Partida Rol por web

-No es "mi apreciado noble"- refunfuñé -Por favor... no hagas cosas que te pongan en peligro- dije mientras le ponía una mano en la cara para que me mirase a los ojos. Se había acercado a mi para salir de la habitación y cuando me hubo mirado me aparté para dejarle pasar, saliendo justo detrás de él.

Zahariel había esperado con unas muestras de nerviosismo la llegada del carromato del Marques. Al provenir de Togarini, no sabia como actuaría el Marques en su presencia y eso no era algo que le agradara. La fama de su gente se había extendido más allá de la Alianza Azur de forma tenebrosa y peligrosa.

A pesar de ello al llegar este, Zahariel se preparo y espero a abordar el mismo a que sus compañeros estuvieran presentes.

- ¿Dispuestos? – comento con una sonrisa. Tras mirar al cochero le pregunto. - El Viaje, ¿tardara mucho?

Ya estábamos todos listos para hacer el viaje hacia esa comida. - Listos señor. - Dije con una sonrisa. - ¿Vosotros también estáis listos? - Dije mirándolos uno a uno esperando su respuesta.

-Listo.

Pronuncio mientras miro para Heimer, y me subo al carruaje.

Bajé las escaleras seguida de Yreth, le había convencido para que nos acompañara aunque no parecía muy contento con la idea. Cuando llegué abajo, vi como mis compañeros se disponían a subir al carruaje mi miré a Yreth unos segundos -¿vamos?- le dije para luego avanzar hacia el vehículo y subirme a él sujetando la falda con una mano. 

Asentí cuando ya estábamos todos y subí al carruaje con una sonrisa.

Yreth seguía a la muchacha muy a su pesar. Expresando por cara poro de su piel la contrariedad de aquel acto, sin embargo aun con mala cara se dirigió hacia el carruaje mientras murmuraba cosas ininteligibles.

Espero a que Heimer subiese y al fin entra tras este.

- ¿Estáis listos para emprender el viaje? - Os dijo una voz desde delante del carruaje. Era el conductor, un hombre gordo con un sombrero marrón y un látigo por si hacía falta para corregir a los caballos. El viaje que había no era demasiado largo, al menos de distancia, aunque si de tiempo. De mínimo era una hora, pero tardaron una hora y diecisiete minutos. Tras ese rato veíais a lo lejos una inmensa mansión de color blanco marfil, con ciprés a su alrededor haciendo de muralla y protegiendo la intimidad de los integrantes como delimitando el caserón del bosque. Tenía una vía principal que llevaba hasta la puerta principal, que allí os esperaba el mayordomo con mucha paciencia. - Buenos días caballeros, mucho gusto de aceptar la invitación del Marqués. - Cuando todos estabais abajo del carruaje, éste se fue hacia el lugar de descanso para que los caballos recuperasen fuerzas y el hombre gordo descansara un poco. - Por favor adelante, por aquí. - Os dijo mientras vosotros le seguíais. Os llevó hasta una gótica sala de estar. - Por favor esperaros aquí, informaré al Marqués de vuestra llegada. - Entonces el mayordomo se alejó por una de las puertas que había.

Ninguna palabra salió de sus labios durante el viaje. Y aunque se le hizo eterno, al menos en la soledad de su mente se distrajo con distintos pensamientos.

Al fin, llegaban… aquella mansión y sus muros se abrió ante sus ojos, y sin duda alguna gran capital se ocultaría en las arcas de aquel noble con tal posesión. Un viejo pensamiento de una vida ya pasada fustigo su mente. Aquella idea le hizo rememorar el pasado y con ello una sonrisa se dibujo en su cara, una media sonrisa picara que quizás revelaba parte de sus pensamientos.

El breve paseo hasta la sala de estar Yreth estuvo atento a la decoración y como muchas veces sumido en sus propios pensamientos.

Me había sentado al lado de Yreth en el carruaje y al igual que él me hundí en mis pensamientos, al fin y al cabo le había obligado a venir y no quise echar más hierro al asunto. Cuando la mansión apareció ante nuestros ojos no pude evitar entreabrir la boca por la sorpresa. Nunca había visto una casa tan grande. Acostumbrada al pequeño templo en el que me había criado cualquier residencia mayor me parecía un castillo, aunque aquello sí que lo parecía. Al bajarnos del carruaje no pude hacer otra cosa más que mirar a mi alrededor, la palabras no me salían por el asombro. Una vez en la sala de estar no supe que hacer. Me quedé con las manos entrelazadas mientras miraba de reojo los adornos de la sala. <¿Heimer y Zahariel estarán acostumbrados a estos lujos?> me pregunté mientras les miraba a ellos también de reojo.

-Que.... casa tan... grande...- llegué a decir para romper el silencio sepulcral que se había formado cuando el mayordomo había desaparecido.

Zahariel contemplaba la mansión según su viaje iba terminando. Era un verdadero espectáculo de opulencia aunque un tanto olvidada por el lugar recóndito en el que se encontraba la misma. Pero debía reconocer que el Marques era una persona de buen gusto.

Cuando terminaron el viaje y les hicieron pasar a la amplia sala, Zahariel contemplo el lugar y sobre todo se fijo en los volúmenes de algunos tomos si es que los había. Estaba claro que el lugar tenía su tiempo y tal vez algo más les hiciera saber el tipo de Isla donde habían terminado de tan accidentado viaje.

Estaba deseando conocer al Marques y tal vez enterarse de algo mas sobre los barcos que visitan la isla para poder acceder a un pasaje y marcharse cuanto antes de allí. No sabia que pensarían el resto de compañeros pero tenia ganas por volver a ver el Continente.

El Marques tenía un buen gusto para las cosas de verdad. Era muy bonita, tanto de lejos como de cerca. Nos bajamos del carruaje y un mayordomo nos recibió. Entramos y nos esperábamos al Marques en una sala algo rara. - Vaya.. no me imaginaba esta ambientación en un caserón como este la verdad... - Dije mientras observaba la peculiar sala.

De lejos aparece de nuevo el mayordomo. - Seguidme, ya podéis pasar. - Entonces les conduje por pasillos y escaleras hasta llegar al salón central del segundo dónde una opípara mesa les aguarda. Veis unas sillas al rededor de la mesa y en la cabecera de la mesa hay un trono de piedra con tallada con forma de gárgola. - Porfavor sentaos, en seguida vendrá el Marqués. - Cuando os sentasteis todos en la mesa, el Marques hizo una entrada triunfal y por todo lo alto, con sus ayudantes abriendo puertas y tocando las trompetas. - Vaya vaya vaya, así que vosotros sois eh. - El Marques se sentó en su trono y las trompetas pararon de sonar. Tan solo estaban ellos y el mayordomo. - Puedes retirarte. - Le dijo el Marques al mayordomo en voz baja. Una vez el mayordomo dejó la sala el Marques se puso con los brazos en la mesa. - Es agradable tener invitados en mi mesa. Estoy muy contento de ver caras nuevas por aquí después de tanto tiempo. - Tras unos segundos de silencio. - Bueno que aproveche señores. - Dijo con cortesía. Entonces todos nos pusimos a cenar. - Por cierto ¿qué os ha traído hasta aquí? - Dijo con educación y cortesía.

Zahariel conocía lo que era el status social. Y el Marques había demostrado una entrada digna de cualquier persona de cierto nivel. A pesar de todo ello, le resultaba curioso que no se viera más familia por allí.

Antes de comenzar a cenar, Zahariel comento al Marques.

- Discúlpeme Marques, ¿no esperamos a nadie mas a cenar? ¿Tal vez algún miembro mas de su familia? – comento para esperar la respuesta. Tras lo cual vino la pregunta que tanto esperaba. – Lamentablemente Marques no sabíamos de su hospitalidad, hemos aparecido aquí el día de ayer cuando nuestro transporte sufrió un accidente y nos dejo varados. Comentamos el asunto con el alcalde y este nos comento que en una semana o varias aparecería un navío que podríamos usar para retornar al gran continente y continuar con nuestro viaje.

Una vez el mayordomo nos dejó en el salón central donde nos encontramos con una comida digna de un rey, este indicó que nos sentáramos y eso hicimos. Estuve observando el lugar en silencio hasta que las trompeta sonaron, cuando inconscientemente me levanté. Sólo volví a sentarme una vez el marqués se había sentado en su trono. Evité mirarle directamente pues desconocía qué comportamiento debía tener para su persona, en cambio miré hacia Yreth pues notaba que no estaba del todo contento por haberle obligado a estar en aquella situación. 
El marqués indicó que podíamos comenzar a comer y tímidamente me serví algo en mi plato. En el transcurso de la cena aquel hombre inició una conversación que fue rápidamente continuada por Zahariel mientras yo paseaba la mirada de uno a otro masticando lentamente.

El contacto mental con Yreth aún estaba activo y podía notar claramente que estaba incómodo en aquella situación. Justo antes de comenzar a comer miré a Yreth disimuladamente y formulé una pregunta mental que estaba segura que oiría <¿Sigues enfadado?> sin esperar obtener respuesta comencé a comer mientras el marques y Zahariel comenzaban a entablar conversación. Ya le había pedido disculpas a Yreth por haberme burlado de él, aunque en realidad no fue esa mi intención. ¿Ahora debía disculparme por haberle obligado a venir conmigo? no sabía qué hacer, desde que hablamos en mi habitación no habíamos pronunciado palabra y no sabía si seguiría molesto conmigo. Lo único que pude hacer fue recordar aquel momento en el que le pedía disculpas.
Tal vez eran imaginaciones mías y simplemente estaba en silencio porque no le agradaba aquel hombre. <Ojalá pudiera saber qué es lo que piensas...> Me había dado cuenta de que su extraño poder de contacto mental iba en una sola dirección, yo solo podía ver u oír lo que él quisiera mostrarme pero sin embargo estaba segura de que él podía saber todo lo que yo estaba pensando... tenía que averiguar si aquellas sospechas eran ciertas y desde cuando estaba haciendo eso conmigo.

Una vez que atraviesan parte de la mansión, una gran sala se abre ante sus ojos… El mayordomo que les servía de guía les insta a ocupar un puesto en la mesa y sin demora así hace junto a los demás. Y en pocos minutos, no tarda en aparecer el Noble Marques con una entrada demasiado excesiva para su gusto. Y no es lo único que tarda en hacer.

Al unirse a ellos comienza a bullir la conversación que sin duda no se escatimaría en usar un tono y modos educados y cortes. Aquello le seguía sin gustar pero más que hablar prefirió callar y con suerte para él, Zahariel se torno en la voz cantante en aquella conversación. Agradeció esa iniciativa, con un asentimiento, lo cual pareció que avalaba las palabras del muchacho.

Con el noble ahora ocupado con el muchacho, se dispuso solo a escuchar y comer, al menos aprovecharía la oportunidad de una buena comida. Y mientras intentaba disfrutar no paraba de recorrer en su mente que nada en la vida era gratis.

A su mente llegaron aquellos pensamientos de la muchacha, y aunque seguía molesto no contesto de ninguna forma a su pregunta, aunque quizás el asentimiento durante las palabras de Zahariel pudo significar algo distinto para ella.

-Creo que preferiría que no supieras hacerlo- le contesta a aquel deseo. Sin embargo justo después valoró de otra forma aquella plegaria y la posibilidad de transmitirle aquel conocimiento. Quizás sería hasta útil.

Pero los temores de la muchacha le llegan y ya sospechaba de ello, sabia que en algún momento se plantearía aquello. Y era normal pero a pesar de saber donde se metía quería molestarla un poco y con cierta maldad contesto.

-Ha sido divertido, conocer algunos aspectos de ti durante todos estos años… más bien diría que interesante- Luego espero alguna reacción.

El color rojo acudió a mi cara casi de inmediato cuando llegaron aquellas últimas palabras a mi mente. Le miré de reojo  con una expresión más de enfado que de sorpresa. No supe qué decir y me dediqué solamente a comer pero de vez en cuando alguna palabra malsonante resonaba en mi mente.

La comida estaba deliciosa así que no hablé mientras me quedó comida en el plato.