Partida Rol por web

Vaya, parece que disparé antes de lo debido y mee fuera de tiesto, qué remedio, esto sucede también en las mejores familias.

Eh Eddgar de tú de tú, tratame de tú, que todos somos hijos del mismo creador, nada hombre, yo pensaba, yo creía, yo supuse... lo siento, ainsss entonces estamos con lo puesto

Después viene el sermón de Anastacia, cuento hasta diez, porque se me ocurren diezmil formas de contestar, que no resultarían las apropiadas si lo que pretendo es que mis compañeros celestiales hablen más, sin embargo los argumentos taan inteligentes con los que cuenta Anastacia me hacen plantearme si de ahora en adelante no voy a mantener yo la boca cerrada, el resto de la vida de Dorothy.

No sé de qué pedestal hablas, no conozco la soberbia, tampoco voy llorando por ahí a rezar a mi protector, que seguramente me daría una paliza, despierta, somos nosotros tus compañeros y la situación es la que hay, despierta de una  vez y espavila que ya llevamos un día con los pies en la tierra.

Gracias por el consejo sí, me iré a dar un baño. Si de casualidad Dorothy tiene internet en casa te haré una llamada Walton

Y con esto y sin más estúpidos protocolos, me marcho a casa de Dorothy a darme un baño, tal como ha recomendado la estupendísima Anastasia Angel

Una vez recibidas las disculpas de Dorothy paso a escuchar las sabias palabras de Zadkiel y me concentro en lo que dice incluso cuando ambas mujeres comienzan a tirarse los trapos sucios a la cara, cosa que intento no escuchar. Así pues le respondo a Zadkiel acerca de su proposición:

- De acuerdo, mañana temprano nos veremos aquí. No creo que Arnold tenga Internet en casa, si me levanto con tiempo lo miraré, sino espero que podamos encontrar algún sitio desde donde buscar información sobre todos estos nombres y lugares que tenemos, como tú bien dices. Siempre será mejor dejar las llamadas para lo último no la vayamos a fastidiar. - le digo al hombre de color antes de imitar a Dorothy en cuanto a lo de irse a casa y descansar... Que buena falta me hace, pienso tristemente.

Parecía que ya había quedado todo decidido, de modo que Zadkiel se apresuró a tomar nota de los teléfonos o direcciones de sus compañeros no fueran a haber problemas, y tras la despedida se alejó de allí, repasando mentálmente todo lo que habían averiguado hasta entonces y todo lo que aún les quedaba por hacer. Sólo de pensarlo ya se sentía cansado como Eddgar.

Bufff... parece que hemos adelantado algo, pero aún tenemos mucho trabajo por delante y lo malo es que el tiempo juega en nuestra contra. Si no detenemos lo que sea que vayan a hacer los fieles de esa secta, me temo que la cosa se puede torcer demasiado. Pensó con preocupación. Lo peor de todo es que, a pesar de nuestras averiguacioens sobre la secta, seguimos sin tener ni idea de lo que ha pasado con Ruthiel, que es la clave para desentrañar todo este misterio... no se por donde podemos seguir buscándole, pero me parece que si no le encontramos, por mucho que averigüemos mañana, las cosas se pueden poner muy feas.

- Hasta mañana entonces. Descansad todo lo posible, mañana creo que será un día duro, quizá incluso más de lo que lo ha sido el de hoy... - dije antes de girarme y empezar a andar hacia donde al parecer Arnold tenía su casa.
Esos papeles estarán mucho mejor con Zadkiel, yo ya no sé ni dónde tengo la cabeza; tendré que buscar algo para eliminar en todo lo posible esta terrible jaqueca o no podré dormir agusto... iba pensando mientras me alejaba del grupito en medio de la noche. Apenas había gente por la calle ya así que me apresuré todo lo posible con el calor de una buena cama en mente.

Los observo irse. Realmente esa mujer me ponía de los nervios. Estaba comprándose todos los números de mi paciencia para terminar con un guantazo como Ruthiel. Sin decir nada, me doy media vuelta y vuelvo a la casa de Constance. Lo mejor seria descansar.

La noche cubre Houston, mientras los cuatro se separan, cubiertos por la noche y no sin cierto desasosiego, una muerte, un misterio, un ángel que no han encontrado y el peso de una misión sobre sus hombros. El silencio pronto cubre las reflexivas meditaciones de los enviados del cielo. Mañana se reunirían en la mañana, allí mismo... para continuar con su misión.

Pronto, cada uno se dirige a su residencia, apelando a las memorias de su recipiente mortal.