Partida Rol por web

Despertáis tiritando y con las jeringuillas aún colgando de los brazos, medio llenas aún del potente narcótico que tantas veces habéis sufrido.
Chorros de baho salen por vuestra boca y nariz cada vez que respiráis, el suelo y las paredes y el techo están recubiertos de una escarcha sucia de sangre, carne y tripas congeladas.
Gritais al poneros de pie y escuchar como todo vuestro vello y alguna tira de carne se queda pegada al metal... si os hubieran inyectado todo el contenido de la jeringuilla hubierais muerto congelados o al despertar, estaríais fundidos a aquel vagón nevera.
Como ya lo están tantos otros, veis alli cuerpos congelados de tanta gente que como vosotros, llegó a creer que aún había esperanza de un lugar mejor para vivir.

Tiritando de miedo y frío, mareados y con hambre y sed os levantais. No estáis atados pues lo único que se esperaba de vosotros fué que murieriais, notais vuestro cuerpo agarrotado por el frío, apenas os podeis mover cuando escucháis movimiento al otro lado de la pared que -cuando os fijais- veis que es una puerta... y parece que van a abrirla.

Estáis en una cámara de congelados enorme, de paredes metálicas, junto con la escarcha que lo recubre todo hay cuerpos en el suelo congelados y sin vida. Algunos abrazados entre ellos dándose calor, seguramente familiares, madres o padres intentando proteger a sus hijos. Todos congelados ahora mientras del techo cuelgan cadenas con miembros cercenados y tintineantes.

Despierto al golpearme la cabeza contra una pared helada, fruto de las convulsiones que indican que estás cayendo en la hipotermia. Maldita sea, no sé dónde estoy, por un momento ni tan siquiera quién demonios soy, y poco a poco vienen flashes a mi mente, cosas desagradables, antropofagia, maldad en estado puro, la locura era lo normal.

Me froto los ojos y cae escarcha de mis párpados y manos, no consigo enfocar la vista, quizá se me haya desprendido una córnea. No, espera, ya está, sí, está reaccionando, poco a poco el estrecho mundo que hay a mi alrededor va cobrando forma... ¡Argh! ¡Oh, Dios mío! ¡Esto es... es...! ¡Joder!

Tengo la cabeza embotada, algo en mi interior grita "peligro" y lo hace con todas las fuerzas que puede reunir dentro del escarchado caparazón que es mi cuerpo. Ay, joder, joder, joder... Me intento incorporar y...

¡Aaaaaaaaaaaaaargh!

Tengo los músculos entumecidos, me han salido llagas de estar tanto tiempo en la misma postura, la circulación sanguínea no es para nada buena, maldita sea, me he dejado un trozo de piel de la espalda en la pared, y encima me he caído de bruces contra el suelo. ¡Maldita mi suerte!

Golpeo el suelo con los puños, maldiciendo porque los gritos mueren en mis labios, sin fuerzas para proferir sonido alguno. Hay gente a mi alrededor, tengo que ayudarlos, necesito concentrarme en algo, no debo perder el control.

Pero la situación es tan desesperada... ¡Aaaaaah! ¡Algo se ha movido! ¡He visto una puta sombra! ¿he visto...! He visto mi propio, moviéndose por un espasmo. Estoy perdiendo los nervios...

Hay un pequeño agujero, de apenas unos milímetros, por el que parece colarse una finísimo rayo de luz. Me paso la mano por los ojos de nuevo, retirando pequeños trozos de hielo pegados a mi piel. Es una puerta. Y quienquiera que haya hecho toda esta mierda, seguramente esté al otro lado.

Uh, oh... Joder, parece que va a abrirse... Miro a mi alrededor. Hay gente por la que no puedo hacer nada, estaría encantado de ayudar a los pocos que hay vivos, pero si algo he aprendido durante mis seis años en el infierno antropófago eso es "yo antes que nadie".

Analizo la situación lo más centrado que puedo. No voy a luchar, no estoy en condiciones de hacerlo, congelado o no, siempre he sido bastante debilucho. Lo único que puedo hacer es acurrucarme y llorar...

...O esconderme.

Arrastrándome contra el suelo tan frío que parece morderme la maltrecha carne que recubre mis quebradizos huesos llego hasta un montón cadáveres, y reprimiendo numerosas arcadas y aguantando la respiración, aparto un poco el cueprecito de una niña a la que le falta un brazo a la altura del codo. Como una oruga, me escurro entre los cadáveres y procuro hacerme tan pequeño como pueda, pasando desapercibido, que me den pro muerto hasta que me ha una idea de qué coño está pasando...

Todo lo que puedo percibir es oscuridad.

ahora o hay dolor, no hay sufrimiento... no ha frío.

Se que es solo gracias a las drogas, que te dejan el cerebro entumecido, inconsciente, y el cuerpo insensible. Pero después de tanto tiempo, es casi... agradable.

Los brazos no responden, la cabeza se me cae por momentos, tratando de mantenerme en equilibro.

La tenue luz rojiza de esta cámara está encendida por algún motivo, y poco a poco se va filtrando por mis parpados entreabiertos.

Las siluetas de los cuerpos de mi alrededor se dibujan poco a poco, algunas se mueves, pero puede que sea solo mi imaginación.

Había estado en muchos infiernos, no solo en estos seis años, sino durante toda su vida, y ahora es la primera vez que sentía que estaba muerto realmente.

Pronto se le pasó esa idea de la cabeza. El dolor había vuelto.

Notar como todos tus miembros se te cuartean, cada centímetro de tu piel se rasga cuando te mueves.

Como la carne se queda pegada al suelo metálico y como se te arranca cuando intentas moverte. Las piernas no reaccionan como querría. Es casi imposible ponerme en píe, pero no me voy a rendir ahora.

-Que hago yo en una nevera? Es una buena pregunta, pero no pienso a nadie, pienso hacérsela pagar, y sobre todo, seguir vivo! Ese tren... Maldito tren...

Intento hablarle a alguno de los que queden vivos. Siempre es mejor ir en grupo, y no creo que nadie quiera quedarse a ver que es lo que nos piensan hacer. Pero es muy difícil hablar, tanto por las drogas, el frío, la falta de fuerzas, el cansancio, el hambre...

-Ss... shhal.. gaahms deeh aaahqui...

Tranquilo... calma... late despacio... eso es corazón. Relájate cabeza... este frío... ya lo hemos... pasado... recuerda... Siberia. Calma... Movimientos lentos...pero constantes. Pensamiento lento... pero constante. Mantén el calor... calor... calma... Una serie de ruidos, golpes y susurros me distraen de mis pensamientos.

Lentamente abro los ojos, adaptándolos a la casi completa oscuridad de la nevera. Llevo un rato consciente, pero no me había preocupado de si alguien se encontraba como yo. Me encuentro de rodillas, abrazando mi cuerpo, en el centro de la sala. Me froto lenta y constantemente el cuerpo y alterno la superficie sobre la que me apoyo, no me quiero quedar pegado. Las paredes... congelan... El aire sólo... enfría... Miro de reojo al muro donde me desperté, y veo mi silueta marcada con mi piel y sangre. Calma... podía estar... como ella... Una joven de unos 20 años yace debajo de mí, con los labios completamente amoratados y resquebrajados por el frío. Ya estaba muerta cuando arrodillé encima de ella..

Echo un vistazo a la sala, buscando la fuente de los ruidos. Veo cómo una persona se esconde entre los restos de otras y otra figura se esconde en la puerta. Calma... saldremos... Saldremos...

No, solo teines que hacer una tirada sin especificar en este caso y luego ya verás en que se transforma ;) vuelve a mirar tu post y lo tendrás más claro.

Saludos!

Oks, mi entender....

Acepto el 9 de tu tirada o tiro otra vez? Como quieras.

Adam, tira tu, que la suerte que decide es la vuestra ;)

Oh, vaya, lo siento ^^U A la próxima tendré más cuidado, no te preocupes, y gracias por el aviso ;)

El dolor, es lo único que siento nada más recobrar la consciencia... una fuerte vocanada de aire que mi cuerpo pedía a raudales hace que los pulmones griten de dolor al sentir el intenso frío y la reacción hace que me mueva sintiendo las punzadas en cada miembro de mi cuerpo que intenta reaccionar, las piernas buscando apoyo, los brazos ayudando para no caer al suelo y la cabeza soportando un tremendo dolor que Dios sabe de que será.

Cuando por fin me centro ligeramente solamente veo vísceras, muerte, sangre y algunos cuerpos que se mueven... ¿Estoy encerrado con esos hijos de puta comecarne? No, espera... se esconden, hablan... parecen reaccionar. ¿Que está pasando aquí?

El sonido de una puerta... puede que la salida de este infierno de hielo... quizá simplemente la entrada a cualquier otro sitio mucho peor que este. Sea como sea aquí moriremos congelados. Casi no puedo sentir mis brazos, mis piernas. Me duele el pecho y los pulmones no han dejado de quejarse desde la primera vocanada. Tengo que intentarlo, tengo que salir de aquí como sea.

Me preparo para que en cuanto la puerta haga ademán de abrirse un poco golpearla para golpear así a quien la abre y tratar de escapar de esa cueva de hielo, de ese vagón congelador... Si estuviera en mi sano juicio y pudiera pensar con calma probablemente no haría eso. ¿Quizá quien nos haya metido aquí pensara que éramos zombies? ¿Puede que probaran algún tipo de cura?

No importa lo que pudiera ser... ahora solo pensaba en escapar, como fuera.

Un enorme mastodonte vestido de algo entre médico y carnicero, totalmente súcio de sangre entra a la cámara frigorífica llevando una enorme maza colgada a la espalda con una tira de cuero, se queda "congelado" * al ver a Alain de pié en el centro de la habitación. Este momento de duda es el que aprobecha Adam para estamparle en la cara una pierna congelada acabada de desenrollar de las cadenas del techo.
Aún no se había dado cuenta de donde le había llegado este golpe cuando la puerta metálica de la habitación le desintegró la nariz con un brutal golpe. Solo la suerte y la pierna congelada que blandía Adam impidieron que la puerta se cerrara otra vez. Al abrirla vieron como el gigante caía al suelo sin sentido y tras de el, una pequeña y escurridiza figura empezaba a correr hacia una puerta abierta en un lateral del vagón.
Sumado a todo esto, en ese momento la estáncia quedó en total oscuridad y el frío se hizo unos cuantos grados más soportable.
El vagón aún conservaba su anterior aspecto, con filas de dos y dos desgastados y roidos asientos a ambos lados. Las vetnanas estaban recuiertas de planchas y verjas que apenas dejaban paar algo de luz.
A unas diez filas de estos mismos asientos estaba la puerta hacia la que la escurridiza figura se dirigía.

La puerta se abre y aparece un maravilloso unicornio que me baña en luz cálida y me da una taza de chocolate caliente, su cuerno es de dulce caramelo y sus crines son de algodón de azúcar. Con un ademán sonriente, me indica que suba a lomos suyos y me lleva cabalgando sobre un arcoiris brillante...

¡No, maldita sea! ¡Ya estoy divagando de nuevo! El país de la Felicidad no es el mejor lugar para abstraerme ahora mismo...

No me he dado cuenta de lo que ha pasado a mi alrededor, pero por lo que veo, los dos grandotes en pelotas han tumbado al tío-aún-más-grandote, que tiene toda la pinta de ser uno de los malos. Es decir, que si han tumbado al malo ellos son... ¿buenos? Quizá no sean santos, pero desde luego sí que deben de ser mejores que el "malo". Sea, lo mejor será escapar ahora que puedo con ellos y después replantearme si irme a solas.

Salgo como puedo de entre los cadáveres, desmoronando los cuerpos y desprendiendo algunos miembros debilitados por las articulaciones, justo para entrever como una sombra se escurre vagón alante. Si huye de los que han tumbado al malo, debe de ser malo también. ¡Maldita sea! ¿Qué puedo hacer?

Con la mente fría, como si estuviese en quirófano, pensando en todas las cosas como meros objetos, poseído por una rabia que ya ha aflorado demasiadas veces fuera de mí, agarro el bracito que le quedaba a la niña y con un alarido tembloroso que por fin no se extingue en mi garganta lo lanzo contra la escurridiza figura. ¡Te vas a enterar, hijo de puta, seas quien seas!

En cuestión de segundos la celda de hielo se desmorona, ya no hay más prisión. La puerta se abrió para que nuestro carnicero entrase, pero dos de las personas que aún están vivas le han dejado KO, dejando que la luz y el calor entren por la puerta abierta. Salimos...  Sin pensármelo dos veces abandono la sala, justo a tiempo de ver cómo otro carnicero sale corriendo. No... no vas a alertar a nadie...

Recojo uno de los miembros mutilados que hay por el suelo y se lo lanzo. Pero fallo y golpea una pared a su derecha. ...¿Era... un pié?...

Vaya, la primera mala idea de este nuevo infierno a funcionado.

Eso es lo que pensaría si mi mente no estuviese congela, y me hiciera pensar casi una tarea imposible.

Puede que inconscientemente, ese pensamiento se haya producido,y ese optimismo es lo que le impulsa a hacer la siguiente locura. Pero que mas da? Tu vida desde hace seis años. Seis muy largos años, vale cada vez menos, puedes acabar troceado en cualquier sitio, muerto de hambre, o peor, comido.

 Alguien, vete a saber que, vete a saber quien, pretendía salir de aquí, y seguro que no iba a buscarnos un chocolate caliente y un albornoz.

Intento salir corriendo todo lo rápido que puedo, el dolor es insoportable. Los músculos agarrotados, la circulación falla, y seguro que recircularla tan rápido al corazón no va a ser nada bueno, pero mejor que dejar que llamen a mas mamones de esos caníbales, casi cualquier cosa.

Solo ese instinto me permite lanzarme hacia adelante, y al notar que la piel de las piernas se raja ligeramente cuando esta se tensa.

No hay tiempo de recoger la maza del grandote, pero aun tengo la jeringuilla, y seguro que no le va a sentar nada bien.

Me lanzo sobre la silueta e intento punzarle en el cuello, o lo que piense que puede ser el cuello, y aprieto el émbolo del final para injectarle cualquier resto de contenido y aire, que puede que le deje adormecido también, y grite menos así. Pero creo que soy basta te rápido.

Un pie estalla en rojizos trozos de carne congelada en el marco de la puerta mientras lo que parece un boomeran de carne logra golpear a la escurridiza figura en la espalda, lanzándola al suelo. Se pone de pié pero esa pérdida de tiempo permite que Adam la alcance lanzándose sobre ella.
La joven -apenas una niña- le da un rodillazo de lleno en los huevos y resollando -a apenas 5 metros de la salida- se pone de pié y saca un pistola apuntando a este y sin dejar de mirar hacia la oscura habitación donde os encontrais.

Algo os dice que si sale por esa puerta estáis perdidos, aunque no dudais que la niña sea capaz de dispararos.

Vaya, parece que todo ha funcionado a la perfección... y la gente con la que me encuentro en el vagón tiene la misma idea y ganas que yo. Salir de aquí como sea. Cuando veo que detienen al fugitivo. Salgo del vagón congelador, notando como el descenso de temperatura es agradecido por mis músculos. Lo primero que hago es acercarme al tipo que llevaba la maza y me hago con su ropa. Se la quito casi como si fuera un vagabundo que lleva sin comer una semana y pusieran delante de él un buen plato de fabada.

Le quito su ropa, y luego la maza. Compruebo que el otro tipo no da problemas, supongo que el que se ha tirado encima de él lo hará sin problemas. Finalmente y como puedo agarro la maza. Trato de levantarla, pero mis músculos se resienten del dolor causado por el frío, así que haciendo un esfuerzo titánico que en cualquier momento pudiera haber hecho casi con una mano. Elevo la maza y pretendo dejarla caer, pero en ese momento aparece una... niña. Una niña, una niña que apunta con un arma.

Bajo la maza sin llegar a cumplir mi objetivo inicial...

- Quienes sois.

Acierto a decir entre escalofríos y temblores que no cesan en ningún momento.

Soy quien va a volaros los huevos si no os meteis dentro de la habitación.