Partida Rol por web

La casa de Francisco Urbán y Ana María Jabaloyes tiene un portón grande de madera fuerte, patio con gallinero, caballo penco, cocina donde no falta el arroz ni el conejo y un cuarto amplio de matrimonio en el primer piso. Subís por unas escaleras que crujen a cada peldaño que pisáis y os encontráis con un rellano que lleva al dormitorio.

Francisco Urbán se halla tumbado boca arriba en el lado derecho de una cama grande en el centro de la habitación, el más cercano a la puerta de entrada. Está tapado hasta el cuello y se observa en torno al pecho una enorme mancha oscura cuyo color es indistinguible por la falta de iluminación. Cuando llegáis, Urbán todavía se mueve y al acercarse el doctor dice como última palabra antes de expirar «frare» (fraile).

La luz de la luna entra por una ventana de cristal que da a un pequeño balcón. La cortina está descorrida y las puertas opacas de madera que lo protegen abiertas. Junto a la cama hay dos mesitas, una a cada lado, con sus respectivos cajones. Y algo alejada una cómoda con espejo y también un armario.

En el suelo hay una alfombra de gran tamaño que se encuentra debajo de la cama y se extiende a ambos lados. Por el aspecto del mobiliario da la impresión de que los habitantes de la casa ni son gente rica ni tampoco humilde. Bien parece el hogar de un labrador acomodado.

Llegamos a la alcoba del malogrado Francisco Urbán, poco más que para ver su ultimo suspiro, pero parece que usa su último aliento para decir algo susurrado, casi sin fuerza, que nuestro compañero , el galeno, es el único que puede oir con claridad, al estar muy cerca de él, examinando las mortales heridas.

Empiezo a darle vueltas a la información recabada o la que de forma inmediata obtenga tras una primera observación.

Sin duda me fijo en la distribución de la habitación.  -Caballeros, voy a hacer un croquis en mi libreta, de la distribución de esta habitación; La cama, la puerta, mesitas, cómoda, armario, balcón o ventanal, y distancias...-

También tomé notas de detalles relatados fuera de la casa. Ejemplo, alguien desde su caso oyó como un "trueno". Claro indicativo de que podría ser un arma de fuego, cosa que ahora espero confirme el doctor. Si escopeta, pistola o trabuco está por ver...

Por el ángulo de la herida podríamos ver desde donde se efectuó el disparo, si fue un disparo (por la puerta o el balcón).

Particularmente creo impropio que si se tratara de un calé usara un arma de fuego, que se suelen manejar mucho mejor con una buena navaja, a parte de que un arma, precisa de munición, y eso es caro para un gitano arrabalero, que más fácil sería que vendiera el "botín" de su hurto, a que lo usara.

Compañeros tengo varias cosas que comentarles cuando tengamos un momento de intercambio de impresiones.

Mientras decía esto, se acercó al ventanal para ver si estaba forzado o si habían evidencias de que alguien hubiera subido o bajado recientemente por ese acceso... Quizás una cuerda, o un retal de ropa enganchado en alguna alcayata para macetas, o un salto que dejará cierta profundidad del "atleta" en el suelo tras su impacto, al llegar abajo.

Entramos en  la habitación de la  víctima. Mientras el doctor examina a Don Paco y José Manuel revisa la habitación y el ventanal en busca de pruebas me dirijo a los familiares de Don Paco. 

- Buenas señoras, soy Juan Carlos y estoy aquí para ayudarlas. Necesito que me cuenten todo lo que vieron y escucharon, cuanto más precisas seais más rápido podremos coger al malvado. Si quieren vayamos a un lugar más tranquilo en lo que el doctor hace su trabajo. 

Tendriamos que recabar toda la información posible, parece ser que esta noche iba a ser una noche movida en Elche, pero para eso estabamos en este grupo, para solucionar todos estos problemas de la noche ilicitana. 

Me acerco al hombre y al acercarme a él puedo oír como pronuncia una palabra mientras exhala su último suspiro, ¿qué había querido decir con eso?. Certifico que está muerto y suspiro, otro hombre más que abandona este mundo sin que yo pueda ayudarle. Aprovecho para revisar el cuerpo de la víctima, intentando ver de que ha muerto, si de un disparo, de un golpe o de qué, pues fueran decían que había sido asesinado. Compruebo, también, si hay algún rastro en su ropa, signo de violencia de un tercero.

El doctor Agulló comienza el examen de la víctima. Primero observa que sábana y manta están empapadas de sangre, pero no presentan ningún tipo de perforación u otro tipo de marca. Al destapar a Urbán contempla una herida producida por un arma de fuego ubicada entre la cuarta y la quinta costilla del lado derecho. Entre él y José Manuel acuerdan que el disparo debió realizarse a una distancia máxima de un metro. Por el ángulo de la herida, la víctima debía encontrarse en posición decúbito lateral izquierdo y el impacto la hizo posicionarse en decúbito supino; por lo tanto, fue atacada mientras dormía desde el lado derecho de la cama. El homicida estaba cerca de la puerta de acceso a la habitación. José Manuel al acercarse a la ventana no contempla signo alguno de que haya sido forzada ni rastro de que se haya trepado por el balcón.

Urbán debía tener no menos de cuarenta años y no más de cincuenta. El cuerpo muestra una complexión robusta y unas manos encallecidas, propias de un hombre de campo. La sangre mana con abundacia, ha empapado también el colchón. La bala sigue dentro del cuerpo. No presenta ningún otro signo de violencia. Hay algunas gotas de orina todavía fresca en el pantalón, Urbán debió levantarse para hacer sus necesidades poco antes de morir. El olor indica algún tipo de infección urinaria.

—Hija, deberíamos acompañar a don Juan Carlos y dejar a los señores trabajar. No deberías ver a tu marido hasta que yo y tus tías lo adecentemos como es debido, ya has tenido suficientes disgustos por una noche.

—Gracias madre, pero quiero estar presente. Cualquier cosa que pueda desvelar quién fue el canalla que atacó a mi Paco debo saberla —dice secándose las lágrimas y haciendo acopio de valor—. Don Juan Carlos, hay poco que contar. Paco y yo estábamos durmiendo y de pronto me despertó un tiro. Había un hombre embozado, completamente de negro. Chillé de pánico y se fue por la puerta. Luego oí los cascos de un caballo a toda priesa alejarse. Cuando volví en mí, mi marido estaba chorreando sangre y ese desgraciado se había ido.

A falta de más información con la que contrastar lo que te dice Ana María, no sabrías decir si miente, si dice la verdad o si lo está contando todo. Ahora mismo es un cúmulo de emociones, fruto del trauma sufrido.

Sí que notas en su mirada más interés en lo que hacen tus compañeros que en lo que le estás preguntando.

Ana María debe ser mucho más joven que su marido, tendrá unos veinte años a lo sumo, pero por su modo de vestir y talante parece mayor.

Disculpe, Señora, si quiere ir a descansar, debería hacerlo en la medida de lo posible. Antes de irnos le informaré de lo que sea menester que descubramos. Tómese una tisana, le irá bien mujer.

Vayan por delante mis condolencias y las de mis compañeros, haremos todo lo que esté en nuestras manos para atrapar al asesino que a llevado a cabo este ultraje. Doy gracias al Señor de que no acabara también con vos, habiendo sido una testigo.

Dice usted que oyó como marchaba a uña de caballo?. Mmm Puede recordar si salió por la puerta o por el balcón? Quizás el balcón lo dejaban ustedes abiertos por costumbre. Y la puerta de entrada a la casa la cierran o la atrancan habitualmente por dentro?

Me preocupa el interés tan rotundo de esta mujer por saber quien ha sido el autor de tal atrocidad. Menuda entereza se gasta la Señora. Hemos de vigilar que información le damos, no vaya a tomarse la justicia por su mano.

La viuda parece complacida por el respeto y los buenos modales de José Manuel, aunque no cambia de parecer.

—Le doy las gracias por su sincero interés y sus desvelos, pero ahora no tengo el cuerpo ni el alma para infusiones. Mi deber es estar con mi marido. Como he dicho, el asaltante se marchó por la puerta, o eso me pareció. Todo pasó demasiado deprisa. La puerta principal debía estar cerrada con llave y la ventana del balcón cerrada con la puerta de cristal. No acostumbramos a cerrar la de madera. El patio de abajo tiene también una puerta que da a la calle y debía estar cerrada y con el pasador.

Tras un reconocimiento de la víctima puedo hacerme una idea de lo que pasó, lo que discutiré más tarde con mis compañeros. Lo que sí me intrigaba era como había podido entrar el asesino en la casa según lo que estaba contado su mujer, pues según decía, cerraban la casa a cal y canto, y si nada estaba forzado, era cuanto menos, raro.

Me aparto de la cama, pues poco más podía hacer yo por aquel hombre que investigar por qué había acabado de aquel percal en su propia casa, y lo que era peor, quien se había atrevido a hacer algo así, incluso estando la mujer al otro lado de la cama.

Decido dar una vuelta más por la habitación por si hay algo que hemos pasado por alto, prefiero que la conversación con la señora de la casa la lleve José Manuel, no se me daba demasiado bien empatizar con las mujeres.

El doctor observa con detenimiento la habitación sin tocar nada y descubre un ligero abultamiento o doblez en la alfombra de debajo de la cama. A simple vista, no hay ningún otro elemento que destaque. Para realizar una investigación más profunda sería necesario comenzar a revolver entre los muebles y efectos personales del matrimonio. La viuda no deja de mirar lo que estáis haciendo, incluso hablando con los compañeros.

Viendo que en el interrogatorio poco podía sacar, ya que por el estado de nervios o porque quizás ocultasen algo y no podia indagar más para no llegar a molestarles demasiado y eso hiciera perdieran la confianza en nosotros, las pido permiso para registrar la habitación más a fondo.

- Señoras, necesitaríamos registrar el armario y cajones de los muebles para ver si el intruso pudo llevarse algo. Ver si está algo desordenado y removido en busca de algo, debemos de ir descartando posibilidades y averiguar si fue un robo con violencia o el que entró venia con las ideas claras de lo que tenia que hacer. 

—Hagan lo que tengan que hacer, pero procuren no desordenar las cosas, si son tan amables.

Al reparar en la alfombra bajo la cama, me agacho para ver a que se debe aquel abultamiento en aquella zona, quizás algo importante, o simplemente que alguien había movido aquel elemento decorativo y no lo había vuelto a poner correctamente después, fuera lo que fuere iba a averiguarlo, más aún al oír que la mujer nos dejaba registrar la habitación con más profundidad.

Asiento con la cabeza las palabras de la pequeña Ana María dando consentimiento a registrar los muebles y cajones. Empiezo a registrar cuidadosamente todos y cada uno de los cajones y armarios de la habitación. Quizás allí descubrieramos algo, aunque algo me decía que aquello no habia sido un robo. 

Al entrar en la habitación me impacta el olor de la sangre, qué recuerdos me trae....

Me acerco al cuerpo mientas lo examina el doctor y en la distancia echo una ojeada a la herida, que parece de bala. Le susurro al doctor: 

- Docto Antonio, en la medida de lo posible...sería interesante recuperar esa bala si todavía está dentro. Podría esclarecernos si usaron un arma grande, pequeña, cara, barata. Usted ya me entiende. 

Doy una vuelta, y al escuchar que el asesino huyó por la puerta salgo de la habitación por ella. Intento imaginarme por donde se escapó el crápula. Si todo estaba cerrado a cal y canto por donde ha salido.

Al parecer la casa quedaba cerrada, en más de una zona. Muy hábil habría de ser el asaltante para abrirlo todo desde fuera y que nadie oyera ruidos... ni las gallinas del corral?

Ciertamente no habíamos mirado mucho las distintas cerraduras ni cerrojos de la casa, así que me dispuse a darle un repaso a la puerta de acceso a la casa, así como al patio, y al portón exterior.

Señores, mientras ustedes hacen las pesquisas pertinentes en la habitación, yo iré a la zona de abajo y al patio, a ver si deduzco de que modo y forma se las ingenió el asesino para entrar hasta la alcoba, sin que ni una gallina realizara escandalo alguno.

Una vez abajo, tal como ya hice en las cerraduras del balcón y la puerta del dormitorio, me fijo si la puerta de casa y el portón de acceso a la calle andaban forzados. De igual manera, buscar huellas me parecía absurdo, por la cantidad de gente que se hallaba por allí, pero busqué las del caballo, y marque la zona, pidiendo al Padre de la reciente viuda, tuviera a bien evitar que nadie pisara la zona.

Di un repaso por la caseta de la letrina, no se hubiera escondido alguien allí, quizás una colilla aun "fresca", u olor a alcohol para aguantar el frio, fueran detalles a tener en cuenta.

Por último repasé el muro por si habían huellas de alguien hábil en las lides de asalta muros cual araña trepadora y por fuera del muro si dejaron esperando a un equino para la huida, que sería de extrañar que no hubiera huellas, excrementos u orines de montura, en tal lugar.

Mientras mis compañeros se encargan de investigar la casa, con todo el cuidado posible interrogo a la señora de difunto Paco Urbán.

- Disculpe que la moleste, doña Ana María, pero me gustaría formularle algunas preguntas que tal vez ayuden a obtener alguna pista sobre el causante del crimen. 

- ¿A qué se dedicaba su marido? ¿Tenía algún enemigo? ¿Alguna vez le comentó que hubiese tenido un conflicto con alguien? El doctor ha comentado que las últimas palabras fueron sobre un fraile. ¿Conocían ustedes a algún miembro de la Iglesia? ¿Le dicen algo estas palabras? 

- por favor, cualquier información que nos facilite, será de gran ayuda para esclarecer el crimen. Gracias. 

El doctor se agacha a revisar la alfombra y encuentra la vaina vacía de un cuchillo de gran tamaño. Juan Carlos revisa los muebles de alrededor de la cama y observa que en la mesita del lado en el que yace el cuerpo de Urbán hay ropa interior femenina y un antifaz de color claro para evitar la luz solar. En el lado en el que debe dormir Ana María hay, a su vez, ropa masculina. En ninguno de los muebles de la estancia parece haber signo de que se haya intentado revolver su interior, tanto las mesitas, como la cómoda, como el armario mantienen un orden impecable.

Tomás le echa un vistazo a la herida. Corrobora que el disparo debió hacerse desde una distancia corta, por alguien que se tomó su tiempo para apuntar y con un arma capaz de causar un impacto que desplazase un cuerpo como el de Urbán. Hasta que no se extraiga el proyectil no será posible determinar con cierta exactitud el tipo. No está claro si Urbán tenía el pecho destapado o lo destapó el asesino antes del fatal disparo.

A continuación, Tomás y José Manuel tratan de comprender cómo entró y salió el asaltante. No hay evidencia alguna de que ninguna de las puertas ni ventanas de la casa hayan sido forzadas. El muro del patio podría salvarse con una escalera, una cuerda con gancho u otro artificio, pero tampoco hay huella alguna que delate dónde pudo ocurrir. Efectivamente, los animales no se mantienen tranquilos ante la presencia de personas. Hay una errática mancha de orina contra el muro que, aunque resulte repugnante comprobarlo, huele igual de mal que la del pijama del fallecido. Tal y como indicó el doctor, Urbán debía estar enfermo y no se molestó en usar la letrina. Se mezcla con cierto olor a sangre, difícil de distinguir con los animales.

Otros accesos son la chimenea del comedor y de la cocina, pero acceder por ellos habría sido una tarea mucho más compleja que entrar por el balcón o trepar el muro del patio.

Delante de la casa hay numerosas huellas de vecinos y también de animales y carros. No destacan huellas de un caballo que pudiera haberse marchado a la carrera, ni tampoco excrementos frescos. Tampoco se observan en el resto del perímetro del edificio. No muy lejos de la casa, se escucha el discurrir del agua por una acequia.