Partida Rol por web

Las primeras naves aparecieron en cada una de las grandes ciudades del planeta. No hubo ningún aviso, ninguna demanda. Los aliens tan solo atacaron.

Era una raza anfibia que combinaba los peores aspectos de los tiburones y los cocodrilos, con una agresividad que sobrepasaba a cualquiera de los dos. Eran material de pesadillas, literalmente. Los periódicos los llamó “Fins”.

New York se convirtió en una zona de guerra, Tokyo ardió hasta sus cimientos, e incluso la poderosa ciudad sumergida de Atlantis cayó ante ellos. De hecho fue en la primera gran ciudad en la que se centraron. Su legendario Rey, el héroe conocido como Aquarian fue masacrado, y con él cayeron sus súbditos.

Los superhéroes de la Tierra no tardaron en contra atacar. Los “Fins” eran terroríficos, pero nadie dudaba que los héroes ganarían al final. Después de todo, aliens habían tratado de invadirnos por lo menos en tres ocasiones. Y los defensores siempre habían salido triunfantes.

Pero eso eran noticias que a ti no te preocupaban. Después de todo, el que los héroes estuviesen ocupados te venía bien. Menos posibilidades de que incordiaran. De hecho Markus y Kayle se habían ido por su cuenta a divertirse. Te pidieron que fueras con ellos, pero no te apetecía. Estabas algo más huraña de lo normal. Quizás notabas algo en el ambiente, no lo sabías.

El caso es que te fusite por tú lado y acabaste en la parte de la ciudad de North Point. Una zona de clase alta, con locales y tiendas pijas. Y bastante actividad policial. Lo cual podría ser un problema...para ellos.

Roxanne había visto la invasión de las naves a través del televisor robado con el que se habían hecho en sus primeros días de libertad. Recordaba haber estado junto a sus dos compañeros comiendo algo cuando, de pronto, una gran explosión masacró a varios civiles que estaban celebrando un festival a favor de cualquier mierda que no le interesaba. Ella, lejos de asustarse, se rio pensando en que la diversión no había podido llegar en mejor momento.

-Creo que es la primera vez que veo a alguien más feo que LKM-990- dijo en referencia a uno de los chicos de su antigua prisión, alguien que había comenzado a controlar el ácido demasiado tarde y que había quedado lleno de secuelas a raíz de un rayo que no salió bien disparado.

Fins. Roxanne no se olvidó de ese nombre, más que nada porque los medios no le dejaron hacerlo. ¡Joder! Ni que se hubieran comido al presidente. Nada, tan solo habían acabado con Aquarian –¡y nadie les había dado las gracias por ello todavía!- y con ciudades gobernadas por cabrones que tenían a gente trabajando por y para ellos a cambio de una mísera cantidad de dinero.

A partir de ahí los días se sucedieron con demasiada facilidad, quizá tanta que aquello tocó la moral de Roxanne. A ella le encantaba el drama, la lucha, el humillar a sus enemigos…¡pero no quedaban enemigos para ella ahora! Eso era frustrante, y por ese motivo se negó a acompañar a Marks y a Kayle en su última fechoría; los había oído hablar de su intención de cargarse un hospital ahora que había tantos heridos, pero a ella solo se le apetecía dar una vuelta por su cuenta y ver qué se cocía en la ciudad del delito.

Llegó hasta el barrio pijo con tranquilidad, sin tener que preocuparse de que alguien la viera o quisiera hacerle algo malo. De hecho, ella hubiera preferido que alguien le atacara para acabar con su vida.  Se rascó la nariz cuando se detuvo para evaluar las diferentes tiendas, y al final acabó optando por evaluar una joyería; desde que fue libre se había obsesionado con las piedras preciosas porque nunca había tenido ninguna, y ahora había llenado su casa de todo tipo de gemas. Era hora de actuar. 

Te diriges tranquilamente a una joyeria. La mayoría de la gente se te queda mirando, pues tus ropas no es que sean elegantes precisamente. Pero tampoco es que hagan o te digan nada.
No obstante el guardia de seguridad de la tienda sí que parece que se quiera ganar su sueldo. Pues en cuanto entras se dirige a tí, con la mano de manera casual en la cartuchera de la pistola.

Disculpe...señorita. ¿Puedo ayudarla?

La forma de los demás de mirarla le hacía gracia; todos vestido de un modo elegante pero incómodo, algo que les impediría una huida en caso de que tuvieran que escapar de cualquier ataque. Menos mal que esta ciudad estaba llena de héroes y el mal no campaba a sus anchas… ¿verdad?

Roxanne sonrió cuando el hombre se le acercó. Le sonrió mostrándole unos dientes perfectamente cuidados y luego se rascó la nariz.

-Oh, sí, disculpe. La verdad es que venía buscando algo muy especial. Pronto será el cumpleaños de mi novio… y creo que esa pistola- la señaló con la mirada- le encantaría.

Dicho eso, Roxanne se abalanzó prácticamente contra su enemigo para intentar golpearlo. Lo cierto era que no le gustaba que la juzgaran por su forma de vestir, y veía como un correctivo necesario el partirle la nariz al guardia para que aprendiera la lección. 

Roxane ni se lo pensó y sus manos, más garras que manos, se cebaron en el pobre guardia de seguridad que tenía delante. LE curzó el pecho y este le estalló salpicandolo todo de sangre a casi todo su alrededor, ella incluida.

Una de las dependientas de la joyería lo vio todo con cara aterrorizada, y el compañero que tenía a su lado empezó a chillar histericamente. Un par de clientes que había se giraron y se quedaron petrificados. La imagen era impactante.

Aun así, la alarma empezó a sonar casi al momento.

-Vaya…pensaba que me duraría más- dijo encogiéndose de hombros al contemplar el sangrante cuerpo del hombre caído. Los demás la miraban asustados, y bien hacían en contemplarla de ese modo. Ella no era como nadie que esa ciudad hubiera conocido, pero al final sería recordada: todos merecían pagar por haberla dejado sepultada bajo la ciudad.

-En fin, no me gustan los sonidos de alarmas. Hagamos algo, dadme todo el dinero y las joyas que llevéis encima y me marcharé. Tenéis un minuto y medio para reunir cosas, o tú- dijo señalando a una de las clientas que parecía más adinerada- serás la siguiente que se reúna con el guardia. Mi tiempo vale oro, ¿sabéis?- sonrió mostrando una dentadura perfecta.

Aun así, la joven avanzó hacia ellos y tendió una de sus manos. ¿Te importaría entregarme tu bolso para guardar el botín? Rápido, el tiempo corre. Tic, tac, tic, tac- comenzó a reírse.  Ah, y por cierto, si la policía llega y me pilla aquí… yo moriré, pero vosotros vendréis conmigo al otro mundo. Nunca me han gustado los chivatos. 

Ni los clientes adinerados, ni los empleados se lo pensaron dos veces tras ver la demostración de violencia gratuita que había hecho la Roxanne. Por lo que se apresuraron a darle lo que les pedía. De hecho fue casi más de lo que podía cargar, y mientras se marchaba se le iban cayendo al suelo algún que otro diamante o joya. Y las que llevaba se estaban manchando con la sangre que le había salpicado del guardia.

Un poco molesta porque no hubiera habido más resistencia salió de la tienda y miró a su alrededor. Pero justo cuando iba a seguir caminando escuchó una voz por encima de ella.

Disculpe señorita. Me temo que no puedo dejarla ir con todo eso que lleva. Estoy seguro que le quedará muy bien pero apostaría a que no ha pagado por ello. Y eso, por si no lo sabe, va contra la ley.

Cuando te giras hacia donde está la voz puedes ver como hay un tipo colgado boca abajo de una especie de cuerda, a unos 3 metros por encima tuyo.
 

Esto es una mierda… nada de diversión. Tan siquiera un poco. ¿En esto ha quedado la ciudad de los súper héroes? Y una mierda- la verdad es que las joyas y el dinero eran lo menos, Roxanne esperaba un poco de diversión aunque eso implicase el tener que volver a mancharse las manos de sangre.

Al final, dejó la tienda con cara de pocos amigos.  ¡Debería haberse marchado con sus dos amigos! Eso habría sido mejor que nada.  De pronto una voz surgió de la nada… y la nada se convirtió en un tipo colgado con un traje que le tapaba la cara. ¡Perfecto! Un proyecto de héroe. Su día mejoraba por momentos.

-Eh… disculpa, me he ganado esto limpiamente, ¿sabes? Bueno, sí, mis manos están manchadas de sangre y todo eso… pero te alegrará saber que no es mía, yo estoy genial.

Dejó la bolsa donde guardaba sus posesiones nuevas y se rascó la nariz.

-Venga, cariño, ¿no puedes hacer una excepción hoy?- se encogió de hombros- Baja y charlemos. También puedes quitarte la máscara. Por muy feo que seas no voy a reírme. Pro-me-ti-do- dijo haciendo una cruz con sus dedos de forma bastante evidente. 

El tipo se quedó mirandote extrañado. Como si intentara averiguar si se lo decias en serio o no. Finalmente sacudió la cabeza negativamente.

Lo siento. Nada de quitarse la mascara en la primera cita. ¿Qué clase de chico crees que soy?
Además, tengo un poco de prisa. Me están esperando para desayunar, y odio que se me enfrien las tortitas.

Después de eso se engancho a la pared de un salto y estiró los brazos señalandote con los dedos. De repente de ellos empezaron a salir arañas escarlatas que se lanzan contra ti enganchandose por todo el cuerpo.

Roxanne se encogió de hombros al ver que el enmascarado se negaba a sus peticiones. La verdad es que tampoco pensaba librarse por las buenas, así que se preparó para el ataque. Fue a correr hacia la pared más cercana pero entonces el tipo sacó algo que la dejó inmovilizada. Esas cosas la hastiaban porque eran de su estilo, y ningún capullo tenía que copiarla.

-Venga ya, amor, ¿otra vez con estas cosillas? Ya te he dicho que esos rollos de que me inmovilices no terminan de gustarme.  Además, si planeas eso, mejor hazlo tú mismo. Me gusta sentir tus brazos cerca.

Gruñó tratando de zafarse. El juego no empezaba a su favor, pero lo importante era ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. 

Las arañas empezaron a amontonarse por todo el cuerpo y luego se endurecieron hasta que ya no te podías mover. Bueno, un poco sí, pero era muy dificil.

El tipo pegado a la pared se quedó en silencio ante tú comentario, pero luego saltó al suelo dando una voltereta.

Perdona, pero creo que me confundes con otro. Soy el encantador y amistoso WebWalker. Y me acordaría si te hubiera visto antes.
No obstante seguro que en la carcel tendrás tiempo de poder pensar en mi y esas cosas.
 

Roxanne gruñó al comprobar que las puñeteras arañas seguían pegadas a su piel, imposibilitándole el movimiento. Intentaba zafarse con algunos movimientos gráciles, pero aun así el eliminar las molestias resultaba casi imposible. Miró a su adversario y por su cara ya no parecía tener ganas de seguir con las bromas. 

-Me importa una mierda quién seas, pero si tantas ganas tienes de meterte en problemas te felicito. Has llegado al lugar indicado. 

Cerró los ojos un momento y evaluó la situación. Notaba las zonas que esas arañas apresaban con más fuerza... y ella no necesitaba actuar del mismo modo. Tan solo debía ser ágil y esquiva, como había vivido durante toda su vida. Agachó su hombro izquierdo y tras eso rodó sobre sí misma, eliminando las ataduras que tenía sobre ella. Sonrió antes de salir corriendo hacia su adversario. Sus manos parecieron volverse garras afiladas hechas para cortar lo que se le pusiera delante, pero antes de impactar su enemigo se movió, esquivando su golpe. 

-Putos trucos de mierda. 

El tipo sexy en mallas se movió demasiado rápido para que las garras le alcanzaran. Dio una voltereta lateral al lado de la pared esquivandote, y se impulsó en ella para volver a dar otra y saltar por encima tuyo quedando a tú espalda.

Hey, hey, hey. Esas uñas gatita. Vas a hacerle daño a alguien con ellas.
Mira, tienes suerte de que no golpee a las damas.

En ese momento lanzó un puñetazo directo a la cara que hizo que te tumbaras.

Pero claro. Tú no eres una dama ¿verdad?

Roxanne reconocía que el tipo con mallas se movía rápido, quizá demasiado, y eso no le gustaba. A pesar de la diversión que pudiera producirle el enfrentarse a un justiciero, lo cierto era que verse en un problema grande la arrinconaba y sacaba lo peor de ella. Deseó durante unos segundos que sus amigos estuvieran allí con ella para reducir al imbécil que tenía delante y seguir con su vida, pero al parecer eso era algo que debía hacer sola. 

El puñetazo que le dio en el rostro hizo que se tumbara y se llevó la mano a la nariz para comprobar que todo estaba en su sitio. A pesar del mareo y su mal humor, decidió concentrarse en el combate; una mujer como ella había estado sometida a mucha presión y a todo tipo de golpes, por lo que uno más no iba a acabar con ella.  Con un movimiento ágil colocó las palmas de sus manos detrás de su cabeza para impulsarse con estas, poniéndose en pie con una maniobra que había aprendido. 

-No, prefiero que uses la palabra dama para las zorras de la superficie.  Me alegra ver que los imbéciles como tú seguís rompiéndoos el culo para proteger a los ricos y su basura, pero luego cuando es realmente necesario...-  adoptó una posición más animal y agresiva, comos si se echase hacia delante- a los que han estado en peligro no le hacéis ni puto caso. 

Y entonces volvió a abalanzarse, pero los recuerdos de la fortaleza en la que pasó toda su vida comenzaron a inundarla nuevamente, lo que le hizo perder el control de sus golpes, siendo incapaz de darle a su enemigo el golpe que se merecía. De pura rabia lanzó un gran grito que podría haberse oído en cualquier lugar. 

La rabia estaba haciendo mella en Roxanne, eso y el que estuviera peleando sola sin sus compañeros. Por no hablar de lo odioso que era el tipo que tenía delante.

Vaya vaya. Cuidado con esas uñas gatitas. Que no sé donde habrán estado, aunque no creo que sean en sitios muy agradables, eso seguro.

Web volvió a evitar el ataque de la chica. Aunque no parecia estar pasándolo demasiado bien, pues la furia de la joven le daba fuerzas. Aún así el enmascarado se las arregló para volver a golpearla, en esta ocasión en un costado.

Por qué no nos haces un favor a los dos, te caes al suelo y te quedas ahí. Enseguida llegaran las unidades especiales de la policia. Y ellos no te tratarán tan bien como yo.
Rindete.

Roxanne continuaba sintiéndose acorralada, casi como cuando era una cría encerrada en el subsuelo. Por mucho que se esforzara en golpear y resistir a su enemigo, sus golpes eran más certeros que los suyos y su agilidad la superaba. Maldecía el día que decidió atracar la estúpida joyería y que ese imbécil con ropa ajustada se había decidido a hacer "justicia" para los ricos.  Volvió a escupir en el suelo y notó el dolor punzante en la zona del costado. Joder... esto no va bien. Nada bien. 

El problema residía en que alguien como ella no podía escapar, tan siquiera se le ocurría la opción de hacerlo. Si tenía un enemigo delante de ella, para Roxanne solo había dos opciones: acabar con él o que la destruyeran. Quizá el haber vivido como una esclava prácticamente durante toda su vida le había hecho ver su vida como algo que no merecía tanto la pena. Ella prefería acabar con todo de un modo violento antes que rendirse, al menos en un uno contra uno. Sabía que, en cuanto oyera a los refuerzos, tendría que escapar para encontrar una nueva forma de vengarse de todos ellos.  

Tengo que llevármelo conmigo- su determinación era firme, y rendirse no entraba en su diccionario.  Lo miró, y en sus ojos se contempló la furia de alguien que ya no tenía nada que perder.  

-Que te den por culo.  Prefiero acabar enterrada antes de que me encerréis de nuevo.  Seguro que tú también formas parte de ellos. No voy a detenerme. 

Y quedó claro que no lo iba a hacer cuando sus garras volvieron a moverse, más de un modo animal que humano. Roxanne siempre había actuado mejor bajo presión, y el saber que pronto la policía estaría en ese lugar le hacía ver que tenía que acabar con eso cuanto antes. 

El salvaje ataque de Roxanne pilló desprevenido a WebWalker, el cual sintió como sus garras cortaban su costado izquierdo.
El héroe aguantó a duras penas el dolor y con un gruñido se llevó la mano a la herida para ver como manaba bastante sangre de la misma.

Como estaba cerca de la joven, Web dio una voltereta hacia atrás y mientras lo hacía le pegó una patada a Roxanne. Pero la joven había aguantdo mucho más en su infancia, por lo que ni se inmutó.

Aléjate de mí loca.
Ya sabía yo que esas garras eran muy peligrosas. No piensa dejar que vuelvas a tocarme con ellas.
No sé de qué me hablas, pero está claro que necesitas ayuda. Por qué no me dejas conseguirtela.

Roxanne contempló como salía sangre de la herida del hombre que tenía delante de ella y sonrió, mostrando sus afilados dientes. Sí que se le puede herir- y ella sabía que a quien podía herir, también lo podía matar. Miró durante unos segundos sus garras y se preguntó si podría envenenarlo. Le encantaría verlo de rodillas sufriendo en el suelo. 

Sintió la patada de su enemigo rozándole el rostro pero ni se inmutó. Lo único que necesito es que tú y todos esos hijos de puta me dejéis tranquila. Puedes marcharte ahora y dejarme irme con mi nuevo regalo, o puedo hacerte trizas. No me importa. 

Pero, a pesar de que dijo eso, Roxanne se lanzó contra él dando un garrazo hacia el frente que no calculó bien porque ni llegó a golpearle. Las heridas que le había producido su adversario le estaban complicando demasiado el combate.