Partida Rol por web

Un trago antes de morir

Prólogo: El ferreo orden

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29/05/2014, 00:55
Director

6 de diciembre de 1941

Nueva York era una ciudad preciosa pese al frío de los inviernos y aquellas tormentas que tenían por costumbre azotarlos. Aquella era una ciudad que siempre estaba en ebullición, siempre cambiante, en constante crecimiento. Desde la altura que proporcionaba el rascacielos en el que Tom se encontraba trabajando los habitantes de aquella ciudad parecían tan minúsculos como hormigas, tan efímeros como el cambiante paisaje de la ciudad. Ahora, aquel alto edificio que estaban construyendo parecía inmortal, pero antes que ese otros también lo habían creído y habían terminado convertidos en escombros para dar paso a otros edificios nuevos.

Desde allí arriba podía relajarse viendo el majestuoso Empire State y el bonito edificio Chrysler, y tantos otros rascacielos que se levantaban desafiando las leyes de la gravedad con sus vertiginosas formas. Aquellos minutos de descanso en las alturas le proporcionaban un curioso remanso de paz que le alejaba del tormentoso vayvén de las obras y le alejaban todavía más del ambiente dictatorial que imponía su padre en casa.

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29/05/2014, 10:58
Thomas Connely

La "gran manzana" era caprichosa. Hoy estaba trabajando en uno de sus nuevos niños mimados, pero mañana este edificio tal vez sería olvidado y relegado a un segundo plano, sin importar cuanto tiempo y esfuerzo se llevase al ser construido. Era el flujo de Nueva York y parte de su encanto.

Yo en cambio me contentaba con la vista. Las pequeñas personitas muy por debajo mío en constante movimiento, frenéticas como si el hormiguero en que vivían estuviera bajo ataque; mientras que yo solo conocía el movimiento del martillo neumático remachando todo el día pieza tras pieza. Era una buena rutina pero el final del día siempre llegaba y cuando mi turno finalizaba pasaba de ser un gran espectador a una obrera más del hormiguero. Lo único que me alentaba a salir a la calle era la certeza de que al otro día volvería a subir a mi nido de observador en las alturas... mi pequeño refugio de acero en Nueva York.

En mi interior rogaba que faltara mucho para el sonido de la sirena que marcaba el cambio de turnos, aunque no tenía ni idea de verdad cuanto llevaba colgado de las enormes vigas de acero el día de hoy.

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01/06/2014, 12:05
Director

El martillo chocaba una y otra vez sin descanso contra los remaches de acero de la viga. Aquel sonido metálico se incrustaba en el cerebro y resonaba en el interior del cráneo. Thomas imaginó que no podía haber un sonido peor. Incluso cuando él paraba para descansar su brazo un rato seguía escuchándolo una y otra vez por obra de sus compañeros. Atrás, a su izquierda, a su derecha, debajo de él. El ruido era constante.

Finalmente la sirena sonó y pudieron poner fin a aquella dura jornada de trabajo en las alturas. Andar por las calles de Nueva York y sus anchas acercas se diferenciaba mucho de hacerlo por las estrechas vigas de acero con un precipicio mortal a los flancos, pero suponían peligros similares. En unas te aguardaba el mortal precipicio, en las otras podías ser engullido por el brutal crecimiento de la ciudad y su estilo americano de vida.

Thomas descendió de los cielos y simplemente se dejó absorber por la marabunta de personas que desfilaban frente a la anchas avenidas de la ciudad, con la esperanza de que le arrastraran hasta su hogar. Tan lejano de la feliz soledad de las alturas.

Notas de juego

Intenta escribir en tercera persona y usando el tiempo pasado.

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05/06/2014, 03:17
Thomas Connely

Por fin Thomas pudo decender de su lugar entre las vigas de acero y las remachadoras para recorrer el largo camino entre los peatones neoyorquinos que lo llevaría de nuevo a su hogar, entre regaños y gritos de un lisiado que no hacía más que imprimir ordenes como si aún estuviera en el ejercito.

Entre los empujones y el ruido de fondo que siempre acompañaba a la gran ciudad, sus pasos lo guiaron lentamente por las largas calles hasta el barrio de edificios pegados y habitaciones superpobladas que era su hogar. Diviso a la mitad de la calle la puerta vieja con la pintura verde descascarada que marcaba la entrada al edificio donde en planta baja su padre había adquirido hace tiempo su minúscula propiedad.

Al llegar a la puerta Thomas suspiro con fuerza, golpeo y se anuncio mientras entraba. ¡Ya llegue!

Notas de juego

Perdon! se me paso.

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05/06/2014, 13:52
Director

-¡Joder, ya era hora!. -Gritó la voz ronca de su padre en respuesta. A continuación empezó a quejarse de lo mucho que tardaba en regresar del trabajo y de lo patán que era su hijo. Según la opinión de su padre los chicos de ahora ya no eran tan comprometidos como los de su generación, además de ser unos vagos y unos granujas y frescales. -Antes, -decía, -teníamos ideales, luchábamos por una causa, joder. - Él había perdido un brazo por la patria, sabía de lo que hablaba, nadie podía negarle que había servido con valor y honor a su país pero a veces Thomas pensaba que la única manera en la que su padre se sentiría orgulloso de él era perdiendo una extremidad al igual que le había pasado a él.

Nunca estaba contento. Si tardaba en llegar era un golfo que pasaba demasiado tiempo lanzándole piropos a las chicas desde la obra, y si, por el contrario, venía demasiado pronto era un gandul que no trabaja lo suficiente. No había manera de satisfacerle. Lo peor de todo era su duro y áspero carácter. Dirigía la casa como el sargento que había sido y como si su familia fuera ese grupo de soldados que había estado bajo sus ordenes en la vieja Europa.

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10/06/2014, 09:21
Thomas Connely

Thomas se acostumbro con facilidad a estos tratos con el correr de los años y trataba de manejar a su padre para que sus rabietas fueran lo más dóciles posibles; pero en su mente siempre acudía la imagen de su madre soportando el calvario todos y cada uno de los días de su vida.

Se froto los pies en el felpudo y fue directamente a la cocina para saludar a su madre; pues de seguro ella estaría ahí cocinando algo como siempre hacía. Hola ma. Le dio un simple beso en la mejilla mientras su padre terminaba con su discurso sobre el deber y los ideales. Es que ustedes tuvieron una guerra en la cual luchar. Fue la respuesta que Thomas le dio a su padre.

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14/06/2014, 01:43
Director

Su madre le miró con cierta complicidad al escuchar las quejas de su padre, una mirada que le invitaba a aprender de ella y tomarse aquella rabieta con resignación. Como había hecho ella desde que volvió de la Gran Guerra y como había hecho él toda su vida. Pues en este asunto ninguno de ellos era novato, ni mucho menos.

-Sois una generación de jóvenes estúpidos. -Dijo él en respuesta. -Eso es lo que sois. No es que no haya ninguna guerra para vosotros, es que el puto Tío Sam os ha consentido demasiado. Sois unos niñatos mimados. -En la cocina su madre entornó los ojos y resopló suavemente para armarse de paciencia.

-Pero mírate. Ni siquiera tienes un buen trabajo... -Añadió alzando el único brazo sano que le quedaba en dirección a Thomas con un ademán de desprecio.