Partida Rol por web

—Mi marido es..., era terrateniente —dice con cierto orgullo poco contenido, que puede que magnifique la dignidad de Urbán—. Se dedicaba al cultivo de grano y palmera, tanto datilera como para obtener palma blanca para Domingo de Ramos. En cuanto a enemigos pues...

—¡Hija, no hagas acusaciones a la ligera, que podemos tener un disgusto muy gordo!

—Su hermano Manuel. No se hablaban. Era capataz en la plantación, pero Paco lo echó al enterarse de que se quedó una parte en la venta de unos brotes de palmeras datileras. Una vez llegaron a las manos delante de testigos. A mí me odia, me amenazó con matarme por poner a mi marido en su contra, pero eso es mentira. Manuel es un borracho y un gandul, que se bebe todo lo poco que gana o roba. ¿Quién sabe? A lo mejor me buscaba a mí y se equivocó al disparar.

—¡Ay, Señor, hija mía, que diciendo esas cosas le buscas la ruina a la familia! ¿Cómo va a ser Manuel? ¡Ni que fuera un Caín!

- Y donde podriamos encontrar a Manuel, para poder hablar con el. Simplemente para descartarlo ya que no tenemos pruebas.

Tras eso me acerco a mis compañeros y les susurro a mis compañeros, sin que nadie más pueda oirnos - Puede que ella lleve razón y vinieran a por ella, me da la sensación de que esta noche estaban durmiendo en la cama con los puestos cambiados el uno por el otro, lo descubrí al registrar las mesitas de noche. 

Las palabras de Juan Carlos dan que pensar, puesto que si no estaban durmiendo donde usualmente lo hacían el asesino podía haber cometido una equivocación, habría que investigarlo desde luego. 

En cuanto a la información que había podido obtener de la bala, también era interesante, así que en cuanto puedo se la transmito a todos mis compañeros, quizás si todos reuníamos la información que obteníamos llegásemos a buen puerto, después de todo cinco cabezas piensan mejor que una.

- Cuando acabemos aquí, podríamos mirar si el supuesto caballo dejó huellas... - comento, quizás no, pero creía que valía la pena intentarlo.

—Tiene una casa a las afueras, le apunto unas indicaciones —le dice a Juan Carlos—. Si no está ahí, andará por la taberna de las Águilas. Es tan aficionado a esa parroquia que podría mudarse como si fuera su casa.

Compañeros, he dado una vuelta por el exterior. Nada evidente de que se forzara puerta alguna o se escalara el muro. Tampoco de que hubiera una montura en el exterior, aunque eso es difícil de decir con la cantidad de huellas existentes. Al parecer cerca hay una acequia o arroyuelo.

Deberíamos reunirnos todo el "grupo" y debatir lo descubierto entre todos. Poner en claro las evidencias y formar un grueso de conjeturas que nos ayuden a seguir el camino de investigación correcto. 

Creo que aun hay algunos flecos a discernir, pero no quiero anticiparme. Tras nuestras conclusiones, reunir a la Viuda y a sus padres y darles nuestro parecer de los hechos.

- Pues por el patio tampoco hay nada sospechoso señor José Manuel.

Digo alisándome el uniforme y atendiendo a lo que comparten mis compañeros. 

- Sí, juntémonos aquí en el patio y debatamos un poco lo que hemos descubierto. 

Y susurrando añado:

- ¿Cómo dice maese Juan Carlos? ¿Qué esa noche dormían en sitios cambiados? Que cosa más extraña, esto cada vez toma tintes de historia de folletín. Quizás tenga razón, el matarife la buscaba a ella.

Yo me conozco esa taberna, si quieren me acerco allá a ver si está ese tal Manuel y le "pregunto" por donde "ha andao" esta noche...

Os reunís en el patio de la casa para intercambiar impresiones, hablando bajo porque la familia va a estar interesada en escuchar lo que tengáis que decir.

- Bien pues ya tenemos un sospechoso, el hermano de la víctima. Considero que lo que comenta Juan Carlos tiene mucho sentido. Es posible que el asaltante se equivocase y asesinase por error al señor Urbán. Sí, como insinúa su mujer, hubiese sido su hermano, sería un crimen terrible. ¿Qué clase de persona asesina a un hermano? 

- Además, según comenta José Manuel, no se aprecia nada extraño ni en el exterior ni en el interior de la vivienda. Por lo que todo apunta de que el culpable, o tenía llave de la vivienda, o podría haberse escondido dentro durante el día sin ser detectado. Si fuese el hermano, es probable que conociese perfectamente la vivienda e incluso, que supiese algún punto vulnerable para entrar sin ser visto. 

- Me parece perfecto, como comenta Tomás,que nos acerquemos a la vivienda de Manuel y a la Taberna. Creo que deberíamos dividirnos y no ir solos, ya que la noche parece que se vuelve peligrosa por momentos. Yo, si no les importa, prefiero acompañar a Tomás. Y así, de paso, tomar algo caliente para entrar en calor en esta fría noche. 

Compadre Pascual, no corra tanto amigo mío. Somos un grupo de ronda, y no hay mucho motivo para dividirnos, pues no hay tantas evidencias a seguir, en mi humilde opinión.

Veamos, tenemos un sospechoso, pero nada que le incrimine de forma directa. Así que la prudencia indica que podemos interrogarle sobre sus quehaceres durante la noche de autos, o sea hoy, y si hay alguien que pueda corroborar su historia, con lo cual tendría coartada.

Es curioso eso que dicen de que los señores de la casa habían intercambiado su espacio en el lecho... Le han preguntado a la señora por tal cosa? Yo lo hubiera hecho. Es una casualidad muy pertinente. Lástima que no podremos saber el motivo de boca del fallecido...

Don Sancho, habla usted de la posibilidad de que el asesino buscara la muerte de la Señora y quiso la providencia de que ella no estuviera en el lugar habitual. Este detalle nos lleva a pensar que el asesino conocía entonces ciertas intimidades dela pareja?

Además se pregunta que persona mataría a un hermano... y suponiendo, y es mucho suponer, que fuera el tal Manuel el asesino, que tipo de persona sería en el caso de querer matar a su cuñada a la que según "ella" la aborrece? 

Al parecer el tal Manuel tenía más motivo de odiar a su cuñada que a su hermano.

Todo ello me lleva a valorar una hipótesis. Ya me perdonaran ustedes.

No encuentran que la viuda está muy entera para el varapalo recibido? Pues bien... No hay indicios de nada forzado; pongamos que alguien desde dentro deja abiertas las puertas o alguna ventana, facilitando así la entrada del intruso. Imaginemos que la Señora pudiera haber orquestado todo este lio, es decir que fuera la mente pensante aunque no la mano ejecutora... El cambio de lugar en la cama igual fue cosa de ella. Esa pregunta recobra importancia ¿Por qué intercambiaron posición?

Por último estamos dejando pasar lo más relevante e importante de todo lo descubierto. La última palabra dicha por el moribundo señor Urbán: Frare... o sea traducido Fraile... Nadie que se supiera herido de muerte pediría a un fraile para redimirse de sus pecados, pues solo los Sacerdotes pueden realizar misa y otorgar los Sacramentos. Por tanto mas que solicitar aun Fraile, quizás nos quería decir algo relevante.

Si miramos etimológicamente hablando, la palabra Fraile, frare en valenciano, deriva de Fráter, que en latín significa "hermano" y volvemos a llegar al mismo sitio... Pero quien usaría el vocablo "Frare" en lugar de "Germà"...

Por cierto Doctor, por si le vemos alguna connotación, en el muro por la parte de dentro, en el patio, vi restos de orín y juraría que tenian el mismo olor peculiar, de fondo eso si, que el pijama del finado. Al parecer debió salir a orinar y no fue a la letrina por algún motivo... 

Un momento!!!

José Manuel salió corriendo hacia la letrina para inspeccionarla por si allí había alguna pista... quizás estaba cerrada por dentro, como si hubiera alguien escondido, y ante la premura y la hora el pobre Don Francisco orinó en la pared antes de volverse a la cama?

Asiento a las palabras de José Manuel, me parecía que había dado con algo importante.

- Sí, también veo extraño el cambio de papeles en el dormitorio, por la posición me refiero, y esa mujer... tenéis razón, debería estar más llorosa, menos... tranquila diría yo. Quizás estemos ante algo más de lo que parece en una primera impresión, así que yo opto por valorar la opción de que la mujer de la víctima haya tenido algo que ver en todo esto. Aún así, también me gustaría visitar al hermano, aunque si ha sido ella la tramadora, no creo que ese buen hombre tenga nada que ver, quizás ella quiera quitarse el muerto de encima y cargarle las culpas a él.

José Manuel enciende un candil y observa con atención la letrina. No hay nadie en su interior y se encuentra, dentro de lo razonable, limpia y sin usar. Hay un recipiente cerámico debajo de la tabla con agujero para recoger las deposiciones, en lugar de un pozo ciego. Probablemente Francisco Urbán, aprovechando la luz lunar, no perdió el tiempo buscando el modo de iluminarse, y ahorró a él mismo o a su señora la ingrata tarea de vaciar más tarde el bacín.

Nada indica que alguien ajeno a la casa pudiese esperar en su interior, ningún indicio, olor o rastro.

-  Esto es mal pensar, pero acaba de venirme de repente, ¿y si realmente el cambio de posiciones fue realizado aposta esa noche?, quizas la viuda sepa más de lo que me contó. Pienso igual que lo de separarnos no es buena idea, ahora bien, pienso que si que deberiamos hablar con Manuel, sin hacerle parecer culpable, al fin y al cabo llevaba un negocio con su hermano y puede que el también esté en peligro, quien sabe. Pero creo que sea quien fuera el culpable es alguien cercano, no hay puertas forzadas y sabía muy bien donde iba. 

No perdemos nada con hablar con Manuel, de hecho también debemos seguir la ronda, quizas el café calentito debe esperar para ultimisima hora.

Seguimos cambiando impresiones todos una vez nos reunimos y vamos atando cabos de lo descubierto hasta ahora. Tengo claro que es alguien dentro del circulo familiar, sabia bien donde iba y no hay puertas ni ventanas forzadas. Además no atacó a nadie más.

Tras escuchar las palabras de mis compañeros, me rasco la cabeza y asiento lentamente conforme van finalizando sus alocuciones. 

- Don José Manuel, creo que la hipótesis que ha aportado usted es muy interesante. Tal vez la premura que muestro por salir de la vivienda es la promesa de un café caliente te la taberna para intentar combatir este frío húmedo que me cala hasta los huesos. Pero tiene toda la razón, barajemos todas las posibilidades antes de volver a la ronda. 

Como usted bien dice, es sospechoso ver lo entera que está la señora Ana María, si bien es cierto que desconocemos la relación del matrimonio y sus posibles problemas. Me parece correcto interrogar de nuevo a la señora, para tratar de averiguar si nos ha contado la verdad respecto a las opiniones sobre su cuñado. El hecho de que no hayamos detectado ninguna muestra de que los accesos a la vivienda dan fuerza de que el asesino haya tenido algún cómplice dentro de la vivienda. Si les parece bien, voy a volver a interrogar a la señora. Si quieren preguntarle algo más, por favor acompáñenme.

Vuelvo a acceder a la habitación donde están Ana María y Ángela. Me dirijo a la primera:

- Doña Ana María, perdone que la vuelva a molestar, pero necesitamos recabar algo de información antes de ir a hablar con Manuel. Ya me ha comentado que su cuñado la odiaba. ¿Ha intentado usted acercarse a él para poner fin a la riña que divide a su familia? Por otra parte, no hemos encontrado ninguna muestra de que se haya intentado entrar de forma violenta a la casa, por lo que tenemos la teoría de que alguien desde dentro pudo ayudar a entrar al asesino. ¿Sabe si alguna persona de las que viven en la casa tenía relación con Manuel?

—No, naturalmente no. El orgullo lo impide. Ninguna mujer con dignidad volvería a dirigirle la palabra después de aquellas horribles palabras delante de los jornaleros, qué escándalo. ¿Y cómo se le puede ocurrir esa idea? La única persona que vivía con mi marido soy yo. El que me lo ha matado habrá saltado el muro del patio o se habrá colado por alguna ventana. O Paco se dejaría la puerta del patio abierta, que le gustaba pasearse por la noche. No sé quién habrá sido, pero nadie, repito, nadie de mi familia sería capaz de haber facilitado algo así —parece muy irritada—. ¿Y qué van a encontrar si no se ve nada?

Caballero, les agradecemos sus servicios, pero es tarde y mi madre y mis tías quieren ayudarme a lavar a mi marido para que pueda venir el resto de la familia. Como comprenderá, me mantengo serena porque la procesión va por dentro. He derramado muchas lágrimas en público esta noche, y no quiero tener que volver a hacerlo.

—¡Hija!, ¿qué ocurre? —viene el padre, preocupado.

—Nada, padre, que el asesino de mi marido sigue ahí fuera y a estas alturas andará por Tegucigalpa si seguimos con esta cháchara.

–¿Podemos las tías y yo arreglar al pobre Paco? Se va a helar, ahí destapado.