Partida Rol por web

gracias profesor tepest estaré allí sin falta- mientras mantiene una gran sonrisa en su rostro.

ahora con su permiso me retiro no quiero robar mas de su tiempo

me retiro y sigo rápidamente a mis 2 compañeros para dejar al profesor tranquilo con filo

Algo que quieran hacer antes de ir a la fiesta? - digo sin ningún ademan de burla

Dirigamonos aquella tienda llamada "perdición y desesperanza" ahi nos diran más de las cartasdixe kushikime mientras se voltea a caminar esperandl que lo siguieran

Bueno, no tengo nada mejor que hacer por el momento - sigo a kushikime

Viendo que tanto Kushikime como Kristal empezaban a moverse hasta nuestra siguiente ubicación, en silencio me pongo a seguirlos para ver que nos depararía dicha tienda.

solo espero que esta ves no intenten matarnos.

Estar junto a Kushikime e ir ha una tienda dejo de darme confianza no hace mucho.

La pequeña tienda poseía una cortina de tela barata color purpura oscuro oficiando como puerta, lo cual era un detalle más bien decorativo ya que esta al igual que las demás poseía su verdadera puerta. Al hacer a un lado la tela y penetrar en el lugar lo primero que los recibe es un golpe justo en la nariz; el aire de la pequeña habitación estaba cargado de demasiado olor a un perfume muy penetrante. El lugar estaba muy oscuro, a medida que sus ojos fueron adaptandose de estar en luz brillante a penumbra poco a poco van viendo que la tienda constaba de una sola habitación rectangular con el suelo cubierto de almohadones. Cubriendo las paredes se veían telas similares a la que estaba en la puerta, aunque esa última parecía que era la más gastada y por ello la colocó en la entrada, las únicas dos ventanas que había estaban cubiertas con tela para evitar que se colara la luz; aquí y allá estaban colocadas unas cuantas velas que emitían la única luz que había. En el medio de la habitación se hallaba una única mesa muy baja, tamaño gnomo.

— Creo que lo que veo en tu mañana... es la muerte. — Escuchan decir a la voz de una anciana.

— ¿Muerte? — Pregunta en un tono claramente incrédulo y molesto.

— Me temo que si. — Responde esta. Pueden ver por fin que el lugar estaba bastante lleno de personas de aspecto pobre y medio-pobre que estaban sentados en los almohadones regados por el suelo. En donde estaba la pequeña mesa se veía un pequeño circulo de suelo vacío y en el centro se encontraba la misma con solo dos almohadones uno a cada lado de la mesa; en uno de ellos se encontraba una humana anciana muy delgada, con un holgado vestido negro y blanco y cabello muy desordenado, la cual estaba atendiendo a un hombre sentado frente a ella.  — Y no solo eso... sino que ocurrirá tan solo en unos pocos días. Veo...

— ¡Que robo! — Estalla el hombre deslizando la mano por encima de la mesa haciendo volar las cartas al suelo. — ¡Estas tan senil que le has estado diciendo lo mismo a todo el mundo que viene aquí! Ya antes esto era una chorrada, pero por lo menos todavía te lo currabas un poco más. — Entonces se levanta y se encamina hacia la puerta. — ¡Que te pague tu abuela!

La mujer esquiva la mirada del hombre volteando hacia otro lado a la vez que suelta una risa nerviosa como si lo que estuviera pasando era alguna especie de ocurrencia graciosa. Cuando el hombre se encaminó airadamente hacia la puerta la anciana se incorporó y se puso a recoger las cartas que había regado por el suelo aun esbozando una mueca parecida a una sonrisa... extraña. Mientras tanto varias personas que al parecer estaban esperando el turno simplemente se levantaron y empezaron a marcharse, solo unos pocos se quedaron. 

— Ay, ay, ay... ¡Mi cadera! — Exclama la mujer mientras se levanta una vez hubo terminado. Y luego murmura una especie de canturreo a modo de combatir el silencio incomodo que se había instalado — Mi vieja cadera ya no es lo que era, ya no es lo que era... — En ese momento mira hacia la puerta y los ve a ustedes y de nuevo esa especie de sonrisa extraña, casi de loca, se le dibuja en el rostro. — Ohhhhh... ¿Pero que es eso? Pero miren, ¡jajajaja! Eso es lo más raro que a pisado mi suelo, ¡Y que me caiga un rayo si miento! Vengan, vengan, les lanzaré las cartas ahora mismo.

— Mmmm... — El murmullo molesto de las pocas personas que se habían quedado en la tienda se hizo notar, y uno alzó la voz — Nosotros estamos desde antes, ¿Por qué los atiendes a ellos?

— Porque ustedes no tienen cuernos, ¡Por eso! ¡jajajaja! — Dice la vieja mientras vuelve a sentarse en su almohadón frente a la pequeña mesa y arregla el mazo de cartas.

— Vieja bruja chiflada... ¡Yo me largo! — Dice una mujer, y acto seguido el resto de los que allí estaban se retiran molestos.

En el tiempo que habían estado en la ciudad Oned y Maximus se tomaron algo de tiempo para aprenderse el nombre de varias calles importantes por lo que aunque la Lanceta era una calle pequeña esta desembocaba en una más relevante por lo cual, luego de ingresar en la ciudad por el Puente Alto (uno de los dos grandes puentes que dan acceso a la gran ciudad en si) solo tuvieron que preguntarle a un ciudadano para ya saber donde dirigirse.

Tenían que avanzar por la avenida principal, atravesando la Plaza de Eodred, y luego tomar la avenida que giraba hacia la derecha que desembocaba en la plaza semicircular en la cual estaban hubicados la mayor parte de las tiendas más importantes de la ciudad conformando el centro del comercio, el mercado más importante, llamado El Paseo de Eodred.
Mientras caminaban atravesando esta concurrida plaza van viendo una tienda que parece especializarse en arcos y trampas del estilo de las que se colocan en bosques para cazar, ven una pequeña tienda enfocada a la exploración dedicándose a vender mapas y libros de geografía, una tienda de comestibles cocinados al vapor siendo el principal producto tratado la carne de todo tipo de animales más o menos exóticos, una concurrida taberna, una relojería, una tienda especializada en la venta de equipo para animales de monta y jinetes, una joyería, una tienda especializada en la venta de los mejores pescados frescos y demás productos de las aguas de todo tipo, una extravagante tienda repleta de frascos y polvos para componentes de pociones, reactivos alquímicos y rituales mágicos, una pequeña tienda que tenía una tela de color purpura oscuro a modo de puerta, una tienda dedicada a la venta de todo tipo de armas con filo desde dagas hasta mandobles (Oned ya había visitado esta tienda), una tienda dedicada a la venta de artículos de pesca desde anzuelos hasta redes e indumentaria especial para el pescador como botas especiales para no dejar pasar el agua (impermeables)... por algún motivo que les parece bastante extraño la tienda esta llena de mujeres jóvenes entraban y salían de la tienda entre risitas avergonzadas, y una barbería entre otras cuantas tiendas más.

Estaban relativamente cerca de su destino, tan solo tenían que atravesar la plaza semicircular y seguir andando por unas tres o cuatro calles más.

— Como les gusta la pesca a las chicas de aquí... — Dijo en un tono listillo — ¿Quieren saber por qué van allí en realidad?

Leerme la fortuna, suena interesante pero no quería ser la primera en derigir palabra despúes de todo no fue mi idea venir a esta tienda, el olor me resultaba agradable, nadie suele perfumar nada

Observo todos los lugares y trato de memorizar la ubicación de cada uno usando como punto de referencia la tienda que ya conozco.

Mi concentración se rompe debido a la intervención de las risas de una joven que pasa a mi lado.

Estaba a punto de decir algo cuando Arabella habló. Escuché sus palabras y le respondí:

¿Es acaso porque el dependiente es muy guapo?-contesto socarrón, aunque sí que tengo muchas ganas de saber el porqué.

Anda, cuéntanos. Aunque no deberíamos dilatarnos, yo creo que no nos falta mucho para llegar.-digo mientras me río un poco de lo que ya dije.

Vaya esta mujer tiene un arte único en su manera de espantar a la clientela, me pregunto si sera la vejez o si siempre  fue así... bueno supongo que sera la vejez, después de todo sin clientes no se come y por ende se muere.

-Por una vez me alegro de que alguien sea racista por extraño que suene-. Susurra Lecog lo justo como para que lo escuchen sus compañeros.

-Ya nos han lanzado cartas esta mañana espero que las tuyas sean un poco más esclarecedoras.

Al ver que todos salen y la anciana parece encantada con mis compañeros, decido dar un paso al frente

Disculpe, nos dijeron que quizá aqui pueda ayudarnos, nos podria decir algo sobre estas cartas o que significan? 

Lo que procede a mostrar la parte con la figura a la anciana, esperando no tener que darse por temor a que lea el reverso. 

— Ya nos han lanzado cartas esta mañana espero que las tuyas sean un poco más esclarecedoras — Le responde Lecog.

— ¡Bah! Maldita competencia, fue alguna de esas muchachitas de mucho escote, ¿Verdad? — Espeta la anciana — Andan por ahí montando puestos callejeros y la...

— Disculpe, nos dijeron que quizá aqui pueda ayudarnos, nos podria decir algo sobre estas cartas o que significan? — La mujer observa la carta que le muestra Kushikime primero entrecerrando los ojos, escudriñando y esforzando la vista, para de pronto abrir los ojos como platos por la sorpresa.

— ¡Ohhhh! — Exclama — ¿De dónde sacaste esa carta, niño? — Entonces se levanta dejando su mazo sobre la mesa y corre, tanto como puede correr una anciana de su edad, hacia Kushikime y cuando esta ya sobre él extiende los brazos con sus manos de largos dedos hacia la carta. — Dejame verla, damela ¡Damela!

— Oned... no sabía que estabas tan enterado de estos chismes — Le responde Arabella con una mezcla de broma e impresión — O es que a veces somos muy obvias, ¡jajaja! Diste en el clavo, algunas dicen que tiene que ser un elfo pero ni siquiera parece ser un semielfo. Y adivina que... tiene un negocio de pesca ¡pero le tiene miedo al agua! Jajaja ¿Puedes creerlo?

Ve que la anciana se acerca demasiado a el y enseguida acerca la carta a el y retrocede un poco.

Disculpe, no puedo darsela en este momento, no lo tome a mal, solo es algo complicado, vinimos aqui ya que nos dijeron que era una "experta" en este tipo de cosas, y por lo menos queríamos saber algo de ellas... acaso son importantes? 

Pregunta ante la reacción tan grande de la anciana esperando saber porque el sobresalto, esperando que no estalle igual o peor que el anterior hombre, aunque siendo sincero, todavía estaba un poco nervioso. 

La anciana frunció el ceño e infló los cachetes cuando Kushikime apartó de ella la carta.

— ¡Of! Saco a toda la gente que tenía para atenderlos especialmente a ustedes ¿Y así es como me lo agradecen? — Entonces se voltea y se dirige nuevamente hacia su almohadón frente a la mesita. — ¿Se van a quedar ahí parados todo el día o se van a sentar? Vamos, tomen algunos y acerquenlos a la mesa — Les dice esta señalandoles los almohadones. Una vez sentada ella toma su mazo de cartas, que ahora que lo ven con más cuidado se dan cuenta que es uno sumamente viejo y gastado, con cartas nada parecidas a la inmejorable apariencia de las cartas que ustedes encontraron que parecen más que nuevas, apoya ambos brazos en la mesa y se pone a barajar sus cartas. — Primero dime de donde la has sacado... ohhh... Jayah sabe de estas cosas, ¿La has robado?