Partida Rol por web

Al entrar en mi habitación, simplemente me puse un pijama y me acosté cansado, mucho calentamiento de coco ese día y pensando en ello, acabé quedandome dormido.

-Sí, será eso, igualmente gracias, descansa- y entonces Kurto le tiró (con suavidad, eso sí) de uno de sus rizos. ¡De sus rizos! Con lo que le costaba que estuviesen suaves y no fueran una trampa mortal de enredos en el que meter la mano implicaba perder algunos dedos y ahí llegaba Kurt para estirar uno de ellos.-¡Que no soy una lanita!-Podría haberle llamado furcio o algo similar pero no habría recuperado la compostura con ello así que hizo lo único que podía hacer.... meterse en su cuarto y cerrar la puerta a toda prisa.

¡Pero será furcio! ¿QUIÉN LE MANDA TOQUETEARME EL PELO? Lo mato, yo lo mato, lo convierto en un cubito de hielo y lo tiro barranco abajo. Se dijo apoyando la espalda en la pared y tapándose la cara con ambas manos con el impulso de zarandear a Kurt hasta que la cabeza se le cayese de los hombros... y después iría Chris, por decir chorradas y malmeter mentalmente con esas ideas absurdas sentimentalistas.

Ella no ya no creía en eso y estaba segura de que jamás volvería a hacerlo, pensamiento que le llevaba a la decisión que había tomado aquella mañana y sobre la que no había vuelto a pensar mientras estaba en compañía.

Pero Kyara viene, si ella viene... bueno, todo va bien ¿no? A otros les habría parecido ridículo el grado de dependencia de las hermanas pero el ser gemelas hacía que solo se sintiesen del todo completas estando una cerca de la otra.

Se desvistió hasta quedarse solo con la camiseta con la que dormía y se dejó caer en la cama sin cerrar la ventana.

Cuando vengas al cuarto no hagas ruido... intento dormir.

Estoy terminando de guardar una cosa, ahora mismo voy.

Unos minutos después de la contestación a su hermana, Kyara entró en el dormitorio de su hermana, se quitó la ropa y se metió en la cama- Me duele la cabeza -la dijo mientras intentaba descansar- fui a por respuestas y volví con más preguntas. Ahora puede que tenga hasta poderes mágicos -comentó a su hermana- Esto es un caos, ¿eh?.

-Mhnnnnn- rodó por la cama hasta dar con la pared y se sostuvo la cabeza con una mano para mirar a su hermana- ¿eres una banshee bruja?- bostezó- pues no tienes varita- se frotó un ojo-qué envidia, Kya, ojalá yo tuviese alguna pista de qué más soy-abrazó a su hermana de forma que las rodillas de ambas se tocaban pero entre los torsos había un hueco, estando ambas en posición fetal una de cara a la otra.

Mañana será otro día. Acertó a pensar poco antes de quedarse dormida del todo.

Una risilla surgió de Kyara- ¿Idea? No he dicho que sea bruja, solo que pueda que tenga poderes. A lo mejor acabo cargando con un mamotreto que no sirve para nada... o quizás no lo puedo recuperar, eso no lo sé -comentó a su hermana- el caso es que somos la mayor incógnita que ha habido en el mundo de los monstruos, y yo queriéndomelo perder en una peluquería -dijo a su hermana en tono de broma.

Masticaba con suavidad mientras mantenía los ojos sobre la hermosa Kitsune.

Cuando ella mencionó el hecho de que no había llegado a conocer demasiado al resto de compañeros, acercó su mano a la de Rina y la acarició.

- Todos te respetan muchísimo, más incluso de que lo que crees - correspondió a su gesto con una sonrisa - son buena gente y han estado siempre a nuestro lado con la prudencia justa para ayudarnos sin llegar a interferir en nuestra vida. Viéndolo en perspectiva, es de agradecer que siempre estuvieran a nuestro lado sin recibir nada a cambio, ¿verdad?

Siguió comiendo y atendiendo a la chica a la que adoraba.

- Precisamente, pensar que puedo contribuir a ayudar a gente que sin recibir nada a cambio apostó por nosotros es una de mis mayores motivaciones. Siento que se lo debo y... - acarició con el dorso de su mano la mejilla de Rina - me prometí que haría todo lo que estuviera en mi mano para que nadie tuviera que volver a vivir lo que nos tocó afrontar.

- Sabes Rina-chan... sin ti estaría perdido, sin ti nada tendría sentido. Te quiero demasiado.

Hablaba con calma y lucía una sonrisa de auténtica felicidad. En esa burbuja dónde ahora se encontraba, habría parado el tiempo y permanecido por toda la eternidad.

- Tú crees... - dijo bajando la mirada meditabundo - ¿Tú crees que el espíritu Kitsune intentará interponerse entre nosotros?

No comprendía del todo cómo funcionaba la relación entre Rina y el Zorro. Tampoco quería incomodar a Rina, al contrario, pensó que quizá sería bueno que ella fuera abriendo el tabú que había mantenido entorno a su relación con el espíritu.

No sabía ni que hora era cuando desperté, pero no me apresuré a averiguarlo. Subí la sábana para taparme mejor, ya que me encontraba desnuda, y me quedé mirando como dormía Ben.

A pesar de todo me sentía feliz. Había vivido algo maravilloso con el chico que amaba, y el simple hecho de verle descansar me sacaba una sonrisa. Acaricié su rostro suavemente, tratando de despertarle con delicadeza.

-Mi amor… - le susurré.

Un cosquilleo en mi rostro, una voz agradable, las caricias de las sábanas en mi piel, una mano que me transmite su calor.

Mi amor...

Sí, debo estar soñando. Uno de esos sueños tan bonitos que el mundo te parece un poco más gris al despertar y ver que no era real. Entreabro los ojos, perezoso, y lo que veo me arranca la más amplia sonrisa de felicidad. El sueño no ha terminado. Es real.

Hola... -Susurro, acercándome para darle un tierno beso, antes de acurrucarme a su lado abrazándola- ¿Que hora es?

La cena fue acompañada de una conversación tierna, amena y agradable. Una de esas conversaciones que hicieron regresar a la pareja a sus primeros encuentros.

Sentirse enamorados de nuevo cómo el primer día. Esa paz, la mejor de las compañías... todo fue maravilloso y, por si fuera poco, regado por un vino exquisito.

Fue tansolo el prólogo de una gran noche donde las sabanas se revolvieron y el calor del alcohol se sumó al de sus cuerpos.

Y así, abrazaron el sueño en una bendita paz más que merecida.

-Pues.. no creo que... me respeten, creo que me temen, bueno, tampoco he buscado hacer muchas relaciones - considera Makoto que también me iba a separar de ti, pensó la joven, pero sin decir nada, en concreto, mira la comida, y come de nuevo, esa sensación de que nada sería tranquilo de nuevo, la mantenía angustiada - no deberías prometerte que no pasemos de nuevo por lo mismo, lo que vaya a pasar, será peor... eso es obvio -  su mano aún sostenía el tenedor con lo que iba a comer, pero no lo llevó a su boca.

- quizás sea la ultima noche en paz que tengamos - ladeo un poco su cabeza - y no sé... quizás, quiere tomar control de todo lo que soy, me considera débil, y que tú fuiste un idiota al interponerte en sus planes, que no te había pasado nada si no te hubieras metido, yo creo lo mismo... si no puedes acabar conmigo en ese momento, es mejor que no interfieras, Makoto - tomó la copa de vino y la llevó a sus labios.

- y también te quiero... pero debes prometerme que no dependerás de mí...- le susurra,  y siguen comiendo y bebiendo, los besos vinieron luego, sus bocas se juntaron y bajo las sábanas, ella misma olvidaba sus palabras buscando la boca de Makoto. Durmiendo desnudos, abrazados, por la mañana, verían que hacer.

Sus ojos se abrieron, aún somnoliento, y una sonrisa se dibujó en su rostro mientras le miraba. No podía dejar de sonreír ante tal imagen; parecía tan relajado, tan feliz… Tras un susurro me dio un beso y se acurrucó a mi lado, abrazándome y preguntándome por la hora.

-Más tarde de lo que nos gustaría, me temo… - dije observando que ya no entraba luz por la ventana, y estiré el brazo para tomar el móvil y mirar la hora. – Ya no llegamos ni a la cena.

Observé que tenía algunas notificaciones, lo que me recordó que aún no había informado a nadie de que mi ausencia se prolongaría. ¿Deberíamos avisar? ¿O eso sería algo que solucionarían desde aquí? Volví a dejar el teléfono en la mesilla, ya de vuelta a la realidad.

-¿Crees que deberíamos avisar en casa? – le pregunté de forma inesperada, mientras le abrazaba y comenzaba a acariciar su cabeza. – No sé que sería lo mejor… - murmuré nerviosa.

Al decirme que es tarde me acuerdo de esas mañanas perezosas en que uno está tan a gusto en la cama que sólo piensa en pedir cinco minutos más para disfrutar de esa sensación, cuando aún no se ha despertado del todo. Bien mirado, no hay mucha diferencia con este instante.

Bueno, sí. Por muy agradable que sea un despertar, nunca será lo mismo si no es al lado de Elizabeth.

Que raro, nosotros saltándonos alguna comida... -Digo con perezoso humor, sin siquiera abrir los ojos. Pero los abro al final, al pensar en nuestras familias- Avisar a casa... ¿De qué? -Pregunto con desgana, sabiendo que toda esta locura es difícilmente explicable- ¿Que vamos a estar ausentes sin saber cuando regresaremos, si es que llegamos a hacerlo? Como mucho podríamos poner alguna excusa para ganar algo de tiempo...

La respuesta de Ben me hizo ver que no había hecho más que una pregunta estúpida. Estaba nerviosa, confundida, pero él seguramente debía sentirse igual, quizás no debí recordarle estas cuestiones.

-Tienes razón… - le dije desprendiéndome suavemente de él y sentándome sobre la cama, dándole la espalda. – Igual deberíamos comer algo. Si te apetece… - me puse en pie y caminé descalza hasta el baño, girando mi cara para mirarle antes de abrir la puerta. – Ahora vengo. – le dije forzando una sonrisa, y entré.

Sí, deberíamos comer algo. -Lo cierto es que no tengo muchas ganas, pero cuando Elizabeth se sienta en la cama puedo ver cómo se le marcan ligeramente las costillas en los costados. En estos días, por unos motivos u otros, apenas ha comido decentemente. Necesita coger fuerzas- Si vamos al comedor, aunque haya terminado la cena seguro que podemos coger algo para reponer fuerzas.

Se pone en pie y, descalza y desnuda, se dirige al baño, deteniéndose en la puerta para mirarme un instante y forzar una sonrisa. También yo lo intento, aunque es difícil. Hemos tomado una decisión muy dura, y debemos vivir con las consecuencias. Muestras familias y amigos van a quedar atrás de momento, sin la certeza de volver a verlos. Quizás haya sido demasiado duro al responderla. Si siente la necesidad de despedirse...

Liz... -La llamo antes de que desaparezca dentro del baño, tratando de aparentar las suficientes fuerzas para darle confianza- Saldremos adelante, ya lo verás.

Cuando entra en el baño, me pongo en pie pesada y tristemente, comenzando a vestirme.

Asentí con tristeza cuando Ben me dijo aquellas palabras: Saldremos adelante. Me metí en el baño y cerré la puerta, abriendo el grifo de la ducha mientras notaba como mis ojos se inundaban. Me puse frente al espejo y recogí mi pelo con una goma, mientras me fijaba más en mis ojos que en mi cabello. Terminé aquel improvisado moño y me lavé la cara. No quería llorar.

Me estaba costando mantener todo el arrojo y valor mostrado horas antes, y es que a medida que se acercaba el próximo amanecer el miedo en mí aumentaba. No me arrepentía de mi decisión, nada más lejos, pero enfrentarse a lo desconocido daba miedo, mucho miedo.

No temer sería de estúpidos, ¿No?

Me dije a mí misma, mientras entraba en la ducha y me situaba bajo el agua, con cuidado de no mojar mi pelo. Cerré los ojos y coloqué mi rostro justo debajo de los chorros de agua, tratando de encontrar una tranquilidad que ahora era prácticamente imposible. Pero no, no era eso lo que necesitaba. Mi respiración se aceleró, y mi pecho comenzó a convulsionar ligeramente, dejando salir un llanto que, nunca mejor dicho, se ahogaría con el agua.

Lloré, aunque sin lágrimas, al menos aparentes, debido al agua que recorría mi cara y cuerpo; y me sentí mucho mejor. Eso era lo que necesitaba, descargar la tensión, el miedo, estar lista para lo que me esperaba; nos esperaba. Ahora era el momento de llorar, gritar, o lo que fuera que me pidiera el cuerpo; después no habría tiempo para nada así.

Tengo que estar lista, para lo que sea.

Tomé la esponja y el jabón y lavé mi cuerpo, sintiendo que de aquella forma también me preparaba para lo que venía, como si limpiara toda tensión o miedo excesivo. Al terminar me aclaré el cuerpo y puse uno de los albornoces, saliendo nuevamente a la habitación.

Allí continuaba Ben, vistiéndose poco a poco, y sin mediar palabra caminé hasta él y le abracé con fuerza.

Saldremos adelante...