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Una espada contra el Caos [Capítulo II]

3. El maldito tiene nombre

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15/05/2020, 06:56
Narrador

Cada uno de vosotros corrió hasta el Manofactorum, y allí tomasteis el corredor que había mencionado Stein, el que estaba en el Este. Casualidad o no, aquellos que estabais desperdigados por el complejo llegasteis prácticamente a la vez y juntos avanzasteis por el pasillo hacia el ascensor. Allí estaban ya Cole y Stein, con la puerta abierta, ocultos parcialmente en el interior del elevador, apremiandoos. 

De frente a vosotros, más allá del ascensor, la figura de dos imponentes servidores de combate con sus armas preparadas para abrir fuego era algo a tener en cuenta, más incluso cuando el sonido de su activación llegó hasta vuestros sensores. No obstante, la orden de Cole fue la de no disparar, quizá para no crear un enfrentamiento innecesario con el Adeptus Mechanicus o no avivar viejas rencillas. 

En cualquier caso, en el momento oportuno Stein logró acceder al sistema de seguridad e inutilizar el sistema de alarma antes de que la sangre llegase al río, lo que os consiguió algo más de tiempo. Con la alarma silenciada, y una voz por megafonía hablando de "simulacro finalizado", los servidores de combate se desactivaron y se retiraron, y todos os reunisteis en el ascensor con destino el subsótano 3, donde supuestamente estaba la Inquisidora. 

Y el elevador comenzó a descender...

Stein comprobó su bólter. Cole hizo lo propio, mientras aventuraba una posible conspiración del Caos entre el Machanicus. Quizá no todos, quizá solo algunos hubieran sido tocados por los Poderes Ruinosos, pero eso era algo que no os tocaba a vosotros investigar. Cuando la Inquisición se enterara de todo lo que aquí ocurría, probablemente la existencia de este planeta pasase aún más al olvido.

A todo esto se sumó el descubrimiento de que Sebastianus, aunque sí era un navegante, no era el de la nave que él afirmaba ser. Esa nave estrellada era la del ex-Inquisidor Caro, y Sebastianus, si es que ese era realmente su nombre, llevaba entre estos muros seguramente antes incluso de que los tiránidos llegasen a Laurentix, al igual que el Magos. Resumiendo, el destino del navegante que parecía haber sido poseído fue morir a manos de Zorael, sin que Trebek pudiera llegar a apretar el gatillo de su bólter pesado. Una de sus últimas frases antes de ser abatido fue "hoy romperemos el primer sello, y pronto se romperán los otros tres".

Y el elevador frenó, y sus puertas se abrieron...