Partida Rol por web

Ffffff... Evangelia no quería hablar más de la cuenta, no conocía a los demonios que les rodeaban y bastaba uno  con el oido de afinador de pianos para que todo nuestro teatro se fuera al garete, y entonces la muerte del hermano Eric sería lo que menos nos preocuparía. Al otro lado de la puerta habían tres demonios... de ojos blancos, creía en la predicción de Eddgar, creía en lo que me dijera, sin embargo no sabíamos si esto podía ser pasado, presente, o futuro.

Teníamos dos opciones, una suponer que al otro lado hay 3 demonios con un 66% de posibilidades de equivocarnos, entrar, asaltarles, vencerles y esconderles sin alertar al resto de demonios del lugar... con un....¿5% de éxito?

O podíamos seguir con nuestra fachada, pero seguir esperando no provocaría otra cosa más que se siguieran acumulando demonios, íbamos a necesitar ayuda... o tal vez un plan...

Un plann... un plannn

Mientras Eddgar recuperaba el color de cara y Zadkiel asustado como una cobaya buscaba la salida de la ratonera, Evangelia se sentaba en una silla imaginaria tratando de pensar en algo... al apoyarse cae de culo:   AY !! Que daño jod.... diantres

Me levanto rascándome suavemente por encima de la túnica mirando el pintado... parecía algo relacionado con el mismo Dios, demonios... estaban... ¿Siendo expulsados? ¿O estaban tratando de llegar a Dios? ¿Porqué los humanos siempre pintan a Dios como un fornido anciano de barba blanca?

Necesitábamos una manera de acabar con los demonios... yo misma pensaba tomar la iniciativa de abrir la puerta... pero los enviados que me acompañaban llevaban cuajada en las venas...
Sujeto bien el brazal del sofá para tomar asiento en él y se me ocurre una locura... aunque tal vez... sirva de algo... Me coloco las manos en las sienes masajeandome suavemente tratando de hallar la manera exacta de terminar con tantísimos demonios... ¿Uno por uno? ¿Cuantos éramos nosotros? ¿4? ¿3? ¿2? ¿1a?

Ruthiel, soy Evangelia, "Los refuerzos de Alexandra"

"Llamo" de la Carretera Lauder número 3566, Mansión de los Santos.

Un gran siniestro va ha tener lugar, hemos contado al menos 4 demonios... ayuda

Oh, no... alcanzó a pensar Zadkiel antes de girarse lentamente hacia sus compañeros.

-Cerrada. Dijo. Han cerrado la puerta usando la llave. Tenemos que conformarnos con "esperar" a que avisen al gran pastor de que hemos llegado.

Venga Zadkiel piensa en algo, no pierdas los nervios... pensó para si mismo mientras sentía como aquello que los humanos tienen en el cuerpo y que llaman adrenalina, empezaba a extenderse por todo su ser terrenal. El ángel alzó sus manos y las estudió detenidamente. Espero que el don de mi señor no falle esta vez, por que creo que lo vamos a necesitar.

Zadkiel, imitó a su compañera y se sentó en uno de los sofás, desde allí contempló la ominosa pintura, que llenaba la estancia con un aura de amenaza que difícilmente se podía pasar por alto y luego posó su vista en la otra puerta, preparándose para lo inesperado.

¡Je! Sería toda una sorpresa si ahora nos encotráramos con Ruthiel por aquí...

No pudo quedarse allí sentado mucho tiempo, su característico nerviosismo tomó control de él y comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación sin quitar el ojo de encima a la puerta, esperando a loq ue fuera que puderia saltarles encima en cuanto esta se abriera.

El tiempo transcurre a su manera caprichosa, mientras los ángeles esperan, no sin cierta cuota de incertidumbre y de angustia. Parecen estar atrapados, o al menos, esa es la sensación que se apodera de los servidores de Dios. Pasan algunos minutos, entre las meditaciones cavilantes de Evangelia, los impacientes movimientos de Zadkiel y Eddgar tratando de respirar todo lo profundo que pudiese, dedicando miradas a la puerta blanca.

Un sonido hace sobresaltar a los tres. Toc-Toc-Toc, tres golpes firmes y casi simétricos, se escuchan en la puerta que señaló Eddgar hace unos instantes. Las miradas se ven atraídas invariablemente, mientras se gestaba la decisión silenciosa en medio de la absoluta incertidumbre de la situación.

Es el momento de las decisiones, esperando que el mal se arrojara desde el otro lado, como lo había indicado el ángel encarnado en el antiguo vaquero... eran las huestes divinas, contra los servidores del maligno. Y de nuevo, la silenciosa pintura parecía emitir su concepto propio.

El pastor Michael sonríe con esa encantadora expresión. Mientras asiente -Me alegro tanto pequeña- dice mientras observa y se abstrae un momento mirando hacia la pintura.

-¿Yo? oh muy bien, tan emocionado como todos de que el gran Día haya llegado, creo que habíamos estado esperando esto por largo tiempo, y finalmente, aquí estamos- dijo con su voz suavecita, con un tono que le hacía parecer el equivalente a un encantador de serpientes... o en este caso, de mujeres.

-Me alegra en verdad que hayas venido... con la ayuda de Dios, hemos podido elevar nuestro gran proyecto, cuantos han salido de la miseria en la que se encontraban! Dios brilla a través de todos, y seguiremos fortaleciendo la unidad de nuestra comunidad!!!- comentó mientras se levantaba, y se ponía frente al cuadro, en la parte izquierda. Te mira de reojo, girando la cabeza para alcanzar a ver un poco desde atrás.

-Constance... ¿Como te ha tratado el hermano Pastor Louis?- preguntó aquel hombre con voz inocente.

Zadkiel pegó un respingo en respuesta al sonido de los golpes en la puerta y le lanzó una mirada de alarma.

Al final todo se reduce a esto. Bien, pues que sea lo que tenga que ser. Pensó mientras se remangaba.

-Adelante, ¿Quién eh? Preguntó poniéndo el característico acento de Walton y  preparándose para recibir a quién fuera a entrar a través de la puerta.

El pastor Louis siempre fue amable, estuvo encantado de recibirte en la congregación, siempre hablaba y te enseñaba nuevas cosas, aunque no recuerdas si fueron muchas las ocasiones que tuvieron una charla así. Eso sí, en las escasas oportunidades, te preguntaba por el pastor Michael y lo que sentías hacia él.

Louis era un hombre interesado en tu bienestar (desde la óptica de Constance), tan bueno como los ancianos o los demás hermanos de la secta, un verdadero ángel. Incluso, era él y todos los demás miembros de la asamblea, los que hacían que asistir a las homilías y misas de la Secta fuese mejor que volver a casa...

Respiro profundo al haber recordado algo de mi envase. Tal vez saldría bien de esta situación aunque no estaba segura. Sus sentimientos y hormonas aceleradas nublaban cualquiera de mis decisiones. No podía quedarme mucho con aquel hombre, o terminaría enloqueciendo. Pero Constance no se alejaría de el. Lo que me extrañaba era por que aquel hombre siempre preguntaba por sus sentimientos. Algo sospechoso sin duda.

-Oh el siempre fue muy amable conmigo Pastor Michael... Me enseñaba cosas nuevas cada vez que nos veíamos... Es un gran hombre, y siempre estaba dispuesto a ayudar o conversar...siempre dispuesto a ayudar a los demás...- Le digo con una sonrisa, para enfatizar mis palabras. - ¿Pero por que me pregunta por el?-

Le digo extrañada. Frunciendo un poco el entrecejo. Sin duda era extraño. Ademas...aquel hombre había caído. ¿Lo relacionaría con ello? ¿Le habrían contado que yo estuve ahí? Esperaba no tener problemas con eso.

Si estábamos encerrados... tan solo quedaba esperar a lo que se avecinara, Walton ya se habia adelantado a indicar a quien fuera que pasara. Pero aún Dorothy se puso en pie y se dirigió a la puerta, el trabajo en equipo apesta, pero siendo objetivos, yo solo soy un peón en el tablero, Zadkiel y su generoso poder constituyen el alfil de la formación, y como es de todos sabidos, en una partida los peones siempre van delante.

Me levanto atusandome la falda y dirigiendome a la puerta que presupongo abierta al querer alguien entrar, me coloco ante la puerta, abriéndola a quien se presente, o quedando frente a ella con las manos cruzadas frente a la túnica para recibir a quien quiera que deseara entrar en el cuarto.

La puerta se abre, los ángeles otean no sin cierto nerviosismo, Eddgar siente el déjàvu propio, al sentir como su premonición se materializa entre sus ojos. Lentamente, la puerta blanca es empujada cuando está lo suficientemente alerta, y tres siluetas entran frenéticas, haciendo que incluso Eva tenga que retroceder, mientras gemidos de queja se les escuchan.

Son cadáveres putrefactos que caminan entre los vivos, en medio de aquella mansión. El que ingresa primero, babeando y con sus pupilas blanquecinas, está ataviado con lo que sería un traje elegante en alguna época y que ahora está roto y raído, su dentadura blanca brota visiblemente, suciedad se almacena entre sus encías y su mordida, calvo por completo, su piel blanquecina muestra rasgos de moretones pasados y cortadas, de maltrato y la señal inequívoca de la muerte, el cuello de una camisa que sería blanca, oscila entre un grisáceo y un rojo sanguinolento, estira sus brazos meintras se tambalea hacia Eva.

El segundo anda más encorvado, entrando detrás de el primero de los no-muertos, parece más corpulento, y usa una camiseta blanca que fácilmente podría tener manchas de todo tipo, en particular de sangre. Uno de sus brazos parece desencajado de una forma antinatural, mientras que con el otro, sostiene un bate de madera, la parte inferior de su rostro está destrozada, su nariz es tan solo un orificio disfuncional, la piel que recubre sus mandíbulas ha dejado de existir, dejando al descubierto varios incisivos y molares faltantes, así como un gutural sonido violento, sobre su cabeza no hay cabello alguno, sino un cuero blanco. Quizás se había rapado cuando vivía.

El tercero, más atrás, tiene una expresión algo tonta, sus dos ojos blanquecinos miran al vacío, le hace falta la hilera de dientes de superior, pero con la inferior muestra un aspecto algo bobalicón, su piel es de un beige amarillento, y vario vello facial le recubre el rostro, como recordatorio de sus días de vida, usa una camisa que parece estar más impecable que otras, sus brazos están hacia adelante, con la palma mirando hacia atrás y una de sus piernas parece estar mal doblada, camina algo más lento, y se queda en la retaguardia.

Atrás, hay una cuarta figura que no pueden ver, pues pronto el fragor del ataque parece rodear a los ángeles, esas bestias infernales con sus malignas y vacías miradas amenazan la misión, amenazan su permanencia...

-Teniendo en cuenta que fui yo quien te recomendó entrar en su congregación ya que quedaba más cerca que la mía... creo que querría saber si te sientes cómoda allí- dijo mirando aún el cuadro. Pero a pesar de ello, podías sentirle sonriendo. Era extraño, convivir con ambas sensaciones, la inminente desconfianza y los sentimientos de la niña. El hombre continúa abstraído, y te responde dándote la espalda. Luego gira su cabeza, para tratar de verte desde su posición.

-Ven, ven conmigo, quiero mostrarte algo muy particular de esta pintura- comenta mientras hace un gesto con el brazo para que te acomodes a su derecha, frente al cuadro. Sonríe y cierra los ojos un poco, parece un gesto de inocencia y afabilidad que seguramente cualquiera hubiese creído... pero... podría Anastacia creerle? podría Constance?

Cita:

De acuerdo a lo que vayais a usar para atacar es la tirada. Cualquier ataque que implique contacto físico (un bate, una patada) usa una tirada de Agilidad contra el talento correspondiente.

Para armas naturales (puños, piernas, cabeza..) es Pelea.

Para cuchillos, navajas, bates es Armas de Mano ó Arma a dos Manos y así..

Todos los ataques a distancia, con pistolas, arcos, etc, requieren tirar precisión (para dar a un blanco particular) o percepción (para dar al blanco apropiado). Esto está en Armas cortas, armas largas y así.

Esto se lanza en una tirada enfrentada contra el resultado de atacar a los muertos, por eso es que vuestro ataque se resuelve en MI turno.

Y, algo que se me olvidaba: Declaren por favor que van a hacer ante un ataque, esquivar? parar? resistir? para saber como resolverlo y no hacer el combate interminable :)

Cuando los golpes en la puerta se hacen reales y me doycuenta de que ya no es producto de mi mente abro los ojos y miro a la misma.
Desde mi visión no había dejado de sudar a chorros, no hacía más que secarme con las mangas de la túnica el sudor de la frente y toda la cara y no parecía que aquello fuese a cesar. Pero cesó, cuando se abrió la puerta y claramente pude ver a tres muertos vivientes. En ese momento el sudor dejó de preocuparme, los golpes también, incluso mi vista se tornó clara y mi mente dispuesta a lo que estaba por venir.

Uno se abalanzó hacia Dorothy que había abierto la puerta. Dado lo que la mujer había sido capaz de hacer el día anterior en un primer momento no creí necesario ayudarla contra aquel trozo de carne podrida.
Me lancé de lleno a por el siguiente que ví y qwue portaba un bate de beisbol. Pretendía darle puñetazos y patadas hasta en el carnet de identidad de su vida pasada procurando esquivar sus lentos golpes de bate ahora que estaba más lucido a pesar de la circunstancia.

Lo observo poco convencida. No me agradaba la idea de acercarme tanto a el estando desarmada. Pero los sentimientos de la joven eran fuertes. Respiro profundo, sin poder evitar sonrojarme cuando aquella niña se dio cuenta de la proximidad que iban a tener. Me acerco a el, con pasos lentos y cautelosos. Quedándome a unos pies de el.

-Le agradezco que se preocupe...- Le sonrío - ¿Que deseaba mostrarme?-

Le pregunto de manera algo tímida. Tenia que empezar a controlar esa situación. No podía dejar que se me fuera de las manos. Ya había fracasado antes y no volvería a permitírmelo. El confiaba en mi, y yo lo estaba defraudando. Tenia que centrar todos mis sentidos en la situación. No podía permitirme fracasar nuevamente.

Lo que surgió de detrás de la puerta de color blanco no asustó a Zadkiel. De hecho, dadas las circunstancias, ni siquiera le sorprendio el que una manada de muertos vivientes se les avalanzara con intenciones aviesas.

Esto es lo que nos merecemos por meternos en la boca del lobo sin pensar un plan mínimamente coherente. Pensó mientras se ponía en guardia. No si al final nos mereceremos todo lo que Ruthiel decía de nosotros.

Zadkiel vió cómo su compañero se avalanzaba hacia uno de los muertos, y por un momento se quedó indeciso.

¿Cómo diantres ocurrió lo del otro día? Se preguntó, y rápidamente miró la lampara que había sobre la mesa de la habitación. Quizás necesite un detonante para que la electricidad fluya de... ¡OH NO!

Absorto como estaba pensando en un plan de ataque, no se dio cuenta de la velocidad con la que los muertos se les echaban encima, rápidamente lanzó una patada a la pierna del ser con todas las fuerzas de las que disponía, deseando impactar en el fémur.

Visto que mis compañeros se lanzan contra los enemigos yo retrocedo tras ellos, estudio la situación... zombies.... eccss...

¿Como han sabido que estábamos aquí? ¿Como nos han detectado como ángeles?

Teníamos pocas opciones, 1-Había un infiltrado en el equipo celestial, lo que dejaba de sospechosos a Anastacia, Ewald o Ruthiel, y 2, habia un demonio que podía detectarnos.... casi prefería que fuera la segunda... porque de la primera no estaremos seguros hasta que sea demasiado tarde.

Retrocedo unos pasos mientras mi mano se desliza barriendo mi bolso, mis dos compañeros pelean frente a mí, y yo saco una lata de aceitunas que tirando hacia atrás como si fuera una pelota de beisbol, valga la redundante comparación al arma de nuestro descerebrado enemigo, coge impulso y sale disparada, directa al enemigo que no se habia lanzado contra nosotros.

Esperando que la lata de conservas impactara en el blanco causandole una espantosa y avinagrada muerte con sabor a aceitunas negras con hueso duro.