Partida Rol por web

Por suerte para Ketsu Sen, había desarrollado los músculos de sus piernas para que le permitieran desplazarse a gran velocidades en posiciones extrañas. Si era algún tipo de cocodrilo, lagarto, caimán o dragón, ella sabía que le sería más sencillo acabar con él con un buen par de puñaladas de sus armas. Pero tenía que localizarlo.

Con suerte, la criatura haría ruido al tragarse a su víctima. El olor de la sangre y del cuerpo caído sería como un cartél luminoso, pero no podía perder su oído. Era ese sentido el fundamental, el que la sacaría con vida de aquellla sala.

Y así, empezó a moverse con gran destreza. Como si fuera una araña, se desplazaba con las piernas, esperando que las vibraciones del movimiento de su rival le acercaran a su origen. Una vez llegó, no se lo pensó dos veces. Atacó con sus armas a la criatura. Por desgracia, no podría apuntar bien, pero esperaba hacerle un buen tajo.

¡Elena!- gritó Luis en cuanto escuchó aquel grito de dolor, temiendo que la protección que ahora tenía hubiese fallado y estuviese herida -¡¿Estás bien?! Dime que no has sido tú- le preguntó con un deje de desesperación en la voz.

Que no sea ella, que sea alguien más, no importa quién- pensaba, con el miedo por su hermana creciendo en su interior -Si tan solo pudiésemos ver…- se dijo, maldiciendo a quienes hubieen creado aquel lugar.

Tenemos que salir de aquí- gritó mientras intentaba sacar a Elena de aquella sala tirando de su mano.

Si seguimos aquí, Elena estará en peligro- se dijo Luis, consciente de que salir de ese sitio sería mucho más sencillo si pudiesen ver… pero allí la luz no servía de nada, teniendo en cuenta lo sucedido antes, aquel sitio permanecería a oscuras por mucho que intentasen iluminarlo.

He de hacer algo- pensó, intentando concentrarse en algo que les permitiese ver en aquella oscuridad.

De pronto unas breves luces aparecieron en las caras de todos los presentes, y tras ellas se materializaron unas gafas que permitían ver en la oscuridad. Alguien había logrado convocar pares de gafas para todos. Aquella era la opción perfecta para poder salir con vida de aquella habitación.

Ahora que todos eran capaces de ver, pudieron observar que el primero en morir había sido el enano que había salido de la taquilla. Afortunadamente había sido ese personaje misterioso el cadáver y no ninguno de los presentes.

Pero el terror llegó ante aquella visión, una especie de lagarto humanoide estaba devorando el cadáver de Tyrion, alimentándose de él. Su cuerpo era verdoso y sus manos tenían el aspecto de garras bien afiladas. Sin duda era capaz de ver en la oscuridad, pero por fortuna no era consciente de que ahora todos ellos podían verlo. Así que Ketsu Sen, la asiática que había logrado localizar el cuerpo de aquella criatura sin necesidad de la vista, clavó sus dagas en pleno pecho y en pleno cuello deshaciéndose de aquel ser que parecía absorber la luz de toda la sala.

Instanes después, la sala recuperó la luz y pudisteis ver que la salida de aquel lugar era una trampilla que había en lo alto del techo. Tan solo habría que tirar de una pequeña cuerda para hacer descender lo que seguramente fueran unas escaleras y así continuar hacia donde el destino os estuviera llevando.

¡Tranquilo! Gritó Elena ahora que podía ver. Y sin dudarlo ni un instante se pegó fuertemente a su hermano para protegerlo. Aunque desgraciadamente, seguía sin sentir el calor corporal y aquello no hacía más que provocarle un sentimiento de tristeza, extrañeza y preocupación a partes iguales.

Ketsu Sen abrió los ojos tras acabar con la criatura y casi se sorprendió al ver las gafas colocadas perfectamente frente a su rostro. Frunció el ceño y giró la cabeza, mirando a Luis. No, no le diría nada. Seguramente se pondría a gritar que no había sido él, y pasaba de otro numerito.

Extrajo las armas del cuerpo del lagarto y comprobó como su sangre babosa las había empapado. Sin dudarlo ni un segundo, usó la piel escamosa del humanoide para limpiarlas. Siempre salía preparada de casa, pero no tenía por costumbre cargarse a cosas como esas. Tras su entrenamiento, no se había encontrado con ningún lagarto, sólo con hombres y mujeres, y su sangre no dejaba de ser roja como la de cualquier persona. Y solían llevar ropa donde poder limpiar el filo de sus armas.

Miró detenidamente a todos, y les vio bien. Mejor pensó, mientras cambiaba la dirección de sus ojos y la posaba en la cuerda que colgaba del techo. Sí, había que tirar de ella. Sí, estaba segura de que sería una trampa.

Pero aún así, se acercó. Tenían que salir de aquel lugar y ese parecía el único camino posible. Cogió la cuerda y tiró.

Lucas no podia creer nada de lo que estaba ocuriendo. Un hombre lagarto que absorbe luz, Un personaje de una serie que aparece de la nada y es asesinado y medio devorado por ese hombre lagarto. Y encima la chica asiatica se lo carga sin ayuda alguna. Además, el crio habia vuelto a hacer su "magia" dandoles a todos gafas de visión nocturna. 

Cuando la habitación recuperó su iluminación habitual el policia se quitó esas aparatosas gafas y las arrojó al suelo. 

- Muy bien. - Dijo, por decir algo. Se sentia impresionado por la chica asiatica y un poco preocupado. Impresionado porque era capaz de localizar a un monstruo en la oscuridad, y preocupado por ser capaz de acabar con él hundiendole sus katanas sin inmutarse. Es mas, quien diablos lleva unas katanas así como si fuese lo mas normal del mundo y las usaba de esa guisa. Esa chica era muy peligrosa. Por suerte estaba ayudando al grupo. Pero no le quitaria los ojos de encima. 

Y como si fuese lo mas normal del mundo se acercaba ala cuerda de una trampilla para hacerla bajar. 

No habia mucho mas que hacer que ir por esa trampilla, ya que  este lugar ya no tenia puertas. Lucas se preparó para ir por la trampilla, pistola en mano otra vez, ya que ahora podia ver. 

Todo había sucedido demasiado rápido para poder asimilarlo correctamente. Nuevamente la oscuridad, el grito del enano, las gafas de visión nocturna creadas por el niño, el ataque de la chica asiática a aquella especie de criatura medio hombre medio lagarto... Ismael comenzaba a pensar en la locura como única opción a aquella situación. Se estaba volviendo realmente loco?

Al tener de nuevo luz, Ketsu alcanzó la cuerda que daría acceso a la trampilla del techo. Era la única salida posible en aquella habitación.

Ismael se mantuvo alerta mientras se abría la trampilla. No quería que los volvieran a sorprender, fuera otra criatura escamosa como aquella o cualquier otra creación abominable de aquella pesadilla.

Aunque Luis había deseado poder ver en aquella oscuridad, cuando pudo hacerlo y observó aquella especie de hombre lagarto comiéndose el cuerpo del enano, no pudo evitar arrepentirse de ello en parte mientras se encogía de miedo. Por suerte, Ketsu no tardó demasiado en deshacerse de él, al atravesarlo con sus cuchillos, lo que provocó que la luz retornara.

Más tranquilo ahora que aquel ser había muerto y volvía a haber luz, Luis asintió levemente ante las palabras de su hermana mientras observaba fijamente la trampilla que parecía ser la única salida de aquella sala. Teniendo en cuenta lo que habían encontrado hasta ahora, estaba seguro de que tras la trampilla solo aguardaban más peligros. Por desgracia, tampoco es que tuviesen muchas otras opciones.

Afortunadamente para todos y especialmente para la asiática, tras la trampilla no había ninguna trampa escondida. Tan solo la escalera que conducía hacia alguna nueva y peligrosa sala donde tendrían que dirigirse. Sin duda sería un nuevo reto que tendría que superar igual de bien que hasta ahora. O al menos, lo suficientemente bien para que no muriese nadie más.

De momento cada sala que había atravesado se había cobrado la vida de algún presente, y era normal que todos estuvieran preocupados por acceder a ella. Pero no tenían más remedio, y uno a uno tendría que subir por la escalerilla, quedando a merced de cualquier cosa que hubiera allá arriba en cuanto subieran. ¿Quién sería el primero en arriesgarse a subir, y peor, quién sería el último? Fuera como fuese, tenían el destino escrito y el peligro acechándoles.

Una nueva incógnita se escondía tras aquella escalera de subida. Puede que un nuevo peligro o una simple habitación donde poder descansar de aquella tensa situación?

-Lucas, eres el mejor para abrir camino.- dijo Ismael al policía. Si durante todo el tiempo, Lucas se había mostrado seguro y decidido de su rol en el improvisado grupo, aquel era el mejor momento para mostrar aquel liderazgo que se había auto-impuesto.

-Vas armado...-dijo señalando la pistola.
 

Quizá Lucas fuera el idóneo para subir primero. Al fin y al cabo, su baja no supondría nada para Ketsu Sen, salvo que descubriría qué o quién se ocultaba allí arriba.

Pero Ketsu Sen no se había cargado a ese lagarto deforme mientras que los demás se quedaban pegados a la pared acobardados para quedarse de segundona. No, lo sabía. Quizá era lo más peligroso, pero a ella la habían educado para enfrentarse al peligro, y no para esconderse tras un hombre de hojalata.

Así que, haciendo caso omiso a Ismael, subió rápidamente por las escaleras, usando sólo una mano mientras que la otra la llevaba armada.

Lucas iba a dar un paso adelante para subir el primero. No en vano es policia, va armado y tiene permiso legal para usar su arma y ademas su poder lo hacia casi invulnerable, con suerte, al primer ataque de cualquier emboscada. 

Ismaél se le adelantó proponiendole. - A eso iba, Ismael. Gracias. Todos detras de... - No terminó de decirlo y que la asiatica ya se le habia adelantado y subia por su cuenta. - mi. - El policia se quedó mirando como subia sin poder hacer nada. Si lo intentaba seguramente le haria daño y acabaria con una de esas cuchillas clavadas. Esa chica necesitaba un novio que la hiciera sentirse mujer, estaba claro. 

Lucas empuñó su pistola y se dispuso a subir despues de ella para darle algo de cobertura si habia problemas mas arriba. 

Sin ninguna intención de que fuesen él o su hermana los que subiesen primero por la escalerilla, Luis se quedó dónde estaba, abrazado a su hermana y mirando a la trampilla a la espera de que alguien decidiese subir primero… alguien que, a pesar de las intenciones de Lucas, resultó ser Ketsu.

Quien sea, pero rápido- pensó Luis, que poco dispuesto a que fuesen los últimos en subir, al ver que Ketsu comenzaba a ascender tiró de su Elena para subir detrás de Lucas.

Vamos- le dijo Luis a su hermana, desviando la mirada con cierto nerviosismo hacia el cadáver de aquel ser lagarto.

Seguro que hay más trampas… o cosas... o monstruos- pensó Luis, convencido de que si iban pasando a ciegas a los sitios, su hermana acabaría por estar en peligro... el resto también, pero eso no le importaba demasiado mientras Elena estuviese bien -Tenemos que ver lo que hay antes de entrar- se dijo, concentrándose en una imagen concreta.

Mientras que Lucas e Ismael decidían organizar el plan para entrar en la planta de arriba, Ketsu Sen decidía actuar en lugar de hablar. La asiática se estaba jugando la vida a cada paso que daba, pero parecía que le estuviera yendo mejor de lo que pensaba. De pronto notó como algo le golpeaba la cabeza, era un golpe ligero, indoloro, y después se repitió varias veces, como al menos una docena de veces. Fue desamasiado rápido, pero una docena de pelotas de plástico del tamaño de una mano cayeron encima de la cabeza de la asiática, e inmediatamente después al piso donde se encontraban el resto.

¿Qué narices había allí arriba? Fuera lo que fuera, solo Ketsu Sen lo había podido ver.

Ketsu Sen antes de subir, asomó la cabeza y pudo ver a un niño, un chaval bastante atractivo, un hombre de aspecto desaliñado y una asiática. Le sonaban de algo... ¡y mucho!

Ketsu Sen no se sorprendió. ¿Para qué? Allí las cosas eran cada vez más raras, y una caída de pelotas sobre su cabeza no iba a ser diferentes. De hecho, estaba convencida de que si veía algo normal, le resultaría extraño y sí, se sorprendería.

Así que, al ver lo que había en la nueva habitación, resopló. Podía mirar hacia abajo, gritar y avisarles. Pero eso les daría tiempo a los allí presentes para atacar. Mejor gritar y volver a gritar.

Son copias nuestras, de los cuatro les avisó. Si eran copias de ellos, seguramente tendrían sus poderes. Y si tenían sus poderes... El niño.

De un salto acompañado de un pequeño giro, llegó a lo alto de la nueva habitación, dejando la escalera a un lado. Sabía de lo que ella era capaz, así que supuso de lo que su copia podría hacer. Lo mejor, actuar primero.

Alzó los brazos y los cruzó por delante de su cara. Pero con los ojos libres, para poder contemplar lo que la rodeaba. Y, cogiendo aire, descruzó y gritó.