Partida Rol por web

La Iglesia es un viejo edificio que se sitúa en las afueras del poblado. Como muchas consturcciones cristianas similares, tiene forma de cruz. La estancia principa está llena de imágenes de santos y ángeles, aunque la gran mayoría han sido completamente destrozadas y sólo dos o tres permanecen intactos. Tras el cuerpo central hay dos habitaciones más: la sacristía, donde el padre guardaba todos sus libros, y el dormitorio. También hay unas escaleras que conducen a la torre del campanario, desde donde se ve el pueblo entero.

Lo raro de ese lugar es que parece deshabitado. Allí no hay sacerdote y parece que hace mucho tiempo que no lo ha habido...

Una gran casa de tres pisos, que se levanta orgullosa en la plaza central. Sin duda es la construcción más relevante del pueblo y también la de mayor tamaño, donde viven el alcalde Raymon y su numerosa familia. Raymon es una buena persona, aunque su espíritu ha ido apagándose con el paso de los años.

El edificio tiene un enorme recinto cerrado en su parte posterior, donde los aldeanos celebran sus reuniones.

Aunque el cielo aún tenía algo de claridad, el sol ya se había ocultado. El aire fresco del mar refrescó tu mente y caminaste lentamente por la arena.

Allí habíais aparecido tras la caída de La Dama. Aún podías ver algún rostro de madera por allí, pero no había rastros de nada más. Por allí no había pasado nadie en un tiempo, pues no había pisadas ni nada extraño.

Catherine no estaba allí.

Cuando llegó a aquel lugar se dijo:

A esta gente seguro que no le falta de nada.

Mirando de soslayo, quiso comprobar antes de adentrarse más, que nadie estaba lo suficientemente cerca para sorprenderle.

Este lugar me provoca arcadas, nunca me gustaron los edificios altos ni tan ostentosos.

Llegados a la carrera a la iglesia, Ariadne se paró y puso los brazos en jarras. - ¿Y bien? ¿Qué has descubierto? ¿Y qué te ha hecho esa chica para que la dejaras con la palabra en la boca? - interrogó al joven luchador.

Que la iglesia estuviera completamente vacía no indicaba absolutamente nada, eso había hecho que sus planes y suposiciones fastidiaran todo lo que había sospechado hasta ese momento. Mierda. No pudo evitar decirle a Ariadne. No es que descubriese nada, es que vi la lápida del sacerdote de esta iglesia, y por alguna extraña razón pensaba que estaba vivo. O mejor dicho, que aunque hubiera muerto, el sacerdote seguiría por aquí paseando.

¿Sabes de lo que te estoy hablando? Dijo en bajito observando a todas partes. Sospecho que este lugar es una especie de plano paralelo, o algo similar. ¿Recuerdas las palabras de aquella criatura cuando caíamos? Dijo algo de un Mundo de Tinieblas. Había pensado que estábamos en una isla de muertos, y que el marqués es un vampiro. Por eso me dirigí al cementerio, me encontré con esa chica que solo respondía a lo que quería, y cuando vi la lápida... pues me equivoqué. Esta catedral parece igual de vacía que si el sacerdote hubiera muerto. ¿Has averiguado algo tú durante estas horas? Y... ¿a qué habíais ido al cementerio?

-Yo no suelo hablar mucho ni contar mi historia, solo diré que tengo la intención de ser un Caballero del Cielo -comentó haciendo referencia a las orden de caballería que protegían la capital del Sacro imperio e incluso a la mismísima emperatriz- de ahí que estuviera en la Dama.

Tras decir eso, Cáliban volvió a sumirse en el silencio que le caracterizaba, siendo poco sociable y continuó con la cena.

Tenía poca iniciativa y ahora mismo no sabía que podía pensar del Marqués y de la gente del pueblo, pues su "sociabilidad" siempre había brillado por su ausencia, así que de momento dejó que los demás tuvieran algún tipo de iniciativa.

Cuando el Marqués habló, Cáliban prestó atención a lo que decía, pero más por respeto que por interés, y cuando todos se levantaron para despedirse, el hizo lo mismo dedicándole una ligera reverencia al anfitrión.

Tras realizar el viaje de vuelta y estar de nuevo en el pueblo, Cáliban se dirigió a sus compañeros por primera vez desde que se estrellaron- ¿Es cosa mía o nos estaba tomando la medid para ver de qué somos capaces?

Justo antes de entrar en la Alcaldía, a la que tampoco estabas seguro que pudieses acceder a esas horas de la noche, te percataste de una persona. Aunque quizá no era más que un aldeando más, algo te decía lo contrario. Al centrar tus ojos para observarle con más detenimiento, tu mente fue enlazando hechos que parecía que no recordabas. Y es que ese hombre parecía que os había estado siguiendo y, en ese momento, parecía seguirte a tí. No parece que esté preparando un ataque, más bien está anotando cosas.

Ariadne observó a Pyros mientras hablaba. En otras circunstancias, se habría reído con la historia que se había montado el joven, pero tras el encuentro con el monstruo en la Dama y habiendo oído los rumores que había oído no quería descartar posibilidades descabelladas. Suspiró, en parte para recuperar el aliento tras la carrera, en parte para soltar tensión y relajar un poco el ambiente.

- Pyros, relax. El sacerdote está muerto, se resbaló hace tiempo y murió. Debe estar enterrado en el cementerio. - dijo mientras intentaba comprender lo que había dicho el joven.

- Vine porque oí rumores mientras ayudaba a Miriam - hizo una pequeña pausa para alzar un dedo acusador - como habíamos acordado - puntualizó, para continuar con su tono jovial, retirando el dedo casi tan rápido como lo había levantado - sobre una señora muerta que ronda cerca de la casa de un aldeano... quise ver su tumba, por lo que pudiera ser.

Un segundo después, prosiguió con otro hilo de pensamiento - Ahora que lo pienso, lo que dijo suena muy parecido a tu idea... ¿Qué era? - hizo memoria, llevándose un dedo a la cara, pensativa - Mmm... Que "la isla está maldita" y que "estaban siendo engullidos por el infierno"... no se si eso casa con lo que pensabas.

Dejó un momento para que el rollizo luchador asimilara lo que le había dicho antes de proseguir.

- De todas formas, vale que el cementerio da yuyu. - dijo con total convencimiento de causa - Pero esa chica... la has dejado colgada, creo que le debes una disculpa. - finalizó con firmeza.

No lo tenía planeado, pero aún así Leon dedicó una parte de su tiempo a pasear por la tranquila playa, ordenando sus pensamientos. Cuando fue consciente de que debería tratar de aprovechar algo más el día, decidió probar suerte y ver si se topaba con Catherine por el cementerio.

Inari pudo ver cómo alguien le observaba, ¿quién?, de momento no lo sabía, pero no le hacía ni pizca de gracia. Paso tras paso se iba aproximando al edificio en cuestión. No había nadie, parecía que estaba en otro lugar, pero no, tan sólo eran unas horas un tanto inoportunas para ir paseando.

¿Y si juego con él un rato?

Empezó a acelerar el paso y buscó un conjunto de arbustos o algo para tratar de despistar a aquel hombre.

¿A quién le has oído decir eso? ¿Y de qué chica hablas? Quizá la mujer con la que estuve hablando tiene algo que ver con la muchacha que buscabas, no tengo muchas ganas de seguir hablando yo con ella, pero quizá a ti te haga más caso.

 Pero desde luego que esas palabras parecen reafirmar aún más mi teoría. El infierno, la isla maldita, todo. Pero... por unos momentos pensó en todo aquello, en qué harían para salir y con quién podrían hablar, cómo vamos a salir de aquí entonces. Creo que el marqués no tiene ninguna intención de ayudarnos, y solo estaba curioseando sobre nosotros. Me temo que estamos tan encerrados como ellos y que si queremos salir de aquí, algo gordo tendremos que hacer. ¡Yo no creo que estemos muertos! Al menos aún no. O tal vez si, siguió pensando. Al fin y al cabo, salir con vida de La Dama, habría sido obra de un milagro, lo mismo hasta estaban

- A un parroquiano que cenaba en El Pequeño Castillo. - Respondió automáticamente Ariadne. - Vayamos a disculparnos con la chica de la lápida. - propuso mientras se ponía en marcha.

- De todas formas - continúo hablando mientras volvía hacia el cementerio - Sí que pasa algo raro. Las heridas de Inari desaparecieron como mágicamente. ¿Será que hemos muerto y estamos en el infierno? (*) ¿O estaremos mezclados vivos y muertos sin ver la diferencia? Pero aunque haya muertos-vivos, parece que hay muertos-muertos... ¡Aaaah! - Protestó por un razonamiento que se estaba enrevesando demasiado. Para zanjarlo, al menos de momento, concluyó - En fin, sé que a ratos siento hambre o sueño, si eso no significa estar vivo se parece bastante...

Al llegar, otro compañero se había unido al lugar. Leon estaba allí, observando a la muchacha, en la distancia. Seguramente acabara de llegar y aún no había dado ni un paso cuando se giró para descubriros.

La joven había vuelto a sentarse en la misma lápida, y tarareaba una canción.
 

Te movieses por donde te movieses, el hombre aparecía en la distancia, pero siempre detrás de ti. Intentabas jugar al gato y el ratón, pensando que tú eras el gato, cuando realmente el que te acechaba era el otro individuo. Pero, curiosamente, se mantenía en la distancia, adivinando tus pasos y situándose detrás de ti. Jugar al escondite con alguien que seguramente fuese de la isla resultaría muy complicado.