Partida Rol por web

El detective esbozó una sonrisa para relajar la situación mientras se dirigía rumbo a la sala. 

- Y díganme caballeros, ¿qué ha pasado para cerrar la exposición al público? - comenta Phil según camina

-Todo a su tiempo Sr. McReel. Primero entremos y busquemos al Dr. Oubrey, el director del museo. Él les dará todos los detalles que necesiten, aunque hay muy pocos detalles la verdad...- dijo el detective abriendo la puerta e invitando al grupo a pasar al museo.

Phil se muestra contrariado pero continua caminando. 

Inaudito... Me asaltan en la calle, me piden mis servicios y me hacen seguirles dentro de este edificio... qué menos que darme un mínimo de información. Quizás debí negarme ahí fuera...
Siempre te pasa lo mismo Phileas, te dejas llevar y luego te pasa lo que te pasa. ¿Cuándo aprenderás a ponerte en tu sitio? Marie nunca se habría ido si te hubieses comportado como un hombre. Pusilánime.... 

Sigh... Ok, ok. Doctor Oubrey, de acuerdo. 

Una vez dentro del hall del edificio, los investigadores se encontraron con una magnifica escalera que ascendía hacia la planta superior, a los lados, sendos pasillos que conducían a las distintas salas de exposiciones.

Stone les pidió que le siguieran y se adentraron en el laberinto de corredores y puertas que les llevaría al despacho de Oubrey.

Cuando llegaron al final del enésimo corredor, se toparon con unas grandes puertas de roble de doble hoja en cuyo lateral se encontraba una brillante placa dorada que rezaba "Dr. Michael Oubrey. Director".

Charles tocó con los nudillos levantando un eco en el vacío corredor.

-Adelante-

Sonó tajante una voz al otro lado del pasillo. El detective abrió cuidadosamente la puerta, procurando que las viejas bisagras no chirriaran demasiado, alterando la quietud del museo cerrado.

Una vez dentro del despacho se encontraron con un hombre de unos cincuenta años, sentado tras un escritorio de caoba completamente a rebosar del papeles. Sin duda este era el Dr. Oubrey.

Frente a él en una silla de alto respaldo, se encontraba otro hombre al que ninguno de los recién llegados parecía conocer. Incluso Stone levantó las cejas con sorpresa al ver a dicho individuo.

-Buenas tardes caballeros- saludó el hombre -soy Michael Oubrey, director de este museo. Pero imagino que eso ya lo sabían, ¿no?. Este es mi amigo el profesor Charles Diehl- añadió señalando al hombre de la silla.

-Pero pasen, no se queden ahí. Tomen asiento. Supongo que tendrán muchas cuestiones rondandoles por la cabeza. Intentaré ayudarles en lo posible- señaló un grupo variopinto de asientos, desde grandes sillas labradas hasta una vieja descalzadora. Cuando todos estuvieron acomodados tomó asiento.

-Buenos días profesor Oubrey, profesor Diehl. Soy el detective Graves, encargado del caso que nos ocupa. Estos buenos hombres que me acompañan son los detectives Stone y Finder. –El detective evitó hacer menciones al carácter privado de uno de ellos, quería evitar suspicacias, además de no querer entrar en detalle.

-También nos acompaña nuestro cámara el señor McReel. –Concluyó mientras señalaba al último hombre que quedaba

-Soy consciente que han venido agentes previamente, de hecho tengo sus declaraciones. –Como subrayando sus palabras extrajo una libreta y un lápiz, empezó a rebuscar entre numerosas anotaciones mientras continuó hablando:

-No obstante según mi experiencia, cuando las cosas asientan muchas veces nos damos cuenta de detalles que previamente ignoramos. Por favor, ¿podría volver a relatar los hechos que tuvieron lugar?

¿Nuestro cámara? ¿Nuestro cámara? Por el amor de Joseph Pullitzer, soy mucho más que un cámara. 
Phileas, este hombre te menosprecia y apenas te conoce. Tú ya te presentaste como editor de sección. Ándate con ojo. Y encima siguen sin darte detalles...

- Y bueno... caballeros. ¿Para qué necesitan mis servicios exactamente? - Phil carraspea y se dirije al director del museo - Disculpen. Señor Oubrey, encantado. Soy Phil McReel editor de la sección de cultura del Heraldo de Bellow Falls. 

La razón de mi presencia aquí en realidad era cubrir la exposición de Pintores Americanos para el semanario pero estos caballeros me pidieron acompañarles para prestar mis servicios de alguna otra manera. Sinceramente, empiezo a sentirme confundido, ¿declaraciones? ¿otros agentes? Les agradecería me dieran algo de luz sobre el caso que nos ocupa.  

John dejó que terminara el periodista antes de decir nada. -Buenos días profesores. Como ha dicho el señor Graves mi nombre es John Finder, y aunque alguno de los presentes ya sepa de qué va todo este asunto, todavía alguno de nosotros anda un poco perdido, así que les agradeceríamos que nos pusiesen en antecedentes del por qué estamos aquí.

Aunque su tono serio y autoritario pretendía hacer ver lo contrario, Oubrey estaba realmente nervioso, lo cual saltó a la vista de los investigadores desde un primer momento.

-Todo este asunto ha sido una sorpresa para nosotros. Sabíamos que la colección que exponemos atraería miradas. Sobre todo Las Brujas de Salem, es una obra muy famosa... Y muy cara- añadió bajando la voz, como esperando que otro asaltante callese sobre su espalda.

-Aún asi, no esperaba que nadie intentara entrar en el museo por la noche y William, el guarda de la finca no me parece  lo suficiente fiable para proteger la nueva exposición. Entiendanme, por favor, es un buen hombre, pero tambien es un poco corto de entendederas, por lo que estaría encantado de quella policía, o usetedes,  me  ayudasen, por lo menos, durante las próximas noches. Hasta que se aclare... este...- continuó casi sin tomar aliento -No sé como llamarlo, ¿allanamiento? Porque robar, aquí no se ha robado nada-.

Luego miró al grupo, conocía al detective Stone, los demás, a excepción de su amigo Charles, le eran desconocidos, por lo que añadio -Evidentemente su trabajo será remunerado... Digamos 5 dólares la noche. ¿Que les parece?- preguntó a sus invitados.

Las palabras de su anfitrión dejaron a Robert Graves patidifuso, rápidamente se dispuso a aclarar cualquier tipo de malentendido:

-Disculpe que le interrumpa. Pero no he venido a hacer eso… Me explico, en estos momentos hay un caso abierto, como usted muy bien apunta por un allanamiento de morada… He venido para comprobar si en efecto conviene seguir con la investigación o si por el contrario debemos dar carpetazo al asunto y cerrar el caso achacándolo a una chiquillería. Si lo que usted desea es escolta, vigilancia, o lo que sea… -Subrayó sus palabras con un suave movimiento azaroso de manos. -Hay unos servicios maravillosos que pueden ser contratados y estoy seguro que la cantidad fijada por usted es óptima. Por mi parte sólo quiero recorrer el museo para comprobar el escenario de la exposición que me ha descrito y si no veo nada raro me marcharé.

-Eeeeeeh, bueno... Eso no es lo que tenía en mente, la verdad...- dijo Oubrey con rictus de preocupación en su rostro. -No recordaba que usted también era policía. Comprendo que no puede ofrecer, ese tipo de servicios. Pero si que le pediría que intente mantener la seguridad en el museo. Esas obras de arte son realmente valiosas... y ya no confío en que se encuentren en un entorno seguro...-

Phil se plantea la oferta del señor Oubrey seriamente. 

Aaah, piensan reabrir la exposición. Magnífico. Y siendo así... ¿tendré acceso a todo el museo y todas las obras por la noche? Entiendo que estará iluminado...
Estoy me dará una perspectiva única de las obras expuestas. El reportaje puede ser digno de premio...

- Entonces... ¿podré tomar todas las fotos que necesite? ¿tendré acceso a todas las obras expuestas? Interesante....

Se quita el sombrero y se rasca la cabeza mientras espera la respuesta del director. 

- Si... si es así...sí. Claro que... no, yo no venía aquí con esa intención por supuesto, y no sé de qué le puede servir a usted que un mero cronista cultural deambule por el museo pero... pero la oportunidad me parece cuanto menos curiosa. Puede contar conmigo señor Oubrey. Tomaré los 5$ en concepto de dietas. 

-¡Oiga!- exclamó el director. Una cosa era que la situación fuese comprometida, y otra muy distinta que le gustase regalar dinero. -De dieta nada. Yo le pago a usted encantado de la vida, pero estos cinco dólares implican vigilar el museo toda la noche haciendo rondas o como quieran ustedes-.

-En cuanto las fotos- dijo más sosegado -Siendo usted editor de la sección de cultura de un diario, ya sabe cual es la política al respecto. Mientras no publique las fotos antes de quince días después de la inauguración puede hacer todas las que quiera. Eso sí, al parecer los señores detectives cuentan con su ayuda, o al menos con su cámara. Si le piden hacer una foto a algo, debe hacerla-.

Luego se giró hacia Stone. -Charles, ya hablaremos usted y yo. Esto no es lo que me había prometido-.

Ja, a su primera respuesta ya te levanta la voz. Otro que no te respeta Phileas... ¿Cuántos van? ¿Todos?

- No me ha entendido señor Oubrey. Yo ya estoy bajo la nómina de mi cabecera, en Bellow Falls. En exclusiva. No puedo aceptar otro salario. Sin embargo, tomándolo en concepto de dietas no habría problema. Además, eso cubriría mis gastos en la ciudad y podría extender mi estancia sin tener que telefonear al Heraldo. 
Por supuesto que respetaré la cuarentena. Simplemente, si me promete libertad de movimiento en el museo, puede disponer al 100% de mi ojo vigilante, así como de mi objetivo. 

Phil dibuja una inquietante sonrisa forzada en su boca y levanta la cámara simulando que fotografía al director del museo. 

Clic.
 

John sopesó en silencio la propuesta del señor Oubrey, y al cabo de unos instantes dijo: -Por mi parte no hay ningún problema. Estoy dispuesto a pasar las noches que hagan falta vigilando el Museo

El nerviosismo que asaltaba al director cuando se refería al supuesto allanamiento le decía que había algo muy raro en toda esa historia.

-Por mi parte sabes que tienes toda la ayuda que pueda prestar- dijo el profesor Diehl -Y además sin cobrar...- añadió a modo de chascarrillo. No era su punto fuerte, pero quería aliviar la tensión del momento, pues sabía que su amigo estaba pasando por un trance un tanto delicado.

Dicho lo cual se puso en pie, esperando nuevas instrucciones.

-No esperaba menos de ti Charles- dijo muy serio el profesor Oubrey -En cuanto a usted señor Finder, le agradezco su colaboración, al igual que la de sus compañeros policías, supongo que tampoco querrá cobrar por ello, ¿no?- preguntó esperanzado, diez dólares la noche no era precisamente una ganga.

-El señor Finder no pertenece al cuerpo Profesor...- se adelantó a decir -Me temo que tendrá que contar con cinco dólares extra...-.

Viendo la cara de decepción de Oubrey y teniendo en cuenta la hora que era, se acercó a la puerta del despacho y agarró el pomo de latón.

-Caballeros, me gustaría disfrutar un rato más de su compañia, pero el deber me llama. Estoy asignado a otra investigación y ya he demorado demasiado mi presencia en el lugar de los hechos. Si me disculpan...- dijo a modo de despedida mientras abría la puerta.

-Espere, le acompañamos- dijo el profesor -así aprovecharé para enseñarles a los nuevos vigilantes nocturnos la sala de la exposición-.

Con un gesto, el director del museo indicó al grupo que se encontraba en su despacho que le acompañaran.

Recorrieron los laberínticos pasillos que habían transitado minutos antes y que, con la luz cada vez más mortecina del crepúsculo, parecían más altos, más anchos y más siniestros.

Llegaron a la puerta y se despidieron de Stone hasta la mañana siguiente. Una vez solos, Michael Oubrey les condujo orgulloso hasta la sala de la exposición Pintores Americanos.