Partida Rol por web

Noto los brazos de Liz aferrándose a mí con más fuerza, haciéndose la remolona antes de abrir los ojos perezosamente y acercarse hasta mi cara para regalarme un beso de "buenos días". Sólo puedo pensar en lo bonito que debería ser repetir este despertar a diario, levantarme cada día de esta misma manera, en esta compañía y con esta visión un día tras otro, por el resto de mi vida. ¿Es a eso a lo que llaman paraíso? Para mí, desde luego, lo sería.

Pero entonces, todo cambia. Lo noto en cuanto mira hacia abajo y se da cuenta de que sigue en ropa interior desde anoche, o eso supongo. Se pone en pie rápidamente, y puedo ver la vergüenza en su cara mientras se apresura a ponerse su sudadera, corriendo hacia el armario mientras trata de hablar de cualquier tontería.

¿El tiempo? ¿En serio?

Me bajo de la cama, poniéndome los pantalones de un rápido gesto, y acercándome al armario tras ella, apenas abrochándome el botón para que se sostenga sólo. Abordo a Liz por la espalda, introduciendo mis brazos bajo los suyos, a la altura de la cintura, y cerrando mis manos entre sí, mientras apoyo mi cara en su hombro, pegado a su cara.

Oye, Liz... -Digo con voz bajita, casi un susurro, propio de una conversación íntima- N-no... te arrepentirás de lo... de anoche, ¿no?

Mi intento para comenzar el día como si tal cosa no resultó, me di cuenta en cuanto mi pregunta quedó en el aire y sentí como Ben se levantaba de la cama. Ni siquiera miré hacia él, y continué mirando en el interior del armario como si escogiese algo, aunque en realidad no me fijaba en el interior. Deseaba estar equivocada y que se dirigiera al baño o a hacer cualquier otra cosa, pero en seguida noté como la sudadera se ajustaba a mi cuerpo por los brazos de Ben, que rodearon mi cintura; y su cabeza se situó en mi hombro, rozando mi rostro, antes de comenzar a hablarme casi susurrando.

Estaba avergonzada, también nerviosa, pero sobretodo avergonzada, y no me había parado a pensar que a él le pudiera pasar lo mismo, que tampoco estuviera tranquilo, que pudiera tener dudas…

-N-no, no es eso, perdona… - coloqué mis manos sobre las suyas antes de continuar. – E-es sólo que… Me da un poco de vergüenza, que me vieras así… T-tan… Ya sabes… - dije con cierta dificultad, pensando en que me hubiera visto tan excitada, tan entregada. – Pero… ¡No me arrepiento! – dije de repente, tratando de ser tajante y que no le cupiera ninguna duda. – Sólo espero que no pienses mal de mí…

Cerré los ojos y moví mi cabeza contra la suya, rozando su mejilla con la mía, antes de ladearme para darle un corto beso en los labios.

Sentir sus manos sobre las mías me reconforta, y sus palabras más aún. La abrazo con más fuerza cuando me confiesa lo que la avergüenza, precisamente porque yo también siento algo parecido. Por ese motivo, me siento un poco hipócrita al tratar de consolarla, pues todo lo que pueda decirle debería aplicarmelo a mi mismo y no lo hago.

No podría pensar nada malo de ti, Liz. -Le digo tras besarnos- Y no hay nada que hicieras anoche que no me enamore aún más de ti, cariño...

La abrazo con fuerza, tanta que la levanto del suelo un instante y empiezo a dar vueltas, apartándome del armario hasta el centro de la habitación, entre risas. Estoy feliz, muy feliz. Entonces paro, recordando la voz del viejo en mi cabeza hace un rato.

Ah, por cierto, ¿has oído la voz del director? Ha dicho no se qué de ir esta tarde a unas cuevas de excursión...

Sonreí tímidamente al escuchar lo que pensaba de lo de anoche y al oírle nuevamente llamarme cariño, no acababa de acostumbrarme. La sonrisa se convirtió pronto en carcajada cuando me abrazó fuerte y me levantó para hacerme girar varias veces en medio de la habitación. Con aquello mi actitud terminó de cambiar por completo, y no podía dejar de sonreírle.

-Estás loco… - le dije mientras volvía a posarme en el suelo.

Me sentí algo confusa cuando mencionó lo de la voz, pero pronto lo recordé.

-Ah... Sí. Supongo que no era un sueño entonces. No estaba segura de si había sido real. Decía algo de una excursión para descubrirnos, ¿No? Aunque no recuerdo bien los detalles. Sólo que era después de la comida. Si quieres podríamos ir… - dije mirando al suelo algo avergonzada, como si estuviera pidiéndole una cita, cuando aquello tenía pinta de ser más una excursión del colegio. – A mí me gustaría, aún no se lo que soy… - añadí volviendo a mirarle. – A lo mejor eso me ayuda.

Entonces volví a mirar hacia abajo, pero esta vez a mis pies y piernas desnudas, para después subir mi mirada por el cuerpo de Ben, tratando de no detenerme mucho en su torso desnudo.

-Quizás deberíamos prepararnos. Se hace tarde y tendremos que pasar antes por la ducha. – otra vez, sentí aquella sensación de no haberme explicado bien. – C-cada uno por la suya, quería decir. – aunque la cosa no mejoró mucho con la explicación. - N-no es que no quiera… No hay tiempo, eso es todo. – concreté y me llevé la palma de la mano a la frente, consciente de haber metido la pata.

Me acerqué a él y le abracé, haciendo que mi cabeza reposara sobre su hombro, y acerqué mi boca a su oído.

-Me pones nerviosa… Mi amor.

Le susurré antes de separarme y le sonreí ruborizada.

-¿Dónde quieres que quedemos? ¿O tienes algo que hacer? Seguramente tarde algo más que tú en estar lista.

Kyara caminaba por los pasillos pensando igeramente en el camino, pues solo había dormido una noche allí, la noche de la pesadilla- Mira, este es mi cuarto -dijo indicando la habitación y entró- vamos a ver si hay algo que te puedas poner -se dirigió hacia la maleta medio deshecha y buscó algo de abrigo- creo que... esto te valdrá -dijo sacando una cazadora.

Mantengo una sonrisa feliciana tras las risas del tiovivo humano, mientras Liz habla de la cueva esa. Al menos parece que no ha sido una alucinación mía, jeje. Veo cómo vuelve a sonrojarse al hablar de ir juntos, y me quedo embobado mirando esa cara tímida que me gusta tanto.

¿Estás de broma? Una excursión a unas cuevas mágicas a las que llaman "el teeeemplooooo..." -Hago un gesto exagerado al decirlo, como si imitara la voz en off de una película de misterio- Es mejor que ir al autocine ¿No crees? -Digo como referencia indirecta a las tipicas citas- Y desde luego mucho mejor que pasar el rato en la biblioteca entre tanto libro inútil. ¡Vale, pues vamos!

Me aparto apresuradamente de ella cuando me doy cuenta de que tenemos que prepararnos, cogiendo mi camiseta y poniendomela cuando oigo el ambiguo comentario sobre la ducha. Mientras se trata de explicar con su habitual timidez, la miro con picardía, disfrutando del momento gracioso de la mañana.

Te había entendido a la primera. -Digo mientras me abraza, para acto seguido hacerme una confesión al oído. Y la termina con dos palabras que me estremecen de emoción.

Me encanta que me llames así... mi amor...

Le doy un corto beso en los labios, forzándome a apartarme acto seguido, pues de lo contrario no se si podría irme. Cojo mis deportivas y los calcetines y paso de nuevo junto a ella.

Paso a buscarte en cuanto termine, mi amor. -Digo, y le doy un beso furtivo- Mi amor. -Otro beso- Mi amor. -Y otro más, antes de correr hacia la puerta, riendo de nervios y felicidad- Hasta ahora... -Abro la puerta y salgo, no sin antes asomar de nuevo la cabeza y guiñarle un ojo- Mi amor...

Me encanta. Cuanto más le escucho, cuanto más le miro… Me gusta más. Le quiero más.

La idea de la excursión le pareció más que bien, había comprendido mi lío con la ducha y parecía complacido con la forma en la que me había salido llamarle. Todo volvía a ir bien, al menos de momento.

Decidió venir a buscarme cuando acabase, adoptando él también el mencionado “mi amor”. Sonreí, e intenté reír cuando volvió a llamármelo, pero los besos que intercalaba me lo impedían. Al fin pude reírme cuando salió corriendo hacia la puerta, aún más exageradamente cuando antes de marcharse asomó la cabeza para repetirlo.

-Hasta ahora… - agité la mano con una sonrisa para despedirme, y finalmente cerró la puerta.

Suspiré y me quité la sudadera, volviendo a colocarla sobre la silla antes de buscar ropa que ponerme. Estaba contenta, feliz, y tenía ganas de ponerme guapa. Para mí y para Ben.

Para mi novio.

Elegí la ropa y dejé parte de esta sobre la cama, para meterme después en el baño. Me duché y me puse la ropa interior, que si bien no tenía nada demasiado espectacular, traté de elegir algo un poco más sugerente por lo que pudiera pasar. Me puse los calcetines y salí del baño, con la cabeza envuelta en una toalla. Me enfundé en unos vaqueros y volví corriendo al baño, secando un poco más me pelo con la toalla, y me armé con el secador dispuesta a secar y rizar mi cabello. Así lo hice, y terminé de peinarme antes de ponerme la camiseta y la chaqueta de punto. Habían dicho que nos abrigáramos, pero ya cogería algún anorak después.

Rina asiente a lo que le dice Kyara y entra con timidez en la habitacion, se notaba que le daba mucha vergüenza y que la peticion que habia hecho antes tambien se la daba. Mira la ropa de Kyara mientras esta ultima se da cuenta que hay una bolsa que antes no habia al verla puede ver como hay varias prendas de abrigo y un extra de mudas, ademas de ropa de chica mas pequeña, al mirar a Rina se da cuenta que debe ser ropa para ella ya que Rina apenas mide 1.50 y no tiene casi curvas.

Rina se queda parada mirando timidamente y se agacha para coger un gorro de color blanco de aspecto bastante abrigado, timidamente dice:

- Pu...puedo cogerlo?

Entro en mi cuarto a toda prisa, quitándome la ropa y dejándola caer sobre la cama. Entro al baño y me afeito y ducho a toda prisa, antes de peinarme un poco, lavarme los dientes y salir al cuarto a vestirme con ropa limpia y algo más de abrigo que ayer. Camiseta de manga corta, un jersey fino, y en la mano cojo un jersey gordo y mi chamarra.

Golpeo con los nudillos la puerta de la habitación de Liz, antes de abrirla y asomarme.

¿Hola? ¿Se puede?

Estaba terminando de ponerme la segunda bota, sentada sobre la cama, cuando Ben tocó y se asomó por la puerta.

-Si, pasa. – dije a la vez que me ponía en pie y me dirigía al armario para coger algo de mi bolsa. - ¿Me das unos minutos? – le pregunté con una sonrisa, acercándome a él y dándole el gorro rojo que había cogido. – Ahora vuelvo.

Le di un beso en la mejilla y me metí al baño para retocarme un poco. Me aseguré de que el nuevo peinado estuviera bien y me maquillé un poco. Perfilé mis ojos únicamente por arriba y apliqué algo de rímel en las pestañas, con aquello era suficiente, pero no olvidé mis labios, que quise pintar con un color suave.

Salí y regresé junto a Ben, arrebatándole el gorro riendo y colocándome frente al espejo para ponérmelo en la cabeza.

- Lista. – sonreí, ladeando ligeramente la cabeza. - ¿Por dónde empezamos?

Claro que sí. -Le respondo con una sonrisa mientras se dirige al armario, y cojo el gorro que me da, recibiendo además un beso antes de verla alejarse hacia el baño. Mientras espero, jugueteo con el gorro, algo aburrido, lanzándolo hacia arriba haciendo que gire en el proceso, hasta que Liz aparece silenciosamente y lo coge al vuelo entre risas antes de que lo coja de nuevo.

Hmmm... -Finjo que medito la respuesta a su sencilla pregunta. ¿Por donde empezar?- ¿Desayunando? Ayer tú apenas comiste, ¿no? -Antes de que responda, levanto la mano para puntualizar- Comerme a besos no cuenta, jeje.

La verdad es que tenía hambre, pero la mañana estaba ya bastante avanzada, y no sabía si sería mejor esperar a la comida; en realidad tampoco sabía si el desayuno seguiría dispuesto en el comedor.

-Jo, ¿No cuenta? – le dije poniéndole morritos. – En ese caso tendré que dejar de darte besos y comer algo. Sí, sí. – añadí asintiendo, y me giré repentinamente hacia el escritorio, de cuyo cajón saqué una bolsa.

Se trataba de la bolsa que Ben había traído con algo de desayuno el día anterior. La llevé hasta la cama y me senté, sacando una manzana de dentro y dándole un mordisco.

-Si no te apetece nada de aquí podemos buscarte algo en la cocina, seguro que el Señor Lig… - ¿Cómo era? – el Señor cocinero, se compadece de nosotros.

Me incliné un poco hacia atrás, apoyando mi mano izquierda por detrás de mí sobre la cama, mientras daba otro mordisco a la manzana. Tras tragar continué.

-Me pregunto si los heridos estarán ya lo suficientemente bien como para aguantar nuestras preguntas. Puede que sea mejor preguntarle antes al Director por ello… - comencé a especular. - Además me gustaría saber en qué andan los responsables de este sitio, aunque no sé que me da que no van a querer compartir mucho con nosotros… - suspiré y estiré el brazo con la manzana en mi mano hacia Ben. - ¿Quieres?

-Claro, quédatelo -dijo sonriente mientras que miraba esa maleta que no era suya- no se siquiera si es mío, eché todo de golpe y no se qué traje o que no -se acercó a la maleta y buscó ropa de abrigo. Todo eran vaqueros y pantalones deportivos, zapatillas y botas de estilo militar, camisetas de tirantes, sudaderas y un par de cazadores- veamos si tengo algo de más de abrigo -sacó un gorro de lana de color naranja butano y un chaquetón- ¡Ajá! Tendré que hacerme con unos guantes...

Cuando terminó de coger ropa de abrigo- ¿Puedo preguntar a qué te dedicabas antes de saber todo esto del mundo de los monstruos? -preguntó mientras se cambiaba de ropa.

Rina asiente y dice:

- Yo...bueno soy dobladora de anime

Se queda unos segundos callada como buscado las palabras y finalmente dice:

- Los dibujitos animados en Japon son muy normales y hay muchisimos, yo trabajo poniendo las voces de algunos de ellos, dicen que tengo una voz muy versatil para eso, y bueno, llevo ya unos años trabajando de eso, es un poco raro pero no es un mal trabajo, cuando me hablaron de esto me propusieron empezar tambien a cantar porque en algunas series he puesto la voz de personajes que son cantantes y al parecer ha gustado mucho

La chica se da cuenta de la hora que es y dice:

- Tengo algo de hambre, si no te importa ire a comer algo antes de salir, me adelantare