Partida Rol por web

No le extrañaba aquel intento, así que intentó encararse hacia la última posición, en la que sus hermanos deberían estar ... y así, hacer por ... hablar con ellos. Mandarles un pensamiento. Sólo quería recuperarlos ... y ... con ello ... terminar la misión.

El coloso titán queda en un completo a la par que extraño silencio, sólo roto por el ruido de los oxidados engranajes que continúan girando en las salas de más abajo. Las alarmas y sirenas se apagan, pareciendo indicar que la amenaza ha desaparecido a la vez que lo han hecho vuestros compañeros.

Dónde han ido es una incógnita. Si están vivos no lo sabéis. Y si vuestras palabras han llegado hasta sus mentes es algo que desconocéis también. Todo son preguntas sin respuesta. 

El tecnomarine se desenchufa del trono del Princeps con ayuda del apotecario, y los dos juntos descendéis por los entresijos del titán hasta la sala de los engranajes. Una vez ahí, seguís adelante por las inestables pasarelas de metal, varias de ellas caídas por el movimiento, y salís al pasillo exterior, donde buscáis el ascensor de vuelta a la nave principal de la catedral.

Una vez arriba, signos de una encarnizada batalla marcan las paredes y el suelo. Un gigantesco casquillo está junto a la base del enorme cañón, y decenas de metálicos casquillos de armas bolter inundan el suelo allí donde miráis. 

Atravesáis la nave con cuidado, mirando a un lado y otro armados con vuestras armas, intentando no ser presas de ninguna clase de emboscada enemiga. Al llegar hasta el portón, miráis hacia el suelo, situado a varias decenas de metros bajo vuestros pies, pero allí donde combatían vuestros compañeros y amigos, sólo queda un inmenso cráter producido por la explosión del impacto del cañón...

La tierra y las rocas bajo vuestros pies, rojas, verdes y/o violetas, adoptan a vuestro alrededor formas inverosímiles, como si hubieran sido moldeadas a mano por un escultor de lo abstracto, con cordilleras en forma de espiral, rocas que parecen ser afilados colmillos, o gigantescos monolitos que parecen ser tótems naturales. Una espesa bruma violácea cubre el suelo que pisáis, y sobre vuestras cabezas una gigantesca Luna Negra parece que os observa, de la misma forma que lo hace la criatura frente a vosotros: El demonio vuelve a estar de una pieza, con su forma nuevamente recuperada...

Puede que sea sólo una treta del demonio, un ardid para volveros locos o tratar de jugar con vuestras mentes, pero tanto a Cole como a Trebek o Zorael esto les huele a Mundo Demoniaco. A un entorno hostil, fuera del Imperio de la Humanidad. Atrás no queda ni el titán, ni tampoco rastro alguno de lo que hasta entonces había a vuestro alrededor...

Sea como fuere, frente a vosotros se alza la figura del demonio, con su esquelético cuerpo sin un rasguño y, al parecer, listo para haceros frente...

- Hermano, ¿Esto es bueno o es malo?

Tenía dudas, pero las señales de batalla solían estar acompañadas de chacos de sangre, cuerpos, miembros, inmundicia y olor. Aquí sólo había lo mismo que habría en cualquier campo de tiro o de entrenamiento. Bueno, en los campos de entrenamientos, hay veces que también había sangre, por accidentes o por estupideces de algunos, pero ... no había nada.

Estábamos en una de las peores escenas posibles, donde los deseos de nuestro enemigo se hacen realidad, habíamos sido atraídos a un mundo demoníaco. Ahora nuestra fe, así como nuestros poderes se pondrían a prueba una vez mas y de no hacerlo nada de nosotros quedaría en el mundo material para dar testimonio.

-  Hermano Trebek le falta añadir, y machaquemos con la luz del Emperador a ese desgraciado. Sabía que el demonio nos traía aquí para desplegar su poder, pero no pensaba amedrentarme por ello. - Vamos por él.

Todo alrededor de Trebek cambió, pero cambió de forma caótica, una bruma le envolvía y una Luna Negra le observaba. El Demonio de Tzeentch había llevado a Trebek y a sus hermanos al Mundo Demoníaco y automáticamente reforzó sus barreras psíquicas para que las fuerzas del caos no se acercaran para corromperle:-Hermanos, esa maldita cucaracha emplumada nos ha traído al Mundo Demoníaco.-dijo el expiador a través de su comunicador:-Reforzad vuestras barreras psíquicas pues aquí la influencia del caos es máxima. Encontremos a ese desgraciado y larguemonos de aquí.-comento Trebek antes de preparar su bolter pesado y volver a cambiar de munición.

El panorama era desolador cuanto menos. El crater parecía más grande de lo que había visto en las pantallas de la cabina del titán y ni rastro de sus compañeros.

- Creo que será mejor que bajemos para explorar la zona, por si hubiese algún retazo del portal de disformidad -mientras comenzaba a colocarse el arnés en la servoarmadura.

Al parecer estábamos en un mundo consumido por el caos, o directamente un mundo de caos propiamente dicho. Sea como fuere, no apuntaba nada bueno para nosotros, que estábamos varados en a saber dónde, sin capacidad de hacer nada más que nuestro trabajo a la hora de acabar con el demonio que teníamos delante. Al parecer nuestro baño de sangre iba a acabar siendo también nuestro último aliento. Saco la espada y apunto hacia el demonio.

-Muy bien hermanos. Hagamos que el Emperador se sienta orgulloso.

Tomo aire alargando una respiración para terminar por concenciarme y me lanzo al combate.

- ¡ja ja ja! Me parto con vosotros, insensatos mortales -Ríe el demonio, sin mover su cadavérico rostro, con una portentosa voz que parece que resuena en el interior de vuestras mentes-. ¿De veras pensáis enfrentaros a mí en mis dominios? ¡Este es mi mundo, y lo regaré con vuestra sangre como ofrenda!

El enorme demonio alza su afilada diestra y chasquea los dedos. Una pequeña onda violácea brota de su mano, y el suelo comienza a temblar. A su alrededor comienzan a aparecer grandes grietas en el terreno, de las cuales comienzan a aparecer, trepando por ellas, horrendas criaturas deformes, más propias de las pesadillas de un demente.

Hasta ocho criaturas, no más grandes que un perro mastín (la mitad de vuestro tamaño aproximadamente), han conseguido aparecer en cuestión de pocos segundos, y amenazan con saltar sobre vosotros. No obstante, seguramente no sean las únicas...

Aquello que viste clavado en la espalda del demonio justo antes de enfrentarte a él y destruir su forma física, parece que ha atravesado la barrera disforme también y continúa anclado a su espalda...

La diabólica criatura, no solo no nos temía sino que ademas se atrevía a reírse de nuestras intenciones de acabar con ella ... por el Emperador que pagaría por su arrogancia ... . Invoco los poderes de mi mente e intento convocar una ayuda para mis compañeros, pero sin saber como esa ayuda no se manifiesta en este mundo. En cambio las acciones de nuestro enemigo, son claras atraer mas y mas de los suyos a la batalla.

- Maldito seas tu y los de tu calaña ... criatura.

Disparo contra una de las criaturas que acaban de ser convocadas, esperando que sea suficiente como para quitar a un enemigo de enmedio. 

El engendro disforme se digna a tratar de romper nuestra inquebrantable fortaleza con fútiles palabras que poco importan. Nuestro destino está sellado desde el mismo momento en que la semilla fue implantada en nosotros y nuestro final será digno del honor que portamos en la sangre. Ningún demonio, por poderoso que se crea, nos doblegara y si hemos de caer, caeremos haciendo nuestro trabajo. Miro a mis hermanos y avanzo entre ellos hasta colocarme en cabeza. 

-No dejéis que sus palabras os quebranten. Sabe lo que le espera y trata de hundirnos. Demostrémole lo que los hijos del emperador somos capaces de hacer. ¡ATACAD CON TODO!

Apunto a los malditos invocados por el demonio y suelto una ráfaga de disparos en dirección a ellos. 

.-Hermanos, ese bastardo tiene una espada clavada en la espalda.-dijo el expiador, mientras señalaba la zona donde se encontraba la espada.-Parece que al destruir el cuerpo físico la espada a atravesado la barrera dimensional y ahora se encuentra aquí, quizás derribandolo podamos conseguirla y acabar con él.-terminó diciendo el expiador.

Cambió el tipo de munición en cuanto aparecieron los demonios menores y sin dejarles tiempo a reaccionar lanzó una descarga de metal y muerte sobre ellos. 

Todo ocurre demasiado deprisa. 

Las grotescas criaturas salen del subsuelo y se lanzan a la desesperada sobre el cuarteto de Caballeros Grises que, perdidos en la disformidad, plantan cara al peor de los enemigos del Imperio de la Humanidad entre gorgoteos y gruñidos, truenos y relámpagos violetas que tiñen el cielo de vivos colores, y un sin fin de ruidos siniestros que helarían el corazón a cualquiera. 

Los bólter resuenan en lo alto de la meseta pero, incluso con movimientos torpes y toscos, dos de los primeros demonios consiguen evitar ser abatidos, no así dos de los que se abalanzaban sobre Zorael y Korvin que acaban cayendo al suelo abatidos por los disparos de los dos valientes guerreros. Los otros seis consiguen alcanzaros, tratando de atravesar con sus afiladas uñas vuestras servoarmaduras de caballero.

Torpes, las pequeñas a la par que molestas criaturas apenas consiguen alcanzar a golpearos, pero dos de ellas, más por fortuna que por pericia, consiguen golpear a Cole y Zorael. No obstante, la armadura de Cole aguanta todo el daño, no así la de Zorael, que se raja en el antebrazo del bibliotecario...

Seis nuevas criaturas salen del subsuelo mientras Gi'zgoth'djugruc'kul disfruta del espectáculo. Sin embargo, su impasible rostro se gira repentinamente hacia el bibliotecario, cuando parece que este evita ser objetivo de una de sus tretas...

- ¿Cómo osas, mortal? -Le espeta a Zorael.