Partida Rol por web

Si hay una galleta para cada uno, S.UZI romperá la suya por la mitad y la compartirá con quien este peor.

Miki pensó un momento, Liv y él ya habían cogido una y quien pusiera lo de "solo una por persona", podría molestarse si cogían otra.

- el altar todos sabéis donde está ¿verdad? Tal vez podríais ir a por una si tenéis hambre, dividiéndonos en dos equipos, o ir todos juntos un momento, como prefiráis.

Fancoz se encogió de hombros.

-¿Qué podemos perder?- preguntó mirando a sus compañeros - Yo me apunto a ir en busca de esas galletas. ¿Alguién más se anima?-.

-Si vemos que la cosa se complica nos damos la vuelta, pero creo que merece la pena, no sabemos que nos podemos encontrar despues...- dijo mirando a la pared por la que acababa de esfumarse el fantasma -Puede salvarnos la vida-.

Liv se frotó la barriga. El sabor a chocolate... ¡Qué delicia! 

- Estaría bien conseguir más galletas, sí - dijo Liv, algo más animada -. Pero Miki y yo ya hemos cogido una. Si queréis ir tirando...

Se acercó al niño de las gafitas.

- Nosotros podemos adelantarnos un poco y ver qué hay más allá.

Liv tenía ganas de aventura, de explorar lo desconocido. No de desandar los pasos para coger galletas.

- Tampoco nos alejaremos demasiado, ¿verdad? - le sonrió a Miki.

El chico asintió - me parece bien, vosotros id con cuidado también ¿de acuerdo? -

Ante el asentimiento de Miki Liv se acercó y, sin vergüenza alguna, lo agarró de la manita.

- Venga, ¡no perdamos tiempo! - dijo mientras intentaba tirar de su compañero para ir hacia adelante.

Viendo la bifurcación, Miki sin saber que camino tomar dijo al grupo antes de seguir - iremos hacia arriba, no nos hagáis esperar mucho ¿de acuerdo? - cogiendo a liv con una mano y su cuaderno con la otra, empezó a caminar.

Fancoz estuvo un rato observando a sus compañeros, pero ninguno decía nada, así que se dio la vuelta y se dirigió al altar.
-El que quiera venir que se venga, yo me voy ya- dijo a los otros chicos.
-Intentaré no tardar mucho Miki-

"Okay, voy con vosotros"

S. Uzi va con el grupo del Altar...

Me había quedado unos segundos mirando con cara boba a la pared por la que desapareció el fantasma y cuando me quise dar cuenta, el grupo se había dividido.
Sin decir una palabra, seguí corriendo al que iba al altar a coger una galleta para mí también.

Cuando los niños retroceden hasta el altar se encuentran el plato de galletas vacío. Sobre él la notita ha cambiado, rezando ahora con una letra diferente, claramente femenina:

Me llevé las galletas que dejásteis. Que niños tan buenos. ¡Próximamente a la venta en el spider-market! ;*

Y ni una miguita ha dejado. ¿Quien será esta... persona?

Al ir a darse la vuelta ven a Toriel llegar de vuelta.

- ¡Niños! Estáis aquí. Ya terminé con lo que estaba haciendo... ¿estáis bien? - pregunta preocupada al veros algo magullados. Pero no os deja ni responder, os arropa en abrazos mientras os da leves empujoncitos para poneros en marcha. - Venid, venid, os llevaré a un sitio a descansar.

La mujer-monstruo lleva a los niños de la mano a través de las ruinas. Avanzan por el lugar que iban a coger ellos inicialmente y atraviesan algunas salas con misteriosos interrumptores y suelos en mal estado, pero parece que ella ha dejado todo preparado. Finalmente llegáis a una sala [entráis desde la derecha] con un gran arbol negro cuyas hojas descansan a sus pies.

Tras el arbol veis los muros, ventanas y puerta principal de una gran casa hacia la que os lleva Toriel.

- Bienvenidos a casa. - Dice en un tono cálido mientras atravesáis el arco de entrada. [Entráis desde la abertura de abajo de la imagen].

Justo frente a la entrada unas escaleras descienden hacia una planta inferior, pero Toriel os guía hacia la izquierda. Os deja en la salita y sale con pastel para todos.

- ¡Comed! Seguro que os apetece. - Os deja una bandeja con pastel para todos. Huele de escándalo, ¡parece de moras! Mientras lo coméis o no ella vuelve a la cocina a lavar los útiles empleados para cocinarlo. Tras un ratito vuelve. - Venid, os he preparado unos cuartos. - Comenta con una gran sonrisa y os lleva a la parte derecha de la casa.

- No es un palacio pero... podréis descansar. - Os sonríe mientras muestra los cuartos. La verdad es que es bastante acogedor.

Tan pronto se reunieron los demás, sintió que era una lástima no hubieran podido probar las galletas los demás, pues estaban muy ricas. Y cuando llegaron a la casa de Toriel, no pudo evitar sentirse sorprendido, era una casa muy normal, y no sabía como eran las casas de los monstruos, pero no podría haber pensado en nada más normal.

- parece una bonita casa - dijo al fin tras comerse su trozo de pastel - muchas gracias estaba muy rico.

Viendo la librería y la chimenea, se lo imagino como un magnífico sitio de estudio, luego al ver las habitaciones las vio muy amplias - me gusta la azul, el rojo es muy agresivo para mi, y no me deja concentrarme - dijo yendo a la librería de esa habitación a ver que libros había.

Al parecer no habían podido encontrar las galletas. Una lástima, porque estaban riquísimas. Liv se quedó junto a Miki todo el rato. Se pensaba que se iban a ir de aventuras, a explorar el lugar y descubrir sus misterios. Pero Toriel llegó y les fastidió la diversión. 

- Jo, yo quería explorar... - murmuró Liv mientras seguía al grupo, observando sin interés las trampas desactivadas y puzzles resueltos a su paso.

Aquello no tenía ninguna gracia.

Cuando llegaron a la casa de Toriel Liv se la quedó mirando, sorprendida. Por dentro era... ¡una casa normal! Aquella chimenea era como la suya. Y el gran sillón de Toriel... le recordaba al de su papá.

Jo... Córcholes... Liv no quería ponerse a recordar lo mucho que echaba de menos su hogar.

No comió el trozo de pastel que Toriel le había dado. Decidió guardárselo para más adelante, pues en aquel momento no tenía nada de apetito. Aguardó en silencio a que el monstruo peludo regresase, y la siguió sin muchas ganas hasta las habitaciones. Ella les ofrecía un sitio para quedarse. Era como si pudiesen quedarse a vivir allí.

Pero Liv...

Quiero volver a casa... 

- Eh... Señora Toriel... - dijo Liv, cabizbaja, mientras tiraba de su ropa - Estas camas parecen muy cómodas, y seguro que la comida que hace está muy rica... Pero... - desvió la mirada, rehuyendo el rostro de Toriel - ¿Cómo podemos volver a nuestras casas? Mis papás deben de estar preocupados - añadió con firmeza.

"V... vaya, gracias, Toriel"

De todos modos, a Sam se le eriza el cabello cuando dice "Bienvenidos a casa". Eso mismo lo dijo mi madre cuando nos mudamos. Lo normal es "Bienvenidos a -mi- casa" ¿Pretende que nos quedemos aqui?

Como sea, lo cierto es que estamos heridos, desconcentrados, necesitamos un sitio donde poder aclarar ideas y... y...

"¡Por los dioses del heavy metal! ¡Este  pastel huele a gloria suma! ¡Gracias, Toriel!"

Lo de los cuartos hace que mi larga y rubia cabellera se ponga de punta -pese a mi sombrero- dandome un aspecto propio de Super Saiyajin ¡Realmente pretende que nos quedemos aqui!

En fin...

Cuando nos deja solos, reuno a la pandilla para hablar

"Toriel parece agradable y buena persona, pero... yo no quiero quedarme encerrado. Lo primero que necesitamos es saber ¿DONDE estamos?"
Como guiado por un espíritu invisible, uno que lidera su sed de justicia, su determinación, compasión y esfuerzo, se fija en el mueble del cuarto rojo

"Fijaos... un marco para fotos"

Visiblemente decepcionado por no haber podído coger una de esas maravillosas galletas, Fancoz seguía a la mujer monstruo en el camino a su casa, un lugar muy acogedor y agradable, por cierto.

Tras ofrecerles un trozo de pastel que olía de maravilla y que se guardó para más adelante, Toriel le enseño donde podían descansar.

Cuando el muchacho del delantal sucio entró en las habitaciones, no pudo evitar que su vista se clavara en las flores, no podía soportar las cosas "fuera de lugar", por lo que cogió la flor amarilla de la habitación azul y la puso en el lugar de la flor roja del pasillo, la cual se llevó a la habitación roja. Retiró unos papeles que había sobre una estantería y la colocó allí.

-Maniático que es uno...- dijo con una sonrísa a sus compañeros una vez terminado el trabajo.

Una vez llega a la habitación guarda el pastel decidiendo dejarlo para más adelante. Simplemente lo ocurrido hace poco no le ha gustado nada... ¡ese fantasma le hizo daño real! Y parece que a nadie le importó... Enfurruñándose un poco decide salir de la habitación al tiempo que proclama. -Fu... esto me sabe muy raro... ¿tanto interés en que nos quedemos...?- Baja la voz, sin interés de que Toriel se entere de lo que habla. -Quizás... sea como la bruja de ese cuento... ¡cuidado con los pasteles! ¡querrá alimentarnos para luego comernos a todos! Voy a mirar fuera a ver si encuentro algo de interés...- Uve abandona los cuartos e intenta salir de la casa de Toriel sin ser vista. No le ha dicho a nadie de ir con ella, pero tampoco va a negarse si es acompañada.

Se acerca al árbol frente a la casa con intención de observarlo más detenidamente. Qué raro, ¿cómo crece un árbol ahí? ¿Y por qué están las hojas en el suelo? ¿Es otoño? Igualmente lo contempla con una sonrisa larga llevándose una mano a la mejilla. El contraste estilístico le parece... ¡delicioso!

- Jijijiji...

Uve escucha una vocecilla extraña, que no sabe de donde viene, cuando se inclina ante el arbol negro de hojas rojas. Estas forman un mullido colchón entre las raices de la centenaria planta, cuya madera es oscura como la misma noche.

- Vaya... parece que te han pegado, ¿eh? Pobrecita... la gente aquí es muy desagradable, ¿a que sí?

La voz tiene un algo extraño. Por un lado parece muy simpática como de un amigo o amiga que siempre está ahí para jugar contigo. Pero por otro lado da un poco de... ¿miedo? No es miedo exactamente, es una angustia incómoda, como la que te provoca hacer cosas que sabes que están mal y que te podrían terminar causando un castigo.

Edit later.

No pudo evitar tumbarse un ratito a descansar en las hojas, mirando hacia arriba para ver el árbol en su totalidad. ¿Por qué era tan oscuro y a la vez tan hermoso? Para Uve formaba parte de la obra de arte que formaba las ruinas, como un bonito dibujo. El árbol era el protagonista de semejante construcción, pues era... diferente. Tal y como Uve es.

Al escuchar la voz cierra los ojos y suelta un resoplido. -Si... son terribles. Son gente malvada que me ha atacado porque sí... ¿quién pega a alguien cuando se asusta o no sabe qué es? ¡Son incivilizados...! Son monstruos.- Sentencia cruzando sus bracitos de bailarina.

-No llegan a estar los chicos y les enseño lo bien que sé bailar y lo que duelen unos zapatitos afilados...

- A ver, a ver, de uno en uno niños, de uno en uno... - dice Toriel riendo un poco con una sonrisa maternal ante la avalancha de exclamaciones y preguntas que los pequeños le lanzan.

A Miki simplemente le asiente y le da una palmadita cariñosa en la cabeza después de que coma su tarta, indicándole que puede dormir donde quiera, beática. Sin embargo, ante la pregunta de Liv pierde un poco su sonrisa.

- Eso... uhm, es algo complicado cariño. ¿Por qué no lo hablamos mañana después de que descanséis mejor?

Parece que el tema le escama un poco y no quiere hablar de ello de momento... ¿Por qué será? A Suzi simplemente le responde con una sonrisa y un asentimiento ante sus muestras de agradecimiento, y a Fancoz le deja mover las flores con tranquilidad, sin darle importancia. No parece importarle tampoco que Uve salga por su cuenta.

- Bueno niños, descansad esta noche ¿vale? Mañana veremos que podemos hacer. Yo duermo en el cuarto de aquí al lado - señala la habitación del final del pasillo - por si necesitáis cualquier cosa. Procurad no salir fuera demasiado, no os vayáis a hacer daño. Buenas noches... - y moviendo su pataa y acariciando el pelo de los niños, se retira.

[[HP actual de Miki: 18/18]]

[Examinar]: Parece una foto de dos niños que están de la mano, pero se ha desgastado con el tiempo y apenas se ven sus rostros. Es muy dificil entenderlo. Los papeles son dibujos infantiles. Entre otras cosa, hay muchas flores amarillas dibujadas.