Partida Rol por web

Cuanto más te acercas al final del pasillo más gritos de asombro escuchas procedentes de la sala continua.

Al parecer al fin tus ojos podrán ver la máquina con la increible capacidad de poder volar por el inmenso cielo.

Solo faltan unos pocos pasos más antes de traspasar la puerta, tras la cuál el mundo tal y como lo conoces cambiará, aunque de eso eres desconocedor aún.

El magnífico zepelín se encuentra delante tuyo.

Ves que el zepelín se encuentra en un inmenso patio interno del edificio, las paredes del patio están llenas de ventanales donde mucha gente observará el despegue. Por una puerta cercana ves a varias personas con trajes rojos y dorados llevando carritos con equipaje hacia el zepelín.

La alfombra roja ahora se divide en dos y cada una se dirije a uno de las alas del zepelín. Justo donde se bifurcan los caminos hay un hombre que va indicando a la gente a cuál dirigirse tras un breve vistazo a los billetes de embarque.

Te acercas a la cola de la izquierda y esperas que sea tu turno. Todos los que hacen cola son burgueses o nobles con sus familias, lo deduces por los ropajes que llevan.

-Siguiente en la cola, por favor.

Tardas unos segundos en darte cuenta de que se refiere a ti. Al acercarte hasta donde se encuentra el guardia/revisor, lo más característico de aquél hombre era una pequeña cicatriz en la comisura del labio inferior. Este te analiza de arriba a abajo con la mirada.

-¿Va a viajar solo?

Levanta un poco la mano hacia donde estas tu, a la espera que le hagas entrega del billete.

En ese preciso instante es cuando dices que no llevas equipaje, cosa que el revisor simplemente asiente con la cabeza.

El hombre de la cicatriz en el labio coge el billete un momento y tras revisarlo, vuelve su mirada hacia ti.

-¿Nombre y apellidos?

De la mesa coge una pluma y la coloca dentro del bote de tinta para poder escribir en el papel que tiene justo delante suyo. Te observa de nuevo y añade unas palabras más.

-Supongo que no hace falta que le recuerde la normativa número 14 por la cuál esta prohibido llevar ningún tipo de arma encima al entrar en el zepelín. Puede dejarlas aquí y serán también llevadas a su camarote junto con el resto de su equipaje.

Con un gesto de resignación Glen depositó sus armas en el lugar donde se le indicó. Se sentía desnudo y vulnerable sin ellas, pero era un precio que debía pagar para subir al zepelín. Glen se fijó en la cicatriz que el hombre presentaba en su labio inferior. Seguramente se trataba de una herida de batalla.

Echó una ojeada alrededor y no pudo reprimir un gesto de cierto desagrado al comprobar que estaba totalmente rodeado por la nobleza y la alta burguesía. Buscó entre el gentío algún individuo que llamara su atención o que destacara entre los presentes.

-Es increíble- es lo único que llegué a decir extasiado ante la presencia de tal aparato. 

Durante un momento me quedé quieto, en la bifurcación, posando mi vista en todas partes, era algo tan magnífico que lo intentaba atrapar en mi mente. "Hasta ahora tenía alguna duda" pensaba mientras mi cuerpo se negaba a moverse de ahí, "pero es verdad... el hombre puede volar... y de qué manera".

Tras unos momentos me acerqué hacia el hombre que se supone sabe hacia donde tengo que ir. -Aquí está mi billete- le digo enseñándole el billete de embarque que me habían entregado; pero no prestaba mucha atención a aquel hombre, mis ojos seguían posados en el zepelín mientras notaba un leve hormigueo en el estómago, una gran emoción.

Cuando el zepelin apareció ante ella, Alyss alzó la mirada, y un tanto anonadada permitió que un ligero y apenas murmurado Ufff, Vayaaaa, abandonara su garganta. La joven se había imaginado aquella máquina de mil formas distintas, pero en aquel momento se dio cuenta de lo equivocada que estaba. El zeppelin era sencillamente increíble y no se parecía en nada a las muchas imágenes que se había formado en su mente.

Es.. es fantástico. - se dijo, avanzando en aquellos momentos con marcada lentitud, pues su mirada recorría el contorno de aquel inmenso aparato, apreciando los detalles de sus formas, su color, materiales o elegantes curvas. Aún sorprendida, elevó su atención a las alturas, logrando que la capucha se le cayese hacia atrás, liberando su cabeza, y sin esconder su asombro, se imaginó a aquel inmenso globo alzándose hacia el cielo. He de reconocer, que al final puede que este viaje valga la pena.

Volviendo a abajar la mirada, Alyss sacó el billete que había recibido del revisor, y se lo tendió al hombre que se encargaba de decidir el camino a seguir, ala izquierda o derecha. Un trabajo increíble, ¿verdad? - le comentó al hombre, motivada a hacerlo gracias a su estado de excitación consecuente de la aparición del Zeppelin. Y por primera vez aquel día, no pensó en la reacción del hombre ante sus cicatrices.

 Pone sus manos en la nuca nuevamente, guiñándole un ojo al señor.

-Maestro, no llevo armas ni tampoco las necesito.

Acto seguido dio una finta, de artes marciales, e hizo una pose. Luego miró altivamente a aquel hombre, y como salido de una película de acción se marchó tras entregar el billete. Miró a su hermano, y salió corriendo hacia aquella gran entrada

-¡El último que llegue paga la siguiente ronda en el prostíbulo!

Gritó, sin tener en cuenta todas las personas que habían allí, muchas aristrócratas o gente de dinero y modales: No como él.

El guardia demacrado realiza más preguntas y antes de que su hermano llegara siquiera a intervenir, la voz del hermano mayor toma posesión de las inmediaciones.

-Te encuentras ante las presencias de Ethan…- señala al ser a su izquierda con un leve gesto de su mano mientras prosigue con sus vocablos- … e Yreth Ygdrasil…-

Más allí culmina su palabrería pues su hermano interviene iniciando un nuevo reto. Un reto que no le dejaría culminar.

Este se eleva en carrera, mientras sin siquiera desplazarse su voz se alza nuevamente.

-Espera Ethan recuerda que te deje una de mis dagas…- Dicho aquello con la suficiente potencia como para que el resto de guardias presentes a su rededor oyese, dejo que aquel comentario tuviese el efecto deseado, mientras una de sus manos se introducía entre sus ropas y revelaba la presencia de su daga, la cual es ofrecida al guardia.

Luego sin más preámbulos sigue andando no con prisa pero si con un paso alejado de una simple marcha, dispuesto a superar al que en aquellos momentos seria vuelto a perseguir por más soldados, tramitando una sonrisa en cuanto pasase a su lado.

Los dos hombres con ropajes rojos que con anterioridad habían recogido el equipaje de otros pasajeros que habían estado por delante tuyo en la cola regresan y se llevan tus pertenencias.

El revisor abre un pequeño cofre que tiene al lado suyo, tras revisar varios papeles saca de el un billete y te lo entrega. Al recogerlo puedes ver que pone "billete de embarque" en unas lentras doradas bastante grandes.

-Muy bien todo en orden, Glen Sanbert. 

Baja la mirada al documento que tiene encima de la mesa y tras leer algo, levanta la cabeza para tenerte a la vista de nuevo.

-El número de su camarote viene indicado en el billete, allí encontrará de nuevo sus pertenencias. Siga el recorrido de la alfombra roja para llegar hasta donde se encuentra el zepelín. Que tenga un buen viaje.

Regresas otra vez a la alfombra roja por la que habías entrado al edificio, pero esta vez para continuar el trayecto hacia la sala donde te aguarda el viaje de tu vida. El pasillo aunque es un poco estrecho en comparación con la gran sala donde escasos segundos te encontrabas, es lo suficientemente ancho para que varias personas caminen juntas. En las paredes hay cuadros con bellos parajes, lugares exóticos y paisajes urbanos.

Al final del pasillo ves otra puerta doble, más pequeña en comparación con la que se haya en la entrada del edificio, pero igualmente grande. Dos guardias se encuentran apostados en ella y muchas personas que van por delante tuyo en el pasillo atraviesan la puerta con tranquilidad.

Algún que otro niño le pide con entusiasmo a sus padres que se den prisa, que tiene ganas de ver ya el zepelín; los padres con suma paciencia le dicen que espere, si ya ha esperado varias semanas, un poco tiempo más no será nada.

Continuas el trayecto por el largo pasillo, se te hace eterno, entre el nerviosismo que tienes encima y la curiosidad por ver la maquina voladora.

Los dos hombres con ropajes rojos que con anterioridad habían recogido el equipaje de otros pasajeros que habían estado por delante vuestro en la cola regresan y se llevan vuestras pertenencias.

El revisor abre un pequeño cofre que tiene al lado suyo, tras revisar varios papeles saca de el dos billetes y te lo entrega. Al recogerlos puedes ver que pone "billete de embarques" en unas lentras doradas bastante grandes.

-Muy bien todo en orden.

Baja la mirada al documento que tiene encima de la mesa y tras leer algo, levanta la cabeza para tenerte a la vista de nuevo.

-El número de su camarote viene indicado en el billete, allí encontrarán de nuevo sus pertenencias. Sigan el recorrido de la alfombra roja para llegar hasta donde se encuentra el zepelín. Que tengan un buen viaje.

Regresáis otra vez a la alfombra roja por la que habías entrado al edificio, pero esta vez para continuar el trayecto hacia la sala donde os aguarda el viaje de vuestra vida. El pasillo aunque es un poco estrecho en comparación con la gran sala donde escasos segundos os encontrabáis, es lo suficientemente ancho para que varias personas caminen juntas. En las paredes hay cuadros con bellos parajes, lugares exóticos y paisajes urbanos.

Al final del pasillo véis otra puerta doble, más pequeña en comparación con la que se haya en la entrada del edificio, pero igualmente grande. Dos guardias se encuentran apostados en ella y muchas personas que van por delante vuestro en el pasillo atraviesan la puerta con tranquilidad.

Algún que otro niño le pide con entusiasmo a sus padres que se den prisa, que tiene ganas de ver ya el zepelín; los padres con suma paciencia le dicen que espere, si ya ha esperado varias semanas, un poco de tiempo más no será nada.

Continuáis el trayecto por el largo pasillo, se os hace eterno, entre el nerviosismo que tienes encima y la curiosidad por ver la máquina voladora.

Con cada paso que das el edificio se vuelve más y más grande, una enorme puerta doble se encuentra abierta de par en par. Cuatro guardias armados con estoques y con el simbolo de Gabriel cosido en los ropajes rojos y dorados se encuentran apostados en la gran puerta, dos a cada lado.

-Lo siento señorita, pero su caballo no puede entrar en el recinto, si quiere puede dejarlo en los establos, si no tiene a nadie con quien dejarlo, una vez regrese de Árkangel, la capital del imperio de Abel.

Alcanzas la bifurcación de la alfombra roja y delante tuyo se encuentra el encargado de ir indicando a los pasajeros a cuál de las dos alas del zepelín han de dirigirse, si al de la derecha o el de la izquierda.

Entregas tu billete de embarque y tras revisarlo susurras unas breves palabras:

-Billete de embarque de clase alta.

Te lo entrega de nuevo y te indica que has de seguir por la izquierda e ir hacia el ala izquierda.

Continuas el pequeño tramo hasta el ala izquierda del zepelín, con cada paso con el que te acercas parece aún más impresionante la máquina voladora.

Se trata de un descomunal zepelín de tres cuerpos unidos entre sí por cuatro largas pasarelas de metal. Toda la escturtura está bellamente tallada de un modo tan aerodinámico como ostentoso, que trata de imitar el estilo de los regios navíos del principado. Las dos barcazas laterales están destinadas a los viajeros y sus camarotes, mientras que en el cuerpo centrl se encuentra la bodega de carga y el puente de mando.

Te pones a la cola para subir.

Alcanzas la bifurcación de la alfombra roja y delante tuyo se encuentra el encargado de ir indicando a los pasajeros a cuál de las dos alas del zepelín han de dirigirse, si al de la derecha o el de la izquierda.

Entregas tu billete de embarque y tras revisarlo susurras unas breves palabras:

-Billete de embarque de clase alta.

Te lo entrega de nuevo y te indica que has de seguir por la izquierda e ir hacia el ala izquierda.

-Si la verdad es que no todos los días, uno puede estar orgulloso de su trabajo. Sonrié.

Continuas el pequeño tramo hasta el ala izquierda del zepelín, con cada paso con el que te acercas parece aún más impresionante la máquina voladora.

Se trata de un descomunal zepelín de tres cuerpos unidos entre sí por cuatro largas pasarelas de metal. Toda la escturtura está bellamente tallada de un modo tan aerodinámico como ostentoso, que trata de imitar el estilo de los regios navíos del principado. Las dos barcazas laterales están destinadas a los viajeros y sus camarotes, mientras que en el cuerpo centrl se encuentra la bodega de carga y el puente de mando.

Te pones a la cola para subir.

Glen recogió el nuevo billete y lo observó con detenimiento. Unas letras doradas mostraban las palabras "billete de embarque" ocupando gran parte del pasaje, a su alrededor un marco de ribetes y florituras adornaban los bordes. En la esquina inferior derecha, un número indicaba el camarote que le pertenecía. Más letras y detalles lucían en el billete, sin embargo, Glen perdió el interés en el mismo y echó una ojeada alrededor. Aceleró el paso al comprobar que estaba totalmente rodeado por personas y familias pertenecientes a la alta nobleza o a la rica burguesía.

Avanzó por la alfombra roja a un ritmo alto sin detenerse a observar los adornos que poblaban las estancias que recorría y sintió cierta frustración al comprobar el largo camino que recorría aquella alfombra. No era partidario de toda aquella parafernalia.

"¿Por qué no harán un acceso sencillo? ¿Por qué nos hace recorrer toda esta distancia?". Glen sabía la respuesta. A la gran mayoría de los tripulantes de aquel zepelín les gustaba todo aquel protocolo. De hecho, gran parte de las personas que poblaban la alfombra se detenían para saludarse entre sí y felicitarse mutuamente por haberse hecho con un billete. El joven no pudo reprimir un gesto de desagrado cuando esquivó a un par de hombres que se adulaban mutuamente.

Alyss alcanzó la cola sin dejar de maravillarse con los pequeños, y no tan pequeños, detalles de aquel enorme Zeppelin, y para cuando se detuvo, se obligó a reducir la sonrisa que tensaba sus labios y, en consecuencia, remarcaba alguna de sus cicatrices.

Clase Alta. Vaya, gracias madre. - se dijo, obligándose a recordar, en venideras fechas, que debía corresponder a su madre por el inmenso regalo que acababa de hacerle. Este viaje puede ser algo inolvidable, Alyss, así que debes esforzarte por disfrutarlo. se motivó, aún contagiada por la excitación del momento, las tensiones y complejos olvidados por el momento.

A medida que los minutos se sucedían en la cola que la conduciría al interior del zeppelin, la excitación inicial de la joven fue menguando paulatinamente, y para cuando ya era casi su turno, su mirada había perdido su inocente e inicial brillo, y en aquellos momentos su mente sopesaba la posibilidad de pensar acerca de los riesgos que bien podrían existir en aquella enorme máquina y su vuelo. Pero decidida a no deshacerse de su estado de gracia, Alyss los desechó de su mente, y reacia a meditar sobre problemas, volvió a centrarse en la ornamentada estructura que tenia frente a ella. Quizás más tarde, o puede que al día siguiente, se pondría a ello, pero por el momento quería seguir disfrutando de aquello, se lo había prometido a su madre, y por lo tanto iba a intentar pasárselo bien.

Uff…

Solo fue un suspiro pero era toda una resignación, Selphie no quería empezar mal aquella aventura… no recién y ella lo recordaba muy bien, había tenido una aventura con un chocobo la cual acabo en una persecución de la inquisición contra ella.

Desmoto y dejo a Percheron en manos de los mozos de los establos, era duro pero tenia que hacerlo si quería entrar

-No te preocupes, te contare a detalle todo –decía mientras acariciaba al caballo, al volver con los guardias simplemente mostro su boleto dorado. Una vez adentro se aseguro que nadie se metiera con ella, una actitud arrogante no iba con ella pero si el mostrar la funda de su cimitarra de acero de damasco, no es que esperara que la inquisición estuviera tras ella, pero siempre por donde viajaba encontraba que la gente con experiencia en esos asuntos le recomendaba esa precaución.

 Una vez más, el largo pasillo. Pasa completamente de comentarios y sigue avanzando: El era peor que los niños, desde luego.

Así que corriendo miró hacia atrás y sonrió

-¡Yreth! ¡Aquí si podemos colarnos!

Dicho tal mensaje, comenzó a colarse entre la infinitud de personas, poniendo a prueba su agilidad y tratando de llegar de los primeros de aquella cola al Zepelin. Era su particular formas de expresar el nerviosismo.

-Muy bien…- Recoge  ambos billetes sin miramientos, ocultando entre sus prendas estos mismos. Acto seguido se pone en marcha atravesando la puerta. Incitado por el nerviosismo  no hace mas que acelerar el paso incluso apartando a la gente de su camino con ligeros toques de su hombro al pasar junto a ellos.

Pero su hermano no disimula tanto, vuelve a enarbolar otra vez aquellas palabras mezcla entre un reto hacia su persona y… bueno un reto nada más que eso.

-Si pues a ver quién llega antes, perra- y sin esperar a que este comenzara empieza a emular los movimientos de su hermano. O al menos los que está seguro que el hará, aunque A Yreth aquel acto se vea algo más torpe al ser comparado con Ethan.

-El último paga la primera ronda de lo que sea…- espeta mientras sonríe escavando y en ocasiones llegando empujar al gentío que se interpone en su camino.

Cuanto más te acercas al final del pasillo más gritos de asombro escuchas procedentes de la sala continua.

Al parecer al fin tus ojos podrían ver la máquina con la increible capacidad de poder volar por el inmenso cielo.

Solo faltan unos pocos pasos más antes de traspasar la puerta, tras la cuál el mundo tal y como lo conoces cambiará, aunque de eso eres desconocedor aún.

El magnífico zepelín se encuentra delante tuyo.

Ves que el zepelín se encuentra en un inmensao patio interno del edificio, las paredes del patio están llenas de ventanales donde mucha gente observará el despegue. Por una puerta cercana ves a varias personas con trajes rojos y dorados llevando carritos con equipaje hacia el zepelín.

La alfombra roja ahora se divide en dos y cada una se dirije a uno de las alas del zepelín. Justo donde se bifurcan los caminos hay un hombre que va indicando a la gente a cuál dirigirse tras un breve vistazo a los billetes de embarque.

Tras un rato de permanecer en la cola, al fin es tu turno para entrar.

Un hombre con un gran bigote marrón te observa mientras sonrie cuando al tenerte delante suyo. Lleva un traje de colores rojos y dorados, como todos los trajes que has visto de los que trabajan en el zepelín.

-Es un día soleado, perfecto para volar.

Vuelve a sonreirte.

-Billete de embarque por favor.

Permanece a la espera de que hagas entregas del billete de embarque.

A ambos lados de la entrada del zepelín dos guardias llevan consigo unos portaestandartes con el escudo de Gabriel dibujado. Además, llevan enfundadas unas espadas largas en sus cinturones.