rina - fue un beso que él jamás ya podría olvidar.