Partida Rol por web

Llevando cada uno de un hombro al pobre Andrew, la joven pelirroja Elizabeth Keks y su fornido acompañante Peter Nichols atraviesan el portal que se ha abierto entre los arcos del misterioso círculo de piedras de Stonehedge, al pasar por dentro sienten como si atravesaran una cortina de agua que empapa toda célula de su cuerpo, sin embargo cuando llegan al otro lado están secos.

Y ¡que otro lado!, alrededor de Peter y Elizabet se extiende un prado verde que bordea un lago azul de aguas cristalinas y brillantes, el aire es puro y una brisa acaricia los cabellos de ambos jóvenes mientras mece las copas de los árboles de un bosque cercano.

El portal se cierra tras vosotros con un parpadeo y estáis solos, os sentís en paz y bien, Andrew respira con más facilidad, los colores son más nítidos y hermosos.

Sin embargo Andrew pierde sangre. Mucha.

Al principio la sensación es extraña. Nunca he viajado por un portal, aunque bueno, la experiencia ha sido menos desagradable de lo esperado. Observo mi alrededor. El sitio es extraño, como cuando le subes demasiado el contraste a la tele. Todo tiene un aspecto irreal

- ¿Dónde nos has traído, Elizabeth?

Lanzo la pregunta todavía absorto en el paisaje. Cuando escucho a Andrew toser sangre. Vuelvo entonces a nuestra pequeña parcela de realidad, donde el chico se está muriendo por momentos y no parece que el viaje le haya hecho ningún bien.

Le tumbo despacio en el suelo, boca arriba. Examino con cuidado la herida, tratando de no empeorar la situación. Y con toda la maña de la que dispongo, intento apañar el agujero al muchacho. Por desgracia los medios que tengo son demasiado escasos y apenas logro comprimir un poco la herida para que sangre menos. Pero sin una mano extra, parece que Andrew va a tener problemas.

El sitio era fascinante, no sólo por lo bonito sino por la manera en la que habían llegado. Todavía no se creía que ella hubiera abierto ese portal, justo antes de cruzarlo le habían venido a la mente mil cosas que podían salir mal.

- No tengo ni idea... - contestó a Peter, con casi un susurro - Pero no veo a nadie por aquí, creo que debe ser un lugar... no sé, de paso o algo así.

Despertó de su ensoñación al ver cómo Peter se lanzaba a ayudar a Andrew. ¡Ella perdida en sus pensamientos mientras su chico se moría! Sintió una punzada de arrepentimiento, consciente de que no se estaba preocupando por Andrew todo lo que debería.

- Tal vez pueda... - dijo titubeando - ...invocar algo. Buscar ayuda. Pero no sé qué puede pasar...

Se arrodilló y apoyó la cabeza de Andrew en su regazo, acariciándole el pelo. Dejó que su miedo a perderlo la invadiera, al fin y al cabo su magia actuaba mejor cuando se dejaba llevar por sus sentimientos. Aunque a veces se descontrolase un poco...

- Aguanta... - susurró mientras cerraba los ojos y empezaba la invocación.

Peter no logra parar la hemorragia de Andrew mientras Elizabeth se concentra y trata de llamar a algo o a alguien que ayude al pobre joven.

Por unos momentos nada pasa, pero mientras una espesa niebla empieza a elevarse desde la orilla del lago, varias cosas ocurren a la vez.

En primer lugar Andrew abre los ojos y con la mirada límpida mira a Elizabeth y sonríe, aunque su cara está casi vacía de color.

Detrás de ella, se escucha el sonido de una barca que rompe las aguas del lago y atraca en el borde de éste. Tres figuras encapuchadas bajan de la barca y se dirigen hacia vosotros, no las veis andar muy bien, pero irradian frío y quietud, aunque no maldad.

Una voz de mujer sale de una de las túnicas, refiriéndose a Andrew.-Su hora todavía no ha llegado, debe venir con nosotros, vuestro pasado depende de ello, él debe obrar su magia, él es el único que puede hacerlo.-

Me quedo mirando las formas emerger de la niebla. Un escalofrío recorre mi espalda cuando se acercan a nosotros. No entiendo nada. No llevo más que unas horas fuera de casa y ya estoy totalmente perdido.

- ¿Qué coño has hecho?

Por un momento dudo de qué hacer. Pero trago saliva y con determinación me interpongo entre Andrew y las figuras encapuchadas. No digo nada, sólo, espero.

Con los pelos de punta observó a Andrew, que parecía literalmente en otro mundo. Su abuela le había inculcado precaución ante los seres a los que invocaba, pero la situación no le daba demasiadas opciones.

- No... estoy muy segura... - respondió a Peter sin perder de vista a las figuras encapuchadas.

Sin saber todavía qué hacer, cogió la cabeza de Andrew y se inclinó sobre él, fijando sus ojos en los suyos.

- Cariño... Peter no te puede ayudar más... no sé qué hacer... - notó cómo las lágrimas empezaban a nublarle la vista, pero resistió la tentación de dejarlas salir, sorbiendo por el camino como una niña pequeña - Dime qué hacer... No quiero perderte... Pero no sé quienes son...

Centró la mirada de nuevo en la encapuchada que les había hablado, sin levantarse del suelo. No tenía porqué ser educada con alguien que no mostraba su cara, no?

- ¿Quiénes sois? ¿Por qué deberíamos confiar en vosotros? - preguntó con furia.

Había sido ella quien los había convocado, así que esperaba que no se tomaran muy a mal que lo preguntara. Además, parecían saber mucho sobre ellos, así que seguro que entenderían que una chica a punto de perder a su novio estuviera un poco de mal humor.

-No nos conoces, ya lo harás, Somos Wyrd, Verdandi y Skuld, venimos a llevarnos al Caballero para que no muera.- La átona voz de una de ellas parece el tono que tendría una anciana.

-No llores, así es como debe ser... pero tampoco pienses que nos has convocado, tu llamada ha convocado a esa criatura de ahí...- la voz de ésta suena como la de una mujer de mediana edad... y señala hacia los árboles, donde veis un ser que se esconde.

-No te preocupes, puedes confiar en nosotras, joven y nueva Mae, Andrew sanará, lo verás siempre, en tus sueños y en tus recuerdos, su destino es salvarte de ti misma, y lo hizo... y lo hará bien.-La voz de la tercera es joven y agradable, te da la sensación de poder confiar... -Recuerda tu pasado-

Y por un instante Elizabeth se ve avanzando con armadura entre un campo lleno de caballeros y soldados, matando a todo lo que se le pone por delante con magia o con una espada mellada de tantos golpes como los que da con ella... cuando de repente se planta delante de ella Andrew, algo más mayor que sonríe... "¿Os haceis llamar Mae no? ¿La Reina del Aire y la Oscuridad? ... vengo a proponeros un duelo de ingenio...¿os atrevéis?".-

Y ya no está allí, está delante de las mujeres encapuchadas que se van llevando a Andrew hacia la barca mientras él te lanza un beso y ves sus labios moverse "estaremos juntos siempre"

Peter no ha podido ni moverse, parecía que las extrañas mujeres eran las dueñas del tiempo y el espacio.

Mientras se lo llevan una de ellas se da la vuelta y os mira, -No hagáis que su esfuerzo sea en vano, vuestro mundo es precioso y solo vosotros podéis salvarlo. Encontrad a Caliburn. Encontradla en este mundo,  tendréis una posibilidad contra la Descendiente de la Diosa-Araña..-

La barca se va y se empieza a perder entre las brumas...

Miró cómo se alejaban, todavía sin saber cómo reaccionar. Tanta información de sopetón, la confirmación de que lo que había soñado era verdad... ¿Era verdad?

- Eh... ¿has oído lo mismo que yo? - preguntó flojito a Peter, observando cómo desaparecía Andrew de su vista y de su vida, al menos de momento - Me ha llamado Mae, ¿verdad? No estoy loca... - susurró.

Con los lagrimones cayéndole por las mejillas, mirando al infinito y medio despeinada por la desesperación, su persona no parecía cumplir con su última afirmación. Sorbió durante un ratito más mocos y lágrimas, sin saber qué hacer. Finalmente, se giró dando la espalda al lago.

- ¿De qué me suena Caliburn? ¿Sabes de lo que hablaba? - habló mientras se miraba los pies. No sabía muy bien dónde centrar su mirada, cualquier sitio menos la cara de Peter parecía bueno. Tenía la sensación de que él la espavilaría de un tortazo y le diría que dejara de llorar como una niña pequeña, así que intentó parecer seria y adulta.

No entiendo muy bien lo que está pasando. No sé si he sido yo o han sido ellas, pero he sido incapaz de moverme. Las figuras se llevan a Andrew para... ¿salvar a Elizabeth? ¿Pero qué la ha llamado? Sigo mirando embobado al lugar que antes ocupaban las figuras y respondo a la pregunta de la chica sin entender muy bien.

- Sí... creo que sí.

Sus sollozos me hacen volver en mi. Me giro, parece estar destrozada. Normal. Odio cuando una mujer llora, nunca sé qué hacer. Me acerco a ella por la espalda. Levanto el brazo con intención de darle una palmada en la espalda. Luego me lo pienso mejor, un abrazo le vendrá bien. Antes de terminar de acercarme me lo vuelvo a pensar, ahora no querrá que nadie la toque. Bajo los brazos. Luego lo mando toda la cordialidad a tomar por saco, la giro y la abrazo, pegando su cabeza contra mi hombro, evitando cruzar la mirada.

- Te mereces unos minutos para llorar. - Le susurro al oído.

Mientras, en aquel lugar extraño, aprovecho el instante de calma para reflexionar. Para pensar en cómo de cuatro hemos pasado a dos en apenas unos minutos. Y en que no quiero quedarme solo. Intentando distraerme y parecer fuerte, concentro mi mente en el nombre que han pronunciado las encapuchadas. Caliburn...

Sin darse cuenta de lo que estaba pasando se encontró con los brazos de Peter alrededor y la cara tapada por su hombro. Era la excusa perfecta para ponerse a llorar a moco tendido sin que le viera la cara, así que se dejó llevar y durante unos minutos lo único que se escuchó fue su berrinche.

- Yo... flo sdiento... (inaudible) drew... Snigf... unca... - fue todo lo que se podía oir durante unos minutos.

Era consciente de que la camiseta de Peter se estaba llenando de lágrimas y de... más lágrimas. Pero durante un buen rato se sintió incapaz de parar de llorar y moquear. Se agarró al chicho y sin darse cuenta le iba retorciendo la ropa. Desde luego no era su mejor momento. Para cuando se consiguió serenar un poco y separarse, tenía la cara tan roja como el pelo.

- Hay que... hay que buscar al Caliburn ese aquí... ¿no? - dijo echando a andar despacito, casi tropezándose con sus propios pies, sin rumbo fijo.

Durante unos minutos lo único que se oye son los lloros de Elizabeth, y luego esta empieza a andar sin rumbo fijo por entre la hierba que rodea al lago.

Por entre los árboles, ahora que la niebla se levanba podéis ver una figura de tamaño pequeño...

-¡Hola! ¡Saludos de este pequeño Puck a la Gran Hechicera del Pelo Rojo! ¡Acude a su llamada! ¿Puedo acercarme sin ser castigado?.-

La criatura habla con voz aflautada, tiene una corona de plantas y está vestido o vestida con una túnica blanca.

Frenó en seco al escuchar la vocecilla. Sus ojos y su boca se abrieron al ver a la criaturilla vestida como un pequeñ romano. O al menos era así como ella se imaginaba a los romanos, con túnica blanca y hierbas en la cabeza.

- ¿Qué? ¿Cómo? - su vida se estaba convirtiendo en un estado de perplejidad perpetuo, cualquiera habría pensado que a estas alturas tendría mejor capacidad de reacción ante elementos extraños - ¿Por qué debería castirgarte? - preguntó, desconfiada.

- ¡And... - empezó a decir, pero se frenó y se giró para encontrar sólo a Peter, evidentemente - ¡Peter! - hizo un gesto con la mano para que el chico se acercara, no le hacía gracia estar sola con aquel enanito por muy pequeño que fuera.

- ¡Va, responde! ¿Quién eres? ¿Has venido... - se cortó otra vez. El ser había dicho que había acudido a su llamada, así que no tenía sentido preguntarle si había venido por eso. Ya sería el momento de las preguntas tontas. - ¿Cuál es tu poder? - preguntó bruscamente.

Parece que este colorido mundo no quiere darnos un respiro. Un encuentro tras otro, ahora es un pequeño ser de los bosques. Cualquiera diría que un duende o un hada del bosque. ¿Puck? Eso me suena de algo.

Una vez más parece estar aquí para hablar con Elizabeth. ¿Con quién te has juntado, Peter? Esta tía atrae los bichos raros como la mierda a las moscas.

Me acerco a la pelirroja, quedándome a su espalda. Sea lo que sea este tal Puck, seguro que ella sabe manejarlo mejor.

-¿Mi poder?-dice la pequeña criatura...-Yo no tengo ningún poder especial, he venido para servir a la llamada...-