Partida Rol por web

|Sala de entrenamiento|

- Tranquilízate primero, por favor- le pedí al enano, con aquella voz dulce que me caracterizaba, todo lo contrario a mi personalidad-. Sé que no es bueno que te dejen plantado cuando ibáis a comenzar un combate... Pero lucháis en el mismo bando... No podéis pelearos tan fácilmente... Entre vosotros debe existir el respeto y el perdón... Seguro que el muchacho te pedirá disculpas por dejarte plantado- le dije, sonriendo, poniéndole una mano en el hombro del enano-. Bueno, y dime... ¿por qué no luchas mientras tanto con otra persona?-.

Me gustaría pelear con otro pero no hay nadie, casi todos han subido a la 5ª planta o estan en la biblioteca. Pero no te preocupes se que estamos en el mismo bando y se que Cambaral no dejará las cosas así. Pero tambien sabe que no le pondre las cosas faciles jajaja, le conteste a Shen cogiendo la mano que me habia puesto en el hombro retirandola de mi.

Solte mi hacha y la clave bruscamente en el suelo, dandome la vuelta dirigiendome hacia la puerta diciendo: haber si empieza de una maldita vez la acción.

Me paré antes de salir de la sala y le pregunte a shen: Me puedo quedar con algún arma?

[Escaleras 4ª-5ª planta - Dormitorio chicas - Biblioteca]

Isabella parecía algo aturdiada; no me contestaba. Debía ser cosa del hechizo de confusión. Decidí acompañarla a su dormitorio y la dejé en la puerta recomendándole que descansara un poco.
"Estaré en la biblioteca" le dije.
Despues me fui a mi destino. En la biblioteca reanudé lo que había dejado a medias antes del incidente. Cogí el libro de hechizos de la mesa en la que lo dejé - nadie lo había tocado -, tomé asiento y contemplé la cubierta.
Era de color azul y estaba ribeteado con runas plateadas. Abrí la primera página y comencé a estudiar.

*Me dirigo hacia la sal de entrenamiento, para estirar mis musculo, y porque no, probar mi fuerza con algun humano enclenque, porque dudo que hay un rival digno de mi.

| Cubierta - Pasillo |

Estaba tranquilamente mirando el mar cuando ví entrar a la princesa Farilynn. No me quedé mirandola sino que miré de nuevo hacia delante. Cuando me habló esperé a que se fuera sin moverme. Al cabo de unos minutos y con tranquilidad empecé a andar hacia el vestíbulo para luego dirigirme hacia la habitación de la princesa. Una vez allí dí tres golpes en la puerta y esperé a que abriera.

[ Pasillo - habitacion *

Estaba algo aturdida, realmente no soy demasiado consciente de lo que he estado ahciendo, al final fuimos con dos profesores a la quinta planta y rescatamos a los dos alumnos, bueno, ahora Fistandantilus me llevo a mi habitacion, estaba algo mareada, asi pues pense que lo mejor era aunque no dormir si acostarme un poco, asi pues me dirigi a la cama y tal y como estaba bestida me tumbe un poco sobre ella

[ENFERMERÍA]

-¡Me aburro...! - canturreé. La princesa acababa de irse y yo no podía evitar sentirme enormemente bien. Nos habíamos saltado las normas, habíamos estado a punto de no contarlo, pero estábamos a salvo, tenía a una monada de enfermera cuidándome... y todo a cambio de unos cuantos rasguños y tener que ayudar a unos profesores un par de días. "Por menos de esto te pasaban por la quilla en el barco".

-¡Muñeca! - llamé a la enfermera - ¿Cuándo voy a poder irme? No es que no disfrute de tu compañía, cariño, pero entiéndeme. Soy un hombre libre. Aunque... - Me incorporé en la cama y sonreí, seductor - si crees que vas a echarme de menos, puedo volver de vez en cuando - dije, a la vez que le guiñaba un ojo.

|Casa lúgubre, habitación de Mefiroth|

- ¿Que si quiero qué?- le pregunté, aún con la copa en la mano, a pesar de que ya me quedaba poco para que se acabara el alcohol-. ¿La ropa? Uhmmm... Interesante... ¿No puedes tú solito o qué? Déjame adivinar... Tu mami estaba acostumbrada a ponerte el pijama y a cambiarte de ropa, pero como aquí no está quieres utilizarme a mi para seguir haciendo el vago, ¿no?- le pregunté, riendo a carcajadas.

|Mis aposentos|

Abrí la puerta de inmediato, pues sabía perfectamente que se trataba de Walgior.
- Pasa- le dije rápidamente, mientras le agarraba del brazo y le metía para dentro-. Debemos hablar... No es por lo de Ikki, no te preocupes- le dije, adelantándome a una posible pregunta del muchacho-. Es que... quería estar contigo...- le susurré, mirando al suelo.
Probablemente serían los últimos momentos que viviría con él, pues estaba completamente decidida a ir en busca de Markwolf y mi madre... No iba a permitir que ese asqueroso ser oscuro se casara con la reina de los elfos, no podía, pero tampoco podía contárselo a Walgior, pues quería ir sola.

Escuchando como la princesa victoria soltaba veneno de su boca, le digo.

-No ves que si me pongo a quitarme la ropa podria hacerte algo... de lo que te podrias arrepentir y asi yo poder escapar...- Lamire, suspire hondo y dije -ya me canse, basta de jueguitos...- de forma penetrante y exitante la mire y la sujeto no muy fuerte pero tampoco muy suave, la atraje a mi y le planto un beso con pasion y deseo...

Le empieso a quitar su ropa con carisias deseosas de tener el cuerpo de aquella joven...

[Biblioteca]
Llevaba ya un buen rato leyendo el libro de conjuros, harto interesante, cuando me sentí cansado. Despues de lo ocurrido era normal.
Decidí darme un respiro, y despues seguiría con la lectura. Si se me hacía tarde, me llevaría el libro a la habitación y seguiría alli la lectura. Observé que había otros libros del mismo aspecto, así que supuse que los escribió la misma persona. Me interesaba leerlos todos.

Me acomodé en un sofá y permití que mi inconsciente dominara mi mente en un profundo sueño.

|Habitación Mefiroth, Casa lúgubre|

Le separé de mi con rapidez, con una mueca de asco.
- ¿Qué se supone que haces? Puede que esté borracha pero no soy idiota- le dije, pegándole una manotada en el pecho-. Tengo mis principios, mis sentimientos, mis dobles intenciones en esta casa... Pero nunca he pensado en tener algo contigo- decía, pensando en otras cosas que decirle, pero ya no se me ocurría ninguna. No entendí lo que me sucedió, pero de repente me acerqué a él y le devolví el mismo beso intenso y apasionado que me dio Mefiroth. Le cogí del cabello con fuerza, haciéndole ver que no quería que eso acabase ahí. Me quité el vestido y después le quité su camiseta, para ver su torso desnudo... Me separé unos milímetros de él para observarlo, acariciarlo, mordiéndome el labio inferior-. Eres tremendamente sexy... ¿Te lo habían dicho alguna vez?- le pregunté, mientras le empujaba suavemente, tirándole encima de la cama-. Vas a saber lo que es una verdadera mujer y que soy toda una tigresa...- le susurré, mientras me ponía encima suya de la manera más sensual posible. Abrí mis piernas, permitiendo que nuestras partes íntimas entraran en contacto, a pesar de que sus pantalones aislaban el contacto directo.
Comencé a besarle con pasión, bajando al cuello, tomándome mi tiempo para bajar al torso.
- ¿Sabes? Tengo hambre de elfo... Y me vuelvo loca sólo de imaginar que me vas a hacer tuya...-le susurré al oído, dándole un suave mordisquito. Cogí la copa con tequila, que ya quedaba poco, pero decidí que la mejor manera de tomármelo era en el mismo cuerpo de Mefiroth, así que se lo eché por encima. Sin tardar ni dos minutos, comencé a lamer todo su torso, a la vez que miraba intensamente al elfo, con cara de loba sedienta.
Me quité el sostén, mostrándole mis impresionantes pechos, a la vez que cogía sus manos y les enseñaba el camino para acariciarlos.

|Sala de entrenamiento|

Le miré severamente.
- Yo sólo estaba intentando animarte, Arioch -le dije, frunciendo el ceño y mostrando la autoridad de la que disponía-. Y no, no puedes quedarte con ningún arma... Las armas de las que disponéis son solo para luchar, no son regalos para nadie- le dije, con tono severo.

Me desperezo en la cama de la enfermería mientras me toco todo el cuerpo para ver si aún estoy herido y noto que, pese a algunas vendas, no tengo ningún problema para moverme. Además, tengo que estar bien para cumplir el castigo que me impuso la princesa... pero ¿a quién debería ayudar?

Me siento en el borde de la cama y a un lado veo a Cambaral, que tsmbién se encuentra aquí conmigo.

- ¿Cómo te encuentras, amigo? -, le digo mientras le sonrío. - Ha estado bien lo sucedido en la quinta planta... ¿Qué te apetece hacer ahora? -

|Enfermería del barco-castillo|

- Cambaral, por favor... Deja de tirarme los trastos, ¿quieres? No estás en condiciones de hacerlo- le dijo la enfermera al humano-. Estoy intentando que salgáis de aquí lo antes posible... No me gusta tener gente aquí recuperándose mientras se alegran de estar vivos y no se arrepienten de haber entrado donde no os llaman... No estoy aquí para curaros por estupideces vuestras, ¿de acuerdo?- les dijo la enfermera, mostrándose severa.

- Lo que váis a hacer ahora, es ir a los aposentos de la profesora Dana, de adivinación... Le váis a preguntar lo que podéis hacer para ayudarla y, cuando lo hayáis hecho, iréis a buscar a la profesora Shen- dijo de repente la voz de Mark, el director del internado-. No tenéis vergüenza... Dar las gracias a que la princesa Farilynn ha tenido piedad de vosotros... Si por mi fuera, estariáis expulsados- les dijo, frunciendo el ceño-. Y no quiero que molestéis a la enfermera, ¿queda claro?- preguntó, asegurándose de que lo hubieran entendido todo. Seguidamente, se marchó.

La enfermerá les dio sus últimas medicinas y les dio permiso para que salieran de allí.

Pues para que crees que quiero un arma Shen?, me sentí indignado por la afirmación de la profesora.

Se supone que estamos en una misión con un supuesto "peligro" y solo veo que no tenemos armas, que pasa solo van a poder atacar los hechizeros con sus truquitos de magia?.

" En ese momento empeze a preguntarme donde estaría Cambaral hacía tiempo qeu se fué que habría sido de el en su estupida incursión al pasillo 5, me enfadare si está muerto ya que eso sería tarea mía"

Escucho atentamente las palabras de la enfermera, la cual parece ser, nunca ha sido adolescente y nunca ha roto las normas. Cuando esta se gira para irse, le saco mi larga lengua y me levanto de un salto de la cama.

Cambaral parece estar bien ya, aunque no me responde más que con un gesto. ¿Me pregunto si estará enfadado por el hechizo de antes? Bueno, espero que lo sepa entender.

- Amigo, voy a ver a la Profesora Shen, a ver que quiere que haga... - me dirijo a Cambaral guiñándole un ojo. - Si quieres puedes seguirme... -

Desciendo por las escaleras y a medida que bajo, me cruzo con algunos compañeros. Unos me miran sonrientes, como aceptando lo que he hecho, otros, simplemente esquivan mi mirada o realizan sonidos raros al verme pasar.

Al llegar a la sala de entrenamiento, puedo ver a Arioch hablando con la profesora. Me acerco a ellos lentamente y cuando terminan de hablar, carraspeo para aclararme la voz y digo:

- Hola, Profesora Shen. Soy Sirius, vengo a deciros que estoy aquí por un castigo que me ha impuesto la Princesa. - le digo agachando la cabeza en señal de arrepentimiento ( aunque no me arrepienta de nada ) - ¿Qué tarea deseáis enconmendarme? ¿En que puedo ayudaros? -

Acto seguido miro al enano con cara de insatisfacción. Estos personajes creen que por saber utilizar una espada pueden vencer a cualquiera... ¿Me pregunto que haría frente a un mago? Continúo mirando a Arioch, fijamente a los ojos, esperando que me diga algo. Aunque seguramente, al saber que acabo de salir de la enfermería, no le apetezca medir fuerzas conmigo.

Me desperezo y de buen humor murmullo "Tú te lo pierdes, bonita". Escucho a Sirius y decido que lo mejor será seguirle. Tarde o temprano habrá que saldar la deuda. Le sigo y dejo que sea él quien hable con la profesora, mientras que yo me acerco a Arioch.

- No estoy acostumbrado a esta palabra... pero perdón por dejarte tirado, tío. Tenía un asunto pendiente con un bicho raro que guardan en el barco. - dije señalando con la cabeza hacia arriba - Y ahora me han mandado hacer de criado de los profesores. Pero, salvo que en este tiempo te haya dado tiempo a reflexionar y hayas cambiado de idea... no me olvido de que tenemos un asunto pendiente - le tendí la mano, esperando que me perdonase la espantada.

Cuando Cambaral me tiende la mano,antes de que la profesora shen me contestara, mi furía no permitia perdonarle, con mi antehombro izquierdo de un golpe le aparto la mano y con el puño derecho le golpeo en el estomago. Seguidamente doy unos pasos hacia tras cogiendo el hacha que previamente había clavado en el suelo, y sin pensarlo dos veces y fijando bien el blanco se lo lanzé...

[Enfermería - Aposentos de Prof. Dana]

Entristecido por haber sido culpado sin razón y sin oportunidad de defenderme, pero sonriente (nada me iba a hacer cambiar de actitud), me levanté lentamente de la cama. Ya estaba mejor, pero aún no había repuesto todas mis fuerzas. Acaricié a Akamaru en mi chaqueta, quien por suerte parecía estar mejor que yo. A continuación vi como los otros dos se iban escaleras abajo. "¿A dónde van? Tenemos que ir con la profesora de adivinación...", pensé, "...y esta vez no incumpliré una orden".

Suponiendo que irían antes a cualquier sitio caminé por el pasillo de la 4ª planta, buscando la habitación de la profesora de adivinación. Al fin, llamando por tercera vez a una de las puertas, ella abrió.

-¡Hola!-la saludé con una sonrisa- Me ha mandado la princesa a que ayude en lo que pueda... ¿Tiene algo para mí?