Partida Rol por web

El intenso viaje de camino a Winterhaven había pasado factura al grupo, que ahora notaba los efectos de la falta de descanso. Pero el rudo enano mantenía su expresión imperturbable. Como de costumbre, se limitaba a escuchar el incesante parloteo de sus compañeros durante la travesía sin apenas reaccionar a sus comentarios. Sumido en sus pensamientos, Dalits se dejaba mecer por el suave contoneo de Romo en el ocaso del día.

No fue hasta el aviso de Kyras que el guerrero regresó por completo a la realidad. Tras escuchar las suposiciones de Caerwyn, Dalits tan solo se bajó de su caballo sin perder de vista su arma. -Sean quienes sean, debemos estar preparados.- Dijo el enano con un tono entre el consejo y la advertencia. Pero mientras decía estas palabras, el mediano enseguida se adelantó fundiéndose con el entorno para disipar cualquier preocupación. "Tiene agallas el pequeñajo." Pensó al verlo adelantarse solo. El guerrero conocía de sobra la habilidad de Tifón, por lo que se quedó con el resto del grupo a la espera de novedades.

Caerwyn bostezó discretamente y se echó la capucha de piel sobre el rostro. La arquera sólo mostraba abiertamente la cara cuando estaba entre amigos. El resto del tiempo evitaba las calles más concurridas, y caminaba con la capucha echada y la mirada siempre baja. No podía soportar cómo la gente la miraba con espanto.

Sacó una flecha de la aljaba y la colocó perezosamente en el arco. No era un gesto hostil, sino que le salía naturalmente en cuanto sus compañeros se preparaban. Se colocó a una distancia prudencial detrás de Dalits y evitó mirar a las fuentes de luz para que no la deslumbraran.

—Mis galantes héroes sí que saben hacer cómo una mujer se sienta querida —sonrió, viendo a Kyras recoger flores mientras esperaba la señal de Tifon.

Tras observar bien la situacion vuelvo con cuidado por donde he venido para ir a contarles a mis compañeros lo que he visto.

Salgo de unos arbustos lentamente y sin hacer el menor ruido, aun llevo la espada corta en una mano, aunque la envaino en cuanto estoy seguro de que no puedo provocar el menor ruido que alerte a los moradores del campamento. Me acerco a mis compañeros y los miro con seriedad mientras envaino mi espada corta.

-Son guerreros y una mujer desarmada que haya podido ver. Estaban muy bien equipados, mucho mas que para ser mercenarios de poca monta o soldados comunes de un ejercito. Hay 3 que portan armaduras pesadas y espadones y otros dos con arcos y algunos cuchillos... Pero no tienen ningun guardia que yo haya visto, ni hay trampas ni se han molestado mucho en esconder el campamento, asi que creo que deben de ser guerreros sin mucha experiencia acampando en lugares hostiles- Vuelvo la vista hacia el campamento para asegurarme de que no hay ningun matojo moviendose en exceso- Aun llevan puestas las armaduras, si quereis hablar con ellos podria escabullirme por su retaguardia por si las cosas se ponen feas. Era algo que hacia mucho cuando servi de guardia de caminos.

Tifon llegó sano y salvo dando la noticia de quienes moraban ese pequeño campamento. Pero hay algo en el que el pequeño Tifón no calló. Esos hombres tan bien equipados y con esas inmensas armaduras tenían muy poca probabilidad de hacer su camino a pie y seguramente llevarían monturas, monturas que él no consiguió ver o no cayó en la cuenta de que no estaban.

Nada más daros la noticia una voz sonó desde la espesura y al instante una docena de arcos os apuntaban desde todas las direcciones. Con la escasa visibilidad no habíais conseguido verlos venir mientras que ellos parecían ver con excelente precisión pese a la escasa luz de la luna.

- Deponed las armas viajeros y no sufriréis ningún daño.

Casi tras acabar esa frase salieron dos figuras del bosque. Una era un hombre ataviado con una inmensa armadura y con cara de pocos amigos. La segunda una mujer que no llevaba protección alguna más que la belleza de su rostro y una sonrisa. Tifón los reconoció como dos de las personas que estaban en el campamento. La mujer habló entonces:

- Eres bueno escondiéndote, mediano, no la oscuridad te ciega y has dejado bastantes señales de por donde seguirte.

Rodeados y superados en número no teníais muchas opciones, pero la elección es vuestra.

Estaba terminando de preparar el ramillete que con sorna le iba a ofrecer a Caerwyn, cuando llega Tifon con las noticias de lo que había visto. Entonces se desveló la sorpresa que nos traía nuestro amigo mediano, aunque por las palabras que pronunciaban, la situación no era tan mala como podría haber sido. Al menos no han disparado primero y preguntado después. Así que esperando la reacción de mis compañeros, me muevo instintivamente un poco para cubrir a Caerwyn -Lo siento princesa, voy a tener que ofrecer ésto a nuestra invitada. -digo mirando apesadumbrado a Caerwyn, me giro y extiendo el ramillete hacia la mujer que nos ha hablado -¿Unas flores para una bella dama? -ofrezco sin moverme del sitio mientras me dirijo a Tifon -Bueno querido Tifon, has hecho un buen trabajo, nos has ahorrado un paseo, pero no les has avisado de nuestras pacíficas intenciones, pero eso es tarea de nuestro Helmuth -digo encogiéndome de hombros. Tenía las armas a mano, pero no quería hacer movimientos bruscos antes de tiempo, así que esperaría a que Helmuth hablase y nos sacase de ésta. Si nos lo indica, estoy listo para deponer las armas, o si es necesario tomarlas y luchar por nuestras vidas, lo veríamos en los próximos instantes.

Apenas había regresado el mediano con noticias, el grupo de aventureros se vio rodeado por atacantes desconocidos y con habilidades nada desdeñables. Dalits puso todo su cuerpo en tensión pero no hizo ademán de querer iniciar una pelea en una situación de tan clara desventaja. Una cosa es ansiar la batalla para encontrarse con su destino y otra muy distinta morir atravesado por mil flechas por no saber valorar la situación. "No hay honor en una muerte estúpida." Piensa el enano al imaginarse las posibilidades.

Sin hacer caso del tono burlón de Kyras, el guerrero no pierde detalle de quiénes los tienen acorralados y la mujer que les habló para que dejasen sus armas. Dalits mantenía su hacha enfundada así que simplemente no se movió a la espera de que el agente diplomático del grupo hiciese su trabajo. 

Caerwyn clavó la flecha que tenía preparada en el suelo, junto a ella, en un gesto de fastidio. Buscó a Helmuth con la mirada. Él era la referencia para ese tipo de problemas, y dejaría que Palabras Melosas hablara con la mujer. Sí, Palabras Melosas era un apodo que le sentaba bien a Helmuth. Le contaría su ocurrencia, si es que salían vivos de esta.
 

Antes de poder plazar un paçlan tras las palabras de Tifón, nos vemos rodeados y amenazados. Bueno, podría ser peor, podríamos habernos convertido en dianas de prueba. Estamos vivos, así que jugando bien nuestras cartas las posibilidades de sobrevivir son plausibles. Incluso aunque estuvieramos igualados en número, estamos cansados, el combate no es una opción. Desde mi posición más atrasada, empiezo a andar hacia nuestros interlocutres.

-Bajad las armas chicos.-digo con un tono de voz tranquilo y seguro.

Varias ideas empiezan a pasar por mi cabeza. ¿Qué estrategia llevar en la conversación? ¿Qué les puedo contar? ¿Qué NO les puedo contar? Una consecuencia más de los tiempos en los que vivimos. ¿En quién puedes confiar?

Cuando llegué frente a la extraña pareja compuse mi sonrisa más diplomática. Intenté fijarme en su aspecto, buscando todos los detalles posibles. Demasiado bien equipados. Sea quien sea, la mujer ha de ser alguien importante. Vamos hacia Winterhaven y nos encontramos esto. ¿Tendrá alguna relación? No parecen soldados del rey, pero tampoco campesinos levantándose en armas. Puede que no tengan nada que ver.

-Buenas noches o más bien, madrugadas.-Saludo mientras hago una leve reverencia.- Permítanme que nos presentemos. Somos "La experiencia Helmuth", grupo de aventureros y desentuertadores de buena fe que viaja por todo Mittelmarch. Os pido disculpas por la ofensa que haya podido transmitiros el comportamiento de nuestro pequeño amigo, pero supongo que estarán de acuerdo conmigo en que en mitad de la noche, toda precaución es poca.

Señalo los caballos y el carromato.

-Como verán no somos especialmente silenciosos en nuestro viaje.  Si nos encontrarnos con un campamento en el camino tenemos que tener cuidado. ¿Y si son bandidos que nos ven como una presa fácil? Si algún día la hora de encontrarme con Boccob tiene que llegar, ¡por las cien putas de Olidammara! ¡No va a ser de forma estúpida y con bandidos de poca monta!

Después de mi exabrupto vuelvo a relajarme.

-Es por eso que mi amigo fue a echar un vistazo. Como verán no constituimos ningún peligro para ustedes, así que, si no le importa decirle a sus hombres que bajen los arcos... No es por capricho, es que no me siento especialmente cómodo cuando me están apuntando. Quizás podamos mejorar las relaciones que con mal pie hemos empezado, conocer a la mujer que hay tras ese hermoso rostro y compartir información sobre el estado de los caminos.

La mujer sonrió ante el último comentario de Helmuth. Produjo una sonrisa jovial y sincera, algo que aun la hizo más bella de lo que ya era. Se adelantó hacia vosotros lo que produjo un acto de su acompañante intentando que no lo hiciese pero con un leve gesto de su cabeza el hombre desistió de hacerlo. Cuando estaba ya a escasos dos metros de vuestros sus manos hicieron un gesto hacia los suyos e inmediatamente todos bajaron el arco y no sólo eso sino que además guardaron las flechas en sus carcaj y se colgaron los arcos a sus espaldas. La joven estiró la mano y cogió las flores que Kyras le ofrecía.

- Gracias. Hacía mucho tiempo que no pensaba en las flores, en algo bello.

Acto seguido el acompañante comenzó a dirigirse hacia vosotros diciendo que encendiesen sus antorchas. A los tres segundos más de 10 antorchas iluminaban la escena. Pero no parecían ser antorchas normales pues su fuego no desprendía calor o llama alguna.

Fue entonces cuando conseguisteis ver bien a la mujer. Con los tonos que iluminaban su cara por la luz de las antorchas parecía un espectro. Su bella cara aun así irradiaba una inmensa belleza pero su piel clara, tanto como la luz de la luna, y sus cabellos del mismo tono la hacían ver como una enferma apunto de morir. Llevaba un precioso vestido digno de la corte aunque ya desgastado y algo sucio debido a usarlo a menudo por los bosques, con una capucha que ocultaba parcialmente su cabeza. Sus ojos parecían perderse en un mar de luz de lo cristalinos que eran. De sus manos colgaban dos esferas atadas a un cordel.

- La precaución es algo por lo que hoy día de verdad debes temer. No todos saben tenerla.

Su mirada no se centraba en nadie, parecía que tanto ella como su mente viajase por miles de lugares a la vez pero este no era ninguno de ellos.

- Oh, perdonad mis modales. Soy Lianna. Y estos son mis fieles y leales acompañantes. Protegemos estas tierras de gentes indeseables, como los bandidos. Tranquilos, no quedan de esos ya por aquí, hace tiempo que los expulsamos.

Lianna comenzó a dar vueltas alrededor vuestra pero sin siquiera miraros. Se quitó la capucha que dejaron ver entre sus cabellos unas orejas picudas, las orejas de los elfos y atrapó con sus manos las dos esferas que colgaban del cordel.

- Decidme, aventureros. ¿Que os trae por el bosque de Winterhaven?

—¡Magia! —se maravilló Caerwyn.

La arquera dio un paso hacia delante, pero se detuvo. Lamentó por un momento haber llamado la atención de Lianna a su persona. La belleza de los elfos le hacía sentir aún más incómoda con sus deformidades.

—Sólo estamos de paso. Pero decidme, mi señora, ¿es frecuente el uso de la magia en vuestro bosque? —le preguntó.

Sus amigos sabían que Caerwyn siempre se interesaba sobre rumores de magos, y que uno de ellos le llevó a la guarida del nigromante de donde la rescataron. Pero en su rostro no había reflejado el odio contra lo arcano, sino... otra cosa. Era difícil decirlo, por las sombras que proyectaban su capucha sobre el rostro.

-Somos aventureros mi señora y en contadas ocasiones mercenarios a cargo de cualquier patron con buenas intenciones, solo viajamos de un lugar a otro en busca de nuevos retos- Digo mientras dejo las manos bien visibles- ¿No sabreis de algun malvado dragon con una torre llena de tesoros ¿Verdad?- Sonrio ampliamente y procuro sonar sincero, bromear a veces rompia la tension y en esta situacion la tension era tan densa como para detener la embestida de una pica.

La mujer y sus acompañantes no eran normales, ninguna mujer desprotegida se lanza al combate a sola y ningun guerrero con armadura pesada corre en completo silencio a traves de la maleza. Sin duda alguna habia brujeria presente, y si la mujer es una bruja quizas quiera comernos vivos ¡Maldita ramera de orejas picudas! ¡Nadie me lanzara a una cacerola con agua hirviendo!

Si esa bruja espera comernos le rajare su delgado cuello antes de que sus esclavos puedan detenerme, lo hare con los dientes si es preciso por la gloria de Nerull.

Magia. ¿Servidores de lo divino o sometedores de lo arcano? Veo como a Caerwyn la demostración mágica le llama la atención. Siempre ha sentido interés por la magia, a veces me imagino cual puede ser la razón. De todas formas no estoy seguro, todos tenemos secretos.

A mí son otros detalles los que me sorprenden. Supongo que al ser siervo de Boccob, veo la magia con más naturalidad. No es que lo arcano me fascine, reconozco que el miedo al castigo por la prohibición mágica ha creado en mí una indiferencia sobre tal poder, pero soy consciente de la existencia de esos poderes. Lo primero que me sorprende es que la mayoría de los elfos han residido en Welfland, siempre había excepciones como Gwyriel y su padre, pero el hecho de que hubiera un pequeño grupo vigilando el bosque de Winterhaven... seguro que había una buena historia detrás de esto.

Esbozo una sonrisa ante la broma de Tifon. Al mediano le encanta mostrar su figura infantil e inocente, aunque nada de eso haya en él realmente.

-Señora como bien ha dicho mi compañera solo estamos de paso, hemos oido acerca de un posible trabajo y tenemos tiempo limitado para llegar, de ahí que viajemos de noche. Supongo que se lo estarán preguntando. De todas formas permítanos presentarnos como se debe. Mi nombre es Helmuth Von Kerceus, y estos son mis compañeros Kyras, Tifon, Caerwyn y Dalits.-me sentía extraño llamándolos por su nombre.- Y creo que debemos estar enormemente agradecidos por mantener limpio de indeseables este bosque. Bueno quizás no nuestro enano no esté tan agradecido, él disfruta con una pelea como un niño con una golosina.

Sonrío y analizo a la elfa. El vestido desgastado... ¿por qué alguien usaría un vestido así en un bosque? ¿Y por qué alguien con ese aspecto enfermizo permancería en este lugar?. Quizás fuera una prófuga y por eso estaba tan lejos de Welfland. Aunque, ¿por qué protegía los bosques? ¿Estaba falsamente culpada por algo? Una peregrina idea apareció en mi cabeza. La verdad es que Lianna parecía un fantasma. Era un encuentro digno de una historia. La sugestión de la noche ayuda para estas cosas. Observo por último las esferas con atención. Me pregunto que serán. ¿Quizás un arma? ¿Un objeto mágico? ¿O sencillamente un objeto meramente decorativo o sentimental? Si quería responder a mis preguntas, tendría que hacer las preguntas adecuadas y en el momento adecuado. Era como tocar una canción, cada nota tiene su momento. Vuelvo a componer mi mejor sonrisa.

-Supongo que al igual que a vos le sorprenderá vernos por aquí, reconozco que a mí me sorprende encontrar semejante grupo en mitad del bosque. Por lo que decís que protegéis el bosque pero supongo que detrás hay una historia muy interesante. Creo que a mis compañeros y a mí nos vendrá genial poder descansar las piernas antes de proseguir con nuestro viaje. Y una buena historia sería el añadido perfecto a nuestro descanso.

De forma discreta intento centrar mi atención en los guardias. Tal vez de ellos pueda sacar algo más de información. Cuando me quiero dar cuenta, estoy jugueteando con mi anillo de hueso.

¡Elfos! No me esperaba encontrar con elfos aquí, es cierto que no están confinados en Welfland pero no era habitual encontrarlos, y menos en circunstancias tan peculiares. -la visión de una elfa fue lo que más me impactó en ese momento, lo suficiente como para dejarme sin palabras un momento. Pero las exclamaciones de Caerwyn y de Helmuth me hacen fijarme en las luces que portaban éstos soldados. Magia. ¿Magia? ¿Pero cómo era posible? -me preguntaba mientras dedicaba una profunda reverencia e impulsivamente las palabras salen de mi boca -El destino ha querido mandarnos aquí y que nos encontremos por algo, nosotros nos hallamos en una búsqueda inconcreta, eso quiere decir que sois vos quien está en la necesidad de alguna ayuda, ¿qué podemos hacer por vos? -un fervor repentino había embargado a Kyras, pero la fuerza de éste disminuía tras el arrebato inicial y las dudas empezaron a asomar en su voz -bueno... si es posible, claro, no quisiéramos llegar tarde a la cita si es posible... -¿Qué me ha pasado? No es propio de mi....

La mujer continuó dando vueltas alrededor vuestra hasta que se colocó a la altura de Tifon con las dos esferas bien agarradas en sus manos y se agachó hasta su altura.

- ¿Magia? - dijo mirando de arriba a abajo al pequeño pero respondiendo a Caerwyn - Esto que veis aquí son simples trucos de trileros comparado con el verdadero poder de la magia.

Se volvió a incorporar haciendo que sus dos esferas se iluminasen.  Se colocó el vestido y de nuevo comenzó a rodearos.

- No sé nada de dragones ni tesoros. Aunque sé de muchas otras cosas.

Tras escuchar el pequeño discurso de Helmuth la elfa sonrió dejando ver unos dientes casi blancos como la leche.

- La mentira es algo muy castigado en el mundo elfo. Porque todos somos una comunidad y si alguien rompe esa unión todos caemos por la inercia de sus consecuencias. Este camino sólo lleva a Winterhaven, por lo que es allí donde os dirigís. Y allí sólo hay traidores a la corona. ¿Acaso vosotros lo sois?

Cuando Kyras habló la mujer soltó una carcajada:

- Lo siento, no precisamos de ayuda alguna más que de nosotros mismos. Ahora, respondedme. Ya las hitorias quedarán pendientes para otro día.

—¿Y hay humanos estudiando magia con vosotros? —insistió Caerwyn.

Pero la arquera se cruzó de brazos cuando les acusaron de mentir de forma tan gratuita. No iba a permitir que les trataran así, por muy elfa, maga o señora que fuera.

—El hecho de que nos dirijamos a Winterhaven no nos convierte en traidores a la Corona. Si todo el mundo tuviera tan claro como vos que en ese pueblo sólo hay rebeldes, el ejército real lo hubiera desmontado piedra a piedra —razonó Caerwyn. Y es que no eran traidores, al menos no todavía—. De modo que no nos llaméis mentirosos, ni apliquéis la medida propia en el paño ajeno, pues no somos elfos ni formamos parte de vuestra comunidad. No hay más que ver vuestro vestido, mi señora, para saber que vos misma tenéis mucho que ocultar.

Por unos instantes pienso en hacerlo un gesto apaciguador a Caerwyn, pero al final su imprudencia se me contagia. Sé que estamos en una situación desventajosa, sé que nos podemos meter en un lío más grande, pero no me gusta que me acusen de mentir. Nunca me ha gustado. Que sepa como comportarme en unas determinadas circunstancias no significa que lo haga. A fin de cuentas, soy un imbécil redomado.

Alzo el dedo índice y miró fijamente a Lianna con el ceño levemente fruncido.

-No me gusta que me llamen mentiroso, sobretodo cuando todavía no he mentido. Está claro que vamos a Winterhaven porque si no habría cogido otro camino. ¿Pero significa eso que Winterhaven sea nuestro destino final? Creo que al igual que tú y tus amigos.-señaló a la elfa y a su grupo.- Nosotros también tenemos derecho a tener nuestros secretos. Además, ¿que más da la respuesta que demos? Si eres lo suficientemente inteligente cuando nos separemos deberías enviar a algunos de tus hombres a vigilarnos, para asegurarte de que hagamos lo que hagamos no seamos un obstáculo para lo que hagas aquí. A fin de cuentas tienes los recursos para hacer tal cosa.

Al final se me ha soltado la lengua. No puedo controlarme. Lo único en lo que pienso es que morir agujereado no puede ser agradable.

-Y si tienes que deshacerte de nosotros, ¿te sentirás mejor sabiendo que te hemos mentido? ¿Eso apaciguará un remordimiento pensando que quizás no eramos malas personas? Pues mira, yo soy un sinvergüenza, no tienes que sentirte culpable por mí. Quizás sí tuvieras que sentirlo por mis compañeros. Y antes de que esto se convierta en un interrogatorio, creo que lo mejor será que continuemos nuestro camino. Que nos sigan tus hombres. Es más, que viajen conmigo en mi carreta.

Respiro hondo. El daño ya está hecho, solo me queda una cosa que añadir. Esbozo mi sonrisa más cínica.

-Y por cierto. No soy un traidor a la corona. De momento.

Cierro los ojos. Espero que el impacto directo de una flecha no sea muy doloroso.

Sigo con la mirada a la mujer elfa, cuando me inspecciona arrugo el entrecejo como un niño enfadado, entonces Helmuth empieza con su charla, solo que esta vez su charla tomo un tono peligroso para nosotros, si yo fuera un agente del rey hubiera dado la orden de matarlo sin duda, asi pues decidi probar otro camino:

-Hablemos sin subterfugios mi señora, somos aventureros y mercenarios y vamos a comprobar como de grande es la paga por luchar del lado rebelde y si compensa luchar para sus fuerzas. Si me permitis la observacion no pareceis un agente del rey, no creo que el mandara a nadie a limpiar de bandidos un bosque, mucho menos a una mujer tan apuesta como vos- Miro fijamente la expresion de la mujer- Aunque he de suponer que tampoco perteneceis al bando de ningun noble aspirante al trono ¿Verdad?

La mujer debia de ser una bruja, seguro que era una bruja y se habia comido a todos los bandidos. Quizas tenia algun grimorio con recetas para cocinar la carne humana ¿Y si nunca se ha comido a un mediano y desea empezar conmigo? Quizas su rostro sea una mentira y en realidad sea una horrible bestia mitad persona mitad animal como en las leyendas.

Quizas primero se coma a Helmuth, las brujas siempre se comen primero al parlanchin ¿Que haria en esa situacion? ¿Correria o protegeria valerosamente a mis amigos exponiendome seguramente a una muerte segura? Quizas no tengamos que pelear siquiera.

La bella elfa sin duda queria algo, esperemos que no mas esclavos ni mas comida.