Partida Rol por web

Vi entrar a Fistindantilus en el comedor dirigiendose a Sirius, deje de mirar a Walgior y me dirigí hacia ellos.

Que tal fistindantilus? Como se te dió la batalla?, miré de reojo a Sirius.

 [Enfermería]

-No se me da muy bien pensar...-le dije echando la lengua- Pero tienes razón, no debe de ser nada normal... Me interesaría más por eso, pero en este momento tengo un agujero en el estómago que atender-bromeé.

La verdad era que me sorprendía no ser el único al que le pasaba eso, aunque no era exactamente lo mismo... Quizás era el barco, que hacía esas cosas extrañas.

-Ah, sí, si averiguas algo avísame-le pedí finalmente con una sonrisa.

El enano hace su aparición a mi lado y al lado del hechicero. Observo como me mira y saluda al mago de otro curso, mientras que yo lo saludo con un ademán de mi cabeza y me giro para seguir al lado de la princesa.

Al ver que Sirius se aleja, le digo:Sirius un momento.

Solo quería decirte que en la batalla as estado realmente bien, le tendi mi mano a esperas de que la estrechara.

Miro a Arioch y sonrío...

- Tu también lo has hecho bien, amigo... ¿Estamos en paz? -, le digo mientras le estrecho la mano y continúo vigilante.

[Aposentos de la profesora Dana]

¿Un don? "Te está diciendo que estás loca, educadamente".

-Disculpe mi ignorancia... - intento disimular la impaciencia que siento. Necesito respuestas para saber a qué atenerme, y no estoy acostumbrada a no obtener lo que quiero a la primera... y eso es precisamente lo único que me pasa desde que llegué al internado. Voy de frustración en frustración... Pero la educación es lo primero.

-...pero no consigo entender qué significa eso del "don". ¿Cómo va a ser un don oír voces dentro de mi cabeza? ¿Quienes o qué eran? ¿Me las imaginé?

Claro Sirius estamos en paz, siempre es bueno tenerte cubriendo las espaldas, dije, y mientras le estrechaba la mano le miré con complicidad.

|Aposentos|

- Querida mía, esas voces se trataban de, nada más y nada menos, que los dragones... Por eso escuchaste que una de las voces mencionaba a un jinete, porque estaba intentando defenderle de los ataques- explicó la profesora, paseándose por la habitación, arrastrando aquella larga cola de la capa-. Tienes un don muy valioso, Vana... Tienes el don de poder comunicarte con los animales... El don de la comunicación animal... ¡Es genial! Muchos de los elfos saben hacerlo por propia naturaleza, pero sólo saben comunicarse con su dragón o su mascota más cercana... Pero tú, cuando puedas controlarlo, podrás conversar con cualquier animal con el que te cruces- dijo, más emocionada incluso que la muchacha, que parecía estar sorprendida de todo aquello-. Puede que algunos de los dones que iréis desarrollando parezcan más importantes que otros, pero te puedo asegurar que el tuyo será muy útil cuando aprendas a controlarlo...-

|Enfermería|

Naida: Vi como Marian entraba en la enfermería y se me quedaba un momento mirando, con malicia, para seguidamente salir de allí dando un portazo. No sabia quién se creía que era para hacer eso... Los enfermos necesitábamos descansar, no que alguien nos provocara un dolor de cabeza.
- ¿Qué demonios le pasará a esta? -le pregunté, con mirada interrogativa.

Olwë: Me quedé asombrado ante la acción de Marian, no sabia a que venia.
- No... no lo se- contesté extrañado.

Naida: Suspiré, mientras me encogía de hombros.
- Olwë, yo... yo soy la que debe pedir disculpas... Si no hubiera sido por mi imprudencia, ahora estaríamos los dos bien- le dije, agachando la cabeza.

Olwë: -No, no es culpa tuya.- Dije abrazandola sin apenas ejercer fuerza sobre ella.

Naida: Sonreí aliviada al escuchar sus palabras, pero sobretodo al sentir su abrazo, aunque no me apretujara contra su cuerpo...
- Eres... maravilloso- le susurré, dándole otro beso en la mejilla.

Olwë: Era la primera vez que me veia en una situación como esa, y no pude evitar ruborizarme. No sabia que debia hacer... asi que le bese en la boca esperando que no se enfadara conmigo.

Naida: Me besó y me quedé perpleja, aún sin asimilar que aquel muchacho acababa de besarme... Pero por instinto propio, le agarré fuertemente por la espalda y le devolví el beso, para separarme de él a los pocos segundos.
- Yo... Pensaba que te gustaba Marian- le dije, mirándole fijamente a los ojos.

CONTINUARÁ...

LA CASA LUJUBRE

Estaba un poco sorprendido por lo dicho por Victoria -Como es que has descansado tanto tiempo y aun estas cansada, eso no concuerda... - pare derrepente de hablar y la miro de modo interrogante.

Despues de unos sacudo la cabeza, como para sacar ideas, cierro los ojos y los abro rapidamente -bueno, lo unico importante ahora es que te sientes bien... me recorde de Hilary hay que ir a verla despues de que comas y descanses princesa.

[Comedor - Biblioteca]

La respuesta de Sirius me irritó sobremanera.  No sabía por qué, pero así fue.  Quizá porque soy una persona que odia la contradicción.  Le puse la mano sobre el hombro y apreté fuertemente:

-Recuerda, hechicero, que yo no he dicho que no hayas usado la magia.  Dije que no demasiado.  Aprende a hablar con propiedead - le espeté -.  De todas formas, no te culpo.  Toma - En ese momento le entregué el tercer pergamino que escribí en la biblioteca con el conjuro manos ardientes.  Ten en cuenta que cuando ejecutes el sortilegio el pergamino se deshará en tus manos.  Esto es un solo uso.  Y por si te lo preguntas, para usarlo debes leerlo y extender tus manos con las palmas hacia abajo juntando las puntas de los pulgares.  Tus dedos crearán una llamarada.  Úsalo cuando tengas a uno o varios enemigos cerca.

Después me giré para encarar al enano.

-Hola Arioch.  Parece que ya no estás tan enfadado.  Comprendelo, no me preocupaba por tí cuando os intentamos detener en la quinta planta, sino por mi mismo.  No soy tu niñera, ni lo seré.  No obstante, cuando necesites algo, puedes acudir a mí, aunque no significa que siempre esté dispuesto a ayudar.  Dependerá de las circunstancias, como fue el caso.

-Hola Arioch. La batalla bien, supongo.  Tu luchaste con todo lo que tuviste, enhorabuena.

Despues me retiré a la biblioteca, en busca de los preciosos libros de conocimiento arcano.  Esta vez me fijé en una serie de libros con encuadernación de cuero, negros como el azabache, y adornados con unos ribetes de un rojo vivo como el de la sangre oxigenada.  Tome asiento, abrí el primero y comencé a estudiar.

Esperaba encontrar nuevos hechizos que aprender.

|Pasillos casa lúgubre|

- Sabes que no pienso ir a ver a esa vieja arpía- le dije a Mefiroth, recuperando por un instante mi compostura, poniéndome de nuevo recta, pero al instante mis hombros volvieron a caer y mi espalda volvió a encorvarse-. Mefiroth... Yo necesito largarme de aquí...- le anuncié, deseando que lo entendiera, aunque si no le contaba lo de Markwolf jamás lo sabría.

CASA LUJUBRE

Escuchando lo que desia Victoria la miraba con curiosidad y extrañez por lo dicho.

-Por que me dices eso, a que te refieres?- Estaba un poco curioso del por que ella me pide semejante cosa... me hacia la pregunta de si habia pasado algo malo pero preferia dejar que esta misma me lo dijera.

Con delicadesa la recojo nuevamente y la empieso a llevar a mi cuarto para asi conservar la calma y con mas tranquilidad poder entender que estaba pasando.

[Aposentos profesora Dana]

Me levanté del asiento, y me puse frente a ella, haciendo una educada inclinación de cabeza:

-Gracias por sus respuestas y su tiempo, profesora... Creía que me estaba volviendo loca. Al menos sé que no es así... que las voces no son imaginaciones mías. No imagina cuánto me ha aliviado lo que me ha contado. No le molesto más.

Me dirigí hacia la puerta, pero antes de salir se me ocurrió una última pregunta:

- Disculpe pero... ¿hay algo que yo pueda hacer para dominar ese don? Para aprender a controlarlo... Cualquier tipo de ejercicio, o... Sé que ha dicho que llevará mucho tiempo, pero a lo mejor puedo poner algo de mi parte para hacer las cosas mejor.

|Aposentos|

- Lo mejor que puedes hacer, querida, es concentrarte mucho... Encontrar momentos para estar a solas y esforzarte al máximo por entender lo que sienten los animales e insectos, lo que piensan y sus más profundos temores... Sólo así podrás acelerar el control de tu don- le explicó la profesora, con una sonrisa de medio lado-. Pero cuidado, todo tiene su límite- le advirtió, antes de cerrar la puerta de sus aposentos.

|Enfermería|

- Si me permites el atrevimiento... Prefiero quedarme aquí contigo- le dije a Kith, sentándome en la cama, a su lado-. Ya habrá tiempo para investigar, ¿no crees? Tú me ayudaste en tiempos difíciles así que... Ahora me toca devolverte el favor. Dime, ¿cómo te encuentras? ¿Mejor?-.

|JUGADA MASTER|

|En el barco-castillo|

Todo estaba preparado... Había llegado la hora de comer y todos estaban en el comedor, donde ya habían terminado de poner los adornos. Incluso Naida, que hacía unas horas estaba bastante grave, había recibido el permiso que solicitó para poder acudir a la ceremonia, en compañía de Olwë.
Hëndel tampoco se había apartado en ningún momento de Kith, que había recibido el alta, al igual que Olwë.

La gran mayoría, más que nada las chicas, habían elegido bonitos vestidos para lucir en la ceremonia de coronación, y la Princesa Farilynn no era una excepción...
Los presentes guardaron silencio cuando ésta hizo su entrada en el comedor, dispuesta a recorrer aquella alfombra roja que le llevaba hasta el pedestal donde iban a coronarla...
Estaba verdaderamente bellísima, con un vestido y un peinado digno para una princesa que iba a convertirse en reina.

Delante de la joven iba un grupo de unas seis niñas elfas, que habían sido trasladadas al barco para la ceremonia, que llevaban unos vestidos entrañables e iban lanzando pétalos al suelo ante la llegada de Farilynn.
Detrás de la princesa, iba el personal del internado: Mark, Dana, Pharen, Shen y la enfermera Helen.
Además, entre el público se encontraba la reina sirena Melpénome, rodeada de un montón de soldados sirenos, dispuestos a dar la vida si algo se complicaba.
De momento, la llegada de Farilynn al pedestal era cada vez más cercana, mientras todos seguían mirando asombrados el gran cambio de la princesa, pues diariamente iba vestida como una persona normal. Estaba claro que en aquel momento, se requería de una buenísima presencia.

La Reina Hanless estaba ya en el pedestal y, cuando llegó su hija, le ordenó que se arrodillara, a lo cual obedeció.
- Su Majestad, Farilynn, es la persona idónea para ocupar este cargo... Ha demostrado valentía en momentos que se necesitaban, temor cuando las personas más cercanas sufrían, alegría por ver el regreso de personas que creíamos perdidas...- empezó a decir la reina, que se había preparado un discurso fantástico. Llegando ya al final, la reina cogió la [url=http://lh3.ggpht.com/_4Pz2W2b0Jf0/RfAllqfUpGI/AAAAAAAAAHo/Bhs0YsiQVJ4/VIAJE+A+ESPAÑA+973.jpg]corona[/url] que había sobre un almohadón-... Por eso, tengo el honor de coronarte como la nueva reina de todos los elfos sobre la faz de esta tierra... Honrarás a tu pueblo, les servirás y no permitirás que caigan en la miseria ni en la oscuridad...- recitaba, mientras le colocaba la corona sobre la cabeza.
Todos los presentes estallaron en aplausos y gritos de aprobación.

A continuación llegó el banquete, y un montón de camareros elfos surgieron de la nada para servir la comida y la bebida. Todo estaba cuidado al más mínimo detalle y la fiesta prometía diversión.
Después se sirvieron también bebidas alcoholicas fabricadas manualmente por los elfos que contenían bastante grados de alcohol.
Mark no pudo evitar lanzarle una mirada fugaz a la que, en ese momento, era ya reina de los elfos... Su mirada estaba llena de odio y rencor, pero seguía existiendo esa pasión... Sin duda, iba a intentar conquistarla de otra manera... Conquistando primero a su madre, ya que eso era algo que Walgior jamás podría hacer...

|En la casa lúgubre|

Victoria seguía empeñada en que quería marcharse del lugar, pero Mefiroth no lograba entender la razón.
- No puedo contarte nada, Mefiroth... Si lo cuento... Aquí estoy en peligro, incluso más que si voy yo sola al barco donde se supone que está nuestro enemigo- dijo la muchacha, comenzando a sollozar-. Si no me voy ahora me arrepentiré durante mucho tiempo... No te pido que me acompañes, sólo te pido que si decido marcharme, que no me delates...-.

Mientras tanto, en la habitación donde atendían a Hilary...
- ¡Se nos va, se nos va! ¡Rápido, traerme más compresas mojadas y medicinas!- gritaba uno de los enfermeros, que estaba empapado en sudor-. ¡No podrá aguantar mucho más tiempo así! ¡No hay ninguna medicina que la cure! ¡Sólo estamos alargando su sufrimiento!-.
- ¡Aquí se hará lo que yo diga!-gritó Markwolf, poniéndose furioso, a la vez que estallaba uno de los vasos donde el enfermero tenía agua-. ¡Haga todo lo que pueda!-.
Tras unos minutos de tensión, el enfermero se tranquilizó.
- Hemos conseguido tranquilizarla... Pero sigue en coma... Esto es una señal más de lo que está sufriendo... Está luchando contra la muerte y ella sola no puede con todo... Morirá al fin y al cabo, ¿por qué alargarle su inexistencia?-.
Markwolf le dio un puñetazo, tumbándolo de un golpe.
- Necesito encontrarlas... Ellas son muy sabias, seguro que sabrían curarla... ¡Vamos a ir en busca de esas dos mujeres, las que se hacen llamar "El Oráculo"!- gritó el señor oscuro, saliendo de la habitación a toda prisa, encaminándose hacia su despacho para organizar la salida.

[ Ceremonia - Cubierta ]

Me encuentro recostado junto a uno de los rincones del comedor, observando con detenimiento toda la parafernalía que se montó para la coronación de la Princesa a Reina. Todos están vestidos con sus mejores galas, alumnos y profesores. Hasta se quedo la Reina sirena junto a algunos soldados, más como seguridad, que como invitados, pero allí están.

No soy muy dado a las ceremonias ni a las fiestas, por lo que trato de pasar desapercibido ante los demás. Entonces, allí me quedo, en un rincón, viendo como transcurre la ceremonia y la coronación. Al terminar, varios elfos salen con bandejas llenas de bebidas extrañas.

Cojo uno de los vasos cuando uno de ellos pasa por mi lado, y me siento en un pequeño taburete. Mi espalda se apoya contra la pared, mientras voy dando pequeños sorbitos a la bebida, que cuando trago me quema un poquito la garganta.

No sé por que me encuentro de esta manera, será la situación, pero no me siento cómodo en un ambiente tan festivo. Cojo mi copa, me incorporo del asiento y comienzo a caminar hacia la cubierta del barco. Una vez allí, Rakkir parece sentir mi pena y se acerca volando hasta donde me encuentro. Su cabeza me empuja suave en mi hombro y yo le correspondo con unas palmaditas sobre su nariz.

Después, se acomoda a mi lado y juntos, el sentado y yo apoyado en la barandilla, miramos como el agua pasa bajo el barco. Mis ojos buscan el horizonte, el cual se encuentra borroso por la bruma, mientras una lágrima comienza a recorrer mi mejilla...

|Comedor - Cubierta|

La profesora Dana estaba bebiendo como el resto, aunque manteniendo su rostro serio y firme. De vez en cuando sonreía cuando alguno de los profesores pasaba cerca suyo o alguno de los alumnos le saludaban, pero entonces vio que uno de ellos salía del comedor hacia la cubierta, y la profesora le siguió, aún con la copa en la mano.
- Sirius... ¿Por qué no estás dentro celebrándolo? Entiendo que no seas un elfo y que no te afecte a tí directamente, pero la fiesta está divertida...- empezó a decir, hasta que se dio cuenta de que por sus mejillas resvalaba una lágrima-. Sirius, ¿qué sucede? -le preguntó, preocupada, apoyándose en la barandilla del barco para verle mejor el rostro.

[ Cubierta del Barco ]

- Ah... yo... -, giro mi rostro hacia el otro lado al ver a la Profesora Dana de Adivinación y me paso la manga de la túnica secandome la lágrima. - Yo... no lo sé. Tal vez he tomado demasiado de esto... -, le digo mostrándole el vaso de alcohol que tenía en mi mano, del cual sólo he tomado un par de sorbos.

Aunque en realidad, para ser sincero, no todo era una mentira. Me sentía triste, o tal vez melancólico, y las fiestas no eran de mi agrado. Sin embargo, no tenía idea por que sentía como si una mano me presionara el pecho dejándome sin aliento.

- Profesora... no quiero ser irrespetuoso, pero... -, le digo aún apoyado contra la barandilla del barco. - ¿por qué habéis salido también de la fiesta? -, continúo mirándola a los ojos.

Sé que ella sabía la verdad. Pienso que es imposible tratar de engañar a una persona que posee el don de la adivinación, pero eso no me importaba. Intentaba cambiar de tema de una manera sutil, aunque poco me serviría con alguien de su poder.