Partida Rol por web

El tono de su cara cambia radicalmente tanto que parecía un tomate. La simplicidad de aquella torpeza le hacia gracia al muchacho, pero a pesar de todo no se atrevió a expresarlo ni en palabra o gesto alguno.

No hubo posibilidad de conseguir una respuesta directa, era suficiente con los pensamientos de la muchacha que al ver como era puesta su mente al desnudo, huye a encerrarse al baño, dejando al pobre Yreth sin saber muy bien que hacer.

Pasaron algunos minutos casi eternos, pero al final el muchacho se acercó a la puerta que hacia de muralla entre ambos, estiro su mano hasta tocar la madera de la puerta pero tras una pequeña vacilación se detuvo y no llego a descenderla hasta el pomo. Quedándose allí quieto, pensativo…

Un breve instante después se separo de la puerta alejándose y mientras se escuchaba como se cerraba una puerta una palabra resonó en la cabeza de Daelire.

-Adios-

Tras aquel único vocablo Yreth se dirigió al camastro y espero la reacción de la muchacha. Por un inicio pensó en cortar todo lazo con su mente, pero la curiosidad podía con el y decidió mantenerlo.

Me llevé las manos a la cabeza apoyada en la puerta del baño mientras intentaba organizar mis pensamientos, sabía que una simple puerta de madera no iba a impedir que Yreth leyera mi mente por lo que me esmeré en poner en blanco mi mente o al menos intenté cerrarla lo mejor que pude. Nunca imaginé que su poder tuviera tanto alcance ¿Donde estaba mientras yo estaba durmiendo? ¿Puede leer mentes a tanta distancia? ¿qué cosas pudo haber visto en mi mente en estos años? son algunas preguntas que se me pasaron por la cabeza e intenté ocultar. Respiré profundamente varias veces hasta que me agoté y rebujé mi pelo con las manos frustrada. Escuché el cerrar de una puerta, lo que me devolvió a la realidad y me giré para encararme con la madera en la que había tenido apoyada la espalda. Cuando me llegó aquella palabra de despedida en lo único que pude pensar fue en que mi respuesta había sido que sí ¿porqué se había ido si quería que se quedara?. Esta pregunta se repitió tantas veces en mi cabeza que fue fácilmente audible si aún mantenía el contacto. No pasaron ni tres segundos hasta que me apresuré a abrir la puerta y salir del baño con la intención de seguirle.

La reacción de la muchacha fue mas rápida de lo que había imaginado el muchacho. Unos segundos bastaron para hacer que saliese del baño. Quizás su método fue un poco,… ruin, pero sirvió a su propósito.

Y apenas ella salía del baño pudo comprobar como Yreth descansaba sentado en la cama, esperándola a ella con una media sonrisa dibujada en su rostro.

-Bueeeeno… -arrastro aquella palabra divertido-si me voy a quedar, al menos deberiamos compartir la misma habitación. ¿No crees?- como ultimo gesto la sonrió completamente, pero esta vez no se trataba de una forma de burlarse de ella.

Al abrir la puerta del baño y verle en la cama sentado un acto reflejo me hizo agarrar el marco de la puerta frenando mi carrera mientras mi cara enrojecía a más no poder. Me había engañado y yo había caído como una mosca en la miel. Empezaba a creer que disfrutaba riéndose de mí y eso me enfadaba un poco.

Hacía mucho tiempo que había perdido la capacidad de enfadarme con aquel hombre. Por alguna razón lo único malo que  podía sentir hacia él era alguna rabieta tonta muy de vez en cuando. Siempre era él el que se enfadaba y yo la que suplicaba perdón. No recuerdo desde cuando me ocurría eso, podría decir que desde siempre.

Me quedé con la boca ligeramente abierta sin saber qué decir balbuceando un poco pensando en cómo reaccionar hasta que me crucé de brazos con una expresión de derrota y resignación.

-A-Ahora se me ha ido el sueño...- dije mirándole de reojo -v-vamos a fuera... te acompaño a la taberna si quieres...- dije nuevamente mientras me acercaba a coger de nuevo mi capa negra que estaba sobre el respaldo de una silla.

Sí, había eludido la pregunta, sí, no había dicho ni que sí ni que no y sí, quería compartir la habitación con él pero nunca lo admitiría y jamás, jamás permitiría que lo escuchara en mi cabeza.

Para Yreth el hacer rabiar a Daelire se había convertido en un pequeño pasatiempo. No solía conseguir su propósito en cada ocasión que se le presentaba pero al fin de cuentas siempre quedaban otras oportunidades que aprovechar.

El joven muchacho sabía de sobra que sus palabras podrían malentenderse a pesar del cariz inocente que intento aportar con aquel gesto sonriente. Y gracias a ello pudo disfrutar de una pobre chica que no sabia como reaccionar.

Cuando al fin esta logra decir algo coherente, Yreth cambia su gesto sonriente a no más triste. Podría tratarse de una falsa, una mera dramatización que solía hacer, aunque….

El muchacho se levanta y una vez erguido asiente.

-Ya no recuerdo que quería hacer en la taberna…- era cierto, con todo ese asunto de pesadillas cobrando una vida falsa había dejado de lado todo aquello que se había planteado a hacer, preguntar...

El muchacho avanza hasta la puerta y la abre esperando a que Daelire cruze para seguirla.

-Bueno siempre podemos dar una vuelta…-Dudo un instante-¿Te apetece?-

-Sí, por favor...- dije mientras me ponía la capa negra por encima de los hombros y me la abrochaba andanto hacia la puerta que sujetaba Yreth. Pasé delante de él con la cabeza gacha y las mejillas coloradas. Tenía ganas de esconderme bajo tierra y sin embargo le acompañaba a la taberna. <Tal vez una copa me sienta bien> pensé mientras bajábamos las escaleras hacia la recepción del hotel para ir hacia la taberna o para ir a dar un paseo

Zahariel alcanza por fin la posada. Al entrar observa a Heimer, al cual se acerca y saluda amistosamente.

Tras lo cual se sienta justo a este y mientras espera que este inicié la palabra observa el lugar viendo la gente y el humor de los presentes.

Zahariel observa el lugar en busca de la Dueña y si la alcanza a ver le pide una cena completita.

Yreth apenas abrió la boca más para amagar algún intento de iniciar una conversación. No le movía a vergüenza o pudor, la simpleza de su mutismo se hallaba en que no tenia nada que decir a pesar de su deseo de quitar aquel silencio, que les acompaño durante el viaje a la taberna.

A medida que avanzaba hacia el lugar destinado comenzó a recordar sus intenciones al entrar en la taberna y el como había dejado a la vieja mujer con las palabras de bienvenida en la boca. Aquel simple recuerdo hizo que se riese, rompiendo momentáneamente el silencio.

El muchacho siguió caminando hasta la taberna para volver a internarse en la misma.

Tras el gesto de Zahariel, la camarera te trae un plato completo. - ¿Todo bien señores?

Yreth y Daelire aparecen por la puerta.

Zahariel se sienta junto con Heimer mientras mira alrededor y toma el plato que le trae la mujer. Tenía un hambre canina, y aunque casi comenzó a comer miro hacia la puerta al oír el sonido de la misma. Una sonrisa apareció por su rostro al observar a Daelire e Yerth entrar por la puerta.

Saludándoles con la cabeza y señalándoles con la mano las sillas libres de la mesa dejo claro la invitación. Esperando a que estos tomaran asiento o comentaran algo.

---Todo perfecto, gracias- digo guiñando un ojo a la camarera, veo como se abre la puerta y entra un desconocido que saluda a Heimer y se sienta con nosotros, no se presenta asi que yo no lo hago tampoco, ya nos presentaría Heimer, no han pasado ni 5 minutos cuando otros dos desconocidos entran en el local, esta vez me llama mas la atención puesto que hay una mujer entre ellos y bastante guapa...

Nuevamente entraba a la taberna en aquel dia, pero esta vez estaba mejor acompañado. Yreth se queda parado en la entrada observando nuevamente la escena, hasta que logra ver a Zahariel y Heimer.

Devuelve el saludo también con una sonrisa aunque la suya apenas llegaba a media. Sin duda alguna, para el joven Yreth no pasa desapercibido el otro muchacho… un pueblerino mas, algún viajero o puede que un superviviente del accidente, pero aquello no fue lo que atrajo su atención…

Pero no perdió más tiempo en contemplaciones y acabo acercándose.

-¿Qué tal muchachos?... Hay hambre por lo que veo.- dijo observando su plato.

Dicho aquello procuró sentarse al lado del chico al que no conocía dejando el otro hueco para Daelire.

Las tabernas no me gustaban, demasiada gente, demasiados borrachos, demasiadas miradas pero entrar con Yreth no fue tan malo. En seguida me percaté de la presencia de Heimer y Zahariel a los cuales les dediqué la mejor de mis sonrisas, me dio la sensación que hacía días que no les veía.

Yreth se me adelantó y se sentó junto a ellos dejándome un hueco libre pero yo me entretuve mirando el lugar. No era un mal sitio, incluso parecía agradable: suelo de madera, paredes de madera, muebles de madera... la típica taberna de pueblo rural. Tras unos minutos investigando como si fuera una niña me acerqué a la mesa donde se sentaban todos y volví a sonreír como era habitual en mí -Hola de nuevo...-mi mirada quedó fija en el hombre de cabellos azules que se encontraba con ellos pues había notado la manera en la que nos miraba al entrar. Supuse que era algún conocido de Heimer o Zahariel así que me atreví a presentarme -hola... me llamo Daelire...- dije tendiéndole la mano.