Partida Rol por web

Única

U4. Única

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21/12/2007, 15:35
Director

Sesión 1. Alicia atraviesa el espejo

Las situaciones son como las chicas de las pasarelas. Sí, esas chicas que se pasean de formas poco naturales sobre una tablón, delante de docenas de personas que exclaman: ¡ah! ¡oh! ¡divino! y montones de bobadas semejantes. Las situaciones no se pasean, te estallan directamente en la cara, pero son igual de variopintas en la superficie que esas chicas.

La situación en la que se encontraba Magrat era irritante, complicada y ridícula, casi como los diseños de Agatha Ruiz de la Prada (es imposible ser tan ridículo, complicado e irritante, a menos que tengas la mala suerte de ser un diseño de la Prada, claro). Había venido con Amelia, Ash y Alex (lo que el chico británico apreció a llamar como Magrat y el «invencible Equipo A») buscando respuestas a unas simples preguntas y se había encontrado con cabezas voladoras, fantasías multidimensionales, rituales primitivos y Cazadoras salvajes. Esto último casi se podía decir que era medio normal, pero ahora se encontraba con que no tenía ninguna respuesta y a cambio había perdido a Amelia y a Ash, a ésta puede que para siempre. Ok, si vas a tratar con demonios uno puede esperarse todo tipo de cosas desagradables, especialmente si el demonio es del tipo tramposo, manipulador y rastrero, ni hablemos ya si el demonio vive en una bañera, pero esto era demasiado. Aquel estúpido yaojing había conseguido lo imposible: cabrear a Magrat. Si el mundo lo hubiera sabido se hubiera puesto a temblar.

—Alex, llévate a Ash fuera de la habitación —pidió la bruja.
—¡Diablos! ¡NO! —exclamó Alex levantándose junto al cuerpo de Ash y alzando un puño—. ¡Ese MISERABLE va a pagar por esto! —su rostro era como un campo de lágrimas labrado por la rabia y el dolor.
—¡HAZLO! —ordenó esta vez la bruja al tiempo que encaraba una palma hacia él y un puño mágico empujaba al muchacho y al cuerpo de Ash fuera de la sala. Cuando se aseguró de que se habían quedado sólos, Magrat, se encaró de nuevo con el taoísta.

Durante unos segundos permanecieron inmóviles, mirándose fijamente. Magrat podía ver en los ojos pequeños y amarillos del taoísta su curiosidad, y el taoísta podía sentir la rabia de Magrat en el ambiente. De pronto, algo cambió. El anciano pudo sentirlo claramente. El vaho se estaba condensando en el techo de la sala de baños formando una nube negra en forma de yunque. Dejó su taza sobre su plato y miró hacia arriba, justo en el momento en el que un cono de aire salía de la nube y entraba en contacto con el suelo. El fino vórtice giraba como el eje de tracción del fórmula 1 de Fernando Alonso. Y tan rápido como el taoísta pudo separar sus labios para decir algo o quizás lanzar un silbido de admiración, el remolino comenzó a ensancharse y a bailar por toda la sala arrasando todo a su paso, la maldita mesa de té fue uno de sus primeros objetivos.

Pronto todo se volvió confuso. El pequeño tornado había arrasado la sala. Los cristales y las puertas habían estallado y los restos giraban por la habitación. Magrat había perdido de vista al taoísta, pero ella seguía en el centro, erguida, inalterable, la expresión de su rostro no reflejaba nada, sus ojos se habían vuelto tan fríos como la temperatura del entorno y un lavabo daba peligrosas vueltas sobre ella. La pregunta ¿dónde está el agua? obtuvo una respuesta rápida en forma de pelotas de granizo que caían del techo.

—¡No me iré hasta que me digas cómo he de vencer a esos demonios! ¡Cómo puedo liberar a las cazadoras! —gritó.

_____________________________ * * *

A 400 años de distancia, Amelia tenía sus propios problemas. No le había costado reconocer que ella, Ash y Alex (también conocidos como el «invencible equipo A») habían ido a parar a algún punto de la Irlanda del siglo XVI, seguramente por obra de aquel demonio chino que vivía en una bañera. Cuando volviera (si lo hacía) le diría cuatro cosas a Magrat sobre sus contactos demoníacos.

Por alguna razón que no podía ser casualidad además habían coincidido con la última Cazadora del país de los tréboles, Deirdre... Fitzgerald. Ese apellido era muy popular en Irlanda, 8 de cada 10 irlandeses se apellidan O'algo Fitzgerald y los otros dos Fitzgerald O'otra-cosa, pero en este universo las coincidencias no existen, aquella Cazadora tenía que ser la ¡tatatatatatarabuela de Erin! En realidad no era sólo el apellido, ni siquiera el parecido físico evidente, aquella chica poseía la misma capacidad de atraer problemas que la pobre Erin, el tipo de problemas que caen sobre todos los que estén en las proximidades inmediatas... en ese momento, ellos.

—¡Aquella joven de aspecto extraño puede vernos! —gritó la mujer de brillantes ojos plateados que ocultaba su cara bajo la capucha.

«¡No!,» pensó Amelia que había intentado fingir inútilmente que ella también estaba tan paralizada, inmovilizada o congelada como lo estaban el resto de los presentes desde que aparecieran los siete jinetes encapuchados, miembros inequívocos de la famosa Orden a la que perteneciera Damian. Orden famosa desde que conocieran al malogrado Damian, porque antes de eso no había oído hablar de ella en su vida.

—¡Identificaos! —le ordenó con voz autoritaria el encapuchado que parecía mover los hilos allí.

«¡Y ahora que hago!,» siguió la voz interior de la psíquica, «...»

Los brillantes ojos de la mujer que la identificará se clavaban sobre ella como si tuvieran rayos X y pudieran leer su pensamiento... quizás podían, de hecho, todos los ojos de los que podían moverse (lo que se reducía a los jinetes de la Orden y la propia Deirdre) tenían la mirada fija en ella, esperando su reacción.

«Pues... no voy a hacer nada,» decidió sintiendo el sudor correr por su espalda.

—¡Identificaos pardiez! —insistió el encapuchado con un tono de voz visiblemente irritado.

La verdad es que nunca había quedado claro cual era el alineamiento de la difusa Orden de Damian. Se suponía que se dedicaban a luchar contra el mal desde tiempos inmemoriales... luego ¿eran de los buenos? ¿Podía suponer entonces que no le harían nada malo? Y de todos modos, ¿podría evitarlo? Bueno... lo averiguaría muy pronto.

_____________________________ * * *

Knockhill. Donde empezó todo. De madrugada.

Erin y el niño místico descendieron del pequeño charter que les había traído desde la escala en Dublín. Les seguían Dru y Vicious, con cara de evidente molestia y preocupación por la colaboración voluntaria de la rebelde Cazadora. Un coche americano enorme y negro, de esos que sin llegar a ser una limusina tienen asientos traseros dobles enfrentados, les estaba esperando en la misma pista, con uno de aquellos crestudos de piel amarilla sujetando la puerta abierta.

En esta época del año (y en general en todas), las noches en Knockhill son frías y húmedas, así que sólo se diferencian del día en la falta de luz solar. Erin miraba a través de los cristales tintados las viejas y familiares calles de su pequeña ciudad natal apenas alumbradas por las escasas farolas que su tacaño padre se negaba a renovar. Todo parecía tranquilo, ajeno a los problemas del resto del mundo... por lo menos hasta ahora. ¿La había echado de menos? Quizás. El niño místico seguía a su lado, miraba al conductor y sonreía con tranquilidad; no le había soltado la manita desde que bajaran del avión, pero tenía la impresión de que el niño sabía cuidarse bien por si mismo.

El auto paró junto a una de las casas más grandes y apartadas de la zona antigua, y a indicación de Drusilla se quedaron esperando, con el motor en marcha y las luces encendidas. Apenas un minuto después otro de esos crestudos salió de entre las sombras y se acercó a la ventilla del chófer. Unos segundos después reanudaban la marcha, salían del pueblo y cogían la ruta megalítica en dirección a Knocknarea. El niño místico dio un tirón de la manga de Erin indicándole que quería decirle algo al oído. Drusilla no prestaba atención, y si lo hacía parecía que no le importaba. Vicious estaba roncando en frente de ella.

—No te preocupes —le susurró el niño al oído—. Estamos ya muy cerca —Erin arqueó una ceja, aunque a estas alturas no se podía decir que le sorprendieran las salidas del niño.

Volvió a tirar de la manga.

—Pronto podrás cabalgar la tormenta —le volvió a susurrar y está vez sí que la sorprendió.

Durante los siguientes minutos el silencio en el interior del auto se hizo denso. Dru permanecía con la cabeza en las sombras y no parecía muy dispuesta a hablar. Vicious, evidentemente, no iba a hacerlo y el niño volvía a sonreír con tranquilidad. El coche salió de la carretera principal y tomó un desvió en una dirección que Erin, como cualquier nativo, conocía muy bien: la tumba de Maeve.

En la parte más alta de Knocknarea, lo que en unas tierras tan gastadas viene a significar apenas unos cientos de metros por encima del resto, se levanta un enorme monumento megalítico. Un montón de piedras apiladas en forma de una pequeña colina de 10 metros de alto. Cuentan las leyendas populares (eufemismo para referirse a los rumores que han perdurado durante décadas o siglos) que en este monumento de cinco mil años de antigüedad fue enterrada la mítica reina Maeve, a la que su padre, el rey de Irlanda le regalo el condado de Connacht. Erin pensó que ella no había sido tan afortunada, difícilmente su padre se acordaba de su cumpleaños como para regalarle todo un condado. El caso es que era la Edad de Hierro y Maeve no se convirtió en una leyenda por su elegancia y sus delicados modales. A través de los siglos su leyenda ha perdurado como una muestra algo exagerada de lo que son capaces las mujeres de estas tierras. Pero la cuestión ahora no era si la leyenda era cierta o no, al fin y al cabo también decían que poner una piedra sobre la tumba daba buena suerte, sino qué demonios iban a hacer en un lugar tan perdido y vacío como aquel. Fuera lo que fuese, Erin estaba dispuesta a ponerle fin lo más rápido posible, así quizás aún tendría tiempo de encontrar algún pub abierto a la vuelta.

En el camino de ascenso hasta la tumba el crestudo apagó los faros del vehículo, probablemente nunca los necesitó, aún así, Erin pudo distinguir dos bultos a los pies del monumento. Dos bultos enormes que parecían tener movimiento. Pero hasta que no llegaron a la cima y pudo olerlos fue incapaz de saber que eran. Dos perros del infierno guardaban la ¿entrada? (que ella supiera aquel sitio no tenía entradas por ninguna parte, no era más que un montón de piedras apiladas, probablemente sobre los huesos de alguien). Oh, bueno, no es que aquellos chuchos fueran a impresionarla. ¿O sí? Además de que su mordedura era nefasta ¿qué más sabía sobre ellos? ¿Qué había dicho Guillaume sobre estas criaturas que fuera útil? Umm... probablemente nada.

El crestas detuvo el coche a unos metros de los canes, pero estos, aunque estaban nerviosos, no se movieron de su sitio. Bajaron del auto. La noche allí era especialmente fresca y húmeda. El viento del Atlántico, sin barreras que lo parasen, penetraba impune estas tierras en su tozuda misión de seguir enfriando a los sufridos habitantes de Irlanda. El niño se soltó y corrió hacia uno de los perros.

—¡No! ¡Espera! —chilló Erin.
—No les tengas miedo —respondió con confianza el niño—. No muerden, ves —el niño acariciaba los bajos lomos de uno de los perros (no olvidemos que tienen el tamaño de un oso), con la misma naturalidad con la que un niño acariciaría a su perrito al volver de clase.

Erin dio un paso hacia el perro y éste la miró directamente a los ojos (que los tenía prácticamente a la misma altura que los suyos). Sin moverse de su sitio, donde el raro niño místico seguía acariciando, se limitó a emitir un arisco gruñido de "tú-no-te-acerques".

—Dejar de jugar —gruñó Drusilla mientras pasaba entre los demonios cuadrúpedos con un gesto de miedo y repugnancia.

Vicious se inclinó educadamente alargando un brazo para invitar a Erin a seguir a Dru, gesto que en un vampiro de su aspecto quedaba bastante sórdido, pero antes de que ella pudiera replicar, el niño tiró de su mano.

—Vamos, es por aquí.

Delante de ellos estaba la impenetrable montaña de piedras. Dru estiró un dedo y la tocó con la punta. Un instante después se abría uno de esos molestos portales que nunca llevan a ningún sitio agradable.

...

Apesta a muertos... muertos recientes, y los crujidos al pisar bien podrían ser crujidos de huesos... si no fuera por que los huesos suelen ser más grandes y duros... a menos que sean de pollo, conejo o... niños.

—TE DIJE QUE VENDRÍAS.

La voz profunda, rota y desagradable del bokor al que casi amputa un brazo resuena en la caverna (digamos que es una caverna). Su inconfundible cara, más próxima a la de un murciélago o un insecto que a la de un humano, muestra un gesto que, así, en la lejanía, se podría entender como una risa. Buena parte de su cuerpo se oculta entre las sombras que proyectan las escasas velas repartidas por el suelo, pero Erin puede ver que, con risa o sin ella, le cuelga el brazo inútil.

Hay algo o alguien más allí. Un bulto que se mueve entre las sombras, rodeando el centro de la cueva. Rodeando las velas y las extrañas figuras pintadas en el sueño. Pintadas con sangre. A Magrat le gustarían. El bulto es pequeño, si fuera un humano podría ser de un enano, o de una persona bajita en cuclillas.

—¡Es Ella! —chilla el bulto.

—¿Es ella? —repite Vicious—... claro, claro, es Ella —rectifica y se aparta al ver la cara extremadamente seria de Dru.

El niño se suelta de Erin y se adelanta hacia el centro, colocándose frente al bulto, que se encoge y se agita con fuerza.

—Te dije que la traería... y la he traído. Cumple ahora tu parte... Yejide.

El bulto se inclina hacia atrás y da un salto hacia el niño, colocándose frente a él y pasando de ser la sombra de un bulto para convertirse en la figura de una persona en cuclillas, una chica de color, que a pesar de los andrajos (es un eufemismo), y de la peste que desprende, parece joven, sana y loca como para encerrarla y tirar la llave.

—Cumpliré, oh, mi señor Legba, cumpliré, sí.

_____________________________ * * *

Magrat había perdido de vista al yaojing, de hecho, a duras penas podía ver sus manos en medio el caos que había generado. No obstante, dudaba que el demonio se hubiese marchado, sentía su poder en aumento en la sala de baños... bueno, en lo que quedaba de ella. «No es moco de pavo este demonio,» pensó. «Tiene una fuerza enorme.» Durante un momento, la bruja se planteó si realmente había sido buena idea provocarle de forma tan violenta. Cierto que el demonio había estado jugando con ellos y la perdida de Ash la había afectado, y cierto que el responsable último era aquel chino estúpido que tomaba el té en un mesita ridícula (estuvo bien deshacerse de ella). Cualquier persona hubiera perdido los nervios mucho antes, seguro. Pero ella también tenía su parte de responsabilidad y se le hacía evidente que le costaría mucho soportar la carga de más muertes o heridos graves. Quizás provocar directamente a un demonio tan viejo y poderoso no había sido una idea muy acertada.

—Oye, ¿puedes detener esto?

La voz de la chica le llegó alta y clara, aunque no hubiera sido capaz de decir de donde procedía.

—¿Qué? ¿Quién?
—Si paras esto igual hasta podemos hablar.

Por alguna razón, Magrat sintió que podía confiar en aquella voz. Pero había aprendido muy bien que un exceso de confianza podía ser una forma muy rápida de acabar mal. Aflojó la presión en la sala teniendo cuidado de que el lavabo que giraba sobre su cabeza no le cayera encima. A unos metros enfrente de ella se fue perfilando la silueta de una mujer menuda.

—Un poco más y podremos vernos —añadió la chica.
—¿Y el yaojing? —preguntó confiada Magrat.
—¿El viejo? Mmm, diría que se ha ido. Supongo que no le gustaba el tiempo que hacía aquí.
—¿Ido? —Magrat estaba desconcertada y, para que negarlo, algo desilusionada—. ¡Pero no ha respondido a mi pregunta!

Durante unos segundos no hubo respuesta, le pareció que la cabeza de la mujer se inclinaba en un gesto de duda. Finalmente, volvió a oír su voz.

—Supongo que el piensa que sí. Pero, oye, si paras esto igual yo puedo ayudarte.

La chica parecía sincera. Magrat podía sentir el enorme poder que tenía y estaba segura de que si sus intenciones no fueran nobles ya lo habría sabido. Decidió poner fin a la pequeña tempestad. A medida que el tornado fue perdiendo fuerza, dejando de bailar por la sala, los escombros fueron cayendo sobre el suelo. Pronto sólo quedó un pequeño remolino y una bolsa de plástico rebelde que se resistía a perder su animado juego aéreo.

La silueta que tenía delante era ahora la figura de una mujer joven, pequeña y pelirroja, que la miraba con ternura. Estaba segura de que la había visto antes en alguna parte...

—Nos parecemos mucho tú y yo, sabes —le dijo acercándose a ella—. Siento mucho lo de Ash —añadió después de una pausa—. Pero no es culpa tuya.

Magrat tuvo que hacer un esfuerzo por no derrumbarse.

—Igual podemos hacer algo por ella —comentó—. Pero ahora no tenemos tiempo. Las cosas se han complicado mucho.

Magrat la miró confusa, de repente había recordado a quien tenía delante.

—Oh, creo que no nos han presentado. Tú debes de ser Magrat Gardner, se habla mucho de ti últimamente —la chica extendió una mano—. Yo soy Willow Rosenberg. He venido a buscarte pero antes necesito saber que te ha dicho el yaojing.

_____________________________ * * *

Deus ex machina es la versión latina de la forma que tenían los griegos de llamar al momento en que sacaban al escenario, normalmente sin venir a cuento, un dios colgado de un grúa para resolver la escena. Sacar a un dios con la máquina; Amelia necesitaba uno de estos. Lamentablemente, no estaba en una obra griega y como mucho hubiera podido esperar la aparición de algún pastor de ovejas; de esas graciosas ovejas irlandesas que tienen cara de estar riéndose de ti, seguramente por no llevar un buen jersey de lana. Pero de haber un pastor por allí cerca (lo que en medio de un bosque ya sería bastante extraordinario) o estaría congelado o se habría largado corriendo. No, parecía que Amelia tendría que conformarse con lo que había.

—Ella está conmigo —intervino de repente Deirdre al ver que la psíquica tardaba en reaccionar—. Es una poderosa bruja que os convertirá en estiércol de vaca como no nos dejéis en paz.

¡Ay! La que se estaba liando.

—¿Una... bruja? —repitió el hombre algo sorprendido pero sin parecer preocupado volviendo a centrarse en Deirdre—. Y... ¿por qué habría de ayudaros a vos una bruja?

Aquello pilló por sorpresa a Deirdre que realmente no sabía que responder. ¿Por qué alguien habría de ayudar a una aberración en las leyes de la naturaleza, la magia o... el demonio, lo que fuera que causase la existencia de las Cazadoras? Pero desde cuando el no tener respuesta había parado a una Fitzgerald...

—Serás mastuerzo... pues porque ¡yo soy la auténtica elegida!

El grito de la Cazadora sorprendió a todos, especialmente a los caballos, que se alteraron hasta el punto de casi tirar abajo a varios jinetes. Deirdre, rápida como suelen ser las Cazadoras, aprovechó el momento de confusión para lanzarse contra el encapuchado que estaba al mando. Pero la mujer de inquietantes ojos plateados estaba preparada. Justo cuando Deirdre estaba saltando sobre el jinete un destello cegador brotó de la punta de sus dedos estrellándose contra la espalda de la Cazadora. Amelia no pudo hacer nada de lo aterrada y sorprendida que estaba.

La Cazadora cayó al suelo llevándose las manos a la garganta como si algo la estuviera ahogando. El hombre de voz profunda descendió del caballo con su espada desenvainada y se acercó a ella.

—Deirdre Fitzgerald... que Dios nos perdone.

La hoja de la espada se hundió en el corazón de la Cazadora y un chorro de sangre saltó de la herida manchando las botas del encapuchado. Con un gran esfuerzo, Deirdre pudo estirar un brazo hasta agarrar la esquina de la capa y tirar de ella. Amelia presenció paralizada por el horror como las lágrimas brotaban de sus ojos y escuchó antes de verla morir sus últimas palabras: «mi... hija...»

En cuanto Deirdre dio su último suspiro, el caballero se agacho con indiferencia hasta su cuello y de un tirón le arranco la crucecita que llevaba colgada.

—Recoger el cuerpo y ocuparos de la bruja —añadió mientras limpiaba la sangrienta hoja con su túnica.

Amelia sintió como dos punzadas plateadas se clavaban profundamente en ella. Y luego todo comenzó a dar vueltas.

_____________________________ * * *

Cuando las vueltas se detuvieron y ya sólo seguía girando su cabeza, Amelia se atrevió a abrir los ojos. Ni rastro de los jinetes. O estaba muerta o después de todo sí tenía un deus ex machina.

—¡Amelia! —el grito de Magrat hizo que su mente derrapara—. ¡Ash! ¡Alex! ¡Estáis bien!
—¡Ey!, ese soy yo. Y esa... esa es... ¡¿Ash?! —Alex estaba atónito.
—¿Magrat? —Amelia estaba confusa.
—¿Cómo que tú? —replico Alex.
—¿Magrat que ha pasado? —muy confusa.
—¿Qué está pasando aquí? ¡¿Por qué hay dos Alex?! —exclamó Ash—. Y ¿por qué hay uno abrazándome?
—¡Ash! ¡No puedo creerlo! ¡Estabas muerta!
—¡Eh, tú! ¡No abraces así a Ash!
—¿Muerta?

Confusión generalizada. Magrat miró a Willow buscando apoyo pero esta se limitó a encogerse de hombros.

—Un momento, por favor —la cabeza de Amelia iba a explotar—. ¿Dónde estamos?
—Uff —suspiró Magrat animándose a intervenir por fin— otra vez no.
—Magrat, ves empezando por explicarnos porque estamos flotando en la nada, por qué hay dos Alex (¡dios! ¡hay dos Alex!), por qué Ash debería estar muerta...
—Sí, por favor —interrumpió Ash— ¡que alguien me explique que está pasando!
—¡Eh! No creo que este sea yo. ¡Yo no abrazaría así a Ash!
—Vale, vale. ¡Guardar silencio, chicos! —intervino Willow—. Tenemos poco tiempo, las explicaciones vendrán después. Las Cazadoras están en un serio aprieto y necesitan nuestra ayuda. Así que... nos vamos a Irlanda.

_____________________________ * * *

Un rato antes, en el continuo espacio-tiempo al que estamos habituados...

Magrat había puesto a Willow al corriente de la experiencia que habían vivido de mano del demonio taoísta. Experiencia que, ignorando las terribles consecuencias, no sabía como interpretar, ni siquiera si se podía tomar en serio.

—No, no —comenzó Willow—, esto tiene que ser importante aunque no sepamos como. Escucha, tenemos muy poco tiempo, algo muy grave va a ocurrir...
—¿El fin del mundo? —interrumpió Magrat.
—Algo así... sí, supongo. Escucha, te lo voy a resumir muy brevemente así que tendrás que hacer un esfuerzo...

Magrat puso toda su atención.

«Hace miles de años un grupo de brujos muy poderoso conocido como Las Sombras (ya sabes lo que les gusta a los brujos los nombres espectaculares) capturó la esencia de un demonio en el cuerpo de una chica para darle la fuerza suficiente para proteger a su pueblo de los demonios menores que habitan este mundo. Así nació la Primera Cazadora, lo sabes muy bien. Pero, además, crearon un vínculo mágico por el cual, desde entonces, en cada generación siempre ha habido una.

Esta es la versión oficial, y más o menos así ha sido hasta que hace un año modifiqué el hechizo ancestral y todas las potenciales Cazadoras liberaron su poder... Bueno, sabes que por desgracia la magia no es relojería suiza y a veces ocurren... cosas... cosas inesperadas. Pero el problema no es ese... o bueno... sí lo es, pero no como estás pensado. El caso es que este demonio, que es de donde procede el poder de las Cazadoras, lleva desde entonces atrapado por este vínculo mágico...

Hace unos meses descubrimos que una orden de fanáticos (yo también odio a esta gente) descubrió una debilidad en el hechizo de modo que podían conseguir que algunas Cazadoras fueran poseídas por un demonio del que no teníamos registros. Descubrimos que este demonio es una manifestación dimensional intermedia desconocida (¡nos encanta la jerga mágica!) del demonio original de las Cazadoras... Imagínatelo. ¡Las Cazadoras eran poseídas por su propia naturaleza!

Mientras buscábamos una solución intentamos guardar el secreto para que no cundiera el pánico... Buffy y yo tuvimos que hacer un viaje, un viaje al «final de los tiempos» (es una dimensión preciosa y muy peligrosa), donde encontramos por fin algunas respuestas sobre este demonio.

Ahora sabemos que era una entidad femenina que gobernó nuestra dimensión hace millones de años... y que tenía un enemigo, el demonio que antes de ser expulsado dio lugar a los vampiros.

También sabemos que el vínculo mágico se ha debilitado y el demonio está intentando regresar a nuestra dimensión, poseyendo en el camino a todas las Cazadoras. Ahora el proceso ocurre por si sólo y cada vez es más rápido, en realidad, ya no quedan muchas Cazadoras que no hayan sido poseídas... apenas una docena.

A esto hay que añadir que hay varias dimensiones paralelas a la nuestra que están viendo en esto una oportunidad de volver aquí... estamos intentando pararlas... pero sólo lo conseguiremos si podemos impedir que este demonio vuelva a nuestro mundo. El problema es... que no sabemos como hacerlo.

Bueno... creemos que hay una Cazadora en particular, una entre todas, que sí puede hacer algo. En esta Cazadora el vínculo con el demonio es más fuerte e intenso que en el resto. Esa Cazadora es única entre todas... es la descendiente directa de La Primera... (vale, vale, ya sé lo que esto parece, no seas tú también como Xander). Y sí, todo parece indicar que es tu amiga... que para complicarlo todo aún más, está metida en un buen lío...»

—¿Erin? ¿En un lío? No sé porque no me sorprende —suspiró Magrat cargándose de paciencia—. ¿Qué ha hecho está vez?
—Esta vez... ha muerto.

De todas las cosas que Magrat hubiera esperado de Erin, ninguna se parecía a ésta ni de lejos.

—¿Q... qué?
—Escucha, aún podemos arreglarlo y salvar el mundo. Pero necesito tu ayuda.
—P... pero...
—Tenemos una oportunidad, es muy arriesgada pero es lo único que tenemos.
—Dime.
—Podemos crear una ventana en el continuo espacio-tiempo y puedo enviarte antes de ocurra para arreglarlo. Pero necesitamos ayuda, ¿dónde están Ash y Amelia?

Magrat abrió la boca pero no pudo decir nada. Se puso colorada y agachó la cabeza.

—Ash... Ash ha ...erto y Amelia... Amelia... nolosé.

En el ceño de Willow se formó una arruga de preocupación, Magrat pensó por un momento que la bruja más famosa de todos los tiempos saltaría sobre ella y le daría una paliza, y por un instante a Willow se le pasó por la cabeza hacerlo, pero se limitó a mirarla sin decir nada.

—Creo que puedo arreglarlo —dijo al fin.
—¿En serio?
—Lo intentaré, pero esto va a hacer todo lo demás mucho más difícil. La próxima vez (si es que hay próxima vez) procura ser más prudente con la magia. Esto no es un juego.

Magrat tragó saliva, hasta su nariz se había encogido por la vergüenza. Willow cerró los ojos y se concentró, Magrat no sabía que estaba haciendo pero estaba segura que si ella no podía arreglarlo nadie podría. Un instante después toda la sala de baños, o lo que quedaba de ella, desapareció. Y en medio de un espacio interdimensional, lo que para los no iniciados vendría a ser una nada, Magrat oyó una voz conocida.

—¿Otra vez?

El yaojing estaba flotando en el vacío, tomando el té junto a su pequeña mesita.

—Deshaz el hechizo —le ordenó Willow sin más miramientos.

El demonio observó a la bruja con atención y, esta vez, algo de respeto.

—No puedo —respondió encogiéndose de hombros.
—Hazlo o te haré tragar la taza y la mesita.

El demonio suspiró. Tantos siglos de existencia para acabar así; los tiempos, definitivamente, habían cambiado.

—Sabes como funciona esto, Willow. Sabes que no puedo deshacer lo que está hecho. Fue ella la que me pidió una lección.

El demonio hecho una mirada divertida a Magrat; la bruja hubiera deseado desaparecer, lamentablemente eso era imposible en un lugar en el que no había nada más que la misma nada. Pero Willow no estaba para bromas, ni para respetar las tradiciones. La bruja se estaba empezando a enfadar, un brillo negro en sus ojos puso en alerta al demonio.

—¡Hazlo!
—Maldita juventud, ya no hay respeto por las tradiciones.

El yaojing desapareció, Willow pidió a Magrat que esperará unos segundos.

—¡Amelia! —gritó Magrat al ver aparecer a su amiga—. ¡Ash! ¡Alex! ¡Estáis bien! Espera... ¿estáis bien?
—¡Ey!, ese soy yo. Y esa... esa es... ¡¿Ash?! —Alex estaba atónito.
—¿Magrat? —Amelia estaba confusa.
—¿Cómo que tú? —replico Alex.
—¿Magrat que ha pasado? —muy confusa.
—¿Qué está pasando aquí? ¡¿Por qué hay dos Alex?! —exclamó Ash—. Y ¿por qué hay uno abrazándome?
—¡Ash! ¡No puedo creerlo! ¡Estabas muerta!
—¡Eh, tú! ¡No abraces así a Ash!
—¿Muerta?
—Un momento, por favor —la cabeza de Amelia iba a explotar—. ¿Dónde estamos?
—Uff —suspiró Willow— eso va a ser lo más difícil de explicar.
—Pues ir empezando por decirnos porque estamos flotando en la nada, por qué hay dos Alex (¡dios! ¡hay dos Alex!), por qué Ash debería estar muerta...
—Sí, por favor —interrumpió Ash— ¡que alguien me explique que está pasando!
—¡Eh! No creo que este sea yo. ¡Yo no abrazaría así a Ash!
—Vale, vale. ¡Guardar silencio, chicos! —intervino Willow—. Tenemos poco tiempo, os voy a explicar muy brevemente la situación, las Cazadoras están en un serio aprieto y necesitan nuestra ayuda...

Como había dicho, Willow explicó muy brevemente el estado de las cosas y que era lo que tenían que hacer.

—Amelia, necesito que localices a Guillaume. Magrat y Ash, preparaos...
—¿Y nosotros? —preguntaron los Alex a la vez.
—Guardar silencio.

Willow se concentró profundamente, lo que en un bruja de su nivel se manifiesta de forma explicita como un halo de energía, en su caso de un blanco cálido, que la rodea completamente y la hace parecer un dibujo manga. Cuando el nivel era el adecuado junto las palmas y al separarlas apareció, flotando entre ellas, lo que parecía una serpiente de humo que se enroscaba sobre sí misma de formas imposibles echando chispas en cada vuelta.

—La flecha del tiempo —sonrió la poderosa bruja—. Bueno, Magrat y Ash, en cuanto Amelia tenga el lugar os enviaré al lugar y al momento justos, espero, una vez allí dependerá de Magrat que el tiempo no corra hasta que las chicas estén a salvo. Apenas tendréis unos segundos... ¿Lo habéis entendido?

Magrat y Ash asintieron. Amelia ya estaba concentrada localizando el punto exacto dónde estaban las Cazadoras. Cuando ésta hubo terminado, Willow pasó la flecha del tiempo a Magrat, y cuando la tuvo entre sus manos automáticamente se encendió de verde irlandés.

—Nos vemos en un instante. Suerte... y recordad, ¡salvad a Erin, salvad el mundo!

Willow se volvió a concentrar y Ash y Magrat desaparecieron.

Un instante después Magrat y Willow volvían a estar solas en la intersección dimensional.

—¿Cómo ha ido?
—Creo que bien —respondió Magrat—. ¿Y Ash? ¿Y los demás?
—Oh, estarán aquí enseguida... no te preocupes —sonrió Willow.

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09/01/2008, 20:43
Magrat Gardner Eller

“Y al final de la tempestad... llegó la calma”, o al menos eso es lo que pensó la brujita en aquel momento, cuando pudo ver de nuevo a sus amigos —algunos de ellos incluso por duplicado—, y sobre todo a la pequeña Ash. Cómo habían logrado salir de aquella endemoniada situación era algo que solo Willow podía explicar, pero allí estaban todos de nuevo... todos menos el yaojing, que se había ido con el té a otra parte.

Ah! ¿qué no he contado cómo apareció Willow?... pues muy fácil, por arte de magia. Pero lo que estaba claro es que tenía planes para ellos.

—¡Guardar silencio, chicos! —intervino Willow—. Tenemos poco tiempo, las explicaciones vendrán después. Las Cazadoras están en un serio aprieto y necesitan nuestra ayuda. Así que... nos vamos a Irlanda.

Y aquí comienza la historia... en el momento en que Amelia, Ash, Magrat, Willow y los dos Alex empiezan su viaje espacio-temporal del viejo Londres, al aún más viejo Knockhill. Por supuesto, por el medio pasaron muchas cosas. Magrat y Willow se pusieron al día sobre el estado de las dimensiones interdimensionales, y Ash y Magrat hicieron un viaje relámpago al pasado para salvar a Erin de su propia muerte. No hay que decir que las chicas lograron su obtivo: ¡salvar a Erin, salvar el mundo!. Pero bueno, vayamos al punto en el que aterrizan en Irlanda.

—¿Qué son ese montón de piedras? ¿qué hacemos aquí? —preguntó uno de los Alex mientras quitaba el polvo de sus pantalones una mano y señalaba a la tumba de Maeve con la otra.

—¿Pues qué crees tu?, lo de siempre... salvar al mundo —le respondió el otro Alex, que tampoco había aterrizado precisamente de pie.

Los seis iniciaron el camino hacia la tumba, aunque no estaba lejos, Willow había decidido aterrizar a una distancia prudencial de la zona cero. La noche era cerrada, y resultaba complicado ver lo que allí ocurría.

—Shhh!, creo que oigo algo, ¿son ladridos? —intervino Ash, haciendo callar a los Alex.

—Pues serán las mascotas de los dueños de ese pedazo de coche americano —contestaron los dos Alex al unísono.

—Me temo que no son mascotas... suenan como los perros del infierno. Tuvimos uno en el patio de Guillaume, aunque el pobre apenas podía moverse, son del tamaño de un oso, ¿sabeis? —les explicó Amelia— pero no son muy amigables. Y para que contarte los efectos de su mordedura...

Willow y Magrat permanecieron en silencio un rato más, observando la tumba como si nunca antes la hubieran visto. Esto último bien podría ser cierto en el caso de Willow, pero Magrat la había visto cientos de veces. En realidad, no estaban observando, al menos no en el sentido en que observan el resto de mortales, ellas estaban sintiendo lo que ocurría en el interior.

—Estan dentro —dijó por fin Willow.

—Sí, puedo sentir una fuerza intensa que procede del interior —sentenció Magrat.

—Y si no es mucho preguntar Srta. Jedi... ¿quién esta ahí dentro y de qué cantidad de fuerza estamos hablando?

—Erin sigue dentro, aún estamos a tiempo —respondió Willow mientras se apartaba el pelo de la cara— El bokor y el niño están con ella. Hay que entrar dentro, pero antes habrá que solucionar el tema de los perros.

Continuará

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23/01/2008, 01:38
Erin Fitzgerald

LA TUMBA DE MAEVE

La mujer se hincó a los pies del niño, que corrió alegremente hacia ella y se puso a juguetear, hundiendo las manitas entre los dreadlocks de su cabello.

SHOKPONA (a Erin): TE DIJE QUE VENDRÍAS.

ERIN: Es que me faltó emparejarte del otro lado y no me gusta dejar las cosas por la mitad. Ya sabes como soy.

Erin finge buscar a su alrededor.

ERIN: ¿Dónde habré dejado mi hacha?

Se encoge de hombros, como dándose por vencida.

ERIN: Bueno, creo que tendremos que hacerlo a la antigua.

Se aprieta los nudillos haciéndolos sonar y mira al Bokor de modo amenazante.

Yejide deja escapar una aguda risilla, que hace eco en los muros del siniestro recinto. Levanta la cabeza y la observa con una sonrisa de dientes inmaculadamente blancos y unos ojos negros y de mirada extraviada. Su rostro y sus brazos están cubiertos por escarificaciones, que forman un complejo entramado de símbolos, muy similares a los que estaban pintados sobre el cuerpo del bebé que iban a sacrificar en el primer episodio. El niño se pone uno de sus dreadlocks sobre el labio a manera de bigote y mira a Erin, con aire travieso, como esperando un comentario.

YEJIDE: Ella realmente es de la tribu.

ERIN: No realmente. Quiero decir, me encanta Marley y estoy a favor de legalizarla, pero...

SHOKPONA: ¡SILENCIO!

Vicious se adelanta.

VICIOUS: (a Yejide y Shokpona): No quisiera interrumpir, pero… ¿habéis notado que vuestro líder es un niño de seis años? Sé que a la gente le gustan los candidatos jóvenes, pero esto es demasiado. Quiero decir…

Drusilla se acerca a Vicious y se lo lleva a un costado, arrastrándolo de un brazo.

DRUSILLA: Lo siento, no volverá a pasar.

Shokpona camina hacia Erin, parsimoniosamente, y se detiene entre ella y Yejide.

SHOKPONA: ¿ACASO NO SABES PARA QUÉ ESTÁS AQUÍ, CAZADORA?

ERIN: Espera, no me digas, esa me la sé…

Erin finge hacer un gran esfuerzo por recordar.

ERIN: ¡Ya sé! Para patearos el culo de regreso a la dimensión de los caraculos. ¡Sí, eso es!

El Bokor sonríe perversamente y comienza a caminar en torno a Erin, mirándola con intensidad, como si aguantara las ganas de saltarle al cuello.

SHOKPONA: OCULTAS BIEN TU EMOCIONES, PARA LOS OJOS DE UN MORTAL, PEQUEÑA, PERO YO PUEDO OLER TU MIEDO.

ERIN: Lo que yo huelo de ti no es precisamente miedo.

Hace una mueca de asco y agita una mano frente a su cara, como para limpiar el aire.

ERIN: Aunque podría serlo, si fueses humano.

Yejide se pone de pie con un ágil movimiento, como si la hubiese impulsado un resorte. Su cuerpo esbelto y atlético, cubierto sólo por unos humildes trapos y un taparrabos es una masa de fibra muscular, perfectamente tonificada. Mira a Erin con la cabeza ligeramente inclinada hacia delante y unos ojos alucinados.

YEJIDE: Me gusta tu lengua dulce. Esta noche la comeré.

Erin vuelve hacer un gesto de asco.

ERIN: ¡Bdwaj! (A Shokpona) ¿Podéis tú y tu novia ser más repugnantes, por favor? Todavía no llego al vómito.

El Bokor gruñe, amenazante, y parece a punto de atacar a Erin, pero algo que tira de sus ropas lo distrae y mira hacia abajo. Es el niño, que hala de su sucia túnica.

NIÑO MÍSTICO: ¿Tío Shokpona? Cuéntale un cuento a Erin. Ha sido una buena niña.

El niño se para frente a Erin y la mira, sonriente.

NIÑO MÍSTICO: A los niños buenos les cuentan cuentos…

La sonrisa inocente del niño adquiere un cariz siniestro.

NIÑO MÍSTICO: …Antes de que se vayan a dormir.

Erin le mira confundida y parece incapaz de responderle. El Bokor inclina la cabeza respetuosamente.

SHOKPONA: CÓMO DESEE MI SEÑOR.

Shokpona carraspea, como para prepararse y para frente a Erin.

SHOKPONA: ESTÁ ESCRITO DESDE EL FIN DE LA GLORIOSA OSCURIDAD Y EL INICIO DE DECADENTE ERA DE LOS MORTALES, QUE EN CADA GENERACIÓN HAY UNA ELEGIDA. SÓLO ELLA SE ENFRENTARÁ CONTRA LOS VAMPIROS, LOS DEMONIOS Y LAS FUERZAS DE LA…

Se oye un golpe sordo y la perversa expresión de Shokpona se convierte en una de mayúscula sorpresa.

SHOKPONA: ¡¡URGH!!

Shokpona se dobla sobre si mismo, emitiendo un gruñido gutural y se lleva las manos entre las piernas. Erin es el blanco de todas las miradas. Con aire distraído, se rasca el interior de una oreja con el dedo meñique. Unos segundos más tarde, parece percatarse de que la están observando.

ERIN: (a todos) ¿Qué?

Mira a Shokpona que rucha por recuperar la posición vertical.

ERIN: ¡Ey! Estaba tratando de matarme de aburrimiento, yo sólo me defendí. ¡Por Dios! Soy una Cazadora graduada. Ese versito te lo enseñan el primer día de clases.

Shokpona ruge enfurecido y hace ademán de lanzarse sobre Erin, pero Yejide lo detiene.

YEJIDE: ¡Suficiente!

Shokpona retrocede. Él niño místico ríe, divertido. Yejide se acerca a Erin y comienza a caminar a su alrededor observándola con gesto examinador.

YEJIDE: Gracias a una poderosa hechicera, ya no hay una sola de vosotras, si no muchas.

ERIN: Peor para vosotros.

YEJIDE: Eso pensaron mucho, pero no yo. Yo sabía que, vosotros, tontos mortales habíais cometido el error que estábamos esperando. El hechizo debilitó el vínculo con el demonio interior de las Cazadoras, permitiendo que fuesen poseídas por su verdadera naturaleza.

Yejide trató de acariciar el rostro de Erin, pero ella apartó la cara con asco.

YEJIDE: Mis pequeñas. No sois más que demonios desorientados, como lo fui yo una vez. Ignorante de mi verdadero poder, de mi infinito potencial. Os hacemos un favor regresándoos al redil.

ERIN: Haznos un favor a todos y cierra el pico. ¿Por qué a los chicos malos les gusta dar explicaciones?

YEJIDE: No quisiera que cumplieras tu destino sin entenderlo plenamente, mi niña. Ahora el terreno está abonado para que la Gran Señora se apodere del mundo y lo recupere para sus verdaderos amos. La sangre de la Única deberá ser derramada.

ERIN: Espera, no me digas nada. Esa soy yo.

YEJIDE: En verdad, tú eres la Única. A través de ti, la nada invadirá el universo, en unidad y calma eternas. No más caos, no más cambio, no más vida ni muerte.

ERIN: ¿En serio? Suena divertido. Yo digo que hay que intentarlo.

Erin finge reflexionar.

ERIN: Pensándolo mejor, no. Tengo una ida mucho más divertida: Os mato a todos y acabamos con esta tontería de una vez por todas.

Drusilla, que había permanecido a un lado, hasta aquel momento, se adelanta un paso.

DRUSILLA: Perdona, mi Señora.

YEJIDE: Sí, Drusilla.

DRUSILLA: Creí que en el Nuevo Reino, las cosas seguirían… digamos… más o menos como hasta ahora. Sólo que los demonios y sus descendientes, tomaríamos nuestro sitio como los legítimos gobernantes del universo.

YEJIDE: Mi pequeña, ignoras muchas cosas de tu naturaleza. Los demonios aman la destrucción. No les gusta la materia. El vacío les complace. Tu mundo no les durará mucho. Será como un barquillo de papel en manos de un niño. Pero no te preocupes. Tu espíritu será consumido por la Gran Señora y serás uno con ella, para siempre.

La cara de Drusilla delata su decepción y su miedo.

VICIOUS: (a Drusilla) Cariño, no entendí. ¿Eso es bueno?

DRUSILLA: ¡¡Cállate!!

Erin la mira con una mueca burlona.

ERIN: Bien hecho, Dru.

Se vuelve hacia Yejide.

ERIN: Tengo una pregunta, no que me importe mucho, pero, ¿se puede saber qué es lo que me hace la Única? Quiero decir… siempre supe que era única, pero no creo que sea por las mismas razones.

YEJIDE: Por supuesto. Tú, como yo, eres descendiente directa de la primera Cazadora.

ERIN: ¡Wow! ¿Un momento? ¿Dijiste, "como yo"?

El Niño Místico deja escapar una risita pícara.

NIÑO MÍSTICO: Yejide es tu tatatatatatatatatatatrarararararara abuelita.

ERIN: Lo sabía. En el momento en que entré aquí y la vi, no pude creerlo. Fue como mirarme en un espejo. Siempre supe que tenía "Soul" por alguna razón.

YEJIDE: Eres divertida, Única.

ERIN: Gracias. Estaré aquí hasta el martes. No olvidéis recomendarme a vuestros amigos.

Yejide sonríe.

YEJIDE: Comenzaremos de inmediato con el Manje.

ERIN: ¿El qué?

YEJIDE: El sacrificio.

Erin le lanza una mira de odio.

ERIN: Tienes razón. Comencemos.

Erin salta sobre yejide con los puños apretados. La hechicera hace un ligero gesto con una mano y Erin queda suspendida en el aire a medio camino, completamente paralizada.

YEJIDE: Ahorra tus energías.

Erin se debate en vano contra la fuerza invisible que la mantiene en el aire.

ERIN: ¡Eres una puta cobarde!

Yejide parece divertida por el comentario.

YEJIDE: ¿Eso crees?

ERIN: Tú eras una Cazadora, ¿verdad? Así no es como resuelven las cosas las Cazadoras. ¡Vamos! ¿No te da curiosidad saber si puedes conmigo? ¿Con La Única? Sé que sigues siendo una Cazadora en alguna parte. Sé que quieres saber quién es la mejor.

Yejide suelta una carcajada.

YEJIDE: ¿Me estás desafiando?

ERIN: Tú y yo. Sin magia. Al viejo estilo. Es la hora de la jaula. Dos Cazadoras entran, sólo una sale.

Erin sonríe.

YEJIDE: Sabes que lo quieres, Bobe*.

Yejide vuelve a reír y con otro ademán, libera a Erin, que cae de pie al suelo. Shokpona se acerca a Yejide con expresión preocupada.

SHOKPONA: ¡MI SEÑORA…!

YEJIDE: No te preocupes, Shokpona. Será un buen ejercicio.

Erin y Yejide se ponen frente a frente.

YEJIDE: Ha pasado mucho tiempo desde la última vez.

ERIN: Con esa cara, no me extraña. ¡Bdwagh! ¡Me hiciste pensar en tu última vez!

YEJIDE: La última Cazadora suplicó por su muerte.

ERIN: Esa era una versión Beta. Yo soy la Única ¿recuerdas?

YEJIDE: Aún recuerdo el sabor del tuétano de sus huesos. ¿Serán los tuyos tan deliciosos?

ERIN: Seguro, apuesto a que saben a cerveza. ¿Ya terminaste de tratar de asustarme? Porque no tengo toda la noche.

Yejide sonríe perversamente. Las dos comienzan a caminar en círculos, midiéndose. Erin se lanza sobre Yejide con una patada voladora. La hechicera ataja su pierna, casi sin esfuerzo, y la utiliza como palanca, proyectando el cuerpo de Erin contra una columna cercana. Erin se estrella de espaldas con una fuerza tan tremenda que las paredes de piedra tiemblan y una nube de polvo cae desde el techo. Erin se desploma sobre manos y rodillas, con el rostro contraído por el dolor. Yejide le asesta una violenta patada en las costillas que la envía dando vueltas por el aire hasta caer al suelo a varios metros de distancia. Continúa deslizándose por la fuerza del impacto hasta dar contra una pared. Erin parece a punto de quedar inconciente. Parpadea rápidamente y respira con pesadez. Yejide se acerca a ella, caminando con lentitud. La levanta, sosteniéndola por el cuello con una mano, como si no tuviese peso y la sostiene de espaldas contra la pared, con los pies suspendidos en el aire.

YEJIDE: ¿Eso es todo? ¡Qué decepción! Ha sido demasiado fácil.

ERIN: ¿Perdón?

Esboza una ligera sonrisa.

ERIN: ¿Ya habíamos empezado?

Erin levanta el brazo izquierdo y golpea violentamente el de Yejide, haciendo que suelte su cuello. Aferra los hombros de la bruja con ambas manos y le propina un certero cabezazo en la boca. La toma por el cuello con una mano y por la ingle con la otra, la levanta por encima de su cabeza y la arroja con fuerza hacia delante. La vampiresa da unas vueltas en el aire antes de estrellarse con fuerza sobre el suelo de piedra. Todos miran a Erin con cara de no poder creérselo. Shokpona, sorprendido, se acerca solícito a su ama.

SHOKPONA: ¡IMPOSIBLE! ¡MI SEÑORA!

El vampiro se lanza sobre Erin, pero ella ataja su embestida con una potente patada giratoria que impacta sobre su vientre y lo proyecta hasta terminar estrellándose contra un altar de piedra.

Yejide, aún de espaldas en el suelo, se incorpora ligeramente y, con el dorso de la mano, se limpia un hilo de sangre del borde de la boca. Mira a Erin con una mezcla de ira y sorpresa. La Cazadora se le acerca con las manos en las caderas y una actitud desafiante.

ERIN: ¡Oh, lo siento! ¿Os sorprendí? Probablemente no estéis acostumbrados, porque los bebés no se defienden.

El niño místico, de pie a un lado de la escena, mira alternativamente a Erin y a Yejide con un odio infernal brillándole en los ojos. Ya no se ven rastros de su inocencia infantil.

NIÑO MÍSTICO: ¡Mátala, Yejide!

ERIN: Ya fue suficiente, jovencito. Te has ganado unas nalgadas y te irás a la cama sin cenar. ¿Cuántas veces te he dicho que no te hagas poseer por dioses malignos?

NIÑO MÍSTICO: (con voz grave y siniestra) Luchas en vano, Cazadora. Ya te lo he dicho… vas a morir.

ERIN: Lo recuerdo. También me dijiste que sólo me quedaba elegir como iba a hacerlo. Pues ya lo he hecho.

Erin mueve su cabeza a un lado y otro, haciendo sonar sus vértebras y aprieta los puños.

ERIN: Llevando conmigo a todos los hijos de puta que pueda.

Entre tanto, el Bokor se ha recuperado y se planta frente a Erin.

SHOKPONA: NO MÁS JUEGOS, CAZADORA. ME HARÉ CARGO DE TI, DE UNA VEZ POR TODAS.

El Bokor pronuncia una serie de frases ininteligibles. Unas extrañas esferas de luces surgen de la nada y comienzan a flotar a su alrededor. En ese momento, se oye un silbido, como si algo surcase el aire a gran velocidad y después un golpe. Las esferas de luces se desvanecen y Shokpona retrocede tambaleándose, con una mirada de sorpresa y horror. Tiene una flecha clavada en el medio del pecho.

Erin mira hacia arriba. Sobre una pasarela de piedra, ente dos pilares, a unos cuatro metros por encima de su cabeza, ve a Sarah con un hacha en su mano sana, a Fluffy, portando un arco y a Fanny, la psíquica alemana.

SARAH: (a Fluffy) ¡No lo mataste! ¡Te dije que me dejaras a mí!

FLUFFY: ¡No puedes usar un brazo!

SARAH: Aún así lo hubiese hecho mejor que tú. ¡Europeos! Siempre necesitáis que hagamos el trabajo por vosotros.

Gruñendo con furia, el Bokor se extrae la flecha y ruge unas palabras incomprensibles. Dos paneles de piedra, en paredes opuestas de la sala, se hacen a un lado por si solos descubriendo sendas entradas, a través de las cuales aparece un numeroso grupo de demonios crestudos, con sus cuchillas listas en las manos. Sarah y Fluffy saltan al suelo, ágilmente. Sarah lleva a Fanny en brazos. Los demonios las rodean, rápidamente. Sarah se planta, con aire bravucón.

SARAH: Chicos, no empujéis. Trajimos estacas para todos.

Las chicas empiezan a cerrarse, espalda con espalda y en posición de combate, ante el avance de los demonios.

ERIN: ¿Cómo me encontrasteis?

SARAH: El trabajo de una Cazadora de alto nivel no es sólo patear culos, ¿sabes? Si lo piensas un poco, era muy fácil deducir donde…

FLUFFY: (a Erin) Fanny siguió tu rastro psíquico.

SARAH: (a Fluffy) ¿Quieres callarte?

FANNY: Y Guillaume encontró un viejo libro con un mapa del sistema de túneles construido por los druidas, debajo de Knockhill.

Se escucha la voz de Yejide, gritando algo en un idioma desconocido. Los demonios se detienen al unísono y se apartan para dejarle paso. La hechicera se adelanta, hasta ubicarse delante de las chicas, esbozando una sonrisa perversa.

YEJIDE: Los Loa están con nosotros esta noche. ¡Más sangre poderosa para nuestro Manje!

SARAH: (a Erin) ¿Quién es la n… Africano-Americana?

ERIN: Sólo es africana.

SARAH: ¿Qué?

ERIN: Olvídalo. Ella sería mi abuela, o algo así.

SARAH: Ya veo. La fealdad es cosa de familia. No te preocupes, patata. Yo vengaré tu cara.

Sarah se dispone a lanzarse sobre Yejide, pero Erin la ataja, aferrándola por un brazo.

ERIN: Sarah, créeme, no estás a la altura. Encárgate del resto. Black Mama, es mía.

Sarah se sacude la mano de Erin y la mira con furia.

SARAH: No me digas qué hacer, patata. El franchute me hizo prometerle que nadie patearía tu fofo trasero… Excepto yo, por supuesto.

Sarah se adelanta con actitud altanera y hace unas hábiles florituras con su hacha.

SARAH: A partir de este momento las Cazadoras de verdad se harán cargo del show.

Mira a Erin de reojo, con un gesto de suficiencia.

SARAH: Principiantes, observen y aprendan.

Erin mira hacia arriba con gesto de fastidio. Yejide suelta una risilla. Sarah salta sobre ella, blandiendo su hacha y la vampiresa hace un leve gesto con su mano. Sarah choca contra lo que parece ser una barrera invisible de energía y rebota hacia atrás, estampándose, aparatosamente, contra una columna. Erin la ayuda a ponerse de pie. Sarah sacude la cabeza para despejarse.

ERIN: (a Sarah) Podrías repetirme esa última lección, creo que me la perdí.

YEJIDE: (a los demonios) La Única es para mí. Matad a las otras.

Uno de los demonios le lanza a Sarah su cuchilla. Erin, que la ayudaba a mantenerse de pie, logra moverla fuera del camino del arma, justo a tiempo. La cuchilla sólo rosa la frente de Sarah, dejándole un pequeño corte. Sarah pasa dos dedos por la herida y se los mira. Luego mira al demonio con furia.

SARAH: ¡¡Hijo de…!!

Sarah se lanza sobre el demonio, gritando y le clava su hacha en medio de la frente encrestada. El resto de los monstruos se lanza sobre las chicas, Erin da unos pasos al frente y encara a Yejide.

ERIN: ¿Lista para el segundo round, abu?

Se pone en guardia, con los puños arriba.

ERIN: Muéstrame lo que…

Una velocísima patada de la hechicera, golpea con fuerza la quijada de Erin, haciéndola dar una vuelta completa sobre si misma y caer pesadamente al suelo, boca abajo. Erin escupe un hilo de sangre. Se la ve grogui.

ERIN: …Tienes.

Mientras tanto, Sarah y Fluffy combaten a los demonios. Fluffy presiona un botó en el centro de su arco y unas cuchillas surgen del mismo, como impulsadas por un resorte. Cuando uno de los monstruos se abalanza sobre ella, un rápido movimiento en círculo de su arma, le basta a Fluffy para separarle la cabeza del cuerpo. A pocos metros, Sarah, con una confiada sonrisa en los labios gira el hacha a su alrededor, con vertiginosa rapidez, manteniendo a raya a los demonios que la rodean.

SARAH: ¿Qué os pasa? ¡Vamos, entrad en confianza! ¡Oh! ¿La chica mala os asusta? ¿Queréis que me ate el otro brazo también?

Uno de los demonios se acerca a Sarah por la espalda, aprovechando una distracción. Fluffy se da cuenta.

FLUFFY: ¡¡SARAH, CUID…

Pero su advertencia se ve interrumpida cuando un demonio consigue embestirla, arrojándola al suelo.

El demonio de Sarah se aproxima a ella por la espada, dando un ágil salto, y le aferra el brazo del hacha. Sarah forcejea en vano, para liberarse, pero el demonio le retuerce el brazo por detrás de la espalda, obligándola a soltar el hacha y luego la arroja al suelo. Sarah sólo alcanza a voltearse boca arriba, para ver como su enemigo, con las manos en alto, blandiendo una de sus cuchillas, se dispone a atravesarla. Pero, justo en el último momento, un objeto extraño surge del pecho del monstruo y sus brazos caen inertes a los lados de su cuerpo, que, a continuación se desploma sin vida, hacia un lado. Detrás de él vemos a Drusilla, sosteniendo con las dos manos una espada corta, con el filo cubierto de sangre verde. Sarah la mira, sorprendida.

SARAH: ¿De qué lado estás tú, perra?

DRUSILLA: Del mío.

Vicious aparece a su lado.

VICIOUS: Cariño, estoy un poco confundido.

DRUSILLA: Sólo golpea a los de las cosas en la cabeza, dulce.

Vicious se encoge de hombros.

VICIOUS: Por mí está bien. Ya empezaba a aburrirme.

Un demonio que, encaramado sobre Fluffy, trata de estrangularla. Vicious le da una patada en la cabeza y se lo saca de encima.

Entre tanto, Fanny, trata de ocultarse, manteniéndose de espadas, contra una columna, pero dos demonios se percatan de su presencia y se le aproximan, uno por la derecha y otro por la izquierda. Fanny mira a uno y a otro, con el terror pintado en el rostro. Levanta ambas manos, una hacia cada demonio.

FANNY: ¡Esperad!

Los demonios se detienen. Parecen algo confundidos.

FANNY: ¿Sabéis lo que estaba pensando? Estaba pensando que hacéis una hermosa pareja. ¿No lo creéis?

Los demonios se miran uno a otro y sonríen. Se acercan y se estrechan en un abrazo, seguido de un tierno beso en la boca. Fanny suspira con alivio y después mira a los dos demonios con cara de asco.

FANNY: ¡PUAJ!

Mientras tanto, Yejide se acerca a Erin, que todavía yace en el suelo.

YEJIDE: ¿Eso es todo? En caso de que no lo notaras...

Se inclina sobre Erin, sonriendo con un aire de soberbia y confianza.

YEJIDE: … Ya hemos empezado.

Erin levanta la cabeza del suelo y sonríe cansinamente.

ERIN: Entonces, es hora de terminarlo.

Gira rápidamente sobre si misma y, proyectando ambas piernas al mismo tiempo, golpea con tremenda fuerza el pecho de Yejide, haciéndola tambalearse hacia atrás. Se pone de pie con agilidad y ambas quedan frente a frente. En los rostros ambas pueden percibirse la fuerza y la determinación de dos poderosas voluntades. Comienzan un intercambio de ataques más rápido que la vista. Erin y Yejide se convierten en un auténtico huracán de brazos y piernas lanzados con tremenda fuerza y velocidad. El puño Erin golpea la mandíbula de la hechicera, haciendo que su cabeza se tuerza en un ángulo extraño, le sigue una patada en el vientre, que la levanta varios centímetros del suelo. Otro puñetazo en la cara y otro y otro. Yejide retrocede a los trompicones, apabullada por los golpes e incapaz de defenderse. Erin nota que, a pocos metros de ella, yace un trozo de la flecha que Fluffy le arrojara a Shokpona. Con un ágil movimiento, Erin rueda sobre si misma y la recoge. Después salta sobre Yejide, que está casi inconciente por los golpes, y la sostiene con una mano en la nuca. La mira a los ojos con odio.

ERIN: Buenas noticias, abuelita…

Le clava el trozo de flecha en el corazón.

ERIN: …Te llegó el Retiro.

Yejide abre los ojos y la boca en un gesto de estupor, justo antes de estallar en una nube de polvo. Erin deja caer los brazos a los lados y suspira con evidente cansancio. Mira, en el suelo, los restos de la hechicera, que ya empiezan a ser esparcidos por la brisa. Fluffy llega a su lado trotando y aplaude entusiasmada, con los ojos dilatados por el asombro y una amplia sonrisa.

FLUFFY: ¡¡Extraordinario, Erin!! ¡¡Nos has salvado a todos!!

Erin parece distraída.

ERIN: ¿Ehm? ¡Ah, sí! Sólo no le digas a mi padre que maté a la abuela, ¿quieres? Ya sabes como son los padres con esas cosas.

SHOKPONA EN OFF: ¡¡EN VERDAD ERES LA ÚNICA!!

Erin levanta el pedazo de flecha de manera amenazante y se voltea en dirección al bokor, que se acerca a ella con las manos extendidas, al frente, en un gesto que parece más de súplica que de intimidación.

SHOKPONA: ¡ESPERA! NO ENTIENDES. ESTO HA SIDO SÓLO UNA PRUEBA. AHORA SABEMOS QUE TIENES LA FUERZA PARA GOBERNAR SOBRE TODOS NOSOTROS. A PARTIR DE HOY, TÚ ERES NUESTRA REINA.

Shokpona se arrodilla delante de Erin e inclina la cabeza en señal de sumisión. Los demonios sobrevivientes, que se han reunido a su alrededor, hacen otro tanto. Erin levanta una ceja y mira alrededor confundida.

ERIN: ¡¡¿¿Que qué??!!

Erin sacude la cabeza, parece mareada. Su rostro está perlado de sudor. Se pasa el dorso de la mano por la frente. Sarah llega a su lado, dando saltitos de alegría y con una cara de felicidad casi extática.

SARAH: ¡¡Eres la mejor, Erin!! ¡¡Lamento haberte dicho todas esas cosas!! ¡¡He sido una tonta!! ¡¡La verdad es que yo quisiera ser como tú!! ¡¡Enséñame a ser una verdadera Cazadora!!

Erin la mira de arriba abajo, incapaz de creer lo que acaba de oír.

ERIN: ¡¡¿¿QUÉ??!! Sarah, ¿te sientes…?

Erin cierra los ojos por un instante, se tambalea ligeramente y sacude la cabeza para despejarse, pero los ojos comienzan a cerrársele otra vez.

ERIN: (con voz pastosa) Algo… no está bien.

Se tambalea nuevamente y se desploma de espaldas sobre el suelo, con los brazos a los lados de la cabeza. Sendos hilos de sangre surgen de sus fosas nasales, manchándole los labios.

PUNTO DE VISTA DE ERIN

A través de los ojos de Erin todo se ve borroso. El rostro preocupado de Sarah se inclina sobre ella.

SARAH: ¡Erin! ¿Estás bien?

Erin parpadea. Cuando abre los ojos, en el lugar de Sarah ve a una figura vestida de negro que no puede distinguir con claridad. Su vista se aclara, lentamente, hasta que nos damos cuenta de que se trata de Damián, que la observa con una tierna sonrisa.

VISTA NORMAL

Con ayuda de Damián, que está agachado a su lado, Erin se incorpora y mira alrededor. Se encuentran en el desierto de sus visiones.

ERIN: ¿Estoy muerta?

DAMIÁN: No… no todavía.

ERIN: Así que esta es otra de mis alucinaciones.

DAMIÁN: Tú no tienes alucinaciones, Erin. Cuando eres Cazadora tienes "visiones".

ERIN: ¡Oh! ¿Y eso es mejor?

Damián se encoge de hombros.

DAMIÁN: Realmente no lo sé.

Damián le pasa un brazo por encima del hombro y ella se recuesta sobre su pecho.

DAMIÁN: Puedo sentir tus latidos.

Erin lo mira con aire divertido.

ERIN: No te emociones, no es por ti.

Damián mira a Erin con desconfianza.

DAMIÁN: Erin, ¿qué has hecho?

Erin pone cara seria.

ERIN: Lo que debía.

CORTE A:

Un cielo gris. Lluvia cayendo a raudales. La cámara baja hasta situarse en un jardín rodeado por una cerca blanca, junto a una casona de ladrillos a la vista. En un rincón. Un enorme perro diabólico se debate furioso, estirando al máximo la gruesa cadena que lo mantiene sujeto por el cuello al tronco de un árbol. Ladra ruidosamente y parece querer alcanzar con su enorme hocico babeante a una figura vestida de negro, sentada en cuclillas, a pocos metros, frente a él. Un rayo ilumina la oscura escena y vemos que la figura es Damián. Observa al monstruo con calma, como examinándolo. Coge algo de suelo y se pone de pie, acercándose a la bestia. Levanta lo que lleva entre las manos por encima de su hombro izquierdo y, otro rayo, nos deja ver que se trata de un bat de béisbol. Golpea con furia el morro de la bestia, que lanza un gañido. Una luz se enciende en la ventana del primer piso de la casa, que da al patio. Damián se da cuenta y se apresura a extraer una pequeña linterna del bolsillo. Mueve su as en los alrededores del monstruo, hasta que da con lo que estaba buscando. Se agacha en un rincón y recoge algo del suelo. Se trata de un trozo de colmillo. Se escucha una voz a la distancia. Damián mete el pedazo de colmillo en el bolsillo de su chaqueta y corre hacia la casa. La ventana iluminada se abre. Amelia se asoma al exterior y mira a un lado y otro, con expresión escrutadora.

CORTE A

El baño de un avión. Erin abre la puerta y entra. Se mira al espejo, inexpresiva. Extrae el trozo de colmillo del bolsillo de sus pantalones y sosteniéndolo como si fuera un cuchillo, se hace un corte en la palma de la mano izquierda. Aprieta la mano en un puño y la sangre le escurre entre los dedos, cuando la abre, la herida ya ha cicatrizado. Suenan golpes en la puerta.

VICIOUS (al otro lado de la puerta): ¿Está ahí, colorada?

Erin abre la puerta.

ERIN: ¿Qué pasa? ¿Temes que me escape por el escusado?

Se acerca al vampiro con una sonrisa traviesa.

ERIN: ¿O ya te hartaste de carne muerta?

Vicious sonríe con lascivia y se le acerca, pero lo detiene un carraspeo a sus espaldas. Mira por sobre su hombro y ve a Drusilla, detrás de él, con los brazos cruzados y cara de pocos amigos.

VICIOUS: Cariño, yo...

Erin lo aparta de un empujón y camina hacia el pasillo.

Drusilla va tras ella.

Vicious se apresura a seguirla.

VICIOUS: Oye, Cariño, no es lo que crees.

DE VUELTA A

El desierto del sueño de Erin. Damián la mira apenado. Erin hace un gesto de incomodidad.

ERIN: No me mires así. La gente me ve y cree que sabe como soy. "Está loca, siempre actúa sin pensar". Pues se equivocan. Bueno… Tal vez no en la parte de "Está loca", pero sí en lo de actuar sin pensar. Sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentarme con algo contra lo que no iba a poder sin ayuda, así que me conseguí mis espinacas. A las Cazadoras no nos hacen Antidoping, ¿no?

Damián sonríe.

DAMIÁN: Dijiste que dejarías esas cosas.

ERIN: Lo sé, pero sabes que tengo una personalidad adictiva. La baba de perro diabólico es un viaje de ida.

DAMIÁN: Es sólo que ahora…

ERIN: Ya sé, ya sé, voy a morir. Pero no puede ser tan malo. Quiero decir, tú te ves bien.

DAMIÁN: Recuerda que yo soy sólo una alucinación.

ERIN: Pensé que eras una visión.

DAMIÁN: Tienes razón. Visión, soy una visión.

Se quedan callados un rato, mirando hacia la nada y acurrucados uno sobre el otro.

ERIN: ¿Puedo preguntarte algo?

DAMIÁN: Seguro.

ERIN: Ya sabes que no me gusta toda esa mierda romántica. Pienso que son todas mariconerías, pero… cuando estabas vivo… Crees que… tal vez… ¿te enamoraste de mí? Es sólo curiosidad.

Damián sonríe con dulzura.

DAMIÁN: Sí.

ERIN: ¿Sólo lo dices porque eres un producto de mi imaginación y sabes que eso es lo que quiero escuchar?

DAMIÁN: Sí.

Erin se encoje de hombros.

ERIN: Oh… Está bien.

Apoya la cabeza sobre el hombro de Damián, cierra los ojos y sonríe.

CORTE A

El rostro sonriente de Erin se sacude. Está manchado con la sangre que surge de su nariz. Cuando la cámara se aleja vemos que Yejide la lleva en brazos. Todo su cuerpo es presa de convulsiones.

Detrás de la hechicera, las chicas y los vampiros, siguen combatiendo a los demonios. Drusilla le clava su daga a uno, que cae entre chillidos espantosos, justo detrás de él, la vampiresa ve al Niño Místico, de pie, inmóvil. El niño la mira con expresión malévola.

NIÑO MÍSTICO: Tengo una visión para ti, mami. Una muy especial.

CORTE A

El interior de un edificio de madera, con las paredes envueltas en llamas. Drusilla lleva un vestido antiguo del siglo XIX. Escombros empiezan a caer del techo. Entre las rendijas de unas tablas, clavadas a una ventana, se puede ver a una turba enardecida, portando antorchas y elementos de labranza, que grita, en un idioma desconocida. Drusilla mira a su alrededor. El fuego la rodea, sin dejarle escapatoria. Se lleva las manos a la cabeza con una mueca de pavor y comienza a gritar con desesperación.

CORTE A

En la Tumba de Maeve, Drusilla cae de rodillas, llorando como una niña. Vicious se lanza a su rescate.

VICIOUS: ¡¡DRU!!

Pero Shokpona se interpone en su camino. Desde sus manos, extendidas, surge una bola de fuego que envuelve al vampiro. Vicious grita aterrorizado, al tiempo que se revuelca en el suelo. Mientras tanto, las chicas no lo tienen más fácil. Superadas en número por los demonios, resisten a duras penas. Con la espalda contra una pared, Sarah blande su hacha alrededor, intentando desesperadamente proteger a Fluffy, que yace inconciente a sus pies, con una de las cuchillas de los encrestados clavada en el pecho. Fanny, a su lado, con las manos en las sienes y un gesto de supremo esfuerzo, mueve piedras flojas con su mente, tratando de impactar a los demonios. Ambas tienen cortes y magulladuras por todo el cuerpo. Se las ve cansadas y no parece que puedan aguantar por mucho más tiempo.

En el otro extremo del recinto, Yejide continúa caminando, con el cuerpo tembloroso de Erin en sus brazos. Cuando su pie se posa sobre una piedra con un extraño diseño tribal grabado en su centro, los bordes de un grupo de piedras comienzan a brillar con una luz roja, muy intensa, y se desprenden del suelo, elevándose y uniéndose entre sí para formar una plataforma rectangular, suspendida en el aire. Yejide deposita a Erin sobre ella. Su cuerpo se sacude cada vez con mayor intensidad y mana sangre de su nariz y sus oídos. Yejide sonríe con satisfacción, eleva las manos por encima de su cabeza y comienza a recitar una cantinela indescifrable.

Notas de juego

*Abuela en Yiddish

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26/01/2008, 19:21
Amelia Sofia Richards

Vueltas, y vuelytas.. todo sube baja. La joven psiquica estaba mareada.

-Nunca me acotumbro a esto.

Las explicaciones dabas eran muy vagas y cortas, pero AMelia se recordo que en la magia cualquier cosa es posible, si tienes

el poder y la resistencia suficiente. Habia pasado por muchas cosa aestas alturas para ponerlo en duda, estirandose un poco avanzo junto con los demas hacai la tumba de Maeve.

-Perros del infierno?. Como el de Hagrid? Saben tocar algun instrumento?

Ash golpeo a uno de los Alex detras de la cabeza

-Hey yo no fui!- se quejo- Vamos a identificarnos, yo soy 1 y tu 2

-Claro que no yo soy el original, acaso no lo ven!.

.-Callense los dos- Ash golpeo a ambos chicos.

—Erin sigue dentro, aún estamos a tiempo —respondió Willow mientras se apartaba el pelo de la cara— El bokor y el niño están con ella. Hay que entrar dentro, pero antes habrá que solucionar el tema de los perros.

-Lindos perritos, lindas criaturas- comento Amelia con sarcasmo.- Bueno por lo menos ya tenemos experiencia lidiado con ellos Maggie.

-La tercera es la vencida.

-Para ellos o para nosotros?.- Amelia suspiro, encogiendo los hombros y avanzando hacia los ladridos- Algun plan de accion?, o o de costumbre?

-Lo de costumbre?- preguntaron ambos Alex.

-Improvisacion, vienen en sets de tres asi que esten pendientes. Magrat dime, es posible invocar varios sets a la ves?.- Amelia se concentraba un poco quizas de esta manera podria sentir algo en el ambiente.

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12/02/2008, 14:55
Director

TUMBA DE LA REINA DE HIERRO

La noche, húmeda y fría como suelen ser las noches (y muchos días) en las zonas costeras del Atlántico norte, se está cerrando. Los tres demonios cánidos gruñen amenazadoramente a los héroes.

Willow (preocupada): Están dentro.
Magrat (con pose Jedi): Sí, puedo sentir una fuerza intensa que procede del interior.
Willow: Hay que entrar, pero antes habrá que solucionar el tema de los perros.
Alex 1 y Alex 2 (al unísono): ¿Lo de costumbre?

Se oye el ruido de las hélices de un helicóptero. Todos menos Willow levantan la mirada.

Los ojos de Willow se vuelven negros y una vena se hincha en su frente. Extiende una palma hacia los perros, lo que parece excitarles. Uno de ellos se adelanta con las fauces abiertas; un enorme hilo de baba cae entre sus colmillos.

Se oye un trueno a lo lejos y los perros aullan. Un instante después se desmoronan en una masa de tierra y polvo. Claro, es de Willow de quien estamos hablando.

Dark Willow (sin inmutarse): Lo de costumbre.
Alex 1 y Alex 2 (al unísono): WoW!

El helicóptero está sobre sus cabezas. Alguien tiende una escalerilla y por ella descienden: Sarah (con su brazo en cabestrillo), Fluffy, Fanny y otro par de jóvenes y atractivas Cazadoras experimentadas.

Sarah (gritando): ¡No preocuparos! ¡Ya estoy aquí!
Fluffy: Estamos... Sarah... estamos...
Sarah (ignorando a Fluffy): Haremos que esos cabrones paguen por lo que han hecho.

Fluffy suspira. El helicóptero se aleja y Sarah se adelanta hasta el montón de piedras que es la tumba con la intención de estudiarla.

Sarah (confusa): ¿Por dónde se entra a este... esto... esta cosa irlandesa?

Para el resto es un momento de encuentro. Fluffy abraza a Ash y, muy sorprendida, a los dos Alex. Las dos Cazadoras nuevas, dos chicas de 20 y pocos pero con aspecto serio y disciplinado, se dirigen a Willow.

Cazadora 1: ¿Dónde está la Jefa?
Willow: Está en... una misión especial. (preocupada) Sois... ¿las últimas?
Cazadora 2: No, pero ya quedan muy pocas.

La Cazadora 1 presta atención a algo que le dicen por el pinganillo que lleva en la oreja.

Cazadora 1: Xander quiere saber si tenemos ya un plan B.
Willow (aparentando despreocupación): Dile que realmente tenemos un plan B...

Alex 1 y Alex 2 observan el grupo.

Alex 1 (a Alex 2): Tío, te has fijado que somos los únicos hombres aquí.
Alex 2 (babeando): Sí, brother... esta vez triunfamos fijo...

Ash, molesta, les da dos collejas.

Alex 1 y Alex 2: ¡Eh!
Ash: Si no estáis atentos vais a dejar de ser los únicos tíos que van a entrar ahí. De hecho, estoy pensado que no deberíais entrar...
Alex 2: ¡Ni lo sueñes, preciosa!

Ash se pone roja.

Alex 1: Hemos llegado hasta aquí y no vamos a quedarnos atrás ahora.

Fluffy sonríe... preocupada.
Willow se dirige a Magrat.

Willow: «La Jefa» me está esperando, pero quiero decirte...
Magrat: Por la Madre Tierra, ¡dime cómo has hecho lo de los perros!
Willow: Umm... sólo te puedo decir dos cosas: tened cuidado y aguantad hasta que volvamos.

Willow se desvanece en la noche cuando Fanny abre la entrada a la tumba.

Sarah: Let's go inside cara-patatas!
Fluffy (cansada de repetirse): Sarah, yo soy inglesa...
Sarah (entrando): Lo que sea.

Fundido. Suenan los Yeah Yeah Yeahs :

I may like doing high
I drop my music loud outside
I drank until the water's dry
It's all okay till someone dies
I shoot my name up every vain
You can't get hurt, you can't complain
No feet, no hands, no tale, no lies
He's got youth on his side

Se acaba la música y...

LA HABITACIÓN DE ERIN

Erin está en la cama, entre sus brazos sujeta su osito de peluche, al que le falta un ojo. Parece bastante enferma. A su lado, Damian, la cuida con atención.

Erin: ¿Puedo preguntarte algo?
Damian: ¿Otra vez?

Erin parece ligeramente contrariada.

Damian: Eh... seguro.

Erin ignora el comentario.

Erin: Ya sabes que no me gusta toda esa mierda romántica. Pienso que son todas mariconerías, pero… cuando estabas vivo… Crees que… tal vez… ¿te enamoraste de mí?

Ahora es Damian el que parece aturdido. Vacila durante unos segundos. Más que pensar la respuesta, duda si debe responder o no.

Damian: Erin...
Erin (mimosa, abraza con fuerza al peluche): ¿Sí?
Damian: Alguien quiere verte.
Erin (contrariada de nuevo): ¿Qué?

Sin responder, Damian se levanta y abre la puerta de la habitación. Entra una chica rubia, bajita, de aspecto algo pijo para el gusto de Erin. Sus movimientos tienen la densidad de los que han resuelto enfrentarse a una gran dificultad. Se acerca hasta los pies de la cama de Erin.

Erin (apretando al pobre peluche hasta ahogarlo): ¿Quién eres tú?

La chica mira a Damian e ignorando la oportuna pregunta de Erin, se sienta en la cama junto a ella.

Rubia (mirando a Erin con dulzura): Tenemos un grave problema.
Erin (molesta): ¿Sí? ¿Y? Yo ya tengo bastante con lo mío.

Con un gran sacrificio, el osito consigue sacar una patita de auxilio de entre los brazos de Erin, desgraciadamente, nadie le presta atención.

La rubia mira a Damian que se limita a encogerse de hombros.

Rubia (volviendo a Erin): Escucha, entiendo muy bien por lo que estás pasando, pero este problema... también es tuyo.

TUMBA DE LA REINA DE HIERRO

El campo de batalla. Las Cazadoras están muy ocupadas con los miquots, que a pesar de sus esfuerzos no parecen descender en número, la inesperada ayuda de Drusilla y Vicious ha sido muy oportuna. Magrat y Ash se las están viendo con el terrible Shokpona. En medio del caos, Amelia intenta llegar a Yejide y detener lo que sea que esté haciendo con Erin.

El cuerpo inconsciente de Erin yace en el suelo, rodeada de calaberas humanas y extraños dibujos que la hechicera vudú va pintando con un femur, indudablemente humano, embadurnado de alguna grasa asquerosa, seguramente humana también. La bruja murmura una letanía en una lengua extraña mientras se mueve de un lado a otro de forma inquietante. Todo en ella es inquietante, especialmente sus mirada enorme, profunda y desquiciada.

El niño místico observa los movimientos de Yejide con auténtico interés, sentando contra una pared de piedra.

Shokpona (a Magrat y Ash): Hoy es un gran día para vosotras, miserables aficionadas a la magia. Si sobrevivís lo suficiente, podréis observar en primera persona el nivel del poder que vosotras, insignificantes mortales, nunca llegaríais a tener.

Ash traga saliva.
Yejide se detiene un momento y se rasca una oreja.
El vampiro abre los brazos.
Magrat frunce el ceño.
Sarah patea el culo de un crestudo.
Fluffy corta un brazo.

Tres esferas doradas de un metro de diámetro vuelan por la cueva. Magrat tiene que tirarse al suelo para esquivar la primera que impacta directamente sobre la espalda del miquot al que se están enfrentando los Alex.

El demonio chilla cuando la esfera se lo traga, literalmente.
La segunda esfera se pierde de vista.
Magrat gira sobre si misma buscando y se encuentra con la cara de horror de Ash que la mira desde el interior de la tercera esfera.

Magrat: ¡No! ¡Otra vez, no!

Yejide levanta un cuchillo de forma retorcida sobre el pecho de Erin.

Yejide: La sangre pura de la hija, revivirá a la madre.
Sarah: ¡Nooo!

La Cazadora intenta saltar sobre los miquots para alcanzar a la hechizera. La esfera perdida reaparece por detrás impactando contra ella.

HABITACIÓN DE ERIN

Erin llora. La chica rubia sigue sentada en la cama. Damian mira por la ventana. Willow entra en la habitación, en sus manos lleva una guadaña roja y plateada, la legendaria arma de las Cazadoras. La rubia se inclina sobre Erin.

Rubia: No nos queda mucho tiempo, Erin. Has de escoger.

TUMBA DE LA REINA DE HIERRO

Yejide clava el cuchillo en el cuerpo de Erin. No brota sangre. Fluffy y las otras dos Cazadoras caen al suelo encogidas de dolor. Las escamas empiezan a aparecer en sus rostros. Sarah mira horrorizada desde el interior de la esfera que flota por encima de las cabezas de los demonios.

HABITACIÓN DE ERIN

Rubia: Erin, debes poner fin a esto antes de que sea tarde.
Willow: Sólo siendo tú la elegida, la única Cazadora, podremos evitar este desastre.

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18/02/2008, 02:17
Erin Fitzgerald

LA HABITACIÓN DE ERIN

RUBIA: No nos queda mucho tiempo, Erin. Has de escoger. Debes poner fin a esto antes de que sea tarde.

WILLOW:Sólo siendo tú la elegida, la única Cazadora, podremos evitar este desastre.

Erin permanece en silencio, con gesto reflexivo durante unos segundos.

ERIN: Ya tomé una decisión. Vosotras dos os largáis de aquí y yo me quedo sola con Damián, ¿okay? Estábamos teniendo una conversación antes de que aparecierais y no quiero que mi último sueño en el mundo se convierta en una fantasía idiota, donde soy la salvadora de la humanidad.

Erin se incorpora y estira un brazo para aferrar a Damián por la manga de su chaqueta, atrayéndolo hacia si.

ERIN: Prefiero irme de aquí con un sueño erótico, mil veces. Que la puerta no os pegue en el culo al salir, chicas. (a Damián) Tú ven aquí, guapo.

DAMIÁN: Erin esto no es…

La rubia se sienta en la cama, junto a Erin, intercambia una breve mirada escéptica con Willow y después lanza un contundente puñetazo a la mandíbula de Erin, que le hace ladear la cabeza. Erin mira a la rubia con los ojos dilatados y la boca abierta por el asombro. Se acaricia la mandíbula con gesto de dolor.

ERIN: ¡OUCH! ¿Qué diablos te pasa? ¡Maldita (PIIIIIP)! ¡Hija de (PIIIIIP)!

RUBIA: Lo siento. No tengo tiempo para todo eso de: "sí, es un sueño", "no es un sueño" Dime. ¿se siente como un sueño?

ERIN: ¿Quieres saber lo que siento? ¡Siento que quiero arrancarte la cabeza, perra!.

RUBIA: ¡Ese es el espíritu! (a Willow) Si me lo preguntas, creo que estará bien.

ERIN: ¿De qué coño estáis hablando? ¿Quiénes sois? Un minuto…

Erin mira a la rubia de modo examinador.

ERIN: A ti te he visto en algún lado.

RUBIA: En la Biosfera de Londres, probablemente. Soy Buffy Summers.

ERIN: Lo sabía. Eres la más vieja de todas nosotras, ¿no?

Willow trata de disimular una sonrisa. Buffy la mira con una expresión sardónica

BUFFY: ¡Qué niña más dulce! (a Erin) Soy la última de las Cazadoras, antes de que hubiera muchas. Ya sabes que antes había sólo una a la vez. No debo repetirte el verso, ¿verdad?

ERIN: No, a menos que, realmente, quieras que te arranque la cabeza.

BUFFY: Bien. Hace cosa de un año, Willow….

Willow levanta una mano y mueve los dedos a modo de saludo.

BUFFY: … realizó un hechizo que liberó el poder de la Cazadora, y todas las chicas con el potencial para convertirse en una Cazadora…

ERIN: Espera un momento.

Erin lanza una mirada de furia a Willow.

ERIN: ¿A ti te debemos todo esto? ¿Tú eres la que arruinó la vida de tantas chicas?

DAMIÁN: Erin…

ERIN: ¿Estabas aburrida y decidiste que era una buena idea jugar con la trama del puto universo, sólo para ver que pasaba?

Willow suspira, tratando de llenarse de paciencia.

WILLOW:No fue así como ocurrieron las cosas. Tuvimos que hacerlo.

ERIN: Sí, claro. Los que toman las decisiones que matan personas siempre "tienen que hacerlo".

Willow parece molesta.

WILLOW:Escúchame…

BUFFY: No tenemos tiempo, Will. Erin, la cosa es que ahora debemos revertir el hechizo.

ERIN: Un poco tarde, ¿no crees?

BUFFY: Todavía no, pero pronto lo será. Depende de ti. Es tiempo de que tomes una decisión.

ERIN: ¿Qué se supone que debo hacer?

BUFFY: Tú debes ser la única Cazadora. El resto, deberemos perder nuestros poderes.

ERIN: ¿Y eso resolverá todo este asunto? ¿Las chicas que quedan van a salvarse?

WILLOW:Creemos que sí.

ERIN: ¿Y tú vas a estar bien con eso? Quiero decir… Has sido Cazadora mucho más tiempo que cualquiera de nosotras.

BUFFY: (vacilante) Seguro, ya me hice a la idea.

Willow aprueba, asintiendo con la cabeza.

WILLOW:Hay otras cosas además de ser Cazadora.

BUFFY: Por supuesto. (por lo bajo) Ahora sólo necesito averiguar cuales son.

ERIN: ¿Estáis seguras de que queréis que yo se la única Cazadora? Soy emocionalmente inestable, mi humor cambia de un momento a otro y tengo una personalidad adictiva.

Buffy sonríe y le da una palmadita en la pierna.

BUFFY: Entonces tienes todo lo que se necesita.

Erin mira lo que Willow tiene entre las manos.

ERIN: Bonita hacha ¿Qué vais a hacer con eso?

BUFFY: Esto es un regalo para ti.

Willow le pasa el hacha a Buffy y ella se la ofrece a Erin. Erin la toma, pero Buffy no la suelta. Mira a Erin con desconfianza.

BUFFY: Entre tú y yo. ¿Quince vampiros en tres minutos? ¿En serio?

Erin se encoje de hombros.

ERIN: En realidad fueron diez y tuve ayuda.

BUFFY: Sí, sé como son esas cosas. Si les preguntas a las chicas, resucité como cinco veces, cuando, en realidad, sólo fueron dos.

ERIN: ¿De verdad? Oye, ¿no quieres tomar mi lugar? No es como si fuese a ser la única por mucho tiempo, ¿sabes? Estoy a punto de estirar la pata, así que pasaré la corona bien rápido.

WILLOW:No te preocupes, Erin. No dejaremos que mueras.

Erin finge estar decepcionada.

ERIN: ¡Oh! Ya me había acostumbrado a la idea.

Erin le guiña el ojo a Buffy. Ella sonríe, sacude la cabeza y deja el hacha en sus manos.

BUFFY: Yo soy sólo una Cazadora más. Tú eres la que lo lleva en la sangre.

WILLOW:Literalmente.

ERIN: No me digas. Siempre pensé que lo que llevaba en la sangre era Guinness.

Erin suelta a su osito y acaricia el mango del hacha como si se tratase de un tierno animalito.

ERIN: No recuerdo si ya lo dije, pero… esto es definitivamente mi estilo.

Buffy mira a Willow y sonríe.

BUFFY: Lo dicho: va a estar muy bien.

Erin mira a Damián con gesto de disgusto.

ERIN: En cuanto a ti: Todavía no respondiste a mi pregunta. Ni creas que te me vas a escapar con la excusa de que estás muerto.

Damián sonríe con ternura.

Erin hace girar el hacha en molinete por encima de su cabeza y mira a la bruja y la Cazadora.

ERIN: Estoy lista. ¿Qué tengo que hacer?

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28/02/2008, 21:19
Magrat Gardner Eller

Shokpona (a Magrat y Ash): Hoy es un gran día para vosotras, miserables aficionadas a la magia. Si sobrevivís lo suficiente, podréis observar en primera persona el nivel del poder que vosotras, insignificantes mortales, nunca llegaríais a tener.

Magrat mira al vokor con una sonrisa maliciosa, mientras piensa: “El mundo esta lleno de idiotas, pero cuando esto termine, habrá uno menos”.

Magrat (a Ash): Venga, vamos a demostrarle de lo que somos capaces.

Ash: Eso esta hecho.

Pero antes de que ni siquiera puedan preparase para lo que se les viene encima, el vokor mueve ficha lanzando tres esferas doradas que se mueven con gran rapidez. Magrat se ve obligada a tirarse al suelo para esquivar a una de ellas.

La cosa no ha empezado bien. Magrat se levanta del suelo con determinación, y gira la cabeza en busca de Ash, comprobando que ha quedado atrapada dentro de una de las bolas.

Ash: ¡Sacarme de aquí!

Magrat lanza un hechizo para abrir la esfera, pero el grito de Ash y el hecho de que siga sin abrirse, muestran que no ha surtido ningún efecto. Magrat lo intenta de nuevo con un hechizo más fuerte, pero el resultado es el mismo. La esfera no se abre.

Shokpona (a Magrat): Pobre niñita... ¿qué pasa? ¿tus hechizos no funcionan?... --risa con sarcasmo-- pensé que esto sería más divertido, pero esta claro que los wicannos no sabéis lo que es la magia.

Magrat: ¿Eso es lo que crees? Esto aún no ha empezado.

De las manos de la bruja sale un rayo azulado en dirección al vokor. Este lo detiene sin ni siquiera levantar las manos, devolviéndolo en la dirección de Magrat, que cae al suelo golpeándose la cabeza.

Ash contempla la escena con absoluto terror. Y es que la cosa no es para menos. Encerrada como esta, ella será la siguiente en la lista de entretenimientos del vokor. Además, la esfera esta debilitándola a medida que pasa el tiempo.

Magrat levanta la cabeza y mira al vokor. El golpe ha sido fuerte, y el rayo que ella misma ha preparado ha dado de lleno en su estomago. Con los ojos vidriosos pero una sonrisa en la boca, apoya una mano en el suelo y se levanta.

Magrat: Solo estaba calentando, ahora ya podemos empezar.

Shokpona (con risa de malo): Parece que finalmente esto será divertido, pero permiteme preguntarte, ¿estas segura de que no prefieres una muerte rápida?.

Magrat no contesta. Esta concentrada, toma conciencia de cada musculo de su cuerpo, siente como la energía fluye por ella. Su respiración se torna pausada, su pulso se desacelera. Sus manos se levantan en dirección a Shokpona. Pero esta vez tampoco es diferente. La bruja termina en el suelo. Un hilillo de sangre asoma por su nariz.

Ash (con voz agotada): Magrat, despierta, vamos levantate.

La mirada de Ash se dirige a Shokpona que se acerca en dirección a ellas.

Shokpona (a Ash): Tranquila jovencita, luego jugaremos tu y yo. Pero primero debo matarla a ella.

Shokpona (a Magrat, que sigue inconsciente en el suelo): Ves, ves lo que pasa por no querer una muerte rápida.

Magrat mira a su alrededor, sigue en el suelo. Recuerda la lucha con el vokor, a Ash encerrada, a los miquots,.... Se incorpora un poco, le cuesta levantarse, le duele todo el cuerpo, pero, ¿cuánto tiempo ha pasado?. Toca con su mano la parte de atrás de la cabeza, el ligero roce de sus dedos produce una dolorosa punzada, mira su mano y comprueba que hay sangre. Su nariz también tiene sangre, pero ya está seca. Gira sobre si misma y ve que ya no queda nadie. Su corazón se acelera.

Shokpona (en la mente de Magrat): Al final has sido la que más has resistido, aunque no tiene mucho mérito, pasar toda una pelea durmiendo mientras tus amigas luchan hasta morir. Deberías haber visto a la joven Ash, una pena, estoy seguro de que hubiese llegado a ser una gran bruja. Tan joven...

Las imágenes de la lucha se muestran como recuerdos en la cabeza de Magrat. Ash en el suelo, muerta. Yejide clavando un cuchillo a Erin...las mismas imágenes una y otra vez.

Magrat (gritando mientras sujeta con las manos su cabeza): Basta! Para!! No quiero ver, no quiero oir!!

Shokpona: ¿no quieres saber como murió tu amiguita?, fue muy valiente, aunque apenas duro un minuto.

La risa cruel resuena en la cabeza de Magrat de una forma insoportable, volviéndola loca, impidiéndole pensar. Magrat, con la espalda pegada a la pared, va cayendo hasta quedar sentada en el suelo. Con sus codos apoyados en las rodillas y las manos sujetando su cabeza.

Shokpona: las cazadoras resistieron un poco más, pero ya no queda ninguna. Erin tampoco se despertó. Ya ves, por fin tenéis algo en común. Ninguna de las dos sois capaces de luchar con dignidad.

De pronto la voz del Shokpona deja de oírse, y en su lugar se oye la voy de Erin.

Voz Erin: Magrat, no lo conseguimos. No es nuestra culpa. No debieron confiar en nosotras... no lograste salvarme.

Otras voces se unen a la de Erin. Todas la culpan de sus decisiones. Magrat se golpea la cabeza en un intento de acallar las voces.

Voces: No deberías pretender ser lo que no eres. Ahora todo ha terminado, y es por tu culpa. Tu mataste a Damian, a Ash, tu los mataste, ¿para qué?. No debimos confiar en ti, nos fallaste, nos fallaste a todos y el mundo ha terminado.

Magrat cierra los ojos, no puede soportar el ruido en su cabeza. Llora. De pronto las voces se apagan. Abre los ojos. La sala ha cambiado. Ahora está en una cueva, siente la humedad, el olor a moho es intenso. La mente de Magrat se sumerge en el silencio total. Esta muy cansada.

Voz agradable(en la mente de Magrat): Debes recordar. Recuerda lo que te enseñe.

La brujita se acurruca en el suelo, parece una niña asustada. Poco a poco se va relajando hasta quedar dormida. Tras unas horas de sueño, Magrat se levanta del suelo, camina hacia la salida de la cueva. La luz del sol incide en su rostro, obligándola a pestañear hasta acostumbrarse a ella. Está en el Gran Cañón. Un águila la mira desde arriba. Magrat avanza un poco más, asomando las puntas de sus pies al vacío. La brujita inspira y expira con tranquilidad, mira al águila, y luego salta.

Ash observa la escena desde la bola. El cuerpo de Magrat, acurrucado en el suelo, comienza a moverse lentamente.

Shopkona (dando una patada al cuerpo de Magrat): Bruja estúpida, deberías estar muerta.

Con la patada, la cara de Magrat ha quedado mirando hacia arriba. Ash da un grito de absoluto terror. Los ojos de la bruja irlandesa se abren de par en par. Se levanta de un salto, quedando a apenas medio metro de distancia del vokor. Por primera vez puede observarse el miedo en aquel rostro deformado.

Magrat (a Shopkona, con voz serena): Vamos a terminar con esto, me estoy aburriendo.

Las puntas de los dedos de Magrat apuntan al suelo de la sala, y pronto se inicia un ascenso de energía desde el suelo hasta sus manos. El vokor retrocede unos pasos sin apartar la mirada de Magrat, si es que esa persona sigue siendo Magrat, pues la joven wicanna se parece más a una heroína sacada de los cómics de marvel que a una estudiante de química. Los ojos de la bruja se tornan casi blancos. El vokor retrocede otro paso. Magrat cruza los brazos y sonríe.

Magrat: ¿acaso tienes prisa por ir a alguna parte?

Shopkona: Mortal insolente, tu no sabes lo que es la magia, los de tu calaña...

Lo siguiente que sale de la boca del vokor es un grito de dolor. Su cuerpo ha dado de lleno con la pared, cayendo luego al suelo. Magrat mira al techo, y una de esas oportunas lamparas llenas de pinchos para clavar las velas, le da la siguiente idea. La lampara deja el que ha sido su lugar durante muchos años, para caer de lleno encima del vokor.

Shopkona (en su voz se nota que sabe que las cosas han cambiado): ¿Crees que esto terminará conmigo?

Magrat: No, pero te mantendrá quietecito.

La bruja camina hacia el cuerpo del vokor, y se sube de pie encima de la lampara, haciendo que los pinchos se claven más profundamente en el cuerpo del vokor. Shopkona emite un gruñido de dolor.

Magrat (ladeando la cabeza, como una niña buena): Ahora es mi turno, vamos a ver lo que escondes en tu cabecita.

Magrat se gira en busca de algo. Al lado de Fanny encuentra lo que buscaba. Un hacha bien afilada sale volando en dirección a Magrat, que se agacha para darle paso, y que pueda llegar a su destino, el cuello de Shopkona.

El vokor pasa a ser un montón de cenizas en el suelo. Y la brujita, henchida de orgullo se dispone a liberar a Ash de su cautiverio...

Magrat (grito, acompañado de cara de absoluta sorpresa): ¡Shit!

Yejide (sonriendo ante el éxito de su hechizo): ¿cómo te sientes, rat?.

Magrat (dando un puñetazo a la pared de la esfera): No parece muy resistente.

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13/03/2008, 17:04
Amelia Sofia Richards

Amelia no habia hecho que evitar golpes y esferas que le recordaban mas a globos de chicle de color dorado que a otra cosa, desde que habian entrada a la tumba estaba segura de lo que tenia que hacer, el problema como de costumbre era como hacerlo, avanzo por la habitacion, pasando entre cazadoras y miqouts o como sea que se llamaran, debia llegar a Yejide y detenerla. Magrat estba lidiando con el bokor, maldito demonio aun recordaba claramente la sensacion de odio que le habia producido aquella vision que parecia haber ocurrido años atras. Trato de ignornar el resto de la habitacion y concentrarse en Erin y la vieja bruja sobre ella.

Yejide: La sangre pura de la hija, revivirá a la madre

La sangre que la joven psiquiaca esperaba ver nunca corrio, pero las demas Cazadoras se encogian de dolor mientras la transformacion que Magrat le habia descrito tan claramente ocurria.

Erin venia de una linea de cazadoras de eso ya estaba segura por lo menos algo habia entendio de su ultimo viaje magico, debia detener aquel ritual, en lo que le parecieron horas Amelia cambio de opinion conrespecto a ignorar el resto de la habitacion debia sentirla, el dolor de las Cazadoras, la fuerza que impulsaba Magrat, los demonios que aun revoloteaban por la habitacion. Los hechizos de bokor, la energia que brotaba de Erin, ella se encontraba un lugar, una dimension pero algo le dijo a Amelia mientras reunia todas las fuerzas que podia que pronto volveria, el detalle era que mientras Yejide mantuviera aquel cuchillo en el pecho de su amiga no se le haria tan sencillo llegar sin importar el cambia que la psiquica podia sentir en la esencia de la cazadora no estaba segura de lo que era pero definitivamente habia sido algo importante.

Amelia(Telequineticamente)a Magrat: Erin, es la única.

Su voz era muy seria apenas y sonaba como ella misma dentro de la cabeza de Magrat.

Esto definitivamente aumentara su petulancia.

La joven reunio toda la energia, fisica, espiritual y mental que pudo, y se concentro en Yejide, la detendria, su destino estaba atado al de la joven Cazadora, lo sabia desde el instante en que la vio y muchas cosas se lo habian confirmado. Su idea no era sacrificarse como ya lo habia hecho Damian, como Magrat habia estado apunto de hacer otras tantas veces. El sacrificio fuera necesario o no, llegara o no; era totalmente irrelevante para Amelia solo le interesaba la vida de sus dos amigas, quienes ahora eran su unica familia, y ya habia perdido suficiente familia por culpa de los demonios.

Las voces de conversaciones tontas apenas llegaba a escucharlas, el bokor habia muerto, sencillamente lo sintio no esaba segura de haberlo visto ocurrir, sus ojos cerrados, podia sentir toda la habitacion cada energia en ella. La practica los ultimos meses de sus poderes habian resultado utiles, ya sabriamos hasta donde habia aprendido a usarlos.

Amelia(telequineticamente):Oye, Magrat crees que funcione? Espero que si.

Su voz que antes y habia sonado tan seria parecia ya un poco mas ella misma con aquel tono de duda. Pero el tono cambio bruscamente.

Amelia(telequineticamente): Sabes, funcionara!

Alzo las manos en direccion a Yejide quien este instante estaba de espaldas a ella sastifecha al haber encerrado a Magrat en una esfera como las otras. Y sin pensar en otra cosa que mantener a sus amigas vivas concentro su pensamiento y sus fuerzas en asesinar a cada demonio que se encontrara en la habitacion, sabiendo que eso era demasiado ambicioso para ella decidio enfocarse en la vieja bruja y asegurarse de que quedara bien muerta cualquier otro maldito demonio que eliminara serian sencillamente un bono. Eso claro si las fuerzas no la abandonaban antes. Ya lo habia hecho, cuando hizo explotar a los acompañantes del yaoyin, era solo cuestion de concentracion. Nada mas.

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18/03/2008, 18:39
Director

Tumba de la Reina Maeve

Magrat dió un puñetazo a la superficie de la esfera que tenía atrapada a Ash.

Magrat: No parece muy resistente.

Ash gesticulaba como si tratara de decirle algo, que es lo que en realidad estaba tratando de hacer, pero ningún sonido llegó a los oídos de Magrat. La bruja irlandesa sacudió la cabeza de un lado a otro para hacer entender a Ash que no se estaba enterando de nada. Ash acercó la cara a la superficie de la esfera y miró a Magrat con angustia y cierto tono de reproche, ¿qué clase de bruja era ésta que no podía leer los labios? El gesto de Ash, juntando sus palmas y apretándolas como si tuviera una nuez entre ellas lo hubiera entendido un tonto. La esfera estaba encogiéndose.

Magrat se puso nerviosa, a la bruja nunca le había gustado ir contrarreloj y, para colmo, oía voces en su cabeza.

Cabeza de Magrat: Magrat, Magrat, ...

Espera, ¿voces?

Cabeza de Magrat: Magrat, Erin es la única.

La bruja se sobresalto. ¿Amelia?

Amelia: Oye, Magrat, ¿crees que funcionará?

La bruja no tenía forma de saber a lo que se refería Amelia.

Amelia: Sabes, ¡funcionara!

Magrat buscó a la psíquica con la mirada y cuando la encontró se puso realmente nerviosa. Podía notar la energía psíquica que emanaba con creciente intensidad su compañera de aventuras. No podía verle la cara, pero todo su cuerpo estaba en completa tensión. Un halo de energía comenzaba a apreciarse alrededor de ella. Y estaba empezando a levitar.

Magrat buscó a Yejide. La ancestral hechizera seguía enfrascada en su negro ritual. Curiosamente, Magrat no podía percibir nada al respecto. Extraño. Pero ahora aunque intentara hacer algo respecto no podría. La energía de Amelia estaba empezando a saturar su mente.

Sintió que debía pedirle que parara. Pero no pudo, su cabeza estaba a punto de estallar. Casi en un instante, la energía psíquica se liberó. Y como una ola de mutilación arrasó la tumba de la reina de Hierro.

Magrat estaba de rodillas, sujetándose la cabeza con las manos, sintiendo que si la soltaba se hincharía como un globo y reventaría en mil pedazos, cuando oyó a Yejide gritar de dolor. Hubiera levantado la mirada pero no podía, Amelia seguía liberando su energía, ahora todo lo que podía sentir, todo lo que podía hacer, era Amelia.

Entonces, la cosa cambió. Magrat percibió algo distinto, lo más terrorífico que había sentido nunca. Una brisa de oscuridad, fría como el universo, viscosa como la melaza, absolutamente inhumana, sin piedad, sin prejuicios, sin remordimientos, de una neutralidad tan perversa que era incomprensible, una energía de destrucción que su mente no podía entender. La Muerte pasó a través de ella y continuó su camino, dejándola atrás, vacía, sin aliento, sin fuerzas, sin esperanza.

Oyó a Yejide volver a gritar y luego oyó un grito desgarrador, de una voz familiar, muy familiar.

Magrat (chillando): ¡Amelia!

La tensión en la tumba desapareció como si la marea hubiera retroducido en un momento. Dejando tras de sí los cuerpos sin vida de los demonios y las vidas sin esperanza de sus compañeros.

Magrat levantó la mirada y vió a Yejide sangrando por cada orificio de su menudo cuerpo, temblando de dolor, incomprensión y horror delante del cuerpo inmóvil de Erin. Luego vio a Amelia. Su amiga estaba otra vez sobre el suelo, se había girado hacia ella y miraba su vientre. Levantaba las manos hacia él, pero no se atrevía a tocarlo. Magrat tampoco se hubiera atrevido. Cruzaron sus miradas y Magrat leyó el pánico en sus débiles ojos. Y la misma pregunta que ella se estaba haciendo: ¿qué era aquello... aquello que estaba saliendo de sus entrañas?

Yejide seguía temblando y sangrando, como si estuviera en shock o como si su cerebro hubiera reventado. Erin seguía inmovil. Magrat comprendió. Amelia había atacado a Yejide cuando estaba haciendo un hechizo, un hechizo tan extraño y oscuro que ni ella podía sentirlo, ni siquiera saber cual era su objetivo. Pero Amelia había interrumpido a Yejide en un mal momento y la magia negra que estaba invocando había escapado de su control. Y por alguna razón que todavía no podía comprender, había terminado atrapada en el cuerpo de Amelia. Ahora, del vientre de su amiga salía un demonio con forma de serpiente, con dos cabezas tan grandes como toda ella.

Habitación de Erin

Erin sostiene La Guadaña entre sus manos. Buffy, Willow y Damian la miran con admiración, con la ternura y la compasión con la que mirarías a tu cordero favorito antes de degollarlo.

Erin: Estoy lista. ¿Qué tengo que hacer?

Willow se acerca hasta ella. Al sentir la dulzura y el poder que emana esta bruja, a Erin se le hace un nudo en la garganta. Esto es real.

Willow: Sujeta la guadaña con fuerza. Yo haré el resto. ¿De acuerdo?

Erin levanta el arma mística, Buffy observa con los brazos cruzados, Willow gira la cabeza hacia ella y la legendaria Cazadora asiente con confianza. Está preparada para volver a ser normal.

Normal. No hace mucho, Erin hubiera dado un pecho por ser normal y ahora, si ya era rara, lo sería más que nunca. Sería única. Única y sola. Miró a Damian como si fuera la última vez.

Y Willow agarró La Guadaña.

Cielo, mar y tierra. Pasado, presente y futuro. Todo y nada. La existencia y el vacio. No había límites, no había nada que pudiera hacer. Erin vivió en un instante eterno el pasado, el presente y el futuro de todas las Cazadoras. Las conoció a todas. Vivió sus nacimientos, sus vidas y sus muertes. Conoció a sus Vigilantes, a sus amigos, sus amores. Sus demonios, sus enemigos, sus miedos, su soledad. Erin era todas y sería la Única.

Y llegaron al final. Willow ya no estaba allí. El Origen.

Las Sombras. Los ancestrales hechiceros que capturaron al demonio en el cuerpo de una chica inocente, la Primera, la observaban. El demonio también estaba allí, una serpiente de dos cabezas que se enroscaba sobre si misma una y otra vez, una y otra vez.

Las Sombras: Es tu destino, Cazadora.

Erin vaciló. Había algo que estaba mal, algo no era como tenía que ser. Sentía una llamada en su cabeza. Escuchó.

Sintió el grito de auxilió de otra que había sido como ella. Y Erin, que era todas y era la Única, podía ver a través de los ojos de ella. Y a través de los ojos de Sarah volvió a la tumba de Hierro y vió a Amelia y a la serpiente salir de sus entrañas.

Voz de Sarah: Prefiero morir a que seas la Única. No nos jodas, cara patata.

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31/03/2008, 02:25
Erin Fitzgerald

Erin está de pie en el interior de una enorme cueva. Mira a su alrededor, confundida. Tan sólo un segundo antes, estaba sentada en su cama recibiendo de Willow el hacha que llevaba en las manos, pero ahora la bruja había desaparecido, junto con Buffy y Damián.

VOZ DE LAS SOMBRAS: Es tu destino, Cazadora.

Erin gira sobre sí misma y ve a tres hombres que la observan inexpresivos. Llevan turbantes sobre la cabeza, visten túnicas y sostienen báculos en sus manos. No es fácil distinguir a uno del otro, pero sus turbantes son de diferentes colores. Rojo el de uno y marrón y negro los de los otros dos. Erin inclina la cabeza y les clava una mirada amenazante.

ERIN: "Yo hago mi propio destino".

Después les sonríe alegremente.

ERIN: Siempre quise decir eso, gracias.

Los hombres se miran entre sí. Erin los evalúa con la mirada.

ERIN: ¿Y quién se supone que sois? ¿Los Reyes Magos?

Algo llama la atención de Erin, que mira hacia un costado.

ERIN: HOLY SHIT!!

Un ser extraño, con forma de serpiente de dos cabezas, está suspendido en el aire, a un lado de los tres hombres. Se enrosca sobre si mismo una y otra vez. Erin lo señala alarmada.

ERIN: ¿Qué carajo es esa cosa horrorosa? Primero los perros diabólicos y ahora esto. ¿Qué no podéis tener mascotas normales, gente?

SOMBRA DE TURBANTE ROJO (a las demás sombras): Ésta habla aún más que la rubia.

Sus compañeros asienten.

SOMBRA DE TURBANTE ROJO (a Erin): Es el Espíritu que te otorgará el poder. Él te penetrará y te convertirá en nuestra protectora.

ERIN: ¿Penetrarme? Debí suponer de qué se trataba esto. Basta con verles las caras de pervertidos. (al monstruo) Lo siento, cariño, hoy no estoy de humor, me duele la cabeza.

SOMBRA DE TURBANTE NEGRO: No tienes alternativa, Cazadora.

La Sombra de turbante Negro mueve su báculo en dirección a una de las paredes de la cueva, que inmediatamente se desvanece. En su lugar, Erin puede ver lo que pasa en la Tumba de Maeve, como si ésta estuviera del otro lado de la pared desaparecida. Ve Demonios y Cazadoras muertos o inconscientes, desperdigados por el piso. Su propio cuerpo, yace inmóvil sobre un altar. Junto a él, en el suelo, está el de Yejide, cubierta de sangre y con los ojos extraviados. Los amigos de Fluffy están atrapados dentro de burbujas flotantes. Pero una imagen es la más terrorífica de todas: Amelia está de rodillas y un ser espantoso, muy parecido al que está junto a Las Sombras, surge de su vientre, como si lo estuviera dando a luz. Erin está horrorizada.

ERIN: ¡Dios mío! ¡Amelia!

Erin trata de acercarse, pero La Sombra de turbante negro vuelve a mover su báculo y la pared regresa a su lugar, cubriendo la escena de la tumba. Erin encara enfurecida a Las Sombras.

ERIN: ¡Abrid eso, ahora!

SOMBRA DE TURBANTE MARRÓN: Eso ha sido sólo una visión. No podemos llevarte hasta allí.

SOMBRA DE TURBANTE ROJO: Sólo hay una forma de evitar que tus amigas mueran.

SOMBRA DE TURBANTE NEGRO: El ritual debe llevarse a cabo de inmediato.

Erin mira a Las Sombras y al monstruo, que no para de retorcerse.

ERIN (resignada): Está bien.

Las Sombras comienzan a golpear sus báculos contra el suelo, rítmicamente. La serpiente de dos cabezas empieza a agitarse y a moverse por el aire, hacia Erin, que la observa con recelo. El monstruoso ser se acerca a ella hasta que sus dos caras quedan a pocos centímetros de la de Erin. Una de sus lenguas oscilantes roza el rostro de la Cazadora, que lo aparta con gesto de asco. Lanzando un espantoso siseo, el monstruo se zambulle dentro del pecho de erin, penetrando en su cuerpo. Erin tuerce la cabeza hacia atrás y abre la boca en una mueca de dolor. Su cuerpo se sacude, presa de convulsiones, sus ojos quedan en blanco.

"Cielo, mar y tierra. Pasado, presente y futuro. Todo y nada. La existencia y el vació. No había límites, no había nada que pudiera hacer. Erin vivió en un instante eterno el pasado, el presente y el futuro de todas las Cazadoras. Las conoció a todas. Vivió sus nacimientos, sus vidas y sus muertes. Conoció a sus Vigilantes, a sus amigos, sus amores. Sus demonios, sus enemigos, sus miedos, su soledad. Erin era todas y sería la Única."

Erin se lleva las manos a la cabeza, en un gesto de desesperación. Su mente es invadida por el sonido de miles de voces, que se superponen en una cacofonía insoportable. Una se destaca, por encima de las demás.

VOZ DE SARAH: Prefiero morir a que tú seas la Única. No nos jodas, cara patata.

ERIN (gritando a todo pulmón): ¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOO!!!!

El agudo grito de Erin reverbera en las paredes de la cueva. La Serpiente sale expulsada con fuerza de su pecho, como proyectada por un cañón. La espantosa criatura se enrosca sobre si misma, se detiene, flotando en el aire, frente a Erin y sisea con furia. Los ojos de Erin vuelven a la normalidad, jadea, tratando de recuperar el aire y le clava una mirada de odio al monstruo.

DEMONIO (sin abrir sus bocas, con voz susurrante): ¡Estúpida niña! ¡Estás loca!

ERIN (jadeante): Dime algo que no sepa.

DEMONIO: ¿Por qué rechazas mi poder?

ERIN: El poder ya no es tuyo.

El monstruo vuelve a sisear y abre sus bocas amenazante. Erin suspira, ya más recuperada.

ERIN: El poder ya es nuestro por derecho. Nadie va a quitárnoslo, ni a decirnos qué hacer con él.

El monstruo se agita enfurecido. Sus negros ojos brillan con odio.

DEMONIO: No eres más que una chiquilla insensata. Por tu culpa todas moriréis.

ERIN: Mientes. He estado en la mente de todas las Cazadoras que han existido. Ahora sé quien soy. Ya sé qué significa ser La Única. Y sé quien eres.

El monstruo gruñe y se retuerce sobre sí mismo. Parece nervioso.

ERIN: Aceptaste entregarle parte de tu poder a la Primera Cazadora para poder entrar en este mundo. Esperaste durante miles de años a que el poder madurara y se multiplicara en el interior de las Cazadoras. Sabías que toda esa fuerza, concentrada en la sangre de La Única te permitiría romper la barrera entre ambos mundos y así serías capaz de invadir el nuestro, con tu forma verdadera. Sólo la fuerza de La Única puede abrirte las puertas. Pero olvidaste algo…

Erin esboza una leve sonrisa.

ERIN: …También puede cerrártelas para siempre.

El monstruo se eleva en el aire y sus dos cabezas lanzan atronadores rugidos.

ERIN (gritando desafiante): Todo empezó aquí y aquí va a terminar. Ya no estaremos atadas a ti, ni a nadie. El poder de las Cazadoras será sólo de las Cazadoras, para hacer con él lo que creamos mejor. Cada una será dueña de su poder y de su destino. Y ya no tendremos nada que ver contigo. En resumen…

Erin sonríe y le muestra al monstruo una mano con el dedo mayor extendido y los demás plegados.

DEMONIO (con desprecio y furia): Sin mí no seréis nada.

ERIN (calmada): Seremos libres.

El monstruo vuelve a lanzar un terrible rugido que hace temblar las paredes de la cueva.

ERIN: Te oí la primera vez.

El Demonio se lanza sobre Erin, con una de sus fauces abiertas. Ella da una voltereta hacia atrás y el monstruo muerde el aire, vuelve a impulsarse y trata de morder a Erin con su otra cabeza. Ella apunta el hacha hacia delante y las mandíbulas del demonio se cierran sobre el filo del arma. Erin tira del mango hacia arriba, con todas sus fuerzas y la cabeza del monstruo se parte por la mitad, manando un chorro de una repugnante sustancia verde. La restante cabeza del Demonio se arroja sobre Erin, lanzando dentelladas. Ella salta, poniéndose fuera de su alcance, hasta que su espalda queda contra una pared de roca. Viéndola arrinconada, la bestia se echa sobre ella, rugiendo. Erin Salta hacia arriba, abriendo las piernas. En el instante en que el demonio pasa por debajo de ella, Erin baja su hacha violentamente, atravesando la cabeza del monstruo y clavándola contra la roca. Erin aterriza, dando una vuelta sobre el suelo, se pone de pie, se acerca al cadáver del demonio y desclava el hacha. El cuerpo de la criatura se desvanece en una nube de niebla oscura.

Erin se vuelve hacia Las Sombras.

ERIN: Lo siento. Si vais a reemplazarlo, os recomiendo un caniche. Son mucho más tranquilos y fáciles de cuidar.

Se acerca a Las Sombras.

ERIN: Ahora quiero que me llevéis de vuelta con mis amigas. Antes de que me digáis que no podéis hacerlo, considerad esto.

Erin levanta el hacha con una mano y la señala con la otra.

Las sombras se miran entre sí. La del turbante negro se aproxima a ella.

SOMBRA DE TURBANTE NEGRO: Cómo desees.

La Sombra de turbante negro posa su mano sobre la sien derecha de Erin. La cueva se ilumina intensamente, hasta que la luz envuelve la escena.

Erin abre los ojos. Está tendida sobre un altar, en la Tumba de Maeve. Mira a su alrededor algo confundida y se pone de pie. Extrañamente, aún tiene en las manos. A sus pies ve a Yejide. Su cuerpo víctima de espasmos, chorrea sangre por cada poro, sus ojos clavados en la nada, parecen suplicar con desesperación y su rostro está congelado en una mueca de espanto. Erin la mira con desprecio y levanta el hacha por encima de su cabeza, dispuesta a descargarla sobre la hechicera. En ese momento, los ojos de yejide cobran vida de pronto y la observan. El rostro de Erin se crispa por el asombro. De pronto, está de nuevo en The Stone, en el día de San Patricio. No es Yejide la que yace a sus pies, sino Sarah O'Sullivan, con una profunda herida en su cuello. La mira con ojos suplicantes, anegados de lágrimas.

SARAH O'SULLIVAN: No me mates, por favor.

Los labios de Erin se tuercen en una mueca de llanto.

SARAH O'SULLIVAN (llorando): Por favor.

En la tumba de Maeve, la mano de Yejide se cierra alrededor de la empuñadura de una daga que está en el suelo, junto a ella y se levanta en el aire, apuntándole a Erin.

YEJIDE (a Erin): Por favor.

En The Stone, Los brazos de Erin tiemblan, mientras mira a Sarah con expresión conmovida.

SARAH O'SULLIVAN (llorando): Por favor, no lo ha...

Con un grito de furia, Erin deja caer el hacha.

En la Tumba de Maeve, la cabeza de la bruja rueda, separada de su cuerpo, que se convierte en una nube de ceniza. Una energía luminosa, surge de sus restos y estalla empujando a Erin hacia atrás. Yejide desaparece en una nube de luz y cenizas. Erin se pasa el dorso de la mano por los ojos y suspira aliviada. Con el hacha sobre el hombro, se acerca a mirar los restos de su ancestro.

ERIN: Mataré al próximo idiota que escuche hablar de familias disfuncionales.

Un rugido bestial resuena en la cámara, haciendo que Erin se voltee para ver a Amelia, a pocos metros de distancia, de rodillas en el suelo, con un monstruo saliendo de sus entrañas. Erin salta por encima de del altar de piedra, se acerca corriendo a la espantosa escena y se detiene unos metros frente a la serpiente.

ERIN: ¡Mierda! ¿Qué se supone que haga ahora?

El monstruo le lanza una mordida, que ella esquiva, dando un salto hacia atrás.

ERIN: Bueno, la violencia sin sentido parece una opción tan buena como cualquier otra, así que…

Erin alza el hacha por encima de su cabeza y la deja caer con fuerza sobre el monstruo, que se parte en dos, emitiendo un espantoso siseo.

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20/04/2008, 12:15
Magrat Gardner Eller

Nunca antes había sentido una fuerza de tamaña intensidad, su cuerpo quedó helado, experimentando una sensación de vida en muerte, una sensación para la que aún no se había inventado una palabra. Cuando levantó la mirada descubrió, en los cuerpos sin vida de los demonios, el poder destructor de aquella fuerza.

Magrat (chillando): ¡Amelia!

¿Cómo demonios había podido hacer todo aquello?. Por un momento lo había olvidado, Amelia era un atractor mágico, y bajo aquella situación era una olla a presión a punto de estallar. De hecho, acababa de explotar.

Yejide sangraba por cada orificio de su cuerpo, temblando de horror. Amelia miraba su vientre confusa, también podía leerse el pánico en sus ojos. Ash golpeaba la esfera con todas sus fuerzas. Y de pronto, sin previo aviso, Erin despertó y se puso de pie.

Mientrás Erin se ocupaba de Yejide y de Amelia, la brujilla se acercó a la esfera que tenía a Ash retenida, con Shopkona muerto, las esferas habían perdido buena parte de su fuerza, y ya no oponían resistencia.

Magrat: ¿Cómo te encuentras Ash?

Ash (con voz cansada): Pues... pues he tenido días mejores.

Magrat: Sí, te entiendo. En fin, será mejor que abramos las esferas.

Cuando terminaron de abrir las esferas, las dos brujitas se dirigieron al altar para comprobar como estaban Erin y Amelia.

Magrat acaricia el largo cabello de Amelia, intentando calmarla. Amelia ya no parecía aquella muchacha con camisetas del MIT, siempre rodeada de ordenadores. La brujita miró a sus amigas con ternura, recordando el día en el que las conoció y por todo lo que habían pasado juntas desde entonces.

Magrat: Amelia, todo saldrá bien. Willow dijó que volverían, ella terminará de solucionar este hechizo, tranquila.

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23/04/2008, 02:56
Amelia Sofia Richards

Amelia no estaba segura de lo que ocurria, en un instante todo se habai vuelto tan confuso. Habia interrumpido algo importante con sus intentos de acabar con lso demonios. Si eso habia funcionado, pero definitivamente aquel terrible dolor en su estomago no era parte del plan. Se sentia como si algo se hubiese ido a a vivir alli y quisiera salir deseperadamente.

Estaba apretado alli dentro fuera lo que fuera sentia que la desgarraba, Amelia grito con todas sus fuerzas, y miraba a su vientre aterrada. Que era aquello, recordo una pelicula pero el dolor era tal que solo podia pensar en eso.

Una criatura salia de ella, un monstro lleno de maldad. Un demonio que la psiquica sabia la estaba usando para salir, escapar de donde fuera que se hallara encerrado, pero Amelia no le importaba solo lo queria fuera de ella, intento gritar una vez mas rogarle a Erin que se deshiciera de eso pero no podia, la joven se retorcia de dolor. Un hachazo cayo sobre la cabeza de la criatura y Amelia termino de espaldas en el suelo, mientras la criatura se escapaba de se ser.

Podia escuchar a Erin a Magrat, pero el dolor era demasiado y todo se nublaba, y podia sentir como se apagaban los sistemas poco a poco y aunque intento saber lo que ocurria a su alrededor, solo oia voces y ruidos sin sentido. Sentia que se desmayaba, su pobre estomago tendria otra linda cicatriz para acompañar la de la espada, eso claro si sobrevivia esta vez.

Creo que estas alturas no importa mucho- le dijo una voz en su cabeza

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25/05/2008, 12:45
Director

Epílogo.

La algarabía en la Biblioteca Interminable se hubiera podido oír desde Rosses Point de no haber sido por el hábil hechizo silenciador de Willow. Cazadoras, brujas, secuaces y algún que otro ninja, de los que debe haber por lo menos uno o dos en toda reunión que pretenda ser interesante, disfrutaban cuanto podían del descanso merecido antes que los chicos malos intentaran, por enésima vez, adueñarse del mundo o cualquier otra de las estupideces que suelen intentar (a menudo, también con la ayuda de unos cuantos ninjas).

—A veg, pog favog ¡Alguien! ¡Alguien puede contagme que pasó!

También estaba Guillaume.

—Ok, ¡yo te lo cuento! —se ofreció Sarah.

Derramando el contenido de su vaso, contenido que había sido traído junto con los ninjas y que no era agua, se subió a una mesa para más horror del vigilante.

—Escucha francés... ¡Escuchad todos!

Con su pose erguida y sus enormes ojos desafió al público, y el gentío fue dejando de prestar atención a los ninjas y sus historias, tan emocionantes y baratas como ellos, para centrarse en la Cazadora sobre la mesa.

—La situación era dramática —comenzó—. Mientras cara-pa... ¡Erin! Mientras Erin dormía la mona* en los brazos de su tía-abuela (que pariente suya tenía que ser, estaba claro desde el principio), las chicas y los chicos (sobre todo estos) se debatían entre la vida y la muerte. Yo casi no podía con todos, pero creo que lo hubiera logrado, creo que sí... de no haber sido por la magia. Maldita magia, siempre dando por culo. Cogería a las brujas y hechiceros y...

Se oyeron algunas toses y algunos «ejem» entre la gente.

—Vale, vale. Las brujas sois geniales, maravillosas, y sin vosotras el mundo sería un lugar horrible.
—Eso está mejor —dijo alguien.
—Bueno, yo estaba pateando el trasero de esos crestudos...

Se oyeron algunos vítores y hasta un ninja dijo: «hay que matarlos a todos».

—... son duros los cabrones, no vayáis a creer...
—Podgías ig al gano, pog favog —el vigilante suspiró.
—Sí, puedo si no me interrumpes.

Dejó el vaso sobre la mesa y continuó, ignorando el gesto negativo del vigilante.

—Como decía, estaba pateando culos cuando la cosa se puso mágica. De repente salieron de la nada unas cosas como esferas que se movían como rayos, y mientras tratábamos de esquivarlas (aún tuve tiempo de romper algunas cabezas —«que no quede ni uno» dijo otro ninja—) de las tripas de... (cómo se llama)... sí la chica ésta... ¡tú! ¡Amelia! ¡Eso es! De tus tripas salió la cabeza de un monstruo horrendo (que igual también era pariente de Erin... eso no quedó claro). La situación se puso realmente difícil, estaba segura que de allí no lo contaríais unas cuantas, pero yo lo tenía claro. Antes del final me llevaría a todos los que pudiera por delante.
—Emm... ¿estás segura de que fue así? —dijo alguien.
—¿Qué si estoy segura? ¡Yo estaba allí! (como no voy a estar segura).

Nuevos vítores y Sarah continuó.

—Sabéis, hay algo más fuerte que la magia. Allí en la dificultad, cuando todo parecía perdido, cuando nadie hubiera apostado por nosotras, nos crecimos. Me enfrenté a Shokpona (menudo gañán), y la bruja (que sí, que sois estupendas), Magrat ¿no?, pudo acabar con él. Me volví hacia la abuela de Erin y le dí lo suyo, Erin despertó al fin y la remató, pero todo estaba hecho ya. Finalmente, cogí el hacha y le corté la cabeza al monstruo. Todo parecía zanjado
—¿No te estás equivocando? —volvió a decir la misma voz.
—Pero bueno, ¿quién estaba allí... despierta? A ver, no aplaudáis todavía (y, por favor, no me interrumpáis más) porque todavía no he acabado. Aún queda más. Sí, más.

Sarah dio un largo trago de su vaso, se sentó sobre la mesa, se inclinó sobre el público y con un tono más bajo y grave relató el final de la historia.

__________________________________________* * *

Unas horas antes.

Con un suspiro, Erin dejó caer el hacha en el suelo, se apartó el pelo sucio y sudado que se había pegado a su cara y descansó. Todo parecía haber terminado. Magrat trataba de calmar a Amelia, el resto de las Cazadoras se recomponía e incluso Sarah parecía una buena persona. Oyó un resuello a su espalda, unos pasos pesados y una una mano fuerte y fría cayó sobre su hombro. Un escalofrió heló sus músculos y una voz suave y varonil atrapó sus sentidos. El descanso tendría que esperar.

—¡Bravo! Lo has conseguido.

El niño místico, ahora un atractivo y fornido joven de color ébano brillante, y labios inflados, la miraba con sus enormes ojos blancos sin reflejo, los ojos de un dios.

—¿Te gustaría ayudar a tu amiga?

Erin asintió como un corderito.

El crecido Legba se agachó junto a Amelia, puso una palma sobre su vientre e hizo callar a Magrat con un dedo sobre sus labios. Cerró los ojos y en unos segundos el vientre de Amelia volvió a ser firme y pálido como antes. El Guardián se puso de pies y volvió a dirigirse a Erin.

—Ahora tú vendrás conmigo.

Imbuidos por el poder de un ser cuyo espíritu está más allá de el entendimiento, nadie ofreció oposición.

Erin agachó la cabeza y asintió.

Cuando Magrat recobró la conciencia de dónde estaba y qué había pasado, buscó a Erin con la mirada por toda la sala. No había rastro de la Cazadora ni de Legba. Sólo caras de desconcierto, la misma que ella debería estar poniendo.

—¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Erin? —exclamó.

La voz de Drusilla resonó desde el túnel de salida.

—Me parece que no la volveremos a ver.

Suavemente, Amelia cogió una mano de Magrat.

—Iremos a buscarla —la consoló.

__________________________________________* * *

—Y así fue como me libré de aquel ser despreciable que llevaba semanas atormentando a cara-p... a Erin. No hace falta que me deis las gracias. Es mi trabajo.

Todo el mundo la miraba en silencio, asombrados, incluso un ninja se tuvo que secar las lágrimas. Todo el mundo que no conocía a Sarah, por supuesto.

—Bien, Sagah, quego que lo entiendo; pego, aún no has tegminado ¿qué le pasó a Egin? —preguntó Guillaume.

Sarah hizo una mueca.

—¿A Erin? (Vete a saber que lío se trae con los demonios, la mitad son parientes suyos). Que lo cuente ella, ¿no?
—Bien, pego... ¿dónde está?

__________________________________________* * *

Unas horas antes

Un suelo polvoriento come-botas, cuatro arbustos de mierda, un horizonte perdido al que no apetecía ir y un sol cabrón que quemaba hasta las cenizas. No había nada más, salvo el cruce. Los indicadores también eran una risa. Cuatro tablas clavadas a un poste y las cuatro direcciones más estúpidas que se te puedan ocurrir: «de donde vienes», «a donde vas», «a todas partes», «a ningún lugar».

—¿Vives... aquí? —preguntó Erin.
—No —respondió Legba—, es que estoy cansado de los desiertos.
—Esto es un desierto.
—Bromeaba. Pero está bien, tú eliges, escojamos otra cosa.

El asfalto era una pizza recién hecha, apestaba a gases quemados y mierda de cerdo, y había gente por todas partes. Gente sacándose los mocos en sus coches europeos, gente escupiendo en las aceras, pidiendo en el suelo, caminando como si estuvieran en el come-cocos, gente, gente y más gente. Y el puto sol. Todo el mundo sudando en sus puñeteros uniformes de marca. Tropezando y empujando Erin siguió a Legba hasta la esquina de la Tercera con la Cuarta. Que imaginación para los nombres, joder.

—Te gusta el verano, ¿eh?
—No especialmente —respondió Legba—. Me gusta verte sudar.
—Esto parece Matrix.
—Es algo así, sí. Pero aquí el elegido no vuela.
—No me digas.
—Mira, ya viene.
—¿Quién?
—Ella.

Por el otro lado de la calle, embutida en unos vaqueros ceñidos y una blusa de lino blanco, bajaba Yejide, fluyendo por el río urbano con naturalidad, como un fantasma.

—La maté. Está muerta.
—Aquí eso importa tan poco como que tú seas Cazadora.
—Bueno, ya veremos. ¿De qué va esto?
—Esto va, pequeña irlandesa, de que no le puedes tocar las pelotas a San Pedro y volver a casa con la medalla.
—¿Tú eres San Pedro?
—Para ser exactos, sí*.
—¿Y quién es Dios? ¿Un bicho verde con tentáculos?
—Más o menos.

Yejide cruzó la calle y con media sonrisa torcida se plantó delante de Erin.

—¿Vienes por la revancha?

Yejide frunció el ceño y los labios con sorna, aleteó una mano llena de pulseras, anillos y abalorios y le dio un cabezazo en la frente que la tiró al suelo y casi le rompe el cráneo. Erin se llevó una mano a la brecha, vio sus dedos llenos de sangre, la calle vibrar como una campana y las piernas de los peatones que no les prestaban ninguna atención. Legba estaba apoyado en la esquina, fumando un habano cuando Yejide la cogió por los hombros y la tiró como un trapo contra el tráfico.

—Estas son las reglas —oyó decir a Legba antes de percatarse del enorme camión que se le venía encima.
—No hay reglas.

Erin saltó justo a tiempo, esquivó el camión y fue arrollada por el guardabarros de un Mustang y todo lo que venía detrás. El propietario bajó del vehículo insultándola y Erin tuvo que arrastrarse hasta a la acera para huir de sus patadas.

—¡Por qué no te enfrentas cara a cara! —chilló a Legba.
—Eso no sería divertido —le susurro Yejide al oído antes de cogerla de nuevo y darle un rodillazo en la cara que le partió la nariz.

Durante al menos una hora, Yejide le dio a Erin la paliza de su vida. Se cebó en su cara, en sus riñones y en todo lo demás. Erin era una piltrafa de sangre, huesos rotos y órganos reventados, a la que de poco le servía ser Cazadora. Las luces se apagaron para Erin y la ciudad se convirtió en un zumbido en sus tímpanos rotos.

Yejide la cogió del pelo y la estiro hacia arriba.

—Se acabo —dijo.

Levantó el puño y lo lanzó con toda su fuerza contra el pecho de la maltrecha Erin. Con los ojos reventados apenas vio los cinco dedos apretados volar hacia ella y apenas vio como una mano detenía el puño en el último momento.

—¿Quién eres tú? —oyó gruñir a Yejide.
—Deirdre Fitzgerald, para servirla —respondió una voz desconocida para Erin pero con un tono extrañamente familiar.
—¿Otra? —oyó exclamar a Yejide con su voz estridente antes de que la dejara caer al suelo como un saco de patatas.

Erin perdió el conocimiento o al menos quedó en ese cruce confuso entre la vigilia, el sueño y la muerte. Creyó oír a Yejide pelear con aquella misteriosa mujer que se hacía llamar Deirdre, creyó ver a Legba riéndose de ella y después a Willow haciendo algún hechizo. Incluso le pareció ver a Magrat.

—Sí, sí, soy yo —confirmó la bruja—. Venga, abre los ojos, que ya ha terminado todo y esto se te pasa en dos días. Y dale las gracias a Deirdre porque te ha salvado la vida. Nosotras no hubiéramos llegado a tiempo. Ya verás lo que se va a reír Sarah cuando sepa que es una antepasada tuya.

Erin abrió los ojos hinchados y entre cortinas de sangre reconoció la larga nariz de Magrat y al lado una cara muy familiar que le recordaba a la de su madre. La mujer acercó una mano hasta su cuello y cogió el crucifijo que le entregara Damian hacía ya una década por lo menos.

—Si no hubiera sido por esto, no os hubiera encontrado.

Erin quería hablar, pero le pesaban los labios heridos. La mujer sonrió y le acarició la mejilla. «No te metas en líos», fue lo último que le dijo antes de levantarse y desaparecer.

—Magrat —preguntó Erin con extraordinaria dificultad—, ¿a dónde ha ido?
—Oh, espera, que te lo cuento todo...

__________________________________________* * *

Algunas semanas después

Una silueta furtiva salía de un callejón. Desde unas escaleras cercanas, Amelia ajustó su visor nocturno, siguió la silueta en su paseo durante unos segundos y luego habló al micro en voz baja.

—El sujeto va hacia S. Repito, el sujeto va hacia S.
—Te hemos oído a la primera. Te han oído hasta en Dublín —respondió la voz de Sarah.
—Es un demonio de clase A —añadió Amelia.
—¿Intervengo? —preguntó Magrat.
—Espegag... espegag un poco —dijo Guillaume—. Pog ciegto, ¿dónde está Egin?
—Sí —respondió Sarah—, ¿dónde... ¡Será capaz!

Por el auricular se oía a Sarah correr.

—¡No sé para que me he quedado con vosotros! ¡Mira a la niñata ésta! ¡Quién se cree que es!

—Voy a intervenir —dijo Magrat.
—¡Demonios! ¿Qué estáis haciendo? —se oyó a Guillaume.

A través del visor nocturno, Amelia vio la figura de Erin salir de otra esquina e ir
directamente a encontrarse con el demonio. Ajusto el zoom. Varios demonios más venían a socorrer a su colega. Amelia se quito el visor, desconectó el auricular y bajo a ayudar a su amiga.

...

—¡Volveg a vuestgas posiciones! ¿Me oís? ¿Alguien me escucha?

Notas de juego

* «Dormir la mona» significa dormir la borrachera. No sé si conocéis esa expresión.
* En la mitología cristiana, San Pedro sería el equivalente a Legba.

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28/05/2008, 19:31
Erin Fitzgerald

THE STONE. NOCHE DE SAN PATRICIO DE 2006.

Erin lleva puesto un sombrero de leprechaun de goma espuma. Salta de un lado al otro del escenario, tocando la guitarra y cantando a coro con Walt.

Canción de ERIN:

Entre el público arremolinado en torno al escenario, Magrat aplaude al terminar la canción. Un chop de cerveza se aproxima flotando y se detiene suspendido frente a ella. Magrat coge el asa y mira a un costado.

MAGRAT: Gracias.

Amelia aparecer a su lado, con otro chop en la mano.

AMELIA: De nada.

Alguien empuja a Magrat desde atrás, haciéndole volcar parte de la cerveza. Ella se da media vuelta, indignada.

MAGRAT: ¡Oye, ten más ciuda...!

Magrat tuerce la cabeza hacia atrás para poder ver a la cara a quien la ha empujado. Sus ojos se dilatan por el asombro.
Frente a ella hay un enorme monstruo de casi tres metros de altura, con brazos como árboles y una horrenda cabeza porcina, coronada por largos cuernos retorcidos, que le sonríe de forma siniestras, exhibiendo dos hileras de impresionantes dientes amarillentos, afilados como cuchillas.

MAGRAT (estupefacta): ¡Holy...

CORTE A:

En el escenario, Erin palmea el hombro de Walt.

ERIN: (muy entusiasmada) ¡Lo hicimos otra vez!

Cuando se da vuelta se topa de frente con un muchacho que le ofrece un chop. Erin lo acepta, con una sonrisa.

ERIN: Gracias.

MUCHACHO: No hay de qué. Eres Erin, ¿verdad? No creo que me recuerdes, pero hablé contigo el San Patricio del año pasado.

Erin observa al muchacho de manera examinadora.

ERIN: Sí, me parece que ahora recuerdo. Eres el que se vomitó sobre mis zapatillas, ¿no?

El chico parece algo decepcionado.

MUCHACHO: Esperaba que te hubieras olvidado de esa parte.

Erin se pasa una mano abierta frente a la cara.

ERIN: Ya me olvidé, ¿qué parte?

Ambos sonríen. Algo que pasa entre el público llama la atención de Erin. Abre la boca en una expresión de repentina sorpresa y abraza al muchacho, al tiempo que lo hace agacharse con ella. El monstruo que estaba detrás de Magrat vuela por encima de ellos y se estrella contra pared del fondo, con un estruendo. Erin se incorpora y observa la escena extrañada.

ERIN (al chico): ¡Ey! Acepto críticas a mi música, pero arrojar monstruos al escenario es demasiado. Cómo Punk, prefiero los tradicionales escupitajos.

Entre el público Magrat, sostiene un brazo en alto, apuntando hacia el escenario. Sobre su palma abierta, una bola de intensa luz incandescente comienza a desvanecerse. Las personas a su alrededor empiezan a huir, gritando, presa del pánico.

MAGRAT: ¡Tenemos que salir de aquí!

Amelia se vuelve hacia una de las salidas de emergencia y le apunta con la palma de su mano derecha. La puerta se sacude violentamente, pero permaneces cerrada.

AMELIA: ¡No se abre!

Magrat hace sonar sus dedos y se acerca a la salida.

MAGRAT: Yo me encargo.

Amelia la mira con desconfianza.

AMELIA: ¿Crees que sea una buena idea? Erin me contó que...

MAGRAT (enfadada): ¡Maldición! ¿Por qué tiene que contárselo a todo el mundo? Hace un año yo era una bruja inexperta, ahora soy...

Amelia pone cara de espanto y mira a un punto por encima y por detrás de la bruja.

AMELIA: ¡CUIDADO!

Magrat se agacha y Amelia extiende una palma hacia delante. Otro monstruo cornudo queda suspendido en medio del salto, a dos metros por encima de Magrat. Con un ligero movimiento de la mano de Amelia, el monstruo sale disparado y atraviesa una de las ventanas del local, haciéndola pedazos.

Mientras tanto, en el escenario, el primer monstruo se pone de pie y sacude la cabeza para despejarse. Ha dejado un enorme boquete en la pared contra la que se estrelló.
El muchacho, junto a Erin, lo observa paralizado por el terror.

MUCHACHO: E... E... Eso...

ERIN (al muchacho): No te preocupes, siempre pasa en San Patricio.

Erin le da el chop.

ERIN: Sostén esto.

El monstruo camina hacia Erin, amenazante.

MONSTRUO (con voz atronadora): ¡ESTÁS MUERTA, CAZADORA!

ERIN (muy tranquila): Y tú estás bien feo.

Con un rugido estremecedor, el monstruo salta sobre ella. Erin se pone en guardia, pero un brillo intenso envuelve a la criatura, repentinamente, cuando se desvanece, el monstruo ha desaparecido, en su lugar, un gatito de manchas blancas y negras vuela hacia Erin, cayendo entre sus brazos. Sin sorprenderse, la Cazadora lo acuna, con un gesto de ternura.

ERIN (enternecida): ¡Oh! ¡Qué bonito!

Magrat se acerca al escenario con un grueso libro abierto en las manos.

MAGRAT (a Erin): Y tú te burlabas de mí, por traer libros a San Patricio.

Erin baja del escenario, acariciando al gatito.

ERIN: Lo sé y me retracto. Prometo que algún día intentaré leer uno.

La puerta cerrada comienza a sacudirse violentamente y una luz brilla desde el exterior, a través de las hendiduras.

AMELIA: Y ahora, ¿qué coño es eso?

Magrat la mira con una ceja levantada.

MAGRAT: Ami, Creo que pasas demasiado tiempo con Erin.

Erin deja al gatito en el suelo y mira su reloj pulsera. Se encoge de hombros.

ERIN: San Patricio todavía no termina.

Las tres se paran una junto a la otra y se plantan frente a la puerta que no deja de sacudirse.

La cámara gira, lentamente, alrededor de las tres mujeres.

Suena:

VOZ DE MAGRAT EN OFF: Hay una vieja leyenda en Irlanda, sobre tres chicas: Una se llamaba Morrigan,

Primer plano de MAGRAT

VOZ DE MAGRAT EN OFF: La otra era Badb

PRIMER PLANO DE AMELIA

VOZ DE MAGRAT EN OFF: y la tercera era Macha.

PRIMER PLANO DE ERIN

La cámara vuelve a panear las caras concentradas de las tres chicas.

VOZ DE MAGRAT EN OFF: Ellas eran tres, pero también eran una. Sabias y poderosas. Protegían a la isla de sus enemigos. Los viejos druidas profetizaban que ellas regresarían en el momento en que más se las necesitara.

Magrat mira a Amelia a su izquierda y a Erin a su derecha.

VOZ DE MAGRAT EN OFF: Ya sé que estáis pensando. Es una tonterías.

Magrat mira a la puerta y sonríe levemente.

VOZ DE MAGRAT EN OFF: Pero a veces... una se pone a pensar.

Erin se acomoda el sombrero de leprechaun y levanta las manos en posición de guardia. Magrat extiende los brazos a los lados. Un fuerte viento hace flamear su cabello y una suerte de rayo en miniatura recorre su cuerpo. Amelia se eleva en el aire unos metros con un movimiento grácil. La puerta estalla en mil pedazos. Una intensa luz impide ver el exterior con claridad. Sólo se ver forma difusas y se oyen gruñidos y gritos inarticulados.

PRIMER PLANO DE ERIN MIRANDO A LA PUERTA SONRIENTE

ERIN: ¡Feliz Día de San Patricio!

Fundido a negro

Suena: