Partida Rol por web

Sabes poco de tu comprador, desde luego, es lo suficientemente poderoso como para mandar lacayos y no perder el tiempo o su reputación hablando contigo, pero eso no es lo importante. En este tipo de trabajos es habitual no conocer muchos detalles del comprador, solo quien y donde esta él objetivo. Casi siempre veces es mejor así.  Lo que interesa es que paguen, y la fuente parece fiable. Esta claro que esto no es un asunto de mercaderes, no hace falta ser muy listo para saber que viene muy de arriba.

El que se encargó de darte la información en aquella sucia taberna perdida entre las calles de las Cinco Velas, no estaba impresionado por tu aspecto físico, así que debía de estar acostumbrado a tipos como tú, recuerdas la información que te dijo como en una retahíla, pues hablaba mucho y con fuerte acento vodacciano, el resumen sería algo así:

No se sabe su nombre, de donde viene o cual es su familia, si es que la tiene. De su aspecto tampoco sabes mucho: Es un espadachín, que viste todo de negro, desde sus botas, pasando por pantalón, blusa y abrigo. El hombre es moreno, de estatura media, estilizado, y de su rostro no se sabe mucho, pues lo cubre con una máscara cuando entra en acción. Pero hay un detalle importante que inclina la balanza a tu favor, hace unos días en una refriega con unas espadas del noble que te ha contratado, fue herido en la cara, con la suerte de que su máscara cayo al río. El tipo pudo escapar, pero según te asegura, llevan desde entonces controlando todas las salidas de la ciudad y están seguros de que sigue dentro, escondido.

Tu trabajo será encontrarle. Portas la ventaja de ser desconocido en la ciudad, pero ten cuidado, pues las paredes escuchan en las Cinco Velas, y si se te ha encomendado esta misión es porque él también tiene sus amigos que le ayudan a esconderle. Pero está claro que, con máscara o sin ella, le podrás reconocer. Lo más importante, se le quiere vivo. El tipo insistió mucho en este detalle: Se te pagará diez veces más si lo traes así. (da igual si viene un poco magullado).

Invierno

La climatología está siendo dura en las Cinco Velas, la nieve abunda y es retirada de las calles todos los días, y la brisa marina penetra en los huesos. Aunque puede ser que a ti no te afecte mucho, desde luego está siendo un invierno especialmente frío en estas latitudes. 

La próspera ciudad, conecta Montaigne, Castilla, Eissen, El Imperio de la media Luna y la propia Vodacce (de ahí su nombre), siendo por tanto, uno de los mayores núcleos económicos del mundo. La ciudad se encuentra bien amurallada, consciente de su posición estratégica, y una vez dentro se respira multiculturalidad. Gente de todas las regiones pasean por las ajetreadas calles comerciales. Puedes diferenciar una zona baja, donde se encuentra el puerto, los comercios y los gremios, y una zona elevada donde se aprecian las ricas villas de la nobleza local. 

Realmente no tienes información acerca de donde buscar a tu objetivo, aunque te aseguran de que podrás reconocerlo si le ves el rostro. Acabas de salir de la taberna de mala muerte en la que te reuniste, que se encuentra en el puerto. Desde allí, tienes una magnífica vista de toda la ciudad, divida en dos por el río que la atraviesa justo en medio, y justo en el otro extremo, la parte alta, separada por pequeñas murallas del resto.

Kjåll tomó una buena bocanada de aire según salió de la taverna. El aire frío y húmedo siempre le recordaba a su tierra de origen, haciéndole sonreír al principio, pero transformando seguidamente esa sonrisa en una mueca, pues la tristeza de la nostalgia era más fuerte que la alegría del recuerdo. Sacudió su cabeza y volvió sus pensamientos hacia el trabajo, que era la única forma de ahogar su tristeza. Kjåll no podía considerarse así mismo un buen investigador, pero sí era un buen cazador. Y este contrato, al fin y al cabo, era como una caza, aunque debía evitar acabar con la vida de su presa.

La única pista que poseía en ese momento era lo sucedido en el río, y Kjåll no pudo evitar pensar que su "presa" tendría un cierto sentimiento hacia su máscara y no podría soportar la tentación de buscarla por las orillas del río. - El oso siempre caza salmones en el mismo río, y después, vuelve siempre a la misma cueva. - Decidió que lo más sabio sería empezar a seguir el curso del río desde el extremo norte de la ciudad, y luego seguir su curso.

Kjåll paseaba por el puerto en dirección de su mismo corazón, el cauce del río. Por el camino había mucho ajetreo, mucho movimiento de mercancía, y algunos tipos con malas pintas que seguían al de Vesten con la mirada...

Una vez en la desembocadura del río, Kjåll vio que había una calzada a cada lado, y bastantes puentes que lo atravesaban, algunos más anchos de piedra y otros más rudimentarios de madera. Había en ese momento poca gente, y la poca que había parecía estar de paso hacia la otra zona de la ciudad. Realmente no sabía con exactitud ni cuantos días, ni a que altura del río había sido la refriega. Estaba claro que sería una tarea difícil, pero las águilas son capaces de encontrar un pequeño ratón en el más frondoso de los bosques...

Kjåll decidió que sería una tarea larga el explorar el río, aunque no podía arriesgarse a que hubiera sospechas. Sin embargo, tampoco podría invertir tanto tiempo, dando la posibilidad de que su presa saliera de la ciudad. Con decisión, preguntó a algún puesto de pescadores si sabían de alguna refriega que hubiera ocurrido en el río.

- ¡Hey Pescador!, ¿sabe si ha ocurrido alguna refriega cerca del río recientemente?

El pescador se giró con cara de pocos amigos ante semejante pregunta, -¿Qué clase de impertinencia era esa? ¿Por qué venía escarbando problemas?- Pero al verle la cara, o mejor dicho, el aspecto a Kjåll, no dudó en morderse la lengua. Suspirando al ver que más le valía no molestar al tipo este, con cierta sequedad le respondió:

-Tendrás que ser un poco más específico amigo. En los puertos suele haber muchas "discusiones"- (dice esta palabra con cierto retintín).

Notaba cierta impertinencia en el pescador, lo que enfadó ligeramente a Kjåll. - Con "refriega", me refiero a una pelea con espadas; uno de los causantes era un enmascarado. - Miró fijamente al pescador, con su rostro más rígido que antes y con el ceño fruncido.

El pescador pegó un brinco desde que de la boca de Kjåll salió la palabra "enmascarado". Era evidente que Kjåll había tenido mucha suerte, pues había dado con alguien que sabía algo de su misterioso objetivo. El individuo, excitado, miró a izquierda y derecha del canal, y después habló en bajito:

-Puede que sepa algo de lo buscas... Sígueme a un lugar seguro, por favor.- Y le hizo una seña. Parece que le quería llevar a uno de los múltiples callejones que habían perpendiculares al río en ese canal. 

Kjåll asintió con la cabeza y le siguió, con la mano en la espada de su padre. - Aunque dudo que sea una trampa, debo estar atento. -

En el estrecho callejón no había nadie, pero aún así el receloso pescador sacó una pequeña llave de su bolsillo y abrió una diminuta puerta que daba pie a un cuartucho. Entró rápidamente e hizo un ademán para que Kjåll le siguiera con presteza. Desde fuera, se podía ver que apenas era un cubil mal iluminado y con un fuerte olor a humedad. No parecía haber nadie allí tampoco. 

Kjåll no iba a cambiar de opinión ahora. Con decisión, atravesó la puerta sin mirar atrás. Su mano izquierda apoyada en la empuñadura de la espada. No tenía miedo, no desde lo que pasó. -Los salones de Odín me esperan. - Pensó, aunque convencido de que éste no era el momento.

Una prominente sonrisa apareció en la cara del pescador al ver que Kjåll entraba. Se podía apreciar ahora que le faltaban unos cuantos dientes y que en verdad su aspecto era la de un señor no tan mayor, pero desgastado. En la sala no había más que unos pequeños estantes, en los que había algunos botes, presumiblemente con comida, un improvisado lecho a base de paja y mantas y una pequeña mesa con dos sillas medio rotas. Allí fue a sentarse rápidamente, y con las manos cruzadas sobre la mesa, dijo:

-Se a quien buscas forastero... Jiji. Un tipo como ese no pasa tan desapercibido, y al final los rumores se esconden en los callejones... Y ahí se reproducen, ¡Sí! Como las ratas, Je.-

-Pero la información no es gratis forastero, y menos en las Cinco Velas.- Rió fuertemente tras pronunciar esta última frase.

Kjåll puso una cara firme y sin expresión. Pausó unos segundos al escuchar la risa del pescador. Después, dijo con voz imperiosa. - ¿Estás seguro de que quieres jugar a ese juego conmigo? - Estiró su espalda para mostrar su altura, característica de hombres vestenos.

Kjåll , al estirar su cuerpo para mostrar su gran estatura, avistó un cuchillo bajo la mesa, pero no suponía ninguna amenaza para Kjåll; el pescador era delgaducho, y el rango de su espada le daba una gran ventaja. Sin embargo, Kjåll acercó su mano a la empuñadura de su espada, y continuó. - A los Vestenos no nos gustan los juegos, y creo que no te gustaría ver a uno enfadado. -

El pescador pegó un brinco al ver que Kjåll se daba cuenta de su treta. Más nervioso se puso cuando este subía su mano a su empuñadura:

-¡No, por favor! ¡Este cuchillo es sólo para limpiar pescado, lo juro! Siempre lo guardo ahí, jamás intentaría nada.-

Tratando de calmar los ánimos del grandullón, puso sus manos sobre la mesa despacio para hacer ver que no trataría de hacer ninguna artimaña. Y tratando sin demasiado éxito de parecer más calmado añadió:

-Sólo te pido un trato justo por la información que vas a recibir, unas monedas, nada más.- Y miró a Kjåll con una sonrisa nerviosa.

Kjåll sintió cierta compasión por el pescador, y aceptó la bagatela. - Dime lo que sabes. Unas monedas será un trato justo. - Dijo, mientras soltaba la empuñadura y cruzaba sus brazos.

-¡Esta bien!- Exclamó el pescadero, todavía un poco nervioso, pero visiblemente más calmado que hacía unos instantes. 

-Verá, a quien busca, no es un ladrón cualquiera. Es un asesino famoso por esta zona, y se le conoce como el enmascarado.- El viejo empieza a recrearse en la historia, frotándose la barbilla y haciendo pequeñas pausas.-Bien este tipo, es un incordio para las grandes familias, ¿sabes? Así que todo el mundo sabe que debe tener un topo, alguien que le este ayudando, porque sino haría tiempo que estaba descansando en el fondo del mar. Pues resulta que yo se donde se esconde ese tipo y es tan inverosímil que ni se lo creería, por eso nunca le encontrarían.-

-Así que- ¡Grump! Se aclara la garganta.- Un día descubrí a un tipo que huía desorientado, con una herida en la cara que le sangraba mucho, osea que era reciente. Esto no me pareció muy raro, ocurren cosas desagradables por el puerto habitualmente. Pero, justo de la nada, apareció un finolis Montaignés de cara estirada y corrió a ayudarlo y ¡le llevó por las alcantarillas! Que un Montaignés socorra a semejante vagabundo es raro, ¿pero que se meta en una alcantarilla? ¡Eso si que no se puede creer! Pero es que resulta que la cara del tipo me resultaba familiar. Y resulta que luego caí en la cuenta que es el tipo que lleva la "Commodore Vila" y que viene al puerto a elegir el pescado personalmente. ¿Qué hace ese montaignés ayudando a un asesino? A mi no me preguntes, pero si tengo que apostar a que se encuentra escondido en un sitio es allí.- Acto seguido mira a Kjåll orgulloso de sus averiguaciones, y extiende la mano en señal de que es el momento de su pago.