Partida Rol por web

Cuando Liz terminó de ayudar a sacudir el polvo de la ropa de Andrew, se encaminó a la puerta alegremente silbando por lo bajo y sin mediar palabra con sus compañeros. Nada más llegar a ella se llevó un dedo a los labios pidiendo silencio y se dispuso a abrir la puerta muy despacito, esperando encontrarse otro pasillo.

Iba a contestarle al profesor cuando vi que Liz se dirigía a la puerta y pedía silencio, me encogí de hombros y aun desconcertada hice un gesto a los dos hombres para que se acercaran y no dejar sóla a Liz, ya que ella no parecía tener intensión de esperar por nadie.

Por mi parte, se respiraba un poco de tensión por ver qué había tras ella.

Cuando se hace el silencio os dáis cuenta de que se escucha no algo moverse, sino un ruidillo débil estático, como una especie de aparato eléctrico o algo similar...

La puerta está cerrada con llave pero hay dos cosas que descubrís de la puerta: En primer lugar, pese a que la puerta tiene el aspecto de ser muy antigua, la cerradura y el tirador están resplandecientes, es decir, que parecen modernos. En segundo luga, a través de la cerradura y por debajo de la puerta entra luz. Hay alguien al otro lado.

Liz se quito una horquilla del pelo e imprudentemente, la metió en la cerradura forcejezndo con ella unos segundos. Ante los sorpendios ojos de sus compañeros no tardó mucho en oirse un "click" que acompañó a una risita de nerviosa satisfacción por parte de la delicada joven.

Al abrir la puerta , iluminada por luces eléctricas en el techo , se descubre ante vosotros una escena verdaderamente macabra: Incontables estanterías cubren las paredes, llenas de botellas de vidrio que contienen órganos que flotan, pálidos y exagües.Al otro extremo de la habitación se encuentra un chico - al que suponéis Owen- , que parece haber interrumpido una operación al oir la puerta.

Está Owen de pie junto a una larga mesa en la que puede verse un cuerpo parcialmente diseccionado, sangre, vísceras y varios órganos a la vista...horrible.

En el suelo a su derecha hay un cubo de basura de acero inoxidable con la tapa semiabierta y cubierta de sangre; en un carrito tras él brillan cuchillos, escalpelos y otros elementos quirúrgicos y material de laboratorio. Lleva una bata blanca ensangretada y unos guantes blancos en los que el blanco ya casi ni se distingue. En su mano derecha porta un escalpelo de unos quince centímetros de longitud.

Manchado con sangre y otros líquidos menos nobles y con la piel casi tan blanca como la del cuerpo que está sobre la mesa,Owen tiene un aspecto horrendo. Sus ojos azules quedan grotescamente aumentados por el grueso cristal de sus gafas. Su aspecto es casi incoloro excepto por su pelo rojo, el cual acentúa la palidez de su semblante.

Bajo la fina bata del laboratorio se transparenta la camisa y en el bolsillo de la misma, distingues la silueta de una jeringa hipodérmica.

- ¡MUY BUENAS NOCHES DAMAS Y CABALLEROS! heme aquí a un paso de la grandeza más absoluta, del logro más relevante de la historia de la humanidad. Y ustedes van a ser testigos de mi gran logro. ¡LA TÉCNICA DE LA REANIMACIÓN ES POSIBLE!

Me acerco con esfuerzo hasta la puerta que ha abierto Liz y observo con horror lo que contiene.

Esto es, esto es una locura. La obra de un maníaco. La corrupción del hombre. Una obra de pura maldad.

Escucho las palabras de Owen y, al principio, me siento realmente confundido. Luego la confusión da paso a la indignación y no puedo evitar contestar, con claro estado de alteración -¿Reanimación? Esto es una locura chico, es obra del mal, es dar un paso más allá de los límites reales, es corromper nuestros dones. Será mejor que te detengas.

Cuidado señor Wiggin- advirtió Liz que por unos instantes pareció recobrar la cordura debido a la impresión- Lleva una jeringuilla en la camisa

Nada más abrir la puerta, el profesor LaFleur se quedó anonadado y sorprendidísimo ante la magnanimidad de las aberraciones que veía, todas allí dispuestas, colocadas, diseccionadas y también a punto de serlo. Entonces, ante dicha visión, una analepsis le invadió de repente, recordando escenas pasadas de su vida:

-Si... estoy preparando el exámen para la cátedra en Miskatonic, señor -dijo un joven Merc LaFleur-. También, bueno, he empezado a colaborar con una revista alternativa, como columnista. Algo es algo, ¿verdad?, y en referencia a hechos paranormales..., me interesan mucho... en especial la telepatía.

-Mmm... -dijo el tipo mirándome desde la mesa de su angosto y desamparado despacho y entre todos aquellos atrapasueños, velas y demás objetos que adornaban la habitación-, bueno... Está bien. Cualquier loco viene a verme; esos malditos entusiastas de lo desconocido, del otro mundo, en fin, ya sabe... Por eso primero tengo que preguntar a qué se dedica, y fiarme de mi instinto, lo cual... bueno, no se lo tome a mal... lo cual no me indica tampoco que esa persona esté del todo cuerda... ni que usted no sea uno de esos.

-No, no, señor -respondió LaFleur-, tan sólo investigo con respeto los misterios del espiritismo, no soy ni escéptico ni fanático, de veras, tan sólo me interesa el tema desde una perspectiva normal, como usted.

-Ya bueno... -respondió el tipo con aires de grandeza-. Al fin y al cabo, siempre ocurre lo mismo: siempre les encuentro un hueco en mis sesiones a tales descerebrados. Sabrá que la sesión son mil dólares ¿no?

-Lo sé, señor, vi su pequeño anuncio en la tienda de antigüedades; aquí mismo lo traigo... -dije metiendo mi mano bajo mi chaqueta-: Puede contarlo si quiere.

Entonces, el profesor LaFleur, al ver tal cantidad de heterodoxas prácticas y las reacciones de sus compañeros, se cogió instintivamente la corbata, se la llevó a la boca, y aún bajo el dintel de la puerta, pareció encogerse un poco y vomitó allí mismo, encima del pomo nuevo, manchándose sus propios zapatos. Luego miró de nuevo lo que tenía delante.

- ¡ Así me gusta! ESPEREN AHÍ Y VERÁN QUE NO ESTOY LOCO, para nada,.... , para nada.... no estoy loco... la reanimación... van a verla en directo. ¡ CUANTÍSIMAS HORAS DE ESTUDIO! FRUSTRACIONES Y ESFUERZO...- decía mientras gesticulaba exageradamente.

Tengo que parar esto pero ¿como? Espera, tal vez si...

Owen, esto es una locura, nadie en su sano juicio haría lo que tu has hecho, nadie ha llegado tan lejos antes, nadie ha probado a dar ese paso que tu vas a dar -comienzo a decir hasta que mi voz se debilita y tartamudeo un par de veces -pero, la verdad, ¿no es eso lo que decían de todos los genios? ¿que estaban locos? y ellos fueron calificados como genios por dar esos pasos que nadie se atrevió -concluyo masajeándome la barbilla y dando un par de pasos hacia el estudiante para ver mejor lo que está haciendo.

Liz abrió la puerta casi sin despeinarse... esa chica, al principio cercana y en las últimas horas algo "ida", estaba llena de sorpresas, aunque nada comparado con lo que se nos mostró dentro de esa habitación. Me estremecí e inconscientemente retrocedí un poco, hasta reposar la espalda entre el marco de la puerta y la fría pared.

- ¿Qué significa todo esto?- Definitivamente: tenía miedo.

Owen captó nuestra atención, y aparentemente, en lugar de incomodarle, nuestra visita le agradaba. No dejaba de hablar de la reanimación, y con el aspecto que presentaba ahora mismo podría haber sido perfectamente capaz de llevar a cabo un... asesinato...

Las voces de Liz, el doctor y sobre todo la de Owen sonaban como un eco al principio, hasta que conseguí calmarme un poco, realmente todo parecía parte de un mal sueño macabro.

En su última intervención miré fijamente al doctor - ¡¿Pero qué pretende?!

- ¡ Paparruchas!- dice temblando -¡ NO SE ACERQUE MÁS O ATÉNGANSE A LAS CONSECUENCIAS! ¡ SE LO ADVIERTO!- podéis ver en sus ojos que dice la verdad.