Partida Rol por web

Bien, hay que revisar la otra torre y vigilar la entrada. Dentro de uno o dos días vendrán soldados que nos relevaran y podremos descansar.

Comenta Lekion aún dolorido de las mordeduras de la araña.

Después de esto os podré recompensar en condiciones, tenedlo por seguro.

Una vez acabada la inspección de la fortaleza y, ya sentados frente a una buena mesa, Alé acabó contando a sus compañeros aquello que había prometido. Si iban a seguir juntos era necesario que lo supieras.

- Padezco del Gran Mal, eso es todo lo que tenía que deciros.- Se quedó mirando a Nehifile, sabiendo que requeríría de más información.- De vez en cuando, nadie sabe el por qué ni la frecuencia, sufro ataques. Mi cuerpo convulsiona  sin poder evitarlo. Por eso necesito que lo sepáis., para saber cómo tratarme durante...esos ataques. - Se quedó esperando las reacciones para después explicarles cómo debían actuar.- Simplemente se trata de evitar que me golpee la cabeza. No hace falta que me sujetéis, ni atéis, pues eso acabaría haciéndome daño en las articulacones.  Lo segundo más importante es que me déis a morder algo, una prenda de ropa o mi símbolo del Dios Débil.- Cuando convulsionaba, para no morderse la lengua, los sacerdotes de Débil le habían metido una vez su símbolo sagrado en la boca.  Desde entonces es lo que solían hacer, y se podían ver las muescas de los dientes de Alé en la ramita de madera con forma de mano artrítica..- Normalmente, en un rato se me pasa.- Sontió y siguio comiendo como si nada.

Lekion aprovechaba a descansar mientras Kitsu hacia guardia en lo alto de la torre principal.

Vaya, algo parecido me contó Karpat, cuando dormía me dijo que su dios de la guerra le poseia y que se ponía a caminar en sueños y pelear contra lo que se encontrase. Ser clerigo es algo dificil de llevar por los caprichos de los dioses.

Nehifile no entendía mucho lo que decía la pelirroja. 

Cunvulqué? Qué rara es la condenada, joder...

Que estás poseída? Sí, ya se notaba. Espero que si te pasa, no empieces a soltar maldiciones, vomitar y ofrecer tu cuerpo a cualquiera que pase, como una chica que conocí en un calabozo. La encerraron por puta, pero luego dejaron de acusarla d´eso y la metieron en un convento. Para el caso, es lo mismo, no?

La elvariel era así. Lo que pensaba lo soltaba sin complejos. 

Durante esos días se dedicó a explorar la otra torre minuciosamente. También practicaba lanzando dagas, dejándolas caer de gran altura y con el arco. La cuestión era lanzar objetos punzantes a altas velocidades. 

Bueno, Oráculo, es comprensible que a cambio de tu habilidad pronosticadora los dioses, en su capricho, hayan decidido obsequiarte también con esa maldición. Todo poder tiene un precio.

La bruja agachó la cabeza y miro una de su piernas fijamente.

Pero merece la pena, creeme.

El tiempo pasaba despacio en la fortaleza. Las conversaciones eran solo entre las mujeres. Los hombres mantenian sus pensamiento para si mismo con unas pocas palabras cada vez que se cruzaban.

Solo en la comida y en la cena se reunían el grupo de aventureros para charlar un poco más de lo despacio que avanzaba el tiempo.

Finalmente el sol se iba poniendo y su luz azulada daba paso a la oscuridad.

Después de inspeccionar las dos torres que protegen las puertas, la torre del flanco derecho sin encontrar nada de interes, volviendo sobre sus pasos, en las mazmorras, un extraño símbolo, parecido al que tenía dibujado el kobold inscrito en la pared al otro lado de los recios barrotes de acero. Una pena que esa puerta siga cerrada y no pueda entrar en la celda para inspeccionalo desde más cerca.

Nehifile encontró inscrito el símbolo del kobolt aquel en la pared de una de las celdas. Avisó a sus camaradas.

Eh, jefe, que he encontrao algo. Abajo, en las mazmorras. Y mirando a las dos compañeras... Un dibujo d´esos que tanto os gusta, jijiji.

Sin esperarles, marchó a su mula, metió algunas cosas en su mochila y bajó con su velocidad habitual, removiendo el polvo a su paso. Cuando llegó a la puerta que cerraba los barrotes se plantó, encendió una antorcha (necesitaría más luz) y estudió la cerradura. Sacó las ganzúas, la sierra para metales y la palanqueta. Iba a disfrutar de lo lindo. No importaba si hacía falta entrar o no. Lo estupendo era poder abrir una cerradura de una celda.

Hay dos tipos de cerraduras que me gustan: las que me liberan y las que me hacen más rica, jijiji. 

Se lo tomó con calma. No tenía presión, no había prisa alguna. Primero la observó, luego tanteó un poco con la ganzúa y luego se puso a intentar abrirla. No parecía fácil, pero seguiría intentándolo más veces. 

Alétheia siguió a Nehifile con entusiasmo. Quería ver ese símbolo  con sus propios ojos, así que hizo todo lo que pudo para ayudar a la hábil Elvariel. Le sujetó la antorcha, le pasaba las herramientas si ésta se las pedía y, sobre todo, mantenía la boca cerrada,con el esfuerzo  que eso le suponía.

Nehifile intenta una y otra vez abrir la cerradura sin éxito alguno. Sin duda quien la hiciera se aseguró de que el que encerraran no saliese. Después intentó con la palanqueta, pero la cerradura no cedió, apenas movia la puerta por la holgura que tenía. Después probó con la sierra, por suerte, el acero estaba oxidado y le fue más fácil cortarlo de lo habitual y consiguió entrar.

Allí, el mismo símbolo que había dibujado el kobold, el mismo que Kitsu había pasado con sus dedos para notar como la circunferencia tenía 8 rebajes simétricos de los que salía un fino hilo que se dirigía hacia el centro, donde un ligero relieve adornaba, de manera imperceptible para el ojo, el centro de la figura.