Partida Rol por web

El movimiento de Charles arrojando el arma al suelo pasó desapercibido a la criatura o no lo consideró lo suficiente peligroso, pues no intentó atacar al profesor con toda su furia, si no que realizó torpes intentos infructuosos.

Por su parte, Phil, con la visión de la sangre brotando del cráneo de Bannon aún en su retina, erró el tiro que pretendía herir a la bestia.

Rápidamente, con el arma en mi mano, observo como la criatura vuela sobre nosotros y ataca al señor Phil. Afortunadamente sin consecuencias para él. Sin embargo, ese ataque hace que el señor Phil erre el disparo; un disparo que puede salvar vidas. Con el miedo y nerviosismo recorriendo mi cuerpo, apunto con determinación a la criatura. Deseando, por el bien de toda la especie humana no fallar.

Haciendo gala de su buena puntería, el profesor disparó y alojó dos plomos en el cuerpo de la criatura. No conocía su fisiología, pero había acertado en dos puntos vitales, pues la criatura cayó al suelo tras recibir sendos impactos y murió prácticamente en el acto tras un par de agónicos estertores.

Ya solo quedaba un objetivo a batir, y eso era algo que ninguno esperaba que ocurriera ni en sus sueños más optimistas.

-Es increíble! Puede que incluso salgamos de esta!!!- Pensó John viendo que poco a poco se estaban deshaciendo de sus enemigos. Mientras tanto, apuntó de nuevo con su arma a la criatura que quedaba y disparó

Tal vez el optimismo del detective le jugó una mala pasada, ya que, aunque consiguió que dos balas alcanzaran su objetivo, a penas fueron dos rasguños que enfurecieron a la bestia aún más.

La criatura no paraba de moverse, la ira consecuencia de un afán primario por sobrevivir le hacía agitarse a toda velocidad. El arma tronó y a la misma velocidad que sonó aquello, la amenaza que suponía el detective para aquel ser de otro mundo se esfumó.

El mísero rasguño de John o las balas que silbaban al pasar junto a él sin rozarlo hicieron que la criatura se centrase en la amenaza real, el hombre que había abatido a su amo y a su compañero.

Alzó su zigzagueante vuelo hacia la oscuridad de la noche y descendió en un picado mortífero que, sin embargo, no consiguió alcanzar al profesor.

Una vez más, la precisión y letalidad del profesor quedaron de manifiesto, con un sólo objetivo a la vista acertar a la criatura no fue complicado.

Ésta, gravemente herida se volvió contra el profesor planeando su ataque.

La furia de la bestia paralizó a Phil durante un instante. Momento en el cual recordó como otro de aquellos monstruos salidos del infierno estuvo a punto de matarle.

Disparó sin mucha convicción victima de un ligero ataque de pánico ¿o locura? que se apoderó de él unos segundos, errando al intentar alcanzar su blanco.

El cambio de comportamiento de la criatura y sus movimientos, cada vez más rígidos le dio a entender a John que aquel monstruo estaba en las últimas, por lo que, sin pensarselo dos veces, vació lo que le quedaba en el cargador contra su enemigo.

La horrible bestia emitió un aullido que helaba la sangre mientras se desplomaba sin vida en el suelo, manchando con su sangre impía la grava bajo sus zarpas.

Durante un momento todo quedó en silencio, como si el tiempo se hubiese parado. Las dos criaturas regaban el suelo de la entrada con su sangre ponzoñosa, mientras en el interior los cadáveres de Watkins y Bannon seguían tendidos dentro del circulo que encerraba el signo grabado en el entarimado.

Cuando las pulsaciones volvieron a la normalidad el fragor del mar y la tormenta volvieron a hacer aparición.

Graves suspiró al tiempo que dejaba caer los hombros y con ellos la gran tensión que se había adueñado de su interior hacía apenas unos instantes.

Tras comprobar que no había más sorpresas desagradables en el entorno, embutió el arma en la pistolera, a continuación tomó una de las muletas, después la otra y comenzó la marcha. Un par de pasos después se detuvo y arrugó la nariz. Al esfumarse la tensión advirtió algo que antes había pasado desapercibido para su nariz: aquellas criaturas apestaban.

-Vamos. Busquemos la salida. -Dijo sin ningún tipo de ceremonia mientras retomaba su torpe caminar.

Al ver caer a la última criatura, una extraña sensación invadió a Phil. 

- ¿Ya? ¿Hemos acabado con ellos?

Era extraño, habían sobrevivido y lo que sentía era - .... ¿decepción? -

Cuando cruzó el cuadro, Phil había asumido que moriría tras el portal, que ese sería su final. Y eso le parecía bien, le hacía sentir en paz. El haber sobrevivido una vez más al enfrentamiento con esas criaturas infernales no entraba entre lo que consideraba posible y así lo mostraba con su cara de estupefacción. Su voz interior aprovechaba de nuevo la situación para sacudirle por dentro.

Querías morir como un héroe Phileas. No vas a tener ese honor, no mereces honores...

-Vamos. Busquemos la salida.

La voz de Graves, como otras veces antes, le sacó de su ensimismamiento. 

- Eh... sí, sí. Salgamos de aquí... - dijo guardando el arma y pasándose la mano por la cara. 

A su alrededor podían observar como lenta pero inexorablemente, el mundo que Watkins había construido se iba derrumbando y volviendo a los abismos cósmicos de los que procedían.

Las luces de la casa parecían titilar, como si su fuente de energía se estuviese consumiendo. Solamente el mar y el faro en el acantilado parecían mantenerse íntegros.

Pequeños trozos de las paredes y los techos de la mansión empezaron a desprenderse, el suelo bajo sus pies comenzaba a plagarse de grietas y pequeños agujeros que se habrían a simas insondables. Los cadáveres comenzaron a pudrirse como si el tiempo se acelerase por momentos. Incluso el cielo de extraños colores parecía venirse abajo.

Los sentimientos encontrados atormentaban el alma del periodista. La decepción por seguir vivo, el deseo de dejar atrás su vida desastrosa, llena de fracasos y claroscuros chocaba frontalmente con el instinto de supervivencia innato de todo ser humano.

Aquella vorágine de pensamientos se agolpaban en su mente, se estiraban y encogían, giraban en espirales excéntricas que llegaban más allá de los límites de su razón y su cordura.

La locura que se había instaurado en su psique crecía dentro de él.

Oyó un sonido que le devolvió a las puertas del Paulie's. El roce de una túnica contra el suelo, un sonido rítmico, de pasos cortos a su alrededor. Sin embargo, no era capaz de ver a aquel que lo producía, solo algún atisbo de un suave color amarillo en el límite de su campo visual cuando giraba violentamente tratando de atisbar a su acechador.

-Déjalo ya Phileas- dijo la voz.

-Deja de esforzarte por ser lo que no eres. Tú no eres un héroe, los héroes no tiene las manos manchadas de sangre... ¡De su propia sangre!- aulló el ente -Tú eres un asesino, eres malvado y vil. Acéptalo y deja de intentar cambiar tu naturaleza-.

El color amarillo que Phil podía intuir empezó a girar a su alrededor a una velocidad cada vez mayor, tanto que se volvió más imperceptible que antes.

-¡Únete a mí! Juntos dejaremos atrás a aquellos que tanto daño te hicieron. Dejaremos atrás todos esos malditos recuerdos. ¡Únete a mí!- el ruido era ensordecedor.

-Mierda. -Maldijo el detective.

-¡Puta mierda! ¡Todo esto se está yendo a tomar por el puto culo!. ¿Dónde está la puta salida?- Un afán de supervivencia que creía abandonado cuando perdió su pierna retornó a él en forma de maldiciones. Ese mismo instinto hizo que su cabeza empezase a bullir buscando una respuesta, no tardó en aparecer su principal teoría: -El faro. Se veía el faro en la pintura. 

-¡¿Habíais visto una figura cruzar delante del faro?!- Exclamó su interrogación buscando hacerse de oír. -¡Debe estar la salida allí! ¡Vamos antes de que se vaya todo a la mierda!

-Mierda. -Maldijo el detective.

Las palabras del detective Graves sonaban lejanas. A cada paso que andaba se le hacía más difícil continuar. 

¿Graves? ¿Señor Diehl? - Phil estaba muy confundido, casi mareado  - ¿dónde están?. 

-Déjalo ya Phileas-

- ¿Marie?, ¿eres tú? - contestó a la voz. No era una voz familiar y sí lo era al mismo tiempo. 

-Deja de esforzarte por ser lo que no eres. Tú no eres un héroe, los héroes no tiene las manos manchadas de sangre... ¡De su propia sangre!-

- ¿Madre? ¿es usted? ¿Qué dice madre? ¿Por qué me dice eso? - Por un momento el periodista se pensaba a si mismo un niño perdido en la noche. Miró a su alrededor, se miró las manos manchadas, envejecidas. Agitó la cabeza y volvió a su ser. Esa voz le estaba atravesando el cerebro. No era la voz con la que conversaba habitualmente en su interior, no era la voz de su exmujer, tampoco la de su madre. No era una voz femenina, tampoco una voz masculina. Era amarilla. 

¿Una voz puede ser amarilla?. Te estás volviendo loco Phil - se dijo a sí mismo mientras seguía caminando hacia la nada. No conseguía enfocar la mirada, no sabía dónde estaba. 

-¡Únete a mí! Juntos dejaremos atrás a aquellos que tanto daño te hicieron. Dejaremos atrás todos esos malditos recuerdos. ¡Únete a mí!-

- ¡No! ¡No! ¡NO! NO SOY UN ASESINO. ¡No! ¡No! 

Mientras Robert arengaba a sus compañeros para avanzar hacia el faro, Phil se debatía gritando cosas incomprensibles como que él no era un asesino y otros balbuceos. Giraba sobre si mismo como debatiéndose contra un enemigo imaginario.

A su vez, como si la situación no fuese lo suficientemente delicada, el cadáver de Watkins empezó a convulsionarse y a deshacerse como si fuese de cera. Una especie de tentáculos empezaban a cobrar forma de entre la masa informe de carne muerta.

La reacción de su compañero le pilló de improviso. La aparición de la criatura terminó por exasperarle. 

-¡Mierda! ¡Joder, no hay tiempo! ¡Coged a Phil! -Arengó a sus compañeros mientras no cesaba en su marcha. Siguió avanzando al no sentirse útil para ayudar a su compañero y por sentirse el perfecto candidato a víctima por su paso más lento.

-¡Salgamos!