Partida Rol por web

Escucho las palabras de Ana María y no termino de creerla. Creo que hay algo que no cuadra, pero considero que poco más podemos sacar de ella. 

- Disculpe de nuevo, no quería importunarla, sino solamente hacer nuestro trabajo. Si le he preguntado, no ha sido con afán de molestarla, sino de atacar cabos. En cuanto encontremos al culpable, se lo comunicaremos. Buenas noches. 

Hago una leve reverencia y abandono la habitación. Comento con mis compañeros que poco podremos rascar de la familia esta noche. Así que propongo partir en busca de Manuel. 

Mientras  Sancho Pascual vuelve a parlamentar con la viuda, voy a dar un garbeo para ver el corral... es extraño que los animales no gritaran...

No he visto señales de que pusieran una simple escalera y la usaran para descender por el otro lado evitando señales en el muro, pero igual en el suelo marcas si hay...

No recuerdo que nadie haya investigado la cocina el comedor y la habitación de invitados, propiamente. Solo nos aventuramos a mirar los puntos de entrada (ventanas y puertas), así que me doy una vuelta...

Antes de subir de nuevo a la habitación acompañando a Sancho le comento al doctor Agulló:

- No estaría mal que le consultara a la viuda porque dormían con la posición cambiada. Confío en su delicadeza para preguntarle tal intimidad, que la viuda está a un pelo de ponerse histérica con nosotros y echarnos a gorrazos. 

En la habitación, al ver entrar al suegro del finado pienso "esta es la mía", y dándole un codazo a Juan Carlos digo:

- Señor Javaloyes, mi más sentido pésame, le acompaño en el sentimiento. ¿Javaloyes? ¿Javaloyes? ¿Usted no estaría en el ejército hace tiempo? Recuerdo cierto teniente Javaloyes, comandaba una sección cuando yo servía. Justo el día que perdí el ojo durante mi guardia nocturna en Guadarrama con nosotros venía la sección que llevaba Javaloyes.

- Desde luego los malnacidos siempre aprovechan la nocturnidad para joder al prójimo. ¿Usted también vive en la casa? ¿Ha escuchado ruidos durante la noche? Es que mire que es raro, si está todo cerrado como se habrá colado el asesino...

José Manuel prosigue en su investigación, ahora que tiene una fuente de luz en la mano. No hay ninguna marca de escalera ni de botas al pie del muro. O bien el presunto trepador se ubicó en una zona donde la tierra estuviese especialmente apelmazada o no entró por ahí. Puertas y ventanas no aparentan ningún tipo de forzado, es posible que el asesino tuviese la llave o algún método indetectable para abrirlas que le permitiese acceder a la vivienda. También se halla la hipótesis de que encontrase la puerta del patio abierta como señalaba la viuda, no se hubiese cerrado bien la de la casa o que alguien le hubiese abierto.

En las habitaciones restantes José Manuel no encuentra nada sospechoso y tiene la sensación de que hay una cuestión que todavía no se ha esclarecido, la cual está a tiempo de preguntar. La bala mortal, por otra parte, sigue sin extraerse del cuerpo de la víctima, la cual puede aportar una información valiosa que ha sido ignorada.

Al señor Javaloyes parece agradarle la actitud enérgica de Tomás, la cual es un soplo de aire fresco en un ambiente tan lúgubre. Además, parece que se siente fuera de lugar en medio de todo el problema.

—Muchas gracias. No, nunca he estado en el ejército, siempre he sido un hombre pacífico y sencillo, gustoso de la tranquilidad y la paz. Por el contrario, parece usted hombre de mundo y sería de agrado, si le parece bien, hablar en mejores circunstancias de sus aventuras. No, mi mujer y yo no vivimos en la casa, tenemos la nuestra propia. Mi yerno tampoco era un hombre demasiado «familiar» y mi hija igual. Tan poco familiares que Dios no quiso bendecir el matrimonio con nietos que alegrasen mi vejez y eso que mi hija es mucho más joven y tiene la edad adecuada. De vivir aquí lo que habríamos hecho sería molestar.

Desconozco por completo cómo habrá podido entrar el asesino. Imagino que se habrá colado por el patio o por una ventana. O habrá encontrado el modo de abrir la puerta.

Al hablar de Francisco Urban no parece que le resultase simpático, aunque trata de guardar la apariencia.

Me acerco como quien no quiere la cosa hasta la viuda tras dar un rodeo.

- Buena mujer, soy el doctor Agulló como seguramente ya sabría, mis condolencias, me gustaría consultar alguna cuestión más antes de partir en la búsqueda del asesino, como puede comprender siendo un doctor puedo ser más útil aquí, que yendo tras el personaje que haya sido capaz de algo tan atroz. Y eso me lleva a querer preguntarle, ¿por qué esta noche su marido no durmió en su lado habitual? Seguro que es una tontería, pero... todo puede ayudar a encontrar a ese malnacido.

- Señor Javaloyes, siento mucho lo ocurrido, le juro que daremos con el causante de todo esto. ¿Usted tiene idea de quien pudo hacer tan macabro crimen?¿Sabe si su yerno tenia algún enemigo? Su hija nos dio el nombre de Manuel, hermano de Don Paco, pero nos extraña mucho que un hermano quiere cargarse a alguien de la familia. Usted que opina o piensa ya que le veo un tipo muy sensato.

Intento socavar información al padre, sigo pensando que la familia oculta algo. Cuando nombre a Manuel me fijo mucho en la cara del señor o si hace algun gesto extraño, o incluso si siente nerviosismo al mencionarselo. 

Tras esto me dirijo al doctor, - Antonio, saca la bala del pobre Francisco para que los familiares puedan prepararlo para el velorio. Quiero que puedan pasar el mal trago cuanto antes y podamos seguir con la investigación, incluso esa bala pueda darnos alguna pista del arma homicida. 

La mujer parece sorprendida al ver la capacidad de observación del doctor.

—Mi marido acostumbraba a levantarse por la noche para ir a hacer sus necesidades al patio y también sentía dolores al aliviarse. Se tropezaba cuando estaba muy oscuro, así que cambiamos el sitio para hacerle más fácil bajar por la escalera y volver a la cama.

- Muchas gracias por compartir esa información conmigo, es de entender que así lo hiciéseis dado el problema de su marido. Muy bien, y ahora si me lo permite, extraeré la bala para que puedan preparar al difunto lo mejor posible, si me disculpa.

Lo que decía la mujer tenía sentido, aunque también podría ser una buena excusa para cambiar el lugar si ella sentía miedo, o si quería que atentasen contra la vida de su marido, había un sinfín de probabilidades y teníamos que hallar la correcta, no iba a ser tarea fácil.

Me acerco al cadáver y me dispongo a extraer la bala.

—Lo cierto es que no sé quién pudo ser. Como dice mi hija, los hermanos no se podían ver, pero, además, Paco prestaba dinero con interés y era implacable a la hora de requerir sus deudas —Juan Carlos nota que cuando dice «implacable» hay cierto rencor velado—. Tampoco pagaba bien a los jornaleros y sé de uno al que se le murió el hijo de hambre.

El doctor dedica un tiempo a buscar el proyectil en el cuerpo cada vez más rígido y frío de Francisco Urbán hasta que por fin lo encuentra. Urbán desde luego era un hombre grande y fuerte, si no lo hubieran atacado durmiendo probablemente habría vendido cara la piel. Hay sangre por todas partes, el colchón está empapado. La bala parece pertenecer a una carabina, un arma similar al tipo de fusil que usáis para la patrulla. Ni la viuda ni la madre parece que aguantan la carnicería, así que permanecen en el rellano mientras el doctor procede. Aprovecha para guardarse la funda del cuchillo con disimulo.

Aparte de la sorpresa, notas cierto nerviosismo en la viuda al nombrar el intercambio de lugares, pero no sabrías decir a qué se debe.

Tras hacerme una idea más exacta de lo que había sucedido según la información que arrojaba aquella bala, noto que la viuda parece incomodada por la pregunta que le había realizado, lo que me da que pensar, que tal y como Tomás sugería, ahí podíamos tener algo que nos ayudase con todo aquello.

Echo un último vistazo a la escena, y si nada más llama mi atención vuelvo hasta la viuda.

- Pues parece que ya tenemos todo lo que necesitamos, por ahora, gracias por todo, y de nuevo mis condolencias.

–A usted por la ayuda, doctor. Espero que encuentren pronto al asesino de Paco.

Ángela, la madre, asiente en señal de respeto, pero no dice nada. Quizá esté impresionada por la idea de hurgar en el cadáver de su yerno.

Bueno compañeros, por lo que necesitamos dijo el suegro la verdad que a Paco le podía tener ganas mucha gente, aunque me da que nos siguen ocultando algo, pero nosotros debemos seguir con nuestra ronda, y de paso hablar con Manuel a ver lo que el nos cuenta. No le diría nada de Paco, simplemente charlar con el a ver en qué estado de ánimo se encuentra o si se pone nervioso. 

Pues ya me disculparan compañeros, pero creo que sería adecuado avisar al Manuel ese dela muerte de su hermano. Quizás en su reacción podamos sacar conclusiones. Además, si debemos de cursar un arresto habremos de dar el motivo. En todo caso solo es sospechoso, y como bien apunta Juan Carlos, sin tener evidencias conclusivas, la lista de enemistados con el finado, por uno u otro motivo puede ser larga...

Tengo el presentimiento de que no lo querían ni en su casa, y se lo han sacudido de encima... 

Antes de irnos, me acerco de nuevo a la familia y reitero mis condolencias. Me fijo principalmente en la viuda, pues quiero cerciorarme de que no se le ven moratones o señales de palizas, Lo normal es que no anduviera maquillada, pero si aun siendo la hora que es, lo está, es que quizás quiere esconder algo...

Doña Ana, Don Diego y señora, reitero mis condolencias. Voy a seguir con la ronda. Si averiguamos algo más, se les informará.

José Manuel realiza una minuciosa inspección visual de Doña Ana y localiza una cicatriz en la parte inferior de la muñeca. No observa ningún otro tipo de marca, ni moratón.

–Gracias, caballeros. Infórmenme en cuanto descubran algo.

Os acompañan hasta la puerta de la casa y, tras las preceptivas despedidas y agradecimientos por las atenciones, os encontráis en el portal. No tardarán en llegar visitas, dado lo rápido que se ha corrido la voz.

Todavía quedan vecinos que aguardan poder acceder a la vivienda para presentar sus respetos, puede que por sincero aprecio a Urbán, por curiosidad malsana, para congraciarse con la viuda, heredera de sus tierras y su hacienda o cualesquiera otros motivos.

El interés por poneros en contacto con el hermano del finado parece común en vuestro grupo, ¿dónde iréis a buscarlo, a la casa o a la taberna? También podéis seguir con las pesquisas en la zona o con los vecinos. Vosotros decidís.

Mientras el grupo pone en orden los últimos datos, pienso si solo le vi una cicatriz en la parte anterior de una muñeca, o de las dos... En cualquier caso una cicatriz no parece secuela de un mal trato estando situada en ese lugar. Tras recapacitar, le consulto al doctor.

Doctor, tengo una pregunta para usted. Me he percatado que la viuda tenía una cicatriz en la parte anterior de la muñeca, tenía esta forma y longitud aproximadamente (descripción, con un dibujo en mi libreta). Es el típico corte que alguien se produce para quitarse la vida? En ningun momento me ha parecido que la Señora Ana, fuera una pusilánime sin carácter, más bien lo contrario. No obstante los datos de que el finado parecía bastante déspota, me ha hecho pensar en esa posibilidad...